Una aproximación al pensamiento de Juan José Bautista Segales

Dubravska Torcatty

 …”En América Latina nos encontramos en una coyuntura histórica sin igual en la cual estamos empezando a producir no sólo otra idea de economía, política y sociedad, sino también el conocimiento con el que esta otra idea de vida, distinta de la forma de vida que los modernos nos han impuesto durante quinientos años, sea posible”.

Bautista Segales

¿Qué significa pensar desde América?

Bautista desde su postura nos recrea en  la posibilidad de una filosofía otra, analizando los conceptos occidentales, desmontando todas estas creencias y tradiciones desde una postura crítica, acercándonos a una postura más humana, necesaria y urgente que nos vislumbra un cambio radical de vuelta a las raíces.

El autor plantea que los inicios de la filosofía como el quehacer del pensar se remontan  al pensamiento de nuestros pueblos originarios, los pueblos indígenas y continua más tarde con el dialogo-debate disputa de Valladolid entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre lo esencia de lo humano, especialmente referida a estos pueblos originarios. Que en el caso de Bartolomé de las Casas destaca lo que podríamos llamar la simiente de la filosofía del buen vivir, las virtudes de los aborígenes y sus ideas en cuanto a la relación con la naturaleza que los distinguen de los pueblos europeos, llamados civilizados, y de los llamados pueblos antiguos.

Casas, cuya obra constituye el primer contra-discurso crítico de la modernidad desde la perspectiva del indígena colonizado, pero también desde el evangelio, cuyos planteamientos se consideraron  en la teoría de la liberación.

Trata de relacionar la postura del autor con otros autores y que han estudiado la temática

En efecto, se han producido significativos giros en los modos de pensar la política y la ética, que ofrecen nuevas claves para el análisis y comprensión de los complejos fenómenos que se entrecruzan en nuestros tiempos y, desde sus entrecruzamientos, fecundas propuestas teóricas en torno a la educación que colocan el acento en las dimensiones éticas y políticas que le son constitutivas. Tal fecundidad se asocia a la apertura de perspectivas en torno a la política, la ética y la educación, y sus implicaciones en los procesos de construcción de sociedades democráticas, como perspectivas cruzadas por las preguntas acerca de aquello a lo que, por ejemplo, llamamos política, democracia, ciudadanía, justicia, igualdad, libertad, subjetividades democráticas, cultura política democrática, entre otras, asumiendo que ninguna de estas nociones es ajena a los conflictos de interpretación que, a su vez, se inscriben, como discursos, en las instituciones de lenguaje que regulan la formación de los enunciados en determinadas condiciones sociohistóricas.

Sin embargo, no es frecuente encontrar en espacios académicos inquietudes por tales giros y entrecruzamientos, no sólo en lo que atañe al ámbito de la educación, sino también a los de la política y la ética. Seguimos demasiado sujetos a lo que suponemos saber de ellos, a lo que suponemos como su verdad, a lo que suponemos como no expuesto a la crítica y como si los discursos no se inscribieran en prácticas políticas, éticas y/o educativas, como si carecieran de implicaciones prácticas.

Abordando el pensar filosófico de América desde el pensamiento aborigen

Bautista y otros:

Resulta interesante y seductor los planteamientos de Bautista cuando reflexiona sobre: ¿Qué significa pensar desde América?, y sorpresiva pero acertadamente no enfoca la respuesta a esta pregunta desde los griegos; sino que lo hace desde los Aymaras, que están miles de años antes que los griegos. Nos da un panorama que nos permite voltear la mirada y vernos desde adentro. Sus estudios e interpretaciones de Levinas, Dussel,  Franz Hinkelammert y otros que ya han planteado el problema, nos aporta una nitidez que incita a reconstruir o elaborar propuestas desde lo nuestro, desde nuestras raíces.

Desde Bautista, resignificar una filosofía propia implica girar la mirada hacia nuestros aborígenes, saber y entender que desde su filosofía –la más pura- no existe la colonización, en su cosmovisión se presenta una mirada hacia la tierra, el respeto y responder por el otro.

Al respecto el Acta de Reconstitución de la Nación Aymara-Qhichwa en Manifiesto de Jach’ak’achi se afirma:

“Nosotros los aymara-qhichwas somos habitantes milenarios de este territorio llamado Qullasuyu, hemos nacido a la vida con raíces profundas en este continente americano, del vientre fecundo de nuestra Pachamama […] Con mucho respeto y en armonía con la naturaleza nuestros ancestros han desarrollado nuestra propia filosofía de vida, nuestra ciencia y tecnología, nuestra espiritualidad. Durante milenios hemos sabido cultivar la vida en abundancia, sin explotar ni dañar a la naturaleza ni a nuestra comunidad”.

Desde una postura de la raíz, pensada desde nuestros movimientos indígenas, es indispensable ver la vida y del mundo que nos rodea, partiendo de una visión  cósmico de tratando de -deslastrarnos de nuestra visión occidental- la cual significa: orden en constante movimiento y la armónica sucesión de opuestos que se complementan.

En este sentido, se ha  dicho que los orígenes filosóficos del socialismo parten de esta cosmovisión, al respecto,  Guillermo Carnero Hoke (1981) afirma que el socialismo existió en la sociedad inca, pues señala que:

“Nosotros los indios somos socialistas auténticos, no por imitación extranjera, sino porque nuestros abuelos lo fueron al plasmarlo y proyectarlo hacia el futuro desde los días aurorales del Tawantinsuyo”.

Igualmente, Roel Pineda la afirma

“Que la   dialéctica operativa de nuestros antepasados, se basa en que las sociedades indianistas  son  sociedades armónicas, socialistas y comunistas, el progreso se funda en la integración de los contrarios que se complementan, en la integración de la parte hanan [arriba] con la parte urin [abajo]”.

En Bolivia, Fausto Reinaga complementa diciendo: “el indianismo es el instrumento ideológico y político de la Revolución del Tercer Mundo. “El indianismo es espíritu y puño ejecutor de la Revolución India!”… y continua diciendo: “el indio, el demiurgo de la era socialista ya no permanecerá mudo. Hablará. Porque tiene intereses y derechos históricos propios”. Para Reinaga, la liberación nacional no tiene sentido si es dirigida por los mestizos y los blancos. Monsonyi 2008 nos dice al respecto de los siguientes autores:

“Los escritos de Luís E. Valcárcel – decía que los indios necesitaban de su Lenin, pero refiriéndose precisamente a que debería ser un Lenin indio, con ideas propias; igualmente Mariátegui –con su clásico estilo elegante, discutía la necesidad de incorporar el componente indígena en las revoluciones de nuestros países”.

En este contexto, es interesante traer a acotación la Declaración de Quito (1990) en documento importante del movimiento indio ecuatoriano en donde anuncian los siguientes preceptos y confirman que serán los que deberían orientar filosóficamente  nuestras futuras generaciones, a saber:

  1. Nuestra concepción de la tierra está sustentada por la comprensión de que lo humano y lo natural es similar y a la vez está interrelacionado.
  2. Nuestras formas políticas, económicas y productivas, todas son formas culturales y están enraizadas y orientadas por el comunitarismo.
  3. Creemos que la propiedad de la tierra es colectiva. Cultivamos en comunidad y distribuimos los frutos en comunidad.
  4. Y además creemos en la solidaridad, nuestros niños son de la comunidad.

En estos planteamientos al igual que infinidades de otros autores –que por tiempo y espacio se nos imposibilita estudiar ahora- se entrelazan  con el pensamiento de Bautista, veamos a continuación:

“Es un hecho comprobado que en las culturas indígena-originarias de América Latina hay una afirmación de la naturaleza completamente distinta y mucho más equilibrada y racional que la moderna, y hoy, dada la crisis ecológica que se incrementa cada vez más, estas formas de comprensión, de concepción y de relación con la naturaleza son más necesarias que nunca, no sólo para la modernidad sino para toda la humanidad. En cambio, el modo en que la modernidad capitalista concibe la naturaleza como objeto meramente explotable, vendible y destructible, ya no es viable. La concepción que la modernidad ha producido de la naturaleza ha resultado ser falsa”.

Asevera nuestro autor que la muerte de la naturaleza es suicidio colectivo de la humanidad, y, sin embargo, la cultura moderna que se globaliza nada aprende del respeto a la naturaleza de otras culturas, aparentemente más “primitivas” o “atrasadas”, según parámetros desarrollistas.

Me llamó considerablemente  la atención el epígrafe que está escrita en este libro y creo que resume todo lo que intentamos decir en todas estas palabras y anuncian claramente la postura del autor, en la cual se cierra y se abre en forma de espiral a través de una poesía trágica, se trata de la  Profecía de los indios Cree: “Sólo cuando se haya cortado el último árbol, sólo cuando el último río haya muerto envenenado, sólo cuando se haya cazado al último pez, sólo entonces verás que el dinero no se puede comer”.

Estas culturas nos proponen y anuncian en cierta manera, una postura que hay que reflexionarla y traerla a la realidad para contextualizarla y así ir creando un camino hacia nuevos saberes, mucho más humanos solidarios y de cooperación. Nos  indican  el camino que hay tomar e ir reconstruyendo. Este giro hacia los pueblos indígenas está permitiendo empezar con el proceso de recuperación de su memoria histórica y cultural encubierta durante 500 años.

¿De qué proyecto nos habla el autor?

¿Desde qué pensar?

Batista  reflexiona y  dice que si queremos vislumbrar y construir  otra forma de vida en la cual sea posible la vida de todos, incluyendo la vida de la naturaleza, requiere la producción de otro tipo de conocimiento y racionalidad que haga posible eso, a sabiendas de lo que se puede producir con la racionalidad y el conocimiento moderno.

Ahora se trata de hacer la transición hacia esa otra forma de vida, que requiere esta otra manera de producir conocimiento y sabiduría para la vida.

El autor confirma que la filosofía moderna se ha convertido en un amor al logos desde  la dimensión «lógica» del hombre, esto es, a la razón y el conocimiento, y ha dejado de ser -como afirma el autor- un amor a la sabiduría.

Pensar ahora en la posibilidad de producir un mundo donde puedan vivir muchos mundos, o formas de producir y reproducir la vida de todos, tendría sentido poniéndose existencial y cognitivamente hablando desde la perspectiva de los pueblos con «cultura de la vida» y no de la muerte.

En este sentido, una revolución en filosofía  es todavía posible, porque ahora un mundo en el cual puedan habitar muchos mundos es necesario.

Al respeto Bautista nos dice:

“Se requiere la  necesidad de concebir de otro modo el logos, para proceder lógicamente de otro modo y no conforme a la lógica de la dominación moderna, la cual deduce de acuerdo a su propio horizonte de sentido y no de otros modos. Por ello también hay que liberar a la lógica, para poder empezar a deducir de otro modo lo que se deduce de un proceso cuya intencionalidad explícita sea la pretensión de liberación de toda forma posible de dominación”.

El problema para este autor no está en cuestionar solamente el capitalismo, el modelo neoliberal o, si se quiere, el socialismo real del siglo XX, sino en problematizar y criticar la racionalidad que los presupone y les da sentido, para no recaer en lo que siempre criticamos y que queremos superar.

Su planteamiento lo hace hacia lo que debe ser un giro  de un pensamiento nuevo, cuyo problema central sea pensar la vida como condición de posibilidad de cualquier quehacer humano. Pensándose,  “ya no sólo en el plano testimonial, histórico, literario o ensayístico, sino filosófico”.

Un proyecto a construir desde lo nuestro Americano, exige recuperar y reformular las estructuras comunitaria. Donde residen las alternativas culturales.  Reunificarlo, de juntar sus pedazos dispersos y devolverles coherencia.

Al respecto,  confirma Colombre (2004):

..“No podrá haber civilización sin un proyecto civilizatorio, sin una construcción diferente a la Occidental y una voluntad explícita de alejarse de los modelos ajenos para inscribir una particularidad en el concierto universal. Porque es en el marco del proyecto civilizatorio donde adquieren sentido y se potencian las formas propias de estructurar la realidad, de acceder al conocimiento del mundo y elaborar redes simbólicas” (pág.17)

Un pueblo no alcanza civilización original, sumándose al proyecto de otro pueblo, sino tomando conciencia de su ser en el mundo y su identidad. Entendiendo que la cultura con que nos colonizaron se encuentra como un dios todopoderoso omnipresente en la palabra, en los gestos, en los medios de comunicación, en las interpretaciones del mundo; e incluso en nuestros “sueños de realizarnos como persona”. Se debe empezar a aprender a desmontar los mensajes que deforman y cubren lo real y dan paso firme a lo superfluo.

Reflexivamente Colombre al igual que  Bautista nos dicen es tiempo de estudiar la naturaleza filosófica de nuestra sociedad, de vestirla de formas americanas y originales. Depurando nuestro espíritu de todo servilismo. Yo agregaría el planteamiento muy conocido pero vigente de Ernesto “Che” Guevara: “Hay que vestirnos de negro,  de mulato, de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo”. Sería un largo recorrido sobre nuestro pensamiento latinoamericano emancipador, que nos permitiría pasearnos por el pensamiento de Artigas, Rodríguez, Martí, entre muchos otros. Libertadores de la acción y de la palabra.

En particular Bautista nos trae un concepto innovador que lo llama transmodernidad, en donde  el criterio con el cual analizar o evaluar la realidad deja de ser única y exclusivamente el criterio de la modernidad, y su universalismo pasa ahora a ser relativizado, pero no conforme al criterio posmoderno, sino desde el diálogo entre los creadores críticos de las culturas negadas por la modernidad, para producir otra tradición cultural, que la llama: transmoderna.

Su enfoque parte y toma cuerpo desde la ética de la liberación, la cual no parte de los presupuestos de la ontología de la modernidad, sino desde más allá de ella. No sólo espacial sino históricamente. Como lo plantea  Dussel, una ética de la liberación erótica, pedagógica, política, histórica  simbólica de nuestra América.

Donde entran, se cruzan y se fortalece  cualquier pensamiento de liberación que tenga una honesta y seria pretensión de justicia, pensada desde la opción por el pobre, la víctima, el excluido, el ilegal, el condenado y el olvidado.

Un proyecto con esta magnitud, necesita pedagogos bien formados en lo relativo a identidad y memoria. Precisa también de escritores, músicos, y artistas plásticos que se suman desde un compromiso ético con lo real. Se  precisa en este sentido  de intelectuales orgánicos, a fin de restablecer los nexos entre la palabra y la acción, entre el lenguaje y la realidad. Pensadores que sepan injertar lo propio en el mundo, y la diversidad del mundo en lo propio, sin soslayar los procesos de dominación ni hacerse cómplice de la recolonización neoliberal que ha desarticulado como un virus el tejido social.

En la construcción de este proyecto propio me llama la atención, la hermosa reflexión de Galeano (2009):

“ – el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;  – la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; – nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; – los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle…” (pág 42).

Se trata entonces de  explorar desde nuestras identidades las potencialidades emancipadoras de la modernidad y no renovar con nuevas mascaras el mito racionalista y unificador que Occidente uso para someter a los pueblos, para fragmentar al hombre. Estos sueños serian posible si comenzamos a ver desde la cotidianidad la descolonización de los procesos de formación, que implicaría una  desintoxicación de los sentidos.

Reflexión para seguir pensando a nuestra América.

Revelaciones

Fecundos replanteamientos de la política ofrecen valiosas claves para el análisis y comprensión de los fenómenos del mundo actual, invitando a nuevas búsquedas teóricas asociadas a las luchas por otras posibilidades de existencia, por otras formas de vida política

Frente al predominante estado del mundo contemporáneo, autores diversos han producido problematizaciones teóricas que, de diversas maneras,  ponen en tela de juicio las tradicionales formas de entender la política y la democracia, al abrirse a cuestiones tales como la interrupción de la soberanía estatal; el carácter agonístico constitutivo de la política; las relaciones de poder y la resistencia al poder;  los dispositivos del poder estatal y económico en el imperio-mundo y la imposición de determinadas formas de vida; la pluralidad incontrolable de la experiencia política; la eticidad democrática como asunción de la alteridad; la esfera pública y la construcción de subjetividades democráticas, etc.

Seguir penando desde América, implica  propiciar el desarrollo de estudios y elaboraciones teóricas diversas que enriquezcan el conocimiento de procesos y problemas contemporáneos, desde una perspectiva que impulsa la integración del análisis de las dimensiones políticas, culturales, éticas y educativas. Desde donde se estimule el desarrollo de estudios que presten especial atención a procesos y problemas de América Latina y el Caribe, y estén orientados por inquietudes asociadas a las plurales formas de desigualdad, exclusión, discriminación, injusticia,  dominación y violencia, así como a las plurales formas de resistencia frente a las condiciones que las generan. Y, por ende, que pongan en juego nuevas claves interpretativas en el análisis y comprensión de las nuevas formas de resistencia política y ética.

Sería interesante que las reflexiones de Bautista se le continúen dando vida, una vida en concreto que respire camine, en este sentido asomo las siguientes reflexiones para incitar las discusiones a futuro no siendo estas concluyentes:

Buscar en lo que ya tenemos, lo originario,  una filosofía  nuestra considerando las variadas formas de filosofar, entre las que se encuentran, además de la filosofía sistemática la filosofía y la poesía, el ensayo, la filosofía y la narrativa, la filosofía y el teatro.

Un filosofar que ayude a comprender y a resolver los problemas de nuestra realidad, lo que podría llamarse una filosofía situada en un horizonte histórico.

Recoger e reinterpretar y relacionar o comparar  los pensamientos de Simón Rodríguez, Domingo Faustino Sarmiento, Andrés Bello José Martí, Eugenio María de Ostos, José Ingenieros, Paulo Freire. De manera que nuestro filosofar, pensar, se practique desde nuestras circunstancias históricas.

Es importante comprender  que la actividad del quehacer del filósofo y de nuestro pensamiento es múltiple y variado; además de las actividades  desarrolladas en nuestras universidades –en el caso venezolano- también  en las calles, las comunas y cualquier otro espacio se han generado discusiones donde se manifiesta un quehacer filosófico y de pensamiento nuestro americano, en dialogo e influencia de corrientes como: el marxismo, el dialogo de saberes desde Freire, la fenomenología, discusiones sobre la constitución y los acontecimientos que nos describen como estado democrático entre otras discusiones.

Mención especial merece tener la presencia de una filosofía de este sello nuestro americano como lo es la filosofía de la liberación, con nexos estrechos con la teología de la liberación. Esta filosofía se preocupa por la relación entre filosofía y realidad Latino Americana. Allí hay que destacar los filósofos Enrique Dussel, Arturo Ardao, Oswaldo Ardiles, Horacio Ceruti y el mismo Leopoldo Zea. La filosofía en cuestión es expresión de un compromiso con su tiempo y sus circunstancias.

Alberdi citado por Colombre (2004) dice: “nuestros padres nos dieron una independencia material; a nosotros nos toca la conquista de una forma de civilización propia, la conquista del genio americano” añade luego que “la inteligencia americana requiere también su Bolívar su San Martin. La filosofía americana la política el arte la sociabilidad Americana, son otros tantos mundos que debemos conquistar.”

La educación en la creación de una cultura descolonizada

O la teoría de la liberación Bautista

Como es sabido, y reafirmado por Bautista, el positivismo  favoreció los procesos de colonización. Por medio de lo que hoy en día es llamado  “colonización pedagógica”, la que lejos de atenuarse por los vientos libertarios se acrecienta con el modelo de la escuela moderna que nos impusieron. Calificado  como “la gestión de la ignorancia” y también la pedagogía del vacío. Por tratarse de una pedagogía formal, que soslaya la cuestión de las materias a transmitir y la naturaleza de la mirada para fetichizar el método.

Para ser ciudadano un individuo debe conocer la historia de su pueblo, su patrimonio tangible e intangible. Sus valores culturales.

La humanización no puede hacerse desde una razón abstracta, desvinculante, sino desde la propia historia de la sociedad. Humanizar a un individuo es darle los instrumentos para que pueda humanizar, mediante la reflexión y la acción, a su propia comunidad.

La pedagogía de la dominación ha convertido a la enseñanza no en un esfuerzo de pensamiento crítico, sino en un conjunto amorfo de información que el estudiante debe recibir, sin tener para procesarla, más que las tristes categorías que impone la cultura de masas y ese pensamiento único al que Saramago llama “pensamiento cero”.

Una emergencia civilizatoria de América implica anclar la política en una identidad, lo que implica ahondar en la filosofía política, imbuirse en una concepción antropológica de la sociedad humana y la dialéctica de la cultura.

Ha llegado el momento de pasar a la acción, de elaborar y ejecutar un proyecto propio, pues no basta con el puro acto de memoria, la cual resultaría  muy doloroso quedarse varado en la conciencia de una mutilación, mirando los fragmentos de los espejos rotos.

Que es un proyecto propio según Bautista?

(Hacia un proyecto propio)

El desarrollo del arte con características propias, no mimético, en respaldo a nuestra independencia política resulta en consecuencia inaplazable y apremiante. Si bien en la plástica hay multitud de obras que podríamos considerar genuinamente americanas, falta todavía un pensamiento  visual independiente del hegemónico y definido con la misma altura y claridad.   Se pretende el propiciar  nuevos marcos de interpretación, nuevas preguntas, nuevas respuestas y otros recorridos que propicien cuestionamiento a las visiones impuestas; el cuestionamiento radical.

La realidad que enfrentamos tiene múltiples significados. No es una realidad clara, con una significación cristalina, a la cual no se le puede abordar sencillamente construyendo teorías o conceptos y muchos menos establecerlas dentro de los viejos planteamientos. Hay que hacer reposición continua de escenarios; donde resulta esencialmente importante el replanteamiento de los problemas, en su evolución temporal y contextual. No existe lo definitivo, ni una ley de verdad o norma que pueda cerrar definitivamente un estado de cosas, mucho menos un estado social.

En esta complejidad, llena de incertidumbres, nuestra invitación es pensar y actuar en una situación de incertidumbre, poder poner el pensamiento en capacidad de vibrar, de no sucumbir, de no conformarse con lo obvio. Hay que asumir riesgos y disponerse a inventar, a pensar con cierta audacia.

Despertando la potencia creativa del ser humano,  mirándose a sí mismo de manera estética, con el cuidado y la actitud de quien trabaja sobre una obra de arte llena de una actitud de “cuidado” e incluso de “gozo” y “deleite” en el acto creativo, donde se nos permita abrir  puertas hacia el asombro, como espacio alternativo frente a lo repetitivo y lo mecánico; a la aridez de las relaciones y las vivencias mediadas por lo transaccional y lo instrumental, típicas del mundo moderno; penetrando la complejidad del universo y redescubrirlo a través del espacio educativo.

Donde renazcan nuevas miradas que contribuyan en la construcción de diferentes caminos a los establecidos en la modernidad, por ejemplo, aquellos que consideren la complejidad de los procesos y el encuentro transdisciplinario para releer las realidades, una ruptura radical con los enunciados que históricamente han permeado dichas concepciones.

Aquí se trata de abrir posibilidades para la construcción colectiva de un nuevo espacio  en el que se active y despierte la creación  y conocimientos  con pertinencia social, se privilegie el diálogo con saberes que han sido excluidos  de la formación integral de los ciudadanos.

Conviene superar la razón instrumental lo meramente pragmático en las dinámicas,  impulsar experiencias formativas que favorezcan la búsqueda de visiones integrales de la complejidad.  Transcender lo positivo, lo cuantitativo, lo lineal y cronológico, para reflexionar desde lo cualitativo, lo multiforme y la temporalidad múltiple.  Identificando y resistiendo a todas las formas posibles de opresión (Freire 1974)

En América Latina pero en el caso particular de   Venezuela contamos con un cumulo de experiencias comunitarias y de cooperativas exitosas, tal es el caso de la cooperativa la Alianza en Monte Carmelo, Estado Trujillo, por solo nombrar una, también poseemos un fundamento legal que nos da la base para una refundación en términos éticos, políticos y sociales. Son innumerables las experiencias que en este sentido han sido exitosas y ameritaría adentrarse en una investigación para conocer y considerar.

Y por último…

Quiero hacer una reflexión que más que mía es del escritor argentino Walter Kohan, quien dice que “hay momentos en la vida en los que la cuestión de saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de como se ve es indispensable para seguir contemplando y reflexionando.” El autor continua diciendo “Siempre hay algo de irrisorio en el discurso filosófico cuando, desde el exterior, quiere ordenar a los demás, decirles donde está su verdad y como encontrarla, o cuando se sitúa con fuerza para instruirles procesos con positividad genuina; pero es su derecho explorar lo que en su propio pensamiento puede ser cambiado mediante el ejercicio de un saber que le es extraño”. Estos planteamientos sugerentes invitan a generar cambios y transformaciones en las posturas  de nuestras instituciones, sobre todo a las educativas.

Adentrarnos en un ejercicio  de pensamiento, que permita transformar lo que somos, que nos permita extranjerizarnos del juego de verdad en el que estamos cómodamente instalados (La búsqueda que cada quien entabla consigo mismo para transformarse es también la posibilidad de que el mundo sea diferente de lo que es). Desplazarse del saber de lo que se sabe, para poder saber otras cosas; en un moverse del poder que se ocupa para que otras fuerzas y otra potencia puedan ser afirmadas entre quien aprende.

Disponerse a inventar, desarrollar la capacidad heurística, en la que la educación sea vista como espacio formativo esencial para la construcción de saberes, donde se despierte la potencia creativa, que podamos abrirnos puertas para el asombro, frente a lo repetitivo y lo mecánico.

Referencias

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Vídeo del taller: ¿Qué es la ciencia y cómo se debe afrontar desde la izquierda?

Redacción: Rebelión

Descripción del vídeo

Taller “¿Qué es la ciencia y cómo se debe afrontar desde la izquierda?” de la Escuela de Verano 2019 de Izquierda Unida, con:

· Alfredo Caro Maldonado – Doctor en biología y miembro del colectivo “La paradoja de Jevons” de El Salto Diario

· Immacolata Giordano – Investigadora del Centro de Investigación Cooperativa en Biociencias.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=261639&titular=%BFque%26%23769%3B-es-la-ciencia-y-co%26%23769%3Bmo-se-debe-afrontar-desde-la-izquierda?-
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En busca del pensamiento crítico perdido

Por: Aram Aharonian

En los últimos años, América Latina y el Caribe ha sido una región con enorme dinamismo, originalidad  en bregar contra políticas neoliberales y ajustes políticos y sociales regresivos, aun en un mundo con notorios retrocesos globalizadores, y sufriendo la negativa y desmoralizadora influencia de radicalismos superficiales enunciativos que, al frustrase, configuran un escenario sin salida, sin otra alternativa que resignarse.

No cabe duda que lo ha hecho con vaivenes y, en gran medida no solo  debido a que se generaron cambios de escenarios y posicionamientos  con fuertes polarizaciones. Los procesos populares no fueron acompasados – como sí ocurrió en otras épocas en la región- por imprescindibles  análisis de  fondo y debates críticos originales  y propuestas firmes y consistentes, no repetitivas, y por supuesto no basados en recetas  dogmáticas envasadas. Hubo una llamativa distancia entre los enunciados y las acciones concretas.

Fue a partir de 1492 cuando Europa logra ponerse como centro y constituir discursivamente a las demás culturas como periferias, y usó la conquista de Latinoamérica y el Caribe para sacar una ventaja comparativa determinante con respecto a sus antiguas culturas antagónicas (turco-musulmana).

Hoy siguen, en muchos casos, condicionando el desarrollo de las políticas de reformas estructurales en nuestros países, a veces con buena intención, otras representando a sus patrocinadores, entre ellos bancos, trasnacionales financieras, calificadoras de riesgo, partidos políticos del establishment y, sobre todo, paralizando progresos impensables en la realidad de países centrales.

El pensamiento crítico quedó atrapado en la disyuntiva de dar su apoyo a los gobiernos progresistas por sus logros en materia social o señalar las contradicciones y límites de su proyecto, contradicciones manifiestas en la peculiar forma que adopta la dominación, señala el uruguayo Raúl Zibechi. Debe señalarse que muy a menudo los nuevos temas no llegaron de la mano del aporte de pensadores ya reconocidos e institucionalizados, sino que provienen de pensadores/activistas o investigadores/militantes, añade.

En el congreso del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en Bogotá. la socióloga mexicana Beatriz Stolocwicz señaló que el desconcierto que se observa actualmente entre los científicos sociales de la región es, en buena medida, resultado de que durante varios años los análisis serios fueron desplazados u opacados por la propaganda.

Añadió que el “mainstream de izquierda” en las ciencias sociales opera como una zona de confort, con algunas ideas de las que se echa mano para todo, usadas casi como consigna, lo que es  cómodo para mantenerse en el candelero de la opiniología, pero no explica adecuadamente la realidad, y tampoco las importantes transformaciones ocurridas en este nuevo siglo en la reproducción del capitalismo en América Latina.

Hay que tener una mirada más larga que capte las lógicas de la estrategia dominante y sus adecuaciones tácticas en las últimas cuatro décadas. El humanistas Javier Tolcachier plantea una autocrítica política, ya que en la división internacional y nacional del trabajo, a algunos, por tradición y acumulación histórica, les toca pensar y a la inmensa mayoría no.

El diálogo, la democratización del debate significa sobrepasar los límites de la academia o de los ilustrados, para anclarse en la realidad y en las vivencias, en las opiniones diversas de quienes hablan de otras cosas y de modos diferentes a los de la academia.

El subcomandante insurgente Moisés, del Frente Zapatista de Liberación Nacional, señaló este primero de enero, al cumplirse 24 años su lucha: (…).vamos a ver si se puede vivir con dignidad sin malos gobiernos, sin dirigentes y sin líderes y sin vanguardias que mucho Lenin y mucho Marx y mucho trago, pero nada de estar con nosotros. Mucho hablar de lo que debemos o no hacer, y nada de práctica. Que la vanguardia, que el proletariado, que el partido, que la revolución, que échate una cervecita, un vinito, un asado con la familia”.

“Pues ni modos, pensamos, creo que la vanguardia revolucionaria está ocupada en probarse trajes y palabras para el triunfo, así que tenemos que darle según nuestro modo, como indígenas zapatistas (…) Falta saber qué vas a hacer”.

Para crear o remodelar el nuevo instrumento político hay que cambiar primero la cultura política de la izquierda y su visión de la política, que no puede reducirse sólo a discursos, consignas, a las disputas políticas institucionales por el control del parlamento, por ganar un proyecto de ley o unas elecciones, peleas donde los sectores populares y sus luchas son los grandes ignorados.

La política no puede limitarse al arte de lo posible, debe convertirse en el arte de hacer lo “imposible” –que es factible e imprescindible–, construir fuerza social y política capaz de cambiar la correlación de fuerzas a favor del movimiento popular. Y para eso se necesita una hoja de ruta basada en n pensamiento crítico renovado, acorde con nuestras realidades.

¿Una nueva teoría crítica?

Los análisis sobre la teoría crítica latinoamericana comparten un núcleo de interrogantes que van definiendo la naturaleza de la teoría. ¿Qué tipo de transformaciones necesita el proyecto de la “teoría crítica” para posicionar temas como el género, la raza y la naturaleza en un escenario conceptual y político? ¿Cómo puede ser asimilada la “teoría crítica” en el proyecto latinoamericano de modernidad/colonialidad, liberado del discurso academicista y eurocéntrico.

Según Enrique Dussel, Europa se autoproclama desde 1492 “centro” de la Historia Mundial, constituye de ese modo, por primera vez en la historia, a todas las otras culturas como su “periferia”, y torna a la modernidad una justificación de una praxis irracional de violencia sobre la periferia, ya que su autoproclamación como “centro” está basada en varias premisas que componen, precisamente, el “mito de la modernidad”:

Entre ellas, Dussel señala que la civilización moderna se autocomprende como más desarrollada, superior (lo que significará sostener sin conciencia una posición ideológicamente eurocéntrica), que la superioridad obliga a desarrollar a los más primitivos, rudos, bárbaros, como exigencia moral. El proceso propuesto por Europa es unilineal, lo que determina una falacia desarrollista, indica.

Todo por fuera del modelo de civilización de Europa es considerado bárbaro, por ello, en último caso se habla de una guerra justa colonial donde se legitima la violencia si fuera necesaria, para destruir los obstáculos de la tal modernización y, al estar basada en la alteridad, esta visión produce víctimas y victimarios, colonizados y colonizadores; donde el héroe civilizador inviste a sus mismas víctimas del carácter de un sacrificio salvador (el indio colonizado, el esclavo africano, la mujer, la destrucción ecológica de la tierra, etcétera).

El debate crítico de las ciencias sociales, supera las áreas de economía, sociología, historia para alcanzar las relaciones internacionales, y hoy se hace necesaria la configuración desde Latinoamérica de otro conocimiento, de un pensamiento postcolonial, que debe incorporar no solo lo producido académicamente sino nutrido de las experiencias de resistencia, lucha y construcción de nuestros pueblos.

Aníbal Quijano señala que el pensamiento decolonial tiene como razón de ser y objetivo la decolonialidad del poder, es decir, de la matriz colonial de poder: Pues nada menos racional finalmente, que la pretensión de que la específica cosmovisión de una etnia particular sea impuesta como la racionalidad universal, aunque tal etnia se llama Europa occidental.

Para lograr una perspectiva latinoamericana se debe pensar por un momento desde el otro lado de las carabelas de Colón: ¿qué implicó la modernidad para aquellos que ya habitaban el territorio de la actual América Latina? La llegada de la modernidad a América Latina, lejos de reconocernos como un otro, implicó la imposición de una ideología eurocéntrica legitimadora de las prácticas político-sociales y económicas que se dieron posteriormente.

El portugués Boaventura de Sousa Santos admite que las ciencias sociales atraviesan un momento de crisis reflejada en la renovación y expansión con respecto a la visión eurocéntrica o de cualquier centro de poder hegemónico, crisis que se ha hecho posible gracias a las luchas sociales de los últimos treinta o cuarenta años en varios continentes (campesinos, feministas, indígenas, afrodescendientes, trabajadores urbanos, pequeños productores, ecologistas, de derechos humanos, contra el racismo y la homofobia, etc.), en muchos casos con demandas fundadas en universos culturales no occidentales.

El nuevo pensamiento crítico debe surgir desde la diversidad (étnica, cultural) y de las historias locales que por más de cinco siglos se enfrentaron con la visión eurocéntrica como la única manera de leer la realidad.

Es comenzar a vernos con nuestros propios ojos, para superar los estrechos márgenes impuestos por la visión totalizadora de la modernidad excluyente, para indagar en otros saberes, otras prácticas, otros sujetos, otros alternativos a este orden. Latinoamérica ha demostrado que tiene la capacidad ética, política, intelectual, de responder al reto de contribuir con sus saberes y sus prácticas a una sociedad equitativa, incluyente y democrática, y a un modelo de vida sostenible para la mayoría de los presentes y futuros habitantes del planeta.

El pensamiento crítico latinoamericano es, a pesar de sus críticas al eurocentrismo, muy eurocéntrico y monocultural. La riqueza del pensamiento popular, campesino e indígena ha sido reiteradamente desperdiciada. No se trata solamente de un nuevo pensamiento crítico, se trata de una manera diferente de producir pensamiento crítico.

El pensamiento crítico no ha sabido hasta hoy teorizar las posibilidades de superar las contradicciones, las separaciones, las tensiones entre las subjetividades de ciudadanos organizados, mujeres, indígenas, migrantes, campesinos, afrodescendientes, y promover alianzas estratégicas y sustentables entre estos movimientos, esto es, alianzas que no escondan la exclusión de algunas subjetividades bajo la apariencia de su inclusión.

En nuestra región, muchos de los movimientos que luchan contra la injusticia social no se consideran ni en el capitalismo ni en las versiones conocidas del socialismo.  Se debe pensar también en estas concepciones contrahegemónicas de democracia y de derechos humanos más allá del modelo liberal y occidental.

Se debe pensar la democracia como la transformación de todas las relaciones de poder (explotación, patriarcado, diferenciación étnico-racial, fetichismo de las mercancías, comunitarismo excluyente, dominación cultural y política, intercambio desigual entre países) en relaciones de autoridad compartida, teniendo en cuenta el cuadro de situación: navegamos en las aguas de la crisis del capitalismo como sistema histórico, primordialmente especulativo, rentista y expropiador, que sólo puede reproducirse agudizando contradicciones incurables.

Los éxitos que ya ha tenido el neoliberlismo es una medida de los problemas en el pensamiento de la izquierda, tanto para pensarse a sí misma como para pensar a los dominantes. Una izquierda o un progresismo que además de vaciamiento teórico muestra un insuficiente conocimiento histórico, lo que la lleva a enredarse en los discursos doctrinarios que dan forma y encubren los objetivos capitalistas; y que tiene déficit investigativos que le dificultan distinguir entre discurso y proyecto dominantes, señala la mexicana Stolowicz.

La estrategia capitalista tiene como uno de sus ejes la seguridad para el capital sobre la propiedad: sí garantiza las condiciones de su reproducción basadas en formas de acumulación originaria (expropiación, saqueo, control territorial directo sobre las materias primas y los recursos energéticos, el agua, la biodiversidad, además de imponerle a las regiones más débiles sus desechos tóxicos).

Otro de los ejes es la seguridad frente a la pérdida irremediable de la cohesión social, lo que implica domesticar a los oprimidos, proclives cada vez más a la protesta y la rebeldía.

Lo opuesto del pensamiento crítico es el conformismo, cínico o resignado. La conciencia social latinoamericana respalda una voluntad del cambio social, con una crítica al orden capitalista que abre posibilidades para una superación de las relaciones de explotación y subalternidad.  Los que están en deuda son la academia y la llamado intelectualidad, anclados en el pasado, sordos a la realidad de nuestros pueblos, muchas veces funcionales a gobiernos pero no a proceso emancipadores y populares .

*Fuente: http://estrategia.la/2018/01/05/en-busca-del-pensamiento-critico-perdido/

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