Voces propias entre flujos de información

Por: Antoni Tort

Tener voz propia es una capacidad y un derecho que los diferentes estamentos de una comunidad escolar pueden ejercer.

Hace una veintena de años el profesor Manuel Castells analizaba los cambios inherentes a la entrada en la era de la información y nos alertaba sobre la existencia de “redes incontroladas” y de “identidades atrincheradas”. Un poco más tarde, la admirada periodista Margarita Rivière, que ya no está entre nosotros, se preguntaba si no podríamos combinar estos conceptos y hablar de “redes atrincheradas” e “identidades incontroladas”. Fenómenos vinculados a herramientas virtuales de gran alcance, nubes cargadas de información que se mueven alrededor de las personas y de las instituciones educativas. Modalidades de conocimiento y aprendizaje para crecer constantemente. Para encontrarse con otros y con otras. Pero también para seguir con prácticas tan viejas como el mundo, como el cotilleo, el rumor y el chisme. Y en la zona oscura, el acoso y el engaño. Nuevos artefactos para la condición humana. En cualquier caso, entornos, volátiles o no, que envuelven la vida de los centros educativos, provocando nuevos retos educativos y algunas dudas; en una reunión de formación, la profesora de instituto exclama, a modo de inquieta confesión, que no quiere ser una “influencer” o una “informer”, que quiere ser lo que es: una profesora para sus alumnos y alumnas.

En fin, como señaló Andy Haregreaves, una de las primeras tareas del profesorado es la de educarse en las condiciones en que ha de educar. Entender un contexto que, como un mosaico móvil, difunde fragmentos de la vida en las aulas o de las personas que conviven durante unas horas. Por ejemplo, el profesorado sabe que será evaluado formalmente pero también informalmente a través de los flujos y fluidos que circulan en la sociedad líquida. Las frases, “boutades” o comentarios que, con más o menos acierto, dejamos ir a lo largo de un curso en las clases, aparecerán en webs, blogs y chats.

De todos modos, valoraciones sobre el profesorado, sobre las escuelas y sobre los institutos, siempre ha habido. Algunos centros han cargado durante décadas con famas injustificadas, y otros han vivido protegidos, a pesar de los vicios ocultos, por una capa de buenas palabras por parte de sectores acomodados de la sociedad.

Comentarios y valoraciones que tenían poco que ver con la calidad pedagógica y mucho con las coordenadas sociales-económicas del centro. Asimismo, el control social implícito, sutil y duro a la vez, ha señalado la tarea (sobre cómo enseñaba) y también la vida (cómo vestía, con quién se veía) de muchos maestros en pueblos, barrios y ciudades, durante años.

Los comentarios saltan de móvil en móvil, como antes, de la calle a la calle. Hoy, que se puede dejar de ir a una reunión, pero se puede soltar un tuit en la red sideral, probablemente tiene mucho sentido que los centros educativos que tienen proyecto, tengan voz propia. Que puedan acrecentar su capacidad en cuanto a su comunicación e interlocución con la comunidad. Una capacidad mucho más poderosa y relevante si se asume colectivamente, en el marco de un grupo de escuelas e institutos de un determinado territorio. Centros conectados y comunicados horizontalmente, con un discurso autónomo y propio. Porque la autonomía no es sólo de gestión, lo es también de discurso. Con una voz propia centrada en la pedagogía, tan lejos del marketing, como de la burocracia. Tener voz propia es una capacidad y un derecho que los diferentes estamentos de una comunidad escolar pueden ejercer. Tener discurso propio, como contrapunto a los discursos dominantes y como capacidad para presentarse públicamente en un mar de tuits. Una posición pública, asumida junto a otras instituciones amigas. Escuelas abiertas al entorno, sin temor al qué dirán, compartiendo proyectos y experiencias.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/11/14/voces-propias-entre-flujos-de-informacion/

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La información, sus tecnologías y la libertad

Luis A. Montero Cabrera

Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; …”[1]. Se trata de un pasaje muy conocido de Fidel. Constituye una sus expresiones que mejor retrata la más genuina ética revolucionaria cubana. Aborda conceptos muy importantes sin rejuegos literarios ni restricciones vergonzantes: Revolución es igualdad y libertad plenas. Alto y claro.

La influencia de los crecientes flujos de información entre las personas gracias a las nuevas tecnologías es digna de estudios científicos que podrían clasificarse en cualquier país como de primera prioridad nacional. A través del tiempo conocido de nuestra especie, es la información o la ausencia de ella la que ha determinado el comportamiento de colectivos humanos y, eventualmente, el curso de la historia. Quien la instrumente puede influir notablemente en el destino y la acción de países completos. Si la información exclusiva del discurso de algún político de la antigua Roma pudo establecer el destino de las acciones de ese imperio y probablemente hasta el idioma que usamos hoy para comunicarnos, dos milenios después y en Cuba, ahora los flujos dominantes no son uniformes como entonces. Los actuales son muchísimo más intensos, diversos, eficientes, individualizados y accesibles. Inevitablemente así será cada vez más con la información que intercambiamos los humanos.

Se debe soñar y lograr una sociedad donde cada persona sea libre, donde el concepto de libertad personal y colectiva alcance su máxima plenitud como nos dice Fidel. Nos referimos a algo que tiene que ser mucho más un valor y consigna socialista que de cualquier otra tendencia política. La libertad debe tener como componente indispensable a la capacidad de decisión soberana de cada persona de adquirir y expresar la información que considere conveniente y la proscripción de cualquier medida que lo impida. El único límite en el ideario socialista debería ser el de que nadie pueda usar su libertad para afectar o violar la de los demás.  Por ejemplo, el que hace uso de su libertad personal para oír la información o la música que desee no puede tener la de imponérselas a otros mediante un altavoz que la comunidad no haya autorizado. Si lo hace está invadiendo sin autorización espacio acústico de los demás y violando su libertad.

Paradójicamente, en la conciencia colectiva de muchos países se ha ido imponiendo el criterio de que existe libertad de expresión por el simple hecho de que algunos grupos de ciudadanos poseen y expresan sus puntos de vista en los medios más influyentes, de los que son sus propietarios o subordinados de ellos. La libertad de unos pocos la hacen creer como si fuera la de todos. Usan sus medios para influir las conciencias individuales y colectivas según sus intereses de cualquier índole. Lo que enfrenta cualquier ciudadano con las informaciones que le suministran esas minorías privilegiadas es una situación muy parecida a la de la invasión del espacio acústico mencionada anteriormente. Esos medios más influyentes con sus poderosas, eficientes y científicamente desarrolladas técnicas de acceso y convencimiento invaden la libertad de las personas de acceder a cualquier otra información que puede serle más conveniente o verídica, o al arte realmente preferido, o a cualquier forma de entretenimiento informado que deseen y del que gusten realmente. Usan las tecnologías más avanzadas para invadir el espacio informativo individual con preferencias inducidas para ejercer la libertad de unos pocos sobre la de todos los demás. Ejercen así la usurpación de la libertad de conciencia de las mayorías.

En los EEUU se suele denominar como “soap opera” (obras de jabón) a las telenovelas. La razón es sencilla. Cuando ellas aparecieron en las pantallas de televisión de cada hogar eran seguidas fielmente por las amas de casa, las esposas de sus maridos que se hacen cargo del hogar y los hijos mientras él está en el trabajo, desde los tiempos de la edad de piedra. ¡Qué mejor espacio para anunciar repetitiva e invasivamente productos de limpieza doméstica! Los cubanos que peinen bastantes canas recordarán que Ace, Fab, Lavasol, etc. eran marcas de detergentes muy populares que se anunciaban intensamente en las telenovelas de nuestra naciente TV de los años 50. Era una acción de información y adoctrinamiento de las masas que algunas de nuestras mejores agencias publicitarias seguían científicamente.

Cuando en un país se pretende remediar esto a partir de que algunos grandes medios estén en manos de toda la sociedad a través del estado, los que se mantienen en manos de minorías lo califican graciosamente como una mordaza a la libertad de expresión, y lo hacen tan bien que mucha gente se lo cree. Ciertamente, es preciso reconocer que la sola propiedad social de los grandes medios no es garantía de una mayor libertad, aunque sea indudablemente mejor que la exclusividad de minorías económicamente poderosas. El uso impropio de los medios, las campañas propagandísticas vacías e invasivas y el desconocimiento del desarrollo en las tecnologías por experimentos socialistas fracasados del siglo XX lo demuestra, precisamente porque fracasaron. Pretendían tener a las masas agobiantemente convencidas de ideas que por buenas que fueran se presentaban de una forma que las desconectaba de sus necesidades materiales y espirituales más presentes. Cuando pudieron acceder a ideas disidentes que se parecían a esas necesidades, por incultas que fueran, fueron abrazadas por mayorías y hasta por los propios funcionarios de la burocracia en el poder. Mucho tiene que desarrollarse la ciencia en la gobernación de medios para lograr un sistema que garantice las libertades de forma plena, democrática y para la conveniencia de las mayorías. Eso requiere cada vez mas de innovación, de ruptura con dogmas insostenibles y de usar a fondo el desarrollo imparable de las ciencias informáticas y las tecnologías actuales y las que cada día siguen apareciendo.

Los que pudieron manchar el prestigio del socialismo y el comunismo imponiendo restricciones a las libertades esenciales de los ciudadanos en realidad traicionaron así muchas de las mejores aspiraciones de la humanidad. Cualquier sistema que se asocie en nuestra mente con restricciones a la libertad cierra su futuro y fracasa, inevitablemente. En momentos puntuales de la historia de un país amenazado pudo ser circunstancialmente necesario restringir libertades individuales y colectivas. Eso debe verse como tal, temporal y transparentemente y no como esencial o intrínseco al socialismo.

El concepto de libertad debe enaltecerse y ejercerse también en el socialismo, como lo señaló Fidel, sin timidez ni medias tintas. Su enajenación sería un contrasentido. Un país donde los medios fundamentales de creación de riquezas y la gestión social no esté en manos de minorías, sino de todo el pueblo, le puede garantizar a sus ciudadanos mucha más libertad que cualquier otro sistema donde gobiernen minorías. Pero hay que hacerlo bien, con honestidad, y científicamente. Un verdadero socialismo debe enorgullecerse de la libertad plena de sus ciudadanos. Nuestra centenaria consigna de “¡Viva Cuba libre!” deberá eternizarse en nuestras conciencias y la de nuestros descendientes.

La Habana, 10 de enero de 2017

  1. Castro, F. DISCURSO EN LA TRIBUNA ABIERTA DE LA JUVENTUD, LOS ESTUDIANTES Y LOS TRABAJADORES POR EL DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES, EN LA PLAZA DE LA REVOLUCIÓN EL 1 DE MAYO. 2000  [cited 2017 7 de enero]; Available from: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2000/esp/f010500e.html.

Fuente del articulo: http://www.cubadebate.cu/opinion/2017/01/14/la-informacion-sus-tecnologias-y-la-libertad/#.WJPWnhvhDIU

Fuente de la imagen: http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2017/01/tecnolog%C3%ADa-580×242.jpg

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El educador debe estar en la cima de la pirámide .

La docencia desde la ‘cátedra del maestro’ al estilo de la universidad medieval ya no es posible

América del Sur/Colombia/06.12.2016/Autor: Jose Martinez/Fuente: http://www.eltiempo.com

En el contexto académico hay suficientes estudios que muestran que entre los servicios e instituciones que más aletargados se hallan y a los que más les cuesta transformarse figuran la escuela y, por su puesto, todo el sistema educativo. Colombia no se sustrae de esta condición, parece que su sistema educativo va en contravía de los cambios y las transformaciones que se dan en el contexto mundial.

Los colegios que se siguen construyendo y los proyectos educativos que se generan en la actualidad están enfocados en el modelo del aula de clase tradicional, en donde se ubican entre treinta y cuarenta escritorios, con algún espacio entre ellos, con un tablero (ahora acrílico) en el frente, con algún par de muebles para material y un escritorio para el docente. En el mejor de los casos, se incluyen algunos elementos de tecnología, como un computador para el docente, y en muy poquísimos casos, un proyector o algún sistema de reproducción de vídeo y de información digital.

 En este momento, en Europa ya hay colegios que acabaron la tradicional aula de clase, el horario, las materias y hasta los libros de texto. En oriente, en Japón, la educación no se centra en las tradicionales áreas disciplinares sino en el arte, la literatura, la música, la tradición cultural, y luego de varios años, y hacia el final de la educación básica, sí se introducen algunos elementos de formación más académicos y disciplinares. En Finlandia, considerado uno de los mejores sistemas educativos del mundo, no hay pruebas estandarizadas ni evaluación como la que existe en nuestro contexto, sino una educación más enfocada en el cultivo de lo humano de los estudiantes. Y qué decir del rol del maestro. En todos estos sistemas definitivamente se considera que el educador, no solo cumple una función social y política definitiva en la construcción de la sociedad, sino que además se lo pone en la cima de la pirámide laboral, como alguien que posee las más altas calidades humanas y académicas, con una vocación de servicio y de entrega a la construcción social, y con un reconocimiento social y económico por encima de muchos de los existentes, justamente, por todo lo que él encarna. Si se quiere hacer de Colombia la más educada de América Latina, si se desea construir colegios para el futuro y proyectos educativos que formen a los estudiantes del siglo XXI, se necesita que en Colombia se piense que los nuevos planteles deberían protagonizar una revolución en sus características.

Pero, más allá de eso, de nada servirá toda esa infraestructura si no se le agregan dos elementos: la transformación de los proyectos educativos, los que introdujo la Ley 115 en 1994, pero que siguen construyéndose de manera tradicional y para escuelas y colegios del siglo pasado, y el cambio de los educadores, la transformación de su rol, de sus procesos formativos, de seguimiento y acompañamiento durante su proceso de profesionalización, en su reconocimiento social, en su remuneración económica y, en fin, en todo lo que significa ser educador y docente.

Claro, también debe haber un cambio en su mentalidad. La docencia conceptual y teórica que se daba desde la ‘cátedra del maestro’ al estilo de la universidad medieval ya no es posible, no tiene cabida ni ocurre en los actuales entornos educativos.

Finalmente, debe haber un cambio en las interacciones entre los educadores y docentes y sus estudiantes. Debe primar la calidad humana, su profesionalismo, el cuidado del otro, la real y efectiva preocupación por la formación de los estudiantes y la construcción de un microcosmos en donde la dignidad humana, la justicia como equidad y el juego democrático sean posibles.

Fuente:http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/columna-de-jose-martinez-sobre-la-docencia/16759660

Imagen:http://www.eltiempo.com/contenido/estilo-de-vida/educacion/IMAGEN/IMAGEN-16759839-2.jpg

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