Por: Selene Kareli Zepeda Pioquinto
En mayo del 2020, Boaventura De Sousa Santos nos habló de La Cruel Pedagogía del Virus, apuntando que los efectos de la pandemia estaban visibilizando con mayor fuerza problemáticas urgentes por atender y aspectos relevantes que transformar. En concreto, enunció seis primeras lecciones:
Lección 1 El tiempo político y mediático condiciona cómo la sociedad contemporánea percibe los riesgos que corre.
Lección 2 Las pandemias no matan tan indiscriminadamente como se cree.
Lección 3 Como modelo social, el capitalismo no tiene futuro.
Lección 4 La extrema derecha y la derecha hiperneoliberal han sido (con suerte) definitivamente desacreditadas.
Lección 5 El colonialismo y el patriarcado están vivos y se fortalecen en tiempos de crisis aguda.
Lección 6 El regreso del Estado y la comunidad.
A un año y tres meses de la publicación de aquel ensayo, y de ese primer encuentro crudo con un virus que no muestra ánimo de dar tregua, se vuelve necesario preguntarnos, ¿en verdad nos hemos apropiado de dichas lecciones?, ¿qué hemos aprendido en todo este tiempo?, ¿las lecciones fueron sólo mientras esto comenzaba?, ¿qué acciones habría que tomar? Se ha percibido una fuerte crisis que bien podría constituirse como una oportunidad para comenzar a construir lo nuevo; sin embargo, el racismo, los feminicidios, las guerras, la crisis ecológica, política, social, sanitaria, educativa, el capitalismo neoliberal y salvaje, se hacen mucho más presentes. Dejando al descubierto la fragilidad humana y las tremendas desigualdades sociales en las cuales estamos inmersos. Produciendo un fuerte impacto y debilitamiento en el tejido social. Por lo que, es preciso no normalizar estas nuevas formas de interacción y de violencia que segregan cada día más.
En este momento, es cuando más se requiere crear y fortalecer los vínculos comunitarios. Boaventura nos decía en aquel entonces que es posible superar este momento “cuando seamos capaces de imaginar el planeta como nuestro hogar común y a la naturaleza como nuestra madre original, a quien le debemos amor y respeto. No nos pertenece. Le pertenecemos a ella. Cuando superemos esa cuarentena, seremos más libres ante las cuarentenas provocadas por las pandemias”: ¿acaso aún estamos lejos de tomar conciencia de algo tan vital como es el vínculo con la tierra? Vemos que en este tiempo no sólo la pandemia aqueja, sino en países como Haití, Colombia, El Salvador, Honduras, Guatemala, las crisis políticas se hacen mucho más crudas. No bastando con eso, fenómenos naturales llegan a irrumpir un cotidiano ya de por sí difícil. Algo que de manera paulatina se expande por diversos territorios latinoamericanos y mundiales.
En este sentido, los espacios educativos, ya sea virtuales a distancia o presenciales, se vuelven puntos estratégicos para impulsar nuevas maneras de estar e interactuar con la comunidad inmediata, así como para fortalecer lazos comunales en diversas latitudes; no obstante, se requiere no perder de vista la fuerte violación de derechos humanos que atravesamos, y que eso sea impulso y motor para la organización. Esas primeras lecciones de las que nos habla De Sousa (2020), hay que tenerlas presentes, ahondar en cada una de ellas e ir pensando y construyendo nuevas posibilidades de estar.