Coronavirus: avances de reflexiones desde la cultura de paz y la noviolencia

Por: Pietro Ameglio

I- Ya no hay dudas: la raíz neoliberal pone en riesgo real a la especie humana

Estamos ante la mayor crisis global humanitaria -en cuanto a la totalidad de afectados directamente- de la historia universal: no hay una persona de los 7500 millones de habitantes del planeta que esté libre de ella. Sus consecuencias irán mucho más allá de la coyuntura, no será algo que “va a pasar pronto si nos aplicamos”, sino que -en gradaciones distintas según las realidades- quedarán potencialmente instaladas acciones, valores o tendencias hacia nuevas formas en los estadios del Orden Social. Se ha instalado casi uniforme y globalmente una “supra-normalidad” ante la emergencia, que se pregona como pasajera aunque no se tiene idea de su temporalidad, pero la “normalidad” que volverá después ya no podrá ser idéntica a la que le antecedió, en aspectos de fondo de cultura-economía-política-sociedad, aunque los conflictos sociales previos seguirán estando allí y deberán enfrentarse. En el caso mexicano, por ejemplo, donde las cifras normalizadas de muertes y desapariciones por la violencia son elevadísimas desde hace más de una década, la guerra de exterminio masivo y selectivo no se ha detenido: el sábado 4 de abril hubo 52 asesinatos (La Jornada, 5-4-20); fueron victimados selectiva y representativamente en estos días el alcalde Obed Durón de Mahahual (Q.Roo), la periodista maría Helena Ferral de Papantla (Ver), y los activistas sociales Isaac Medardo en Jiutepec (Morelos), Benito Peralta en Texcoco (Edomex) y en este preciso momento a Adán Vez Lira, ambientalista de Actopan (Ver).

De fondo en esta crisis, lo primero que ha quedado desnudado es nuestra fragilidad como especie, como sociedades y como individuos, en lo biológico, económico, geográfico, ambiental, en el modelo del mal llamado desarrollo…con la particularidad que toda esta toma de conciencia se ha dado al mismo tiempo. ¡Un absoluto estado de shock! Creíamos vivir en un mundo casi de “seguridad total” para muchas clases sociales relativamente acomodadas, y descubrimos, en cambio, que la única totalidad existente es la inseguridad.

Intentaremos sólo “pensar en voz alta”, desde algunos conceptos básicos de cultura de paz y noviolencia, aunque estas dos ideas estén totalmente relegadas hoy ante las 4 “S” que marcan el orden social: Sobrevivencia-Seguridad-Salud-Solidaridad. Claro que todavía no sabemos nada muy real, son sólo especulaciones, hipótesis, dudas y preguntas recogidas y compartidas por otros muchos más, pero puede ayudarnos el plantearse algunos “inobservados sociales” presentes y futuros.

Como premisa, ha emergido mundialmente, sin discusión, la importancia -ahora sí vital- de guiar acciones y políticas claves del orden social a partir del conocimiento científico de rigor, y la necesidad de ser solidarios con los demás miembros de la especie, pues ahora sabemos que la sobrevivencia no es sólo un acto individual. Es indiscutible la necesidad, urgencia y obligación moral y física de seguir las indicaciones científicas ante el virus en su cura, prevención y propagación: quedarse en casa, higiene total, sana distancia, atención especializada hospitalaria…También es cierto, e importante, tomar conciencia de que puede haber matices o divergencias en las opiniones científicas, y hay que ser capaces de construir conocimientos comparados e integrados. Uso adrede la palabra “conocimiento” -exige procesar y contextualizar la información- para distinguirlo de la simple “información”, pues ésta sola en sí misma -aunque sea en grandes volúmenes- no es suficiente, y por el contrario muchas veces está construida desde el poder y los medios, para que precisamente la gente se sature, desanime, aterrorice, obedezca ciegamente y no entienda la verdadera realidad.

A su vez, el neoliberalismo ha “quedado desnudado” frente a la totalidad de las poblaciones, en sus mentiras o medias verdades en cuanto a la perversidad de colocar al libre mercado y las ganancias -de minorías- frente a las grandes necesidades de las masas y el medio ambiente, generando y ahondando permanentemente las desigualdades sociales. Se está evidenciando que se trata de un modelo económico que pone en riesgo la continuidad de nuestra especie. Y agregaría con poca esperanza, que cada vez es más evidente que con este modelo de desarrollo y devastación ambiental y humana, estas crisis biológicas, humanitarias, sociales y económicas ya no podrán detenerse y serán cada vez más cíclicas. El Covid-19 en su origen tocó y desnudó una de las bases más profundas del sistema capitalista actual, como bien sostiene una activista mexicana en EU: la alimentación animal. Fue transmitido por una mutación animal a humana, en un mercado de animales. En el modelo de nuestra alimentación, ligada íntimamente a la devastación ambiental del planeta, está unas de las raíces más centrales, degradadas y peligrosas para la sobrevivencia de la especie. Ahora eso ha quedado mucho más evidente, y no se toca ese problema para nada en todas las discusiones políticas y mediáticas, porque no se está dispuestos a poner en tela de juicio ese aspecto. He ahí una lucha fundamental para la etapa que seguirá, porque ahora ya sabemos que no es sólo una postura elitista de pocos conscientes, sino de sobrevivencia.

¿Creemos verdaderamente que con la vacuna acabarán estas mutaciones de virus? Así llegamos a una pregunta más profunda, ineludible, con la que tendremos que acostumbrarnos a convivir: ¿qué nos garantiza que en los próximos meses no habrá otra mutación de virus, igual o peor? Creo que, en este sistema y desarrollo es más probable que sí a que no. Estamos entrando tal vez en otra etapa de la humanidad en la relación dialéctica y biunívoca entre ser humano-naturaleza, y si no se realizan cambios de fondo en nuestro modelo actual, la que aumentará no será sólo la curva de muertos por región o país, sino la de la destrucción de la especie en su conjunto.

Una de las mayores banderas neoliberales sacralizada -las privatizaciones- constituye una de las principales causas de esta catástrofe humanitaria que vivimos: se han desmantelado mundialmente los sistemas de salud pública por décadas, y ahora no hay capacidad de ningún tipo para atender tantos casos a la vez. Otra gran debacle de este sistema-mundo, está en la fragilidad y precariedad de su aparato industrial y laboral flexible, donde la crisis de desempleo, comercio, servicios y producción será pronto inimaginable, con las debidas consecuencias inmediatas en hambre y violencia masiva. En un país como México, sumido en una guerra de más de diez años por el monopolio del delito organizado en cada poblado, imaginemos lo que eso puede significar para una sociedad donde, como dicen investigadores de la Unam: “el narcotráfico es el que genera más empleos: 600 mil” (La Jornada, 17-7-11).

Asimismo, uno de los dos principales motores industriales del capitalismo, y ejes de la cultura de seguridad que instala, es el armamentismo, donde se busca vayan las mayores inversiones de los países. Ahora nos preguntamos, ¿de qué sirven esas inversiones descomunales frente a nuestra sobrevivencia y cotidianidad? Como bien dice una valiosa activista norteamericana: ¿Cómo es posible que gastemos tanto en Defensa y estemos tan In-Defensos?

Para concluir con la evidencia demoledora de la in-humanidad e irracionalidad del desarrollo capitalista neoliberal, estamos asistiendo a la construcción de la mayor “mercancía” de su historia en cuanto a cantidad de gente y consumo: la Vacuna contra el Covid-19. ¿Habrá una persona en el mundo que no la compre? Más aún bajo sugerencia -u obligación- de gobiernos y científicos. ¿Podemos imaginar 7500 millones de humanos comprándola aterrorizados el mismo día? Parece una escena de novela de ciencia-ficción, pero es totalmente real. La vacuna -en un realismo extremo-, es el único medio que realmente podría garantizar que se detenga esta pandemia, porque las otras medidas, tan necesarias, son para mitigarla pero no para detenerla, algo que aparece casi imposible con los niveles de pobreza, hacinamiento, insalubridad de las grandes mayorías de la población mundial.

Por otro lado, en la posmodernidad que vivimos pocos piensan en la sobrevivencia o extinción humana como especie, pues la mirada profundamente individualista está sobre todo dirigida a lo que afecta mi extinción y la de mi entorno. Esta crisis nos ha obligado también -por su carácter global e interdependiente- a pensar más como especie interrelacionada y coligada: lo que pasa en el otro extremo del planeta me afecta, en una Coligación de Destinos para la vida o la muerte. Se está produciendo así un cambio en la idea colectiva de Otredad, y podría entonces estarse tomando conciencia de una nueva dimensión más incluyente de la otredad e individualidad globalizadas. Ya sabemos que el hecho que yo me cuide y cure no es suficiente para mi sobrevivencia ni de la gente cercana, porque si los otros no lo hacen o no pueden hacerlo por sus condiciones sociales, mis cuidados no detendrán en absoluto la pandemia. Mi destino vital depende y está íntimamente ligado al de los otros.

Una de las claves de este proceso de otredad, central en temas de cultura de paz, ha sido la “Proximidad” del hecho social con lo más primario de nuestra identidad: su sobrevivencia; no existe nadie en el planeta que no se sienta en peligro, lo sepa o no. Aunque paradójicamente la mejor proximidad sea la Lejanía. Además, no hay duda que la proximidad de un sufrimiento es lo que más cambios genera en cada uno: la comunidad científica, organizaciones de todo tipo, millones de personas (entre ellas recientemente Greta Thurnberg y su movimiento) han estado por décadas alertando sobre las consecuencias irreversibles para nuestra especie del Cambio Climático, o de una catástrofe nuclear, dos hechos mucho más riesgosos para la especie que el coronavirus, pero pocos les han hecho caso, y menos los gobiernos.

II-¿Encerrarse en casa o pasar hambre? Un problema no sólo de salud sino de principio de realidad y clase social

Profundicemos ahora, con humildad y sin certezas, acerca de algunos aspectos y valores de la cultura de paz y noviolencia que se están observando en este proceso humano global de sobrevivencia-seguridad-salud-solidaridad que nos atraviesa, en el sentido de qué está pasando en el orden social y hacia dónde pueden derivar esas tendencias.

1- Debe notarse que se ha instalado con una enorme fuerza y unanimidad la “Obediencia a priori a la autoridad” -gobiernos y especialistas científicos-, ante el valor supremo de la sobrevivencia y la seguridad. Cierto es que seguir las indicaciones consensadas de los científicos es la única garantía de una lucha efectiva contra este enemigo mortal, y, a su vez, los estados y sus gobiernos son los únicos capaces de lograr la cohesión necesaria para esta acción de “totalidad masiva”. Nadie discute esto, ni propone lo contrario en absoluto. La mayoría de las acciones son necesarias y positivas para el 3er estadio (Piaget) de la co-operación social (igualación y respeto mutuo), pero son instrumentadas desde una cultura del 2° estadio (egocentrismo y respeto unilateral), por varias razones históricas comprensibles de cohesión social en cada realidad, además profundamente presionadas por la emergencia vital, el terror, la prisa de acción del contagio y la letalidad del virus. Eso está claro y aceptado en la coyuntura presente; pero siempre hay algo más adelante para reflexionar…

A su vez, también es cierto que, como concepto y valor de fondo, éste de la “obediencia a priori” representa todo lo opuesto a la tradición y conocimiento de la cultura de paz, noviolencia y autonomía, por lo que exige una reflexión más compleja que decir simplemente que sólo se trata de una excepción temporal por ser una emergencia, que al ser un enemigo tan ignoto, violento e invisible, no queda más que la sumisión a esa “Orden masiva de fuga” (E. Canetti). Sobran experiencias en el orden social donde ha quedado instalado ese valor de obediencia, en aras de la excepcionalidad, y luego es transferido en el futuro inmediato a formas de “sumisión” y “disciplinamiento” de gran inhumanidad. O sea, este proceso inevitable y científicamente consensado de vuelta de tuerca en la cultura de “obediencia a priori a la autoridad”, militarización de los espacios públicos ahora en nombre de la sobrevivencia…podría quedar socialmente instalado mucho más allá del coronavirus. Por ello, nos parece importante no reproducir mecánicamente, por la emergencia y terror, sólo estas formas de obediencia sino sobre todo una “Obediencia Consciente y con Conocimiento” científico plural y comunitario, organizada colectivamente. No debemos dejar sólo en manos del fortalecimiento estatal -ahora parecería necesario sólo temporalmente, pero es una temporalidad que podría ser muy larga pues no tiene fin visible-, ya que se trata sobre todo de un problema colectivo, no sólo de expertos y autoridades en quienes delegar un “respeto ciego unilateral”.

2- El fenómeno cultural y social de fondo que está creciendo es el Aterrorizamiento Social: cada vez más el miedo se va convirtiendo en terror, ante un enemigo invisible, desconocido, inversamente poderoso respecto a su tamaño, imbatible hasta ahora, letal. En el imaginario colectivo, en los medios y los discursos, las curvas empiezan a sobreponerse -se borra su frontera-, la de los contagios se convierte también en la de las muertes, aunque existan diferencias muy grandes entre ambas, desaparece la curva de los recuperados en las comparaciones y análisis. Se construyen permanentes ”ruidos mediáticos” de confusión, por comparaciones sin el mínimo principio de realidad entre países tan diversos como distantes en todo sentido, promoviéndose mecánica, mesiánica e infantilmente medidas de una realidad para otra. ¿Por qué se habla tan poco de los avances de la vacuna?

¿Cómo se combate el terror? Con un “principio de realidad” medible y empírico -distinguiendo las curvas, cifras, tendencias y realidades nacionales, por ejemplo-, y con el verdadero conocimiento científico, que ahora coincide con la necesidad imperiosa del Encierro. De esto no hay dudas. Pero no es lo mismo un encierro de aterrorizamiento y egocéntrico, que uno solidario y constructivo. Además, el encierro es una medida que corresponde sólo para una cierta clase y realidad social; en México -por ejemplo- con la mitad de la población económicamente activa que vive del comercio informal y al día, cómo se le va a pedir a la gente que se encierre, sería como decirles “no coman”. Asimismo, en todos los países del mundo hay miles de millones de personas que viven en espacios físicos, sin agua o de violencia intrafamiliar completamente imposibles de estar encerradas -ni siquiera por horas- o directamente viven en la calle. ¿Qué tipo de encierro y políticas de apoyo se proponen para esta gigantesca porción de nuestra especie?

El encierro, la tecnología a distancia, son medidas indispensables pero que, ni por asomo, pueden hacerse extensivas en forma real y uniforme a la mayor parte de la población mundial, y menos en nuestros países latinoamericanos, africanos y asiáticos. Sin darnos cuenta, hemos normalizado y generalizado el relato mediático oficial-científico, que por supuesto que es altamente indispensable de hacer, pero es también en parte una gran “ilusión social”. Este modelo difundido como la gran panacea de lucha contra el coronavirus es también una burbuja y encierro de clase social, inalcanzable para las grandes mayorías, y que colaborará justamente a aumentar la distancia entre clases sociales, y a ir aumentando la curva de mortandad cada vez más hacia los sectores más pobres e indefensos, para quienes no existen alternativas reales de cuidado preventivo, más que ir a un hospital saturado cuando ya esté contagiado. Y paradójicamente, los más pobres sostendrán –a riesgo incluso de sus vidas-nuestros servicios de encierro: empleados de la basura, supermercados, tiendas, policía, ejército…Para ello, sería muy importante empezar a considerar en las curvas de contagiados y fallecidos, también su identidad social y situación económica.

3- En cuanto a la cotidianidad, lo normal es lo excepcional: quedarse en casa. En un mundo de la mayor Movilidad social que nuca se detiene, se ordena la In-Movilidad. La rutina da la cotidianidad se impone en un mundo que busca permanentemente la Novedad. Todos los días parecerán cada vez más iguales entre sí, al no haber un trabajo en lo externo, espectáculos colectivos, vida social, diversiones, deportes…

En este aspecto está habiendo también un gran desarrollo de las Relaciones Virtuales, de la tecnología a distancia: clases, conferencias, reuniones de empresarios, políticos, científicos, juegos, compras, etc. etc. Un medio que puede aislar y encerrar, como pasa socialmente hoy a gran escala, ahora está sirviendo también para comunicar realmente, para pensar colectivamente, para solidarizarse, para romper el encierro físico, mental y espiritual. Se está así adelantando en los tiempos y en lo masivo, una etapa de la humanidad hacia la que vamos inevitablemente. Pero se trata también de una realidad de exclusión social pues una gran mayoría de la humanidad no tiene ni mínimamente los medios digitales para poderse comunicar así, y quedarán más aislados aún.

El Estrés de todo tipo, por su parte, nos está arrojando a todos en un nivel de incertidumbre brutal, por la impotencia en la propia salud y la de los seres queridos, por la Indefinición Temporal de la crisis, por la inestabilidad laboral…

4- A su vez, todo está sucediendo a una Velocidad demasiado alta, en el cambio de fases, nuevas medidas, etapas…estamos en un permanente estado de Shock (N. Klein), donde no hay tiempo de pensar, organizarse, ante la “lluvia de órdenes como flechas” (E, Canetti). Preguntar o reflexionar puede ser visto enseguida como “egoísmo total”, “atentar” contra los Otros y la especie, traicionarlos, ideologización, estupidez, pero nada más alejado. El conocimiento conciente y la reflexión son la primer arma contra el coronavirus. La velocidad se impone, aunque la medicina obligada sean la In-Movilidad y la Des-Movilización.

5- Se está experimentando también un gran desarrollo mundial en la tecnología digital de la Vigilancia, donde habrá un “salto de calidad” notable, igual que sucede en las guerras con la industria armamentista. Esta es una guerra viral. Puede quedar totalmente normalizada -en aras de la seguridad y la sobrevivencia- la “vigilancia sobre y bajo la piel” (Yural Noah, Finantial Times, 19-3-20). Asimismo, como bien describe el filósofo coreano Byung-Chul Han (El País, 23-3-20), en China y Corea para disminuir la pandemia ha existido un control difícil de imaginar en occidente y casi total de cada persona en sus datos, celular, movimientos, edificios que visita, etc.

6- Por otro lado, los estados y sus gobiernos representan la única forma social e institucional capaz de aglutinar y disciplinar a la gran mayoría de la sociedad, para el cumplimiento estricto y simultáneo de medidas sanitarias y de seguridad, avaladas por la comunidad científica local e internacional. El medio usado, en menos o mayor grado según la cultura e historia nacional, ha sido a través de órdenes estrictas. Sobre la urgencia de esto no hay mayor discusión. Pero, asimismo, estamos ante la paradoja histórica y social que autoridades con muy poca legitimidad y muchos cuestionamientos morales públicos -empezando por Trump pero hay una larga fila, por ejemplo, de América Latina, Filipinas…- aparecen casi como héroes que nos salvan, que se preocupan por nosotros, abnegados, decididos, con gran poder público y militar, que hasta arriesgan su vida para salvarnos (una excepción sería el presidente Lenin Moreno de Ecuador, fugado a las Galápagos). Estos estados y autoridades –que estaban tan decadentes hace décadas- son los que hasta ahora verdaderamente se han empoderado con esta crisis.

Así, muchos gobiernos ilegítimos, junto a las mayores trasnacionales farmacéuticas totalmente cuestionadas, son los líderes de nuestra “salvación” como especie: los responsables de impulsar el descubrimiento del “arma exterminadora” y la gran “mercancía capitalista”: la vacuna contra el Covid-19. Algunos de los peores sujetos políticos en cuanto a legitimidad y violencia, están colaborando a construir un arma exterminadora, con toda la población encerrada en su espacio privado, aterrorizada y atomizada en obediencia ciega…suena a película de pesadilla social…Y lo peor es que “no hay de otra”. Su escudo, y el nuestro, es que están ellos también “obedeciendo ciegamente” a los científicos rigurosos, al menos en esta etapa.

Por otro lado, ver las calles con Ejército y Policías como nuestros guardianes, en algunos países incluso como ejecutores de las órdenes de castigos ejemplares por desobedecer mandatos de encierro, es también -en parte- inevitable y hasta se agradece su trabajo valiente y generoso, pero no deja de ser algo riesgoso en el contexto anterior de muchas realidades humanas de pueblos en resistencias sociales y civiles, luchas por la justicia y los ddhh, luchas contra el neoliberalismo y por el medioambiente.

7- Finalmente, observamos entonces, que no es sólo un tema de salud pública, sino también de construcción de cambios en el orden social existente en cuanto a nuevas Identidades Sociales, nuevas formas de Ciudadanía y Ciudadanización. De este proceso, podría salir la Sociedad Civil empoderada, pero quizás también suceda lo contrario, saldrá reforzado el poder estatal con una vigilancia omnipresente sobre la población, a través de sus ejércitos y policías, dejando luego de lado las opiniones de la comunidad científica, como casi siempre han hecho, cuando ya no les sea funcional. La sociedad civil no se va a fortalecer si la gente no se une y organiza, y en ese sentido resultan alentadoras y algunas heroicas las muchas experiencias de solidaridad humana y profesional, así como acciones para romper el encierro, que están habiendo cada día en todo el mundo.

Para que ello suceda, creemos que podría tal vez ayudar el impulsar procesos sociales -además de la solidaridad total con las medidas solicitadas por gobiernos y científicos- que permitan regredir situaciones de aterrorizamiento a tener sólo temor y prudencia controlados (que ayudan a protegerse y proteger, a defenderse); a obedecer en forma consciente con conocimiento y toma de conciencia de lo que realmente sucede en nuestra realidad y en el contexto mundial; a organizarse lo más colectiva y horizontalmente posible en conjunto con las autoridades.

Fuente: https://desinformemonos.org/coronavirus-avances-de-reflexiones-desde-la-cultura-de-paz-y-la-noviolencia/

Imagen: https://pixabay.com/photos/environmental-protection-326923/

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