La Inteligencia Artificial se está integrando a las aulas, y los educadores y escolares rompen el esquema tradicional de la educación, dice Rafael Campos Hernández.
(Expansión) – México está realizando un esfuerzo titánico por expandir su oferta de espacios universitarios en todo el país. Se tienen tres vertientes principales, la primera, el incremento en la eficiencia operativa de las universidades públicas tradicionales. Un ejemplo de esta tendencia es el incremento del 11% en nuevos estudiantes para el ciclo 2019 – 2020 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) que, con su mismo presupuesto, puede recibir a 60,000 nuevos aspirantes.
Un segundo aspecto es la expansión de modalidades educativas que integran plataformas digitales. Los modelos mixtos, dual y 100% no escolarizado, impulsan el que más alumnos puedan recibir educación de calidad asistiendo parcialmente a las aulas o conectándose remotamente con su celular o tableta en espacios digitales.
El tercer criterio es la expansión física de nuevas instalaciones en lugares remotos en los cuales no se ofrece la universidad. En esta línea destaca la apertura del sistema Universitario Benito Juárez cuya misión es llegar a espacios en los cuales no existe una oferta de calidad que promueva la movilidad social.
La ampliación de la cobertura con calidad del sistema de instituciones de educación superior es una tendencia que se concretará en los próximos años.
A pesar de esta extensión de los escenarios educativos, queda la duda de la eficiencia en el aprendizaje y la capacidad de enseñanza de los docentes. Una clase con 500 educandos en línea sincronizados en una videoconferencia en tiempo real tiene el reto de verificar qué tan comprometido y atento está cada uno de ellos. Presencialmente, llevar una dinámica de grupo que implemente una instrucción activa con 60 colegiales en un salón de clase, es un tema que sólo grandes profesores realizan en forma magistral.
Es ante esta realidad que la creatividad, delegar funciones de apoyo a los alumnos más capaces e integrar redes de aprendizaje por medio de tecnología se hacen cada vez más necesarios. La emisión de información es sencilla, lo difícil es medir el aprendizaje real de cada uno de ellos. El método de monitores que utilizó Joseph Lancaster y previamente Andrew Bell (1753 – 1838) es una posibilidad para enseñar. Sin embargo, el discípulo más avanzado de un grupo puede impactar sólo a un equipo pequeño de sus compañeros. Es aquí donde una comunidad de formación apoyada por las nuevas tecnologías puede generar un espacio interactivo que acelere positivamente la comprensión y aplicación del conocimiento.
Las nuevas tecnologías como el aprendizaje adaptativo, el uso de algoritmos de búsqueda de información que se transforman en bots de conversaciones, la enseñanza de rutinas de las computadoras en apoyo al establecimiento de conductas de los estudiantes y los esfuerzos actuales de integrar la Inteligencia Artificial (IA) a la clase abren nuevas vertientes en las cuales los educadores y escolares rompen el esquema tradicional de la educación.
Un ejemplo de esta integración en las aulas universitarias es la creación de bases de datos que generan tantos exámenes diferentes como educandos en el grupo. En un espacio de 50 o más, cada uno de ellos recibe una versión diferente que se revisa automáticamente. Asimismo, se tiene software de apoyo a la honestidad académica que “marca las fuentes de información” de internet, la similitud del trabajo y el porcentaje de originalidad del mismo. De esta forma, los jóvenes tienen que ser transparentes en demostrar que no entregan un trabajo de “copia y pegado”. También las simulaciones de estados financieros, la robótica, los androides en el área médica, las prácticas de laboratorios virtuales, permiten a cada uno avanzar a su ritmo en la práctica de un concepto o el reforzamiento de una competencia en forma independiente.
Los detractores de las nuevas tecnologías afirman que esto es deshumanizar el gran proyecto que es transferir la cultura de una generación a otra. Desde el punto de vista de la eficiencia en la enseñanza, la personalización del aprendizaje y el uso de las nuevas tecnologías presenta una vertiente que permite que cada estudiante aprenda a su ritmo. Las hipótesis las pueden probar en minutos y no en meses como los métodos tradicionales.