La escuela tradicional se convirtió en obsoleta y exige un gran cambio

Agustina Blanco/Inés Aguerrondo

Un sistema de educación equitativo y de calidad debe garantizar inclusión y aprendizaje significativo para todos los niños, niñas y jóvenes del país, asegurando en ellos el desarrollo de competencias apropiadas para la sociedad actual.

La escuela tradicional ya no responde a las demandas de capacidades y conocimiento de nuestra era, siendo que los saberes disciplinares, desconectados unos de otros, incorporados en gran medida a través de la memorización, representan un modelo pedagógico que ya es, indiscutiblemente, obsoleto.

Hoy en día la escuela produce y reproduce desigualdades. Es necesario modificar la propuesta para reconciliar el hacer con el conocer. Lograr que la escuela sea una posibilidad más equitativa para todos los grupos sociales exige hacer cambios en la propuesta de enseñanza.

Garantizar la equidad

El Estado es el garante para elevar los niveles de equidad de la sociedad. El ideal de una república con una democracia representativa conformó el «Estado docente» que, a través de su red de instituciones escolares, ejercía el monopolio de la función educativa, y permitió «educar al ciudadano». La ley 1420 del año 1884 estableció la obligatoriedad de asistir a las escuelas para completar la primaria. Hoy esta obligación se transformó en el derecho de educarse durante toda la vida.

El carácter «público» del bien educación es irrenunciable. Aún si pueden coexistir otros actores que provean educación, es el Estado el único capaz de garantizar la equidad a través de una propuesta democrática e inclusiva que logre brindar la posibilidad de asirse de los saberes y competencias necesarias para participar con plenitud en el mundo actual.

La tecnología en las escuelas es un componente indispensable a considerar, si el sistema busca reducir las brechas de oportunidades. El hecho de acceder a la información y al conocimiento no garantiza su comprensión, su apropiación y su uso. Es necesario dotar a las generaciones jóvenes de herramientas para sumergirse de modo eficaz en el océano de información que hoy está al alcance inmediato de todos, poder diferenciar lo importante de lo irrelevante, lo confiable de lo espurio, así como saber analizar las fuentes de información.

Hay múltiples hechos que muestran evidencia de que el cambio en educación ya empezó. Reformas educativas llevadas a cabo desde las más altas esferas del gobierno, propuestas de cambio del mundo académico, diversos aportes y ensayos por parte de la sociedad civil, esfuerzos múltiples llevados a cabo en las escuelas por comunidades de docentes sensibles y creativos.

La nueva educación incorpora elementos fundamentales como el pensamiento tecnológico, el desarrollo de competencias, la metacognición, la resolución de problemas reales, la evaluación con objetivo de retroalimentación.

El gran dilema que debemos resolver en nuestro país es cuál es el sistema de educación que queremos, y cómo lograr transitar gradual pero sostenidamente hacia un modelo pedagógico apropiado para el siglo XXI. Es fundamental no caer en la simplicidad de creer que sólo trasplantando modelos educativos exitosos, ajenos al contexto nacional, pueden superarse nuestros problemas. Aprovechando la experiencia de afuera, debemos revisar lo existente en nuestro país, evaluar las posibilidades de acuerdo a nuestros recursos, así como qué de lo que tenemos debe ser superado porque constituye un obstáculo para marchar hacia la transformación necesaria.

Argentina requiere acuerdos sociales amplios y una férrea convicción sobre el nuevo rumbo de la educación. El compromiso con el cambio requiere generar las condiciones para poderlo gestionar: el protagonismo del Estado como rector fundamental, una reforma de la estructura burocrática, recursos y conectividad en todas las escuelas. Por sobre todo, mantener el foco en lo que debe ser la gran apuesta, el docente como agente de transformación, comprendiendo su nuevo rol, una nueva carrera de formación, y condiciones satisfactorias en su contratación.

Fuente del articulo: http://www.lanacion.com.ar/1982057-la-escuela-tradicional-se-convirtio-en-obsoleta-y-exige-un-gran-cambio

Fuente de la imagen:http://bucket3.glanacion.com/anexos/fotos/65/2356165h765.jp

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Un horizonte para transformar la educación

Confieso de entrada que estos párrafos estarán cargados de optimismo. Puede que resulte extraño ya que, en general, los artículos vinculados con educación tienden a mostrar un panorama desolador, debido a que los indicadores en la Argentina son, cuando menos, preocupantes. Los bajos niveles de aprendizaje, las altas tasas de deserción, el elevado nivel de ausentismo de alumnos y docentes, y el clima escolar que peor mide en la región dejan poco espacio para celebrar. Sin embargo, intentaré argumentar las razones que me llevan a confiar en que las condiciones para una transformación educativa se están generando.

Se están abriendo canales de diálogo inter-sectorial. El lanzamiento del Compromiso Nacional por la Educación que realizó Macri el 12 de este mes, poniendo a la educación en el centro de la agenda nacional, representó una muestra cabal de la disposición de distintos sectores -público, social, empresarial, gremial, prensa- que vienen dialogando a fin de lograr acuerdos indispensables para posicionarnos en el camino hacia un sistema de calidad. Este gesto cargado de simbolismo augura un proceso de diálogo continuo hasta consensuar, hacia fines de año, una visión educativa para lel país.

El diálogo entre sectores genera impacto real. Un ejemplo concreto es la colaboración que se verifica entre las organizaciones vinculadas a la educación rural y el gobierno nacional a través de la planificación de acciones conjuntas. El intercambio de buenas prácticas aumenta la probabilidad de que los esfuerzos de ambos sectores se fortalezcan y de que el Gobierno pueda llevar a escala acciones de las ONG que poseen años de experiencia en el campo. En unos meses se realizará el primer encuentro público-privado para la mejora de la calidad educativa de escuelas rurales y agropecuarias.

El Instituto Nacional de Educación Tecnológica, INET, que trabaja a un ritmo sin precedente, nos muestra también la disposición al diálogo intersectorial. Tras realizar encuestas y entrevistas a empresas y expertos del sector, esta agencia publicó recientemente el informe «Demanda de capacidades 2020». El estudio definió la dinámica y tendencias de los sectores productivos argentinos y concluyó que existe una demanda laboral insatisfecha causada, mayormente, por la escasez de competencias técnicas vinculadas con el conocimiento de las distintas disciplinas. Así, el INET podrá diseñar e implementar políticas educativas que adecúen la educación a las necesidades del sector productivo.

Estos ejemplos son apenas una muestra. El mes pasado, en el Pre Foro de Calidad Educativa realizado en Córdoba, el ministro de Educación de esa provincia, Walter Grahovac, expresó que en los últimos meses vio un Consejo Federal de Educación renovado y con diálogo abierto. También el ministro de Educación de Mendoza, Jaime Correas, ha expresado que estos encuentros de ministros de todas las provincias se han vuelto sumamente productivos por la apertura que todos están demostrando.

El horizonte promisorio, lejos de satisfacernos, debería interpelarnos más que nunca. Al Ministerio de Educación de la Nación y los ministerios provinciales, para cumplir sus promesas de aplicar la prueba «Aprender» en todo el país el próximo octubre; también, a trabajar para lograr la aprobación del Instituto Nacional de Evaluación de la Calidad Educativa en el Congreso, y comprometerse a fortalecer los procesos de formación inicial y continua de docentes, a fin de llevar a las aulas formatos de innovación pedagógica y tecnológica que devuelvan a nuestros niños y jóvenes la curiosidad por el aprendizaje y el conocimiento.

Por otra parte, la sociedad civil debe unirse para acompañar y contribuir con estos procesos, pero a la vez debe exigir un plan de acción que trascienda el período de gobierno. Aprobar una ley nacional de educación a diez años debería ser un tema que nos desvele como sociedad. Un cambio educativo es una tarea de tal complejidad que requiere un faro que ilumine el rumbo más allá de lo que dura un gobierno. Es necesario implementar un Observatorio de la educación, independiente del gobierno, que mida el alcance de las metas fijadas en el plan de acción nacional.

Todo esto requiere de diálogo, acuerdos y colaboración, para poder cumplir con los enormes desafíos que enfrentamos. Vuelvo al optimismo inicial: las condiciones se están generando. Aprovechemos y comprometámonos como nunca antes, Lo sabemos bien: a la educación la construimos entre todos.

Directora ejecutiva de Proyecto Educar 2050

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1921758-un-horizonte-para-transformar-la-educacion

Imagen tomada de: https://pixabay.com/p-908512/?no_redirect

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La búsqueda del sentido en las escuelas para una mayor inclusión.

Por: Agustina Blanco

Aunque terminar la escolaridad parece un paso más en la vida, no es así para todos. La obligatoriedad de la escuela primaria y secundaria no son suficientes para garantizar la permanencia de los niños. Los datos de Unicef indican que hoy en América Latina hay 6,5 millones de niños fuera y otros 15,6 que se encuentran rezagados. La permanencia no parece ser tarea fácil para todos y la exclusión comienza a mostrar una nueva faceta.

La exclusión, más allá del no poder acceder, hoy se observa dentro de la misma inclusión, al no posibilitar a todos las habilidades necesarias para desarrollarse en el mundo actual. Se utiliza el término exclusión y no deserción, al considerar que desde esta perspectiva el sistema tiene una responsabilidad sobre los alumnos para disminuir el riesgo de abandono.

El complejo y multidimensional concepto de exclusión nos obliga a abordarlo desde una nueva perspectiva. Ya no son solo las razones socioeconómicas, geográficas o cognitivas las que afectan la problemática, sino que es necesario ubicar al alumno en el centro del sistema educativo y analizar su complejidad. Lo cierto es que el mundo, en constante cambio, cuestiona las aulas. Alumnos y docentes protagonizan un déficit de sentido. La escuela exige un cambio estructural y una verdadera transformación. Al ubicar al alumno en el centro del sistema, se puede analizar la permanencia desde tres variables que inciden: aprendizajes, emociones y expectativas. Desde esta perspectiva comienza a tomar relevancia el aula y lo que ocurre dentro de ella.

El aprendizaje tiene un rol preponderante en las escuelas. Sabemos que hoy el término “calidad educativa” está en boca de todos. Sin embargo, el concepto calidad también se ha modificado socio-históricamente y no implica lo mismo hoy que hace dos siglos. El mundo de hoy, milleniano y en continuo dinamismo, posee un conocimiento e información al alcance de todos. Es en este contexto donde lo estático, pasivo y rígido, tantas veces propio de la escuela, pierde sentido y el modelo de educación tradicional queda obsoleto. La sociedad del conocimiento comienza a reclamar habilidades y competencias que exigen nuevos enfoques pedagógicos, modernos e innovadores. Ya no se trata de un aprendizaje memorístico y enciclopedista sino la importancia de un saber hacer, aplicar conocimientos, resolver problemas y comprender para hacer frente a los desafíos de un futuro cambiante. El aprendizaje unidireccional se corre para darle lugar a un aprendizaje interaccional, con el alumno como coautor de sus propios aprendizajes.

Pero, ¿qué pasa cuando esto no sucede? Ocurre una desconexión entre lo que reclaman tanto el mundo como los propios alumnos, y la educación. El déficit de sentido de alumnos y maestros comienza a ganar espacio en las aulas y aumentan las posibilidades de exclusión y fracaso. Es así que, uno de los mecanismos para garantizar que los alumnos permanezcan en las escuelas es generar aprendizajes significativos, que adquieran valor y sentido en la vida de los alumnos, que les permitan creer que pueden transformar e intervenir la realidad en la que viven. Si el mundo y la escuela están conectados, asistir y permanecer comienza a tener sentido. A lo anterior se le suma el clima en el aula. El éxito de los alumnos no depende solo de factores cognitivos sino de los emocionales, que son esenciales para buenos aprendizajes. Cognición y emoción se interfieren, superponen y enriquecen constantemente.

La escuela tradicional, eminentemente racional, no dejaba ingresar las emociones al aula y estas se constituían como algo externo al aprendizaje. Sin embargo, las investigaciones demuestran que la experiencia emocional de lo que se vive en las aulas atraviesa a los alumnos. Cuando esta es negativa, las posibilidades de aprendizaje disminuyen y aumentan las posibilidades de fracaso y exclusión. Si, por el contrario, son positivas, favorecen el rendimiento y los aprendizajes se arraigan sólidamente. Sonia Fox (2013), menciona la necesidad de pasar a una educación lógico-emocional donde lo emocional no solo ingrese sino que de un lugar y se trabaje durante toda la trayectoria. Es por eso que para asegurar que los niños asistan a las escuelas y alcancen su máximo potencial se debe apuntar a una educación integral donde se logre un buen clima escolar propicio para el aprendizaje, de respeto, que dé lugar al error y con expectativas altas en los alumnos.

Las investigaciones demuestran que se genera en los alumnos un efecto Pigmalión, cuando el docente cree en ellos, ellos confían en sus propias capacidades. Cuando los docentes creen que todos pueden aprender y apuestan por sus alumnos, asistir a la escuela constituye un espacio de confianza donde vale la pena estar. Las percepciones de los alumnos con respecto a su futuro también cobran un lugar fundamental. La escuela demanda para los alumnos un esfuerzo y un tiempo que los alumnos debieran percibir que valen la pena invertir. Cuando un título no garantiza la posibilidad de ascenso social, terminar la escuela empieza a perder sentido. La inversión que significa para los alumnos deja de justificarse. Al respecto, Melissa Kearney y Phillip Levine buscan correlacionar la deserción en la escuela secundaria de chicos con bajos recursos con la brecha de desigualdad en sus contextos. Demuestran empíricamente que a mayor desigualdad, mayor es el nivel de deserción escolar. El estudio, realizado en Estados Unidos, demuestra que en estados muy desiguales socioeconómicamente un 25% de alumnos no termina en 4 años su escolaridad secundaria. A su vez, en Estados menos desiguales sólo ocurre esto en un 10% de los alumnos. Lo que queda plasmado es la relevancia de las percepciones y expectativas de los alumnos a la hora de permanecer en las escuelas. Las conclusiones sugieren que los alumnos toman decisiones educativas basadas en percepciones sobre el potencial de desarrollo futuro. Si perciben que el beneficio de permanecer en la escuela es bajo, no tienen suficiente incentivo para esa permanencia considerando el costo de oportunidad de «no estar», escaso. Esto demuestra la necesidad de trabajar en un sistema educativo que genere expectativas en el futuro de los alumnos, y además, en las autopercepciones y valoraciones de los propios alumnos, para lograr confianza en ellos mismos y optimismo para su vida futura. Aprendizajes, emociones y percepciones, nos muestran la necesidad de una escuela que brinde sentido a los alumnos. Apuntar a la verdadera inclusión requiere que, tanto políticos como sociedad, reflexionen sobre el tipo de educación que estamos brindando y avancen hacia una adaptación del modelo de escuela de hoy a uno donde los alumnos motivados quieran pertenecer y sientan que tiene sentido estar ahí, que terminar la escuela signifique una posibilidad de acceder a nuevas oportunidades en el futuro y una vida más plena.

Fuente: http://www.reduca-al.net/noticias

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El rol de liderazgo educativo

Por: Agustina Blanco

Sería redundante volver sobre nuestros deficientes resultados PISA, que tan difundidos, en buena hora, han estado desde 2013. Sin embargo, podríamos demostrar nuestra inteligencia colectiva si lográsemos virar el foco del diagnóstico que PISA provee para dirigir los esfuerzos a generar un plan de acción basado en las lecciones aprendidas por muchos países como consecuencia de los informes originados por esas evaluaciones.

La buena noticia es que hay consenso generalizado entre expertos nacionales e internacionales sobre cuál es la variable fundamental del sistema educativo en el camino de su recuperación: docentes altamente capacitados.

La respuesta a esta pregunta es indiscutiblemente multidimensional.

Concentrémonos en la formación específica de los directores de escuelas. Los directores, líderes educativos, son cruciales para lograr el desarrollo y la profesionalización de sus docentes hasta transformar sus equipos en «comunidades profesionales de aprendizaje». El campo del liderazgo educativo internacional viene cobrando relevancia como canal transformador desde hace 20 años. En un estudio realizado en el distrito escolar de Chicago, Estados Unidos, en 2002, los investigadores Bryk y Schneider encontraron que «los directores son cruciales en lograr confianza en las escuelas, lo cual tiene influencias excepcionales en la efectividad de una escuela». Se refieren a esto como «la centralidad del liderazgo de los directores en el desarrollo y la sustentabilidad de la confianza racional, lo cual establece las condiciones de éxito». Ellos concluyen que «sólo cuando los participantes demuestran su compromiso para ser parte de ese trabajo enfocado en la mejora, puede emerger una comunidad genuina de aprendizaje basada en la confianza racional».

El rol de liderazgo educativo abarca funciones administrativas y pedagógicas. Los ministerios de Educación provinciales no deberían intimidarse al pensar cambios estructurales que garanticen la formación específica de líderes educativos. La experiencia demuestra que los directores que reciben formación específica en temas de gestión educativa y liderazgo se sienten fortalecidos al momento de encarar la difícil tarea de gestionar sus organizaciones de alta complejidad.

Un buen ejemplo lo provee la provincia de Córdoba, a la vanguardia en este aspecto, que creó en 2010 el Instituto Superior de Formación para la Gestión y Conducción Educativa.

Acompañando la mirada internacional y la comprensión del impacto que esta iniciativa produce, algunas instituciones académicas y ONG han venido desarrollando programas de formación de directores. Tal es el caso del programa «Directores: líderes en acción», de la Universidad de San Andrés, por el que hacia fines de año habrán pasado más de 500 directores. Asimismo, la Fundación Bunge y Born y la ONG Cimientos llevan adelante iniciativas específicas de formación de directores de escuelas en contexto de alta vulnerabilidad.

Pensar en una mejora educativa sistémica puede parecer un esfuerzo desmedido, un objetivo inalcanzable. Ése es el paradigma que hay que desterrar. Dependemos de nuestra convicción de que el cambio es posible si nos basamos en experiencias empíricas, usamos inteligencia colectiva y una buena dosis de sentido común y coraje.

Fuente noticia:http://www.lanacion.com.ar/1701624-el-rol-de-liderazgo-educativo

Fuente imagen: http://www.profesionaldocente.udp.cl/userfiles/image/noticias%202012/13_09_2012_Seminario_Diplomado_Gestion_04.jpg

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Un horizonte para transformar la educación.

América del Sur/Argentina/Fuente:http://www.lanacion.com.ar/

Por: Agustina Blanco.

Confieso de entrada que estos párrafos estarán cargados de optimismo. Puede que resulte extraño ya que, en general, los artículos vinculados con educación tienden a mostrar un panorama desolador, debido a que los indicadores en la Argentina son, cuando menos, preocupantes. Los bajos niveles de aprendizaje, las altas tasas de deserción, el elevado nivel de ausentismo de alumnos y docentes, y el clima escolar que peor mide en la región dejan poco espacio para celebrar. Sin embargo, intentaré argumentar las razones que me llevan a confiar en que las condiciones para una transformación educativa se están generando.

Se están abriendo canales de diálogo inter-sectorial. El lanzamiento del Compromiso Nacional por la Educación que realizó Macri el 12 de este mes, poniendo a la educación en el centro de la agenda nacional, representó una muestra cabal de la disposición de distintos sectores público, social, empresarial, gremial, prensa- que vienen dialogando a fin de lograr acuerdos indispensables para posicionarnos en el camino hacia un sistema de calidad. Este gesto cargado de simbolismo augura un proceso de diálogo continuo hasta consensuar, hacia fines de año, una visión educativa para lel país.

El Instituto Nacional de Educación Tecnológica, INET, que trabaja a un ritmo sin precedente, nos muestra también la disposición al diálogo intersectorial. Tras realizar encuestas y entrevistas a empresas y expertos del sector, esta agencia publicó recientemente el informe «Demanda de capacidades 2020». El estudio definió la dinámica y tendencias de los sectores productivos argentinos y concluyó que existe una demanda laboral insatisfecha causada, mayormente, por la escasez de competencias técnicas vinculadas con el conocimiento de las distintas disciplinas. Así, el INET podrá diseñar e implementar políticas educativas que adecúen la educación a las necesidades del sector productivo.

El horizonte promisorio, lejos de satisfacernos, debería interpelarnos más que nunca. Al Ministerio de Educación de la Nación y los ministerios provinciales, para cumplir sus promesas de aplicar la prueba «Aprender» en todo el país el próximo octubre; también, a trabajar para lograr la aprobación del Instituto Nacional de Evaluación de la Calidad Educativa en el Congreso, y comprometerse a fortalecer los procesos de formación inicial y continua de docentes, a fin de llevar a las aulas formatos de innovación pedagógica y tecnológica que devuelvan a nuestros niños y jóvenes la curiosidad por el aprendizaje y el conocimiento.

Todo esto requiere de diálogo, acuerdos y colaboración, para poder cumplir con los enormes desafíos que enfrentamos. Vuelvo al optimismo inicial: las condiciones se están generando. Aprovechemos y comprometámonos como nunca antes, Lo sabemos bien: a la educación la construimos entre todos.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1921758-un-horizonte-para-transformar-la-educacion

Imagen: http://3.bp.blogspot.com/-GkNMNSOY7Zg/Vj_JZGmyAyI/AAAAAAAAAFE/9dT3mOrRXO8/s1600/1.3.jpg

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