Por: Charlotte Jansen.
Durante décadas, la tribu Kayapo ha luchado contra la deforestación de su hogar. Ahora, las mujeres están al frente de la lucha para salvar la selva.
cultas entre la densa selva amazónica y las verdes sabanas se encuentran las sencillas viviendas con techo de palma de los Kayapo, uno de los grupos indígenas más conocidos de Brasil. Sus aldeas dispersas a lo largo de las orillas del río Xingu son tan remotas que hasta la década de 1950 el pueblo Kayapo prácticamente no tenía contacto con el mundo exterior.
Se estima que más de 8.500 kayapos viven en comunidades de más de 11 millones de hectáreas en los estados de Pará y Mato Grosso, en el noroeste de Brasil, la mayor área de bosques tropicales protegidos por tribus del mundo.
Durante las últimas tres décadas, las comunidades Kayapo han estado cada vez más expuestas al mundo exterior, trayendo cambios importantes en la estructura social de la tribu. Uno de los cambios más recientes e inesperados ha sido la aparición de tres líderes, que ahora están a cargo de pueblos dispersos en una vasta franja de selva amazónica.
Tuire es la jefa de la aldea de Kapran-krere. El mes pasado, el fotógrafo Pinar Yolacan fue a visitarla. A través de un traductor, Tuire dijo a Yolacan: «Soy la tercera generación del liderazgo, mi tío y su padre fueron líderes en nuestra comunidad. Cuando mi tío murió y no había nadie que ocupara su puesto, decidí luchar para quedarme yo en su lugar. Aunque soy mujer, ya había estudiado lo que hacía mi tío y él me entrenó.
¿Hubo alguna resistencia de la comunidad ante el hecho de que hubiera una mujer líder? «No. Toda mi comunidad me respeta».
Tradicionalmente, los roles de los Kayapo se han dividido estrictamente por género y edad. Las mujeres han sido consideradas tan importantes para su sociedad como los hombres –por ejemplo, son responsables de los rituales de la pintura corporal Kayapo–, sin embargo, se ha visto a las mujeres asumir papeles que anteriormente estaban reservados a los hombres.
Líderes como Tuire están al frente de las protestas contra la tala ilegal y la minería y han demostrado ser líderes valiosas y portavoces apasionadas y valientes.
«Antes todos los jefes eran hombres, los hombres dominaban las aldeas, pero hoy, al igual que en las ciudades, el papel de las mujeres se está acercando al de ellos»
Hace apenas un mes, el New York Times publicó un inquietante informe sobre la creciente violencia contra las tribus indígenas en el Amazonas, después de que un grupo de ganaderos atacara a un pueblo a machetazos dejando 22 personas heridas en la región noreste.
Bephnhoti –cuyo «nombre blanco» es Amaury– es la portavoz de Floresta Protegida, una ONG indígena que representa a 17 comunidades Kayapo. Al hablar con Broadly desde la sede de FP en Tucumã, Bephnhoti explicó: «Antes todos los jefes eran hombres, los hombres dominaban las aldeas, las comunidades, pero hoy, al igual que en las ciudades, el papel de las mujeres se está acercando al de los hombres».
Ahora hay tres jefas en total, incluyendo Ngreikamoro en la aldea de Aukre. «El día que se convirtió en líder dio un discurso afirmando que se comprometería a dialogar con las otras aldeas Kayapo para evitar las pequeñas peleas que siempre tenían entre sí. Quiere que todos vivan bien y se lleven bien», recordó. «Quiere asegurarse de que todos los pueblos estén unidos para poder luchar mejor contra las amenazas externas».
La unidad no es fácil de lograr. Los Kayapo viven en zonas muy remotas y si a eso le sumamos el hecho de que muchas de las aldeas solo son accesibles en avión, que están diseminadas entre grandes distancias y que están habitadas por personas que no hablan portugués o no conocen a los «hombres blancos», es extremadamente difícil llamar la atención sobre sus problemas y la batalla que tienen con la tala ilegal, la minería de oro y la ganadería que invaden la frontera de sus tierras, que mide 4.000 kilómetros.
El papel de la FP es apoyar la comunicación entre las líderes de la aldea y el mundo exterior, ayudar con la administración y ayudar al desarrollo sostenible y la financiación de las aldeas, de modo que estén mejor equipadas para defenderse. La vigilancia y el control territorial es otra de sus principales preocupaciones, dijo Bephnhoti. «Recibí un mensaje de uno de los jefes diciendo que uno de los agricultores vecinos estaba empezando a esparcir veneno en los límites del territorio Kayapo para terminar con el bosque y obtener más tierras para la ganadería».
La minería ilícita y la ganadería llevan décadas siendo muy comunes, pero existen nuevas amenazas que preocupan a las comunidades dirigidas por Tuire y Ngreikamoro, esta vez aprobadas por el gobierno.
«Me emociona ver la naturaleza, para mí es sagrada»
Como sucede con la reserva Sioux Standing Rock en los EE.UU., el gobierno está bajo la presión de las grandes corporaciones y terratenientes que quieren lucrarse con la Amazonia. A mediados de enero de este año, el gobierno aprobó un decreto federal que arrebató el poder de tomar decisiones sobre la demarcación de tierras indígenas a la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) y se lo entregó al Ministerio de Justicia. Esto significa que ahora será el congreso el que tome las decisiones sobre la tierra indígena. Del mismo modo que Trump ha impulsado el Dakota Access Pipeline, los Kayapo podrían ver sus derechos sobre las tierras anulados por el gobierno.
El decreto sigue a la PEC 215, una propuesta de enmienda constitucional que dictamina que solo se considerarán reservas las tierras ocupadas por los indígenas desde 1988. Cualquier terreno que hubiera sido desalojado antes de esa fecha no se tomaría en cuenta.
«Hoy en día siento aún más la discriminación hacia la comunidad indígena debido a las palabras del presidente Temer y la gente de su gobierno, que hablan mal de los pueblos indígenas y dicen que no merecemos la tierra que tenemos», dijo Tuire.
«Apoya la PEC 215, que es una ley para volver a trazar el límite de los territorios indígenas, lo que permitirá a los agricultores y mineros utilizar nuestra tierra».
Según Barbara Zimmerman, ecologista y directora del programa Kayapo del Fondo Internacional para la Conservación de Canadá, esta última legislación es un desastre para todos los grupos indígenas y para el medio ambiente que protegen. «La gente tiene que entender que los pueblos indígenas de Brasil protegen grandes áreas de selva tropical en Brasil. Si aprueban estas leyes, si se permite la industria en tierras indígenas, será un desastre para el mundo, no solo para Brasil». «La situación es grave», añade. «La presión sobre su tierra empeora cada año –desde personas que la quieren por el oro o la madera, hasta por la tierra– y están luchando muy duro para proteger lo que tienen».
El modelo de conservación del modo de vida kayapo es lo que hace que su existencia sea tan vital, no solo en Brasil, sino como un problema ambiental más amplio. El año pasado, la deforestación en la Amazonía aumentó un 29%. «Lo que uno llega a entender es que el bosque es su hogar: es lo que ellos entienden, les da el sustento que necesitan, es la base de su cultura. No lo están protegiendo de la misma manera que los ambientalistas occidentales piensan proteger la naturaleza, como cualquiera de nosotros protegemos nuestros hogares. No tienen una línea estricta entre ellos y la naturaleza, son parte de la naturaleza».
Una de las protestas más publicitadas de los Kayapo fue en la ciudad portuaria brasileña de Altamira en 1989, en contra de un proyecto de construcción de una mega presa en el río Xingu. La publicidad internacional que siguió obligó al Banco Mundial a abandonar sus fondos para el proyecto. La protesta y la atención de los medios globales podrían ser las herramientas más potentes a disposición de los Kayapo, pero como demostró el caso de Standing Rock, no es suficiente. Organizar viajes para los miembros de la tribu desde Pará a la capital federal de Brasilia también es muy caro y, con su limitada financiación, las protestas indígenas son cada vez más pequeñas y menos frecuentes.
Durante el proyecto de la presa, Tuire se enfrentó directamente al entonces líder de la FUNAI. «Fui allí con mi cuchillo, que todavía guardo en mi casa y lo puse en su rostro para que dejara de decir cosas malas de nuestra gente. Soy solo una mujer, una luchadora, una guerrera, pero tienen que respetarme. Esta es mi naturaleza, esta es mi tierra».
Lo más notable sobre los Kayapo, dice Zimmerman, es su dureza y actitud. Han defendido sus tierras y su forma de vida —a veces violentamente— contra el ataque del capitalismo y se niegan a retroceder a pesar de la intensificación de la presión y los recursos limitados.
Esto significa que en los próximos meses, las direcciones en las comunidades tribales jugarán un papel fundamental. «Me emociona ver la naturaleza, para mí es sagrada», dijo Tuire. «Todos estos tipos diferentes de árboles existen no solo para nosotros los indígenas, sino para toda nuestra supervivencia. Nos dieron el aire para respirar, el oxígeno que necesitamos. Hay muchos tipos de criaturas aquí: pájaros, loros, monos, armadillos… si la gente continúa destruyendo la naturaleza, ¿dónde vivirán todos estos animales? Por eso no dejo que nadie destruya la naturaleza.
Una cosa es cierta: Tuire no se rinde. «Voy a regresar a Brasilia, al Congreso Nacional, para decir otra vez a todos los miembros del gobierno que no pueden arrebatarnos nuestra tierra y también les diré qué pueden hacer para mejorar la vida de los indígenas y la comunidad Kayapo».
«Siempre he luchado por mis derechos y por los derechos de nuestro pueblo».
Fuente del artículo: https://www.vice.com/es_co/article/zmvdx3/tierra-lideres-indigenas-amazonas-proteccion