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Libro(PDF): ¿Por qué luchamos? Un libro sobre amor y libertad

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Manuela D ́Avila explica el feminismo actual para quien todavía no lo conoce o comprende. Con ella es posible entender que el feminismo es un asunto de todas y de todos. Es un libro dedicado especialmente a mujeres jóvenes que se quieren comprometer o quieren saber más y no se animan a preguntar. Es, también, una conversación, un abrazo y un punto de apoyo para reflexionar sobre la maternidad y la sororidad, las diferencias y la igualdad, la deconstrucción y la libertad, la violencia doméstica y el miedo, en definitiva: todo aquello por lo que luchamos. La autora sugiere pero también interactúa con las lectoras, incita a la reunión, la cofradía y la escucha para asegurarse (y asegurarnos) de que las mujeres no estaremos nunca más solas.
Autora: Manuela D’Ávila

Editorial/Edición: CLACSO. Siglo XXI.

Año de publicación: 2021

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-051-4

Idioma: Español

Descarga: ¿Por qué luchamos? Un libro sobre amor y libertad

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2413&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1598

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Entrevista a Lucila Puyol: “El feminismo es una forma de ver la vida, de construirla y de transitarla”

Por: Sergio Ferrari

Los movimientos feministas y las mujeres presentes en las calles marcan los ritmos de muchas de las principales movilizaciones sociales de los últimos años en buena parte de América Latina.

El feminismo juega un rol preponderante, significa una entrega ilimitada y constituye una fuerza liberadora: síntesis del pensamiento de Lucila Puyol, quien integra desde su creación la agrupación H.I.J.O.S. (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). Puyol es hija de dos militantes de la década del 70: su padre está desaparecido desde diciembre de 1976 –en plena época de la Dictadura Militar–, y su madre fue presa política durante casi seis años entre 1975 y 1980.

Se autodefine como feminista, militante en derechos humanos y de género. Es abogada en causas donde se juzgan delitos de lesa humanidad. En diciembre de 2019 fue designada Secretaria de Derechos Humanos y Diversidad de la Provincia de Santa Fe, Argentina.

P: ¿Cómo presentaría, muy brevemente, el movimiento feminista?

Lucila Puyol (LP): Los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM), la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y el Movimiento Ni Una Menos son prueba de que las mujeres tenemos imaginación, sabemos lo que queremos y contamos con una visión estratégica. El ENM es, tal vez, una experiencia única a nivel mundial. El primero, se convocó en Buenos Aires en 1986 y hasta ahora se han realizado 35 encuentros.

Es interesante comprobar que, en estos años, todas las reformas legislativas que se refieren a la mujer nacieron de estos encuentros: divorcio, patria potestad compartida, el primer taller de anticoncepción y aborto, la lucha por la visibilidad de la violencia contra la mujer, el surgimiento de la Campaña Nacional por el derecho al aborto, entre otras.

En cuanto a nuestra visión, el feminismo en nuestro país –y en América Latina– es un movimiento profundamente político –aunque no partidario–, potente, con definiciones claras a favor de los derechos humanos.

P: ¿También en Argentina, como en tantos otros países, existen diversas concepciones de feminismo?

LP: Es cierto. No hay un solo feminismo. Junto con otros miles de mujeres, lo entendemos como un feminismo popular. Es decir, anticapitalista, antiimperialista, antirracista y profundamente anti patriarcal. Nos definimos como movimiento feminista de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Por lo tanto, otro desafío es la ruptura del binarismo y el cuestionamiento a la heteronormatividad impuesta.

Nuestro principal desafío es abolir el patriarcado: sistema político, cultural y económico que nos somete a las mujeres, a las disidencias y a todos los sectores oprimidos desde hace siglos.

Y en ese camino, es mucho lo que nos falta todavía: la autonomía sobre nuestros cuerpos es prioritaria; la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), también es fundamental. Pero no son suficientes. La lista de reivindicaciones es extensa:  el derecho al acceso a los métodos anticonceptivos y a la educación sexual; las tareas de cuidado equitativas; la erradicación de la violencia de género y su máxima expresión: los femicidios y la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.

No menos significativa es la disputa por el lenguaje. Es otra batalla que también estamos dando las feministas, ya que lo que no se nombra, no existe. Fue así que hace años empezamos a nombrarnos: nosotras y nosotros, todas y todos…

La pandemia limitó la movilización

P: ¿En qué medida las organizaciones de mujeres de Argentina han debido readaptar su trabajo y movilización en época de pandemia?  

LP: Uno de los mayores obstáculos que impuso esta crisis sanitaria es no poder movilizarnos en la calle. Nuestro movimiento mueve miles de mujeres y disidencias en marchas, encuentros, festivales, luchas concretas, etc.

Sin embargo, cuando en diciembre de 2020 el Parlamento Nacional trató el proyecto de la IVE, recuperamos nuevamente las calles. Con barbijos, distanciamiento, y todos los cuidados. Era esencial mostrar la fuerza del movimiento porque los grupos anti derechos –que no cumplen con las disposiciones anti pandémicas– también habían salido a la calle.

Lucha esencial de Madres y Abuelas

P:  A nivel internacional, la lucha argentina antidictatorial y por la democracia se conoció, principalmente, a través de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo.

LP: En Argentina, y América Latina en general, el feminismo nació en las organizaciones del pueblo y al calor de las luchas de resistencia contra las dictaduras. En nuestro país está íntimamente unido al movimiento de derechos humanos.

En ese combate resaltamos el papel central de las mujeres y especialmente de nuestras Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. La irrupción de estas mujeres en el ámbito público transformó ese espacio –“la plaza”- a partir de la lucha para encontrar sus familiares, incluyendo a los nietos y las nietas desaparecido-as.

El concepto “lo personal es político”, tal como lo definía la feminista estadounidense Kate Millet, se encarnó en estas mujeres gigantes.

Estamos persuadidas de que la perspectiva de género y de derechos humanos debe atravesar todas las políticas públicas y todos los aspectos de la sociedad. Sólo así construiremos un mundo más humano.

Los valores internacionalistas de una lucha común

P: ¿Ese mundo más humano del cual habla requiere una visión de feminismo bien amplia?

LP:  El feminismo popular en el que me inscribo es profundamente revolucionario e internacionalista porque plantea un horizonte emancipatorio: vino a romper con el orden injustamente establecido, a discutir lo que quieren callar, a dar luz lo que se pretende ocultar. ¡Ya no hay vuelta atrás, a este mundo lo vamos a cambiar!

El feminismo tiene la mirada amplia: sabemos lo que es la discriminación, sabemos lo que es el maltrato y el no reconocimiento, porque los hemos sufrido por siglos. Por eso abrazamos a quienes también sufren esa discriminación y maltrato en sus cuerpos en cualquier parte del mundo. Para nosotras, el feminismo es una forma de ver la vida, de construirla y de transitarla.

Fuente e imagen: rebelion.org

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Entrevista a Lila Feldman: «Los sueños son la reserva humana por excelencia»

Por: Malen Otaño

Esta entrevista a Lila sucede sin habernos conocido, vivimos a mil kilómetros de distancia, pero en este diálogo estamos ambas sentadas en el mismo escritorio, ella desde el quincho de su casa en Capital y yo en una cabaña en el sur. Nunca nos vimos a los ojos, ni nos reímos juntas, ni nos saludamos al despedirnos, ni escuchamos nuestras voces en vivo, el encierro nos acercó, pero también nos acerca la práctica del psicoanálisis y el afecto por la escritura. Tomar la palabra para compartir nuestras preguntas son formas de movilizarnos, tomar otros atajados para no estar tan encerradas en nuestras cabezas.

Lila Feldman es psicoanalista y escritora, hace un tiempo editó con Topia un libro que se llama “Sueño, medida de todas las cosas”, una de las frases más lindas del libro y que hoy resuena distinto es que el sueño produce un fondo en el que se hace pie. En este contexto de aislamiento y encierro, soñar aparece como un nuevo lugar, tengo sueños sobre el futuro, siento que tienen algo de premonitorio, y lejos de entristecerme siento esperanza por un futuro que por ahora puede ser soñado.

-Decís en un momento que los sueños son también una medida para ver o una medida para escribir. ¿Cómo podrían ser una medida para inventar un futuro más sensible ? 

Los sueños, pero más aún el soñar, lo vengo pensando en relación a la idea de fábrica. Usina de futuro, y de libertad, motor de la la vida psíquica y de la vida colectiva. Guardián del dormir, decía Freud, yo agrego que además guardián del vivir.

Sin embargo, hay que decir que no siempre los sueños sensibilizan, pueden hacerlo, ello es parte de su potencia. Hay veces en que los sueños se han ligado (lo vemos en la historia de la humanidad tanto como en las pequeñas biografías e historias singulares, las de cada uno) a ideales de sumisión, destrucción, violencia, muerte.

En ese sentido tal vez tenemos que estar advertidos, no siempre sensibilizan.

También es igualmente cierto que el sueño es el territorio de la vida psíquica en el que nadie ha logrado penetrar, al menos aún, y en ese sentido es un sitio, o el sitio por excelencia, para resistir y sostenernos. El lugar de más absoluta intimidad, fuente de creación, de descubrimiento, de asombro, orilla en la que hacer pie como vos decías retomando aquella frase de mi libro, pero también un ir más lejos, un soltar amarras y despegar de la tierra firme.

Si estos tiempos de pandemia y “aislamiento” nos obligan a ello, hoy más que nunca redoblamos la apuesta.

Sucede que las personas, lo veo en pacientes, amigos, personas cercanas, yo misma, estamos viviendo un momento de extraño despertar, de vivencia de pesadilla, de tiempo alterado, a veces de desorden en la posibilidad de dormir, de conciliar el sueño. Por cierto también, afortunadamente, de proliferación de sueños y deseo de narrarlos, no únicamente en el espacio analítico, de ponerlos en común. Y a veces escuchamos el “volví a soñar” como lo que nos rescata de cierto estupor, parálisis, perplejidad frente a los que sucede y nos sucede, luego de un inicial efecto de “conmoción”.

Los sueños otorgan al abismo medida humana, transforman los abismos en medida humana, ese es el planteo inicial del libro.

-Leí una frase de Bifo, plantea que “la normalidad no volverá” o no como la conocíamos, siento que es un riesgo y un fracaso volver a esa aparente normalidad. Esa idea era sofocante y nos estrangulaba todos los días. ¿Cómo pensas esa frase?  

Vuelvo a algo que dije recientemente en otro lugar, la “normalidad” siempre fue un riesgo, una ilusión, una ficción, una vara responsable de tantos desastres en múltiples teorías, prácticas y políticas. Ahora en todo caso, quedó puesto más de manifiesto. Más desnudo, más visible, más expuesto. Encarnado ya no solo en intuiciones o ideas sino también en  nuestras actuales vivencias y experiencias. Sensibilidad, fragilidad, provisoriedad, finitud, precariedad, desigualdad. La magnitud de las desigualdades. Están adquiriendo otra materialidad, otro espesor en estos días. Forman parte de un proceso de descubrir y reflexionar sobre cantidad de cosas que forman parte de los arrasamientos que la pandemia causó y causará, así como de la posibilidad de poner todo en cuestión, abrir preguntas, que ojalá podamos profundizar y asumir. Trabajar, y desmenuzar. Porque la pandemia es resultado de nuestra anterior “normalidad”. ¿Queremos, una vez más, volver a la normalidad? Por otro lado: ¿eso sería posible, aunque lo querramos?

Nos faltan todas las respuestas, pero ¿por qué no animarnos al coraje de hacernos buenas preguntas? Aún con toda la angustia y el miedo que ello genera.

-En esto de hacerse preguntas, pienso que a veces tenemos temor a abrir esos interrogantes porque no hay certezas, no hay garantías de lo que va pasar, de quienes vamos a ser. En todo caso si hay algo que pone en evidencia esta pandemia es que no estamos encerrados por un virus, estamos aislados porque no tenemos la vacuna. De todas maneras será con preguntas que podamos dar pasos más firmes, aunque sea en la oscuridad…..Me encantó esa pregunta de Preciado en un texto publicado hace unos días ¿Bajo qué condiciones y de qué forma podría la vida valer la pena ser vivida? Es la pregunta de muchxs en un análisis. De hecho estoy leyendo en las redes esta idea que se repite de que nos pusimos “existenciales”….

Sí, nos pusimos existenciales. En esa línea, pregunto ¿qué es una vida propia? ¿qué es una vida libre? o en todo caso, ¿no estamos siempre batallando, buscando ampliar nuestros márgenes de libertad? Tenemos que redefinir tantas cuestiones…Si esta crisis es posibilidad de situarnos en esas preguntas… sin que se vuelvan catastróficas.

Contar con políticas de cuidado nos permite hacernos esas preguntas, nos rescata un poco de la brutal inermidad que han sufrido y padecen en otros países. O la que nos hubiera condenado a nosotros a un destino muchísimo más incierto y horroroso, si el virus hubiera llegado unos meses antes, en el marco del gobierno anterior.

Podemos seguir pensando, por supuesto, en esa línea tan difícil entre cuidado y control, lo delicada que es esa línea. Sin embargo, yo al menos, entiendo que podemos ponernos existenciales siempre y cuando la urgencia no sea únicamente la de sobrevivir, y siempre y cuando los desamparos no sean demasiado brutales.

-Nosotras podríamos preguntarnos, ¿bajo qué condiciones y de qué forma los sueños valen la pena ser soñados ? Pensando en que los sueños son también una forma de política, la política del deseo, de lo singular, de lo propio. 

Los sueños, aún los más angustiosos, esos que nos despiertan, valen la pena ser soñados. Porque pienso que más que poner atención al contenido de los sueños, o independientemente de su contenido, el sueño indica que la capacidad de soñar sigue motorizado la actividad psíquica, formando parte de lo que nos constituye y humaniza, formando parte de nuestras narraciones más íntimas pero también de las narraciones colectivas, las escrituras que proliferan hoy.

Política de los deseos, sabemos además que el deseo (nunca es uno solo, son muchos, concientes e inconcientes) es lo no domesticable, por excelencia. Los sueños, ese universo de trabajo, elaboración y creación a partir de nuestros conflictos, nuestros conflictos infantiles, y también los actuales. Que ese trabajo que el soñar posibilita y expresa nos siga enlazando a otros, tanto en el terreno analítico, transferencia mediante, como en los encuentros virtuales amorosos, íntimos, novedosos y creativos, es parte de nuestra esperanza de hoy. En esos enlaces los aislamientos pierden o disminuyen dureza y sufrimiento, o incluso se profundizan o generan acercamientos nuevos.

Entonces, los sueños crean futuro psíquico y futuro político, pero nos anclan a la temporalidad, nos sitúan respecto de un tiempo “propio”. Suelo citar a Rodrigo Fresan, que dice que los sueños no pertenecen ni al pasado ni al presente ni al futuro, sino que son algo así como un “cuarto tiempo”. Creo más bien que los sueños humanizan el tiempo, lo sacan de la cronología y la linealidad, y arman historia. Allí un poco está la pregunta por quiénes somos y por nuestros deseos, generalmente enigmáticos y misteriosos, a veces irreconocibles. Allí está también la necesidad de narrarlo. Los sueños son una escritura particular, y requieren una narración y una escucha particular. Una hipótesis en la que vengo pensando y planeo desarrollar es que los sueños están fuertemente ligados al origen de la literatura. No olvidemos que también los sueños tienen todo que ver con el mismo origen del psicoanálisis, el autoanálisis de Freud y la creación del método psicoanalítico le deben muchísimo a ellos. Y en la historia de la filosofía ocupan enorme lugar. Incluso son piezas clave de conocimiento para las culturas antiguas y el mundo no occidental.

Los sueños, en suma, son la reserva humana por excelencia, contra todos los sistemas y maquinarias de dominación y control, los sueños se imponen. Resisten. Por eso escribí en otro texto: el sueño es al futuro lo que el azogue al espejo. Es la sustancia de la que estamos hechos… parafraseando a un célebre autor. Es la materia libidinal con la que sostenemos y llevamos adelante nuestras vidas, proyectos, y batallas.

Si lo neoliberal quiso imponernos el “fin de la historia”, y lo sigue haciendo, junto a tantos otros espejismos (esa idea de normalidad que discutíamos antes está muy emparentada, también es un espejismo), tampoco este virus, ni los aislamientos que hoy requiere, decretará el fin de los sueños.

Los sueños son bastión. Trinchera. Porque allí nadie ingresa a la fuerza. En tiempos en los que el desarrollo científico-técnico-mercantil busca penetrarlos, controlarlos, dirigirlos, programarlos, ya sea con propaganda, pastillas, mediciones de las ondas cerebrales, etc; los sueños, nacidos de ese tejido inmaterial, inaprensible e indestructible, aunque a veces se evapore y juegue con nuestra memoria, son sitio de resistencia. La resistencia de la palabra como forma de combatir los anhelos de desubjetivar y controlar lo humano, o de volverlo únicamente soporte o condición de producción y adaptación (cuando se duerme, no se consume ni se produce. Los sueños, entonces, son actividad psíquica no consumidora ni productiva, ni tampoco predictiva). Son el punto por excelencia de enlace de las pequeñas biografías, en la trama de cada subjetividad, y los movimientos colectivos, con su enormísima potencia transformadora.

-Y en los movimientos colectivos aparecen los “sueños colectivos”….

Los Feminismos populares son buena prueba de ello, muestran en qué medida los sueños amplían el campo de lo posible, a veces de modos inimaginables. Son acontecimiento (lo que permite a un inexistente ponerse de pié, decía Badiou). Las militancias ligadas a la ola verde pusieron en la agenda política el derecho al aborto legal seguro y gratuito, por ejemplo.

Mientras tanto los femicidios avanzan, las violencias contra las mujeres siguen ocurriendo, los aislamientos a veces pueden resultar de lo más monstruosos. El #niunamenos y la lucha contra el patriarcado es efecto de la posibilidad de soñar y hacer de eso política. Esos sueños cambiaron y lo seguirán haciendo, el modo de subjetivarnos. Son poderosos los sueños, no omnipotentes pero sí potentes. Cómo seguir soñando colectivamente ahora que no tenemos las calles? Ahora que hay otras urgencias? Son algunas de las preguntas que me hago.

-Pero todavía tenemos los cuerpos! Se me viene un texto de Comité Invisible, dice que “todas las razones para hacer una revolución están ahí. No falta ninguna. El naufragio de la política, la arrogancia de los poderosos, el reinado de lo falso, la vulgaridad de los ricos, los cataclismos de la industria, la miseria galopante, la explotación desnuda, el apocalipsis ecológico… no se nos priva de nada, ni siquiera de estar informados de ello. Todas las razones están reunidas, pero no son las razones las que hacen las revoluciones; son los cuerpos. Y los cuerpos están delante de las pantallas”. 

Te escucho, y agrego: soñamos con todo el cuerpo. El que crea que soñamos sólo con la cabeza, sepa que está equivocado…

Fuente: http://lobosuelto.com/suenos-reserva-humana-feldmanotano/

Imagen: Suyai Otaño

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Libro Feminismos Populares, Pedagogías y Políticas (Descargar)

FEMINISMOS POPULARES, PEDAGOGIAS Y POLITICAS

AUTOR: CLAUDIA KOROL

EDITORIAĹ: CHIRIMBOTE

ISBN: 978-987-1497-80-5

MATERIAS: GENERO EDUCACION, DIDACTICA, PEDAGOGIA

Este libro fue amasado por diversas manos. Algunos de sus artículos nacieron en nuestros talleres de educación popular, otros fueron fruto de diálogos con compañeras de diversas experiencias de este río que van formando los feminismos populares en Nuestra América.

Se fueron sumando a esta publicación experiencias de mujeres que desde diferentes latitudes vienen tejiendo resistencias rebeldes y creativas. Mujeres organizadas en movimientos sociales, gritando, creando estrategias de transformación de sus realidades y las de sus países.
Estas páginas cuentan la lucha de mujeres colombianas, venezolanas, argentinas, brasileras, cubanas, paraguayas, guatemaltecas, palestinas, por la defensa de los cuerpos y los territorios. Mujeres campesinas, indígenas, urbanas, que se la juegan por la paz y por la vida digna. Mujeres que se animan a la construcción de poder popular desde iniciativas antipatriarcales, descolonizadoras y socialistas. Trae también las voces de hermanas travestis, lesbianas, trans, que han ido enseñando nuevos modos de enfrentar la violencia patriarcal desde el feminismo.

Esperamos que estos textos sigan amasando nuevos momentos de los feminismos populares, tejiendo redes, creando espacios de reflexión y de más lucha, contra todas las opresiones que nos duelen, y por todas las emancipaciones que nos faltan.

Descargar: Feminismos-populares-Pedagogia-LibrosLibres-www.lafogata.com_

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Infancias libres: un libro para abordar la educación sexual integral

Por La Diaria

Militantes feministas argentinas plantean actividades y dinámicas para todo público.

Introducir la educación en géneros no siempre es fácil. Eso lo tienen claro las argentinas Nadia Fink y Cecilia Merchán, autoras del libro Infancias libres: talleres y actividades para educación en géneros, de las editoriales Chirimbote (que publicó la serie Antiprincesas) y Las Juanas. El objetivo del libro, que se presentó el lunes 20 en Montevideo, es ofrecer a los adultos responsables de niños una guía para generar preguntas disparadoras y dinámicas de talleres que sirvan para introducir la formación sexual integral a la vida de los más jóvenes. A partir de la gran repercusión del movimiento #NiUnaMenos en Argentina, las autoras consideraron que era el momento de “profundizar y abordar el tema de lo que pasa en las infancias, entender cómo se van asentando los estereotipos de género desde que nacemos en adelante”, comentó a la diariaMerchán, en su paso por la capital uruguaya.

Para las autoras, enfocarse en la infancia es “muy importante, porque es donde se empieza a socializar y se empieza a marcar en las personas el camino que deberían seguir”. Desde jóvenes, aseguran, a los niños se les marca con qué jugar o qué leer: “Las mujeres aparecemos en la literatura como las princesas a ser rescatadas por un príncipe, princesas que son absolutamente pasivas, que en general se tienen que enfrentar a otras mujeres que son malas. Revisar esto en las infancias es fundamental, porque si nos dicen de niñas que somos nosotras las que debemos jugar con las muñecas y a los varones no los dejan, después es lógico que en nuestra adultez seamos las mujeres quienes cuidemos a nuestro hijo y los hombres no”, puntualizó Merchán.

Durante su camino como militante de los feminismos populares Merchán ha dado muchos talleres y cursos. Acumuló, con el tiempo, un bagaje de prácticas y actividades que a su entender deberían ser compartidas. Todo lo que se presenta en el libro está “súper probado por un montón de talleristas de nuestro país y está pensado para que cualquier persona pueda desde elaborar una pregunta hasta coordinarlos”. En la propuesta parten de ciertos conceptos de la educación popular, como la pedagogía de la pregunta: “No vamos creyendo que sabemos todo y que los demás no saben nada, sino que nos preguntamos cosas, aprendemos todo el tiempo”. Para la autora “el libro tiene en su interior todo lo que hace falta para generar un taller y desde ahí pensar y repensar nuestras propias construcciones y estereotipos de género. No es, para nada, un libro para personas expertas”, resumió.

A mis hijos no los tocan

La educación sexual ha sido terreno de disputa últimamente. Para Merchán es “fundamental” que se pueda avanzar en la implementación de las conquistas legales en las políticas públicas; la autora comentó que ante el rechazo de algunos grupos, quienes defienden la educación sexual integral deben apoyarse en las leyes y convenios internacionales que contemplan y garantizan la diversidad en los seres humanos e impulsan su cuidado y promoción dentro del sistema escolar.

Sobre grupos como “A mis hijos no los tocan”, que se han posicionado –entre otras cosas– en contra de la Guía de educación sexual que se aplica en la educación primaria uruguaya, Merchán comentó que “no aceptan avanzar tal como lo está haciendo la sociedad, son grupos reaccionarios, porque reaccionan ante la ampliación de derechos y lo seguirán haciendo”. Ante esto propone dar una respuesta contundente y asegura que de ninguna manera se puede dejar de lado los programas de educación sexual en el ámbito formal.

Según la autora, la educación formal es un terreno muy rico para trabajar la educación sexual en el amplio espectro que la compone, ya que no se limita a una formación sobre reproducción. A su entender, “toda educación es sexual”, y en materias tan diversas y clásicas como matemática o historia es posible trabajar componentes que inviten a reflexionar sobre el rol que tienen hombres y mujeres en la sociedad; sobre todo, lo que se busca es que dentro de la educación formal se eliminen actividades estereotipadas para hombres y mujeres.

Fuente de la reseña:  https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2018/8/infancias-libres-un-libro-para-abordar-la-educacion-sexual-integral/

 

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Feminismos populares Las brujas necesarias en los tiempos de cólera

Por Claudia Korol

Los feminismos populares se han extendido por América Latina y abarcan un abanico diverso de movimientos de base territorial que interactúan con  movimientos de mujeres que no necesariamente se definen como feministas y participan de organizaciones populares mixtas. En el feminismo indígena, negro o de los barrios latinoamericanos emergen crecientes demandas de despatriarcalización, se desarrolla una renovada pedagogía feminista y se ponen en cuestión las propias jerarquías de las organizaciones de izquierda.

Apesar de la ofensiva conservadora que conmueve este tiempo, arrasando conquistas de los pueblos, contagiando cólera y rabia en los corazones, hay un aquelarre subterráneo, un movimiento de conciencia histórica que crece, se «encuerpa» desde la memoria, y cambia –nos cambia– la vida cotidiana. Me refiero a la irrupción en la política de colectivas de acción, pensamiento, sentimientos, sueños, que asumimos el feminismo como una propuesta que desafía a las múltiples opresiones producidas por el capitalismo colonial y patriarcal. Feminismos indígenas, campesinos, barriales, de trabajadoras de doble y triple jornada. Feminismos de sujetas no sujetadas, que respondemos colectivamente a los desafíos de la sobrevivencia y vamos haciendo realidad la propuesta: «si tocan a una, tocan a todas».

Los feminismos populares se han extendido por América Latina y abarcan un abanico diverso de movimientos de base territorial que interactúan con movimientos de mujeres que no necesariamente se definen como feministas y participan de organizaciones populares mixtas. En el feminismo indígena, negro o de los barrios latinoamericanos emergen crecientes demandas de despatriarcalización, se desarrolla una renovada pedagogía feminista y se ponen en cuestión las propias jerarquías de las organizaciones de izquierda.

El mapa político de nuestros feminismos

Históricamente han existido corrientes del feminismo que han sostenido fuertes vínculos con los movimientos de trabajadoras, entre ellas las anarquistas, socialistas y comunistas de comienzos del siglo xx, y también feministas que a lo largo de los siglos xx y xxi desarrollaron su activismo en organizaciones populares, fueron parte del movimiento de derechos humanos que enfrentó a las dictaduras, refundaron las luchas democráticas integrando los derechos de las mujeres, aportaron a la organización de las víctimas de prostitución y trata, comparten la búsqueda de niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas en democracia, acompañan a mujeres que sufren violencia en sus familias, a niñas y niños que sufrieron abuso sexual, a mujeres que denuncian la violencia sexual como crímenes de los Estados terroristas, etc. Pero fue en estas últimas décadas cuando se visibilizaron experiencias que denominamos genéricamente como «feminismos populares». Se trata de colectivas feministas, espacios de mujeres y/o lgttbi, que en algunos casos son parte de organizaciones mixtas, en otros no, pero que coinciden en la necesidad de no establecer jerarquías entre las distintas opresiones y eluden caracterizar las luchas como «principales» y «secundarias» –como las clasificaba la izquierda tradicional– para organizar sus acciones. Las feministas populares asumimos que en el sistema capitalista patriarcal y colonial las distintas formas de dominación y disciplinamiento de los cuerpos, los territorios, las comunidades, la naturaleza de la que somos parte se refuerzan mutuamente, y que cada logro en una perspectiva emancipatoria erosiona los pilares del sistema, en la medida en que contribuye a la creación de subjetividades –individuales y sociales– autónomas, capaces de imaginar un mundo diferente, y de crearlo. En Argentina existe un antecedente inelu- dible de estos feminismos populares: el de las asambleas de mujeres pique- teras que se realizaban los días 26 de cada mes sobre el puente Pueyrredón después del 26 de junio de 2002, cuando la policía asesinó a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en la estación Avellaneda (hoy renombrada como «Da- río y Maxi»)1. En el corte del puente Pueyrredón, donde se exigía justicia por Darío y Maxi, las mujeres hablaban en asamblea de las temáticas que las preocupaban, reconociendo sus necesidades, sus problemas, las dificultades en sus organizaciones.

Este proceso –impulsado por algunas compañeras feministas que venían de experiencias anteriores e «hicieron escuela» en los movimientos– revolucionó el lugar de las mujeres piqueteras en las casas, en las calles y en la historia. El Frente Popular Darío Santillán abrió caminos en esta dirección al constituir el Espa- cio de Mujeres, que promovió que más tarde toda la organización se asumiera como «antipatriarcal», además de considerarse «anticapitalista» y «antiimperialista». Ese camino fue recorrido también por otras organizaciones sociales y políticas y, sobre la marcha, esos colectivos de mujeres y diversidades sexuales nos fuimos encontrando en un proceso de formación feminista realizado en co- mún, con encuentros plenos de debates, pasiones, risas e intercambios que aún estamos compartiendo.

Otro afluente del feminismo popular fue el quiebre de los modos de hacer política generado a partir del 19 y el 20 de diciembre de 2001. En ese contexto de rebeldías nacieron varias colectivas feministas articuladas como «Feministas Inconvenientes», en un espacio donde participamos mujeres, lesbianas, travestis y trans, que pensamos un feminismo con raíces en el continente, mestizo, descolonizador, anticapitalista, autónomo, de acción directa, integrado en las luchas populares. Los sucesivos Encuentros Nacionales de Mujeres realizados en Argentina nos permitieron «enredarnos» con otras feministas y organizaciones de mu- jeres, lesbianas, travestis y trans, y plantear temáticas comunes para nuestras acciones. En el marco de esos encuentros nos autoconvocamos en las mesas de «Feministas Latinoamericanas en Resistencia», que tuvieron un primer impulso con la presencia de la ex-senadora colombiana Piedad Córdoba en el 23o Encuentro Nacional de Mujeres reunido en la provincia de Neuquén en agosto de 2008, y tomaron fuerza a partir del golpe de Estado de Honduras en junio de 2009, con el ejemplo de las Feministas en Resistencia de ese país, que crearon la incisiva consigna-síntesis: «Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres».

Las feministas indígenas de los pueblos del Abya Yala, las feministas comunitarias de Guatemala y Bolivia y las feministas campesinas aportaron lecciones de radicalidad teórica y práctica, con un feminismo de enfrentamiento directo a las transnacionales, a las políticas extractivistas y a la violencia de los narcoestados. Activistas como Berta Cáceres del Consejo Cívico de Orga- nizaciones Populares e Indígenas de Honduras (copinh), Miriam Miranda de la Organización Fraternal Negra de Honduras (ofraneh), Bety Cariño del Centro de Apoyo Comunitario Trabajando Unidos (cactus) de Oaxaca, Mé- xico, Blanca Chancosa, de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (conaie), las mujeres zapatistas en Chiapas, entre otras experiencias significativas, enseñaron a los feminismos populares que no se trata solo de «despatriarcalizar» en el marco de las luchas anticapitalistas, sino también de descolonizar nuestras vidas.

Las mujeres de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (cloc) y de La Vía Campesina Internacional han venido creando un feminismo campesino, que tiene entre los ejes centrales el cuidado de las se- millas nativas, la lucha por la soberanía alimentaria y por la reforma agraria integral y contra la violencia patriarcal. Superando la distancia existente unas décadas atrás entre las organizaciones campesinas y las feministas, hoy las mujeres de La Vía Campesina dicen que «sin feminismo no hay socialismo». Desafían así las ideas patriarcales en sus organizaciones, que piensan que las luchas de las mujeres «dividen» al movimiento, o que hay que hacer primero las revoluciones socialistas para luego transformar las relaciones de género. Desafían también a las corrientes feministas que consideran que las demandas de las mujeres se limitan a una agenda consensuada y financiada de integración en el sistema, lo que legitima explotaciones estructurales del capitalismo patriarcal colonial occidental.

Por su parte, las feministas negras aportan a las miradas descolonizadoras y denuncian cómo se conjugan las opresiones de raza, clase y género. Ponen de relieve que las propuestas políticas del feminismo colonizado y colonizador no las representan, porque no son las mismas sus necesidades y demandas básicas para la sobrevivencia como parte de sus pueblos. Las feministas ne- gras e indígenas se encuentran en la tensión permanente de ser parte de co- munidades criminalizadas por el poder capitalista, por lo cual sostienen una difícil batalla para que las luchas antipatriarcales no sean funcionales a las lógicas de judicialización y estigmatización de los Estados que segregan y persiguen a sus pueblos. Sin embargo, tienen conciencia de que en el interior de sus comunidades también hay relaciones de poder opresivas, que hacen de las mujeres las oprimidas entre los oprimidos. Es muy importante y esclarecedor, para develar estos conflictos, el aporte de las feministas comunitarias, que han conceptualizado las dimensiones del territorio cuerpo y el territorio tierra, y lo que nombran como «entronque patriarcal», que explica cómo el patriarcado original de las comunidades se ha visto reforzado por el pacto impuesto en los procesos de colonización por el patriarcado occidental.

Existen debates entre las mujeres indígenas por la presión que se ejerce desde ese entronque patriarcal, que postula que la emancipación de las mujeres constituye una amenaza para la unidad en la lucha de las comunidades. Las cosmovisiones de algunos pueblos ponen énfasis en la «complemen- tariedad» entre varones y mujeres y señalan que estas eran relaciones de equilibrio rotas por el colonialismo y que la denuncia de las inequidades que se producen en estas relaciones vuelve a reforzar las políticas colonizadoras y debilita a sus pueblos. Aparece una crítica al feminismo, tratado como un pensamiento político ajeno al continente, sin valorar que son las propias mujeres indígenas quienes han asumido las luchas por sus derechos en tanto mujeres, sin dejar de estar en la primera línea de las batallas de sus comunidades por la vida, por los territorios y por el conjunto de los derechos culturales, económicos, sociales y políticos de sus pueblos.

Otra corriente que confluye en las experiencias del feminismo popular es la de las colectivas feministas que en el marco de procesos que dibujan horizontes socialistas en Venezuela y Bolivia volvieron a poner en debate temas como las relaciones de los movimientos con el Estado, los alcances y límites de la auto- nomía en los procesos de transformación y el aporte de las mujeres a las revoluciones. Las feministas bolivarianas tienen el inmenso desafío de ser parte de la defensa de la revolución y, al mismo tiempo, de dar batalla contra las lógicas profundamente patriarcales, burocráticas, verticalistas y autoritarias que atra- viesan muchas de las organizaciones y los movimientos que la sostienen. Se trata de feminismos que hacen y defienden, cuidan y critican, que son parte y cuestionan los procesos de cambio desde perspectivas antipatriarcales. Femi- nismos que se levantan desde nuestros territorios cuerpos y territorios tierras, y revolucionan las revoluciones ganadas y perdidas. Feminismos en revolución.

Los cuerpos de los feminismos populares

En los feminismos populares hay poca distancia entre las palabras y los actos, y las prácticas van caminando más rápido que las teorías. Tenemos la fortaleza de nuestro activismo y la debilidad de los procesos de sistematización de las prácticas y de sus aprendizajes, que quedan siempre relegados por atender «urgencias» que nos «matan». Porque en tiempos conservadores crece la violencia contra las mujeres, crecen los femicidios y crecen las emergencias que vuelven más vulnerables nuestras vidas. Porque además los Estados no cumplen con las tareas de cuidados que deberían asumir.

Los feminismos populares van amasándose así a fuego lento, por manos de mujeres trabajadoras. Manos que hacen cunas y acunan, siembran, cocinan, martillan, cultivan, escriben, acarician, pintan, bordan, limpian, curan, sostienen, empu- jan, juegan. Nuestros pies pisan sobre las huellas dibujadas en la tierra por nuestras ancestras, y otras veces inventan atajos. Por momentos nuestros pies no caminan… bailan las muchas revoluciones imaginadas que se recrean desde el deseo, el placer, la alegría de la lucha codo a codo con otras, otres, otros. Re- voluciones que en sus rotaciones descolonizan, despatriarcalizan, desmercan- tilizan nuestras danzas y andanzas. Mientras nuestros pies corren, nuestros cuerpos socorren. Ahí estamos, al lado de la chica que sufre la violencia en el noviazgo, de la muchacha que necesita interrumpir su embarazo, de la mujer que sufre la violencia de su pareja, o de sus hijos que son atrapados por las redes del narcotráfico.

Nuestros cuerpos de mujeres, lesbianas, trans, disidentes del patriarcado y de la heteronorma guardan la memoria de nuestras ancestras indígenas, negras, mestizas, migrantes. En los muchos nacimientos que tenemos y acompañamos, parteras y parturientas como somos, nos sabemos con diferentes edades, variadas historias, que se entraman en un tejido comunitario, con hebras que desbordan este tiempo, con las tonalidades de la tierra, los ríos, los bosques y de nuestros paisajes subversivos.

Los cuerpos disidentes han cambiado nuestros modos de estar en el mundo. Las femi- nistas lesbianas han problematizado a los feminismos, proponiendo debates sobre temas tan centrales para la vida coti- diana como son el amor, la libertad, el deseo, la maternidad. Algunas colecti- vas lesbianas se desidentifican de la identidad de mujeres, por caracterizarlas como parte del binomio heteronormativo hegemónico. También forman parte de estos procesos de crítica, que enriquecen las perspectivas del feminismo popular, activistas travestis, bisexuales, trans, intersex, que nos ayudan a re- pensar las conceptualizaciones de los feminismos que reproducen las lógicas binarias de la heteronormatividad.

Feminismos populares y movimientos de mujeres

Los feminismos populares han nacido del movimiento de mujeres, lo interpelan, lo seducen, lo cuestionan. Hacen política basados fundamentalmente en el acompañamiento y en la pedagogía, contribuyendo a pensar las opresiones no desde la victimización, sino buscando el poder y la energía para enfrentarlas.

El acompañar, poner el cuerpo, crea vínculos vitales entre compañeras y colectivas feministas y con mujeres que son parte de los movimientos, muchas de las cuales no se reconocen en el feminismo. El patriarcado siembra prejui- cios para distanciar a las mujeres de las experiencias feministas y, para supe- rarlos, es necesaria una intensa práctica codo a codo que vaya derrumbando los mitos superpuestos, como los que sostienen que «el feminismo es una política de odio a los hombres», que «las feministas son todas lesbianas», que «el feminismo divide a las familias y a las organizaciones». También existen prejuicios en corrientes de izquierda, que en nombre de la ortodoxia marxista consideran el feminismo como una «desviación pequeñoburguesa» de la cen- tralidad de la lucha de clases. Las feministas populares consideramos que, por el contrario, la lucha de clases se fortalece cuando la clase trabajadora asume su participación en las batallas contra el patriarcado y el colonialismo.

La pedagogía del feminismo popular propone una epistemología del diálogo de saberes, del pensar nuestras prácticas, del caminar la palabra, de los cuerpos puestos en el juego de la acción emancipatoria.

Un feminismo sembrado en los movimientos populares

Las semillas con que multiplicamos nuestros brotes fueron sembradas en las comunidades de las que somos parte. Ser parte de movimientos populares mixtos nos ha creado tensiones que nos obligan a discutir una y otra vez los caminos para cambiar al mundo. Fuimos descubriendo cuánto de viejos tienen los «hombres nuevos», cuánto de patriarcales tienen nuestros feminismos, cuánta reproducción de opresiones hay en nuestras organizaciones revolucionarias. Des-encubrir el machismo en nuestras casas, en nuestros movimientos, ha llevado a que compañeros varones comiencen a cuestionar- se sus privilegios.

El hecho de que algunas organizaciones mixtas se definan como antipatriarcales exige una activa pedagogía que ayude a poner en consonancia las definiciones ideológicas con las prácticas cotidianas. El pacto patriarcal entorpece la transformación de los movimientos en espacios habitables para las mujeres y las disidencias sexuales. La homofobia es parte de la cultura de las izquierdas, aunque esto también está tambaleando, por los avances del movimiento lgttbi y su participación en esos movimientos populares. Como parte de los proyectos políticos rebeldes, revolucionarios, de los y las de abajo, ubicamos la vida cotidiana como un territorio en el que se despliega la «estrategia revolucionaria», que busca, precisamente, cambiar la vida cotidiana.

Cuando lo personal es político

«Lo personal es político», decimos las feministas. Esto apela a las dimensiones pedagógicas y culturales de las revoluciones. Transformar los vínculos, saliendo del «sálvese quien pueda» para llegar al «vamos juntxs», dejar el «ordeno-mando-obedezco» para llegar al «decidimos juntxs y juntxs hacemos», es una tarea gigantesca que va a contramano de lo aprendido como jerarquías, criterios de autoridad, en los límites establecidos sobre la base del aturdimiento que producen los medios de comunicación masiva, el sistema educativo tradicional, la coerción social y la represión.

Si bien la lucha socialista se ha propuesto crear nuevos valores, coherentes con una ideología basada en la solidaridad, perdura en muchas experiencias una cultura verticalista, autoritaria, caudillista, hegemonista, individualista, que reproduce modos de vinculación propios del capitalismo colonizado y patriarcal. Y esto ha sido favorecido por una crítica al capitalismo centrada en la economía y en los modos de producción de mercancías, de plusvalía, de riqueza, sin analizar la manera en que se crea la totalidad de la vida. El feminismo ha planteado superar la dicotomía entre la producción de mercancías y la reproducción de la vida, lo que permite valorar la importancia del aporte de las mujeres en las tareas de cuidado y también abre la oportunidad de distribuir de modo equitativo esas tareas. El trabajo no remunerado de las mujeres en la crianza y el cuidado de niños y niñas, jóvenes, adultos y adultas mayores es constitutivo del modelo de familia patriarcal, que además de no valorizarlo y naturalizarlo, subestima el aporte de las mujeres en la vida social. Esto se repite a la hora del reparto de roles en las organizaciones. Las mujeres están encargadas de la cocina, las actas, el comedor popular o la huerta, los círculos de cuidado de niños y niñas, las tareas educativas. Más difícil resulta encontrar a las mujeres en los lugares de decisión y representación política, aunque de a poco se va tomando conciencia y se van abriendo espacios, en algunos casos de modo enérgico y en otros aceptando lo «políticamente correcto», pero sin crear condiciones reales suficientes para que esto no signifique un gran sacrificio para las compañeras. Modificar estas situaciones no se relaciona solamente con la posibilidad de generar vínculos más placenteros entre quienes luchamos por forjar un mundo nuevo, sino también con la oportunidad de crear movimientos en los que se anticipe la experiencia de otros modos de relacionarnos, y con la constatación de que para crear ese mundo nuevo se requiere una profunda transformación de la cultura violenta del poder.

Lo difícil es asumir el cambio que implica en las conductas de cada uno y cada una. Porque el orden verticalista y autoritario es tranquilizador para los de arriba, pero también para los de abajo. Es más sencillo cumplir directivas, ser disciplinados, que rebelarnos frente a las arbitrariedades y problematizar las injusticias que reproducimos. Por eso, la pedagogía feminista asume la dimensión grupal como una necesidad básica, para que los dolores que produce el desaprendizaje de las opresiones puedan ser compartidos y sostenidos en los colectivos. En la interpelación mutua de teoría y práctica, es fundamental que se pongan en juego distintos modos de aproximación al conocimiento, y que junto con la racionalidad, tan colonizada por los procesos educativos y comunicativos hegemónicos, estén también presentes la afectividad, los sentimientos, las intuicio- nes, los sentidos. La pedagogía feminista recupera de la educación popular datos centrales como el lugar del cuerpo en el proceso educativo, la dimensión lúdica, y recurre a los aportes de la educación por el arte, el psicodrama, el teatro de los oprimidos y las oprimidas, la danza, el canto y el diálogo desde diversas perspectivas ideológicas emancipatorias (marxismos, ecofeminismo, teología feminista, feminismos negros, indígenas, feminismos lésbicos, etc.).

Con esas aproximaciones indagamos la realidad. Hay también un diálogo intergeneracional que nos ayuda a pensar que las huellas que dejamos van creando nuevas posibilidades a las colectivas más jóvenes, para identificar las maneras propias de estar en el mundo. Al mismo tiempo, problematizamos las prácticas históricas de las feministas, atravesadas por lógicas de fragmentación que recorren al conjunto de colectivos y movimientos populares. Esto nos obliga a preguntarnos una y otra vez cuál es el sujeto que es necesario constituir para que las transformaciones revolucionarias sean posibles, y has- ta dónde exacerbamos las diferencias y las volvemos barreras inexpugnables, debilitando nuestras posibilidades concretas de transformaciones necesarias.

Reflexiones de este tiempo

Los retrocesos vividos en nuestros países nos obligan a mirarnos críticamente y a asumir responsabilidades en errores que pueden llevarnos a perder con- quistas y logros, no de un gobierno o de un partido, sino del movimiento La pedagogía feminista recupera de la educación popular datos centrales como el lugar del cuerpo en el proceso educativo. Es necesario que este retroceso no se agrande por la reproducción de esas mismas fragmentaciones en un contexto de pérdida de derechos y de trastocamiento reaccionario del imaginario cultural de nuestros pueblos. Es importante analizar cuánto hay en algunas de las fragmentaciones pro- ducidas en los movimientos populares de prácticas patriarcales, hegemo- nismos, peleas por el liderazgo puestas por encima del interés colectivo, autoritarismos e incluso violencias. Los momentos de contrarrevolución, de conservadorismo, si bien pueden favorecer acciones comunes de un plan de lucha, suelen también ser momentos de cierres sectarios, porque se antepone la existencia de un enemigo visible, grande, poderoso, que nos obligaría a dejar pendientes los procesos de autotransformación para tiempos más amables.

Sin embargo, el desafío es precisamente el contrario. Abrir nuestros espacios al encuentro, al sostén, al diálogo, a una mejor comprensión de los caminos que hemos intentado, recreando una pedagogía del abrazo, de la alegría, de la ternura. El desastre regresivo neoliberal nos obliga a recuperar las experiencias solidarias de sobrevivencia. Volver a la olla popular, pero no solo para atender la necesidad de la alimentación, sino pensando en experiencias de soberanía alimentaria. Cuidando que lo que echamos en la olla sean productos de nuestras huertas colectivas, donde no haya venenos ni transgénicos. Volver al traba- jo colectivo y creativo, sin patrones, sin reproducción de los modelos de orden jerárquicos y autoritarios. Volver a las calles, haciendo de la autonomía de los cuerpos y de las organizaciones parte esencial de nuestra experiencia… aprendiendo a caminar juntas, en la dirección de nuestros sueños.

Se trata de feminismos populares en movimiento, en movimientos, que ca- minan la palabra verdadera, que miran la huella, que plantan en ella una semilla, que dibujan el horizonte cuando no lo ven, que cuentan historias de brujas que no asustan a las mujeres sino que nos dan fuerzas y nos enseñan sus secretos. Feminismos compañeros para estos tiempos de desencanto y de garrote, que hacen de la esperanza no una ilusión mágica, sino una acción colectiva tendiente a revolucionar las subjetividades aplastadas por las derro- tas. Feminismos con memoria, que aprendimos con las Madres de Plaza de Mayo que «la única lucha que se pierde es la que se abandona». Feminismos que se atreven a hacer de las muchas maneras de amar y ser amadas lugares políticos, corporalidades disidentes, rebeldes, celebrantes, que no disocian el deseo y la felicidad de la lucha cotidiana por cambiar al mundo

Fuente: https://transecos.files.wordpress.com/2017/09/feminismos-populares.pdf

Imagen tomada de: http://www.centrocultural.coop/blogs/utopia/2017/07/07/novedades-en-genero-mujeres-feminismo-sexualidades-marzo-2017

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