Estudiantes indígenas de Costa Rica luchan para continuar su educación durante la pandemia de COVID-19
La historia de Enoc Hidalgo, un estudiante de nueve años de la Escuela Indígena San Joaquín de Boruca deja al descubierto la desigualdad entre las comunidades rurales e indígenas y las urbanas en el país centroamericano, pero también en otros muchos lugares del continente. Su ejemplo, muestra a la vez como estudiantes, familias y escuelas luchan para continuar con el proceso educativo en condiciones adversas.
Enoc Hidalgo llega a su casa apurado, tras atravesar una quebrada inofensiva a simple vista, pero que con los aguaceros de la estación lluviosa se convierte en una grave amenaza porque puede llegar a ser un torrente incontenible.
Su hogar está en el territorio indígena de Boruca, al sur de la provincia de Puntarenas. En el paisaje de la comunidad predomina la naturaleza, los caminos son de tierra y se siente la quietud de la vida rural.
Enoc tiene 9 años, es estudiante de cuarto grado de la Escuela Indígena San Joaquín de Boruca y su hablar tímido no esconde su tristeza por la imposibilidad de ir diariamente a la escuela debido a la pandemia, lo que cambió su vida y su forma de aprender.
Enoc vive con sus tres hermanas Génesis, Kristen y Tamara, así como con sus padres, las gallinas y al menos cinco perros propios y vecinos que reciben con curiosidad y ladridos a todo el que se acerca.
“A mí me gusta estar en casa, estudiar acá con mi familia y mis hermanas. Pero quería volver a la escuela, me gustan las matemáticas y las tablas de multiplicar y allá hay más silencio para estudiar”, cuenta Enoc.
En Boruca hay 26 escuelas y en ellas 157 estudiantes en educación preescolar y 527 en educación primaria. Todos ellos han tenido que lidiar con el mismo desafío: la pandemia por COVID-19 y la suspensión de clases presenciales sacaron a relucir los problemas de conectividad, la falta de dispositivos adecuados, y todas las dificultades de aprender a distancia.
El virus alteró todo el calendario escolar
Las autoridades educativas suspendieron las clases presenciales a partir del 17 de marzo de 2020 y aunque el objetivo era reanudarlas en el transcurso de los meses, la propagación del virus y sus consecuencias han alterado el calendario escolar y no todas y todos los estudiantes han tenido la oportunidad de regresar a los colegios.
De hecho, la tercera ola de la pandemia volvió a golpear con fuerza a los centros educativos y, como medida para limitar la movilidad en todo el país y reducir los contagios de COVID-19, el Ministerio de Educación Pública aplicó una interrupción del curso lectivo desde el 24 de mayo y hasta el 9 de julio de 2021, de modo que el calendario escolar del año 2021 se extendió hasta el final de enero de 2022.
En este contexto son precisamente los estudiantes de centros rurales y de zonas en condición de vulnerabilidad, como los territorios indígenas, los que más han sufrido las consecuencias del impás educativo.
En Costa Rica residen más de 104.000 personas indígenas, pertenecientes a ocho pueblos y la mayoría de ellos conviven con fuertes rezagos en comparación con el resto de la población. Por ejemplo, el 70% de los hogares indígenas presenta necesidades básicas insatisfechas en ámbitos como la salud, la educación y la vivienda, mientras que el porcentaje nacional llega al 24%.
El porcentaje de mujeres adolescentes indígenas que son madres supera el doble del total nacional (10,2% frente al 4,3%). Además, el porcentaje de niñas indígenas en unión libre es del 12,7% frente al 4,3%. Sólo el 40% de los indígenas tiene acceso a agua potable, mientras el alcance nacional es del 90%. Asimismo, apenas el 67% de la población indígena tiene acceso a la electricidad, mientras que el 99% de toda la población sí lo tiene.
Respecto a la educación, sólo el 13% de las personas indígenas se gradúa del colegio y el 41% de esta población presenta algún rezago escolar, pero Enoc y muchos otros estudiantes de los territorios indígenas no quieren ser parte de esa estadística y se esfuerzan, aún en la adversidad, para salir adelante.
La distancia y sus dificultades
Al lado de su casa, Enoc y su familia tienen una amplia cocina con vista al paisaje verde azulado que los rodea. Ahí se reúnen para comer, hablar y estudiar y, ahí fue donde su madre, doña Evelyn Leiva, nos comentó más acerca de este proceso de aprendizaje en casa, que les cambió la rutina.
“Este periodo ha sido bastante complicado porque también estudio y estaba haciendo mi trabajo de graduación a través de Zoom con mi tutor, más atender lo de ellos y la casa, pero salimos adelante. Con los que están en la escuela fue complicado por la accesibilidad, por eso finalmente se optó por guías impresas”, señala doña Evelyn.
Alrededor de la cocina juegan sus otras dos hijas menores Kristen y Tamara, que también son estudiantes de la Escuela Indígena San Joaquín. Génesis, la mayor de sus hijas, es estudiante del Colegio Técnico Profesional de Buenos Aires.
“Una se da cuenta que les hace falta compartir con otros y que esa posibilidad la tenían en la clase y los recreos. También existe preocupación porque una siente que no da la talla con las tareas y que la explicación que les da no sea suficiente”, agregó doña Evelyn.
Para ella las Guías de Trabajo Autónomo (herramientas elaboradas por las autoridades educativas para promover el aprendizaje en tiempos de pandemia) resultaron difíciles de comprender en varias ocasiones y consideró que estaban “hechas para las escuelas de San José (capital del país)”. “Además, muchas veces las entregaron de forma incompleta, ahora con el retorno a clases todas las dudas pueden resolverlas mejor con sus maestros”, agregó doña Evelyn.
El papel de la ONU
Allegra Baiocchi, coordinadora de la ONU en Costa Rica, destacó que el regreso a la educación presencial de las poblaciones más excluidas, como niñas, niños y adolescentes indígenas, es clave para superar las desigualdades y la brecha en el acceso al Desarrollo Sostenible. “Desde ONU reafirmamos nuestro compromiso para impulsar todas las medidas necesarias para garantizar el derecho a la educación de Enoc y de todas las niñas y niños indígenas de Costa Rica”.
Las Naciones Unidas han destacado los esfuerzos de Costa Rica por adaptarse a la pandemia y hecho un llamado urgente para el retorno a la presencialidad como mecanismo para superar la desigualdad.
La ONU ha acompañado también al país en la atención y respuesta a las principales necesidades para la reapertura de los colegios.
Por ejemplo, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) apoyaron técnica y económicamente al Ministerio de Educación Pública para facilitar la educación virtual, así como en la Estrategia Regresar para el retorno seguro y progresivo a las clases presenciales.
“En UNICEF promovemos la importancia de la educación presencial para las niñas, niños y adolescentes en diversos ámbitos como lo académico, la salud física y mental y el desarrollo de capacidades para la vida. Debemos hacer todos los esfuerzos para recuperar el tiempo y los aprendizajes no logrados y que todos los estudiantes tengan acceso a educación continua y de calidad”, subrayó Patricia Portela, representante de UNICEF Costa Rica.
Además, UNICEF ha entregado equipos tecnológicos, kits de materiales para educación preescolar y primer ciclo, suministros de higiene crítica, como alcohol en gel, desinfectante, jabón líquido para manos y termómetros, a 642 escuelas del país en función de sus condiciones de vulnerabilidad.
Asimismo, la ONU ha venido trabajando en territorios indígenas para promover y hacer cumplir el derecho a la educación de sus poblaciones.
Con ese objetivo, desarrolla múltiples iniciativas para prevenir la exclusión escolar y asegurar la educación temprana, a la vez que fomenta el liderazgo de adolescentes y jóvenes indígenas, impulsa la salud sexual y reproductiva con pertinencia cultural; apoya iniciativas para la alimentación saludable y la prevención de la malnutrición.
Además, en el marco del Decenio de las Lenguas Indígenas del mundo, promueve la revitalización, el uso y la visualización de las lenguas indígenas y el diálogo intercultural.
Fuente de la Información: https://news.un.org/es/story/2022/01/1503142