Por: José Luis Cordeiro
“El fundamento verdadero de la felicidad: la Educación”, exclamó el Libertador Simón Bolívar en 1825. La educación es la clave de la felicidad y del progreso de los individuos y de los pueblos. La etimología latina del vocablo educación -exducere, educere, educare- tiene raíces que derivan de fenómenos humanos como “obtener lo mejor de alguien”, “desarrollar la sabiduría interna”, “alimentar”, “criar”, “formar”, “embellecer”, “hacer crecer a otro”. La educación es el eje de la vida, de hecho, según muchos, es la vida misma. Muchas personas hoy pasan más de la mitad de la vida educándose o educando a otros. Pero para que la educación cumpla su gran promesa liberadora, tiene que estar centrada en valores de excelencia.
Venezuela necesita en estos momentos una gran visión, un gran sueño que le permita salir de la grave crisis donde se encuentra actualmente. El país tiene que pensar en grande, pensar en retos difíciles pero posibles, y también pensar en desafíos que hoy parecen imposibles pero que serán las realidades de mañana. Venezuela precisa un gran sueño, una gran utopía. Ese sueño tiene que estar centrado en una educación de primera. Una educación de excelencia basada en valores.
Venezuela tiene que recuperar el rumbo y dejar atrás todos los vicios que la rodean. Pareciera que Venezuela está padeciendo tantos vicios que lo que existe es una gran “vición” en lugar de una verdadera “visión” de país. Tenemos que pasar del país de los antivalores viciados (corrupción, resultados a corto plazo, improvisación, envidia, riqueza fácil, búsqueda de culpables, trabas burocráticas, etc.) al país de los valores visionarios (honestidad, estrategia a largo plazo, continuidad, cooperación, trabajo sistemático, búsqueda de soluciones, estímulos a la producción, etc.). Hay que salir de la trampa circular de que la culpa es siempre del otro: la sociedad culpa al Ministerio, el Ministerio culpa a los gremios, los gremios culpan a las escuelas, las escuelas culpan a los maestros y los maestros culpan finalmente a los niños.
Fuente: http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/educacion-felicidad_246471