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Carlo D’Ursi: ‘Una infancia normal no la hay en sitios como Gaza’

Por: Rosana Lakunza

Yalla es un corto de ficción, basado en la historia real de cuatro niños que estaban jugando al fútbol en la playa de Gaza y un dron militar terminó con la vida de estos niños.

Carlo D’Ursi sigue inmerso en su mundo de ficción, fluctuando entre la realidad social y el entretenimiento puro y duro. hace un mes obtuvo el premio Forqué al mejor cortometraje con ‘Yalla’

Ha trabajado en series de televisión –la última, Sabuesos, en La 1 de TVE–, y ha tomado los mandos de producción o dirección de cortometrajes y largometrajes de gran contenido social como Yalla, Cartas mojadas, Tabib o Diamantes negros. Es un profesional que puede remover conciencias o hacer reír a carcajadas con una comedia negra como Jefe. Italiano de nacimiento, un día llegó a Euskal Herria, haciendo un curso Erasmus en la UPV y un máster de Marketing en la Universidad de Navarra. Su centro de operaciones ahora está en Madrid.

¿Cómo surgió la historia de Yalla?

Es la historia real de cuatro niños que estaban jugando al fútbol en la playa de Gaza y un dron militar los confundió, entre comillas, con milicianos de Hamás. El bombardeo terminó con la vida de estos niños. He recreado ese momento tan dramático quitando todos los diálogos y dejando solo la palabra yalla. También he eli- minado el color; es un blanco y negro onírico. Hay una yuxtaposición de imágenes. El blanco y negro a ras de suelo y la del dron en color.

¿Y qué sentido tiene dejar al dron en color?

Mi intención era crear una dicotomía cromática entre los que tienen recursos y están sentados cómodamente en una base militar a miles de kilómetros pilotando un dron, y los civiles a los que dispara este dron. La vida nunca será en color para los niños en Gaza.Solo podrá ser, como mucho, en blanco y negro.

¿Cuál es su pretensión?

Llamar la atención sobre las violaciones que hay de los derechos de la infancia en los conflictos armados. Por muy irónico que pueda parecer, la regla tiene unas reglas.

Resulta difícil creer que esas reglas existan…

Pero existen, e incluyen no atacar a personal civil, a personal sanitario, ni por supuesto a los niños. La infancia normal no existe en un territorio como Gaza. Después de hacer el anterior corto, Tabib, me he interesado por los derechos de la infancia en diferentes conflictos y he estado en contacto con asociaciones no gubernamentales. También es cierto que mi interés por los conflitos entre Palestina e Israel viene desde muy lejos. He investigado sobre ellos desde que era un adolescente.

Yalla es el retrato de un lugar horrible para jugar aun siendo niño.

Efectivamente. No solo en Gaza, hay muchos otros lugares donde jugar es una acción de alto riesgo. Fui a Belén en un viaje de prospección para otra película y conocí a un chico palestino cuyo hermano había muerto por el disparo de un militar al otro lado del muro, a donde había ido a recoger la pelota con la que jugaba al fútbol. Empecé a investigar y me encontré con que había habido varios casos de niños muertos mientras jugaban. Son los llamados casos colaterales. Durante esa investigación me encontré con el que he narrado en el cortometraje.

Muchos vemos los drones más como juguetes que como armas de guerra.

Pues la visión es al revés. El dron nace como un arma de guerra y luego se convierte en un juguete. El problema es que los drones militares son una lacra, porque no están regulados. Lo que queda claro son sus efectos en una guerra o en una zona en conflicto. Están construidos para no ser detectados por los radares, para ser invisibles, y ni siquiera se sabe de qué bando son. Causan esos daños llamados colaterales sin que haya ningún responsable. Nunca se sabe quién está detrás de uno de ellos, y estamos hablando de granjas de operadores de drones que se ocupan de moverlos desde distancias muy lejanas mientras se están comiendo un bocadillo.

¿Cree que Yalla va a llegar al corazón de alguien que tenga poder y que se intentará eliminar esos efectos colaterales?

Estoy seguro de que ha llegado al corazón de muchas personas, y eso lo ha evidenciado la última edición de los premios Forqué. Nunca tendré ni tendremos la seguridad de que las cosas vayan a cambiar, pero puedo garantizar que voy a seguir haciendo todo lo posible para que ocurra.

Ha hecho todo tipo de trabajos audiovisuales como productor, director y actor en series y películas, pero tiene especial querencia a los cortos, que parecen estar entre sus referentes.

Es cierto. Los cortos se han convertido en uno de los referentes de la línea editorial de la productora, pero no por una decisión de carácter empresarial; es más bien una decisión mía, una decisión humana.
Los cortos te permiten un espacio de libertad. Cuando producimos series o largometrajes no tenemos el mismo espacio de libertad. En el momento en el que intervienen presupuestos mucho más altos y están presentes diferentes empresas, hay que mediar entre todos los objetivos.

¿Le satisface más un corto?

Me satisfacen más los proyectos bien hechos, las buenas historias y las cosas bien contadas. Un corto supone un paréntesis de libertad que me puedo conceder, un espacio en el que pienso continuar viviendo.

¿Siente pasión por los temas sociales?

Siento pasión por contar historias. Dentro de las posibilidades que te ofrece el mundo audiovisual, podemos trabajar desde los temas sociales al entretenimiento puro y duro. Poder contribuir al desarrollo cultural y ético de un país produciendo cortos y películas de carácter social me hace vibrar y sentir que estoy cumpliendo con mi cometido como ciudadano, pero no es lo único a lo que me dedico. De hecho, tengo Diamantes negros, un drama social, pero también tengo Jefe, una comedia negra que está en Netflix. Hay cosas muy diferentes en mi currículo y todas pueden caber en mi sumario de intenciones.

¿Qué significa el termino Yalla?

Quiero aclarar que Yalla es un corto de ficción, no un documental. Hemos recreado lo que pasó en aquella playa, pero no lo hemos reconstruido. Yalla significa vamos, así que tiene diferentes significados, que van desde un grito de ánimo a un imperativo. Decidí reunir todos los significados en un único grito.

¿Qué más proyectos tiene?

Soy un hombre con la cabeza en el aire y los pies en la tierra. No puedo hablar de lo que no sé si voy a poder entregar. Próximamente vamos a estrenar Retrato de mujer blanca con pelo cano y arrugas, película que está protagonizada por Blanca Portillo, Imanol Arias, Ana Wagner y un servidor.

Es usted un renacentista que lo hace todo: producir, escribir, dirigir e interpretar.

Vivo en el ecosistema del audiovisual desde que tengo 11 años. Tengo siempre diferentes proyectos y distintas posibilidades que aportar, y lo que hago es poner al servicio del proyecto mi mejor versión. Me siento muy cómodo en los diferentes puestos que puedo realizar y voy a seguir viviendo
así. Llevo años haciendo todo eso que dices y todos mis proyectos me han llenado mucho.

Otro trabajo suyo ha estado nominado este año a los Goya, Cartas mojadas.

Sí, y no pudo ser. Cartas mojadas es la voz que acompaña al barco de la ONG Open Arms. Surge del fondo del mar. Son todas esas cartas que muchas madres escriben a sus hijos cuando comienzan la aventura de buscar un mundo, entre comillas, mejor. Este documental se ha rodado a lo largo de los últimos cinco años y trata sobre la crisis migratoria. Narra la odisea de las diferentes mujeres que han intentado cruzar el Mediterráneo, algunas con más suerte que otras.

No ha podido ser, pero, ¿qué significa un premio?

Significa mucho, pero estoy convencido de que también son un engaño para el ego. Te seducen mucho y a veces lo hacen malamente.

Acaba de recibir el premio Forqué, así que tendrá el ego más que seducido.

Ja, ja, ja… Muchas veces la gente confunde el premio con la tarta. El premio es la guinda sobre la tarta, pero no hay cumpleaños si no hay tarta. Hay que tomarse los premios en su justa medida. Lo que importa es lo que has querido contar y mostrar, la tarta, y lo digo desde el punto de vista de quien ya ha pasado por ello.

¿Sufre su ego ante un Goya perdido?

No. El trabajo de Cartas mojadas ya está hecho y se ha contado lo que en su momento queríamos. Hace años que mi ego ya no sufre, pero sí que ha sufrido en otras ocasiones y ya he aprendido a dejar de sufrir. Disfruto con el trabajo que hago, y me siento muy bien tanto cuando mis audiovisuales se meten de lleno en el mundo social como cuando hago reír a la gente con una comedia.

 

Fuente: www.noticiasdegipuzkoa.eus

Ver Trailer Yalla:

 

Fuente e imagen: https://palestinalibre.org/articulo.php?a=77073

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Escuelas bajo ataque: ¿son las niñas un arma de guerra?

Por: Concha López/El Confidencial

Los conflictos armados tienen efectos devastadores en el derecho a la educación de la infancia, especialmente para las niñas y las jóvenes. En estos contextos, la desigualdad de género se agrava y hace que las niñas sufran mayores vulneraciones de sus derechos, se enfrenten a una inseguridad constante y, además, sean uno de los grupos más invisibilizados. Hoy en los conflictos armados probablemente es más peligroso ser una mujer que ser un soldado. Todavía más ser una niña.

En los países en conflicto, las niñas tienen 2,5 probabilidades más que los niños de estar fuera de la educación. Muchas veces, las escuelas se convierten en campos de batalla y las niñas en arma de guerra. En este contexto, ir a la escuela supone un desafío diario para los millones de niñas que se enfrentan a ser reclutadas por grupos armados como esclavas o trabajadoras domésticas, a ser obligadas a casarse demasiado pronto, a ser madres cuando todavía no están preparadas para ello, a ser secuestradas, abusadas, violadas, utilizadas como niñas bomba.

También es más probable que ellas abandonen la escuela para acabar explotadas en diferentes formas de trabajo infantil, como consecuencia de la pobreza y la inseguridad económica de las familias. Según datos de Naciones Unidas, Sudán del Sur es el país donde un mayor número de niñas se ven obligadas a abandonar el colegio a consecuencia de los conflictos, un 76%, seguido de Afganistán, con un 55%, y Chad, con un 53%.

Escuelas, bajo fuego

A pesar de que las escuelas deben ser espacios seguros y de protección, más que nunca en los conflictos, para que los niños y niñas puedan aprender para la supervivencia y la construcción de sociedades de paz, los grupos armados continúan atacándolas deliberadamente y convirtiéndolas en lugares donde perpetrar actos de intimidación y violencia. Desde 2013 a 2018 se produjeron ataques a niñas y mujeres estudiantes y docentes en 18 países, según el informe “Educación bajo ataque 2018” elaborado por la Coalición Global para Proteger la Educación de Ataques (GCPEA, por sus siglas en inglés).

Nuestra serie de informes “Adolescentes en emergencias: voces desde Sudán del Sur, desde el Lago Chad y desde la crisis rohingya” nos ha permitido conocer las experiencias de chicas en crisis cronificadas, complejas y a veces olvidadas. Todas señalan el acceso a la educación como una de sus principales áreas de seguridad, un mecanismo de protección y de supervivencia. Ellas quieren estudiar: saben que la educación mejora sus oportunidades de futuro. Por eso, para proteger su derecho, es necesario recoger datos y evidencias para el monitoreo y la investigación de los ataques a la educación y las infraestructuras educativas, desagregados por sexo y edad, con especial atención a las experiencias específicas de las niñas y adolescentes.

“Estoy orgullosa de ir a la escuela aquí en Kaleri, es una de las cosas de las que más orgullosa estoy”, decía una chica entrevistada en Nigeria. “Mi mayor logro es que lo estoy haciendo bien en el colegio y que voy a sacar mejores notas”, explicaba otra joven en Bablin, Camerún.

La educación es un derecho humano fundamental y, en épocas de conflicto, garantizarlo es una necesidad imperante para luchar contra la discriminación y la violencia que viven miles de niñas en todo el mundo. La educación no solo aumenta la capacidad de recuperación de los niños y las niñas, sino que promueve su libertad y autonomía personaly les protege frente a la explotación y el reclutamiento por parte de grupos armados.

Educación transformadora

En las últimas décadas, la comunidad internacional ha aumentado el reconocimiento del papel de la educación como agente transformador en épocas de conflicto, lo cual queda patente en acuerdos y tratados internacionales como la Declaración de Escuelas Seguras, respaldada hasta el momento por 87 países, que subraya la necesidad de proteger los colegios y las universidades en los conflictos armados. A través de ella, los Estados se comprometen a tomar medidas concretas para proteger la educación durante las guerras.

Coincidiendo con el 30º aniversario de la aprobación de la histórica Convención sobre los Derechos del Niño y los 70 años de la firma de los Convenios de Ginebra, España se convierte, del 27 al 29 de mayo, en el país anfitrión de la III Conferencia Internacional de Escuelas Seguras, una iniciativa en la que se discutirá precisamente sobre la necesidad de impulsar la Declaración sobre Escuelas Seguras como instrumento político para proteger al alumnado, profesorado e instituciones educativas en tiempos de conflicto armado.

Sin la protección de la educación en estos contextos será imposible conseguir los Objetivos de Desarrollos Sostenible 4, educación de calidad universal y equitativa para 2030, que incluye un indicador específico que mide el número de ataques a estudiantes, personal e instituciones educativas, reconociendo también la necesidad de proteger la educación durante los conflictos bélicos, y 5, que busca eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas.

Además, es un deber y una garantía de desarrollo porque es innegable que el papel fundamental de la educación en la construcción y mantenimiento de la paz. Es imprescindible que ellas no se queden atrás: la participación de las niñas en los procesos de paz ayuda a impulsar cambios culturales a largo plazo que, a su vez, inspiran a jóvenes de la comunidad a conquistar sus derechos. De esta manera,las niñas se convierten en líderes de sus comunidades, transformándolas en lugares pacíficos e inclusivos.

No podemos esperar para actuar, porque están en juego sus vidas y el futuro que queremos para el mundo. Como dice el doctor Denis Mukwege, Premio Nobel de la Paz 2018 junto con Nadia Murad por su trabajo con víctimas de violencia sexual en conflictos, la justicia es cosa de todos y todas. Debemos trabajar para que las escuelas sean lugares seguros, y las niñas puedan ser simplemente niñas, y lleguen a convertirse en las mujeres que construyan las sociedades de paz e igualdad de mañana.

Fuente: https://blogs.elconfidencial.com/mundo/tribuna-internacional/2019-05-27/educacion-bajo-ataque-ninas-arma-guerra_2037838/

 

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