Educación ambiental y saberes campesinos

12 de abril de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org

Por: Roosevelt Andrés Ramos Osuna

El saber agropecuario llega a crear una episteme estudiantil al objetivizar un dialogo de saberes y construyendo coyunturas entre la interculturalidad y la construcción de conocimiento.

En la actualidad referirnos al termino campesino presenta aislamiento y diferenciación, sin embargo hace 40 o 50 años atrás, era un término de inclusión y descubrimiento. Ser de origen campesino en una Institución educativa puede representar la burla y la discriminación y son estos mismos jóvenes estudiantes rurales quienes debido a un comportamiento social homogenizado terminan siendo oprimidos y adoctrinados.

En la educación como ciencia, se debe hablar del saber campesino, ya que puede problematizar la educación y la realidad social, pues se maneja la identidad rural y el sentido de vida, el encuentro de saberes; para cuestionar la verdad y la existencia de otras realidades distintas, ese claro oscuro intermedio que hace crear un debate subjetivo del devenir dando paso a la emergencia de movimientos sociales que recuperen su tradición.

De manera que el saber de las familias campesinas presenta una gran comunión con la conservación de la naturaleza, a pesar de los paquetes tecnológicos producto de la ¨revolución verde¨ que supuestamente buscaban aliviar el hambre en el mundo pero que criminalmente solo buscaba de manera intencionada vender en el mundo toneladas de productos de síntesis artificial como agro-químicos y miles de plaguicidas que crean dependencia comercial de los campesinos con los almacenes agrícolas. Sin embargo en nuestro país todavía existen mundos posibles para la agricultura y las buenas prácticas ancestrales con la naturaleza. La Colombia indígena sí que sabe de esto, esa Colombia indígena producto de la misma historicidad e intercambio socio-cultural permeo a esa Colombia campesina de muchas prácticas culturales que todavía son resilientes y hacen intentos por mantenerse o conservarse a la sombra de la multinacionales.

Lo que se demuestra es la Colombia multi-cultural que somos y del Cómo podemos interactuar con ella re-aprendiendo de nuestra diversidad y no por el contrario dejarnos guiar como borregos por los medios de comunicación o las palabras sin sentido profundo de algunos dirigentes políticos que quieren dividir la Colombia indígena como han planteado en el departamento del Cauca.

En ese sentido construyendo conocimiento o re-construyendo este, se pueden generar pensamientos críticos en la educación ambiental y posturas reflexivas campesinas. Al Respecto Zemelman (2004) plantea: “Esa es la función de lo que aquí he llamado el pensar epistémico, esto es, el plantearse problemas a partir de lo que observo pero sin quedarme reducido a lo que observo, sino ir a lo profundo de la realidad y reconocer esas potencialidades que se ocultan, que son las que van a permitir construir un conocimiento que muestre posibilidades distintas de construcción de la sociedad”.

El saber agropecuario llega a crear una episteme estudiantil al objetivizar un dialogo de saberes y construyendo coyunturas entre la interculturalidad y la construcción de conocimiento, donde también puede existir la adoptabilidad de saberes étnicos, al consolidar nuevos saberes, nuevas realidades y identidades.

Aprender no solo de la ciencia en el salón de clase, sino de los saberes de los otros. La educación rural es una salida emancipadora en el desarrollo humano, porque el estudiante rural requiere saber lo que la ciencia global le aporta a su educación y su población local, pero también de qué formas se construyen conocimientos culturales sobre su propia existencia y de qué formas se pueden construir sus realidades rurales libre de opresión. Mantener esos saberes que muchas veces son saberes incompletos es como se contribuye a mejorar la calidad de vida de los pobladores del campo, conservando el riesgo cultura, la incertidumbre y dudar a veces un poco de nosotros mismos puede ser una salida esperanzadora pues se problematiza y se plantean estrategias de acción generando saberes locales.

La racionalidad ambiental se logra es enfrentando las necesidades y trabajando con ellas pero sin darles la espalda, donde la participación activa de los miembros de toda la comunidad educativa sea de logros colectivos. Donde se intercambian productos o el llamado trueque en especie, donde se hacen las mingas vecinales para arreglar la carretera rural. Los saberes campesinos no pueden comunicarse completamente como el saber formal y científico, además requieren de la experiencia para su empoderamiento.

Esos saberes se encuentran en los intercambios de empíricos y conocimientos, intercambio de bienes tangibles e intangibles para que esas realidades sean tenidas en cuenta por la Institución educativa y sea ella quien las propicie o esté inmersa en estos procesos. Contrario a las patentes que hacen los extranjeros con nuestra biodiversidad, ahora falta que ¨patenten disimuladamente¨ nuestra cultura, porque mediante las políticas internacionales en cierta forma lo han hecho con los índices de desarrollo humano, con la educación, la salud, la nutrición, el trabajo.

La raíz de la problemática agropecuaria y ambiental está en nuestros valores humanos, ese cambio del sistema de valores debe dar inicio a una nueva Institución educativa donde la carga axiológica no sea antropocéntrica, sino que prevalezca una relación naturaleza – hombre y una misma relación hombre – naturaleza que desencadene una conciencia ambiental (PRAE) y un civismo agropecuario. Respetando la ecología rural y los saberes de nuestros antepasados campesinos, de tal forma que el currículo sea un acontecimiento que vincule y transfiera estas dimensiones para contribuir al legado de conocimientos y al patrimonio que esta generación debe dejar a la siguiente.

Para esto se debe revolucionar el currículo rural y que este no sea la extensión del currículo urbano o de las grandes ciudades, o lo que es peor sea un currículo de dictamen nacional o de políticas internacionales. En la zonas rurales del departamento del Quindío debería existir un currículo para toda la educación secundaria, contextualizado a las necesidades del campo, donde un estudiante y su familia (población flotante) se trasladan de una vereda a otra o de un municipio a otro y la malla curricular sea consecuente con la educación agro-ecológica como derecho de aprendizaje, así como las Instituciones rurales articuladas con el SENA.

Que sea un currículo que facilite al estudiante tener un valioso conocimiento de antaño sino también que sean un currículo contextual de fácil acceso a la educación terciaria o que permita al joven rural ser proyectivo en un su cadena de formación en la educación para el trabajo con relevo generacional rural, pero donde la investigación del contexto sea una asignatura de clase, donde los estudiantes experimenten sobre sus mismas problemáticas y necesidades desde los aspectos sociales, económicos, tecnológicos y ambientales, de esta manera apropiándonos de la investigación y la innovación a temprana edad se pueden generar transformaciones integrales y construcción de conocimientos para graduarse de bachillerato con un proyecto de investigación. Para la educación ambiental (PRAE) debemos olvidarnos un poco las cifras o datos cuantitativos como los índices sintéticos de calidad y re-pensar nuestros enfoques y modelos educativos desde la investigación cualitativa para entendernos y re-considerarnos para luego si, pensar en índices sintéticos que son exigencias de estándares internacionales o foráneos.

Finalmente es de admirar a instituciones educativas como Naranjal en el municipio de Quimbaya donde se están creando hace varios años posibilidades para los jóvenes rurales del Quindío, fomentando la Investigación y la educación ambiental (PRAE) como estrategia pedagógica. El año pasado en el mes de Mayo, dos estudiantes y un docente estuvieron en la feria INTEL ISEF en los Estados Unidos representando a Colombia y recibiendo un reconocimiento a cargo de la OEA, y en el mes de Diciembre otro docente y otros dos jóvenes rurales estudiantes estuvieron en la Feria Desing for change de la Fundación Terpel en Pekín República popular China. No se puede pasar desapercibido el recorrido investigativo de esta Institución que puede servir de pilotaje para otras Instituciones educativas rurales del departamento del Quindío.

Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/educacion-ambiental-y-saberes-campesinos

Comparte este contenido:

Roosevelt Andrés Ramos Osuna

Docente de la Institución Educativa rural “Naranjal”, ubicada en Quimbaya, Quindío

Una respuesta a “Educación ambiental y saberes campesinos”

  1. Excelente artículo, las determinantes y categorías manejadas articuladas al tema cultural campesino y a la educación rural abren un espacio para la «pedagogía crítica rural» con una proyección geohistórica que se constituye en obligante construcción de un currículo que genere aproximaciones epistemologicas para un saber rural geohistorico insurgente reconstruido con el saber ancestral y la fuerza joven de los (as) estudiantes rurales.
    Más aún este artículo se hace fuente de consulta para el debate educativo que hoy se desarrolla en Venezuela dejando ver cuan similares somos colombianos y venezolanos en nuestras raíces geohistoricas en la especialidad campesina y en el debate educativo por la emancipacion. Fíjense esta curiosidad en el municipio mejia del estado Sucre en Venezuela hay una escuela rural denominada naranjal cuya comunidad tiene el mismo nombre y sus habitantes son orgullosamente campesinos. Si esto no guarda similitud con los ejemplos que ramos osuna hace referencia seria mezquino no reconocerlo.

Los comentarios están cerrados.