Redacción: Clarín
Un nuevo estudio revela que no hay ningún rincón del planeta que esté libre de partículas de este material.
La contaminación plástica no sólo está ensuciando los océanos del mundo. También está en el aire que respiramos, viajando con el viento y bajando de los cielos, según un nuevo estudio. Más de 1000 toneladas de diminutos fragmentos llueven cada año en los parques nacionales y áreas silvestres tan sólo en el oeste de EE.UU., lo que equivale a una cantidad entre 123 y 300 millones de botellas de plástico.
«No hay ningún rincón en la superficie de la tierra que no tenga microplásticos», dijo Janice Brahney, una científica de la Universidad Estatal de Utah que es la autora principal del nuevo estudio. «Es realmente desconcertante pensar en ello».
Si bien es bien conocida la problemática presencia de plásticos en los basurales, en los océanos y en los entornos de agua dulce como los Grandes Lagos, la investigación sobre las partículas en el aire es más reciente. En trabajos anteriores se ha descripto el hallazgo de microplásticos transportados por el aire en Europa, China y el Ártico, entre otros lugares.
Un investigador de la Universidad Estatal de Utah estudia muestras bajo el microscopio. Un nuevo estudio determinó que más de 1000 toneladas de diminutos fragmentos llueven cada año en los parques nacionales y áreas silvestres tan sólo en el oeste de EE.UU. (Brian Kartchner/Utah State University via The New York Times).
El nuevo artículo, publicado el jueves en la revista Science, informa del hallazgo de plástico en partes remotas de los Estados Unidos; los investigadores recogieron muestras de 11 parques nacionales y áreas silvestres.
Encontraron diminutos trozos de plástico en el 98% de las 339 muestras que recogieron; los plásticos representaron el 4% de las partículas de polvo que se analizaron.
Encontrar tanto plástico en áreas supuestamente prístinas «fue un resultado muy sorprendente«, dijo Brahney; ella y sus colegas volvieron a sus cálculos una y otra vez, dijo, asumiendo que estaban equivocados. Pero no lo estaban.
Las colecciones se hicieron tanto en condiciones secas como en períodos de lluvia y nieve, lo que ayudó a Brahney y a los coautores, Margaret Hallerud y Eric Heim del Estado de Utah, Maura Hahnenberger del Colegio Comunitario de Salt Lake y Suja Sukumaran de Thermo Fisher Scientific, a determinar los probables orígenes de las partículas. Las partículas más grandes cayeron con la lluvia y la nieve, mientras que las más pequeñas aparecieron en condiciones secas.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que las partículas depositadas en clima húmedo probablemente se originaron en lugares relativamente cercanos, con los trozos de plástico arrastrados al aire por las tormentas de los centros urbanos, y luego volvieron a caer con la lluvia y la nieve.
Las partículas más pequeñas y ligeras, sugirieron, habían sido, en contraste, transportadas a distancias extremadamente largas en corrientes altas en la atmósfera y se habían convertido en parte de los ciclos de transporte global de polvo. Los depósitos secos constituían más del 75% del plástico que fue probado.
Las microfibras que los investigadores recogieron eran consistentes con los tipos de textiles utilizados en la fabricación de ropa y en la producción de alfombras y revestimientos industriales, así como en equipos de exterior como tiendas de campaña y ropa impermeable.
Esto significa que «las emisiones de los usuarios de los parques pueden contribuir a las tasas de deposición observadas, en particular en los parques nacionales con altas tasas de visita», aunque los investigadores llegaron a la conclusión de que esas fuentes no producían una gran parte de las muestras generales.
Chelsea M. Rochman, profesora adjunta de ecología de la Universidad de Toronto, que fue coautora de un comentario que acompañó el nuevo estudio, dijo en una entrevista que el trabajo no era el primero en mostrar los microplásticos en la deposición atmosférica, ni siquiera la deposición atmosférica de microplásticos en lugares remotos.
Pero añadió que los investigadores parecían ser los primeros en plantear a través de su investigación «la pregunta de la ciencia básica»: ¿Por qué y cómo está sucediendo esto?» El comentario decía que la idea de «plástico en la lluvia» es el tipo de descubrimiento que puede «forzar la imaginación».
Brahney añadió que el fenómeno podría contribuir a la alteración del medio ambiente de las comunidades microbianas y causar un daño ecológico más amplio. Los humanos también podrían estar en riesgo, dijo: La presencia de tantas partículas finas en el aire significa que «nosotros también lo estamos respirando».
Los efectos sobre la salud de la ingesta de partículas de plástico no se conocen bien, aunque los tamaños de las partículas detectadas son coherentes con el tamaño de las que se acumulan en el tejido pulmonar, dijo.
Fuente: https://www.clarin.com/new-york-times-international-weekly/-plastico-ciencia-todas-partes_0_shf-E1aA3.html