Entrevista a Alicia de Blas: “En España tenemos una escuela mixta, no coeducativa, que educa para la igualdad pero no reconoce bien la diferencia”

Entrevista/14 Febrero 2019/Autor: Daniel Sánchez Caballero/Fuente: El diario la Educación

Entrevista a Alicia de Blas. Maestra experta en género y licenciada en Ciencias Políticas

La falta de perspectiva de género afecta al modo en el que la coeducación todavía no ha conseguido ocupar el espacio necesario en la escuela. Esta es mixta, pero a veces obvia cuestiones relacionadas con el curriculum oculto, con la desigualdad de trato dentro del aula o con el uso que se hace de los espacios escolares.

“Educadora en muchos ámbitos, feminista, otra vocación importante y fuente de reflexión y aprendizaje y madre de dos niñas, también aprendo mucho en mi convivencia con ellas”. Así se autodescribe Alicia de Blas, licenciada en Ciencias Políticas y más tarde en Magisterio, autora del libro 71 propuestas para educar con perspectiva de género, editado por la Fundación Fuhem. Nació a partir de “una necesidad detectada” con la idea de ser un manual de referencia para ayudar a los profesores de sus propios colegios a reflexionar y encaminar sus clases hacia “una escuela más justa y libre de violencias sexistas”, pero De Blas cuenta que ha trascendido el ámbito para el que fue concebido.

¿Hacía falta un manual sobre esto?

Hacía mucha falta. Surge de una necesidad detectada en un grupo dentro de Fuhem. Hay un grupo en el que participan personas de todos los ámbitos de la fundación, incluso familias y alumnado, para reflexionar sobre cuestiones de género. Casi desde el inicio se detecta la necesidad de que haya una intervención que atraviese todo el proyecto educativo, que el profesorado sea capaz de modificar sus prácticas cotidianas y que en los centros haya intervenciones que sean coherentes con la equidad de género, hacia la igualdad, que tengan una perspectiva de género y ecofeminista, y vemos que hay dificultades para que eso suceda. Hay mucha sensibilidad, pero poca capacidad. La vocación que tiene es ayudar al profesorado, en principio de Fuhem, pero es para cualquiera, para cambiar su práctica cotidiana para educar hacia la igualdad de género, la justicia y la equidad. Está todo relacionado.

Es maestra. ¿Le falta esta perspectiva a la formación inicial en las universidades?

Sí creo que falta. Va por modas y ahora se está sintiendo la necesidad, pero en muchos años no ha habido formación específica, como mucho una asignatura de libre configuración. Pero tampoco hay una perspectiva que atraviese los programas de formación de manera generalizada. Hay cuestiones como si se atiende al lenguaje, si cuando hablamos de educación inclusiva se incluyen otras diferencias, pero la diferencia sexual no está demasiado presente. En e currículum no veo un cuestionamiento sobre qué temas se priorizan, qué figuras aparecen… Creo que es una carencia que tenemos como colectivo, aunque también percibo mucha sensibilidad y la gente se forma por su cuenta.

El libro arranca diciendo que en España no hay una escuela coeducativa sino mixta. ¿En qué se traduce esta diferencia?

Cuando se generaliza la escuela mixta y niñas y niños se escolarizan juntos, se generaliza la escuela masculina, en general. Muchos saberes que se impartían en la escuela femenina desaparecen. Por ejemplo, nosotras pensamos que es importante educar para la autonomía. Eso significa aprender a cocinar, coserse un botón, sanarse, cuestiones de expresión emocional. No sé si estaban dando en la escuela femenina desde una perspectiva de ética revolucionaria del cuidado o de interdependencia; igual sí estaban desde un punto de vista de una feminidad muy tradicional, pero estaban, y en la escuela mixta ya no. Recuperar y apreciar esos valores relacionados con la experiencia femenina de la historia tiene que ver con aprender a ser autónomo en la vida. Es lo que hacen en los países más punteros en educación, que tienen su aula de economía doméstica donde aprenden a cocinar, coser o cambiar una rueda. En las escuelas Montessori el alumnado limpia su aula. En nuestras clases el niño se va a su casa y aparece un ser invisible, precario y feminizado en general, y limpia su mesa. La separación tan clara que hay entre la emoción y la razón. Para gran parte del profesorado, lo que vamos a hacer a la escuela es un trabajo y las emociones personales no tienen tanta cabida, se dejan en casa. Para mí es un error: vamos a relacionarnos y eso hay que trabajarlo. La escuela mixta no es coeducativa. Educa para la igualdad, pero no reconoce bien la diferencia, no es demasiado equitativa. La perspectiva coeducativa es una oportunidad para defender la escuela mixta.

Es una escuela mixta y está en camino de la coeducación. Hay interés, pero está lejos en muchas cuestiones. Por ejemplo, cómo se trabaja la disrupción en el aula. No somos conscientes de que lo hacemos sobre estereotipos de género. La escuela coeducativa sería consciente de cómo el profesorado reproduce estos estereotipos sociales, porque se ha criado y educado en la misma sociedad y compartimos estereotipos. Llegamos al aula y, si no ponemos consciencia, los reproducimos.

El manual comenta que los varones ocupan más tiempo de intervención en clase, tanto ‘positivamente’ a la hora de intervenir como ‘negativamente’ a la hora de ser disruptivos. ¿Qué puede hacer el profesor para revertirlo?

Hay medidas muy concretas: dar la voz a personas en el aula de manera más consciente. Por ejemplo, que de cada tres personas que intervengan, una sea del sexo contrario a las otras dos. Que al empezar el día dando la palabra, entre las dos primeras intervenciones, por lo menos, una sea a una chica. Está comprobado que cuando llegas a un grupo, si las primeras intervenciones que permites son varones, las chicas tienden a inhibirse. Hay una investigadora llamada Beatriz Sevilla que explica que las chicas a partir de cierta edad tendemos a adoptar un rol de acciones secundarias, quedarnos en la retaguardia. Se arregla dándonos la palabra, porque, inconscientemente —y esto es muy inconsciente— no lo hacemos. O, con los chicos, cuando hacen intervenciones muy largas o interrumpen a sus compañeras, hacerles conscientes, muchas veces no lo son. A veces alentamos la disrupción con la cantidad de espacio que les otorgamos. A veces reprendemos la falta de responsabilidad de las chicas con mayor exigencia. Las niñas son muy autoexigentes en edades muy tempranas, a partir de 5º o 6º no se permiten un fallo, y yo creo que eso tiene que ver con que les permitimos menos margen de error.

¿Qué es el currículo oculto del que habla en el manual?

El currículo describe los aprendizajes que hay que conseguir, los medios por los que se va a conseguir, entendiendo que los medios enseñan mucho. El currículo oculto es lo que se enseña sin poner consciencia de lo que se está enseñando. Por ejemplo, a través del lenguaje o las imágenes que aparecen en el libro de texto. La idea es ser conscientes, hacer que no esté oculto e intentar visibilizarlo y deconstruirlo para que todo lo que enseñemos sea coherente. A veces queremos enseñar una cosa explícitamente, pero luego de manera oculta hacemos lo contrario.

Eso, respecto a lo menos evidente. ¿El currículum oficial también necesita una revisión con perspectiva feminista?

También. Por ejemplo: cuatro de primaria, Ciencias Sociales. La romanización de la Península Ibérica. Ámbitos de estudio: las infraestructuras, la legislación, la religión y otro aspecto que no recuerdo ahora mismo. Se estudian muy poco las relaciones familiares, la alimentación, las formas de relacionarse en pareja, las maneras de curarse, la medicina. Todas estas cosas que tienen que ver con el ámbito de la experiencia de la vida femenina. También se nombran muy pocas a mujeres. En el libro de Naturales de 5º de primaria de mi hija hay seis personas destacadas para ilustrar distintos temas y ninguna es una mujer, cuando en varios aspectos serían muy interesantes. Podríamos hacer un esfuerzo educativo consciente por meter más mujeres. Por ejemplo, María Sibylla descubrió la metamorfosis de algunos insectos. Como ella hay un montón. Otra manera de incorporar la perspectiva de género al currículo: ver en qué momentos de la historia las mujeres no han podido ejercer determinados derechos. Eso podría ser objeto de estudio desde una perspectiva crítica. La propia historia del feminismo debería tener más presencia. Los cuerpos de las mujeres, en el área de Ciencias, suelen estar subrepresentados respecto a los de los hombres, aunque esto depende mucho de los colegios. Un currículum coeducativo evita el androcentrismo.

Esta cuestión de la que hablamos en global, ¿está sobre la mesa o ni siquiera se habla de ella?

Depende de qué mesa hablemos. Yo la encuentro cada vez en más mesas. Este libro se está reeditando. No sé hasta dónde ha llegado, quizá debería estar en otras mesas donde se toman decisiones de impacto, pero creo que estamos en un momento muy bueno en ese sentido. Estamos siendo empujadas por la cuarta ola del feminismo y por muchos movimientos que se están dando. Hay grandes movimientos reaccionarios también, en parte po el impulso que estamos tomando, pero que también nos dan cierta legitimación. Respecto al currículum igual no está tanto, pero la sensibilidad está ahí.

Entre las cosas que se comentan en el manual, habláis de los espacios, que me da la sensación de que más allá del patio y el campo fútbol no se habla mucho de ello.

Los espacios parecían neutros, que no tenían una perspectiva de análisis de ningún tipo. Pero el análisis de género nos dice que los espacios tienen mucha enjundia para la perspectiva feminista. Le tenemos que prestar atención, porque según cómo se configura el espacio en el que convivimos se configuran nuestras relaciones. Y, en concreto, en el ámbito educativo, creo que no solo el patio, se están trabajando muchos los espacios. Pero quizá desde otras perspectivas como la diversidad funcional, trabas de acceso, que sean más estimulantes y permitan otras agrupaciones y metodologías, que sean espacios más abiertos. Fuhem tiene unas aulas donde ha tirado los muros para que todo el alumnado de tres grupos puedan ir rotando por diferentes actividades. Creo que sí están en la agenda los espacios educativos. Desde una perspectiva feminista, ocupar el espacio es algo que tradicionalmente ha sido un privilegio masculino. La representación gráfica es el patio con el campo de fútbol en el medio. Y el campo de fútbol no es solo el espacio con más metros cuadrados para varones frente a las chicas, sino que también es un espacio muy jerárquico porque no todos los varones juegan al fútbol y eso luego marca las relaciones. Son espacios, los patios, en los que no se favorecen otras actividades. Suelen faltar sombras o bancos para otros juegos, conversaciones. Los pasillos a veces son espacios de mucha violencia porque en ellos se corre, se empuja, se hace ruido. Tenemos que aprender a usarlos de manera más inclusiva. En el colegio donde yo trabajaba los baños eran mixtos, a mí me gustan, pero hay que aprender a usarlos. Los espacios tienen que servir por igual a todas las personas. Poner la atención en estas cuestiones también es coeducación.

¿Alguna vez le han reprochado tener un discurso excesivamente, digamos, sensible a estas cuestiones? Por ejemplo: el campo de fútbol está en el medio porque en una esquina no cabe.

Una de las cosas que hemos conseguido es que ahora mismo no sea demasiado políticamente correcto manifestarse en ese sentido. La igualdad, en concreto la que tiene que ver con la igualdad sexual, es una cosa asentada como un valor. Como mínimo te escuchan y la gente intenta entender. En concreto, respecto al fútbol, yo soy radical. Intentaría que no se jugara al fútbol en las escuelas. Creo que el fútbol ocupa un tiempo enorme en las escuelas y en nuestras vidas. Los niños pueden jugar al fútbol en el equipo de su barrio o los fines de semana. En los colegios no hay campo de voleibol, muchas veces ni de baloncesto. La educación es como la alimentación, cuanto más diversa, mejor. Es importante que los niños y niñas realicen actividades diferentes, tengan otros referentes. Todo el rato fútbol no es bueno para nadie, ni para los niños ni para las niñas a las que les guste.

Estuve en un colegio en el que el alumnado de 4º nos pidió que no le dejáramos jugar porque si podían lo hacían, pero les traía problemas de relaciones. Estuvieron un mes sin jugar y lo agradecieron. Es un proceso que va a ser doloroso porque te va a remover, pero tiene que ser gozoso. La coeducación y vivir de una manera más libre, porque esto va de libertad y de singularidad, que cada uno sea quien quiera y quien se sienta, hay que empezar a disfrutarlo pronto, porque también te va a hacer sentir mal por momentos. Cuando propones cambios en este sentido es difícil que alguien te los reproche.

Termino. ¿Toda esta labor no se puede quedar un poco coja si luego las familias no la completan?

De hecho el grupo de Fuhem que lo promueve está formado por familias. La idea es que los centros hagan actividades en las que todas las personas tienen un rol. No son muchas, pero en algunas propuestas se incorpora a las familias, como crear auditorías de género en los colegios en los que todo el mundo aporta, y ahí tienen un rol importante las familias. O las circulares que se envían a las familias, deben reflejar la diversidad. No puede poner: “Firma el padre y la madre”. En muchas familias hay dos padres, dos madres, el padre solo o la madre sola… Pero para que haya coherencia con las familias un colegio puede ser un espacio de educación y divulgación también hacia las familias. Crear espacios de escuelas de familias, de coeducación, de encuentro familiar, de reflexión. Apoyarse en las asociaciones de familias sería lo más coeducativo. Yo soy muy partidaria de que las familias entren al aula porque aprenden a la vez que aprenden sus hijos o hijas, pero tiene que haber coherencia, y si no hay trasvase de las familias a la escuela, pues que lo haya de las escuelas a las familias.

Fuente e imagen: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/14/en-espana-tenemos-una-escuela-mixta-no-coeducativa-que-educa-para-la-igualdad-pero-no-reconoce-bien-la-diferencia/

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Entrevista a Remo Largo: Un niño que no es bueno en matemáticas no es inferior al resto

Por: J.G. Stegmann.

El prestigioso científico y pediatra suizo Remo H. Largo presenta el libro «Ìndividualidad humana» en el que insiste en la idea de que no hay dos seres humanos únicos, que no podemos ampliar nuestro potencial y que hay convivir y aceptar las diferencias.

«No es posible ampliar por ningún medio el potencial de una persona». Con esta idea, el prestigioso científico y pediatra suizo Remo H. Largo sostiene que es indistinto si los niños dedican más o menos horas a actividades extracurriculares, van clase de ballet, piano, fútbol o artes marciales…«Nunca tendrá en casa a Steve Jobs o Rafa Nadal. No se puede puede convertir a los hijos en lo que no son, eso es malísimo para ellos».

Largo ha creado el «Principio de ajuste» (Fit-Prinzip), una teoría que «asume las diferencias entre los individuos, la singularidad de cada uno y la interacción entre individuo y ambiente como base de la existencia humana». Con esta teoría y 40 años de investigaciones sobre el ser humano, desde la niñez hasta la adultez, ha escrito una gran obra «Individualidad humana, qué nos hace diferentes y cómo aprovecharlo» (Debate) en la que explica que aunque nos quieran hacer creer que todos somos iguales y podemos lograr lo mismo, cada ser humano es diferente.

-Su libro parte de la frase de Albert Einstein que dijo que, si juzgáramos a un pez por su habilidad de escalar un árbol, viviría su vida entera creyendo ser estúpido. ¿Cómo se aplica al ser humano?

-Voy a poner un ejemplo. Usted funda un zoo. Se trae animales de todas partes del mundo y se pregunta: ¿Cómo vivía el elefante antes de traerlo? Entonces, intenta crarle un hábitat similar al que tenía…¿Cómo vivía el pez? Entonces, intenta proporcionarle un acuario. Es decir, intenta adaptar el entorno a cada uno de los animales porque sabe perfectamente que el pez no va a sobrevivir en la estepa o el elefante en un acuario.

Esa reflexión se aplica al ser humano. No podemos tener cualquier entorno o hábitat aunque lo creemos. De hecho, queremos ir a Marte, una locura. Voy a poner otro ejemplo. Hace 150 años, los zoo confinaban a los animales en jaulas. Después, la gente se dio cuenta de que eso no funcionaba y se adaptó el hábitat. Eso es lo que el ser humano no ha hecho consigo mismo. En otras palabras, lo normal sería vivir en la naturaleza. En el pasado, los seres humanos siempre han vivido en comunidad, de entre 100 y 300 personas y todas ellas se conocían bien, conocían las fortalezas y debilidades del otro. Ahora, estamos en ciudades masificadas como Madrid en la que apenas hay personas de nuestro entorno que conocemos, ajenas a nosotros y eso nos hace enfermos.

-Pero volver a ese estado es difícil, ¿cómo busco el entorno ideal, huyendo de la gran ciudad, de Madrid?

-A lo mejor es una opción salir de la ciudad. Solo como individuos podemos decidirlo. Yo, por ejemplo, me fui de Madrid. Pienso que lo que no podemos cambiar es el Estado. Tenemos un sistema educativo, sanitario, social…Eso está bien y no se puede cambiar. Pero lo que sí podemos cambiar es encontrar dentro de ese sistema modos de convivencia comunitarias y eso también se podría hacer en Madrid.

-La idea de que todos somos diferentes, con más o menos capacidades, apunta a que no hay alguien mejor o peor que otro. ¿Nos puede hacer llegar a la conclusión de que no existe la gente tonta o inepta?

-El ejemplo de la lectura puede ayudar a responder. Tenemos niños fabulosos en lectura y otros que apenas saben leer. En España, por ejemplo, hay tres millones de personas que no saben leer pero tienen inteligencia normal, con nueve años de escolarización. Pero eso no ocurre solo en España. En Suiza hay medio millón. Lo que deberíamos hacer es aprender a vivir con esa realidad, aceptarla. Y no decir: «Esos son los tontos». A lo mejor lo que ocurre es que saben manejarse bien con los números o dibujan de maravilla pero no saben leer.

-¿El que no tiene una capacidad siempre desarrolla otra?

-Podemos pensar en el esquema de aptitudes de una persona: puede tener muy buenas aptitudes sociales, mientras que las lingüísticas no son buenas. A su vez, es muy musical, en Matemáticas va bien, pero su motricidad no es buena y tampoco dibuja bien. Otra persona puede tener una constelación completamente diferente de esas mismas capacidades.

-Señala que la sociedad comete el grave error de pensar que todos somos iguales y que todos podemos conseguir lo mismo. ¿El individuo no es también responsable de creer que puede conseguir cosas que jamás tendrá? ¿No es el artífice de su propia frustración?

-No, no es la persona la responsable. Cuando valoramos o evaluamos a una persona como individuo hay que conocerla. Si ves a alguien en la calle no puedes hacerlo. En eso estriba el problema. Solo cuando convivimos con personas a las que conocemos, en una comunidad en la que hay un conocimiento mutuo, solo entonces sabremos cuáles son las fortalezas del otro. Así es como se acepta a los demás tal y como son. Por ejemplo, en el ámbito laboral.

-¿Ser consciente de estas diferencias podría ayudar a los padres a aceptar que en casa no tendrán a un Steve Jobs? A veces presionan más los padres que la sociedad…

-¡O a Rafa Nadal! Es cierto. Pero también es verdad que todos los padres conocen perfectamente a sus hijos y sus perfiles. Si se les pregunta por las aptitudes motrices que tienen sus hijos lo sabrán perfectamente. El problema está en si quieren reconocerlo o no. Y la presión procede de su deseo de convertir a los hijos en una cosa que no es. Y eso es malísimo para el niño.

-Dice en su libro que cada uno de los ocho mil millones de seres humanos que viven en la Tierra es único. Repetir la idea de que somos diferentes ¿no podría de alguna manera justificar la injusticia social?

-No, para nada. Es lo contrario: la definición de una sociedad justa radica en el hecho de que cada individuo tenga la oportunidad de desarrollar sus capacidades individualmente. Durante la Ilustración y la Revolución Francesa se decía que todos éramos iguales pero para eliminar la sociedad de clases, eliminar al Rey, por ejemplo. Podríamos decir que estamos en un punto en el que podríamos iniciar una segunda Ilustración en el sentido de aceptar la diversidad individual, es decir, que no considere inferior a una persona que no sepa leer o no sea buena en Matemáticas.

-¿Cómo evitar que la aceptación de las diferencias no termine convirtiéndose en una renuncia a la mejora o superación personal?

-No es renunciar, es volver a la razón. Voy a poner un ejemplo con el crecimiento físico. Si alimentamos bien a un niño va a alcanzar su potencial de crecimiento, su altura prevista, el potencial se cumple y se agota. Si le alimentamos mal ese potencial no se alcanzará y tendrá menir estatura. Pero si lo sobrealimentamos no crecerá más, engordará. Eso ocurre con todo, Lengua, Matemáticas, Música…Se trata de realizar el potencial que tenemos, no más.

-Si un niño dice sentirse niña o una niña quiere ser varón. ¿Cómo deben actuar los padres? ¿Eso también es aceptar las diferencias?

-Hay muchos niños que experimentan esa fase entre los 4 y los 7 años y luego desaparece. Si un hijo manifiesta que se siente hombre siendo mujer no se le puede quitar la idea porque es lo que siente, tiene que vivir esa fase. Ese hijo, posteriormente, puede que cambie la percepción de sí mismo a través de las experiencias que vaya teniendo, por ejemplo, relacionándose con otros niños, viéndose aceptado o no, etc.

Existe, por un lado, lo que uno es físicamente y luego tenemos otro componente que es cómo se percibe o siente uno como hombre o mujer. Y no tienen por qué coincidir ambas cosas. Luego tenemos otro componente que es el comportamiento. Seguramente conocerá a hombres que tienen una actitud femenina pero no son homosexuales. Y ahora podemos mezclar esos aspectos y crear diferentes combinaciones.

-Dice que el reto del ser humano es la armonía, aceptarse a uno y al entorno. ¿Cómo se hace para llegar a ese reto o fin en la vida?

-Una posibilidad sería preguntarse en qué situaciones de mi vida me sentí feliz y en cuáles infeliz, tanto en el pasado como ahora. A continuación hay que preguntarse por qué en determinadas situaciones era feliz o no lo era, qué propicia ese sentimiento.

Puede ocurrir que comprobemos que necesitamos un elevado reconocimiento social, por ejemplo, en el ámbito profesional. Para mí es importante ese aspecto, tener una determinada posición en el entorno laboral. Si ese es el caso y se consigue, me siento bien. Si no lo consigo, no me siento bien. Con independencia de lo que yo haga en el trabajo, es la posición lo que cuenta. Esa reflexión se puede hacer con todas las necesidades básicas que tenemos e intentar contestar a esa pregunta en relación a cada una de las capacidades.

-Entre 1974 y 2005 dirigió un enorme proyecto de investigación en el Hospital Infantil de Zúrich en el que evaluó a más de 700 niños desde su nacimiento hasta la vida adulta. ¿Cuáles fueron las principales conclusiones de ese gran estudio?

-Lo más importante es que cada niño es único. No se puede convertir al niño en lo que no es. Lo mejor que se puede hacer como padre o profesor es configurar el hábitat del niño de tal forma que pueda cosechar, hacer, tener las experiencias que necesita. En el caso del crecimiento está claro que tiene que comer, en el caso del aprendizaje está claro que tiene que oír el lenguaje y comunicarse con otros niños, mucho más importante que hacerlo con adultos.

-Donald Trump usa, de alguna manera, el discurso de la diferencia: americano frente al que no lo es, negro frente a blanco… ¿No hay que tener cuidado con perpetuar las diferencias?

-Son las personas débiles las que son racistas. Trump lo único que pretende es hacerse más fuerte diciendo que es mejor que los negros, hispanos o inmigrantes. Una persona fuerte no tiene necesidad de hacerlo. Obama no lo ha hecho nunca. Lo que nosotros tenemos que hacer es procurar que una persona como Trump no llegue jamás a ser presidente. Y eso es en España, Suiza o cualquier país del mundo.

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