Por: Lusmery Yamileth Alvarado
“El problema no es el de dirigir o aplicar metódicamente un pensamiento preexistente por naturaleza y de derecho, sino el de hacer nacer lo que aún no existe…” Gilles Deleuze en Ugas (2010)
Las características de esta época han sido tan variantes que cuando tratamos de experimentar en escenarios reales nos damos cuenta que ya debemos idear nuevas estrategias de sobrevivencia, resistencia y actualización que nos permitan mantenernos a la vanguardia, lo que nos lleva a establecer la relación entre experiencia y acción de manera bidireccional, Ugas (2010) considera que “lo efímero es una expresión de los cotidiano en su complejidad” y como tal debemos cultivar esas experiencias que enriquecen nuestro día a día permitiéndonos esa simbiosis entre el ser y el deber ser.
La muerte siempre ha sido parte de la vida, y la vida parte de la muerte, complementándose inexplicablemente, donde ninguna puede prescindir de la otra; en esta época la muerte ha cobrado auge, no solo de desaparición física de familiares y amigos, sino la desaparición de costumbres, postulados, acciones, deseos, valores, hemos sido copartícipe de la muerte de muchos elementos de nuestra sociedad y de nuestra cultura organizacional, pero también hemos brindado la luz a muchos otros que sin duda alguna componen nuestra época de manera efímera, pero necesaria para nuestra existencia, deslastrándonos de viejos postulados, de procesos mecanicistas y arcaicos de un pasado que ya no es presente y que solo se tiene para anclarnos y no dejarnos avanzar hacia el horizonte que nos reconforte.
En este sentido, al pensar en la complejidad de los efímero de esta época convulsionada, de cambios y transformaciones, debemos darnos la oportunidad de articular lo desarticulado y que durante muchos años ha pasado desapercibido en nuestra sociedad, en nuestro entorno, en nuestras vidas, se trata de la esencia que radica en la construcción de valores como bases de una sociedad autónoma, libre e independiente; identificar la complejidad de lo efímero de mi época me lleva a valorar la esencia de la vida y de la muerte de los principales procesos que componen nuestro accionar diario.
Somos responsables de un pedacito de la sociedad y cuál rompecabezas debemos buscar cómo encajar para develar ante los que nos rodean el camino certero que nos lleve a la consolidación de los principales procesos académicos – administrativos que a diario nos debilitan como sociedad académica, indaguemos sobre lo efímero de nuestra universidad, y como servidores públicos brindemos la oportunidad de articular lo desarticulado en función del bienestar de nuestra comunidad universitaria.
Interpretando a Ugas (2010), lo efímero impregna nuestras acciones visibilizadas en el ahora, como el intervalo que pone fin al pasado y da la bienvenida al futuro, el ahora hace la diferencia, tiene la posibilidad de generar esas rupturas paradigmáticas necesarias para el equilibro de la sociedad y la definición de una época única que puede escribir páginas de nuestras historia.
No veamos nuestra época, como la época de los problemas, sino la oportunidad de plantearnos problemáticas, identificar la complejidad de los efímero como una problemática de la cotidianidad es una forma de analizar y visibilizar las reconfiguraciones necesarias en nuestro modelo educativo universitario, reconfiguraciones no solo en lo académico, sino en los procesos administrativos, productivos y sociales que sin duda alguna enriquecen la cultura organizacional de nuestra universidad, permitiéndonos la integración entre el pensamiento y la acción sin límite, construyendo nuevos escenarios en el ahora que sin duda alguna marcarán la pauta del futuro de nuestras universidades como centro de formación en valores de nuestra sociedad, internalicemos “somos el reflejo de lo que formamos”.