07 de junio de 2017 / Fuente: https://compartirpalabramaestra.org
Por: Germán Pilonieta
Su meta: sacar provecho de los demás, con su carrera profesional, simplemente miran para el otro lado y siguen disfrutando de sus ganancias.
Todos sabemos que no todos los niños ni jóvenes se encuentran en las mismas condiciones, ni responden de igual manera a los mismos procesos ni pertenecen a la misma generación Z. Los estados de pauperización cada vez más abundantes y las condiciones en que miles de jóvenes se crían, los hace mas vulnerables y deprivados culturales y esto los pone en riesgo inminente de marginalidad y debilidad. Muchos otros, que aparentemente son acomodados en cuanto a bienes y servicios, también presentan los síntomas de las nuevas adversidades. Se trata de dos categorías acuñadas por un habitante de la calle: Pars[1] y Pirs[2]
La categoría de la personalización radical
Para la historia de la educación siempre fue una ilusión y un desafío poder hacer educación personalizada. Hubo algunos intentos pero definitivamente el rumbo se desbordo por la educación masiva, grupal, escolarizante, y muchas veces anónima. Hoy certificada y acreditada.
Por lo general los niños y los jóvenes van a escuelas y colegios en donde se supone que son todos iguales y desde la cultura del apiñuzcamiento, se hace educación en masa, estilo supermercado, o lo peor, en megacolegios, en donde las diferencias se pierden y con ellas, los estudiantes también. Políticas para la educación en masa. Prácticas educativas genéricas para ocultar las diferencias y hacer caso omiso de las necesidades de cada quien. A eso le llaman calidad, que todos los que vayan, se aguanten y logren pasar las pruebas.
Cobertura es apiñuzcamiento. Calidad es paso de pruebas estandarizadas.
En el camino se van quedando muchos, ya sea al inicio de su escolaridad, al iniciar la secundaria, al terminarla,( pues no pueden pagar el precio en que se vende la educación superior privada), al iniciar la universidad o a la mitad de ella[3]. Son cientos de miles de personas las que se quedan, o los que no logran entrar por mil razones y los que logran salir, salen como profesionales mediocres sin ningún tipo de formación humana. Su meta: sacar provecho de los demás, con su carrera profesional, simplemente miran para el otro lado y siguen disfrutando de sus ganancias.
Tal parece que no podemos pensar en otro tipo de educación que en la que tenemos. Y entonces hacemos lo mismo para obtener los mismos resultados, año tras año. Para que desacomodarnos si así las cosas marchan y todo va andando, no importan las consecuencias. No importa si hay mas suicidios de niños y jóvenes, no importa si hay mas niñas embarazadas, no importa si hay mas integrantes de pandillas juveniles, no importa si hay mas y mas fumadores y consumidores de drogas y alcohol. No importa en que usan el tiempo libre, si en la prostitución juvenil, en la delincuencia organizada, en el terrorismo o en la vida profesional corrupta. No importan tantas cosas que suceden, pues eso nada tiene que ver con las asignaturas y demás parafernalia escolarizante. Mas cárceles para mas gente que el sistema no pudo formar.
Los desarrollos científicos y tecnológicos y la conciencia de una formación humanística nos pone hoy una situación privilegiada para dar el salto a un nuevo paradigma y una nueva mirada puede darse a través de diferentes fundamentos. Nuevos enfoques en donde el principio de oportunidad este siempre presente. Oportunidad para la generación de nuevos maestros formadores y oportunidad para las nuevas generaciones de niños y jóvenes.
Dadas las condiciones reales de la gran mayoría de los niños y jóvenes (los que nunca pertenecerán a “ser pilo paga”) se requiere un PARADIGMA de tipo resiliente, en donde la condición real de los estudiantes, sea el objeto fundamental de la evaluación dinámica, bajo la categoría formativa de la personalización radical, en donde los procesos de formación, partan de nuevos fundamentos conceptuales, técnicos, e instrumentales.
La primera herramienta es de tipo conceptual, pues sin ella no es posible avanzar ni un centímetro. Se trata de reconceptualizar la categoría formación y para ello, es preciso partir de un contexto bien determinado y ese es el futuro. La segunda, tiene que ver con la resiliencia, ya que esta permite visualizar los parámetros sobre los cuales se pueden diseñar procesos formativos para personas con carencias y necesidades vitales y para ello es preciso acudir a los avances en neurociencias. Una tercera consiste en los avances en ciencia y tecnología, expresados en innovaciones disruptivas, en torno de los procesos formativos para el desarrollo de nuevas habilidades como fundamento de competencias pertinentes. Una cuarta tiene que ver con los avances respecto de la bioética y las nuevas economías.
Este marco de referenciación formativa se hace necesario y por tal razón este aparte de educación de futuro se ha venido aproximando a cada una de las herramientas mencionadas, para abrir la posibilidad de construcción de un todo formativo, para la generación de los nuevos maestros formadores, es decir, de constructores de un nuevo paradigma.
[1] Persona en alto riesgo social.
[2] Persona en intenso riesgo social.
[3] Bueno es recordar las cifras del 100% de los bachilleres solo el 45% ingresa y de estos menos del 50% termina la universidad.
Fuente artículo: https://compartirpalabramaestra.org/columnas/resiliencia-y-formacion