Nuevos tiempos: un nuevo tipo de educación

Por: Leonardo Boff

La realidad en las últimas décadas ha cambiado tanto que ha afectado también a nuestro estilo de educación. Cito algunos de estos cambios:

―Hemos construido el principio de nuestra autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas. Nada es absolutamente seguro y un accidente cualquiera puede destruir nuestra civilización.

―El calentamiento global crece día a día. Si no hacemos nada, como la comunidad científica norteamericana ha advertido, podemos conocer dentro de algunos años un calentamiento abrupto de hasta 4-6 grados Celsius. Con eso, la mayoría de los seres vivos conocidos no resistirán y desaparecerán. Y parte de la humanidad también.

―La escasez de agua potable (sólo el 0,3% es accesible a los seres humanos y a los animales) puede provocar guerras letales para garantizar el acceso a fuentes de agua dulce. O también alianzas de cooperación.

―La planetización es un hecho nuevo en la historia de la Tierra y de la Humanidad. Salimos un día de África, donde estuvimos durante 4-5 millones de años y por eso somos todos africanos, y después nos esparcimos por los continentes; ahora estamos volviendo y encontrándonos en un solo lugar: la Casa Común, la Tierra.

―La crisis ecológica afecta directamente al sistema-vida y al sistema-Tierra. Estamos destruyendo las bases físico-químicas que sostienen la vida. De continuar la sobrexplotación de la Tierra, ella no aguantará y nuestra civilización estará amenazada.

―Existe el peligro de que superbacterias que perdieron su hábitat por la deforestación puedan invadir ciudades y diezmar a miles de personas, sin que sepamos cómo enfrentarlas con potentes antibióticos.

Estos son datos, no fantasías. La gran mayoría de las personas no tiene conciencia de los peligros que corre. Es como en tiempos de Noé: todos se divertían y se reían del anciano, y vino el diluvio. Sólo que hoy es diferente: no tenemos un Arca de Noé que pueda salvar a algunos y dejar perecer a los otros. Todos podemos perecer.

Todo esto nos obliga a pensar sobre el futuro común de nuestra especie y de la Casa Común. Todo debe comenzar con una sensibilización general. En casa y en la escuela es donde tal nueva conciencia debe surgir.

Veamos qué tareas nuevas se presentan a los maestros y qué nueva percepción deben desarrollar en los educandos. Lógicamente la escuela debe llevar adelante su tarea básica, como la enunció la UNESCO:

(1) Aprender a conocer todo lo que el pasado nos legó. Como escribió Montaigne (1533-1592) en sus Ensayos: «el educador debe tener la cabeza sobre todo bien montada, más que bien llena». Es decir, saber la situación real de la Tierra y trasmitirla a los estudiantes;

(2) Aprender a pensar, sabemos mucho y todo está en Google, pero no pensamos lo que sabemos. El saber es un poder que puede construir una bomba atómica o un antibiótico. El saber no es neutro. Pensar es detectar a quién sirve el saber y quiénes son los dueños del saber;

(3) Aprender a vivir, que es crear un carácter recto, amante de la verdad, es ser un buen ciudadano participativo con un proyecto solidario de vida;

(4) Aprender a convivir, pues hoy vivimos en medio de las mayores diferencias de raza, religión, ideas, opciones sexuales; no permitir que la diferencia se transforme en desigualdad; todos tienen derecho de vivir su modo de ser; importa estar abierto en las redes sociales al destino de los pueblos, muchas veces trágico como ahora en Siria; interesarse por el sufrimiento de los más pobres y excluidos;

(5) Aprender a cuidar. Esto es nuevo pues sabemos que el cuidado es la ley básica de todos los seres vivos y también del universo; si no cuidamos del agua, la basura, de nosotros mismos y de las relaciones sociales, podemos dar espacio a la degradación; todo lo que amamos, lo cuidamos, y todo lo que cuidamos, lo amamos;

(6) Aprender a tener una ética y una espiritualidad. La religión puede ayudar pero no necesariamente, pues muchas hacen guerra y matan; ser ético es orientarse hacia el bien, asumir las consecuencias de nuestros actos, buenos o malos; optar por el bien común, por la verdad contra toda corrupción.

La espiritualidad es una dimensión antropológica, como lo es la razón, la voluntad y la libido; somos espirituales cuando planteamos preguntas últimas: ¿por qué estoy aquí, cuál es el sentido del universo, de la vida y de mi propia existencia…? Ser espiritual es desarrollar lo que neurólogos y neurolingüistas llaman el “punto Dios en el cerebro”:siempre que abordamos aspectos de lo sagrado y del sentido último de la vida hay una aceleración de nuestras neuronas; es el “punto Dios”, que nos permite intuir que por detrás de todas las cosas hay una Realidad amorosa y poderosa que sustenta todo, las estrellas y también nuestras vidas. El “punto Dios” está hecho de amor, de compasión, de solidaridad y de devoción; nos hace más sensibles a los otros, y más humanos; cultivar el “punto Dios” es superar el materialismo actual y nutrir la esperanza sobre el fin bueno de todo.

Los educadores deben imbuirse de estos nuevos desafíos y enseñárselos a sus educandos. Sólo así estaremos a la altura de los graves peligros que se nos presentan.

Fuente: http://efectococuyo.com/opinion/nuevos-tiempos-un-nuevo-tipo-de-educacion

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Aprender a vivir y servir

Por: Antonio Pérez Esclarín

n estos días en que estrenamos nuevo año, quiero insistir en que el verdadero objetivo de toda educación, y en consecuencia la tarea esencial de padres y educadores, es enseñar a vivir con autenticidad, a ser dueños de la propia vida, para convertirla en don y servicio a los demás.

La vida es un don maravilloso que nos fue dado graciosamente, como el más sublime de los regalos. Nadie pudo elegir nacer o no nacer, ni tuvo la posibilidad de escoger su forma física, su tamaño, el color de sus ojos, los tipos de su inteligencia. Tampoco pudo seleccionar a sus padres, ni el país donde nacer ni el tiempo histórico. Todos nacimos en una determinada matriz cultural que marca lo que somos y hacemos, lo que pensamos y creemos. Somos hijos de una familia concreta y de un país que debemos conocer, querer y servir. Somos únicos e irrepetibles y debemos asumir la vida con asombro, agradecimiento y humildad.

Nos dieron la vida, pero no nos la dieron hecha. Los seres humanos somos los únicos que podemos inventarnos a nosotros mismos e inventar el mundo. Como repetía Paulo Freire, la educación tiene sentido porque los seres humanos somos proyectos y podemos tener proyectos para el mundo. El futuro no es sólo porvenir, es sobre todo por-hacer. Los seres humanos somos creadores de nosotros mismos; la vida es un viaje y cada uno decide su destino. Podemos vivir dando vida o aplastando la vida. Por ello coexisten los santos y los criminales, personas dispuestas a matar y personas dispuestas a dar la vida por salvar a otros.

Enseñar a vivir plenamente es enseñar a ser libres. Pero la libertad que es autonomía responsable y superación de caprichos y ataduras, se confunde cada vez más con su contrario: la total dependencia, la esclavitud al mercado, los caprichos, las seducciones o las órdenes. Por ello, cuanto más se llenan las personas de cadenas, más libres se sienten.

Hoy hace falta mucho valor para ser libre, para salirse del rebaño y levantarse del egoísmo y la sumisión al vuelo valiente de la autonomía y el servicio. De ahí la necesidad de una educación que forme la voluntad y enseñe el coraje, la constancia, el vencimiento, el sacrificio, valores esenciales para llegar a ser libres.

En un mundo que cada vez más nos va llenando de cadenas, la genuina libertad debe traducirse en liberación, en lucha tenaz contra todas las formas de opresión, dominación y represión. Sólo donde hay libertad, hay disponibilidad para el servicio que ayuda a los demás a romper sus propias ataduras. Ser libre es, en definitiva, vivir para los demás, disponibilidad total para ayudar a cada persona a desarrollar sus potencialidades y lograr su propia autonomía, combatiendo todo tipo de dependencia y sumisión.

Somos libres, en definitiva, para amar, para servir. Toda auténtica vida humana es vida con los otros, es convivencia. La persona humana es imposible e impensable sin el otro. Como decía Albert Camus, “es imposible la felicidad a solas”. Lo propio del ser humano, lo que nos define como personas, es la capacidad de amar, es decir, de relacionarnos con los otros buscando su bien, su felicidad. Por ello, sólo será posible convivir, es decir, vivir con los demás, si aprendemos a vivir para los demás, pues el servicio es la forma más auténtica de expresar el amor. Vivir como un regalo para los demás, vivir sirviendo siempre, vivir combatiendo todo tipo de dominación, manipulación  y explotación, es el medio privilegiado para encontrar la plenitud y la felicidad.

Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/aprender-vivir-servir_634068

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