Intercambio de saberes y experiencias de luchas en defensa de los bosques

Por: Bianca Pessoa Y Helena Zelic | Traducido: Aline Lopes Murillo

 

Militantes del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales y la Marcha Mundial de las Mujeres comparten sus reflexiones

La contribución del feminismo a las luchas en defensa de los bosques y sus comunidades es poner en el centro el papel de la mujer en la sostenibilidad de la vida humana y no humana. Contra la colonización capitalista, la división sexual y racial del trabajo occidental y los modos de producción destructivos y usurpadores, el feminismo elabora una crítica antisistémica y se alía con las comunidades atacadas en todo el mundo. Es parte de una visión feminista, anticapitalista y antirracista denunciar la desestructuración de las comunidades que se desvían de los estándares hegemónicos, y fortalecer sus conocimientos, resistencias y formas de vida. Cuando las empresas transnacionales ocupan territorios, refuerzan el patriarcado, remodelan las relaciones sociales y transforman comunidades de diferentes partes del mundo en víctimas de esa explotación.

El capitalismo depende del control de la naturaleza, del trabajo y de los cuerpos de las mujeres. Y, a medida que las grandes empresas ingresan a las comunidades, estableciendo sus megaproyectos y modelos de operación, también avanza el control y la explotación capitalista. Con el fin de reflexionar sobre los diferentes y similares desafíos que enfrentan las mujeres y comunidades enteras alrededor del mundo cuando sus territorios son ocupados por estas empresas, integrantes del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales y la Marcha Mundial de las Mujeres realizaron un intercambio de conocimientos y experiencias entre los días 14 y 17 de mayo, en Parelheiros, São Paulo, Brasil.

Intercambio, una metodología de movimientos

Intercambios son formas de propiciar el intercambio de saberes entre militantes de diferentes territorios. “Es una herramienta política y pedagógica, porque al visitar nuevos territorios de lucha, al poner un pie en él, somos más capaces de reconocer las diferentes voces de la resistencia que están ahí: personas mayores, mujeres, jóvenes, que son sujetos políticos que, en los grandes eventos muchas veces no logran hablar tanto. En los territorios vemos mejor cómo se puede organizar la vida”, explica Natália Lobo, de la Marcha Mundial de las Mujeres en Brasil. En los territorios en conflicto, los intercambios son también momentos de demostración de apoyo y solidaridad, que fortalecen la resistencia local y permiten ver la proximidad sistémica entre conflictos aparentemente locales.

A este encuentro realizado en mayo asistieron personas de movimientos populares de África, Asia y América Latina que luchan por la justicia ambiental, la agroecología y la soberanía alimentaria. Militantes de los movimientos campesinos y ambientales, estas personas actúan en la lucha por el territorio y en contra de la economía verde.

El intercambio fue una oportunidad para debatir y compartir desafíos, como el avance de la frontera agrícola y de la economía verde, con sus megaproyectos mineros, el aumento de los monocultivos, como el eucalipto y la palma aceitera, el acaparamiento de tierras y las políticas de financiarización de la naturaleza. También fue una oportunidad para vivir e intercambiar experiencias, ideas y saberes que unen a las comunidades y sus luchas. Para Claudia Guillén, de Chiapas, México»la vida de los territorios es también alegría, y no solo el avance de los megaproyectos. Según ella, la experiencia de intercambio es también una demostración de resiliencia y una fortaleza, en donde las mujeres hemos puesto la cara”

Para Aminata Finda Massaquoi, una militante de Sierra Leona, la experiencia de trabajar con mujeres de otra región del mundo fue un momento de comprensión de cómo las mujeres de su país y las mujeres de Brasil tienen desafíos en común. Ella comparte que “en esta región del mundo, otras mujeres están enfrentando estos desafíos, pero ellas siguen esforzándose a pesar de todo. Es una lucha y una batalla continua. Es bueno saber que no estamos solas porque, por lo general, no podemos soportarlo más, pero encontramos las mismas luchas en todas partes”.

Aminata también destacó los aspectos comunitarios del trabajo agroecológico de las mujeres en Vale do Ribeira, una región del estado de São Paulo que visitó el grupo. El grupo pudo escuchar, directamente de estas mujeres, cómo realizan su trabajo colectivamente y cuáles son los impactos positivos para la comunidad. “Recuperar este conocimiento es también recuperar las historias de mis ancestros”, concluyó Aminata.

Feminismo y juventud en defensa de los bosques

La reflexión sobre el papel del feminismo en la lucha fue el eje de muchos debates, incluido el papel de la juventud en las comunidades. La joven indonesia Wiwiniarmy Andilolo compartió que, en su país, es común que los pueblos originarios y del campo sean estigmatizados por la juventud influenciada por el discurso urbano hegemónico. “La juventud prefiere vivir una vida más “cómoda” en la gran ciudad, ya que no tienen ese sentimiento de pertenencia. Las generaciones más jóvenes tienden a sentir que son diferentes y están separadas de la comunidad”, dice Wiwiniarmy.

Ante esta trampa desintegradora, articulada por el avance del capitalismo, las comunidades tradicionales se esfuerzan por mantener vivos sus saberes desde la conexión con el territorio y la naturaleza, y con modos de vida más compartidos, creando puentes entre lo urbano y lo rural, lo moderno y lo ancestro. “Regresaré a mi ciudad después de terminar mis estudios en la ciudad, y haré algo similar a lo que ha hecho la comunidad aquí. No tienes que estar en la frontera de tu propia comunidad para ser transformada por nuevas perspectivas, y eso es exactamente lo que estamos haciendo ahora”, informa Winwin.

La participación política de las mujeres impacta directamente en la vida comunitaria. Cuando las mujeres se organizan, sus comunidades tienden a ser más conscientes de los riesgos que las grandes empresas pueden traer al territorio. Como responsables de tareas fundamentales para el sostenimiento de la vida y la cohesión de las comunidades, las mujeres aportan diferentes perspectivas sobre el avance del capitalismo y el mercado, teniendo un mayor compromiso con la protección de sus territorios. Un ejemplo es el que trae Natália Lobo sobre la experiencia en el Nordeste brasileño, donde las mujeres son activas en la lucha contra las empresas de energía eólica. “En estas comunidades, las militantes de MMM están organizadas en asociaciones, en espacios mixtos, y dijeron que fueron las primeras en las asociaciones y en los espacios de organización en decir ‘no’ a la energía eólica”, explica.

En Chiapas, México, así como en varias regiones africanas, las mujeres están en primera línea en la lucha contra los monocultivos de palma aceitera. Las empresas involucradas en la producción de aceite de palma en los países del sur global combinan la fuerza militar, la explotación laboral y el acaparamiento de tierras para obtener más ganancias en la extracción de la materia prima. Los impactos en la vida comunitaria son muchos, incluido el aumento de la violencia contra mujeres y chicas y el trabajo precario sin derechos. Conscientes de los riesgos que el avance de estas empresas representa para la reproducción de la vida, las mujeres organizan y fortalecen los vínculos entre las agendas del feminismo y la justicia ambiental.

Para Claudia, la lucha de las compañeras de Chiapas contra el monocultivo de palma aceitera es similar a la lucha de las mujeres brasileñas por la soberanía energética porque son resistencias difíciles, pero se organizan con irreverencia: “Al igual que las compañeras de Chiapas, las compañeras de acá enfrentan procesos que también son muy duros y violentos, y que sin duda podrían secarnos el corazón. Pero la dulzura, la ternura con la que nos recibieron, el abrazo, la comida y la alegría con la que nos compartieron sus territorios es hermoso y realmente alienta”.

Durante el intercambio, Natália recordó una canción del movimiento agroecológico brasileño que dice que, “sin mujer, la lucha está a medias”. Y en todo el mundo, donde avanza el capitalismo, también hay resistencia de las mujeres que denuncian la destrucción de las empresas transnacionales, que son un enemigo común en muchos territorios.

Fuente de la información e imagen:  Capire

Comparte este contenido:

España: El movimiento feminista clama en las calles para que cese el terror machista

Fuentes: www.publico.es

Por: Marisa Kohan, Celia Vasco


La ciudadanía dice «basta ya» a las violencias contra las mujeres después de unas horas trágicas en las que se halló sin vida el cuerpo de una de las niñas desaparecidas en Tenerife y se hayan confirmado dos asesinatos por violencia de género más.


El feminismo ha gritado en la noche de este viernes «basta ya». La barbarie machista ha teñido de dolor España y ese sentir se ha reflejado en las calles y plazas de muchas ciudades y localidades tras unas últimas horas negras. Este jueves se halló en el fondo del mar el cuerpo sin vida de la pequeña Olivia; la expareja de Rocío Caíz, la menor de 17 años desaparecida en Sevilla, confesó que la mató; y se confirmó que la muerte de la mujer arrojada por un balcón de un hotel de Ibiza es también un asesinato machista.

La convocatoria, surgida en las redes sociales, citaba a las 22.00 horas de este viernes a toda la ciudadanía para mostrar su rechazo y repulsa al terror machista que no cesa. Un total de 11 asesinatos por violencia de género en sólo un mes, entre el 9 de mayo y la primera semana de junio, han hecho saltar todas las alarmas. En pocos días se han concentrado más de la mitad de los 19 asesinatos registrados desde que comenzara el año. Los seis crímenes —cinco mujeres y un niño de siete años hijo de una de ellas— que se produjeron entre el 17 y el 23 de mayo, ya pusieron en guardia al Gobierno y al movimiento feminista. Desde hacía más de un año no se encadenaban varios casos en pocos días.

El espejismo de reducción de violencia machista que había dejado el año pasado con 45 asesinadas, una de las cifras más bajas de toda la serie histórica, debido al confinamiento y la reducción de la movilidad para prevenir los contagios de la covid-19, lejos de hacer disminuir la violencia de género la incrementó. La disminución de denuncias y de asesinatos, explicaron diversos expertos, no se debía a una rebaja de esta violencia, sino a que el control que ejercían los maltratadores sobre sus víctimas hacía menos necesario el castigo físico.

En la Plaza del Sol de Madrid se han concentrado decenas de personas. Al inicio del acto, varias personas cercanas a la formación de ultraderecha Vox han tratado de reventar la convocatoria. Sin embargo, la Policía ha intervenido y los ha apartado de la zona. Los manifestantes han chillado «fuera» y han tapado el barullo a grito de «feministas y antifascistas». Además, las asistentes, vestidas de negro y equipadas con velas, han coreado lemas como el de «no estamos todas, faltan las asesinadas». También han pedido la libertad para Juana Rivas. A las 23.00 se ha celebrado un minuto de silencio por las víctimas de la violencia machista, que ha finalizado al grito de «aquí estamos las feministas».

Una madre que que lleva un año viviendo con una orden de alejamiento de su expareja tras haber sido amenzada, Verónica Saldaña, ha acudido a la concentración «aterrada por lo que ha ocurrido» esta semana. En declaraciones a Público, Saldaña ha denunciado que le sigan diciendo «que no se puede hacer nada» ante la inacción de la Justicia: «Un papel con una orden de protección no me protege, no es una vaya eléctrica», ha señalado. «Yo lo que necesito es que se proteja a mis hijos, que es por lo que no vivo, no duermo y no puedo hacer una vida normal», ha sentenciado.

También ha habido actos de repulsa en Martín de la Jara, la localidad sevillana de la que es originaria Rocío Caíz. Cientos de vecinos han marchado desde sus barrios y hasta la plaza del Ayuntamiento del municipio al grito de «queremos justicia». En un manifiesto, el Consistorio ha expresado su más «rotunda condena sobre este crimen machista», para lamentar que «el desenlace ha sido el peor y el menos deseado por todos».

Decenas de personas se concentran este viernes en la madrileña Puerta del Sol para condenar los últimos casos de violencia machista.
Decenas de personas se concentran este viernes en la madrileña Puerta del Sol para condenar los últimos casos de violencia machista.  FOTO/ JUANJO MARTÍN

En Tenerife las calles se han llenado de pancartas, proclamas y protestas ante lo que, aseguran no es «un hecho aislado», sino una muestra de la violencia más «terrorífica». En declaraciones a Efe, la portavoz de la Plataforma 8M, Ana Heránadez, ha recordado que negar la violencia de género contribuye a crear un clima social favorable a los asesinatos machistas. «Todas esas voces conservadoras son cómplices y si tuvieran vergüenza estarían escondiéndose debajo de las piedras», ha dicho.

En Granada se han concentrado unas 300 personas para mostrar su repulsa al encarcelamiento de Rivas, pero han hecho extensiva la protesta a todos los casos relacionados con la violencia machista. Bajo el lema «contra las violencias machistas hacia mujeres y menores», las asistentes han coreado consignas como «ni una menos, vivas nos queremos» o «el sistema judicial es machista y patriarcal».

Simultáneamente, en Barcelona, unas 600 personas según la Guardia Urbana se han dado cita en la en la plaza Sant Jaume con una gran pancarta en la que se podía leer «basta de violencia machista y represión». En Mallorca también varias decenas de asistentes ha pedido en la plaza de Cort «tolerancia cero» ante «cualquier tipo de violencia contra la mujer», según recoge Europa Press.

Violencia institucional

En los últimos días no sólo los asesinatos han destapado la espita de la indignación. Al tiempo que aparecía asesinada la mayor de las hermanas de Tenerife, Irune Costumero sentaba en el banquillo a la cúpula de los Servicios Sociales de Bizkaia por haberle arrancado de forma violenta a su hija hace ya cuatro años, sin orden judicial y aplicando el inexistente síndrome de alienación parental. Este viernes, Juana Rivas ha entrado en prisión condenada por secuestrar a sus propios hijos a los que pretendía proteger de un padre maltratador. Violencias institucionales que culpabilizan a las madres protectoras cuando actúan por el bien de sus propios hijos.

El caso de Sara B. B. que perdió la custodia de sus hijas después de que la sanidad extremeña denunciara a su expareja por violencia de género y por presunto abuso de su hija, es otro de los casos que plagan este mapa de los horrores. Recientemente un grupo de 20 madres han denunciado a España ante la ONU por la violencia institucional al denunciar abusos sexuales hacia sus hijos e hijas.

Desde que hay estadísticas sobre los crímenes de violencia de género, definida como la que ejercen las parejas o exparejas de las mujeres, en España han sido asesinadas 1.095 mujeres, aunque los dos últimos crímenes están aún por ser reconocidos oficialmente, y 39 menores hijos de estas (las niñas de Tenerife aún no han entrado en las estadísticas). En total 1.135 víctimas que no han conseguido generar una revolución social que este viernes agita las calles de toda España.


Fuente: https://www.publico.es/sociedad/movimiento-feminista-clama-calles-cese-terror-machista.html

Comparte este contenido: