12 de abril de 2017 / Fuente: http://compartirpalabramaestra.org/
Por: Germán Pilonieta
Tener el poder de visualizar el futuro incierto resulta toda una aventura sin precedentes. Y mientras eso es posible, podemos contar con algunos presupuestos que nos podrían facilitar la tarea.
Se trata de verificar en el continuo presente que algunos paradigmas deben ser superados con el fin de poner en el presente, el futuro en el que van a vivir los niños de hoy.
Es posible que la educación de hoy no pueda ser transformada desde ella misma o lo que es lo mismo, la escuela no será transformada desde dentro, puesto que ella no podrá transformar nada, tal como ella es. La actual educación va a ser transformada desde afuera, desde los avances en áreas diferentes de las que tradicionalmente han sido objeto de la pedagogía.
Tras la innovación disruptiva
Si uno observa con mucho cuidado como han sucedido las cosas en la historia del desarrollo, algunos brotes y fuentes del mismo, ocurren en sitios y lugares, mentes y pasiones, a veces muy lejanos pero que cuando parecen, son determinantes y de gran poder.
Recientemente se han dado transformaciones muy significativas que si bien se esperaba que surgieran del mismo seno del sector , no fue así. Son varios los ejemplos que pueden ilustrar ese punto. El valor del vapor. El petróleo y su derivados, los relojes de cuarzo y el paso de lo analógico a lo digital, etc, etc.
En el campo que nos atañe, ancestralmente se dieron algunos ejemplos que modificaron las tradiciones, como cuando apareció la imprenta y todo lo que de allí se derivó. Las ideas convertidas en acciones, como aquellas de las que se derivaron las prácticas formativas, que después fueron educativas y luego pedagógicas, desde las concepciones mecanicistas del mundo y su aliado el progreso de la preindustria, se creó la escuela.
Fueron muchos los años en los que ese tipo de escuela ha funcionado y se ha sofisticado en una avalancha de innovaciones que la han dejado igual. Demencia se llama eso,” Repetir y repetir esperando siempre resultados diferentes.
Pero bueno, al cabo del tiempo también surge la necesidad de dar un salto paradigmático. Se trata de mirar en algunas direcciones significativas que nada tienen que ver con la escuela o con la educación , pero que a la larga será uno de los factores que la harán diferente o al menos, significativa. Se trata de las neurociencias cognitivas, de las nuevas y más científicas aproximaciones a los fenómenos del cerebro, tan despreciadas por el verbalismo y las posiciones generalistas y superficiales asumidas por el gran grueso de los profesores del momento, y de la pedagogía como discurso perenne, aunque sea dialogante.
Se inventaron una serie de conjeturas y suposiciones desde diferentes rincones del hacer, a lo cual se le llamó la pedagogía y desde allí se consolidó, no solo la formación de los profesores, sino la estructura de la educación . La pedagogía como el fundamento de la educación. Educación fragmentaria, sin sentido y sin orientación definida que con él con el correr del tiempo perdió su horizonte y se enredó en su maraña infranqueable. Por esa razón esa educación no podrá transformarse desde dentro, es imposible.
La prepotencia cultural burocrática convertida en actos administrativos coyunturales, se traduce en competencias, programaciones, objetivos , contenidos curriculares y demás formas anacrónicas de procesos fallidos.
En ese pasado, que en nuestro caso ha sido un eterno presente, las cosas se han hecho bien y razonablemente de acuerdo con las leyes y los decretos del momento, la tecnología de uso y el modelo económico vigente. El error y la equivocación ha sido que se ha hecho todo esto para y desde los adultos solamente, desde el pasado y el presente, pero sin pensar en el tiempo en que los hijos y los hijos de estos vivirán.
Es posible que el antiguo paradigma de la pedagogía, sea cambiado por uno nuevo , el de las neurociencias cognitivas y la democracia real, dejando entrar a la ciencia en el ámbito de la educación y asumiendo la estructura democrática como escuela, en donde fundamentalmente primaran los presupuestos de la formación de la persona.
No es la tecnología, que nace en otro nicho diferente de la educación, una herramienta (para hacer mal lo que antes se hacía regular), sino que debe convertirse en una verdadera plataforma desde la cual y en la cual se originen nuevas miradas y enfoque de un viejo, pero nuevo sentido de lo formativo. Se trata de lograr uno de los sueños más anhelados en la vieja educación, la personalización de la formación a cambio del anonimato y el grupismo de las antiguas aulas de clase.
Es en la innovación disruptiva en donde vienen apareciendo aquellos factores que sin pertenecer, ni originarse en el sector educativo, la que la va a transformar. Poco poco van apareciendo brotes significativos en este campo que si bien es cierto son muy tímidos, muy pronto adquirirán el poder que otorgan los nuevos enfoques sobre los fenómenos humanos.
No es conveniente seguir considerando a la educación como un servicio público pues así se la está tratando. Es posible que el sentido que tiene “ servicio público” sea una afirmación que tiene fundamento en que debe ser para todos y ello no será posible ni económica, ni logísticamente. Es tan solo una ilusión. El paradigma en que se sustenta no lo hace posible ahora ni nunca, así se haya escrito en la constitución.
Poder saltar del paradigma educativo de “servicio público” al de empresa, permitirá poner en su justo lugar lo que podría ser pertenencia y compromiso a través del quehacer mancomunado.
Fuente artículo: http://compartirpalabramaestra.org/columnas/pensando-en-el-futuro-de-la-educacion-o-mejor-en-la-educacion-del-futuro