Finlandia/13 febrero 2017/Fuente: Reduca
Educación 2020, ONG chilena integrante de Reduca, entrevistó al embajador de Finlandia en Chile Markus Leinonen, quien analizó el sistema educativo finlandés y las oportunidades de mejora para la educación de otros países. Apuntó a la investigación: “Llevamos más de 40 años de reformas”. A los docentes: “¿Dónde está la capacitación para los miles de profes que necesitan ayuda?”. Y al consenso político: “no nos ganamos el Loto en educación, fue trabajo”.
“A veces me da vergüenza que hablen sólo de Finlandia”, dice Markus Leinonen, embajador de Finlandia en Chile, cuando le preguntan por la educación de su país. Y durante la conversación, varias veces, advertirá: “no existe un modelo finlandés”. Lo que hay, asegura, “son experiencias, conceptos, metodologías para compartir, que sirven como referencia si se contextualizan a las condiciones chilenas”.
Markus Leinonen piensa que Finlandia y Chile tienen mucho en común: uno tiene 5,5 millones de habitantes, el otro 16. Uno depende de la madera, el otro del cobre. En ambos ha habido mucha migración campo-ciudad. Y ambos comparten “la calidad de personas”. “Nosotros somos como los chilenos, bien calladitos y trabajadores”.
Por eso, Leinonen cree que Chile tiene bastante que mirar de Finlandia como punto de referencia.
¿Cuáles son esos conceptos y buenas prácticas que destaca de Finlandia?
Durante décadas hemos invertido desde el mundo público y privado en investigación, por eso tenemos el número más alto del mundo de investigadores por millón de habitantes: 7.400. Por tanto, tenemos una masa crítica de resultados, a partir de la que se hace algo práctico. Es decir, de ahí salen las innovaciones, las nuevas metodologías que usamos para solucionar problemas y para aprendizaje y enseñanza.
¿Por ejemplo?
El acoso escolar es común en Finlandia, Estados Unidos, Chile y todos los países occidentales. Es un ejemplo perfecto de cómo se puede tener de referencia y aplicar en Chile contextualizado. Hay un programa que en finés se llama KiVa, que significa “colegio agradable”. Se inventó en 2009. La Universidad de Turku estudió y analizó científicamente en qué consiste el fenómeno del acoso escolar. Y científicos repasaron y repasaron conductas y llegaron a la conclusión de que el acoso sigue ocurriendo porque un número importante de personas al rededor del acosado lo dejan pasar, se quedan callados.
Muchos cómplices pasivos.
Claro. Ahí desarrollaron metodologías para mejorar esta situación y lograron tener éxito y cuando hay éxito, hay interés en el extranjero. Decidieron traducirlo a sueco, inglés, francés y hasta español. Pero no se pudo utilizar el programa anti acoso escolar finlandés aquí en Chile, aunque existía una versión en español, porque las condiciones son diferentes. La Universidad de Turku ahora trabaja con la Universidad de Los Andes para adaptarlo a las condiciones chilenas.
¿Y alguna metodología más a corto plazo?
No sé si llamarlo perfeccionamiento, capacitación o formación. La educación es un buque transoceánico que requiere mucho tiempo para moverse. Todo capitán sabe que hay que planificar, hay que saber cómo funcionan los motores, en fin. ¿Y cuál es la tripulación de ese buque? Los docentes. Ningún buque va a ninguna parte si la tripulación no sabe conducir. En Chile, la tripulación no está al 100%, hay que profesionalizarla. ¿Dónde está la discusión en Chile de la capacitación de los cientos de miles de profes que están en las aulas y necesitan ayuda? Ellos son los agentes de cambio.
¿Cómo lo hicieron en Finlandia?
Llevamos más de 40 años desde nuestras reformas. Ahí tuvimos uno de los grandes logros con docentes: comprendimos que hay que darles herramientas para que ellos mismos se autocapaciten. Cuando estudian para docentes, les damos muchas capacidades investigativas. Tienen mucha autonomía. No hacemos inspecciones a profes o escuelas hace décadas. Todo es autoguía. Los profes tienen la capacidad de autocorregirse. Y lo hacen bien porque piensan: confían tanto en mí que no puedo fallar.
Una pasante finlandesa en Educación 2020 contaba que allá pedagogía es una carrera muy reconocida.
Sí, el sistema de selección es muy estricto. En Finlandia es más fácil ser piloto de guerra que profesor, porque se necesita gente que sepa el contenido, pero además que sepa guiar y traspasarlo.
En el boletín de noticias que envía la embajada viene una nota sobre una capacitación “a la finlandesa” a profes en Chillán. ¿Cómo fue eso?
Primero se capacitaron a distancia, con e-learning de expertos finlandeses, y luego llegó un equipo de Finlandia que les ayudó a armar sus clases en aula. Ahí comenzaron a aplicar un nuevo paradigma: el mundo es tan complejo que no basta con los conocimientos, sino que hay que aplicarlos a un contexto.
Exacto, es una de las características de la innovación educativa que promueve Educación 2020.
A eso voy. Cuando fui a Chillán, los estudiantes estaban aprendiendo sobre la segunda guerra mundial. Llegó el profesor de matemática y comenzaron a aplicar sus conocimientos para saber qué pasó demográficamente en Europa. Qué significó la muerte de tantos hombres, que hubiera tantas mujeres, el baby boom. Calculaban porcentajes con ejemplos de la vida real. Luego, llegaron profes de ciencias y analizaron cómo la guerra afectó no sólo a seres humanos, sino también fauna y flora. No se trata de abandonar el contenido, sino de cómo lo aplicas. En inglés se llama phenomenon-based teaching.
¿Qué decían los profes del cambio de paradigma?
La absoluta mayoría opinaba que mejoró los resultados de la comprensión de estudiantes.
Pasando a otro tema, ¿cómo es la educación técnica en Finlandia?
En el sistema actual, los alumnos entran, toman sus cursos, después se van a una empresa y hay feedback al colegio. Parecido al dual de Alemania, pero allá es colegio, empresa. En Finlandia es colegio, empresa, colegio, empresa. Nosotros tenemos universidades de ciencias aplicadas, que viene después de los conocimientos básicos técnico profesionales, y uno puede ir avanzando hasta alcanzar un doctorado. También pasa que si entró a una carrera universitaria y luego se cambia a técnica, lo aprendido cuenta a su favor. El resultado son personas académicas y prácticas. Las empresas se saborean ese perfil (se ríe).
¿Qué otras diferencias reconoce entre los modelos de Finlandia y Chile?
Tratamos de tener un equilibrio entre la parte blanda y la más dura, desde muy chiquititos. En Finlandia uno va al colegio a los 7 años, el kínder garden no es para leer, si el niño muestra que quiere hacerlo, adelante, pero solamente a forma de jugar. Lo importante de ese período es el proceso de socialización: aprender a vivir juntos.
Aquí en Chile hay una reforma en curso, pero las visiones de educación de la izquierda y la derecha son demasiado opuestas y eso traba los cambios.
No hay receta universal, siempre habrá gente que no esté de acuerdo. En Finlandia logramos entendimiento cuando definimos juntos qué país queríamos en 30 años. Como observador en Chile “adentro pero fuera” eso me preocupa. Finlandia es chiquito, por eso tenemos ventaja para hacer cambios. Y lo que logramos fue por trabajo, no ganamos el Loto ni fue un milagro. El trabajo nos dio un final feliz en educación. Chile también es manejable, no es tan grande y tienen tradición de centralismo fuerte, sólo tienen que ponerse un poco más de acuerdo.
Fuente: http://www.reduca-al.net/noticias/embajador-de-finlandia-en-chile–1161