L@s docentes de ALC y del mundo nos sumamos a la iniciativa de la flotilla global rumbo a Gaza. (Video)

Desde los salones de clase de América Latina y el Caribe, y desde cada rincón del mundo donde se ejerce la noble labor de enseñar, un creciente número de docentes alza la voz no solo con palabras, sino con acción. Sumarnos a la Flotilla Global rumbo a Gaza es un acto pedagógico en sí mismo, una lección de humanidad, solidaridad y compromiso con los derechos más fundamentales.

Nuestro papel como formadores trasciende las paredes del aula. No podemos enseñar sobre derechos humanos, justicia y paz desde la neutralidad complaciente. La situación en Gaza es una herida abierta en la conciencia global, donde el bloqueo asfixia no solo el libre tránsito de personas y mercancías, sino también el derecho a la educación, a la salud y a una vida digna de miles de niñas, niños y jóvenes. ¿Cómo explicarles a nuestros estudiantes que el mundo permitió que esto ocurriera?

Al unirnos a esta iniciativa, practicamos la pedagogía de la empatía. Demostramos que la solidaridad no conoce fronteras y que la educación es un instrumento de transformación social. No es un gesto político partidista; es un gesto humano. Es la materialización de las lecciones que impartimos cada día: que nadie es tan pequeño como para no poder ayudar, y que ningún problema es tan grande como para ser ignorado.

Esta flotilla simboliza el viaje más crucial: el viaje hacia la conciencia. Lleva en sus bodegas no solo ayuda material, sino la esperanza de que otro mundo es posible. Lleva la voz de los educadores que creemos que formar ciudadanos críticos y compasivos implica también dar ejemplo, implica tomar partido por los más vulnerables.

Porque educar es, en esencia, un acto de fe en el futuro. Y no podemos construir un futuro sobre los cimientos del silencio y la indiferencia ante la injusticia. Nos sumamos para gritar, con nuestra presencia simbólica, que la educación también se manifiesta, también se moviliza y también exige paz.

Hoy, nuestra pizarra es el mar y nuestra tiza es la convicción. Porque ser docente es, ante todo, elegir estar del lado de la vida.