131 Años de lucha heroica.

“No, no es por un crimen por lo que nos condenan a muerte, es por lo que aquí se ha dicho en todos los tonos: nos condenan a muerte por la anarquía, y puesto que se nos condena por nuestros principios, yo grito bien fuerte: ¡soy anarquista! Los desprecio, desprecio su orden, sus leyes, su fuerza, su autoridad. ¡Ahórquenme!” Louise  Lingg .

Por: Vicente Blanco.

Para poder hablar del Primero de Mayo, debemos remontarnos a la década  de los sesenta del año 1800 en los albores de la Revolución Industrial en los Estados Unidos de Norteamérica, cuando inicia la lucha de los trabajadores por la reducción de la jornada de trabajo, que para entonces era de 10, 12 y hasta 16 horas de duración, siendo bastante fuerte y agotadora para los obreros, pero es para 1884 cuando la Federación de Trabajadores de Estados Unidos y Canadá realiza una convención y acuerda que para sustituir esa criminal y abusadora jornada se proponen solo 8 horas (jornada que solo  fue aprobada en 1935 en los EUA) de trabajo diario y debía entrar en vigencia para el 1 de Mayo de 1886, con esa advertencia los capitalistas de la ciudad acompañado por la oligarquía y el gobierno inician una preparación armada, policial y represiva contra ese movimiento popular.

                  Es así como, para ese Primero de Mayo de 1886, hace hoy  más de 131 años que se cumplieron ayer, unos ochenta mil trabajadores dispersos en la ciudad de Chicago llegaron a sumar, en los días siguientes a más de trescientos mil que pedían contundentemente la reducción de la jornada a 8 horas de trabajo, esa situación sembró el temor en los industriales de la época que veían afectadas más de sus mil fábricas a la vez que observaban  en soberana manifestación una potencial revolución obrera, pues esas acciones dieron origen a una gran huelga nacional que continuo los siguientes días.

                  El 3 de mayo August Spies, director de un periódico laborista, habló ante 6 mil trabajadores y posteriormente el grupo de huelguistas enardecidos, motivados y dispuestos a lograr su reivindicación  se dirigió a la planta McCormick, a manifestarse, estando allí  llegó la policía y abrió fuego a mansalva sin medir consecuencias (como también acostumbraban a hacerlo en nuestro país en tiempos pasados) y mató a un manifestante a la vez que hirió a muchos más de ellos generando así la rabia que seguiría impulsando el espíritu de lucha de los huelguistas

          Para el día siguiente, los anarquistas convocaron a una reunión masiva en la noche  en el mercado de la ciudad (Haymarket), con el propósito de protestar por la brutal acción policiaca del día anterior,  Spies, Parsons y Samuel Fielden fueron los oradores en Haymarket, ante una reunión de 2 mil 500 trabajadores, cuando la manifestación estaba terminando y empezaba a llover, llegaron al lugar cerca de 200 policías, mientras la policía pedía que se dispersaran, alguien lanzó una bomba y mató a un policía, en la confusión la policía comenzó a disparar, causando la muerte de siete policías y cuatro trabajadores, además de muchos heridos, nunca se supo quién lanzó la bomba, pero este incidente se tomó como pretexto para perseguir anarquistas y organizaciones laborales a lo largo del país, la policía saqueó hogares de trabajadores y arrestó a muchos de ellos.

            A raíz de esa brutal represión desatada, el 21 de junio de ese año, ocho líderes laborales (Parsons, Spies, Fielden, Schwab, Fischer, Lingg, Engel y Nebee) fueron acusados de conspiración para asesinato por la explosión de la bomba que mató al policía. El juicio, que condenó a siete de ellos a morir ahorcados y a uno a 15 años de cárcel, estuvo plagado de mentiras e incluso el fiscal llegó a pedir al jurado: “Castigue a estos hombres, haga un ejemplo de ellos, cuélguelos y salve nuestras instituciones”. El 11 de noviembre de 1886 fueron ahorcados Parsons, Spies, Fischer y Engel mientras que el anarquista Louise Lingg, se suicidó en la cárcel  y Fielden, Nebee y Schwab lograban conmutar la pena de muerte por cadena perpetua, cuenta la historia que más de 200 mil personas  formaron parte del cortejo fúnebre de los denominados para ese entonces y  para siempre Los Mártires de Chicago.

        Cabe destacar que, la justicia y la burguesía imperialista y brutal de los EEUU encontró en la bomba estallada, la mejor manera para desaparecer a esos trabajadores cuyo gran pecado fue la capacidad organizativa para movilizar la clase trabajadora, a una manifestación reivindicativa sin parangón en la historia, apoyada por muchos obreros que entendieron cuál debía ser su postura ante lo que acontecía, posición que se mantuvo más allá de la huelga pues el Gobernador de Illinois recibió centenares de cartas pidiendo perdón para los condenados y sin embargo los ejecutaron.

         Claro está, como dijo Fidel en su primer libro, la historia absolverá a todos los hombres dignos y combativos que han aportado a la construcción de una mejor sociedad, y por ello 7 años después de esos sucesos un bufete de abogados cuestionó el abrumador juicio y todos los involucrados fueron declarados inocentes y se construyó un monumento en Chicago para colocar los restos de los hombres enjuiciados con premeditación y alevosía para tratar de callar las luchas justas de los oprimidos, conocido como el  Monumento Haymarket de Chicago.

          Ahora bien, es  por todo ese glorioso pasado de lucha que,  los trabajadores y trabajadoras  del mundo deben ser dignos merecedores de llamarse obrero y obrera y estar  caracterizados  como valioso aporte en la búsqueda de la sociedad socialista que  se requiere siendo los más cumplidos, los más puntuales, los más enérgicos, los más comprometidos, los más desprendidos, los más colaboradores  y los más ejemplares servidores públicos, no como se acostumbra en nuestro país donde muchos de los dirigentes de ellos son los más irresponsables y flojos que se consiguen , causándole mucho daño al gremio y mermando la posibilidad de creer en un mundo de justicia y equidad dirigido como lo plantea Marx por la Clase Obrera que debe permanecer unida ante las amenazas de explotación, de cualquier rincón  desde donde provengan, manteniendo una actitud gallarda y de compromiso social en la consecución de mejoras constantes y que van más allá de un simple aumento salarial.

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Vicente Blanco

Doctor en Ciencias Gerenciales en la Universidad Nacional Experimental de la Fuerzas Armadas (UNEFA) Acarigua Estado Portuguesa