El debate sobre los móviles en la escuela: ¿Estamos perdiendo la conversación?

Por: Francesc Imbernon

Los dispositivos digitales de comunicación están acabando con las conversaciones, haciendo que sea más sencillo enviar mensajes cortos que hablar con otras personas.

El debate sobre la entrada de los teléfonos móviles en los centros educativos hace tiempo que se está dando con mucha diversidad de opiniones. No soy especialista en el tema y, por lo tanto, no puedo tener una opinión rigurosa sobre esta introducción. Pero a raíz de la lectura del libro de Sherry Turkle, En defensa de la conversación (Ático de los libros, 2017) me ha preocupado el asunto de perder “la conversación”. Sobre todo cuando la autora argumenta que los jóvenes tienen pánico a enfrentarse a una conversación, aunque sea telefónica, puesto que representa más esfuerzo que mandar un mensaje, un whatsapp u otro medio digital.

El libro me ha hecho pensar en algo que me preocupa: siempre hemos defendido que la educación es compartir y esto quiere decir hablar entre nosotros, escuchar con interés y prestar atención mutua; lo que, educativamente, hemos llamado escucha activa y diálogo.

Y me viene a la cabeza que puede ser verdad que el mundo digital (ordenadores, tabletas o teléfonos) nos impide conversar. El libro mencionado va más allá. Argumenta Sherry Turkle que la falta de conversación entre nosotros hace que disminuya la empatía, la emoción de estar con otras personas, traspasar las emociones o aprender a devolverlas. Las palabras escritas de un mensaje no son lo mismo que ver a la persona. Escribir en un soporte digital puede provocar la superficialidad de las palabras, la frialdad hacia otras ideas y desconectar de la vida real. La conversación, hablar con los otros, parece que crea angustia al ser más fácil conectarse y enviar mensajes. Además, da placer.

Y podemos correr el riesgo de que, al disminuir la conversación, aumenten los discursos falsos, no contrapuestos y la vulgarización de la palabra al usar mensajes superficiales. Y, también, aumentar el silencio, la sordera al no sentir las palabras de los otros con sus tonos, ritmos y gestos (en el aula, en el patio, fuera). Perdemos el cara a cara con los otros puesto que todo se soluciona digitalmente. Además, resulta fácil decir cosas que no diríamos al otro si lo tuviéramos delante o, todavía peor, podríamos tener una conversación con emoticonos. Perdemos la relación y, en la educación, esta condiciona el contenido que aprendemos.

¿Qué está pasando? Como dice el libro, la conversación da miedo porque se basa en la inmediatez de las palabras;  puedes equivocarte o no encontrar la palabra más adecuada. No se puede borrar. Muchas palabras, aunque diga el refrán que se las lleva el viento, quedan en la percepción del otro. Y depende de cómo se digan toman un cariz u otro.

Es verdad que se está perdiendo la conversación. Lo comprobamos en las reuniones cuando se está más atento a lo que dice un artefacto digital que a las palabras que nos dirigen otros. Seguramente el cineasta Coppola no haría hoy la premiada película La conversación (1974) con un alegato al mensaje ambiguo. Hoyno grabaríamos las palabras, sino que miramos qué se ha dicho en las redes sociales.

Si fuera verdad que las tecnologías que se usan para comunicarse hacen decaer la conversación, perdemos uno de los recursos más importantes en la educación. En esta es necesaria aquella como sinónimo de diálogo. Es explicar, polemizar, discutir, debatir, disfrutar del placer de sentir a los otros, de admirar el verbo, de soltarse sobre un tema, perder el miedo a equivocarse… Y esto no lo podemos perder en los procesos educativos. Educar es aprender a escuchar. Y, con un aparato digital, se produce más un monólogo, a veces con uno mismo.

No estoy diciendo que eliminamos de la educación los dispositivos digitales. Sería impensable en el mundo actual. Pero ¿qué podemos hacer para que sirvan como oportunidades de aprendizaje? Creo que regular su uso. Y una forma es que las instituciones educativas no olviden crear espacios para la conversación, como siempre se ha hecho, desde una perspectiva educativa (debates, foros, asambleas, discusiones, preguntas…). Y, ¿por qué no? dejar de lado, alguna vez, el aparato en ciertos espacios para estar más atento a las palabras y a la forma en que se usan.

Volviendo al libro, tiene razón la autora cuando dice que no tenemos que prohibir la comunicación digital, pero sí poner límites. Todavía estamos a tiempo, si es posible.

Fuente e imagen:  https://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/04/26/el-debate-sobre-los-moviles-en-la-escuela-estamos-perdiendo-la-conversacion/

Comparte este contenido:

Chile: Atención escolares: el uso de celular en el aula podría tener los días contados

Chile / 15 de julio de 2018 / Autor: Jonathan Flores / Fuente: BioBioChile

Cajas donde se depositan celulares antes de entrar a clase, la prohibición verbal de la manipulación de dispositivos tecnológicos, son sólo algunas de las medidas que han tomado diferentes establecimientos educacionales, para evitar que los alumnos pierdan atención –ya sea por llamadas, navegación de redes sociales, WhatsApp, entre otras- durante el proceso de aprendizaje.

No obstante estas medidas no están, necesariamente, reglamentadas y es decisión de los propios colegios o educadores el cómo manejar el tema. Ante esto, los senadores Juan Pablo LetelierAlfonso De UrrestiRicardo Lagos Weber y Jaime Quintana, presentaron un proyecto de ley con el que buscan restringir el uso de dispositivos de telefonía móvil en establecimientos de educación básica y media.

Lo anterior, porque -a juicio de los legisladores- el uso de dispositivos móviles durante el proceso de aprendizaje de los menores puede incidir de manera directa en su desarrollo tanto neurológico como social. Mientras más temprano se inicia el uso de dispositivos móviles o de pantallas en niños, mayor es la dependencia que tienen frente a este tipo de dispositivos, lo que podría propiciar que los menores busquen reemplazar la labor que cumple el profesor en el aula de clase.

Si bien en la actualidad las salas de clases han ido incluyendo la tecnología en su uso diario, “debemos propender siempre a que se haga un buen uso de los recursos tecnológicos, donde estos beneficien el proceso de aprendizaje y no perjudiquen el mismo o no interrumpan el proceso cognitivo de los estudiantes”, enfatizan los autores.

Con todo, se “prohíbe el uso de dispositivos de telefonía móvil en las aulas de educación durante los procesos pedagógicos, a nivel escolar sea este básico o medio. Los establecimientos escolares deberán incluir en su reglamento interno la existencia de lugares de depósito de los celulares de quienes infrinjan esta norma. Sin perjuicio de lo anterior se entiende que el uso de estos dispositivos siempre será permitido en caso de emergencia.”

Y la medida no es antojadiza, ya que de acuerdo a cifras publicadas al mes de marzo de este año por la Subsecretaria de Telecomunicaciones, existen en nuestro país alrededor de 23 millones de teléfonos celulares, cifra que mes a mes va en aumento. “Estamos inmersos en una sociedad donde los teléfonos celulares se han convertido en algo natural en la vida de muchas personas, siendo muchas veces fundamentales para su trabajo e incluso para sus relaciones interpersonales”.

Sin embargo, alertan los parlamentarios, “la cifra es alarmante cuando ponemos especial atención al uso de teléfonos móviles en menores de 18 años, lo que puede incidir de manera negativa en el desarrollo de sus vidas. En nuestro país un 11% de los niños y niñas de 5 años tiene celular funcionando y en uso. Dicha proporción sube a un 30% de quienes tienen 8 años. 50% entre los niños de 10 años. 71% a los 12 años y a un 90% a los 15 años”.

Fuente de la Noticia:

https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2018/07/09/atencion-escolares-el-uso-de-celular-en-el-aula-podria-tener-los-dias-contados.shtml

ove/mahv

Comparte este contenido: