Segunda vuelta: ¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora en la escuela actual?

Ana Belinco

A partir de notas como “¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora en la escuela actual?” de Hernán Cortiñas, continúa el debate sobre los límites y potencialidades de las prácticas educativas.

La pregunta en debate es un interrogante siempre presente para las y los trabajadores de la educación que buscan o se les impone, por diversas circunstancias, la problematización frente a su propia práctica. Fue y es cuestión debatida en extenso por distintos pedagogos y corrientes filosóficas educativas diversas.

Es ó no es posible: ¿es fructífero un análisis binario de la pregunta presentada?

Como respuesta a la cuestión, se han postulado desde planteos reformistas de superficie que hablan de cambio y transformación dentro del sistema educativo tal cual está dado dentro del capitalismo hasta planteos revolucionarios anulantes según los cuales nada puede hacerse desde el sistema educativo en el actual estado de situación dado que éste impone límites a la acción educativa infranqueables y constrictivos.

Se presenta así una lógica binaria de análisis e interpretación de la cuestión en debate según la cual el sistema educativo y, por tanto, las prácticas pedagógicas que en él se despliegan, o son salvadoras o son inermes frente a la transformación de la realidad. Cualquier análisis desde una perspectiva binaria cae en un reduccionismo como mínimo infructuoso y pesimistas al mismo tiempo que obtura la postulación de respuestas creativas que contemplen la posibilidad de análisis intermedios que tengan en cuenta el ¨mientras tanto¨.

Si pensamos la práctica educativa como pedagogía liberadora, salvadora e infalible, caemos en un reduccionismo que no contempla las condiciones situacionales limitantes como ser la propia condición de asalariados y explotados de los trabajadores de la educación, la falta de espacios de capacitación en servicio, las pésimas condiciones de infraestructura en la cual debe desarrollarse la labor, las imposiciones de tareas administrativas y asistenciales a las que los y las docentes nos enfrentamos día a día en nuestras escuelas públicas, entre muchas tantas otras. Este tipo de posturas le lavan la cara al capitalismo dándole atribuciones a la educación que ésta no tiene ni puede abordar.

Por otra parte, si pensamos la práctica educativa como inerme y limitada al punto de la anulación como herramienta transformadora caemos en un reduccionismo que no contempla el alcance que la educación tiene dentro de la lucha de clases. Tampoco se tiene en cuenta que es un espacio en donde la docencia puede cumplir un rol activo a nivel ideológico, aunque el sistema educativo tenga límites propios que no permitan transformarlo en profundidad como queda evidenciado en el sistema de evaluación, calificación y clasificación de los estudiantes que genera circuitos educativos diferenciados. La disputa política e ideológica que se puede dar dentro de la escuela, enmarcada dentro de una organización revolucionaria más amplia, queda así anulada.

En este punto se hace interesante retomar la tercera Tesis sobre Feuerbach de Marx en donde explica que “la teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado”. Una lectura posible de este planteo sería interpretar que cuando Marx dice que el educador debe ser educado no lo hace para minimizar el alcance de la educación misma sino para remarcar la potencialidad del ámbito educativo. Comprender a la escuela como aparato ideológico del Estado es analizarla también en su posibilidad de subversión o transformación. Minimizar este aspecto, o anularlo, es una negación de los cambios reales que la escuela ha demostrado objetivamente alcanzar. En este sentido, cabe plantearse si es justo calificar los logros educativos de la docencia, aunque sean limitados e insuficientes, como partes de un anecdotario que llena de orgullo a docentes aislados.

¿Qué hace la docencia en el ¨mientras tanto¨?

Por lo expuesto anteriormente, es válido sostener que sería posible una pedagogía liberadora en el estado actual de situación sólo en tanto práctica de resistencia, como herramienta para profundizar contradicciones desde la literatura, el debate, la puesta en palabra y discusión de las miserias que golpean a toda la comunidad educativa dentro de los límites de este sistema político y económico en el que nos encontramos inmersos. Es decir que la respuesta a este problema no puede ser cerrada, no puede plantearse como si o como no, sino que no queda más que plantear un sólo si, un análisis de grises.

Pese a la precarización laboral, los y las docentes no tiramos la toalla. Si el hecho de estar precarizados y explotados nos quiebra o nos hace creer que la tarea realizada es infructuosa o imposibilitada de creación y recreación de realidades, lo lograron. Entender a la educación desde esta perspectiva nos habla de comprenderla en términos de pasos que se dan en el “mientras tanto” caminamos hacia los cambios profundos y sistémicos que soñamos, buscamos y construimos militantemente. Se delinea así un tercer planteo posible e intermedio a las dos polarizaciones reduccionistas antes desarrolladas que expresa una profunda confianza en la educación como herramienta de quiebre y ruptura que haga posible delinear, pensar y esbozar caminos de liberación real y efectiva.

La educación siempre es campo de batalla de la lucha de clases. En este sentido, el fenómeno educativo, debe ser analizado desde una perspectiva de clase. En el estado de situación actual el sistema educativo es herramienta en manos explotadoras para generar subjetividades adaptadas al sistema social, político y económico imperante. Esto no destruye la posibilidad de hacer mella haciendo uso de dicha herramienta en fogonazos que permitan exponer las contradicciones intestinas del capitalismo que genera hambreados y excluidos cuando las fuerzas productivas permitirían, bajo una planificación socialista y de los trabajadores, asistir a la existencia real del hambre cero a escala mundial.

En este punto cabe aclarar, una vez más, que ésta no es más que táctica defensiva y de resistencia hasta que se pueda subvertir y expropiar por completo el Estado y sus aparatos ideológicos pasando a constituirse como estado en manos de los trabajadores. Este es siempre el último y real objetivo de la lucha de clases, en la cual la educación y los sistemas pedagógicos cumplen un rol fundamental, aunque no sea ni el principal ni el más decisivo en la disputa. La educación por sí misma no puede transformar nuestra realidad social sino está ligada a una estrategia política que permita crear un partido revolucionario que presente una direccionalidad seria y efectiva para movilizar a las masas trabajadoras hacia la búsqueda y la lucha por su propia emancipación. Pese a lo antes dicho no se puede desconocer o negar que la educación es una herramienta fundamental en el ¨mientras tanto¨ más allá de sus limitaciones.

Fuente del articulo: https://www.laizquierdadiario.com/Segunda-vuelta-Es-posible-desarrollar-una-pedagogia-liberadora-en-la-escuela-actual

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Segunda vuelta: ¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora en la escuela actual?

Por Ana Belinco

A partir de notas como “¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora en la escuela actual?” de Hernán Cortiñas, continúa el debate sobre los límites y potencialidades de las prácticas educativas.

La pregunta en debate es un interrogante siempre presente para las y los trabajadores de la educación que buscan o se les impone, por diversas circunstancias, la problematización frente a su propia práctica. Fue y es cuestión debatida en extenso por distintos pedagogos y corrientes filosóficas educativas diversas.

Es ó no es posible: ¿es fructífero un análisis binario de la pregunta presentada?

Como respuesta a la cuestión, se han postulado desde planteos reformistas de superficie que hablan de cambio y transformación dentro del sistema educativo tal cual está dado dentro del capitalismo hasta planteos revolucionarios anulantes según los cuales nada puede hacerse desde el sistema educativo en el actual estado de situación dado que éste impone límites a la acción educativa infranqueables y constrictivos.

Se presenta así una lógica binaria de análisis e interpretación de la cuestión en debate según la cual el sistema educativo y, por tanto, las prácticas pedagógicas que en él se despliegan, o son salvadoras o son inermes frente a la transformación de la realidad. Cualquier análisis desde una perspectiva binaria cae en un reduccionismo como mínimo infructuoso y pesimistas al mismo tiempo que obtura la postulación de respuestas creativas que contemplen la posibilidad de análisis intermedios que tengan en cuenta el ¨mientras tanto¨.

Si pensamos la práctica educativa como pedagogía liberadora, salvadora e infalible, caemos en un reduccionismo que no contempla las condiciones situacionales limitantes como ser la propia condición de asalariados y explotados de los trabajadores de la educación, la falta de espacios de capacitación en servicio, las pésimas condiciones de infraestructura en la cual debe desarrollarse la labor, las imposiciones de tareas administrativas y asistenciales a las que los y las docentes nos enfrentamos día a día en nuestras escuelas públicas, entre muchas tantas otras. Este tipo de posturas le lavan la cara al capitalismo dándole atribuciones a la educación que ésta no tiene ni puede abordar.

Por otra parte, si pensamos la práctica educativa como inerme y limitada al punto de la anulación como herramienta transformadora caemos en un reduccionismo que no contempla el alcance que la educación tiene dentro de la lucha de clases. Tampoco se tiene en cuenta que es un espacio en donde la docencia puede cumplir un rol activo a nivel ideológico, aunque el sistema educativo tenga límites propios que no permitan transformarlo en profundidad como queda evidenciado en el sistema de evaluación, calificación y clasificación de los estudiantes que genera circuitos educativos diferenciados. La disputa política e ideológica que se puede dar dentro de la escuela, enmarcada dentro de una organización revolucionaria más amplia, queda así anulada.

En este punto se hace interesante retomar la tercera Tesis sobre Feuerbach de Marx en donde explica que “la teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado”. Una lectura posible de este planteo sería interpretar que cuando Marx dice que el educador debe ser educado no lo hace para minimizar el alcance de la educación misma sino para remarcar la potencialidad del ámbito educativo. Comprender a la escuela como aparato ideológico del Estado es analizarla también en su posibilidad de subversión o transformación. Minimizar este aspecto, o anularlo, es una negación de los cambios reales que la escuela ha demostrado objetivamente alcanzar. En este sentido, cabe plantearse si es justo calificar los logros educativos de la docencia, aunque sean limitados e insuficientes, como partes de un anecdotario que llena de orgullo a docentes aislados.

¿Qué hace la docencia en el ¨mientras tanto¨?

Por lo expuesto anteriormente, es válido sostener que sería posible una pedagogía liberadora en el estado actual de situación sólo en tanto práctica de resistencia, como herramienta para profundizar contradicciones desde la literatura, el debate, la puesta en palabra y discusión de las miserias que golpean a toda la comunidad educativa dentro de los límites de este sistema político y económico en el que nos encontramos inmersos. Es decir que la respuesta a este problema no puede ser cerrada, no puede plantearse como si o como no, sino que no queda más que plantear un sólo si, un análisis de grises.

Pese a la precarización laboral, los y las docentes no tiramos la toalla. Si el hecho de estar precarizados y explotados nos quiebra o nos hace creer que la tarea realizada es infructuosa o imposibilitada de creación y recreación de realidades, lo lograron. Entender a la educación desde esta perspectiva nos habla de comprenderla en términos de pasos que se dan en el “mientras tanto” caminamos hacia los cambios profundos y sistémicos que soñamos, buscamos y construimos militantemente. Se delinea así un tercer planteo posible e intermedio a las dos polarizaciones reduccionistas antes desarrolladas que expresa una profunda confianza en la educación como herramienta de quiebre y ruptura que haga posible delinear, pensar y esbozar caminos de liberación real y efectiva.

La educación siempre es campo de batalla de la lucha de clases. En este sentido, el fenómeno educativo, debe ser analizado desde una perspectiva de clase. En el estado de situación actual el sistema educativo es herramienta en manos explotadoras para generar subjetividades adaptadas al sistema social, político y económico imperante. Esto no destruye la posibilidad de hacer mella haciendo uso de dicha herramienta en fogonazos que permitan exponer las contradicciones intestinas del capitalismo que genera hambreados y excluidos cuando las fuerzas productivas permitirían, bajo una planificación socialista y de los trabajadores, asistir a la existencia real del hambre cero a escala mundial.

En este punto cabe aclarar, una vez más, que ésta no es más que táctica defensiva y de resistencia hasta que se pueda subvertir y expropiar por completo el Estado y sus aparatos ideológicos pasando a constituirse como estado en manos de los trabajadores. Este es siempre el último y real objetivo de la lucha de clases, en la cual la educación y los sistemas pedagógicos cumplen un rol fundamental, aunque no sea ni el principal ni el más decisivo en la disputa. La educación por sí misma no puede transformar nuestra realidad social sino está ligada a una estrategia política que permita crear un partido revolucionario que presente una direccionalidad seria y efectiva para movilizar a las masas trabajadoras hacia la búsqueda y la lucha por su propia emancipación. Pese a lo antes dicho no se puede desconocer o negar que la educación es una herramienta fundamental en el ¨mientras tanto¨ más allá de sus limitaciones.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Segunda-vuelta-Es-posible-desarrollar-una-pedagogia-liberadora-en-la-escuela-actual

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Operativo Aprender: concepción bancaria, mercantilista y meritocrática de la educación

Por: Ana Belinco

El 18 y 19 de octubre el macrismo busca implementar, en todo el país, una nueva evaluación externa ¿Para qué una nueva evaluación? ¿Cuáles son los objetivos reales del Operativo aprender?

Las evaluaciones externas y los discursos gubernamentales tendientes a desvalorizar la educación pública y a los trabajadores de la educación no son una novedad.

La ley Nacional de Educación, sancionada durante el kirchnerismo, no sólo no modificó el sistema descentralizado instaurado por la Ley Federal de Educación implementada por el menemismo, dejando a los gobiernos provinciales desangrados a cargo del sistema educativo, sino que presenta el marco legal que habilita este tipo de mecanismos evaluadores con el supuesto objetivo de garantizar y tender hacia una mayor ¨calidad educativa¨. Este argumento esconde el discurso del Banco Mundial que, tras una supuesta búsqueda de calidad, apunta a extender las políticas neoliberales al ámbito educativo impulsando una concepción bancaria, mercantilista y meritocrática de la educación.

Estigmatizando a la educación pública

Cristina Fernández de Kirchner, durante su presidencia, no se cansó de sostener que los problemas educativos son producto del ausentismo docente y de que la docencia, al adoptar medidas de fuerza, se queja de lleno dado que los maestros trabajan cuatro horas, tienen tres meses de vacaciones y cobran sueldos privilegiados. Siguiendo esta línea deformadora de la realidad que atraviesan los trabajadores de la educación, el Ministro de Educación Nacional Esteban Bullrich, sostiene que la docencia exagera, por motivaciones políticas oportunistas, cuando sale a denunciar las medidas de vaciamiento de la escuela pública en beneficio de las escuelas privadas y las condiciones de precarización del trabajo docente.

El gobierno macrista, siguiendo la línea de estigmatización de la docencia en clara búsqueda de trasladar las culpas del sistema económico y político hacia la institución educativa, busca implementar el Operativo Aprender en el próximo mes de octubre. Es una evaluación externa más de las tantas que ya han intentado aplicar dentro de las escuelas públicas porteñas. Estos mecanismos evaluadores son confeccionados por técnicos que no trabajan dentro del aula y representan líneas empresariales tecnocráticas que buscan atar los contenidos curriculares al mercado laboral.

Hasta la actualidad la docencia viene rechazando sistemáticamente estos mecanismos evaluadores porque son ajenos a la experiencia real de las escuelas, porque no tienen en cuenta los contextos educativos ni los tiempos propios de aprendizaje de cada estudiante; porque caen en una concepción reproductivista de contenidos vaciados y carentes de construcción creativa y fructífera; y porque no respetan lo establecido en el diseño curricular en torno al sentido de la evaluación como análisis de un proceso de construcción de aprendizaje sostenido en el tiempo. Para vencer esta resistencia el gobierno macrista busca convertir en aplicadores y veedores del Operativo Aprender a los propios trabajadores de la educación a cambio de $ 1.000 a pagar en tres meses. Dicen estar resolviendo, por medio de este mecanismo, una demanda histórica de la docencia en torno a las evaluaciones de este tipo dado que siempre se denunció el hecho de que fueron tomadas por aplicadores ajenos al ámbito educativo. La realidad, es que este ofrecimiento remunerativo esconde otros objetivos implícitos que deben ser analizados.

¿Qué esperan comprar con $ 1.000?

El interrogante abre varias aristas posibles de ser analizadas.

Un objetivo claro, como ya se planteó anteriormente, es quebrar la resistencia docente, comprar la voluntad a cambio de miseria en negro. Este punto es insultante dado que nos quieren pagar a los docentes por hacer un trabajo que nos saca de nuestra función educativa convirtiéndonos en aplicadores y veedores, mientras por otro lado nos diezmaron el sueldo a base de ajuste, tarifazos y negación de reapertura de paritarias. Parte de lo que ellos nos sacaron nos lo quieren devolver, para comprar nuestra voluntad convirtiéndonos en administradores del mecanismo que el día de mañana busca atar nuestro salario y nuestra estabilidad a resultados descontextualizados.

Así se abre una segunda arista en el análisis. Si aceptamos hoy ser aplicadores y veedores, ¿cómo vamos a salir a reclamar cuando busquen implementar el sueldo atado al mérito y a resultados? De esta forma no sólo compran la voluntad de la docencia para quebrar la resistencia sino que atan nuestra posibilidad de acción, reacción y movilización a futuro. Otra arista que no puede no ser considerada es que buscan poner a trabajadores contra trabajadores, buscan que nos convirtamos en evaluadores censales de nuestros propios compañeros en una espantosa casa de brujas interna dentro de la docencia misma. Lo macabro de pauperizar, flexibilizar y golpear el poder adquisitivo de los trabajadores y luego aprovecharse de la dificultad económica para llegar a fin de mes, pagar impuestos con tarifas desorbitadas o llevar el plato de comida a la mesa es indignante. Nos precarizan para animalizarnos azuzándonos a explotados contra explotados por monedas.

Usando términos altamente autoritarios como “Operativo”, “Aplicador”, “Veedor” nos quieren hacer creer que buscan mejorar la calidad educativa y que vienen a instaurar ¨la cultura de la evaluación¨ dado que la docencia se rehúsa a ser evaluada. A claras luces mienten. Olvidan que ya hay vigentes instancias de evaluación internas de la práctica docente dado que las conducciones nos evalúan a fin de año y a ellas las evalúan las supervisiones. Los docentes, al mismo tiempo, hacemos un seguimiento anual de nuestros estudiantes, evaluando un proceso de aprendizaje sostenido, contextualizado, adaptado y acorde a los tiempos de cada niño. Si quieren hacer estadísticas para mejorar la calidad educativa tienen que venir a las escuelas y hablar con los que día a día estamos en ellas. La información ya está. No necesitamos solventar negociados millonarios salvo que lo que en verdad se esté buscando es extender, sobre la educación pública, las concepciones neoliberales, elitistas y mercantilistas del Banco Mundial.

¿Por qué la docencia rechaza el Operativo Aprender?

Los trabajadores de la educación rechazamos abiertamente este mecanismo evaluador porque denunciamos que no redundará en una educación de calidad sino que viene a profundizar aún más los circuitos educativos diferenciados con escuelas para ricos y otras para pobres por medio del establecimiento de un ranking de escuelas que premiará a aquellas que logren obtener buenos resultados y castigará a aquellas que no los alcancen. No importa si la escuela evaluada tiene población de niños hambreados, con déficit habitacionales o explotados en el mercado laboral; o si tiene pibes con sus necesidades básicas cubiertas. Si rinden bien o mal las evaluaciones es responsabilidad exclusiva de los maestros que supieron o no supieron enseñarles a los pibes a sumar, restar, multiplicar o dividir con corrección. Los docentes de las escuelas donde los estudiantes no logren alcanzar resultados satisfactorios tenderán a querer trasladarse si se ata el salario y la estabilidad a los mismos. Por otra parte, la educación de conjunto se empobrece, dado que se buscará adiestrar a los niños, al mejor estilo de los perros de Pavlov, para que respondan correctamente las consignas. Por otra parte agudiza el premio al mérito, porque este tipo de evaluaciones, en otros países donde ya se están implementando, se usan como filtro para el acceso a la universidad generando una selección elitista del alumnado universitario con el objetivo de reducir la inversión en la educación universitaria dado que es considerado un costo o un derroche.

Al denunciar estos puntos no estamos haciendo futurismo ni especulaciones probables. Sólo basta analizar los modelos educativos de Chile, México o EE UU para demostrar que lo que plantea la docencia es real.

Por todo esto los maestros nos organizamos, desde las aulas y en las calles, para defender a la escuela pública, para decirle al macrismo que no pasará. No permitiremos que desarrollen sus negociados a costa de nuestros pibes y de los trabajadores. No aceptamos ser veedores ni aplicadores, como así tampoco que nos quieran convertir en nuestros propios verdugos poniéndonos compañero contra compañero. En pie de lucha y resistencia nos plantamos frente a los diferentes gobiernos burgueses y les gritamos: ¡la escuela pública no es tu empresa!

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“El regreso del joven príncipe”: literatura para meritócratas, resilientes y resignados

Por: Ana Belinco

De la mano de Alejandro Roemmers y Esteban Bullrich, la meritocarcia macrista se hizo presente en las escuelas porteñas en formato novela de autoayuda dirigida a estudiantes de séptimo grado.

No se explicita nada novedoso al sostener que todo proyecto político tiene a su vez un proyecto económico definido para el cual se necesita construir, formar, delinear subjetividades que se adapten a los márgenes establecidos por el grupo dominante de turno.

La concepción del ciudadano meritocrático, resiliente y resignado acorde al modelo económico, político y social macrista ya se venía vislumbrando, a paso lento pero firme, desde los primeros tiempos de nuestro actual presidente como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Retomando las visiones elitistas y liberales de fines del SXIX, el Pro convirtió a Sarmiento en canto obligado para todos los actos escolares y en línea interpretativa para sus propios lineamientos pedagógicos.
En este sentido, durante el año 2013, en el marco del Programa Leer para crecer, vigente desde el año 2003, el gobierno del PRO envío, para ser leído y entregado a todos los estudiantes de séptimo grado de la ciudad, el libro ¨El regreso del joven príncipe¨ del autor A.G Roemmers publicado por la editorial Emecé.

La novela en cuestión intenta constituirse en continuación de ¨El Principito¨ de Antoine de Saint-Exupéry. El autor de la pretendida saga es uno de los dueños del reconocido laboratorio e integrante de la familia con la cual Mauricio Macri mantiene una estrecha relación afectiva. Esto último queda demostrado ya que, la familia del presidente, pasó sus últimas vacaciones en la propiedad de Villa La Angostura de los Roemmers.

El regreso de un joven príncipe neoliberal

Que el gobierno de la ciudad haya seleccionado dicha obra no es sorprendente dada su profunda orientación neoliberal, pero sí es muy cuestionable por variadas razones, entre ellas se destacan que no es apropiado para la edad de los niños a los que fue asignado y que viola el carácter laico de la escuela pública ya que reiteradamente refiere a Dios como el principio y el final de todo lo creado.
Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en el capítulo XIV -página 78-, “Quiero decir que el hombre ha sido creado por Dios como un ser espiritual, con una chispa de libre albedrío (…) él es lo que es, su propio principio y su propio fin, y por consiguiente el principio y el fin de todo lo que existe”. Cabe destacar que este es un extracto, entre muchos otros que aparecen en el libro, que hacen a esta cuestión infringiendo la constitución porteña sobre el carácter laico de la escuela pública argentina.

Además, no respeta los lineamientos del diseño curricular para el área de Cs. Sociales que dice en su enfoque para la enseñanza que, “a través de su enseñanza, se espera que los alumnos conozcan la complejidad del mundo social, la existencia de identidades compartidas y diversas, y que construyan una visión crítica teniendo en cuenta las posibilidades de transformación de la sociedad”. La falta de adecuación a dicho documento queda evidenciada a lo largo de la obra ya que el texto reproduce y naturaliza la ideología estilo Ravi Shankar del “si sucede conviene”.

Dicho pensamiento filosófico-ideológico es llevado a los niños de la escuela pública a través de un libro de autoayuda con una visión empresarial que busca ciudadanos individualistas, competitivos, sumisos y resignados que no cuestionen ni busquen transformar su realidad. En el capítulo IV -página 30- el empresario devenido escritor lo expresa sin tapujos, “todos aquellos que luchan contra los malos vecinos y familiares, contra la injusticia de sus jefes, contra la sociedad (…) tengan o no razón, están luchando contra sí mismos…aquel que está en conflicto con su ambiente está condenado a la derrota (…) La mayor parte del sufrimiento humano deriva de la resistencia a las circunstancias que nos rodean (…) El hombre sabio está en armonía con todo lo que existe. Contempla la realidad y se da cuenta de que todo cuanto existe, le guste o no, es como debe ser. Sabe además que antes de mejorar algo en el mundo, hay mucho que mejorar dentro de uno mismo”. Así también encontramos otros ejemplos en el capítulo V -página 34- “sea cual fuere tu suerte, deberías estar agradecido a la vida que te da esta oportunidad de evolucionar” o en el XV -página 85- “luego están otras personas…que, cuando se enfrenta a la realidad, incapaz de renunciar a sus ideales…tratan de protegerlos tanto que terminan construyendo un muro a su alrededor”.

Instando a la resignación, a la resiliencia, es decir, el hacerse fuerte y tolerante a las circunstancias adversas de la vida, no se busca más que formar cuerpos y almas funcionales al estado de situación actual que es presentado como el único posible. Si sos Roemmers o Macri seguro que la vida que tuviste te convino, pero es altamente violento decirle si sucede conviene o no te rebeles contra tu situación contextual a un pibe o piba que pasa hambre, frío, que es golpeado o abusado.

Como si fuera poco, literariamente deja mucho que desear. El autor se define a sí mismo como un escritor poco convencional que no asiste a bibliotecas, sino que sólo lee libros que le regalan, aspecto que se nota ampliamente en su paupérrima prosa. Ante semejante auto-descripción, se impone la sospecha de que la mentada amistad del Presidente Macri con la familia Roemmers haya influido en la elección de la novela como parte de un negocio entre amigos del poder porque, como ya se señaló, no es un texto que fuera a enriquecer el acervo cultural o léxico de los estudiantes.

La herencia sarmientina

Sarmiento, padre del aula argentina, le asignó esta tarea formadora de subjetividades a la escuela y sus docentes desde el inicio de la formación del Estado Nacional argentino. El gaucho y el extranjero debían ser formados, por el sistema educativo, en el espíritu nacional dejando de lado sus costumbres, ya que éstas, para la generación de Sarmiento y la posterior generación del 80 que heredaría sus concepciones, impedían el progreso de la nación atascándolo con la vagancia y la barbarie. La sangre era lo único que tenían de humano los gauchos animalizados por Sarmiento y si era necesario que ella corriera para que la Nación prospere no había que resistirse. La sangre gaucha corrió para hacer correr, al mismo tiempo, la sangre de los pueblos originarios a los que ni rastro de humanidad se les concedía. El ciudadano modelo-modelado ocupaba el lugar de los masacrados en el sistema productivo imperante de la época.

Hoy, a más de 150 años de la escuela sarmientina, se busca, desde el gobierno PRO, refritar las concepciones liberales y elitistas del prócer ensalzado. Los docentes de la zona sur de la Ciudad Autónoma de Bs. As. vemos y vivimos junto a nuestros estudiantes muchísimas situaciones de injusticia social que no deben ser naturalizadas ni aceptadas desde el discurso escolar. Desde la escuela, debemos brindarles las herramientas necesarias para que se construyan como ciudadanos críticos de la realidad y activos, es decir, como actores sociales con poder de transformación de la historia colectiva e individual.

La tarea asignada a la educación desde Sarmiento hasta la actualidad no responde más que a un servilismo funcional al sistema capitalista que degrada la condición humana objetivándola, convirtiéndola en valor intercambiable de mercado. Se impone reformular la tarea de la institución educativa que debe constituirse como motor de resistencia, de lucha y de transformación profunda desarrollando una pedagogía liberadora y colectiva, no una pedagogía sujetadora e individualista que salva a título personal según supuestos merecimientos.

Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/El-regreso-del-joven-principe-literatura-para-meritocratas-resilientes-y-resignados

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Momo, una niña en resistencia

Por: Ana Belinco

¿Es posible desarrollar una pedagogía liberadora? A través de una prosa filosófica, Michel Ende nos sumerge en el mundo de Momo, una niña que resiste la dictadura de los hombres de gris.

Las ocasiones de lectura en las aulas son espacios fructíferos para generar espacios de reflexión, de debate, de intercambio intersubjetivo. Espacios donde los niños pueden imaginar, crear, recrear mundos imaginarios y posibles así como extender estas prácticas al mundo real que los circunda.

Impulsar el gusto y el amor por la lectura puede ser, por lo tanto, una manera de formar subjetividades críticas, reflexivas, creativas y transformadoras de la realidad. La literatura se presenta así como herramienta de quiebre, de resistencia.

A través de la prosa fluida, filosófica y fecunda de Michel Ende nos llega una excelente novela llamada Momo. Este escritor alemán del SXX, cuya novela más conocida es “La historia interminable”, desarrolló a lo largo de su actividad una serie de obras literarias dentro del género de la literatura fantástica y de ficción para niños, adolescentes y adultos.

En las afueras de una ciudad italiana, en un anfiteatro en ruinas, vive una niña llamada Momo. Ella no tiene un origen cierto. Ninguno de los habitantes de la ciudad sabe de dónde o cómo llegó allí pero todos conocen su extraordinaria habilidad de saber escuchar. Momo tiene amistad con todos y todos recurren a ella para ser escuchados, con tiempo, con pausa, atentamente.

Este clima amistoso y distendido termina con la llegada de los hombres grises. Estos extraños individuos representan al Banco de Tiempo. Como representantes de tal entidad promocionan la idea de ahorrar tiempo entre la población. El pack ofrecido implica que el tiempo puede ser depositado en el banco y devuelto al cliente posteriormente con intereses como corresponde a cualquier entidad bancaria seria y responsable que se precie de tal. El objetivo real de estos hombres es hacer que la gente lo olvide todo menos su obsesión por ahorrar todo el tiempo posible para su posterior uso. La ciudad, y sus habitantes, se ven fuertemente modificados ante el desembarco de semejante institución en ella. Se pierde el sentido en lo rutinario.

Actividades como el arte, la imaginación o dormir (y por lo tanto soñar), pasan a ser considerados como pérdidas de tiempo. Los prototipos de ciudadano, de moda, de gustos se estandarizan. Pero como todos imaginarán, cuanto más tiempo ahorra una persona, esta acción ahorrativa redunda en una real disminución de dicho bien tan preciado en su haber. Los hombres grises consumen lo ahorrado en forma de cigarros hechos de pétalos secos de las flores horarias que representan el tiempo. Estos oscuros personajes, cual parásitos, no pueden existir sin consumir esos cigarros, es decir, sin consumir el tiempo ajeno.

Con su flagrante falta de valoración del tiempo en los términos en el que éste es presentado por los hombres grises, Momo se convierte en una molestia punzante, en una piedra en el zapato del Banco de Tiempo. Los hombres grises buscan deshacerse de ella por todos los medios posibles. Momo, junto a Casiopea la tortuga, animalito que se comunica con ella a través de mensajes luminosos en su caparazón, se enfrentará a la dictadura de los hombres de gris. Para ello la niña deberá ir al manantial del tiempo, tras lo cual logrará rescatar a la ciudad de la opresión de esta entidad nefasta.

Momo en la escuela de hoy

El actual mundo capitalista globalizado, asiste una vez más, a un nuevo ciclo de crisis económica, política y social pauperizante de la humanidad. Basta mirar las noticias de E.E U.U corcoveando con discursos totalitarios y xenófobos a lo Trump tratando de capear su crisis económica y política; de Medio Oriente con sus guerras intestinas o impuestas por potencias imperialistas que generan miles de exiliados, refugiados y muertos; de la Europa de fronteras cerradas frente a la desesperación humana y sin ir tan lejos de la avanzada neoliberal en América latina, para confirmar lo anteriormente dicho. Estamos, por lo tanto, ante la necesidad de la transformación profunda, radical y revolucionaria de las estructuras de poder propias de un sistema que expone sus más grandes miserias, basado en la existencia de explotadores y explotados, de merecedores y excluidos, de comidos y hambreados.

Frente a este estado de situación se impone que la escuela y sus docentes analicemos críticamente cuál debe ser nuestra tarea. En Pedagogía del oprimido Paulo Freire sostiene que “Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”. Los docentes debemos reconocernos como parte de la clase trabajadora desmarcándonos de la concepción de que como profesionales formamos parte de una pequeña burguesía superior a las clases populares, así como también de la tarea que se nos quiere imponer desde el SXIX según la cual debemos ser formadores de subjetividades acordes a las necesidades de los sistemas económicos y políticos imperantes.

La educación formal capitalista ha dado muestras de sobra de su poder de formación de subjetividades extrañadas. Se hace urgente, en este sentido, la tarea de buscar el quiebre, la grieta, la contradicción dentro del sistema educativo capitalista mismo y usarlo de modo contra hegemónico estimulando subjetividades críticas, no conformadas.

Expropiarle a las clases dominantes uno de sus aparatos ideológicos más efectivos, expropiación-apropiación por parte de y para los trabajadores. Prenderles fuego el rancho desde adentro hablando en criollo.

Momo es una novela, que nos ofrece a los docentes, la posibilidad de poner en debate de nuestros estudiantes cuestiones como el consumismo y la explotación. Permite pensar sobre las características del mundo actual, sobre el peligro de verse seducido por los intereses ocultos de empresas que cuentan con el suficiente poder como para influir en el estilo de vida de la gente, en sus deseos, en sus aspiraciones.

También permite elaborar una mirada crítica sobre el modelo racional de concebir el tiempo, un modelo economicista que busca reducir al mínimo o extinguir los momentos de ocio en búsqueda de un rendimiento eficiente del tiempo dentro de la valoración capitalista del mismo, tiempo que debe ser usado para producir aquello que luego va a ser expropiado a sus productores por parte de los dueños de los medios de producción.

Cualquier semejanza con la realidad no es pura coincidencia. Novela excelente para abonar una pedagogía liberadora de conciencias que den batalla, que revolucionen lo establecido por el sistema económico imperante en la actualidad desde una mirada antisistémica, humanista y solidaria.

Fuente: http://laizquierdadiario.com/Momo-una-nina-en-resistencia

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