Por: Carolina García.
Un estudio elaborado en Suiza es el primero en el mundo en encontrar que escuchar melodías produce cambios en las conexiones neuronales
En las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCI neonatales) hay mucho ruido: puertas que se cierran y se abren, gente hablando, aparatos de aire, entre otros. Un ruido que puede afectar a los bebés prematuros que se están recuperando o desarrollando en las incubadoras. Los más afectados por este entorno son los grandes prematuros, aquellos que nacen antes de la semana 32, lo que significa que no se han desarrollado del todo ni física ni cognitivamente.
A pesar de que la evidencia científica asegura que los avances médicos han mejorado mucho su supervivencia, todavía estos pequeños son más sensibles a padecer dificultades en su desarrollo neuronal. Y para que este mejore, expertos y profesores de Ginebra (Suiza) han decidido confiar en la música, pero escrita especialmente para ellos. En Suiza, según explican, unos 800 bebés son grandes prematuros al año, lo que se representa el 1% de los nacimientos en el país. Por ejemplo, en España, son unos 500 los que nacen prematuramente cada año.
“Nacer entre la semana 24 y 32 de gestación, es decir, que todavía quedarían de dos a cuatro meses para un embarazo a término, significa que su cerebro está menos desarrollado”, aseguran los autores en un comunicado. “Su manera de desarrollarlo, prosiguen, es en la incubadora, con unas condiciones muy diferentes de si estuvieran en la barriga de su madre. Si juntamos la inmadurez del cerebro y un ambiente que sensorialmente no es adecuado, podría ser una de las explicaciones del porqué las conexiones neuronales no se desarrollan normalmente”, añaden.
La idea de partida de los investigadores era cómo hacer para que el ambiente de los pequeños en la UCI mejorara. Y sabían que la música era una opción, ¿pero cuál? “Fuimos muy afortunados porque contamos con el compositor Andreas Vollenweider, con experiencia en proyectos musicales con población vulnerable y que mostró mucho interés en crear música para los grandes prematuros. El compositor contó con la ayuda de una enfermera especializada en cuidados intensivos”, según los autores.
La melodía tenía que estar adaptada a ellos y acompañarlos cuando se despertaban, cuando se iban a dormir, y que sonara durante las fases sueño-vigilia. Los instrumentos finalmente elegidos fueron la flauta punji o encantadora de serpientes –el que mejor funcionó–, el arpa, y trozos de campana. El compositor hizo tres piezas de ocho minutos de duración. El estudio se basó en diferenciar dos grupos de pequeños, unos escucharon la música cinco veces a la semana y otros, nada. Las resonancias que hicieron tras el experimento mostraron «diferencias en las conexiones neuronales en el cerebro de los bebés».
La investigación, publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), ha tenido conclusiones sorprendentes para los mismos autores: “Los resultados revelan que las redes neuronales de los bebés prematuros que han escuchado esta música, y en particular en cuanto a las funciones sensoriales y cognitivas, se están desarrollando mucho mejor”. “Y fue increíble”, relatan, “los niños más excitados consiguieron calmarse”. Es más, “se incrementaron las conexiones entre la red cerebral de prominencia (es aquella que permite discernir la importancia de los estímulos) y las redes auditivas, sensoriomotoras, frontal, tálamo y el precúneo (una parte del cerebro que permite relacionar la información exterior con la de los sentidos). Tanto, que la organización de las redes neuronales era muy similar a la de los bebés nacidos a término», explican. Los primeros niños que participaron en el proyecto tienen ahora 6 años, a la edad en que los problemas cognitivos comienzan a ser detectables. Ahora, tras los resultados, los autores tendrán que evaluarlos de nuevo.
«Este estudio tienen una conclusión muy novedosa porque es la primera vez en el mundo que se investiga el efecto de la música en prematuros con resonancias magnéticas y se demuestra que existe un cambio en el cerebro», explica Juan Arnáez, neonatólogo y director de la Fundación NeNe, organización sin ánimo de lucro cuyo principal objetivo es la formación, investigación y divulgación de los problemas neurológicos del recién nacido. «Sabíamos que la música era buena para el cerebro a cualquier edad, pero no cómo lo hacía. No conocíamos qué cambios se producen realmente en un cerebro en desarrollo», subraya el experto.
«Es un avance muy importante porque el ruido, o cómo evitarlo, en las UCI neonatales es algo que se lleva estudiando mucho tiempo. Los grandes prematuros se caracterizan, entre otras cosas, porque tienen inmadurez en las conexiones neuronales y más riesgo de padecer una hemorragia por la fragilidad de sus vasos sanguíneos», continúa Arnáez. Al nacer, «y pasar del vientre materno, donde el ruido queda amortiguado por el líquido amniótico, a una incubadora puede ser algo muy brusco para el pequeño. Y solucionar esta contaminación sonora en las unidades es fundamental», explica. «Lo que hay que seguir investigando es qué efecto real tiene la música a largo plazo».
Según expone el experto, en España hay hospitales que ponen música en sus UCI neonatales, pero no es algo generalizado: «Lo que si se está haciendo es: reducir la luz, tapando la incubadora; permitir a las familias que puedan estar en la unidad las 24 horas; que los prematuros puedan tomar leche de sus madres desde el minuto cero y que existan mecanismos que controlen los decibelios para controlar el ruido». «En definitiva, hay que asegurar el bienestar de estos pequeños todo lo posible», concluye.
La música también es buena para los niños mayores
Efectivamente, estudios anteriores ya habían concluido que el hecho de que los niños reciban clases de música incrementa y crea nuevas conexiones cerebrales. La Sociedad Norteamericana de Radiología (RSNA, por sus siglas en inglés) en 2016 concluía que “experimentar la música a una edad temprana puede contribuir a un mejor desarrollo del cerebro; a la optimización de la creación; al establecimiento de redes neuronales, y a la estimulación de las vías existentes del cerebro”.
Otro estudio, elaborado por el Instituto de Aprendizaje y Neurología de la Universidad de Washington (Seattle, EE UU) y publicado National Academy of Sciences concluyó que “ciertas melodías mejoran el procesamiento cerebral de pequeños de nueve meses, tanto en lo que se refiere a la música como a nuevos sonidos del habla”. La investigación sugería “que experimentar patrones rítmicos musicales mejora la habilidad de detectar y predecir patrones rítmicos del habla. Esto significa que escuchar música en edades muy tempranas puede tener un efecto global en las habilidades cognitivas de los bebés”, concluían entonces los autores de este estudio.
Fuente del artículo: https://elpais.com/elpais/2019/05/29/mamas_papas/1559124287_130243.html