Nuevas tendencias del conocimiento frente a la modernidad y los dominios del saber

Nuevas tendencias del conocimiento frente a la modernidad y los dominios del saber

 

Freddy Guerra Herrera

C.I 8369512

Freddyguerrah @gmail.com

Tlf. 04141915503

 

Resumen

La producción del conocimiento está siendo transitada en medio de una crisis que cuestiona la razón y el pensamiento filosófico, liberando un debate entre lo moderno y lo posmoderno, así como otras formas de pensamiento. La vida del planeta se siente amenazada por la agresión permanente del capitalismo que ha impuesto su visión del mundo y del ser humano. Pudiera decirse que una crisis existencial del modernismo ataca la naturaleza humana. Por lo que en este artículo  está basado en la reflexión de autores reconocidos universalmente como Luis Damia, Heidegger, Berman, Morín, Nicolescu, Foucaul, Gadamer y Maffesoli, entre otros. Quienes van tejiendo la urdimbre del conocimiento en atención a otras formas de pensamiento, en función de esas nuevas tendencias en los dominios del saber, relacionadas al hombre y el nuevo arte de vivir. Con esta nueva corriente del pensamiento se han desarrollado estrategias con lo se pretende tratar al ser humano desde una perspectiva de interconexión, que le permita penetrar en estas nuevas formas de conocer. Por cuanto la realidad y sus niveles de percepción son múltiples y complejos. Y la cultura del hombre está llena de signos que la alimentan y la determinan. Por lo que el verdadero espíritu de la transdisciplinariedad va más allá de todo lo que se está haciendo. La meta camina hacia la autotransformación y la creación de un nuevo arte de vivir.

Palabras claves: Tendencias, Pensamiento, Conocimiento, Modernidad,  Dominios del Saber.

 

        

Introducción

Entramos a la sociedad del conocimiento, caracterizada por la importancia que tienen los avances científicos y tecnológicos, en todos los sectores del saber, así como en todas las grandes  decisiones entre  naciones. Se exige que el ser humano desarrolle al máximo su inteligencia y su creatividad para enfrentar los cambio y las innovaciones que exigen los nuevos tiempos.

En la mayor parte de los países, las universidades preparan las condiciones para lograr este objetivo. En Monagas así como en  el resto del país, el Estado venezolano está dando respuesta  a esta necesidad, en función del desarrollo estratégico del pueblo con el que está comprometido, en la construcción del socialismo Bolivariano y el desarrollo de una nueva ética para el servidor público, como el arte de vivir con la mayor suma de felicidad.

El Doctorado en Ciencias para el Desarrollo Estratégico, ofrecido por la Universidad Bolivariana de Venezuela, centra su enfoque en torno a los asuntos más relevantes que tienen lugar hoy el debate intelectual contemporáneo, relacionado con el conocimiento científico en todos los dominios del saber.  Con el propósito de generar procesos de reflexión en torno a la matriz epistemológica que caracteriza la racionalidad científica moderna y sus formas de expresión en el conocimiento socioeducativo.

          Estos puntos para la reflexión y discusión, han sido orientados por el orden moderno del saber y el discurso sobre la ciencia y el conocimiento científico. Además de las formas emergentes del conocimiento y los nuevos equipamientos epistemológicos en el mundo de hoy, para la gente de hoy.

 

Artículo

Voy a comenzar este artículo con una breve reflexión  de lo que a mi entender implica la modernidad, tomando en cuenta la visión de reconocidos autores, cuyo pensamiento a influido en esta era contemporánea, de la que somos protagonistas, donde la humanidad anda como confundida,  hasta  desconcertada,  ante el derrumbe y falsedad de las contradicciones y abusos de la razón.

Con  este cuestionamiento actual de la razón  va también la crisis y el debate sobre el sentido y motivo de ser de la Filosofía. Porque se sabe que en ambas, desde hace siglos, existe como un encubrimiento  y en la actualidad se dice que somos testigos de su crisis y discusión, con la necesidad de su redefinición.

Desde esta perspectiva,  el destino de la razón y la Filosofía es el destino del hombre mismo y ya en la actualidad se libra un debate entre lo moderno y posmoderno, esa lucha e indefinición respecto a la concepción del hombre y la razón, ha generado ese debate.

Esta especie de transición a la modernidad, asume como premisa el paradigma que afirma que las sociedades históricas desarrollan una larga evolución en el tiempo, que va desde una cultura tradicional hacia una cultura moderna y que esa transición se continúa con el paso desde una cultura moderna a una cultura con otras formas de pensar.

Es bueno decir, tal como lo plantea Luis Damia, que esto no se trata de cambios lineales, ni de cambios automáticos y que el paso desde un estadio de desarrollo a otro, tampoco se produce en forma continua, sino que generalmente se logra a través de saltos, retrocesos y aceleraciones del tiempo histórico.

Por lo que en la modernidad, según el filósofo Alemán Martin Heidegger (2007), asume que el porvenir reemplaza al pasado y racionaliza el juicio de la acción asociada a las personas. La modernidad entonces viene a ser, esa posibilidad política y reflexiva de cambiar las reglas del juego de la vida social.

La modernidad es también, según la pluma de este  escritor,  el conjunto de las condiciones históricas materiales que permiten pensar la emancipación conjunta de las tradiciones, las doctrinas o las ideologías heredadas, y no problematizadas por una cultura tradicional.

Se trata, según esta visión,  de un proceso de carácter global de una realidad y características distintas a las precedentes etapas históricas, en la que lo económico, lo social, lo político y lo cultural se interrelacionan, se integran y avanzan a ritmos desiguales, hasta terminar por configurar la moderna sociedad burguesa, el capitalismo y una nueva forma de organización política.

De ahí que culturalmente, la modernidad es caracterizada por formas de conocimiento  asociadas al capital y a los aparatos administrativos del Estado, lo que el filósofo Alemán Jurgen  Habermas, (2008). Desde su discurso,  describe como una creciente racionalización del mundo. Pero que filosóficamente, la modernidad implica, según el pensamiento de Michel Foucault, (1981). La emergencia de la noción del hombre como fundamento de todo conocimiento del mundo, separado de lo natural y lo divino.

Tengo entendido, que estas tendencias más recientes, ha traído grandes consecuencias que implican un diálogo abierto con todos los saberes. Esta tendencia supera las expectativas de la modernidad y se vincula como el movimiento de la postmodernidad. En este movimiento, la ciencia al igual que el resto de los saberes culturales, buscan la verdad.     Lo que hace pensar, que no podemos hoy invalidar ningún conocimiento. Al contrario, más bien procurar entender las  semejanzas que hay entre todas las formas del saber.

Pero como todo momento histórico tiene sus sombras y sus luces, voy a referirme a las luces o aportes culturales que la modernidad nos ha dejado como herencia y que le ha dado fuerza a estas ideas,  por sus logros  fundamentales, entre los que destacan los grandes descubrimientos científicos, la industrialización de la producción y su consecuente alteración demográfica y urbanística, que  originó  la consolidación de Estados Nacionales, aparecen los medios masivos de comunicación, la imprenta, se desarrollan los movimientos sociales y políticos, entre otros grandes logros.

La participación  en la constitución de un mercado mundial capitalista. La racionalidad a la par de los avances tecnológicos y científicos, contribuyó a delinear el espejismo del progreso ilimitado como respuesta a los múltiples interrogantes de la humanidad.

Sin embargo, como lo dicen expertos en el tema, la sociedad global ha ido  presenciando el derrumbe de los avances de la modernidad, precisamente por lo que está aconteciendo en el clima cultural contemporáneo, como  los ataques a los ideales revolucionarios,  guerras mundiales, el holocausto, la proliferación nuclear y la acentuación de la marginalidad.

Debo agregar, que en la actualidad, la concepción sobre el hombre y la razón, sobre la historia y el conocimiento en general, han sido trastocados, alterados de tal suerte que, ha entrado en escena el claro debate  entre la modernidad y otras formas de pensar.

Sin embargo, debo  plantear lo que a juicio de muchos expertos han dado por llamar crisis del pensamiento moderno y que la cultura del siglo XX tiene como uno de sus ejes principales; me refiero al discurso de la crisis de la modernidad.

Este decadente modelo de dominación mundial llamado Modernidad, tiene radicada su crisis en la imposición,  de una tendencia cultural dominante originada  en Occidente que actúan alterando, transformando y destruyendo las culturas y sociedades del mal llamado tercer Mundo,  imponiendo cambios en las economías y la institucionalidad de los países pobres y terminando con la diversidad cultural y social de los pueblos.

Esta radicalización de la modernidad se desarrolla en el mundo uniformando a todos los países con una misma cultura, con los mismos valores, con el mismo consumo, pero al mismo tiempo produciendo la exclusión y marginación, de la mayor parte de la humanidad, que no tiene la tecnología más moderna, que no puede competir en el mercado mundial, condenándolas a la miseria, el desamparo y el hambre.

Como nunca antes en la historia universal, la imposición sin contrapeso de un proyecto uniforme y globalizante, amenaza con tanta violencia la existencia misma de la vida sobre el planeta.

Esta misma sociedad, en medio de esta crisis de la modernidad se vio con la legitimidad de imponer su visión del mundo y del hombre como única alternativa ante la agresión permanente del capital internacional, que en definitiva, no fue capaz de escapar a la lógica de la dominación, no fue capaz de reconocer la enorme riqueza, que contienen las múltiples cosmovisiones de los pueblos y naciones pobres del planeta.

Es aquí donde uno se pregunta ¿Qué pudiera estar pasando con los nuevos horizontes epistémicos? Porque algo se debe estar moviendo en el ambiente cultural contemporáneo, sobre todo aquello que pudiera estar estimulando otras formas de pensamiento.

Ante este planteamiento, hay que ser sincero en decir que una confusión existencial pudiera estar  atacando  al ser humano y creo que ese es el signo de lo que pudiera estar  pasando en este momento.

Como ha dicho el filósofo y escritor estadounidense Marshal Berman, (2000).  Este otro modo de pensar es una parádoja, porque es la unión en la desunión,  lo que nos arroja a la vorágine de la permanente desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de la ambigüedad y la angustia.

El hombre actual ha perdido el sentido de lo grave, es un sujeto receptivo y pasivo de información, que le invade hasta lo íntimo y que permanece envuelto en relaciones superficiales con sus semejantes y con las cosas.

Existe un descrecimiento sobre lo público, sobre lo colectivo y sobre el compromiso social y humano. Es evidente, que en la actualidad se da una confusión existencial del ser humano, porque de alguna manera, ya no se reconocen valores últimos. Existe diversidad de juegos de lenguajes, existen variados paradigmas que fragmentan la realidad.  Y esto es un síntoma de que otro modo de pensar está surgiendo, como repuesta a lo que pasa en este tiempo cultural que nos ha tocado vivir.

Ahora, podemos apreciar lo interesante de este nuevo pensamiento que viene emergiendo, haciendo suyo las nociones de complejidad y de transdiciplinariedad en tiempo real, cuando los procesos de integración del saber están teniendo lugar, como resultado del desarrollo de la ciencia y la técnica, y la necesidad de una nueva forma de pensamiento que garantice la existencia de nuestro Planeta Tierra y  la humanidad,  encontrando respuesta en los procesos inter, multi y transdiscipliarios.

Al respecto se ha escrito mucho y se continúa escribiendo, incluyendo la búsqueda de conceptos que viabilicen la transdisciplinariedad, pues predomina una formación disciplinaria, tanto en la investigación como en las demás áreas del saber.

Algunos autores, de referencia, como el filósofo y sociólogo francés Edgar Morín, (1994). Conciben la transdisciplinariedad  como una visión del mundo que busca ubicar al hombre y a la humanidad en el centro de nuestra reflexión, y desarrollar una concepción integradora del conocimiento.

Esta nueva corriente de pensamiento ha desarrollado tres pilares fundamentales como son: los niveles de realidad, la lógica del tercero incluido y la complejidad, a partir de lo cual, Morín pretende fundar una metodología que aborde la cuestión humana y del conocimiento desde una perspectiva de interconexión.  Teniendo  presente que una visión totalizadora y completa de lo humano y del conocimiento son imposibles, dada la incertidumbre y la incompletud fundamental que caracteriza a estos  fenómenos.

Por supuesto, se requiere  según  Morin,(1994).  De un necesario aval cultural para poder integrar los saberes, y así acercarse con más profundidad a la verdad. Por eso los fundamentos filosóficos, por su aprehensión cosmovisiva, contribuyen a la integralidad de estos cambios, a la articulación de saberes, los cuales son insoslayables para poder penetrar con profundidad en estas nuevas formas de conocer.

Citando al reconocido Físico Rumano, Basarab Nicolescu,(1996). La visión transdisciplinaria es una perspectiva que propone considerar una realidad multidimensional estructurada en múltiples niveles, que sustituya la visión de una realidad unidimensional del pensamiento clásico.

Según este autor, los diferentes niveles de comprensión resultan de la interpretación armoniosa del conocimiento de diversos niveles de realidad y de los diferentes niveles de percepción. Pero, la realidad y sus niveles de percepción son múltiples y complejos.

La realidad es una unidad abierta que engloba al sujeto, al objeto y a lo sagrado, que serían tres facetas de una sola y misma realidad. Porque para  Nicolescu,(1996). La realidad reducida al sujeto destruyó a las sociedades tradicionales; la realidad reducida al objeto conduce a los sistemas totalitarios, y la realidad reducida a lo sagrado conduce a los fanatismos e integrismos religiosos.

En definitiva, la transdisciplinariedad para Nicolescu,(1996). Es vista como una actitud que implica un cambio espiritual equivalente a una conversión del alma. Y para tener acceso a esta cualidad, implica romper con la creencia de que la totalidad se limita a la realidad sensible que vemos y percibimos con nuestros sentidos, además  de evitar el lenguaje de la comodidad, y romper con un modo de vida  convencional.

Otro autor que  persiguió la génesis del sujeto moderno, en la base de nuestro saber actual fue el Filósofo e Historiador Francés, Michel Foucault, (1987). Dándonos a conocer los pliegues de su epísteme moderna. Con una visión arqueológica y genealógica del conocimiento, como nueva racionalidad, nos muestra que su arqueología de las ciencias humanas, describe el momento histórico de la emergencia del hombre, así como anuncia su pronto y esperado hundimiento.

Este método arqueológico, utilizado por Foucault, (1987). Señala que el código de la cultura sólo nos es accesible a través del estudio del lenguaje y de los discursos. Se trata de un método discursivo. Es el discurso el que conforma los objetos de las ciencias. Y la experiencia de orden es una experiencia en que las cosas son puestas en la claridad de la palabra.

La arqueología del saber asigna un lugar interior al sujeto que habla desde un discurso, mientras los individuos siguen creyéndose soberanos de unos derechos y poseedores de unas libertades que la sociedad reprime.

Con esta misma racionalidad, Michel Foucault, en Las Palabras y Las Cosas, (1981).  Nos pasea por un circuito genealógico cuyo objetivo es ubicar las diferentes etapas evolutivas de los signos y del saber, hasta llegar a la sacralización de los mismos. En su planteamiento se recoge la idea de un hombre que es y se hace a través del lenguaje.

La cultura donde ese hombre está inmerso está impregnada por signos que la alimentan y la determinan. Cada una de las cosas que rodea al hombre y todo lo que existe dentro y fuera de él tiene nombre y significado.

En concreto, aquello que constituye la cultura con la cual se identifica el hombre, es nombrado. Todo significa algo y ese algo se convierte en mediador entre el sujeto y su mundo. Dentro de este marco referencial Foucault, (1987). Nos hace entender que el lenguaje no tiene otro lugar que no sea la representación.

Vemos como la aplicación al contexto, basta a menudo, para advertir sí una palabra es significativa de una realidad o si la describe en su sentido. Como podemos apreciar, para Foucault, el mundo está constituido por signos. Son esos signos los que el mismo hombre tiene que traducir para poder conocer, para acceder al saber.

Desde esta lógica de sentido, el hombre está sometido a la realización de un ejercicio constante de interpretación. Esta práctica comienza por las palabras, las cuales tiene que llegar a descifrar para capturar lo que ellas quieren decir.

De hecho, es una búsqueda continua la que inicia todo aquel que quiera saber lo que dicen los signos, lo que denotan los significantes. Ciertamente, lo que realmente se plantea es una labor hermenéutica.

Entendiéndose como hermenéutica, el proceso mediante el cual se pueden descifrar los signos para buscar la semejanza en lo semejante;  razonamiento manejado muy bien por  Gadamer, (2004). Cuando hace suyo el carácter hermenéutico del conocimiento, frente a estas nuevas formas de conocer.

Este  método hermenéutico o exégesis es también el rescate del sentido oculto, la reconstrucción del lenguaje descifrable que oculta, el poder decir otra cosa de lo que se dice en la palabra, que tiene una pluralidad de sentidos. Interpretándonos a nosotros mismos, cuando la interpretación es siempre algo inacabado.

Además, que para poder interpretar hay que conocer las palabras y los contextos de uso. Dice Foucault,(1987).  Que  la lengua no es caprichosa, obedece a un orden de palabras y signos que representan las cosas mediante las cuales el mundo está conformado y estructurado. Esa es la importancia capital del lenguaje.   

En este orden de ideas,  interesa mostrar la argumentación desconstructiva de un pensador importante en la actualidad, como es Michel Maffesoli, que nos propone pensar el mundo desde una lógica argumentativa distinta, a la que ha denominado “de la razón sensible” y que implica un tipo de aprehensión poético-científico del mundo, haciendo suya la experiencia del proceder estético.

Este Sociólogo Francés Michel Maffesoli,(1997). Defiende un modelo de sociedad postmoderna donde se diluyen los valores centrales de la racionalidad y la propia idea de democracia, por saturación y desgaste de los paradigmas previos.

Surgen, pues, condiciones para una nueva dimensión de reacomodo en un mundo pluricultural de individuos que tienden a alcanzar la plenitud emotiva de acuerdo con un nomadismo cultural de los individuos y la formación de nuevos complementos sociales,  a modo de nuevas tribus, donde la tecnología, en especial Internet, aparece como una respuesta para el encuentro planetario de las nuevas formas de comunidad.

La razón, como ley suprema, está, a juicio de Maffesoli, (1997) en plena regresión. La razón y los valores modernos del progreso estarían ocultando otras formas de plenitud social, basadas en el arraigo emotivo a lo cercano y la apertura comunicativa con realidades geográficas lejanas, pero emotiva y simbólicamente próximas.

Aparece aquí una nueva razón social, la razón sensible, o naturaleza emocional de los lazos sociales. La sociabilidad nace a través de los sentidos, del hedonismo, del disfrute del tiempo, de la ética relativa de la estética, de la proyección orgánica del individuo sobre su entorno como instancia volitiva de elección y comunicación.

En esencia, Maffesoli, (1997).  Contrapone lo que entiende como matrices de la postmodernidad a las relaciones regladas por la racionalidad. En su paradigma postmoderno aflora lo invisible del individuo, la razón interna  la mística negada por el reduccionismo racionalista.

La proyección mediática de Maffesoli y el carácter intuitivo de muchas de sus propuestas, marcan puntos de heterodoxia para la comunidad científica. El pensamiento parece liberado de la realidad compleja del planeta y se proyecta a modo de utopía socioemotiva, con una espontaneidad auto organisativa de la sociedad compleja y de un sincretismo policultural que va hacia la preocupación ecológica como centro del nuevo paradigma.

El verdadero espíritu de la transdisciplinariedad va más allá de todo lo que prácticamente se está haciendo hasta el presente: su meta o ideal no consiste sólo en la unidad del conocimiento, que es considerada como un medio, sino que camina hacia la autotransformación y hacia la creación de un nuevo arte de vivir. Por ello, la actitud transdisciplinar implica la puesta en práctica de una nueva visión.

            Levantada esta información con la que   hemos  reflexionado, sobre un tema tan amplio y  debatido como  la Modernidad, frente a nuevas tendencias del pensamiento, quisiera expresar mi criterio, como  doctorante, orientado hacia el rescate y replanteamiento del discurso moderno.

Porque considero que las ideas de la modernidad en el caso particular de sociedades como la nuestra, deben  ser revisadas, esto significa que, la modernidad debe de ser superada pero no cancelada.

En pocas palabras, el hombre de nuestras latitudes debe rescatar lo mejor y  eliminar lo peor, los errores a que condujo la modernidad en otros países y regiones. No se trata de resistencia, oposición o indiferencia ante el discurso moderno de pensadores, algunos referidos    en este artículo,  sino de su replanteamiento y rescate en lo que a sus formas de pensamiento se refiere, con una conciencia  que el hombre y su razón, el conocimiento y la historia, juegan otro papel en estos  últimos tiempos.

Posiblemente, las corrientes filosóficas actuales son y representan un claro ejemplo del replanteamiento y búsquedas,  de lo mejor del discurso que heredamos de la modernidad y que actualmente se analiza y debate desde  nuevas perspectivas.

Necesitamos por lo tanto, la construcción de una Filosofía para el inicio de una nueva época, en que se termine la confusión y crisis existencial del ser humano a través de su desenmascaramiento, del hallazgo y conocimiento auténtico de su identidad.

Así, llegamos a la conclusión, más no al final del tema, porque el problema fundamental contemporáneo no es el descrédito de las ideologías y la crisis de la diversidad de corrientes de pensamiento; Ni lo es tampoco la formación de nuevos bloques y mercados mundiales, formados por el imperialismo capitalista, en el que unos cuantos países se disputan la hegemonía económica y política.

Tampoco  es lo relativo a los grandes conflictos políticos y bélicos que mundial o regionalmente se enquistan y trascienden y mucho menos lo es el referido a las implicaciones de los grandes y asombrosos inventos y descubrimientos que la ciencia y la técnica nos está aceleradamente proporcionando.

No, en estos tiempos de cambio, el problema fundamental del hombre contemporáneo, es el de las contradicciones y confusión existencial de su ser mismo. Es el problema de su naturaleza, de su cultura y valores.

La idea predominante en la actualidad es que todo significa y tiene un sentido y que por lo tanto, ese objeto, sujeto, hecho, acto, fenómeno o proceso, no es sólo susceptible de explicaciones sino también de interpretaciones y reflexiones. He aquí la gran importancia del análisis y rescate que se pude hacer de la modernidad por un lado y del discurso posmoderno por otro.

Se hace entonces necesario, vislumbrar la posibilidad de la construcción de una propia y auténtica filosofía, la superación del debate de la modernidad, frente a la llamada posmodernidad y de la confusión existencial del ser, a partir de la redimensión de lo vernáculo y el renuevo moderno a partir de lo nuestro. Lo cual equivale a sentar las bases de un nuevo paradigma, que responda a nuestra cultura y formas de pensamiento, con originalidad y enfocado hacia un desarrollo estratégico.

 

Referencia Bibliográficas

 

Martin Heider, ¿Qué se Significa Pensar?, Temas pensamiento ontológico, Alemania,  2007.

Marshall Berman, Todo lo Solido se Desvanece, la experiencia de la modernidad, Academia Edu, 2000.

Edgar Morin. Introducción al Pensamiento  Complejo, Editorial Godisa, Paris 1994.

Basarab Nicolescu, La Transdisciplinariedad, Manifiesto, Rumanía, 1996.

Michel Foucaul, La Libertad y la Verdad, Traducción castellana, Barcelona 1987

Michel Foucaul, Las Palabras y las Cosas, Barcelona, 1981.

Gadamer, La Hermeneutica Filosófica, Revista Electrónica cinética,  N 24,

Febrero-Julio 2004.

Michel Maffesoli, La Razón Sensible,  Una  visión intuitiva del mundo contemporáneo, 1997.

Autor: Freddy Javier Guerra Herrera

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Freddy Guerra Herrera

Lic en Educación, Msc. en Ciencias Gerenciales, Doctorante en Ciencias para el Desarrollo Estratégico, Director Editor, de la Revista Monagas