Por: Joseba Santamaria.
No ha llegado todavía a mi casa si todo va bien, será el año que viene, pero conozco a algunos de esos alumnos y alumnas que padecen estos días la prueba de la selectividad. Sé de sus nervios de los últimos días y de la tensión que viven desde el miércoles hasta finalizar hoy los exámenes. Es, seguramente, la prueba más absurda de todo el periplo educativo y académico.
Cambian las generaciones, los modelos educativos, los profesores y los alumnos, pero la prueba de selectividad se mantiene con modificaciones en el sistema -como este año-, desde 1975. Un obstáculo añadido, y bastante inútil, dado que aprueban la inmensa mayoría de los estudiantes que se presentan, en la larga carrera de la formación y cualificación que culmina, en este caso, en la universidad.
Quizá por lo absurdo de tener que examinarte después de haber finalizado el bachillerato -sería más lógico que la media de la suma de las notas de esos estudios fijase el acceso a la universidad-, es también el examen que más pone de los nervios. Una situación de tensión que se suma a la incertidumbre que suele acompañar estas mismas semanas ante la decisión de qué carrera elegir. No se trata de edulcorar la llamada cultura del esfuerzo -para bien o para mal, en eso te educa la propia vida, guste o no-, sino de ahorrar un sufrimiento absurdo por una prueba de más que es de dudosa utilidad.
¿Por qué prolongar la agonía, entonces? Un sinsentido más de un modelo educativo cada vez más obsoleto.
Fuente: http://www.noticiasdenavarra.com/2017/06/09/opinion/mesa-de-redaccion/examen-absurdo-agonia-inutil
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