Por: Lellana García Rodríguez
La violencia no solo se expresa en golpes y ofensas, si se etiqueta a una persona como ignorante o de lento en el aprendizaje también se comete un acto de agresión.
La tendencia a la disminución del castigo físico en América Latina viene acompañada del aumento de los maltratos emocionales: conductas abusivas como miradas, comentarios lascivos y propuestas de contacto sexual, sobre todo contra las niñas y adolescentes.
Se estima que entre las causas de esos fenómenos podrían estar el desequilibrio de poder, el malestar y la ira asociados a la falta de recursos para lidiar con la diversidad de estudiantes y la proliferación de modelos violentos para la solución de conflictos.
Sucede, además, que quien se enfrenta a la dinámica de enseñar no tiene siempre las herramientas pedagógicas para hacerlo, puede encontrarse en plena formación profesional y carece de experiencia para canalizar sus frustraciones.
Un desafío de todos
Aun cuando existen aspectos que limitan el acceso de los infantes a una correcta educación en igualdad, el sistema educativo cubano posee objetivos que contribuyen a la formación de patrones de conductas no discriminatorios.
La Resolución 11 de 2012 del Ministerio de Educación refiere en uno de sus artículos que es responsabilidad del directivo crear las condiciones que garanticen el desarrollo de las capacidades físicas y mentales del alumno.
Aunque no se hace referencia a la violencia, ni tiene integrado un enfoque de género, refiere, en cuanto a la relación con el estudiantado, que existe la obligación de practicar la cortesía y el respeto, y ejemplifica con el uso de un lenguaje correcto sin emplear apodos ofensivos.
Fuente: http://www.radioreloj.cu/es/comentarios/educar-la-igualdad/