Maite Vallet: “Es necesario que dejemos que los niños vivan la consecuencias de lo que hacen”

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Maite Vallet, Pedagoga y formadora e impulsora del método de lectoescritura Leolandia. Cuando Maite era pequeña disfrutaba mucho de una colección de cuentos tradicionales que venía con merchandaising: la caperucita roja con una caperuza o la ratita presumida con una escobita. Les gustaban mucho estos cuentos por el elemento adicional pero también por los dibujos de Ferrándiz que ilustraban cada página.

El título de tu blog es Entusiasmo por educar. ¿Se puede educar sin entusiasmo?
Yo estoy convencida de que no. Educar sin entusiasmo no es que sea malo para el niño sino que es un espanto para el docente. ¿Qué es lo que comunicas cuando no tienes entusiasmo? Los profesores tienen que ser unos entusiastas que transmiten al niño todo lo que puede aprender por sí mismo. Esa persona entusiasta va a conseguir que esos niños disfruten aprendiendo. Si no cuidamos a los profesores no estamos cuidando a los niños.

¿Este entusiasmo se puede contagiar entre profesores? ¿Y entre los niños?
Por supuesto. Ya lo decía María Montessori, que los niños aprenden por absorción, que van captando de su ambiente todo lo que hay a su alrededor. Todo lo que tiene que ver con lo sensorial por supuesto que lo absorben pero también todo lo que tiene que ver con lo emotivo. Cuando estás educando con una metodología que permite que el niño sea el protagonista, que disfrute con el aprendizaje, que disfrute haciendo, estás transmitiendo al niño esa metodología. Si la manera de enseñar está cargada de entusiasmo.

A veces se tacha la pedagogía de Montessori como una metodología blanda y algunos echan en falta la autoridad del maestro. ¿Qué diferencia hay entre autoritarismo y mostrar autoridad?
Yo tengo muy claro que debemos ser personas con autoridad, no se trata de que seamos compañeros de nuestros alumnos. La autoridad, debe entenderse como la referencia que se hace a la persona que sabe, que guía: no hace falta saberlo todo, pero si mostrar caminos para aprender.  Sabe poner límites, permite a los alumnos vivir las consecuencias de lo que hacen.
La persona autoritaria es aquella que se impone porque ella considera que solo hay un camino, que es el que presupone como bueno. Hay una diferencia abismal.

¿Es una cuestión de exigencia?
La persona con autoridad es una persona comprensiva, pero que enseña y que exige. La persona autoritaria exige sin comprensión y de una forma que hace sentir al niño que es incapaz de aprender. Cuando somos autoritarios hacemos que los niños se sientan juzgados por las cosas que todavía no saben. Maria Montessori no era nada permisiva, en absoluto. Sin embargo, la gran mayoría de los adultos son muy permisivos.

Ser permisivo se sitúa en el otro extremo. ¿Por qué tampoco es bueno?
Las personas permisivas con los niños no comprenden todo lo que el niño puede aprender, no exige nada, y hace sentir a los niños que, “pobrecitos” no tienen capacidad. Esto es lo más limitante y lo más machacante que se puede hacer con un ser humano: hacerle sentir que no puede.

¿Cuando un niño o niña se muestra disruptivo en clase es cuando más afloran estos caracteres extremos de autoritarismo y permisividad?
Hoy en día hay tantos niños que son disruptivos que nos debería hacer reflexionar. No es que estemos en una etapa histórica en que nacen más niños con comportamientos de este tipo, sino que es un problema de la pésima educación que estamos dando a los más pequeños. Yo no critico a los padres ni a los profesores porque creo que no somos conscientes de lo que supone para un niño esa sobreprotección y permisividad.

¿Por qué pasa esto?
Está sucediendo hoy en día porque nos hemos ido del extremo de ser autoritarios al extremo de permitir que el autoritario sea el niño. Estamos educando niños con una inseguridad tremenda. En la primera etapa de la vida, de 0 a 6 años, los niños no tienen empatía, no se pueden poner en el lugar del otro. No sirve que intentemos dialogar con ellos sobre esto, o de hacerle pensar cómo cree que se siente el otro porque no tienen esta capacidad. Es la etapa en la que tienes que decirles lo que sí se puede hacer y lo que no se puede hacer.
Y para hacer esto no hace falta ni ser autoritario ni ser agresivo, al contrario. Con todo el cariño del mundo el niño necesita alguien que le deje bien claro donde está el límite.

¿Y esto cómo se hace?
Es necesario que dejemos que los niños vivan la consecuencias de lo que hacen. Las consecuencias no tienen que ser rebuscadas, sencillamente que vivan las consecuencias naturales. Si tienen una rabieta, hay que dejar que se tranquilice, y que lo haga en un espacio donde lo pueda hacer solo. Porque cuando estás en una rabieta no necesitas sermones, necesitas espacio para tranquilizarte y esto es lo que hay que decirles. Retirar la atención de un niño no es un castigo, es darle espacio para que recupere la calma. Son consecuencias naturales que debemos dejar vivir al niño. Cuando son más mayores ya se les puede proponer el diálogo y la negociación.

Queremos preguntarte también sobre la metodología Leolandia. ¿Nos puede dar algunas pinceladas del programa?
Claro. Leolandia es un método que se basa en la lectura comprensiva y la escritura creativa, que sería lo opuesto a la lectura y escritura mecánica. Muchos docentes piensan que los niños leen porque decodifican, pero los niños pueden comprender desde el principio de su vida. Cuando los niños aprenden a leer con nuestro método son conscientes de que lo que leen son partes de palabras, sonidos, o onomatopeyas. La comprensión está desde el primer momento. En cuanto a la escritura, la forma clásica de enseñar a escribir es copiar: primero trazos, luego letras, luego palabras, etc.. Pero desde el primer momento se tiene que escribir de una forma creativa.

¿En que se basa la escritura con Leolandia?
Basamos la escritura en cuentos que son dibujos de los propios niños. Los niños al principio solo hacen garabatos, pero ahí te está contando una historia. Es una forma de escribir, aunque sea con dibujos. Poco a poco le irá añadiendo sonidos onomatopéyicos, palabras, frases, etc..
Mientras que la mayoría de métodos de aprender a leer y escribir se basa en las letras Leolandia, se basa en la lectura y escritura de imágenes.
Para nosotros la letra es una herramienta pero no es la protagonista del aprendizaje. El dibujo tiene que estar presente durante todo el proceso de aprendizaje.

¿Y la lectura?
La lectura de cuentos empieza también sobre los 3 años y empiezan leyendo las imágenes de los cuentos. Pero nosotros lo que hacemos es que delante de una imagen de un cuento, ellos se imaginen una historia. Esto es comprensión lectora de la imagen. Eso que están leyendo se lo pueden contar a otro niño. Entre el primer paso, que es contarse el cuento a uno mismo, el segundo, que es contárselo a otro y el último, que es escribirlo, pasan años, claro. El proceso de lectoescritura es lento pero interesantísimo.

¿Y todo esto, cómo se evalúa?
Yo creo que es muy importante que evaluemos todos los procesos. No hace falta cuantificar numéricamente nada, pero es importante hacer un seguimiento y anotar en qué punto está cada niño, dentro de su proceso. Es preciso saber si ese niño o niña ha empezado ya a desarrollar su propio proceso de aprendizaje y en qué punto se encuentra, siendo conscientes que cada niño tiene su propio ritmo.

¿Qué beneficios tiene a largo plazo?
Esta forma de aprender ayuda también a la capacidad de estructurar las ideas y los pensamientos. Los niños que aprenden copiando tienen muchas dificultades para redactar textos explicando algo concreto. Sin embargo, si aprenden de esta forma les resulta más sencillo. Cuando abocamos a los niños a aprender de formas inadecuadas les estamos abocando al fracaso escolar, luego nos preguntamos por qué tiran la toalla.
La lectura y la escritura aprendida con nuestro método lo convierte en una actividad de disfrute, desarrollamos su gusto por escribir y leer y esto es básico.

En un entorno como el que vivimos en el que niños y adolescentes tienen tantos estímulos audiovisuales ¿Cómo podemos fomentar este amor por la escritura y la lectura?
Todo lo que tiene que ver con las máquinas les hipnotiza. Ellos no ponen la voluntad de atender es casi obligatorio. A veces nos parece que prefieren eso pero en realidad si les ofreces cuentos que pueden tocar se vuelven locos. No tenemos que promover que se dejen magnetizar por la máquina. El niño con un libro en la mano empieza a crear, y en cambio la pantalla se lo da todo creado. No es un tema de lo que prefieran sino de que los adultos les estamos ofreciendo lo que les hipnotiza porque nos resulta más cómodo.

Fuente: http://blog.tiching.com/maite-vallet/#more-21585

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