Por: Lusmery Yamileth Alvarado
No transformemos nuestros pensamientos sino nuestras acciones, que sin duda alguna impactan en los usuarios del proceso al que nos hemos acreditado como dueños, pero en realidad somos transitorios e instrumentos de la sociedad que nos oprime a diario. Lusmery Alvarado (04-05-2021)
Sigamos repensando nuestro actuar dentro de un mundo que nos reclama libertad, reflexionemos un poco partiendo desde lo interno sobre las bases de develar lo que los demás quieren escuchar o develar lo que en realidad está en nuestra esencia, confrontemos el ser con el deber ser de nuestros pensamientos, acciones y actuaciones, como manifiesta Freire (1970) “…la tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a sí mismos y liberar a los opresores. Estos, que oprimen, explotan y violentan en razón de su poder, no pueden tener en dicho poder la fuerza de la liberación de los oprimidos ni de sí mismo” (p. 39).
Diferenciemos opresores de oprimidos, pero no dejemos de lado la relación opresor-oprimido que vive dentro de nosotros mismos, hemos sido nuestros propios opresores respondiendo a las características de la sociedad a la que pertenecemos, nosotros tenemos la responsabilidad de adicionar elementos característicos a nuestra sociedad pero en realidad lo que hacemos es reproducir lo que otros han hecho, convirtiéndonos opresores de nosotros mismos, cuando en realidad somos los dueños de nuestra época.
En qué radica la liberación, muchos pregonan a diario la liberación del oprimido, pero para liberar en algún momento asumimos el papal de opresor, estudiamos la simbiosis necesaria entre la subjetividad – objetividad como relación dialéctica que conduce la praxis del conocer el mundo para transfórmalo, quien no construye no puede transformar, a diario nos encontramos con el hombre nuevo queriendo opinar y transformar nuestra realidad, pero es nuestra, somos los dueños de nuestro destino, el hombre que se cree con derecho a transformar sin crear olvida sus raíces haciendo una parada estacionaria en su propia opresión, siendo opresor y oprimido de la sociedad a la que pertenece.
La reflexión dialéctica expresada hasta el momento, me lleva a repensar la relación docente-estudiante, coordinador-docente, vicerrector-coordinador, rector-vicerrector, ministro-rector, en nuestro mundo académico la pregunta problematizadora sería, ¿Quién oprime a quién?, y volvemos a la crítica y aceptación “somos oprimidos dentro de un mundo opresor, guiados por nosotros mismos”, entonces, ¿dónde conseguir la verdadera liberación de nuestro opresor interno?
En este momento, me atrevo a expresar lo que mi conciencia opresora y liberadora reclama a gritos, “somos dueños de los procesos que guiamos”, y es precisamente esa concepción la que nos lleva a liberar al opresor que habita en nuestras acciones, no existen dueños de procesos, de ser así, todo lo que lo circunda no afectaría positiva ni negativamente a los que nos rodean, serían procesos islas, que solo tienen influencia sobre su dueño, pero en realidad no es así, tomamos decisiones sobre acciones que no se nos aplican a nosotros mismos, decidimos que es mejor para los usuarios del proceso donde no somos usuarios, como evaluar o valorar la decisión tomada si no es aplicable a nosotros mismos, seguimos en una jerarquización de las decisiones donde nunca experimentamos las verdaderas consecuencia de tomarlas, eso nos hace opresores del procesos y oprimidos dentro de nuestro ser.
Llegado a este punto, me problematizo con respecto al ¿Cómo liberarme de mis propias acciones opresoras que se revierten en mi contra?, no es sencillo, pero por algo debemos comenzar, reflexionemos las fases o etapas de los procesos académicos – administrativos que dependen de nuestras decisiones, pensemos como oprimidos, pensemos como opresores, hasta llegar a la liberación de la relación sujeto – objeto centrándose en experiencias realizadas hasta llegar a la verdadera transformación de nuestra realidad, la realidad construida por nosotros mismos.