Escenario Económico Internacional del 17-11-2022 Temas centrales: Crisis, Alemania, Reino Unido, OPEP, Bitcoin, FMI

Observatorio Latinoamericano y Caribeño de Organismos Multilaterales, Bancas de
Desarrollo, Corporaciones Tecnológicas y Filantropía

Escenario Económico Internacional del 17-11-2022

Temas centrales: Crisis, Alemania, Reino Unido, OPEP, Bitcoin, FMI

Crisis económica actual sería similar a los 70: según Bloomberg, la subida de tipo de interés se debe a la baja productividad. Un escenario similar que originó la crisis económica de los años 70.

Alemania y Reino Unido con economías en negativo: se observa una recesión producto de la crisis energética.

Inflación en Europa se dispara: según las cifras del BCE 10,6% sería la tasa interanual de la UE.

OPEP dispuesta a proteger los precios del petróleo: podría estarse planteando un nuevo recorte, luego de los anuncios de EEUU de hacer uso de sus inventarios para sustituir la oferta rusa.

Grandes inversionistas de Bitcoin en pérdidas: entre un 73% y 81% de los inversores estarían generando pérdidas en el mercado cripto.

FMI: Inflación en AL no será prolongada: Venezuela será uno de los pocos países que verá una ligera recuperación en corto plazo según el organismo.

Indicadores más relevantes
Þ Futuros de crudo: caída del 6,31% durante la semana ubicándose alrededor de los 83,62 dólares.
Þ Bitcoin: subida de 1,29% durante la semana ubicándose alrededor de 16.531 dólares

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El 2021 en América Latina: un año difícil pero decisivo

Por: Enrique Gomáriz Moraga

El balance del impacto de la pandemia por COVID-19 en América Latina ha sido desastroso, tal y como se esperaba. Aunque el nivel de contagios no supera mucho el de Europa, la cantidad de muertes es literalmente dramática: la región contiene el 10% de la población mundial, pero representa un 32% de las muertes por COVID en el mundo. En varios países grandes de la región, como Brasil o México, sus autoridades han decidido lograr la inmunidad de rebaño a toda costa, llevando a sus sistemas de salud al colapso.

El impacto económico de la pandemia también ha sido desastroso. CEPAL estima que la contracción del PIB regional se sitúa en un 7,7%, pero esa caída es muy diferente según países, llegando a ser casi el doble en el caso de Venezuela. De igual forma, aunque todos los sectores han sufrido la crisis, hay algunos, industria y servicios, que la han sufrido mas que otros.

Eso ha significado una caída radical del empleo, estimándose una pérdida de 50 millones de empleos en este año. Todo ello ha redundado en un considerable aumento de la pobreza, que crecería en torno a un 6% respecto de 2019, es decir, cerca de 30 millones de nuevos pobres, lo cual acentuaría el retroceso de la curva respecto del comienzo de este siglo. En efecto, en el 2000 CEPAL estimaba que cerca de la mitad de la población latinoamericana se encontraba bajo la línea de pobreza, pero tras quince años de fuerte crecimiento económico provocado por la explosión del comercio de materias primas, esa cifra se redujo al 28%, aunque cuando terminó el boom, esa cantidad promedio se situó en torno al 32%. Tras el 2020 esa cifra estaría llegando a superar el 37%, con países que superarían el 40%, un retroceso que significaría volver a la situación de principios de este siglo.

Ante este cruel balance, la llegada del 2021 no podía sino suscitar la esperanza general de una ansiada recuperación. Sin embargo, este año que comienza seguirá siendo un año difícil, aunque podría ser también un año decisivo para acortar el tiempo de regreso a una cierta normalidad, donde se fueran recuperando los indicadores económicos y sociales previos a la pandemia.

En el plano sanitario, la esperanza de los efectos de la vacuna no producirá los frutos esperados a corto plazo. Cada vez está mas claro, que el proceso de vacunación avanza más lento de lo previsto. Al concluir 2021 difícilmente se habrá logrado vacunar al 70% de la población latinoamericana, y mientras eso sucede, el cansancio en torno a las restricciones y la sensación de proximidad de la vacuna están relajando la disciplina social, con lo que la curva de contagios y la cantidad de muertes van a seguir mostrando un crecimiento rampante durante el primer semestre. Como insiste la OMS, lo peor está por llegar.

En el plano socioeconómico, las previsiones tampoco son espectaculares. El efecto resorte, tan esperado, solo se producirá en algunos países, mientras que en la mayoría tendrá lugar un crecimiento lento, en torno al 3%, aunque las previsiones en algunos son más sombrías (Nicaragua, Ecuador, Haití) y Venezuela seguirá en recesión profunda (-7%). Pero lo más importante en ese año que empieza será cómo la región sortea algunos retos fundamentales que enfrentará en 2021.

Un asunto crucial estará referido al mantenimiento de las medidas de estimulo monetario y fiscal. Porque si se produce una retirada pronta de este tipo de medidas, al menos más rápidas de lo que se espera, la recuperación se ralentizará considerablemente. Ello podría estar asociado a un empeoramiento de las condiciones financieras mundiales. Al final del 2020, la mayoría de los países latinoamericanos han tenido acceso a las fuentes financieras internacionales sin grandes dificultades. Si eso no se mantiene según avanza el año, la recuperación será mucho más cuesta arriba.

Un aspecto que forma parte del esperanzado efecto resorte refiere a la idea de que, con la recuperación mundial del consumo, el precio de las materias primas volverá a incrementarse. Si ese escenario tiene lugar, la región tendrá un respiro. Pero no esta claro la velocidad con la que se producirá ese incremento mundial de la demanda y los precios de las materias primas. Y si ese escenario no emerge rápido, la recuperación en la región ira para largo.

Si este conjunto de factores no tiene una evolución claramente positiva este año es previsible un aumento de las dificultades sociales, no pudiendo excluir tensiones y conflictos graves, que colocarían a los países ente una inestabilidad que, por más que fuera entendible, todavía ralentizaría más la recuperación general. Por eso es posible afirmar que lo que suceda en 2021 tendrá consecuencias decisivas a medio plazo para esta maltratada región.

Fuente : https://www.diariocritico.com/opinion/enrique-gomariz/2021-america-latina-ano-dificil-decisivo

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Esa irresistible compulsión por mentir

Por: Atilio A. Boron

 

Ya nos parecía extraño que Mario Vargas Llosa permaneciera en silencio ante las calamidades de la pandemia. Sobre todo las sufridas en sus dos países, el de origen, Perú, y el de su adopción, España. Allí se refugió después de haber sido repudiado por sus compatriotas  hace hoy exactamente treinta años –un 10 de Junio de 1990- tras su humillante derrota a manos de Alberto Fujimori en la elección presidencial de ese año. Como era previsible aprovechó la ocasión de esta plaga para dar a conocer otra de sus tantas mentiras que parecen verdades -arte maligno del cual es un refinadísimo cultor- para alabar al gobierno de su amigo Luis Lacalle Pou que, según el escritor,  decidió combatir al Covid-19 apelando a “la responsabilidad de los ciudadanos” y declarando  “que nadie que quisiera salir a la calle o seguir trabajando sería impedido de hacerlo, multado o detenido, y que no habría subida de impuestos, porque la empresa privada jugaría un papel central en la recuperación económica del país luego de la catástrofe.”

Quien lea estas líneas comprobará que su indudable talento como escritor es tan grande como su ignorancia en materia de economía y estadística. También que su resentimiento contra la izquierda exacerba este defecto y lo induce a extraer conclusiones que se desmoronan como un castillo de naipes ante la más suave brisa. Aplaude el hecho de que en Uruguay sólo se registren 23 muertos a causa del coronavirus, pero insólitamente le atribuye ese mérito a un presidente que asumió pocos días antes del estallido de la pandemia. Su obcecación lo mueve a desconocer que antes de la presidencia de su amigo Lacalle Pou hubo quince años de gobierno del Frente Amplio (al que descalifica por sus  “equivocaciones notables en política económica” aunque reconoce que se respetó “la libertad de expresión y las elecciones libres”) durante los cuales la salud pública fue una de las prioridades de la gestión del médico Tabaré Vázquez, durante diez años, así como durante el interregno de José “Pepe” Mujica. Fue esto: la fuerte presencia del estado en el terreno de la sanidad y no las palabras huecas e insulsas de Lacalle Pou lo que protegió al pueblo uruguayo de la pandemia.

A contrapelo de las políticas de la izquierda en Uruguay, en sus patrias de nacimiento y adopción el desastre producido por las ideas que Vargas Llosa publicita con tanto fervor es estremecedor. Con 5.738 muertos el Perú figura en el 21º lugar en la lista de 215 estados y territorios compilados por la Organización Mundial de la Salud.  España ocupa el 6º lugar en el ranking  gracias a las 27.136 víctimas del Covid-19 condenadas por las “políticas de austeridad” de los sucesivos gobiernos neoliberales que asolaron a ese país. Otros gobiernos admirados por el escritor: el de Ecuador con sus 3.690 muertos se coloca en el puesto número 17 mientras que el 19º está reservado para el Brasil de Jair Bolsonaro con un saldo luctuoso de 38.701 muertos.

Pero la medición del impacto de la pandemia y la eficacia de las políticas gubernamentales se muestran de modo más nítido si se controla el número de muertos por millón de habitantes. Bélgica, uno de los portaestandartes de la reacción neoliberal, registra 831muertos por millón de habitantes y el Reino Unido de su admirado Boris Johnson tiene un índicede 606/millón y un poco más abajo, en el sexto lugar, encontramos a España, con 580 muertos por millón de habitantes. Ecuador con 209, Brasil con 182 y Perú con 174 continúan en el pelotón de la vanguardia. Como se puede apreciar, todos países con gobiernos fieles a los cánones del neoliberalismo. Mucho más abajo en ese ranking necrológico está el Uruguay, con 7 muertos por millón, una performance notable, sin duda, igual a la que exhibe Japón. Pero mucho más meritorio es que esa misma cifra sea la que tiene Cuba, tan denostada por el hechicero neoliberal. Igual que Uruguay y el Japón pero sin que ninguno de estos dos países sufra la asfixia de un encarnizado bloqueo que se extiende a lo largo de sesenta años, que los maleantes que gobiernan Estados Unidos sólo atinaron a endurecerlo aún más en el medio de la pandemia.

Implacable crítico de Alberto Fernández –“lamentaremos la derrota de Macri”, dijo el escritor poco después de la victoria del candidato del Frente de Todos- y los gobiernos “populistas” de la Argentina Vargas Llosa debería saber que con sus 717 víctimas de la plaga este país exhibe una tasa de letalidad de 16 muertos por millón de habitantes, lejos, muy lejos de los valores que registran España y Perú, inclusive de Estados Unidos con sus 348 por millón.  Y que en el país que gobierna su amigo Sebastián Piñera,  este índice es ocho veces mayor que el de la Argentina. En efecto,  en el más antiguo experimento neoliberal de América Latina y en donde la privatización de la salud ha sido llevada a sus extremos durante casi medio siglo el índice llega a 130 por millón.

Conclusión: la pandemia exige para su control una fuerte presencia del estado para proteger a la población, cosa que no se logra cuando la salud y los medicamentos son onerosas mercancías. La experiencia actual refuta los funestos delirios de los mentores intelectuales de Vargas Llosa: Popper, von Hayek, Berlin, Revel y compañía, responsables indirectos de políticas que sólo en los Estados Unidos produjeron más de 115.000 muertos. Afiebrados delirios que contrastan con los sobrios números de Cuba, Uruguay, China, Vietnam y Venezuela. Sí, la bloqueada república bolivariana que, como el Uruguay, también tuvo apenas 23 muertos por el Covid-19. Sólo que cuando se estandardiza esta medida por millón de habitantes la tasa en ese país no alcanza siquiera al 1 por millón, contra el muy plausible 7 del Uruguay.  Pero todas estas cosas las calla el escritor, y no creo que sea porque desconozca algo tan elemental. Ha dado sobradas pruebas de que ignora las complejidades teóricas de la Economía Política y los fundamentos matemáticos de la Estadística. Pero cálculos tan simples como los que hemos expuesto más arriba están al alcance de cualquier persona que conozca las cuatro operaciones básicas de la aritmética. Me niego a admitir que Vargas Llosa sea incapaz de tan elemental tarea. Pero su fanatismo lo lleva, una y otra vez, a mentir para defender una causa perdida. No parece haber caído en cuenta de que aparte de las cuantiosas pérdidas humanas el Covid-19 hizo algo más: descerrajarle el tiro de gracia al neoliberalismo como fórmula de gobernanza. ¡Game over! Y si no me cree que por favor se dedique a leer los diarios de la mal llamada “comunidad financiera internacional” (en realidad una tropa de truhanes y bandidos de “cuello blanco”) que allí le explicarán con pelos y señales sus planes para el mundo que amanecerá cuando la pandemia haya sido controlada. Y en ese mundo el neoliberalismo se convirtió en una mala palabra que, si se la pronuncia, se lo hace en voz baja y mirando de reojo a los costados.

Fuente e imagen:  https://atilioboron.com.ar/esa-irresistible-compulsion-por-mentir/

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Vladímir Putin llega a los libros de texto de las escuelas de Rusia

Europa/ Rusia/ 18.11.2019/ Fuente: www.marca.com.

Desde su ascenso al poder en 1999 hasta la anexión de Crimea en 2014. La gestión de Vladímir Putin como presidente de Rusia ha llegado a los libros de texto, donde no hay atisbo alguno de crítica y apenas se mencionan las protestas contra el Kremlin o la matanza de la escuela de Beslán. «Se mantenía la amenaza de desintegración del Estado unificado…, era necesaria una revisión de toda la estrategia de desarrollo del país», señala la introducción a la ‘Vida política en Rusia a comienzos del siglo XXI’. El libro de historia de Rusia aborda en detalle los dos primeros mandatos de Putin, cuyos mayores logros serían la estabilidad política, la recuperación económica y la normalización en Chechenia.

El texto va acompañado de fotos del actual presidente ruso y un mapa en el que la antaño península ucraniana de Crimea figura ahora como parte de la Federación Rusa.La lectura de la lección 49 del libro para los estudiantes del décimo curso, el penúltimo de la educación secundaria, arranca con una descripción del desolador panorama de Rusia a finales del siglo XX: una economía en ruinas y un Cáucaso a punto de explotar. Entonces, el primer presidente ruso, Boris Yeltsin, elige a Putin como su sucesor. Después de unos pocos datos biográficos, el texto relata el fulgurante aumento de la popularidad del nuevo inquilino del Kremlin.

El repaso de sus primeros ocho años incluyen éxitos como el acercamiento entre Iglesia y Estado, la Segunda Guerra Chechena, el pago de la deuda externa o el nuevo himno nacional. Ni palabra del hundimiento en 2000 del submarino nuclear Kursk, donde fallecieron 118 tripulantes. Y sólo una breve referencia al secuestro por un comando checheno del teatro de Dubrovka en 2002, donde murieron 130 personas. Más llamativo es el escueto párrafo sobre la matanza en la escuela de Beslán en 2004, ya que habla de más de un millar de rehenes, pero no hace referencia a los 334 muertos, la mitad niños, y obvia las críticas a la confusa operación de rescate.

Los escolares deben aprender que la política exterior de Putin prioriza la seguridad nacional, la lucha contra el terrorismo internacional y la instauración de un orden multipolar justo y democrático. El texto denuncia como factores de inestabilidad los intentos de aislar a Rusia, la ampliación de la OTAN, la invasión de Irak y el abandono del tratado de defensa antimisiles por parte de Estados Unidos. Una foto con el que fuera presidente chino, Hu Jintao, demuestra el gigante asiático es el mayor aliado del Kremlin. La guerra ruso-georgiana por el control de Osetia del Sur, en 2008, es explicada como una victoriosa intervención militar en defensa de la población suroseta.

Las multitudinarias protestas contra el fraude electoral de 2011, las mayores desde la caída de la URSS, son descritas como manifestaciones y mítines a secas, que demostrarían «el aumento de la actividad política en la sociedad rusa». El último capítulo está dedicado a Crimea. Acompañado por una imagen de Putin, explica que al poder en Kiev llegaron «los nacionalistas», que derrocarían a Víktor Yanukóvich. Y recuerda que el referéndum de reunificación en Crimea fue respaldado por el 96,77 % de los habitantes de la península.

La guerra en el Donbás queda fuera de esta edición, aunque alude a que Kiev quiso derogar la ley que reconocía el ruso como lengua regional, lo que significaba prácticamente «la prohibición de su uso» en Ucrania. «En respuesta, en las regiones del sur y este de Ucrania la población rusohablante salió en defensa de sus derechos», señala, en alusión a la sublevación que desembocaría en una cruenta guerra entre Kiev y los separatistas prorrusos.

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