Respuesta a Rita Segato de las Mujeres de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (REDH), Capítulo Argentina

Por: Mujeres en la REDH Cap. Argentina

El patriarcado nos habita cuando justificamos golpes de estado oligárquicos e imperialistas

 

Rita Segato en varios de sus escritos plantea la hipótesis de que el patriarcado es arcaico, que nació con el origen de la especie. Uno de sus fundamentos es la existencia de mitos y fábulas a nivel planetario en donde se repite la estructura de una mujer o grupo de mujeres que falla o transgrede y es o son disciplinadas despojándolas de su poder. Uno de estos mitos fundamentales en Occidente es el de Adán y Eva. Pero el mismo hecho de necesitar de narrativas que lo justifiquen, muestra que no responde a un orden natural sino a una realidad de subordinación y poder construida.

El patriarcado es un orden político fundante. Igual que el concepto de raza, transforma una diferencia fenotípica -y no genotípica lo cual está demostrado que no existe y que la “raza” humana es una sola- en una diferencia política, construida desde la colonia para controlar, usufructuar y explotar todo tipo de trabajo humano bajo la división racial del trabajo.

En relación a la aparición del patriarcado en los pueblos originarios americanos, la misma autora argumenta que la conquista no hubiera sido posible sin la preexistencia de un patriarcado de baja intensidad, que tornó a los hombres dóciles al mandato de masculinidad y, por lo tanto, vulnerables a la ejemplaridad de la masculinidad victoriosa y proclives a reproducir, o al menos ser funcionales, a estructuras competitivas, jerárquicas y crueles. Señala que el sistema colonial se apropia de las asimetrías preexistentes para transformarlas ahora en las asimetrías propias del mundo colonial moderno.

Partiendo de sus propios conceptos ¿qué pasa cuando el timón del estado nación lo asume un indio, sindicalista, trabajador campesino, militante popular, permeable a la cultura patriarcal hegemónica como todos los hombres blancos que lo antecedieron en el cargo, pero que multiplica por 8 el PBI? Que, además de multiplicarlo, lo distribuye como ningún gobernante antes en la historia de un país históricamente saqueado. Que es cabeza y articulador de luchas que condensan otras ancestrales, en las que las mujeres están en la trinchera, en las que se amplían y profundizan los derechos sociales, políticos y económicos de las mujeres y de todo el pueblo por siglos oprimido. Que democratiza un estado racista en el que quienes antes eran servidumbre de los y las blancas, luego de 2006 son diputadas, senadoras, médicas, mujeres que exhiben con orgullo sus colores, su sabiduría y su cultura sin agacharse frente al privilegio de los “amos”, entre otros miles de ejemplos que hicieron a ese pueblo, hombres, mujeres, niñas, niños y personas sin encasillar, sujetxs hacedores y protagonistas de su propia historia. Que además eligen una y otra vez a su líder, pudiendo no hacerlo. Quizá un líder no del todo “deconstruido en su machismo” -como tantas de nosotras y la sociedad en general-, pero que expresa genuinamente a su pueblo, especialmente al movimiento campesino-indígena y a lxs trabajadores. Un hermano aymara que viene desde abajo, que fue deconstruyendo en su vida y práctica la colonialidad del saber y del poder con su militancia sindical que también desprecia la autora y que como mujeres levantamos y protagonizamos con toda la dignidad de los y las oprimidas y explotadas del mundo. Como ayer Tupac Katari y Bartolina Sisa y Tupac Amaru y Micaela Bastidas, este extraordinario compañero, indio y sindicalista hermano presidente, intenta ser disciplinado por la supremacía blanca heredera de las oligarquías que forjaron el estado nacional a sangre y fuego despojándolo de su poder, y con él a su pueblo.

El jefe indio es desterrado pero no por lo que hizo mal. Es desterrado por todo lo que hizo bien, por convertir en políticas de estado tantas demandas de siglos regadas con sangre de su pueblo y naciones que habitan su amado territorio, como consecuencia de una transgresión originaria. Después de haber ganado la presidencia en primera vuelta con el 47% de los votos del 88% del padrón electoral que votó, y con mas de 10% de diferencia sobre el segundo candidato, lo saca el racismo blanco, la esclavitud latente y el odio de clase, apoyado por el ministerio de colonias de los estados Unidos: la OEA, quienes encabezan los ataques a todas las democracias populares que no establecen relaciones carnales con Washington. Lo amenazan junto a sus compañeros y compañeras de lucha y lo destierran desatando el revanchismo clasista y racista que va dejando cientos de hermanos y hermanas asesinadxs, encarceladxs, heridxs y perseguidxs injustamente hoy en Bolivia.

El patriarcado vive y se refuerza en el capitalismo imperialista. El patriarcado vive en el colonialismo y racismo que nos habita si nos dejamos ganar por el feminismo liberal. El feminismo será popular, anticapitalista y antiimperialista o no será. El feminismo popular y latinoamericanista combate hoy al golpe de estado y está con las mujeres que valientemente lo enfrentan en la calle y en cada trinchera.

A los 22 días del mes de noviembre.
A casi 40 muertos y muertas producidas por el golpe de estado.
A dos semanas de intentar callar al pueblo y a sus voces.
A dos semanas de sacar al gobierno de los Movimientos Sociales del Estado Plurinacional de Bolivia.
A dos semanas de resistencia creciente, donde lloramos a nuestrxs muertxs sin abandonar la lucha.

Fuente del documento: https://redhargentina.wordpress.com/2019/11/24/respuesta-a-rita-segato-de-las-mujeres-de-la-red-en-defensa-de-la-humanidad-redh-de-argentina/

 

Comparte este contenido:

Noviembre, cuando los “muertos” celebran la Vida

Por Ollantay Itzamná

Todas las civilizaciones y culturas buscaron respuestas a las grandes preguntas existenciales que inquietan al ser humano. Así como la inquietud sobre el origen del mundo y de la humanidad, también la pregunta sobre la muerte, fue y es una constante en la vida.

En el caso de las civilizaciones Quechua, Aymara, Maya, Azteca, entre otras, explicaron la “muerte”, como parte de un ciclo de la Vida en constante regeneración. Mas no como un fatal final, o fracaso existencial. Por eso, incluso en nuestras comunidades bautizadas la “muerte” de un ser querido no se llora, se celebra con fiesta. Abundante comida, bebidas y música.

Quienes fallecen y se reincorporan al vientre húmedo y fresco de nuestra Madre Tierra no desaparecen de nuestra convivencia cotidiana. Ellas y ellos, renacidos a una nueva dimensión existencial, diferente a la nuestra actual, continúan siendo “sujetos” en y para la comunidad cósmica, con sus derechos y obligaciones. Continúan siendo sujetos históricos colectivos, acuerpando e impulsando las inconclusas historias familiares y/o nacionales.

En nuestras filosofías, las y los “difuntos”, no desaparecen, ni se van. Existen y coexisten con y entre nosotros/as hilvanando una infinidad de interrelaciones en la comunidad cósmica y humana. Esta es nuestra mayor certeza que difumina en nosotros el tenebroso miedo a la muerte.

Casi siempre veía a mis padres, en su cotidianidad ritual, invocando o clamando a sus parientes y amistades difuntos, junto a sus apus. Unas veces para agradecer por las bondades de la vida, otras veces para afrontar las dificultades. Y, cuando llegaba el mal llamado Aya marq’ay killa (mes de la procesión de difuntos, en quechua), la comensalía con familiares difuntos alcanzaba su máxima algarabía entre el 1 y 2 de noviembre. Era cuando los herq’es (niños, en quechua) comíamos en abundancia, panes dulces, golosinas…

Guamán Poma cuenta que en Aya marq’ay killa (noviembre) las panacas (clanes) y familias subían a los chullpares (lugares donde se depositaban los cuerpos difuntos para su biodegradación orgánica) llevando regalos, comidas y bebidas en abundancia, música.

Dichos festejos se hacían los tres primeros años del difunto. Luego, en el mismo mes, los esqueletos eran bajados en procesión, para hacerlos partícipes de las fiestas comunitarias y/o familiares, e incorporarlos a la vida comunitaria. Terminada la fiesta, se los colocaba en algún espacio importante de la vivienda, y desde allí, ejercían su rol protector.

En la actualidad, en buena parte de Los Andes, como en el Sur de México, se celebra con algarabía la fiesta de los “difuntos” entre finales de octubre e inicios de noviembre. Pero, no es una fiesta de los muertos. Sino, es toda una fiesta familiar y comunitaria que evidencia la vivencia y convivencia con los Otros seres vivos (quienes partieron de la faz de la tierra).

Es una conmemoración del nacimiento hacia esa otra dimensión existencial, que Occidente llama muerte. En esa celebración de cumpleaños comunitario, esos Otros seres vivos visitan en grupos a sus familias para festejar la Vida. Y luego de las fiestas, las y los visitantes se van en grupos, compartiendo vivencias y regalos recibidos, para continuar haciendo historia con los suyos desde sus lugares.

Con este raciocinio ritual, los pueblos indígenas, encontramos la manera de aceptar y convivir con la “muerte” sin mayores sobresaltos, ni desesperos. El o la indígena, no muere, ni desaparece. Quien fallece, renace y construye las historias inconclusas de sus pueblos desde dimensiones cósmicas, en interacción permanente con los “vivos”. Nadie nace para morir. Nacemos para renacer. Esta es y debería ser nuestra mística y certeza existencial para hacer más llevadera las incertidumbres más lacerantes que ni la promesa de la resurrección cristiana ha podido sosegar en el ser humano.

Ollantay Itzamná

Defensor latinoamericano de los Derechos de la Madre Tierra y Derechos Humanos

https://ollantayitzamna.wordpress.com/

@JubenalQ

Comparte este contenido: