8 de noviembre de 2016/Fuente: el mundo
4 de noviembre de 1995. Israel se queda huérfana. Yuval también pero por partida doble. Su padre, el primer ministro, Isaac Rabin, es asesinado por el extremista Yigal Amir en la Plaza Reyes de Israel de Tel Aviv. Al término de una manifestación por la paz, tres balas acaban con su desprotegido cuerpo y cambian el curso de la historia.
Veintiún años después, el hijo de Rabin acude al mismo lugar llamado desde entonces Plaza Rabin para hablar de los efectos del magnicidio y sobre todo de la sangrienta tragedia en Siria. «Al otro lado de la frontera, los sirios nos pintan normalmente de una forma totalmente diferente a cómo nos vieron los que fueron tratados en nuestros hospitales», explica el israelí sobre los niños sirios y sus familias traídos gracias a la ONG Amaliah que preside. No son heridos de guerra sino civiles que necesitan tratamiento rutinario.
Reconocida voz para analizar la situación de Israel y empresario de altas tecnologías, Rabin exhorta al mundo a que ponga fin a la pesadilla en Siria y pide aprovechar «la oportunidad sin precedentes» para la paz entre israelíes y palestinos.
- ¿En qué consiste su ONG?
- Fue creada por Moti Kahana, ofrece ayuda humanitaria a los sirios y promueve la creación de una ‘Safe Zone’ (Zona Segura) en Siria. El interés de los sirios, de los países vecinos y el resto del mundo es que los civiles se sientan seguros y reciban educación y asistencia sanitaria en su propio país sin tener que huir a donde no les quieren tanto recibir.
- ¿Qué sintió cuando vio el primer grupo de niños sirios en Israel?
- Un gran orgullo porque pese a la larga historia de guerra entre ambos países aquí hay gente con suficiente compasión como para promover esta iniciativa humanitaria. Fue gratificante ver cómo los temores iniciales con que llegaban las mujeres sirias a Israel se desvanecían en pocos minutos incluso en encuentros con soldados y policías. Recibieron un tratamiento médico que muchos no vieron en sus vidas.
- ¿Cómo vienen?
- Mejor no detallar. Simplemente vienen.
- ¿Qué opina de la posición del Gobierno israelí ante lo que sucede en Siria?
- Su neutralidad es acertada ya que tenemos mala experiencia en intervenir en conflictos internos de países vecinos. Al mismo tiempo, aplaudo la ayuda humanitaria israelí.
- ¿Está de acuerdo con el gran rabino sefardí de Israel Isaac Yosef que exigió frenar lo que llama como «pequeño Holocausto»?
- Sí. Sus palabras tienen enorme valor y espero que despierten la conciencia dentro y fuera Israel. Es un conflicto que sucede a pocos kilómetros. Está cerca de nuestros ojos y debe estar cerca de nuestros corazones.
- En Europa queda más lejos aunque les afecta mucho…
- No se trata sólo del deber ético de salvar vidas y permitir a los sirios reconstruir sus vidas. La continuación de su deteriorada situación pone en peligro la seguridad mundial. No es ya sólo un conflicto interno sino que provoca el aumento de tensión entre Rusia y EEUU, la llegada de refugiados a una Europa, etc.
- ¿El nombre de Rabin abre puertas para promover esta iniciativa?
- Puede ser. Estoy aquí porque creo que debemos actuar en el campo humanitario y pedir al mundo que encuentre una solución. Si mi apellido puede contribuir, mejor.
- Veintiún años después, ¿la sociedad israelí es menos o más tolerante? ¿Es usted optimista?
- Sí y no. En una zona tan caótica, Israel se encuentra ante una oportunidad sin precedentes. Como dice Netanyahu, grandes sectores del mundo árabe entienden que no somos el problema sino socios potenciales para afrontar amenazas comunes y problemas civiles diarios como economía, desempleo y educación.
- Pero…
- Temo mucho la parálisis interna, la incapacidad de la constelación política y la ausencia de un liderazgo con valentía. Quizá haya que renunciar a esperanzas y hacer concesiones para llegar a acuerdos. No por razones altruistas sino porque es lo que necesitamos a largo plazo para asegurar nuestra existencia.
- ¿Muchos se preguntan si entrará en política?
- No lo excluyo ni dejo de excluirlo.
Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2016/11/04/581b6412268e3e7c1d8b46b1.html
Imagen: e02-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2016/11/03/14781901437472.jpg