Saltar al contenido principal

OPINIÓN: Voces de dolor, gritos de esperanza

Por: Tlachinollan

 

Para el maestro Arcángel Ramírez Perulero:

Demostraste en todo momento tu compromiso para representar los intereses legítimos del magisterio democrático. Mostrarte ese temple para mantener tus posturas independientes frente al poder. Abrazaste las causas que enarbolan los movimientos sociales en Guerrero. Siempre cercano a los 43 y dando la batalla para que la educación en Guerrero llegue a los lugares más recónditos del estado. Tu legado forma parte de las enseñanzas que ha dado la CETEG para hacer de la educación el motor de la transformación social.

 

Para las autoridades de México el día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas sigue sin representar un día especial para reconocer a las familias que han entregado su vida para que haya justicia en México. Según las últimas cifras señaladas por el Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas, se tiene el registro de 73 mil 218 personas desaparecidas y de 3 mil 978 fosas clandestinas en donde han sido exhumados 6 mil 625 cuerpos, en un conteo que abarca desde el 2006 hasta julio de 2020. En Guerrero los casos de desaparición forzada nos remiten a la época sombría de la Guerra Sucia donde cientos de personas siguen desaparecidas, sin que las autoridades se hayan comprometido con esta causa, por el contrario, siguen siendo cómplices de los perpetradores.

Esas voces de dolor son los gritos de esperanza de un México adolorido. Este domingo fuimos testigos de las protestas y acciones de reivindicación por parte de madres, hermanas e hijas que desde diferente lugares y trincheras hicieron pública una realidad que nos lacera. Atoyac de Álvarez se ha transformado en el lugar emblemático de la rebeldía y la dignidad. Vimos a través de las redes sociales esa fuerza y ese gran amor de madres y abuelas que mostraban con orgullo y rabia las fotografías de sus seres queridos. Como hace más de 40 años los siguen nombrando. Su recuerdo sigue estando presente en sus vidas sin dejarse vencer por el olvido. A pesar de los años y de las edades el reclamo retumba en el país que desenmascara las tropelías de los gobiernos que violentan los derechos humanos. La figura señera de Tita Radilla siempre será un referente para la lucha nacional de las personas desaparecidas. Su tenacidad y perseverancia le ha permitido demostrar que el Estado mexicano es responsable de la desaparición forzada de su padre Rosendo Radilla. Su testimonio nos inspira e ilumina el camino de las mujeres y hombres que avanzamos para que se acabe esta forma de gobernar dándole la espalda a las víctimas, quienes son el verdadero motor de la transformación social.

Este mismo domingo por la tarde escuchamos también por redes sociales los testimonios de familiares de personas desaparecidas en la región de la montaña, que, desde el mes de octubre del año pasado, con la desaparición del defensor comunitario Arnulfo Cerón Soriano, se unieron a la lucha para exigir su presentación y se atrincheraron en el Colectivo Luciérnaga. Es muy ilustrativo el siguiente testimonio “soy una persona que está con la esperanza que un día aparezca mi esposo. Él desapareció el 7 de enero de 2019. Había mucha gente que se dio cuenta de lo que pasó. En esos días nadie decía nada. Todo empezó a salir poco después, pero en un principio nadie te dice nada por miedo. En mi caso sí lo busqué como tres meses con ayuda de amigos y familiares, pero no encontramos nada, después vine a Tlachinollan, en ese entonces todavía había miedo. Por eso en las búsquedas no decíamos que íbamos a buscar una persona, más bien que íbamos a ver unos terrenos para comprar. Inventábamos cualquier cosa.

A Arnulfo lo encontraron, pero la frustración de nosotras es que no buscaron a nuestro familiar como debería de ser. Ese es mi reclamo a la autoridad, porque vas al ministerio público, pero te ven como bicho raro, como diciendo qué haces acá. Yo muchas veces llegaba a pedir que me atendieran. Tengo un indicio de mi compañero, pero es la fecha que no me lo han podido entregar por varias cuestiones que ellos dicen que es difícil la identificación. Siento que está ahí. Tengo la esperanza de que está en un lugar donde fueron encontradas varias personas. Una persona me dijo que tratara de ver la ropa. Con sólo ir allá donde están todos los restos, al SEMEFO, ya es un avance. Para entrar es muy difícil y más para exigir y querer ver la ropa para que te la muestren. Te piden un oficio del MP, yo lo hice y lo volví a llevar, pero me decían que el papel estaba mal redactado y tenía que regresar otra vez. Es una desesperación horrible. Fue hasta la tercera ocasión que me dejaron ver la ropa. Vi unas prendas de mi esposo, pero hasta ahora estamos esperando y no hay respuesta. Es muy lamentable. En mi caso estoy desgastada económicamente, ahora tuve que ponerme a trabajar. Siempre he trabajado, pero de forma independiente. Yo manejaba mis horarios; sin embargo, en el trabajo que hoy tengo no puedo salir a la hora que sea. Ya se lo dejé todo en manos de Dios y me incorporé a este Colectivo porque para mí si hay una esperanza. Para mí hay la posibilidad de encontrarlo vivo o muerto. Más que nada por una niña que tengo. Por ella lucho y me conformo con solo llevarla y decirle: hija aquí está tu papá. Gracias a Tlachinollan, ha venido la Comisión Nacional de Búsqueda y con ellos hemos encontrado a otras personas. A lo mejor de que nunca he formado parte de un colectivo no sé cómo se hacen las cosas; sin embargo, aquí las compañeras me alientan para seguir adelante. Vivimos con la esperanza de que va a aparecer nuestro familiar vivo o muerto.”

En medio de esta grave crisis de derechos humanos donde las desapariciones de personas continúan consumándose, las autoridades federales tienen el enorme desafío de parar esta escalada de violencia y de contener esta embestida delincuencial, donde las mismas fuerzas del Estado forman parte del problema. Hace unos días fuimos testigos de un video que revela la ejecución extrajudicial de un civil a manos del ejército mexicano en Nuevo Laredo, Tamaulipas. En el video se ve una persecución a una camioneta presuntamente del crimen organizado, emboscada por varios vehículos militares que no dejan de disparar a mansalva. Al encontrarse ya detenido el vehículo se puede ver a un civil -que al parecer se trataba de una víctima de secuestro- levantar su mano demostrando que está vivo y se oyen varios gritos diciendo “está vivo, está vivo”. En ese mismo momento, se escucha claramente como un miembro de las fuerzas armadas ordena que se le asesine diciendo “Mátalo, mátalo a la verga” y se logra ver como disparan al civil, quien queda inmóvil instantáneamente.

Estos cruentos hechos nos recuerdan casos como los de Tlatlaya, el Charco y la ejecución arbitraria del joven Bonfilio Rubio Villegas en un retén militar, así como otros casos donde impera la impunidad militar. Reafirman la fallida estrategia de militarización de la seguridad pública, ante la falta de controles efectivos para las fuerzas armadas y nos dejan pendiente, la necesidad de poner límites al ejército mexicano. Si bien reconocemos que la presencia del crimen organizado es uno de los principales retos que atender en México y que son los principales responsables de las aterradoras cifras de muertes y desapariciones, reiteramos que la estrategia de seguridad nunca debe ir en detrimento del respeto a los derechos humanos.

Durante años hemos podido ser testigos de la actuación desmedida del ejército que, ante la falta de controles civiles y delimitación clara de sus facultades, se han convertido en uno de los principales responsables de las graves violaciones a derechos humanos, especialmente, en estados como Guerrero donde su presencia es latente. Esta semana se cumplen 10 años desde que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) sentenció a México por la tortura sexual de Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, a manos de ejército mexicano en el 2002. En dichos fallos, el tribunal interamericano determinó que ambas mujeres habían sido objeto de violaciones graves de derechos humanos cometidas por elementos del Ejército mexicano y de autoridades estatales y federales en el estado de Guerrero, en un contexto marcado por la pobreza, la discriminación y lo que denominó “violencia institucional castrense”.

A una década de estas paradigmáticas sentencias que han marcado un precedente para toda América Latina, sigue pendiente el cumplimiento de varios puntos fundamentales para el acceso a la justicia de las sobrevivientes, como las investigaciones y sanciones de todos los responsables. El 1° junio de 2018, la Jueza Séptimo de Distrito en el Estado de Guerrero emitió una sentencia en contra de dos elementos del ejército mexicano para el caso de Valentina Rosendo Cantú, donde los sentencia a 19 años de prisión. Este fallo es histórico porque es la primera resolución que cumple con el mandato del tribunal interamericano y se reconoce la tortura sexual. Sin embargo, esta sentencia aún no es firme, fue apelada por la defensa de los elementos militares y actualmente se encuentra pendiente un amparo, por lo que aún podría revertirse. Un hecho que sería imperdonable.

Para el caso de Inés Fernández Ortega, aún no se ha logrado una sentencia contra los elementos del ejército mexicano responsables de los hechos. El proceso se ha visto retrasado ante varios recursos interpuestos por su defensa. Incluso uno de los probables responsables fue asesinado en una cárcel militar, sin que hasta el momento se haya podido determinar fehacientemente que su muerte no está relacionada con el proceso de justicia de Inés Fernández. Por otra parte, la investigación en contra de los ministerios públicos y personal médico que se negaron a brindar la atención a Inés y Valentina en 2002 ha estado durante años parada y sin avances sustanciales para la determinación formal de las responsabilidades penales en su contra.

En un contexto como el que vive la entidad es urgente que las autoridades mexicanas cumplan con estas sentencias, que buscan poner fin a más casos como los de Inés y Valentina, así como hechos ocurridos en Tamaulipas. Cabe recordar que el Tribunal interamericano señaló la necesidad de adecuar la legislación mexicana a los tratados internacionales y limitar la actuación de ejército. A una década más de la impunidad militar y ante el décimo aniversario de estas sentencias paradigmáticas, emplazamos a las autoridades federales a que den cumplimiento cabal a las sentencias que siguen incumplidas.

En este marco del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, esperamos que muy pronto el Senado discuta sobre la competencia del Comité de Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas (CED); pero también esperamos que las autoridades mexicanas reconsideren las actuaciones violentas del ejército en las calles y limite su actuación a controles civiles.

Las voces de dolor protagonizadas por los familiares de las víctimas de graves violaciones a derechos humanos; su lucha imbatible; su autoridad moral y su testimonio de vida, son el legado intangible que han forjado con lágrimas y sangre, miles de mujeres de a pie que nos han enseñado cómo se lucha y cómo es el verdadero compromiso de quienes buscan la justicia y la paz en este México adolorido. Ellas son el grito de esperanza.

Fuente e imagen:  http://www.tlachinollan.org/opinion-voces-de-dolor-gritos-de-esperanza/

Comparte este contenido:

200 líderes y lideresas ambientales y de derechos humanos se comprometen a abordar juntos la emergencia climática

En una iniciativa sin precedentes, más de 200 representantes de los pueblos indígenas, la esfera laboral y el mundo académico, así como de grupos ambientalistas y de derechos humanos, aprobaron una declaración histórica en la que piden a gobiernos y grandes empresas que aborden con carácter de urgencia la emergencia climática para garantizar la supervivencia de la humanidad.

La lucha más urgente que libra el planeta necesita contar con el poder y la diversidad que puede darle el movimiento global de personas en favor de los derechos humanos. Aportamos a la lucha por la justicia climática energía, conocimientos y bases de apoyo fundamentales.

Su reunión en la Cumbre de los Pueblos sobre el Clima, los Derechos y la Supervivencia Humana tiene como objetivo generar aún más potencia, energía y recursos que impulsen un movimiento de masas conectado, diverso y orientado hacia la acción para vencer la crisis climática, poniendo en el centro de sus soluciones a las personas y los derechos humanos.

Estos líderes y lideresas y sus grupos tratan de presionar a gobiernos y grandes empresas para que incrementen sus compromisos en materia climática. Entre otras iniciativas, quieren emprender más litigios conjuntos por cuestiones climáticas, poner en el punto de mira el financiamiento de los combustibles fósiles por parte del sector financiero, utilizar de forma más eficaz los mecanismos de rendición de cuentas en materia de derechos humanos y coordinar más campañas de movilización de masas en el ámbito nacional y regional. También tienen previsto acordar la aplicación de planes de acción conexos en los próximos meses.

Craig Mokhiber, director de la Oficina en Nueva York del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ha declarado:

“Para quienes lo sufren en primera línea, el cambio climático ya está erosionando los derechos a la alimentación, el agua y el saneamiento, la vivienda digna, la salud, la seguridad personal e incluso la vida. Muchas personas que viven en pequeños Estados insulares, comunidades costeras y zonas sometidas a la desertificación progresiva ven cómo se esfuma su derecho a la libre determinación. Los desplazamientos masivos por razones climáticas amenazan con obligar a millones de personas a emprender viajes de vulnerabilidad e incertidumbre. En definitiva, los efectos adversos del cambio climático desgarran la estructura misma de la sociedad humana. Cada país debe tomar medidas urgentes y significativas para abordar esta amenaza a los derechos humanos. Al agrupar las muchas vertientes del movimiento en pro de la justicia climática, tratamos de movilizar ya una acción por el clima transformadora, basada en los derechos e inclusiva.”

Jennifer Morgan, directora ejecutiva internacional de Greenpeace Internacional, ha declarado:

“La crisis climática es una crisis de derechos humanos. Las consecuencias humanas de las catástrofes meteorológicas extremas pueden ser sobrecogedoras, como demuestra la gran devastación y la destrucción que dejó el huracán Dorian tras de sí.

Esta declaración marca una nueva era en el activismo contra el cambio climático. Liderados por los jóvenes y junto con nuestros aliados, todos actuaremos y confrontaremos a los responsables. Los gobiernos débiles y el poder de las grandes empresas tóxicas tendrán que dar la cara cuando pongamos a la gente en el centro de nuestras exigencias y busquemos justicia climática para las comunidades menos responsables de esta emergencia climática, que son las más vulnerables ante ella.”

Carroll Muffett, presidenta y directora general del Centro de Derecho Ambiental Internacional, ha declarado:

El coste de la inacción constante ante la crisis climática se mide en términos de derechos humanos, vidas humanas y medios de vida. Como nos recuerda dolorosamente el huracán Dorian, este coste es real y cada vez mayor. La declaración de hoy refleja el compromiso común de la comunidad de derechos humanos de situar estos derechos en el centro de la crisis climática, disminuir progresivamente los combustibles fósiles que impulsan esa crisis y exigir responsabilidades a gobiernos y empresas cuando se interponen en el camino.”

Kumi Naidoo, secretario general de Amnistía Internacional, ha declarado:

“La lucha más urgente que libra el planeta necesita contar con el poder y la diversidad que puede darle el movimiento global de personas en favor de los derechos humanos. Aportamos a la lucha por la justicia climática energía, conocimientos y bases de apoyo fundamentales. Pero hasta ahora no hemos explotado ni mucho menos todo nuestro potencial.

“Amnistía se propone contribuir en la medida que le corresponde a cambiar esta situación. Queremos que la Cumbre ayude a activar el potencial del movimiento global de derechos humanos para proteger a las generaciones presentes y futuras. Si nos unimos, podemos.”

Craig Mokhiber, director de la Oficina en Nueva York del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ha declarado:

“Para quienes lo sufren en primera línea, el cambio climático ya está erosionando los derechos a la alimentación, el agua y el saneamiento, la vivienda digna, la salud, la seguridad personal e incluso la vida. Muchas personas que viven en pequeños Estados insulares, comunidades costeras y zonas sometidas a la desertificación progresiva ven cómo se esfuma su derecho a la libre determinación. Los desplazamientos masivos por razones climáticas amenazan con obligar a millones de personas a emprender viajes de vulnerabilidad e incertidumbre. En definitiva, los efectos adversos del cambio climático desgarran la estructura misma de la sociedad humana. Cada país debe tomar medidas urgentes y significativas para abordar esta amenaza a los derechos humanos. Al agrupar las muchas vertientes del movimiento en pro de la justicia climática, tratamos de movilizar ya una acción por el clima transformadora, basada en los derechos e inclusiva.”

Jennifer Morgan, directora ejecutiva internacional de Greenpeace Internacional, ha declarado:

“La crisis climática es una crisis de derechos humanos. Las consecuencias humanas de las catástrofes meteorológicas extremas pueden ser sobrecogedoras, como demuestra la gran devastación y la destrucción que dejó el huracán Dorian tras de sí.

Esta declaración marca una nueva era en el activismo contra el cambio climático. Liderados por los jóvenes y junto con nuestros aliados, todos actuaremos y confrontaremos a los responsables. Los gobiernos débiles y el poder de las grandes empresas tóxicas tendrán que dar la cara cuando pongamos a la gente en el centro de nuestras exigencias y busquemos justicia climática para las comunidades menos responsables de esta emergencia climática, que son las más vulnerables ante ella.”

Ellen Dorsey, directora ejecutiva del Fondo Mundial Wallace, ha declarado:

“El sector y los movimientos de derechos humanos de todo el mundo están aportando al movimiento en favor del clima nuevos recursos, una poderosa base de apoyo global de simpatizantes y una singular labor de defensa de los derechos humanos, pidiendo que gobiernos y grandes empresas tomen medidas que sean proporcionales a la magnitud y la rapidez del cambio climático con el fin de garantizar la supervivencia de la humanidad.

Philip Alston, del Centro de Derechos Humanos y Justicia Global de la Universidad de Nueva York, ha declarado:

“Se ha dicho que el cambio climático es una ‘falsa alarma’, pero es una alarma que acabará matando a muchos de nuestros hijos e hijas, y al menos a algunos de nosotros. A diario leemos noticias de muchas personas que mueren por exposición a altas temperaturas, se ahogan en inundaciones, perecen en incendios o simplemente se ven obligadas a abandonar sus hogares, pero nos engañamos pensando que eso no nos va a pasar a nosotros. Mientras la mayoría nos distraemos con las redes sociales o decidimos continuar con nuestra vida normal, los futuros desastres producto del cambio climático se van convirtiendo de posibilidades en en certezas. Los derechos humanos tal como los conocemos tendrán cada vez menos sentido si no actuamos inmediatamente.”

Fuente de la información: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2019/09/200-environmental-and-human-rights-leaders-pledge-to-tackle-climate-emergency-together/

Comparte este contenido:

Universidades para la paz

México / 4 de marzo de 2018 / Autor: Alejandro Saldaña Rosas / Fuente: RompevientoTv

 

Para Rosío Córdova, amiga y colega.

La semana pasada publiqué en este mismo espacio un comentario sobre la realización del Foro “La UV como constructora de paz: alternativas a las violencias en Veracruz”.  Jamás imaginé la vorágine de acontecimientos que tal reunión académica suscitaría, derivadas del citatorio a declarar que la Fiscalía de Veracruz entregó -a través de policías ministeriales que irrumpieron en un espacio universitario- a la Dra. Rosío Córdova Plaza. La Fiscalía citó a la investigadora, con amenazas evidentes, para que acudiera en calidad de testigo por los datos aportados por el equipo de investigación en el que participa, junto con la Maestra Mayra Ledesma y la Doctora Zulma Amador, entre otras personas. Valgan estas líneas para expresar mi solidaridad con las compañeras del equipo de investigación, particularmente con Rosío Córdova, amiga y colega.

La Fiscalía veracruzana ha dado una muestra de miedo. Miedo a la verdad, miedo a los datos, miedo al conocimiento, miedo a un equipo de investigadoras que hacen su trabajo con responsabilidad y ética en la Universidad Veracruzana. Con su miedo expresado en un infame citatorio, la Fiscalía demuestra que es una institución débil y timorata: ante la falta de argumentos responde con bravuconadas, como adolescente erizado ante su propia adolescencia.

No quiero abundar sobre los dimes y diretes entre la Fiscalía y las investigadoras ni sobre el muy cuestionable papel de las autoridades universitarias (que dudaron de la veracidad de los datos recogidos con rigor y apego a criterios científicos), solamente quisiera aportar algunas reflexiones sobre una arista poco atendida y que está en el fondo de la discusión ocurrida en los últimos días: el papel de las universidades públicas en los escenarios de violencias múltiples que atraviesan a nuestro país.

De todos es conocido –y padecido- que México está sumido en una profunda crisis de derechos humanos, lo que no sabemos –o al menos no está tan claro- es cómo salir de ella. La tarea es ardua y de largo aliento e implica la participación de todas y todos para re-construir al país desde lo local: desde la ciudad, el pueblo, la colonia, el ejido, la fábrica, la escuela.

Las particularidades de la crisis de derechos humanos, los rasgos específicos en cada localidad, se sufren diario pero se conocen poco. Hacen falta muchas más investigaciones que arrojen luz sobre los escenarios de las violencias en México, su urdimbre local, sus actores específicos, sus anclajes institucionales, sus dispositivos de reproducción y las oquedades y asimetrías que producen en los territorios locales. Sin co-investigación (con los actores sociales) sobre las violencias y sus muchos rostros, la paz en México seguirá siendo una meta que se aleja conforme se avanza a ella. Es imprescindible conocer a través de la ciencia, del arte, de los múltiples saberes populares, de las diversas sensibilidades, los atributos singulares de las violencias que nos habitan y nos quejan. Sin conocimiento(s) las políticas públicas son lineamientos llenos de buenas intenciones (en el mejor de los casos) o pretextos oficiales para el enriquecimiento explicable, pero ilícito. No hablo en el vacío: ahí están los miles de millones de pesos desviados por funcionarios y funcionarias, como evidencia fehaciente de que las políticas públicas pueden ser (lo son actualmente) botín de pocos y despojo de muchos.

Para transformar hay que conocer. Y para preservar también. Por ejemplo, la defensa y preservación de los sagrados territorios wirikutas es irrenunciable porque ahí viven miles de personas que acunan saberes que desde la ciencia apenas se intuyen. Es obligación de todas y todos preservar los saberes profundos del espíritu, del arte y de la ciencia. El lujo imbécil de la ignorancia es tan pernicioso que pone en riesgo la vida toda en el planeta.

En mi opinión el proyecto de las investigadoras Ledesma, Amador y Córdova debería replicarse en todas las universidades públicas del país, con las adecuaciones pertinentes en cada contexto. Las universidades públicas estatales (y en general las Instituciones de Educación Superior) son absolutamente cruciales para la construcción de la paz que anhela y merece nuestro país, por lo que las investigaciones sobre seguridad ciudadana, sobre las violencias, los feminicidios y en general sobre los contextos sociales en que vivimos, trabajamos y nos queremos, son necesarias, pertinentes e irrenunciables. Quizás como nunca antes en la historia de México las universidades son el principal baluarte para construir la paz.

Lo son porque las universidades públicas, aún y pese a todo, gozan de credibilidad y confianza. Detractores de las universidades públicas hay y muchos, enemigos por montones (algunos cobran en oficinas de las mismas universidades), envidias como sarampión en kínder, incontables enconos, absurdos por antonomasia. Pero incluso y a pesar de quienes quieren acabar con ellas, nuestras universidades son, siguen siendo, bastión de libertad, espacio de alegría y posibilidad de pensamiento crítico. Las universidades son una firme opción para construir la paz que queremos y merecemos.

Una paz que no es ausencia de guerra o de conflicto, sino la creación de instancias y criterios para resolver nuestras diferencias con respeto al otro, al diferente, al disidente. Una paz activa que no es letargo, sino re-creación de la palabra mediante el arte, la cultura y el conocimiento. Una paz que se crea en los intersticios del día a día.

Y una paz que se construye a contrapelo de las instituciones artífices del dolor, operadoras del secuestro, responsables de las desapariciones, perpetradoras de los asesinatos. Las instituciones de impartición de justicia y de seguridad pública de Veracruz han sido –según las evidencias- las principales culpables de la crisis de derechos humanos en la entidad. Los culpables aún no han sido condenados y aún más: la violenta reacción de la fiscalía ante el trabajo de las académicas expresa con absoluta nitidez su temor a la verdad.

Termino con dos reflexiones:

I.-No olvidemos que la irritación del Fiscal Jorge Winckler por el trabajo de las investigadoras es ridícula frente al dolor de miles de familias que siguen en busca de sus desaparecidos, desesperadas por el pago del secuestro o llorando a sus muertos.

II.-Las universidades públicas son constructoras de paz, a través de la verdad. Como la UV, que es mucho más que las instancias de dirección.

Fuente del Artículo:

Universidades para la paz (Margensur)

Fuente de la Imagen:

http://veracruzalmomento.blogspot.mx/2011_11_13_archive.html

Comparte este contenido:
OtrasVocesenEducacion.org