Libro: El eterno retorno del populismo en América Latina y el Caribe

Guillermo Hoyos Vásquez. Martha Lucía Márquez Restrepo. Eduardo Pastrana Buelvas. [Editores]

Miguel Angel Rossi. Oscar Mejía Quintana. Consuelo Ahumada Beltrán. Carlos Rojas Reyes. Atilio A. Boron. Enrique Dussel. Nikolaus Werz. Luis Javier Orjuela E.. Susana Villavicencio. Álvaro Oviedo Hernández. Jorge Vergara Estévez. Miguel Ángel Herrera Zgaib. Eduardo Pastrana Buelvas. Diego Vera Piñeros. Adolfo Chaparro Amaya. Luz Marina Barreto. Delfín Ignacio Grueso. Giovanni Semeraro. Eduardo A. Rueda Barrera. Estela Fernández Nadal. [Autores de Capítulo]
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CLACSO Coediciones. Colección Grupos de Trabajo.
ISBN 978-958-716-579-1
CLACSO. Editorial Pontificia Universidad Javeriana. Pensar.
Bogotá.
Noviembre de 2012

En los años ochenta la mayoría de los países latinoamericanos hizo la transición a la democracia después de décadas de autoritarismo. Casi inmediatamente, y con visiones no muy optimistas, la academia se ocupó de las posibilidades de consolidación democrática de los nuevos regímenes. Algunos como Juan Linz y Arturo Valenzuela se centraron en el tema del presidencialismo para señalar que este favorecía una lógica de suma cero en la que el ganador de las presidenciales «se llevaba todo», y que la rigidez del periodo presidencial y la doble legalidad producto de las elecciones separadas del Ejecutivo y del Legislativo, podían conducir a una parálisis del sistema que se resolviera en clave autoritaria, como fue el caso de Chile en 1973. Esta visión pesimista del futuro del presidencialismo latinoamericano solo comenzó a disiparse en los años noventa con los trabajos de Dieter Nohlen y Scott Mainwaring entre otros, y hoy algunos teóricos estudian las distintas formas como se resuelven las crisis presidenciales mostrando que ellas no conducen necesariamente a regímenes autoritarios y que antes bien, la salida del presidente puede ser una válvula de escape para salvar la democracia. (…)
Fuente: 
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20121122111456/Eleternoretornodelpopulismo.pdf
Fuente Imagen: 
https://lh3.googleusercontent.com/WG-iwoMlEBU6tIvxYVNjhf-dLVPkIpZyuPGEE_wmVjrAZc2wOAGO0nkBhnCPNesd1SZQ=s85
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Jürgen Habermas: “Jamás pensé que el populismo pudiera derrotar al capitalismo en su país de origen”

24 Julio 2016/Fuente: laizquierdadiario/Autora: Analía Micheloud

El pasado 12 de julio, el periodista Thomas Assheuer publicó en el diario alemán Die Zeit una entrevista realizada al sociólogo y filósofo alemán Jürgen Habermas.

A sus 87 años, Jürgen Habermas, analiza las razones y los posibles escenarios que se abren en Europa a 8 años del comienzo de la crisis económica internacional y luego del Brexit, cuyo triunfo lo lleva a preguntarse cómo es posible que cuestiones identitarias primaran sobre los intereses financieros de la City londinense.

El Brexit y la cuestión nacional

En sus respuestas al periodista Thomas Aussheuer, el filósofo alemán, considera que la histórica victoria del Brexit, además de ser un síntoma de la crisis más general que atraviesa la UE, tiene razones nacionales. A su vez, que los británicos tienen una historia diferente a la del resto del continente, que poseen la conciencia política de una gran potencia, dos veces victoriosa en el siglo XX, pero hoy marcada por un contexto de declinación más general, en el que vacila adaptarse a la nueva situación cambiante. Según Habermas, Gran Bretaña cayó en una situación “incómoda” luego de unirse a la UE en 1973 por razones estrictamente económicas.

En la entrevista, sostiene que las elites políticas “desde Thatcher hasta Blair y Cameron nunca pensaron en abandonar su visión distante del corazón europeo”, y que esa ya era la visión de Churchill cuando en su famoso discurso de Zurich de 1946 veía el rol de imperio benevolente que apadrina la unidad europea, pero no es parte de ella. De hecho, Gran Bretaña, miembro del bloque europeo, nunca aceptó formar parte de la zona euro, manteniendo un grado de independencia monetaria que, otras potencias como Francia o Alemania, perdieron al unirse a la moneda común.

Esa actitud instrumental de la elite política de Gran Bretaña con la Unión Europea se expresó claramente en la campaña por el “Remain”, observa Habermas, quién señala que los defensores de mantenerse en la UE sólo esgrimían argumentos económicos. Entonces se pregunta, ¿Cómo iba a ganar una actitud pro-europea sobre la mayoría de la población si los líderes políticos creyeron durante décadas que la búsqueda de intereses nacionales bastaba para mantenerse en una comunidad supranacional de estados? Según él, la visión liberal de Gran Bretaña sobre la UE como aérea de libre comercio en expansión, pero sin una profundización de la cooperación con el bloque, es parte de la explicación del Brexit.

¿Un Brexit alemán?

Para Habermas, no sería posible. Al contrario del resultado en Gran Bretaña, considera que si se hiciera un referendum en Alemania el resultado sería distinto, porque “la integración europea todavía está en función de los intereses alemanes”. Habermas explica que “en las primeras décadas de la posguerra, sólo actuando como ‘buenos europeos’, Alemania pudo restaurar paso a paso su reputación nacional. Y contó con el apoyo de Europa para la reunificación. Retrospectivamente, Alemania fue la gran beneficiaria de la unión monetaria europea, y eso cuenta también durante la crisis del euro”.

La crisis de la UE y los populismos europeos

En los últimos años estamos presenciando, por un lado, el avance de sectores euroescépticos y populistas de ultraderecha en Europa, tanto UKIP en Gran Bretaña como el Partido Liberal en Austria, Alternativa para Alemania o Amanecer Dorado en Grecia, entre otros, y, por otro lado, una crisis de los partidos políticos tradicionales.

Al respecto Habermas plantea que “El referéndum expresa algo del estado general de crisis en la UE y sus estados miembro. El análisis apunta al mismo patrón que vimos en la elección presidencial de Austria [que deberá repetir la elección, con altas posibilidades para el ultranacionalismo, NDR] y en las recientes elecciones parlamentarias de Alemania. La participación relativamente alta sugiere que el campo populista tiene más éxito en movilizar sectores que antes se abstenían. Eso va junto con otro descubrimiento de que los más pobres y menos educados votaron más por el “leave”. La percepción del aumento de la desigualdad social y el sentimiento de impotencia, de que sus intereses ya no están representados por la política, está en el trasfondo de la movilización contra los extranjeros, por dejar Europa, el odio a Bruselas. En una vida cotidiana inestable, el sentido de pertenencia nacional es un elemento estabilizador”.

“Postdemocracia”, la palabra clave

Habermas también se refiere a un sentimiento que cada vez, según él, está más presente en las sociedades modernas, el de la pérdida de control de un núcleo real, y es el síntoma de una época que llama “postdemocrática”, que se evidenció con el referéndum británico. Existe un “vaciamiento de las democracias nacionales que le habían dado el derecho a los ciudadanos de co-determinar importantes condiciones de su existencia social”.

Por ejemplo, la juventud es un sector que, de acuerdo a su análisis, pareciera considerar “anacrónico” al régimen democrático. Habermas considera que el hecho de que los jóvenes entre 18 y 24 años no fueron a votar masivamente, es un indicador de que la democracia es considerada “anticuada”, por el simple hecho de que las decisiones económicas básicas de la UE no se toman democráticamente. Además, sostiene que en un contexto en el que el poder de la Unión se basa en que los intereses de cada Estado nación se bloquean mutuamente, la respuesta correcta sería la transnacionalización de la democracia. Pero, afirma, ya nadie cree en eso.

“No más visiones grandilocuentes sino soluciones prácticas”

El filósofo alemán, señala que el problema del creciente euroescepticismo y la posibilidad de nuevos referéndum en otros países de la UE, como Francia, están relacionados con problemas irresueltos, no ideológicos, sino concretos y urgentes. Dice Habermas: “los problemas urgentes no son los tratados sino la crisis del euro, la crisis de los refugiados y los problemas de seguridad. Pero incluso en estos hechos no hay acuerdo entre los 27 miembros. La crisis del euro ata a esos países por varios años, aunque de una forma asimétrica”.

Considera como un primer paso en este sentido “que Alemania abandone su resistencia a una mayor cooperación fiscal, económica y social, y que Francia esté dispuesta a renunciar a su soberanía sobre estas cuestiones”. Sin embargo, este hecho, hasta ahora sin mayores posibilidades, difícilmente ocurra de ganar las elecciones de 2017 el Frente Nacional, que ya agita un referéndum francés.

Habermas analiza críticamente el rol “hegemónico” de Alemania dentro del bloque europeo, destacando que es un líder “a regañadientes”. “Desde 2010 podemos ver como el gobierno alemán trata su mayor rol de liderazgo no querido en Europa, menos en interés general, y más en su interés nacional. Alemania es un hegemón renegado y a la vez insensible e incapaz, que, a la vez, usa e ignora la relación de fuerzas alterada en Europa. Esto provoca resentimientos, especialmente en otros países de la eurozona. Cómo se siente un español, un griego o un portugués si perdió su trabajo por los recortes decididos por el Consejo Europeo? No puede sacar al gobierno alemán con su voto”.

Es así que, para el filósofo alemán, en la medida que continúe esta estructura antidemocrática no pueden sorprender las campañas antieuropeas ni el avance de los partidos euroescépticos en todo el bloque.

¿Qué salida tiene la UE?

La UE, según Jürgen Habermas, debe recuperar la confianza y profundizar su democratización y, así, los partidos de la extrema derecha perderán peso. El Estado de bienestar y la democracia tienen un nexo interno que no puede ser garantizado en la mera unión monetaria actual por los Estados nacionales.

De esta forma concluye su reflexión sobre el estado actual de la “Unión” quién supo ser hasta hace unos pocos años, uno de los más optimistas pensadores de la reforma de la Europa del capital.

La confesión, para quién es reconocido como una de los beneméritos pensadores de la “identidad europea”, de que jamás hubiera pensado “que el populismo pudiera derrotar al capitalismo en su país de origen”, es todo un síntoma, de lo poco que queda de aquel optimismo fácil a 8 años del inicio de la crisis capitalista. Años en que el proyecto de la UE mostró más crudamente su carácter reaccionario. Una Europa que actualmente signada por la crisis de refugiados, por la acción reaccionaria de Estado Islámico y el guerrerismo imperialista en Medio Oriente, por una creciente polarización, con las variantes xenófobas de derecha, con los “neo-reformismos”, y con nuevos fenómenos de la lucha de clases como el que desarrolló en Francia contra la reforma laboral.

 

Fuente de la entrevista: http://laizquierdadiario.com/Jurgen-Habermas-Jamas-pense-que-el-populismo-pudiera-derrotar-al-capitalismo-en-su-pais-de-origen

Fuente de la imagen: http://laizquierdadiario.com/local/cache-vignettes/L653xH398/arton45756-10147.jpg?1469077782

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La globalización excluyente o entender lo que no cuadra

Por: Jordi Borja 

“Porque los pobres votan a la derecha” es ya casi un clásico de las ciencias sociales del norteamericano Thomas Frank publicado en 2004. Ante fenómenos como el Brexit británico o la victoria electoral del PP es fácil recurrir al “populismo”. Las elites, incluso “progresistas” se escandalizan que gran parte de las clases populares “voten mal”. Unos días anteriores a las elecciones tuvimos el almuerzo mensual con un pequeño grupo de militantes históricos de Comisiones Obreras. Hicimos la porra para determinar quien sería el próximo presidente de gobierno, todos menos dos coincidimos que sería Rajoy. Ya se sabe que en momentos de cambio, según Ignacio de Loyola, la tentación es el orden, aunque haya injusticia, como dijo Goethe. Los que tienen no quieren perder y los que no tienen temen el desorden que se identifica con desprotección. Se usa el populismo peyorativo para todo y para todos. Se identifica como irrealismo, demagogia, bajas pasiones, extremismos, manipulación de las masas ignorantes, despilfarro, corrupción y mal gobierno. Los que han hecho campañas del miedo y de la seguridad, son los conservadores británicos de ambos lados. Acá el PP y el PSOE han practicado el peor “populismo”, el de forzar el sometimiento de las conciencias ciudadanas y descalificar a los “otros” como populistas  peligrosos. El discurso de españolismo rancio de Rajoy una vez conocidos los resultados fue un alarde  de “populismo”. El PSOE andaluz de la señora Díaz es una antología de “populismo” nacionalista étnico. Comparado con el independentismo catalán el populismo de éste es de muy baja intensidad. En  resumen, se ha votado orden, seguridad, nada de aventuras. En frente ni PSOE ni Podemos han ofrecido una alternativa posible e ilusionante que se impusiera al continuismo. Reconozco que es más interesante el caso británico y Europa.

La Unión Europea si fuera un sujeto político como cualquier  Estado de la UE no sería admitido en su seno. Por déficit de democracia. No son las naciones ni sus representantes electos los que determinan las políticas europeas, son los ministros o sus funcionarios los que substituyen en gran parte al Parlamento y la Comisión, nombrada por los gobiernos,  quien ejecuta las decisiones. En la base de la pirámide aparece un océano burocrático que Kafka no hubiera podido imaginar. La UE ha constitucionalizado las políticas neoliberales al servicio del capitalismo financiero y condiciona las políticas nacionales que afectan a la economía y el bienestar social de los ciudadanos. Los intentos de algunos gobiernos nacionales de garantizar mínimos sociales y salariales para reactivar la demanda han sido sancionados mediante ahogo financiero. El resultado es conocido en España y Europa: desmantelar la sanidad y la educación públicas, dejar a sectores sociales sin protección especialmente viejos, desnutrición infantil creciente, jóvenes sin trabajo ni futuro y adultos que ya nunca encontrarán trabajo, desahucios o varias familias en un apartamento, poblaciones de origen inmigrante excluidos y amenazados. No es justo ni resuelve nada pero las reacciones de rechazo a la UE son lógicas. Capas populares y medias, gente mayor pero no solamente, se sienten más nacionales que europeos, no saben quienes son los que toman decisiones, no los han votado. Los parlamentarios europeos son desconocidos o políticos semiretirados y nadie sabe si deciden algo o no. No son de extrema derecha pero ésta capitaliza sus miedos y su descontento. Mas que satanizarlos hay primero que entenderlos.

La globalización más potente es la financiera y la comercial. Se constituyen entes continentales y intercontinentales entre grandes potencias y grandes empresas, como el TTIP (Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones) integrado por los Estados Unidos, la Unión Europea y una asociación de las 70 mayores empresas. Objetivo: libre comercio, privatización de servicios públicos, reformas laborales para reducir los salarios de los trabajadores y las pensiones, flexibilizar las normas ambientales, estimular la resiliencia de los desocupados o marginales que no tendrán protección social, acabar de desregular el sistema financiero, reforzar las patentes farmacéuticas, legalizar los beneficios cesantes si intervienen los gobiernos mediante un Tribunal internacional con participación de las grandes empresas, maximizar los beneficios cortoplacistas como es la lógica del capital financiero. Podríamos seguir. Europa sí, pero no la Europa de grandes multinacionales, capitalismo financiero y gobiernos estatales cómplices. La Europa de los pueblos o naciones aún no ha nacido. Es posible que empiece una cierta descomposición. Europa se reconstruirá si primero se debilitan los gobiernos de los Estados, se desarrollan los gobiernos de proximidad y volver a empezar. Como escribió Cortázar “nada está perdido si asumimos que todo se ha perdido”.

*Articulo tomado de: http://www.sinpermiso.info/textos/la-globalizacion-excluyente-o-entender-lo-que-no-cuadra

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