Balance 2019 y proyección 2020 para América Latina

Redacción: Mundo.Sputniknews

América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. En la mayoría de los países sus pueblos sufren los costos de políticas económicas, laborales y sociales neoliberales que restringen el acceso a derechos. En el 2019 hubo masivas movilizaciones expresando el hartazgo de la sociedad hacia ese estado de cosas.

En ChileEcuadorColombia y otras naciones hubo masivas protestas contra el deterioro de la calidad de vida.

La respuesta estatal fue la represión y el abuso de la fuerza con suspensión de derechos, que sólo agudizan la crisis al habilitar graves violaciones a los derechos humanos.

En Bolivia además hubo un golpe de Estado, instalando una situación de excepción. Este contexto regional está poniendo en riesgo décadas de construcción democrática, periodo en el cual se desplazaron los regímenes autoritarios que habían sido la norma en América Latina.

Desaceleración

Las tensiones políticas son emergentes de tensiones sociales generadas por un ciclo económico débil que ya se extiende por varios años. El Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe de la CEPAL ofrece oportunos análisis y estadísticas para comprender lo que está pasando en la región.

El contexto es extremadamente complejo debido a la desaceleración económica generalizada y, especialmente, sincronizada a nivel de los países y de los distintos sectores.

En este año, a diferencia de anteriores recientes, 18 de los 20 países de América Latina, así como 23 de las 33 economías de América Latina y el Caribe, presentan una desaceleración en la tasa de crecimiento de la actividad económica.

Esta debilidad generalizada se originó en el menor dinamismo de la demanda interna, acompañado por una baja demanda agregada externa y mercados financieros internacionales más frágiles.

Este escenario de estancamiento impulsó las crecientes demandas sociales y presiones por reducir la desigualdad. El 2019 fue el año que precipitaron esos reclamos con impactantes rebeliones populares. Más que un mal año en términos económicos, el cuadro de exclusión acumulada era un caldo de cultivo para esas explosiones.

El panorama macroeconómico es fulminante: en los últimos seis años, de 2014 a 2019, hubo caída del Producto Interno Bruto, descenso del PIB per cápita, retroceso de la inversión, del consumo per cápita y de las exportaciones, y un sostenido deterioro de la calidad del empleo.

Este balance es más que elocuente para entender el hastío social que se reflejó en las calles en estos meses en varios países.

En 2019, las economías de América Latina y el Caribe crecerán a una insignificante tasa promedio del 0,1%. Es un estadio de estancamiento que no se registraba desde hace décadas. Las proyecciones de crecimiento de la CEPAL para 2020, si bien mejoran un poco respecto a esa desalentadora cifra, no son muy alentadoras.

La estimación es de apenas 1,3% en promedio que, si se confirmara, concluirá el septenio (2014-2020) de menor crecimiento económico en la región en los últimos 40 años.

El impacto internacional

La debilidad de las economías latinoamericanas, cuya base se encuentra en el predominio de políticas neoliberales, también tiene su origen en una economía mundial de escaso dinamismo.

En 2019, el mundo crecerá apenas 2,5%, la menor tasa de expansión desde las crisis de 2008, influenciada por la desaceleración tanto de las economías desarrolladas como de las emergentes.

El mayor impacto para la región proviene del menor crecimiento de los EE.UU. y China, que son sus dos principales socios comerciales.

Si 2019 no fue muy alentador, para la CEPAL el 2020 no presenta perspectivas mejores. En el informe destaca que «la actividad económica y el comercio mundiales se encuentran débiles, y los riesgos están sesgados a la baja». Agrega que «las tensiones comerciales han afectado los niveles de confianza y de inversión de algunas economías cuyos sectores están fuertemente expuestos al comercio internacional».

El comercio mundial se encuentra muy condicionado por las disputas globales entre las dos grandes potencias (EE.UU. y China). Esto queda reflejado en las estadísticas: entre enero y septiembre de 2019 el volumen del comercio mundial disminuyó 0,4% en comparación con el mismo periodo de 2018.

Es un desempeño muy malo y las perspectivas para 2020 no son mejores, a lo que se le agrega una mediocre dinámica de los precios de las materias primas de exportaciones de América Latina. En este año, el promedio de precios descendió 5%.

Para la CEPAL, «la tendencia a la baja se mantendrá en 2020 en gran parte de los productos básicos que exportan los países de la región».

La cuestión social

El comportamiento regular de la macroeconomía tuvo su reflejo en un marcado deterioro de la cuestión social.

El empeoramiento se dio en una serie de variables laborales y fue bastante generalizado entre los países de la región. La tasa de desocupación se incrementó, en promedio, de 8% a 8,2%. Cerca de un millón de personas se sumaron a las filas del desempleo, con lo que el número total de personas que buscan un trabajo y no lo encuentran ascendió a 25,2 millones.

El deterioro del mercado laboral se observa también en la expansión de la informalidad. El trabajo por cuenta propia se expandió 3%, mientras que el empleo asalariado lo hizo en apenas 1,5%.

La cantidad de asalariados registrados tuvo ese leve incremento, pero fue por debajo de la expansión del número de ocupados y de no asalariados, indicadores del deterioro de la composición del empleo. La CEPAL también apuntó que hubo un aumento del subempleo y de la informalidad laboral.

​El crítico cuadro laboral se complementa con un estancamiento de los salarios medios reales del empleo registrado. En Argentina, con una tasa de inflación por encima del 50% anual, la pérdida fue sustancial, cercana al 20%. En Brasil, con retroceso de la inflación, también hubo pérdida de la capacidad de compra real de los ingresos de los trabajadores.

En México, por el contrario, el salario medio real registró el mayor aumento desde 2002, en parte por el incremento sustancial del salario mínimo.

Con este contexto económico, regional y mundial, las proyecciones del mercado laboral no son muy alentadoras. La CEPAL no espera repunte en la generación de empleo de calidad y evalúa como lo más probable que continúe la tendencia al deterioro de la composición del empleo, ya sea en las categorías de ocupación, subempleo e informalidad.

También proyecta salarios reales estancados y un alza de la desocupación regional al 8,4% en 2020. O sea, se incorporaría otro millón de personas al ejército de desempleados.

Desafíos

Como se detalló, 2019 fue un año con resultados macroeconómicos, laborales y sociales poco favorables, con una economía mundial que no ayudó a moderar la tendencia negativa.

Para 2020 no aparecen señales de reversión de esa situación, según la CEPAL; más bien, estima un escenario de mayores tensiones.

Esto se daría porque identificó un aumento de la incertidumbre y la vulnerabilidad, puesto que las disputas comerciales se mantienen latentes. Se ha instalado de ese modo un marco global que ha afectado los niveles de confianza y de inversión.

En términos de los mercados financieros internacionales, la acumulación de deuda a nivel mundial impulsada en parte por las bajas tasas de interés de los principales bancos centrales, ha alcanzado niveles récord.

En el segundo trimestre de 2019, el nivel de endeudamiento alcanzó el 320% del PIB mundial.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/firmas/201912171089663538-balance-2019-y-proyeccion-2020-para-america-latina/

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Así ven los niños la situación económica argentina

América del sur/Argentina/11 Abril 2019/Fuente: El país

La crisis provoca que algunos pequeños sientan miedo e inseguridad, incluso muestren su disposición para apoyar sus familias y hacer “sacrificios”, según un estudio de Unicef

Los elevados niveles de pobreza que afectan a niñas, niños y adolescentes en Argentina constituyen un problema estructural, a pesar de los importantes progresos de las últimas décadas. Los datos presentados el pasado 28 de marzo por el Instituto Nacional de Estadística y Censos mostraron que, en el segundo semestre de 2018, un 46,8% de los niños y niñas de 0 a 14 años vivían por debajo del umbral de pobreza, es decir, 5,1 millones, 796.000 más que en el mismo período de 2017.

Aún más preocupante es el aumento de la indigencia, con un incremento anual del 7,6% al 11%. Son 1,2 millones de niñas y niños que viven en hogares donde el ingreso no alcanza para cubrir una canasta alimentaria. Desde una mirada multidimensional, las últimas estimaciones realizadas por Unicef arrojaron que en 2018 el 48% de los pequeños tenían al menos una privación no monetaria, es decir, no gozaban de alguno de sus derechos sociales.

¿Cómo afecta la desaceleración económica el bienestar de la niñez? ¿Qué opinan las niñas y los niños? ¿Qué se puede hacer para mitigar el impacto? Generalmente, cuando los países se enfrentan a entornos económicos complejos, los análisis se centran en la evolución de los indicadores macroeconómicos como la expectativa de crecimiento; la depreciación del tipo de cambio; la evolución de la tasa de inflación; el impacto sobre el empleo; la caída de los salarios reales y las consecuentes decisiones del Gobierno en materia de finanzas públicas. Menos mención se hace a los efectos que estas condiciones económicas tienen en las niñas, los niños y los adolescentes, una población que, incluso antes de la crisis, se encontraba en una situación de mayor pobreza que otros grupos.

En este escenario, son las familias con niños quienes enfrentan los riesgos económicos y sociales más severos; en particular, los hogares con bajos ingresos o empleo informal.

Detrás de cada uno de estos datos hay una historia real. Hay un niño o una niña que va a dormir con hambre, que no asiste a la escuela, que no tiene acceso adecuado a servicios de salud, que experimenta violencia en su hogar, en su comunidad y cuya subsistencia depende en gran medida de los programas sociales y de las asignaciones que recibe su familia. La desaceleración económica exacerba estas vulnerabilidades, afecta su vida cotidiana y altera la dinámica de las familias.

Los niños son los últimos responsables de la situación económica, pero, paradójicamente, están sufriendo las consecuencias de forma tanto más grave que cualquier otro grupo

Los niños son los últimos responsables de esta situación. Paradójicamente, están sufriendo las consecuencias de forma tanto más grave que cualquier otro grupo y están desprovistos de herramientas para enfrentarlas, individualmente y como colectivo.

Desde Unicef llevamos a cabo un estudio cualitativo y etnográfico con dos objetivos. El primero, posicionar en la agenda pública la voz de los propios chicos en relación con sus derechos, a partir de sus propias percepciones y testimonios, de los miembros de su familia y los referentes de su comunidad. En segundo término, proveer una comprensión más rica del fenómeno de la pobreza, complementaria a las mediciones cuantitativas.

En comparación con 2017, la opinión de las familias, las niñas, los niños y referentes que participaron en la investigación a lo largo y ancho del país es la acentuación de problemáticas relacionadas con el desempleo y la precarización del mercado trabajo, un mayor déficit habitacional y una pérdida del poder adquisitivo. Estas situaciones inciden en la calidad de vida de las familias al restringir su consumo, ponen en riesgo su supervivencia y las someten a una mayor estigmatización y discriminación. Algunos niños y niñas expresaron sentir miedo e inseguridad y mostraron disposición para apoyar sus familias y hacer esfuerzos o “sacrificios” a manera de ayuda. Esto pone en riesgo el goce de derechos en el presente y las posibilidades de su desarrollo futuro.

No obstante, hay una oportunidad para mitigar los efectos de la crisis y efectivamente proteger los derechos de la niñez en mayor desventaja, si se consideran sus opiniones y se ponen en marcha acciones dirigidas a suavizar los efectos del shock económico. Por ejemplo, el estudio mostró que la Asignación Universal por Hijo (AUH) representa una gran parte del ingreso de los hogares, y pese a la pérdida de poder adquisitivo que tenía (en el momento en que se realizó el análisis), era fundamental para su subsistencia. En respuesta, recientemente se anunció un aumento de 46% en el monto de la AUH, una medida contra-cíclica muy positiva que evidencia el compromiso con el interés superior del niño en la toma de decisiones del Gobierno.

En el contexto actual, es necesario poner en marcha más acciones como esta. Hay que proteger y mantener las transferencias directas a las familias y asegurar recursos para garantizar la continuidad de los sistemas de salud, educación, de cuidados y de protección de derechos. Invertir recursos financieros para ayudar a que los niños sobrevivan y desarrollen plenamente su potencial es, ante todo, un imperativo moral y un derecho. Pero también redunda en un beneficio de las economías y las sociedades.

Imagen tomada de: https://ep01.epimg.net/elpais/imagenes/2019/04/04/planeta_futuro/1554373970_363178_1554457204_noticia_normal.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2019/04/04/planeta_futuro/1554373970_363178.html

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