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Argentina: Violencia de género, un problema cultural que la educación no logra resolver.

Por Víctor Leopoldo Martínez
Las «mujeres” son como los «negros”, un mal social que los hombres blancos deben «soportar”. El hombre evita trabajar como «negro” porque es denigrante, pero ve como bueno y elogiable que una mujer lo haga porque para eso está, para trabajar como «negra” (la propia mujer también sostiene esto a la hora de «dar examen” al macho). Las mujeres «blancas” tienen mujeres pobres y «oscuritas” para que sean sus sirvientas. Las mujeres blancas disfrutan del sexo porque tienen recursos económicos para el aborto. Las «negritas” hacen el amor sabiendo que se juegan la vida si tienen que abortar; o por los planes sociales. El hombre tiene derechos porque trabaja fuera de casa y trae el «sustento”. Las labores hogareñas de la mujer no son parte de un trabajo sino un «deber” por gratitud hacia el hombre que trae el sustento. Hoy la mujer trabaja afuera porque «debe” ayudar al hombre; un «deber” sin muchos «derechos”, de ahí su sueldo diferente y en ocasiones inferior. La mujer es una «serpiente” y tan mala como la «bola negra” de billar cuando se trata de la diversión del macho.
Para vender cualquier producto, o para que un programa televisivo tenga audiencia tiene que «ofrecer” culos y tetas de mujeres revoloteando en la pantalla; no pocas mujeres se prestan al juego porque «paga bien” si esas tetas o culos se transforman en buena «merca” para un macho. Su creador fue Gerardo Sofovich, el continuador Marcelo Tinelli. El macho cuanto, más desnudo pueda aparecer, más macho es por ser más sexy. La mujer, cuanto más desnuda pueda aparecer, más permisiva para ser violada y/o violentada está diciendo ser porque lo hace para provocar. El hombre puede vestirse como se le canta; la mujer, si lo hace, «quiere guerra” (y en las guerras siempre hay muertes).
El hombre es violento con la mujer por cobardía, ya que jamás hablará de sus miedos. La sabe inferior en términos físicos y por ende indefensa y descarga sobre ella posibles traumas psicológicos infantiles irresueltos, cuando no reproduciendo modelos y costumbres familiares incorporados. La mayoría de las mujeres naturalizaron y justifican aún hoy esa violencia por aceptación cultural del sometimiento que supuestamente les cabe por una cuestión de género. Las madres educan a sus «nenas” para que sean futuras «señoritas decentes” (sometidas) a los dictámenes «machos”;  y de chiquitos justifican que los «nenes” fajen a sus hermanas. Las madres compran muñecas para que sus hijas mujeres sean futuras buenas madres y compran «autitos” para que sus nenes sean buenos conductores y ya grandes pueden gritar en la calle a una mujer que maneja un vehículo «anda a lavar los platos”. Maestras y profesoras (que son mayoría dentro del sistema educativo) exigen a las «niñas” comportamientos «de niñas” sin brindarles nunca un argumento sólido para tal exigencia. En cualquier establecimiento educativo la buena alumna se caracteriza por ser «obediente” a los dictados de una educación pensada por y para machos. La buena alumna lo es porque es buena y sumisa repetidora de lecciones, nunca por ser pensante, algo que no la prepara para ser una «buena mujer.
Las mujeres sólo se deben dedicar a lavar platos, la ropa, a cocinar y a cuidar chicos, y si son científicas es porque están al pedo y/o quieren competir con los hombres. Si un hijo sale «desviado” es culpa de la mala educación de esa madre. Un imbécil y energúmeno macho humano se arroga el don divino de poder golpear y hasta disponer de la vida de su –o una- mujer, y nunca falta en boca social el «por algo le pegó, algo habrá hecho esa mujerzuela”. Una «diva” televisiva –Mirta Legrand- pregunta a una de sus invitadas: «¿Qué hiciste para que te golpee?”. Muchas de sus seguidoras televidentes la acompañaron con sus comentarios hogareños justificatorios: «Seguro que algo anduvo haciendo, lo habrá gorreado” (infiel).
El hombre, cuanto más «gorreador”, más macho; la mujer, cuanto más prueba tratando de encontrar placer sexual ante tanto macho inútil y frustrador, más puta es. El hombre tiene derechos, la mujer tiene que agradecer los poquitos que los hombres le otorga. Sólo el 33% de las bancas parlamentarias (municipales, provinciales o nacionales) puede ser ocupado por mujeres … «y agradezcan”. Si una mujer es presidenta, hasta para sus pares de género es una «yegua que tiene que ir a la guillotina” y dejarle lugar a un macho misógino (Cristina vs. Macri) que, aunque sea un torpe e inútil, basta con que sea «macho”.
Las mayores enemigas de los derechos de la mujer lamentablemente están dentro de las propias mujeres. Por ahora, las defensoras de esos derechos son excepciones. Las propias mujeres hicieron suyo el calificativo «mina” para denigrarse entre ellas. Trazando paralelos, las «minas” son sólo «surcos” donde los machos pueden penetrar como quieren y cuando quieran y hacerlas saltar por el aire si se deciden explotarlas a cielo abierto.
¿Y la educación? La educación continúa acompañando de la mano de maestras, profesoras, licenciadas y doctoras a una sociedad para que esos desvalores nunca se pierdan. El viernes 3 de junio, la plaza 25 de Mayo de Catamarca, lugar del acto central para la convocatoria por «#NiUnaMenos”, se pudo haber transformado en el escenario propicio para una clase abierta sobre violencia de género, con presencia de funcionarias y hasta la propia Gobernadora, que son mujeres, y con una plaza colmada de maestras y profesoras con sus alumnos viendo y discutiendo el tema. No fue así. Sólo había no más de 100 mujeres recordando víctimas de atroces crímenes, mientras muchas y muchos pasaban por el lugar mirando a esas «locas” que piden justicia para unas locas a las que mataron seguramente porque algo hicieron como simples seres humanos de género femenino. Lamentable.
 
Fuente: 
http://www.elesquiu.com/policiales/2016/6/13/violencia-genero-problema-cultural-educacion-logra-resolver-217173.htm
Imagen: http://www.elesquiu.com/u/fotografias/m/2016/6/12/f620x0-197714_197732_15.jpg
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Se debe proteger a la mujer que denuncia y a los niños que viven con un violento

Argentina/08 junio 2016/Autor:Silvina Heguy/ Fuente: El Clarín

Diálogos a fondo. Caroline Andrew, politóloga.

Para combatir la violencia de género se debe realizar un gran número de acciones a la vez, donde es central la educación, explica la canadiense, experta en inclusión.

La ciudad como escenario de violencia y desigualdad, pero también como uno de posible inclusión. Con propuestas para discutir esta segunda opción llegó a Buenos Aires Caroline Andrew, directora del Centro sobre Gobernanza de la Facultad de Estudios Políticos de la Universidad de Ottawa. Con años en investigaciones en cuestiones de género pone el foco en las soluciones desde las esferas gubernamentales, universitarias y de la sociedad civil desde Canadá, un país que estrena un nuevo gobierno que marca un cambio de rumbo en las políticas de género. Con un esquema novedoso y con mucho de sentido común, Andrew propone acciones específicas para transformar los centros urbanos. En camino a las Jornadas sobre Empoderamiento de la Mujer y Liderazgo – Compartiendo Agendas Canadá-Argentina en la Universidad Nacional de Rosario y la embajada de su país, aseguró a Clarín que el momento a nivel mundial representaba una instancia interesante para analizar estrategias conjuntas entre distintos sectores de la sociedad y el Estado porque “los derechos de la mujer necesitan de acciones concretas con financiamientos efectivos”.

-¿Por dónde se debería empezar para llegar a una ciudad inclusiva?

-Por varios lugares. Hay diferentes formas de entrar a estos temas y construir una agenda para que la ciudad se vuelva inclusiva: un punto central es que la sociedad civil se implique. El gobierno debe ver a la sociedad civil como un sector que puede aportar soluciones y no generar problemas. El tema es que cada sector tiene su propia agenda. Es el Estado quien coordina las agendas de todos para lograr una única.   Uno de los grandes problemas en los centros urbanos de América Latina es la violencia de género.

-Usted que ha analizado el tema, ¿cuáles cree que son las estrategias efectivas para detenerla?

-En Canadá también es un grave problema. Hubo innumerables denuncias en las universidades. Incluso es uno de los temas sobre el que habló en su presentación el nuevo primer ministro Justin Trudeau al anunciar cuáles serían las prioridades de su gobierno en tema mujer: igualdad de salario, el segundo las guarderías y no menos importante, la violencia de género. En mi país probablemente uno de los problemas más graves e invisibilizados es la violencia contra la mujer de los pueblos originarios, hay unas 2.000 desaparecidas o muertas, que no se sabe bien qué pasó. El anterior gobierno federal dijo que no iban a hacer una investigación sobre ese tema y el nuevo dijo que obviamente lo harían. Hay un cambio de 180 grados con respecto a esto y es una estrategia válida.

-Pero, ¿cuáles serían concretamente más allá de los anuncios?

-La nueva ministra de Justicia es aborigen y conoce perfectamente este tema. El problema es grave porque la policía está involucrada con su mal comportamiento. El Ministerio de la mujer va a tener más presupuesto, es un tema vital que esto suceda para tener realmente políticas públicas que puedan llevarse a cabo y que no caigan en meros anuncios. Otro cambio es que ahora el Ministerio de la mujer podrá hacer campañas por los derechos de la mujer, antes no estaba contemplada la posibilidad.

–Además del financiamiento de políticas públicas, ¿cómo se comienza a cambiar culturalmente a una sociedad que permite la violencia contra la mujer?

–Es el punto más complejo de toda esta cuestión. Se debe hacer un gran número de acciones a la vez. Sobre todo en educación y con programas para los menores víctimas de la violencia. A ellos se los debe ayudar inmediatamente. Además de trabajar en los diferentes niveles de educación. Funcionan bien las campañas publicitarias. Se debe proteger a la mujer que denuncia, a los niños que viven con un violento, implementar campañas en las escuelas y fomentar programas universitarios para investigar el tema.

-En una ciudad poco inclusiva, los inmigrantes son parte de los excluidos, ¿cómo se pueden aplicar medidas para impedir estas situaciones?

-Cuando hablamos de diversidad siempre se tiene en cuenta a las mujeres y también a los inmigrantes. Y las mujeres inmigrantes constituyen uno de los grupos más vulnerables en cualquier centro urbano. Tienen grandes dificultades, incluso cuando poseen un alto nivel de educación, porque a pesar de eso no consiguen trabajo. En Canadá se dan muchos casos de este tipo. Tampoco encuentran guarderías y escuelas para sus hijos. A partir de la crisis de refugiados este problema también se da en Europa y en los países receptores. Uno de los programas que funciona con buenos resultados es uno que se llama “Una ciudad para todas las mujeres”. Está destinado a inmigrantes que no encontraron una inserción laboral en lo que se formaron. La ciudad de Ottawa no sólo da material informativo para ellas si no que también se comprometió a ofrecerles pasantías de seis meses para que logren una experiencia de trabajo canadiense. Eso les permite entender la lógica del mercado laboral local y, al mismo tiempo, dan un paso hacia adelante, logran además ser recomendadas con una carta de referencia. Es un programa pequeño, efectivo y fácil de copiar.

Fuente:

http://www.clarin.com/opinion/proteger-denuncia-ninos-viven-violento_0_1559844391.html

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La Bicicleta Verde

La bicicleta verde. Wadja, un relato de la realidad desde la esperanza.

Conseguir una bicicleta verde es una metáfora de lo que sucede en la sociedad Saudí y en muchos lugares del mundo en los que se reprime a niñas y mujeres, que no pueden acceder a las mismas posibilidades y oportunidades que los hombres. En Arabia Saudí las salas de cine han estado prohibidas durante 30 años y sólo desde hace unos años empezaron a abrirse algunas, a tientas, tímidas y, obviamente, plegadas a la segregación entre hombres y mujeres que impone la ley nacional. Pero eso no significa que la población saudí haya vivido al margen del cine; la televisión y los videoclubs han nutrido a generaciones enteras.

La directora Haifaa Al-Mansour, criada junto a 11 hermanos varones, entre cintas de Bruce Lee y Walt Disney ha realizado con La bicicleta verde, Wadjda, la primera película filmada por completo en Arabia Saudí y dirigida por una mujer. Es una película que pone de manifiesto algunos de los aspectos más conservadores de la sociedad saudita, en especial los que coartan la libertad de la mujer en su educación y en sus libertades.

El filme refleja el controvertido tema de la discriminación de las mujeres en el país islámico acercando la cultura y costumbres tradicionales de la religión árabe a los espectadores. Se muestra a través de una conmovedora y sencilla historia protagonizada por una inocente niña que cuestionará cualquier tipo de obligación, derribando inconscientemente las barreras sociales y culturales cimentadas en el hogar y la escuela.

La directora, Haifaa Al-Mansour, dice que Wadjda se inspira en una sobrina, que todos los personajes de la película tienen origen en la vida real, y de una u otra forma han formado parte de su vida. Por ello, se puede decir que la película nace de la propia experiencia de su directora y que sirve para retratar “la esperanza y la perseverancia” de muchas mujeres en Arabia Saudí.

A propósito de lo anterior nos dice la directora de la película, lo siguiente:

«Espero haber hecho una película que está cerca de la vida de las mujeres sauditas e inspira y fortalece a desafiar las cargas sociales y políticas que les rodea. Aunque es difícil de reconstruir las tradiciones profundamente arraigadas que niegan a las mujeres una vida digna, sobre todo porque se mezclan con las interpretaciones estrictas de la religión, es un objetivo que vale la pena luchar». “Las chicas como Wadjda tienen la capacidad de cambiar y redefinir nuestra nación”. “Siempre se espera que las mujeres se comporten de una determinada manera y cuando se desvían un poco, suelen ser etiquetadas y estigmatizadas. Espero que mis películas les ayuden a arriesgarse y hablar de los temas que les resultan importantes”.

Detalles de la película:

Título original: Wadjda

Arabia Saudí-Alemania. 2012. 98 min.

Directora: Haifaa Al-Mansour

Guión: Haifaa Al-Mansour

Música: Max Richter

Fotografía: Lutz Reitemeier

Reparto: Reem Abdullah, Waad Mohammed, Abdullrahman Algohani, Sultan Al Assaf, Ahd Kamel

Sinopsis: La película se basa en la vida de una sobrina de la directora. Wadjda tiene diez años y vive en una sociedad tan tradicional que ciertas cosas como ir en bicicleta le están totalmente prohibidas. Donde vive, en los suburbios de Riad, capital de Arabia Saudí, no está bien visto que las mujeres tengan una. A pesar de todo, es una niña divertida y emprendedora que bordea siempre el límite entre lo autorizado y lo prohibido. Wadjda desea tener una bicicleta que ve todos los días a la venta, para poder competir con su amigo Abdullah, con el que tiene prohibido jugar, en una carrera, pero su madre no se lo permite porque las bicicletas son un peligro para la dignidad de una chica. Es también la historia de su madre, mujer saudí, que tiene prohibido conducir y que no puede ir a trabajar si un día su chófer falta y no va a recogerla, y cómo tiene que soportar que su marido pueda tener otra esposa. La escuela es un elemento importante en el contexto de la película. En ella se reflejan todas las limitaciones que tienen las mujeres en Arabia Saudita, la prohibición de dejarse ver por los hombres, incluso de que no oigan sus risas, de jugar a determinados juegos, de maquillarse o de tener ciertas conversaciones. Wajda luchará contra su madre y contra las normas de la escuela, que temen que las niñas pierdan la dignidad y la sociedad tradicional en la que vive, por hacerse con la ansiada bicicleta y cumplir así su deseo.

Premios (entre otros)

2013: Premios BAFTA, British Academy of Film and Television Arts: Nominada a Mejor película de habla no inglesa

2013: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor ópera prima

2013: Satellite Awards: Nominada a mejor película extranjera

2013: National Board of Review (NBR): Premio a la libertad de expresión

  1. Premio Cinema Avvenire Cine por la paz. Venecia.
  2. Festival de Cine de Los Ángeles. Mejor producción internacional.

Nominada al Oscar por Arabia Saudita como la Mejor Película Extranjera  (la primera vez que Arabia Saudita ha presentado una película para el Oscar a la Mejor película extranjera.)

Tomado de: http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/temas_wadjda_la_bicicleta_verde.htm

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