La Argentina es uno de los 49 países de “desarrollo humano muy alto”, según un informe que acaba de publicar el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Sin embargo, el país aún está muy atrasado en algunos indicadores clave, en comparación con los países desarrollados de Europa y Asia. Las altas tasas de embarazo adolescente, el elevado número de jóvenes nini y el bajo porcentaje de graduados universitarios son algunas de las principales deudas que la Argentina tiene con sus jóvenes.
El PNUD acaba de publicar un informe en el que aboga por un “progreso multidimensional”: afirma que, pasada la bonanza de las commodities, para los países latinoamericanos ya no alcanza con apostar a políticas de crecimiento económico, sino que hay que poner el foco en políticas de protección social, ampliar los sistemas de cuidado, mejorar la calificación laboral y cerrar las brechas de género. Esos factores, además de otros como el acceso a una casa propia o a una cuenta bancaria, fortalecen la “resiliencia” de las personas frente a los vaivenes económicos, y pueden evitar que millones de latinoamericanos que mejoraron su situación en la última década vuelvan a caer en la pobreza.
Madre e hija. ”Estudiar es una forma de no bajar los brazos”, dice Ayelén (19), que está en 4° año y es mamá de Bryanna (2).
Para medir ese progreso “multidimensional”, el último informe regional del PNUD evaluó distintos indicadores de desarrollo humano y los comparó con el nivel de ingreso per cápita de cada país. De ese cálculo surge que la Argentina tiene un desempeño “peor al esperado” en indicadores clave como embarazo adolescente, cantidad de jóvenes nini y fuerza laboral con educación terciaria, entre otros.
En el país, cada 1000 nacimientos, 54,4 corresponden a madres adolescentes (de entre 15 y 19 años). Para los países de desarrollo humano “muy alto”, entre los cuales se encuentra Argentina, el promedio es casi 5 veces más bajo: 12,7. En nuestro país, cada 5 minutos una chica menor de 20 años es mamá; son más de 117 mil nacimientos al año. Y el problema no disminuye, sino que aumentó un 15,7% en la última década.
Gala Díaz Langou, directora de Protección Social de CIPPEC, advierte que el embarazo adolescente es un “síntoma” muy relacionado con otros problemas que señala el PNUD, como el alto número de jóvenes de 15 a 24 años que no estudian ni trabajan (los “nini”), que también creció durante la última década. “A nivel nacional, 3 de cada 4 ninis son mujeres, dedicadas a tareas de cuidado. En estos años ha habido políticas de primer empleo y becas para que los jóvenes vuelvan a estudiar, pero lo que realmente hace falta para esta población es una política de cuidado”, plantea Díaz Langou.
Prioridad. Aitana tiene 2 meses, pero Abril decidió seguir en el colegio. Foto Diego Waldmann
Varios expertos señalan que el embarazo adolescente, asociado también con la deserción escolar, es consecuencia de la falta de un proyecto de vida. “La maternidad joven es uno de los pocos ‘títulos’ o ‘status’ a los que se puede acceder fácilmente en el corto plazo. Ante la falta de oportunidades laborales de calidad para los jóvenes y ante un sistema educativo expulsivo, la maternidad se vuelve un proyecto de vida para las adolescentes”, sostiene Díaz Langou.
Eleonor Faur, investigadora del Instituto de Desarrollo Económico y Social, disiente: “Las jóvenes no se embarazan por falta de proyecto de vida. Una encuesta representativa a madres adolescentes, realizada por el Fondo de Población de Naciones Unidas, encontró que el 69% de los embarazos fueron no planificados: solo el 30% quería tener un hijo. Para la mayoría de las chicas, ser madre no es una decisión, sino el resultado de un contexto de escasez de oportunidades”.
Faur subraya la desigualdad detrás de los indicadores: “Las mujeres de sectores medios y altos tienden cada vez más a postergar la maternidad. Es como si en Argentina hubiera dos países”.
Los expertos coinciden en que hacen falta políticas en varios frentes, con estrategias concatenadas y a largo plazo, empezando por garantizar el acceso gratuito a métodos anticonceptivos y profundizar los avances de los últimos años en educación sexual integral.
“La educación sexual no solo contribuye a prevenir embarazos no deseados; también empodera a las chicas, permite evitar noviazgos violentos y prevenir abusos”, señala Faur, y subraya otro dato escalofriante: cada año nacen en el país más de 3 mil bebés paridos por nenas de entre 10 y 14 años, Faur asegura que “los países que lograron abordar el problema del embarazo adolescente apostaron a la educación sexual de modo sostenido en el tiempo. Es clave seguir formando docentes y generando materiales para las escuelas”.
Las mujeres argentinas siguen en desventaja
El último Informe Regional sobre Desarrollo Humano del PNUD subraya, entre otras cuestiones, que en Argentina persiste una brecha de género. El país exhibe un desempeño “peor al esperado”, en función de su nivel de ingreso, en indicadores como la participación laboral de las mujeres, los días de licencia por maternidad y la mortalidad materna. En cambio, se destaca por la cantidad de mujeres que ocupan cargos en el Congreso.
“Las licencias de maternidad son de las más bajas en la región. Las licencias de paternidad son muy cortas y no existen licencias parentales (las que puede tomar la madre o el padre indistintamente), que sí están vigentes en países como Chile y Cuba”, explica a Clarín Carina Lupica, especialista en género y mercado de trabajo. Desde CIPPEC impulsan el acceso universal a las licencias. “Es estratégico para el desarrollo infantil temprano”, señala Gala Díaz Langou.
En la Argentina la tasa de participación laboral femenina es de 63,7%, inferior al promedio de América Latina (66,2%). “El crecimiento de la participación laboral de las mujeres perdió dinamismo en la última década”, apunta Lupica.
Pese a la alta representación femenina (como consecuencia de la Ley de Cupo), el país no logra revertir las brechas de género. Para Mabel Bianco, presidenta de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer, “esta mayor representación política en el Congreso nos permitió avanzar en legislación de igualdad y empoderamiento. Pero hay una brecha entre las leyes aprobadas y su implementación, que depende del nivel ejecutivo. Aunque tuvimos Presidenta, las ministras, secretarias de estado, gobernadoras, alcaldesas y demás son muy pocas”.
Otro dato alarmante: la mortalidad materna en Argentina (69 cada 100.000 nacimientos) es 7 veces más alta que el promedio de los países desarrollados (10).