¿Es la brecha salarial una cuestión de género?

Semana Educación

La investigadora Natalia Nollenbergen analizó los resultados de las pruebas Pisa en matemáticas, que en Colombia evidenciaron la desigualdad entre niños y niñas, circunstancia que impacta en el desarrollo. SEMANA habló con ella, en el IIX seminario de investigación sobre la calidad de la educación.

Cuando los resultados de las pruebas PISA 2012 fueron publicados, el desempeño de Colombia fue noticia. Pero no buena. Los puntajes estaban lejos de los primeros lugares y se evidenciaban los problemas del sistema educativo. 

Aquel año, las pruebas se concentraron en examinar el desempeño en matemáticas. Se aplicaron a cerca de 2.5 millones alumnos en 80 países del mundo. El resultado fue alarmante: Colombia es el país con mayor brecha entre niños y niñas en esta disciplina. 

La experta en economía aplicada, Natalia Nollenbergen, se dedicó a estudiar las causas. En el 2014 publicó su trabajo Understanding the Math Gender Gap in Latin American Countries, con en el que pretendió establecer el papel de diferentes factores sociales en dichos resultados.

Para Natalia la brecha en los resultados en matemáticas son el primer paso en la brecha de desigualdad de género que existe en el mundo profesional. “Entender por qué las niñas tienen un desempeño muy inferior a los niños en matemáticas puede explicar porqué eligen carreras profesionales que finalmente tienen un rango salarial inferior a la que eligen los niños”. 

Una niña que desde etapa escolar piensa que no podrá ser ingeniera enfocará sus esfuerzos en otras disciplinas más acordes a las carreras que cree están “a su alcance”. 

 Natalia advierte que no se puede explicar toda la brecha con los resultados de las pruebas, pero que estos sí dan claves sobre los factores sociales que influyen para que las diferencias se mantengan en determinados países. 

Una de las principales conclusiones es que “todo tiene que ver los roles”.  Natalia, quien también investigó los resultados en alumnos inmigrantes de segunda generación, explica que “la cultura de los padres parece influir en la percepción de futuro que tienen los niños”. Los niños con padres provenientes de países donde el índice de desigualdad es bajo tienden a mostrar una brecha menor que aquellos con padres originarios de países donde ese indicadores alto. 

En el caso especifico de latinoamérica “encontramos que aquellos países  con mayor igualdad de género, tanto en el acceso al mercado de trabajo como a la educación superior y un mayor desarrollo económico, la brecha de género en matemáticas es menor” dice Natalia en su investigación.

“La cultura parece explicar que la brecha va más allá del sistema educativo o de factores biológicos” dice Natalia. “No es casualidad que las niñas que crecen en países donde el indice de desigualdad de género es alto tengan resultados inferiores a aquellas que crecen en un país con alto índice de igualdad” 

“La pregunta final termina siendo: ¿en qué medida las preferencias de las niñas son innatas o son creadas?” dice Natalia, y afirma que aunque todavía no se puede resolver por completo, “poner el tema en la agenda es un gran avance”.

Fuente del articulo: http://www.semana.com/educacion/articulo/es-la-brecha-de-genero-el-inicio-de-la-brecha-salarial/545966

Fuente de la imagen: https://static.iris.net.co/semana/upload/images/2017/11/3/546088

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FMI: La mujer en el trabajo. Gran logro en América Latina y el Caribe

Septiembre de 2016/Autores: Natalija Novta, Alejandro Werner y Joyce Wong /Fuente: FMI

En la mayoría de los países, el número de hombres con trabajo remunerado es mayor que el de mujeres. La participación en la fuerza laboral es de alrededor de 80% para los hombres pero de apenas 50% para las mujeres. Dicho de otro modo, casi la mitad del potencial productivo de la mujer permanece desaprovechado, en comparación con un quinto en el caso de los hombres.

Al igual que en el resto del mundo, la mujer sigue siendo un recurso laboral infrautilizado en América Latina y el Caribe. Pero en los últimos 20 años, la mujer latinoamericana ha venido desempeñando un papel laboral cada vez más activo, y ha reducido a un ritmo asombroso la brecha frente a los hombres y frente a sus contrapartes en las economías avanzadas. En una región que necesita encontrar nuevas fuentes de crecimiento, alentar a la mujer a participar en el mercado laboral ayudaría a elevar los niveles de ingreso y empleo en los distintos países.

Grandes avances de la participación femenina…

En 1990, tan solo un 44% de las mujeres en América Latina participaban en la fuerza laboral. Para 2014 la cifra había aumentado a 54%, es decir, casi a los niveles de Estados Unidos y los mercados emergentes de Asia. Pero esta mejora oculta variaciones significativas dentro de la región. Históricamente, los países caribeños han tenido altas tasas de participación femenina, y desde 2005 han superado a las de Estados Unidos. En el resto de la región, Centroamérica y las cinco mayores economías de América del Sur estaban casi a la par a comienzos de los años noventa, es decir, algo por debajo del 40%, pero desde entonces los países de América del Sur han dado pasos agigantados, en tanto que Centroamérica ha estado igualándose a un ritmo más moderado (véase el gráfico 1).

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Estos avances de América Latina en materia de participación femenina son los mayores de cualquier región desde 1990. Y la participación femenina en América Latina es ahora más alta de lo que habría cabido predecir en función del ingreso per cápita (véase el documento de trabajo del FMI de próxima publicación preparado por Novta y Wong).

…pero persisten importantes brechas de género

Pese a estos avances, la brecha de género en América Latina —la diferencia de las tasas de participación en la fuerza laboral entre hombres y mujeres— sigue siendo considerable. Al rondar el 25%, es el doble de la brecha de género en Estados Unidos. Es interesante señalar que esto se debe principalmente a una importante participación masculina, lo cual a su vez es atribuible a una población relativamente joven. Casi cuatro quintos de los hombres en la región participan en la fuerza laboral, frente a aproximadamente dos tercios en las economías avanzadas. Por ejemplo, si América Latina tuviera el mismo perfil demográfico que Estados Unidos (un 86% de la población menor de 65 años, frente a 93% en América Latina), la brecha de género implícita en América Latina disminuiría a 14%, es decir, similar a la brecha observada en Estados Unidos (véase el gráfico 2).

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Nuevos tiempos

Una buena noticia es que las mujeres más jóvenes en América Latina están trabajando cada vez más, y en especial las que tienen niveles más altos de instrucción. A menor edad, la brecha de género es más reducida en todos los niveles de educación, y en los grupos con algún nivel de estudios universitarios, la brecha es prácticamente inexistente (véase el gráfico 3). Esto probablemente se debe a una combinación de una tendencia en el tiempo (las generaciones de mujeres más jóvenes trabajan más) y un componente relacionado con el ciclo de vida (muchas de estas mujeres aún no son madres). A medida que este grupo de mujeres más jóvenes llegue a la edad de concebir, las políticas que fomenten la continuidad de la participación en la fuerza laboral serán críticas. Esto es particularmente importante en la medida en que las mujeres superen a los hombres en grado de instrucción, como se ha observado en varios países de América Latina (véase el gráfico 4).

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Se ha visto que los programas de cuidados de niños gratuitos o subsidiados, como Hogares Comunitarios de Bienestar Familiar en Colombia y Estancias Infantiles en México, aumentan las probabilidades de empleo de las madres o sus horas de trabajo. Se observaron resultados similares con el programa Jornada Escolar Completa en Chile, que al incrementar el número de horas que los niños pasan en el colegio permite que las madres dispongan de más tiempo para trabajar. Estos programas han estado focalizados en las madres pobres, pero los programas de cuidados de niños en países avanzados, como Canadá, España y los Países Bajos, por ejemplo, también han logrado aumentar la participación femenina en la fuerza laboral y el número de horas de trabajo. Además, las políticas que amplían la educación de la mujer o que garantizan la igualdad de derechos legales para la mujer también incrementarían la participación femenina en la fuerza laboral.

Estimular el crecimiento

Los beneficios potenciales de una mayor participación femenina podrían ser considerables, aunque resulta difícil calcular su magnitud exacta. Según cálculos ilustrativos, suponiendo que los demás factores no varían, si los países de América Latina elevaran la participación femenina en la fuerza laboral al nivel medio de los países nórdicos (que es 61%), su PIB per cápita podría aumentar a 10% o más, dependiendo del país y de los niveles vigentes de participación femenina. Estudios recientes del FMI sobre Canadá han demostrado que las mejoras en el crecimiento de la productividad debidas a una mayor integración de la mujer en la fuerza de trabajo podrían ser importantes. Otras estimaciones apuntan a posibles aumentos del PIB per cápita de entre aproximadamente 7% a escala mundial y alrededor de 17% en América Latina.

El efecto directo positivo de la incorporación de la mujer en la fuerza laboral es tan solo un comienzo. Al adoptar políticas a favor de las mujeres trabajadoras, como las que se han mencionado o, por ejemplo, políticas que garanticen igual salario por trabajo igual, el poder de decisión de la mujer en el hogar se consolida. Dado que las mujeres destinan más recursos a la educación y la salud de los niños, los beneficios redundarían para toda la familia, y además incrementarían la productividad de la mano de obra y proporcionarían un estímulo a la economía.

Fuente: http://blog-dialogoafondo.org/?p=6784

Imagen: http://www.alhucemas.info/index.php/El-salario-de-una-mujer-trabajadora-en-Marruecos-es-de-180-euros-20Dh-al-dia.html

 

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Situación de la mujer en Venezuela: entre avances y retrocesos

Por: Gelnda González

Las mujeres venezolanas han modificado sus características sociodemográficas en los últimos decenios: estudian más que los hombres, ahora son principalmente jóvenes-adultas, han acentuado su carácter tempranamente urbano y han reducido a la mitad el número promedio de hijos que tienen durante su vida fértil. Sin embargo, a pesar de los avances, persiste -entre otras-  la inequidad en la remuneración y siguen sufriendo por la violencia de género. Los datos muestran que cada vez son más los hogares cuyo jefe de familia es una mujer, situación que acompañada de falta de empoderamiento y  productividad  ha llevado a padecer una crisis que hace a las féminas más pobres. 

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El 8 de marzo se conoce como el Día Internacional de la Mujer, día en el cual se  conmemora un terrible suceso ocurrido en 1911 cuando más de 140 trabajadoras perdieron la vida a causa de un incendio en una fábrica en Nueva York. La  fecha, avalada por las Naciones Unidas, conmemora no solo el trágico incidente, sino también los esfuerzos de la mujer por alcanzar igualdad con el hombre y lograr mayor participación en todos los ámbitos de la sociedad.

En Venezuela, la historia de las mujeres combina la acción política y experiencias de postergación e invisibilidad. Siendo activas en las luchas por la independencia, el accidentado proceso político, caracterizado hasta 1958 por dictaduras y represión, impulsó a grupos femeninos a la acción rebelde y con frecuencia clandestina.

Su aporte a la construcción de las instituciones políticas y sociales del país fue innegable. Sus organizaciones surgieron antes que los partidos que dieron estabilidad al sistema político y sus propuestas fueron tempranamente incorporadas al quehacer estatal.

Según proyecciones del INE  en 2050  las mujeres dominarán el cuadro demográfico venezolano al sumar 20,3 millones de un total poblacional de 40,5 millones.

No obstante, las venezolanas obtuvieron el derecho a voto sólo en 1947, tras años de reivindicación. Su ascenso a posiciones de poder se apoya en su temprana articulación, en la emergencia, constitución y consolidación del modelo democrático partidista y en el aumento de la calidad y cuantía de su formación, por su incorporación masiva al sistema educativo.

Actualmente, no solamente la mujer venezolana estudia más que el hombre sino que gradualmente está asumiendo más obligaciones que, tradicionalmente, se le asignaban al género masculino, entre ellas la jefatura del hogar. Según el último censo, para el 2011 el 39% de los hogares dependía principalmente de una mujer. Hace diez años, esta cifra se ubicaba en 29% y hace 20 años, en 24%, con lo que se observa una tendencia creciente en las jefaturas femeninas del hogar.

La especialista en el área, Rosa Paredes, ha realizado diversos estudios demostrando que, a diferencia de los hombres, la mujer debe ocuparse de responsabilidades domésticas, administración del hogar, la atención de la familia y labores comunitarias, además de participar actividades remuneradas para poder subsistir. En consecuencia, “las mujeres viven la pobreza con mayores desventajas”.

LA FEMINIZACIÓN DE LA POBREZA: UNA AMENAZA

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En los últimos decenios las mujeres venezolanas han modificado en forma apreciable sus características sociodemográficas: ahora son principalmente jóvenes-adultas (en vez de jóvenes, como en los años 50), en casi el 40% de los hogares venezolanos la cabeza jefe de familia es la mujer,  han acentuado su carácter tempranamente urbano y han reducido a la mitad el número promedio de hijos que tienen durante su vida fértil (tenían 6 hace cuatro décadas, aunque este perfil presenta diferencias según sectores).

No obstante, el fenómeno de la pobreza las persigue.  Al respecto, en una entrevista publicada en un medio digital, la economista y miembro fundadora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela (CEM-UCV), Adicea Castillo, explicó que el término feminización de la pobreza se originó en la sociología norteamericana en la década de los 70, a raíz de la industrialización de la economía.

“En EE.UU no se protegían todas las garantías del trabajo y los sociólogos de allá determinaron en sus estudios que había un alto porcentaje de mujeres y niños pobres. Luego ese fenómeno pasó a los países subdesarrollados, donde se acentuó con la crisis del endeudamiento de los 80 que arrancó por México y luego se expandió por toda Latinoamérica”. 

Las mujeres venezolanas son más proclives al matrimonio. El INE registró 102.077 matrimonios frente a los 30.660 divorcios en 2012, el último año de registro.

Agrega que luego de los años 30 es que las mujeres empiezan a ingresar a las universidades, pero igual se sostenía la tesis de que la mujer era para cuidar el hogar y el hombre para mantenerla.

“Así llegamos a los 50, cuando se registraba 30% de alfabetización, y a partir del período democrático cuando el país empieza a producir automóviles es que se le da empleos, pero los que eran muy mal pagados.

Luego en los 80 la mujer se incorpora al magisterio y a los sindicatos, pero igual son menos favorecidas en términos económicos, pues estaba ligada al área de los servicios, relató Castillo. Y así llegan a la década de los 90 ocupando más de 60% de los cupos en las universidades y casi 63% de los estudios de postgrado.

No obstante, en el siglo XXI la feminización de la pobreza persiste en el país. A juicio de la la experta, no bastó que a partir de 2004 con el boom petrolero se crearan las misiones, pues al  “no acompañarse de políticas sociales que ayudaran al empoderamiento y a la productividad, hoy las madres, en su mayoría, están padeciendo una crisis que las hace más pobres”.

Venezuela reporta la tasa de embarazo adolescente más alta de Suramérica y la tercera de Latinoamérica, precedida por Nicaragua y República Dominicana.

En relación a la mortalidad materna infantil, los datos presentados por el INE-2012 indican que ocurren 72 muertes por cada 100.000, lo que representa un aumento de 23% con respecto a 1990.

“Estas cifras no han podido bajarlas y lo peor del caso es que hay un porcentaje, pequeño pero importante, de madres pre adolescentes de 10, 11 y 13 años, que indudablemente aumentan los casos de pobreza. Es un círculo vicioso. Muchas no se controlan, se practican abortos. Se mueren luego de ocho meses hospitalizadas por una infección y, las que se salvan, regresan al barrio a mantener un muchacho sin el apoyo de los padres. Ya cuando tienen 20 años tienen cinco hijos, no están preparadas y tienen que hacer trabajos informales que no les generan ingresos para salir adelante”, explicó Castillo.

19% de las mujeres embarazadas en Venezuela cuenta con menos de 18 años. En 2000 esta cifra era de apenas, 10%. La edad promedio de iniciación sexual es de 15 años, uno menos que en el resto de la región.

La crisis actual, destaca la investigadora, agudiza todos estos problemas que ya existían, por lo que afirma que hay un retroceso en la condiciones y calidad de vida de las venezolanas, que se pasan los días en una cola buscando comida. “Y eso dice que aquí hay hambre y pobreza”.

Los datos de los informes oficiales no han sido renovados desde hace más de tres años. Sin embargo, los especialistas del área señalan que la tendencia sigue en aumento y la situación difícilmente cambiará de no tomarse las medidas necesarias.

 

INEQUIDADES: MAYOR NIVEL EDUCATIVO MENOR REMUNERACIÓN

Las mujeres dominan los salones de clase venezolanos. La tasa de atención por grupo, por edad y sexo, entre 2003 a 2013 son dominadas por las mujeres en edad escolar entre 0 a 16 años, según el INE.

Sin embargo, las investigaciones indican que, a pesar de dominar los indicadores de estudios, persiste la brecha salarial entre géneros en Venezuela.

Las cifras revelan que la mayor participación de la mujer en el sistema educativo no ha disminuido la inequidad de género en la remuneración justa, aún cuando la brecha se incrementa a menor escolaridad.

Un estudio reflejado por el Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres denuncia que las féminas reciben el 82% del salario de los hombres.

Los datos del INE muestran que las trabajadoras perciben ingresos más bajos por la misma labor. Reciben una remuneración promedio inferior a la de los hombres en más de 18%, lo cual se relaciona con el desplazamiento de la fuerza de trabajo femenina al sector informal de la economía.

Sin embargo, la brecha es constante: mujeres con educación básica aprobada ganan 30% menos que los hombres en el mismo rango, aunque la diferencia logra acortarse a 17% cuando hay nivel universitario.

Hay 2.942 mujeres presas en Venezuela, lo que representa el 6% de la población reclusa del país (51.256 personas), según datos de la Observatorio Venezolano de Prisiones (OPV) que denuncia desigualdad de género. Solo hay una cárcel femenina  y muchas mujeres se encuentran en anexos de cárceles para hombres. La OPV denuncia que a las féminas no se les permite la visita conyugal.

Por otra parte, también existe una diferencia entre ambos sexos en cuanto a la dedicación exclusiva al hogar: un grupo de 3.071.881 de mujeres contra apenas 64.000 hombres. Este factor ha mermado la oportunidad de las mujeres de ingresar al mercado laboral y por tanto lograr cierta autonomía económica.

LA VIOLENCIA DE GÉNERO, OTRO FLAGELO

La ONU definió a la violencia de género como “cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como privado”. 

Los estudios indican que una mujer pasa en promedio siete años de su vida en pareja aguantando violencia antes de atreverse a denunciar este hecho, y cuando lo hace es porque se ha dado cuenta de que su vida está en peligro.

Mercedes Muñoz, presidenta de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa(AVESA) señaló que “por cada caso denunciado,10 permanecen ocultos”.

Este problema obedece en gran parte a la escasa información que tienen las mujeres sobre sus derechos y la protección que le brindan las leyes, lo que hace más difícil su erradicación.

A pesar de los avances que ha habido en cuanto a la preservación de los derechos de la mujer dentro de la sociedad venezolana, “la violencia del hogar ha ido aumentando, pasando desde una cachetada a un jalón de cabello, tirarle un plato encima, amenazarla con una pistola y darle un tiro”.

El Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, a través de varias de sus integrantes, proporcionó información que permite estimar que diariamente son asesinadas cuatro (4) mujeres.

Hay coincidencia en el criterio de que ha habido un aumento significativo de la violencia mortal contra las mujeres, que es en parte producto del crecimiento de la violencia contextual en el país.

El informe “Feminicidio: Un Problema Global”, que analizó los datos de asesinatos de mujeres a escala mundial desde 2004 hasta 2009, informa que Venezuela se ubica entre los países donde se registran de 3 a 6 muertes violentas por cada 100.000 mujeres lo cual se considera elevado.

Este informe señala que los porcentajes de feminicidios son mayores en países caracterizados por altos niveles de violencia, y en ellos las mujeres “son atacadas en la esfera pública y los asesinatos son perpetrados en un clima general de indiferencia e impunidad”, características que según la fuente son aplicables a Venezuela.

La investigadora y docente de la UCV, Evangelina García Prince, en un estudio realizado en 2013 y publicado por el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS), señala que entre las causas estructurales de la violencia de género se hallan, “con sentido casi universal”,  las siguientes:

  • La desigualdad que produce relaciones de poder disimétricas y da lugar a una cultura de géneros dominante, cuyo Ethos privilegia al hombre y los valores masculinos ligados a la violencia.
  • Patrones de control masculino de la sexualidad femenina
  • Ideologías culturales en general.
  • Ideologías de género.
  • Doctrinas sobre lo privado.
  • Modelos o patrones de resolución de conflictos.
  • Indiferencia o ineficiencia de los poderes del Estado en sus actuaciones frente a la violencia.

Como posibles soluciones para abordar una problemática con causas tan complejas, la mayoría de los investigadores y expertos hablan de estrategias multidisciplinarias y conjuntas que involucren la participación tanto  de la sociedad civil como de los poderes públicos.

Fuentes consultadas:

Crónica Uno

http://www.larazon

Tomado de: http://ucvnoticias.ucv.ve/?page_id=46997

Imagen: https://www.google.com/search?q=situacion+de+la+mujer+en+latinoamerica&espv=2&biw=1366&bih=667&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj8xsvd5vDNAhWKuB4KHWuIC5wQ_AUIBygC#imgrc=_8ppxWXm6psYcM%3A

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