Diana Carolina Alfonso
¿Cuándo empieza un siglo? Entre chiste y chanza nos planteábamos esta pregunta la noche del 31 de diciembre, sentados en un bar en Puerto Príncipe, ciudad de concurridas convulsiones durante todo el 2019.
Hobsbawm supo poner cortes a una historia que desde Europa se narraba como universal. Según él, la Revolución Rusa y el desarrollo de la Primera Guerra Mundial fueron hechos suficientemente trascendentales para pensar el inicio de un nuevo ciclo histórico. Con todo, si nos atenemos a sus palabras, y pensamos que los quiebres estratégicos del modelo hegemónico de acumulación son los parteaguas de la historia, tendríamos que ubicar a la Revolución Mexicana como el primer corte de nuestro Siglo XX latinoamericano. En adelante, la conflictiva relación entre los Estados Modernos y las formaciones sociales indígeno-negras-campesinas marcarán las asíntotas de las transformaciones de nuestra historia moderna y contemporánea. Muestra de ello fueron la Revolución Cuabana y Sandinista, la acentuada tendencia a la acumulación por desposesión, los movimientos campesinos de mediados del siglo XX (en Guatemala, El Salvador, Bolivia, Colombia, Perú,etc) y la concreción del paradigma plurinacional como síntesis programática de las luchas anticoloniales en Nuestramérica (casos Ecuador y Bolivia).
Durante el 2019 se rompieron grandes vidrieras que hacen al afianzamiento social, político y cultural del neoliberalismo. Este año quedó expuesta la fragilidad del sistema rotativo electoral. Mientras el basismo trasnochado por izquierda, y por derecha los países con tradiciones de representación prolongada como Inglaterra (!Monarquía de monarquías!) o Alemania (Con Merkel atornillada a su curubito hace casi dos décadas) se creyeron con el deber de exigir cambios cuatrienales de gobierno, fueron las derechas antidemocráticas latinoamericanas las que capitalizaron la demanda del «gobierno rotativo». Bajo ese argumento se fraguó la desestabilización en Venezuela y Bolivia, en favor del bloque pro yanki, en ambos casos, como ya había ocurrido en Brasil, Paraguay y Honduras. Otro tanto le cabe al Frente Amplio en Uruguay.
Otro gran quiebre develado en su máxima expresión durante el 2019, tuvo que ver con la total crisis del mito neoliberal de los Chicago Boys. Tanto en Colombia como en Chile -dos hitos de las aperturas neoliberales- los bloques de poder que acumularon con la represión y las aperturas desde fines de los ochentas, se vieron envueltos en la peor crisis política de su historia. En suma, tanto los modelos aperturistas que se encumbraron tras la caída del muro de Berlín, como los términos de la llamada democracia rotativa, entran en crisis como relatos del republicanismo colonialista y como prácticas de poder eminentemente neoliberales. Paradxs en una nueva década, estamos frente a lo que Gramsci evaluó como una crisis. Lo viejo no termina de morir y lo nuevo se revela incierto. Es decir, el bloque histórico y las características de la confrontación al modelo hegemónico de acumulación, no terminan de constituirse programáticamente en estrategias claras de transformación.
El Estado Plurinacional de Bolivia fue la síntesis más acabada de la confrontación anticolonial. Su historia expresa confrontaciones de raza, clase y género desde mediados del siglo XX hasta su construcción como bloque histórico dominante a principios del XXI. La avanzada dictatorial e imperialista contra éste, renueva prácticas de carácter neocolonial con elementos paraestatales puestos en marcha por las más sanguinarias democracias del mapa neoliberal latinoamericano.
Después del mito de los Chicago Boys y los golpes neocoloniales ¿A dónde va Nuestramérica? No compartiendo los recortes históricos planteados por Hobsbawm -cínicamente eurocentrados- sí tendríamos que prestar atención a las tendencias de mediano y largo alcance en los cambios que hacen a las sociedades del mundo colonizado. Siendo hoy primero de enero un día clave en la historia latinoamericana, donde conmemoramos la Revolución Haitiana y la Revolución Cubana, podemos pensarnos la responsabilidad social y colectiva que hace a los cambios de ciclo. Las resistencias al colonialismo y al neocolonialismo ponen en jaque a los Piñera (Chile), Uribe (Colombia) , y Jovenel (Haití). La misma perfila confrontaciones históricas en Bolivia, Ecuador y Brasil.
Las derechas salen a las calles. Las izquierdas no conducen las crisis. Sólo la capacidad de coordinación entre las organizaciones sociales y populares (indígenas, campesinxs, jóvenes, feministas, racializadxs, lxs excluídxs de la economía popular o nuevxs proleterixs) avizora esperanzas.
En el 2019 algo se rompió para siembre. El siglo XX se acabó y los muertos no se entierran solos. Todo un palo, ya lo ves.
En https://historiaygeopolitica.wordpress.com/2020/01/02/cuando-empieza-un-siglo/
Autora: Diana Carolina Alfonso