Colombia: Y la clase de historia… ¿para cuándo?

América del sur/Colombia/03 Febrero 2020/Semana.com

En 2017, el Congreso aprobó la ley para que esta cátedra regresara a los colegios. Pero su aplicación parece muy lejana. ¿Por qué esa materia es tan importante?

Hace dos años, en el gobierno de Juan Manuel Santos, historiadores, políticos e intelectuales celebraron la Ley 1874, que restableció la enseñanza obligatoria de la historia en los colegios. La norma fijó un plazo de más o menos dos años y medio para reglamentar la manera de volver a impartir esta materia. Pero ha habido retrasos y hoy nadie tiene aún claro cómo llevar a cabo este proceso. Peor aún, muchos temen que la ley quede como un saludo a la bandera y que la clase de historia, como una asignatura independiente, no vuelva a las aulas.

La historia salió del currículum escolar en 1984, cuando el presidente Belisario Betancur acogió la recomendación de la Unesco de no dictar más esta materia en América Latina. Sin embargo, no desapareció del todo, pues quedó integrada en las clases de ciencias sociales, pero perdió mucha fuerza. Los especialistas comenzaron a decir que la medida adoptada por Betancur formó varias generaciones de colombianos ignorantes de su pasado e incapaces de pensar en términos históricos. Incluso dijeron que varios de los problemas que atravesó el país en las décadas de los noventa y dos mil se debían a esta falencia.

En 2016, Viviane Morales, entonces senadora por el Partido Liberal, recogió estas inquietudes y radicó un proyecto de ley que generó bastante polémica. Finalmente, el presidente Juan Manuel Santos promulgó la ley en diciembre de 2017. Su articulado ordenaba al Ministerio de Educación conformar una comisión asesora antes de finalizar el primer semestre de 2018 a fin de que hiciera las recomendaciones para diseñar un currículum aplicable en Colombia.

Un experto cercano al proceso, que prefirió reservar su identidad, explicó que entre diciembre de 2017 y mayo de 2018, historiadores y representantes del Gobierno de Santos se reunieron para construir el decreto que reglamentaría la comisión asesora. Pero, “a pesar de que estaba prácticamente listo, ese texto quedó en la nevera con la llegada del nuevo Gobierno. No era una prioridad”. En ese mismo sentido, Darío Campos, profesor de historia de la Universidad Nacional y miembro de la comisión, dijo que en su momento, la clase de historia no se materializó por falta de voluntad política.

Algo más de un año estuvo en el olvido esa reglamentación. Solo mediante una acción de cumplimiento, presentada ante el Tribunal Administrativo de Boyacá en julio de 2019 por miembros de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, se reactivó ese proceso. En respuesta al fallo a favor de la institución educativa, el Ministerio de Educación emitió, en septiembre, el Decreto 1660, que reglamentó la ley y estableció las condiciones para formar la comisión.

Para los historiadores consultados por SEMANA, ha faltado celeridad y diligencia en el proceso para implementar la Ley 1874. A pesar de esto, coinciden en que no es momento para lamentarse, y señalan que desde que el Gobierno conformó oficialmente la comisión, hay mayor voluntad de todas las partes para empezar a trabajar en el tema.

Hoy existen más incertidumbres que certezas sobre el regreso de la historia a las aulas. El presidente Iván Duque había destacado que para la celebración del bicentenario de la independencia era fundamental aplicar esta ley. Sin embargo, esto no ha sucedido. De acuerdo con la norma, la comisión tiene un plazo de dos años para ajustar los lineamientos curriculares. Eso significa que, si las cosas salen bien, la cohorte de niños y jóvenes del segundo semestre de este año vería las primeras clases de historia. Pero la cuestión no es fácil y podría tardar más tiempo.

El Ministerio de Educación estipuló que la comisión debe sesionar cada dos meses, hecho que no deja satisfechos a sus miembros. “Se necesita mayor celeridad del Gobierno para avanzar en restablecer la cátedra”, opinó Eduardo Durán, presidente de la Academia Colombiana de Historia y miembro de la comisión.

Hasta el momento la Comisión Asesora solo se ha reunido dos veces: el 2 de diciembre, cuando se posesionó formalmente, y el viernes 31 de enero, cuando discutió cuál será el papel de este órgano asesor en el que todavía no hay consenso. Unos miembros consideran que ellos deben crear los lineamientos que contendrá la cátedra de historia; otros piensan que lo debería hacer un grupo de expertos y que la comisión cumpla una función asesora. Sí coinciden en que el Gobierno mostró buenas intenciones al conformar la comisión, pero también en que por el momento esta no tiene las herramientas ni los recursos suficientes para cumplir los objetivos planteados.

Una muestra de lo anterior tiene que ver con los costos de los desplazamientos. Fuentes cercanas a la comisión le confirmaron a SEMANA que no cuenta con los recursos necesarios para los viajes de sus integrantes. Algunos de ellos han tenido que gastar de su propio bolsillo para asistir a las sesiones en Bogotá, y a otros les han cancelado los viajes, como ocurrió en la última reunión, en la que no pudieron asistir dos representantes suplentes.

Así las cosas, este tema no tiene una salida fácil. La comisión y el ministerio enfrentan el gran reto de responder preguntas como qué historia contar, cómo contarla, cómo fomentar la identidad nacional a partir de la diversidad étnica y cómo interpretar el conflicto armado en Colombia. Respuestas que pueden generar grandes controversias, oposiciones y disputas políticas.

Cabe recordar que hace un año el representante a la Cámara por el Centro Democrático Edward Rodríguez propuso un proyecto de ley para reglamentar la enseñanza de historia y política, y evitar el “adoctrinamiento de los niños y jóvenes” con ideas y hechos falsos. No prosperó porque no contó con el apoyo de su bancada. Pero este ejemplo pone de presente la profundidad de las controversias que pueden surgir alrededor de cómo contarles a los niños, por ejemplo, sobre los crímenes cometidos por representantes del Estado, la parapolítica, entre otros.

SEMANA consultó a la ministra de Educación, María Victoria Angulo, sobre el tema y dijo que, efectivamente, trabajan mancomunadamente con la comisión para sacar los lineamientos lo más pronto posible. “Para el Gobierno y nosotros como ministerio el desarrollo de estas competencias resulta de primer orden”, señaló Angulo. Ojalá esas buenas intenciones se mantengan para que el proyecto salga adelante y millones de niños y jóvenes puedan conocer la historia del país.

Fuente e imagen: https://www.semana.com/educacion/articulo/y-la-clase-de-historia–para-cuando/650308
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Opinión: La importancia del conocimiento histórico para evitar tragedias humanas

Por: Sofía García-Bullé

29 de diciembre de 1845, Estados Unidos anexa a su territorio a la República de Texas. Este evento causa un conflicto de magnitud internacional con México, que ni siquiera había reconocido la independencia de Texas, considerándolo aún un estado mexicano renegado.

Esta cadena de sucesos provocó la erupción de la guerra entre México y Estados Unidos de 1846 a 1848; año en que, tras la derrota militar, México se vio obligado a ceder todo el territorio al norte del río Bravo. Estas tierras comprendían lo que hoy son los estados de Arizona, California (A través de la venta de La Mesilla), Nevada, Utah, Nuevo México, algunas partes de Colorado, Wyoming, Kansas, Oklahoma y, por supuesto, Texas.

Estos sucesos pertenecen a un pasado lejano, valioso tal vez para los historiadores y maestros de historia, o quizás relevante en otros niveles más conectados con nuestra realidad actual. Patrick Crusius salió de su casa el sábado 3 de agosto con la intención de matar a todos los mexicanos que le fuera posible antes de que las autoridades lo detuvieran. El saldo del ataque ascendió a 22 muertos y 24 heridos.

Su crimen, perseguido por los fiscales de estado como un acto de terrorismo doméstico, fue motivado por una creencia equivocada de que los inmigrantes hispanos invadían territorio estadounidense y que su deber como ciudadano era defender a su país de este ataque. Tal vez si su manifiesto publicado se hubiera basado más en conocimiento histórico y menos en la misma línea de pensamiento que motiva los tweets de su presidente, Crusius habría entendido que la presencia histórica de los mexicanos en Texas tenía que ver exactamente con lo opuesto de una invasión mexicana.

La lucha por una perspectiva histórica completa

De acuerdo con el Washington Post, las clases de historia son obligatorias en los niveles básicos de las escuelas tejanas. Desde cuarto de primaria hasta primero de secundaria los estudiantes aprenden la historia de su estado, desde su independencia con respecto a México, pasando por su anexión a Estados Unidos, hasta la cesión mexicana al terminar la Guerra de Intervención Estadounidense.

Si esto es algo que se asume que todos los niños tejanos saben, ¿qué se pierde en el camino a convertirse en adultos? ¿Las instancias educativas que comunican estos hechos históricos incluyen también un entrenamiento para ejercer el pensamiento crítico y comprender el complicado camino que hizo a Texas el estado bicultural que es hoy? ¿O hace falta la continuación de una intención histórico-educativa en niveles superiores como preparatoria o universidad?

Si este es el caso, el mensaje que han enviado varias universidades del sur de Estados Unidos ha sido desalentador. El estado de Arizona, ordenó a Tucson prohibir las clases de estudios mexicoamericanos en el 2012, decreto que fue anulado apenas en el 2017 en la Corte del Distrito, por considerar que favorecía una agenda educacional y política racista.

El caso de Texas es complicado. A pesar de contar con educación histórica en los niveles básicos, la de niveles superiores, que es donde se forma el pensamiento crítico para entender cómo la historia entra en juego para formar la sociedad en la que se vive, no contaba con un estatus oficial ni estándares generales para la materia de estudios mexicoamericanos.

Esto dejaba a los profesores que impartían estos programas electivos en una situación de abandono académico, en la que tenían que buscar contenidos por su cuenta, careciendo de una guía para programar contenidos y actividades para la clase.

Tan solo el año pasado, después de un arduo debate, la Junta Estatal de Educación en Texas votó para crear un currículum estandarizado para la clase de estudios mexicoamericanos, pero por orden de la Junta la asignatura debía cambiar su nombre de “Estudios México-Americanos” a “Estudios Étnicos: Una visión general de los americanos de ascendencia mexicana”.

La propuesta y posteriormente mandato del cambio de título pudiera parecer inocua, pero es en realidad un vehículo de sesgo educacional. Cuando hablamos de estudios mexicoamericanos está implícita la intención de comunicar el delicado balance y simbiosis de los momentos históricos que comparten México y Estados Unidos, además de cómo estos se reflejan en la actualidad que viven ambos países.

Si en cambio hablamos de una “visión general de los americanos de ascendencia mexicana”, colocamos el elemento mexicano como una cosa del pasado, lo borramos del presente, lo convertimos en un accesorio de la americanidad, que sería en este caso la perspectiva central. El aspecto mexicano en la dimensión bicultural de Texas se convierte en un miembro vestigial de la identidad texana, no el elemento presente y vivo que es.

Maestros y activistas de la comunidad latina y mexicoamericana en Texas pelearon la decisión, y en septiembre de 2018 lograron la instauración de una nomenclatura más certera para los objetivos educacionales de la materia que quedó como «Estudios étnicos: estudios mexicoamericanos”.

Esto representó solo un paso más de una intención constante de proveer a los tejanos de un acercamiento real sobre su herencia histórica e identidad bicultural, que no puede describirse como menos que una necesidad patente. Silenciar a la mitad de una cultura a través del control de cómo educamos su historia tiene consecuencias, más trágicas y reales de lo que anticipamos.

El peso de silenciar la biculturalidad en la educación histórica tejana

Sin una perspectiva sensible acerca de la dimensión bicultural de Texas es difícil procesar una realidad presente como la que tememos. Estamos viviendo la crisis mundial de migración más grande de la historia moderna. Tan sólo en El Paso, el número de familias migrantes que cruzaron el territorio aumento 2100 % el año fiscal pasado. La mayoría de estas familias vienen de Centroamérica, de las cuales 15,000 fueron arrestadas en este periodo.

Esto, aunado al discurso y políticas infamatorias del presidente Donald Trump y su equipo de comunicación, ha generado una narrativa en la que se claman víctimas de una invasión extranjera y dirigen relaciones internacionales hostiles con México para forzarlo a parar la ola de migración hacia Estados Unidos.

Texas no es ajeno a esta situación, es de hecho uno de los estados en los que más ha aumentado el cruce de migrantes en los últimos años. Pero tomar en cuenta solo este presente para juzgar toda la realidad social e identidad cultural tejana, ignorando que lo que hizo a Texas lo que es hoy fue la migración de norteamericanos hacia territorio mexicano, y además encuadrar las tendencias migratorias actuales como una invasión, que es básicamente un acto de guerra, no denota solamente falta de memoria histórica, sino de humanidad, cosas que idealmente se aprenden en una clase de historia.

El silencio educativo con respecto a la historia completa de un estado o país borra partes importantes de la identidad del mismo y habilita a personas como Crusius a racionalizar una crisis migratoria como una invasión.

Bajo este contexto, el conocimiento histórico no es solo una cuestión optativa, es un derecho inalienable del alumno y una obligación apremiante de las instituciones educativas norteamericanas; uno que debe aplicarse rápido, preferentemente antes de que el mandatario estadounidense escriba otro tuit sobre lo que piensa de la migración y de los mexicanos.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-news/el-paso-texas

Imagen: https://www.abc.es/historia/abci-como-mexico-perdio-texas-porque-ejercito-estaba-echando-siesta-deshonra-dificil-olvidar-201703230353_noticia.html

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