Por: Ana Rosa Jurado
Es un error vincular la educación sexual con la precocidad en las relaciones sexuales. La evidencia científica ha demostrado que la educación sexual hace a las personas libres y responsables. Nos lo cuenta en este artículo la médica y sexóloga Ana Rosa Jurado.
Son muchas las voces que claman por la necesidad de educación sexual en este país, sobre todo desde que se constata un aumento en la incidencia de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), agresiones sexuales y violencia de género, que desafortunadamente no es un producto del noticiero sensacionalista, sino de la realidad más trepidante.
Un gran vacío cubre por omisión las acciones, ya sean asistenciales o educacionales, en favor de la sexualidad. Es como si fuera mejor no hablar de este tema, no entrar a cuestionar si la evidencia científica tiene que guiar nuestras acciones, o por el contrario es la ética, o estética, la que debe dirigirnos.Aunque parece que a una parte de la sociedad aún le cuesta trabajo no relacionar la educación sexual con la precocidad en las relaciones sexuales, o con otras ideas tachadas de adoctrinadoras, la evidencia científica ha demostrado que la educación hace a las personas libres, y que, en concreto, la educación sexual no sólo no hace más precoces a los y las adolescentes, sino que genera entre ell@s un tipo de relaciones en las cuales prima el respeto, el buen trato, el cuidado responsable y la tolerancia, además de disminuir la vulnerabilidad de las personas al abuso, a la disfuncionalidad y a la infelicidad.
Es como si la sexualidad tuviera que seguir formando parte de la privacidad de cada individuo, sin apreciar que la salud sexual es un derecho de la población, que figura entre los derechos humanos, y que por lo tanto tiene que ser asumida por la sociedad.
Salud y educación sexual: una buena ley
Sólo intento encontrar una explicación al hecho de que tengamos una de las mejores leyes de salud sexual y reproductiva desde hace casi una década, sin implementar.
La ley orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo se ha desarrollado en todo lo concerniente a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), y se ha protocolizado, de diferentes formas en las diferentes CCAA, pero sobre todo por la fuerte motivación de garantizar el derecho a la objeción de conciencia de los y las profesionales que puedan de alguna forma verse involucrad@s en el procedimiento.
También se ha intentado desarrollar con más o menos éxito, dependiendo de quién lo aprecie, todo lo relacionado con la salud reproductiva e, incluso, se han llevado a cabo acciones en favor de la estrategia en lo concerniente a la anticoncepción, con diversas convocatorias de buenas prácticas a lo largo de este tiempo.
Pero…¿Qué pasa con la salud sexual? ¿Quién se encarga de hablar de la sexualidad no reproductiva, de las relaciones sexuales humanas, del respeto, de la igualdad, de la respuesta sexual, del deseo, del placer, de lo que se puede o no esperar del sexo en una sociedad evolucionada del siglo XXI, de fomentar una vivencia positiva de la sexualidad?
Estamos en un bucle, en un círculo vicioso, pues está claro que para que la sociedad aprecie los beneficios de ser sexualmente saludable, ha de ser una sociedad educada sexualmente.
Desde el desconocimiento solo se pueden tener “opiniones”, muy respetables, pero muy indocumentadas, basadas en principios éticos, o religiosos, o en miedos infundados por los mitos y leyendas urbanas que se transmiten desde hace siglos.
En el sistema educativo la ausencia de educación sexual es bochornosa, contrastando con los 19 países europeos que nos llevan décadas de adelanto en este campo, y en contra de lo que hace casi 30 años estableció la LOGSE.
El mandato de la OMS
La esperanza en nuestros días viene de la mano de las sociedades científicas (SSCC).
Con mucho trabajo, y más lentamente de lo que cabía esperar, puesto que están compuestas por personas que habitan en el mismo país no educado sexualmente, con recursos muy limitados, y con iniciativas en la mayoría de los casos puntuales, las SSCC sobre todo del ámbito de la salud, se organizan para aportar formación a sus miembros en cursos de postgrado, para unirse en iniciativas que generen algún tipo de impulso político y para contribuir de algún modo a la educación de la población.
En muy poco tiempo SSCC importantes, como la Sociedad de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) o la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) han creado grupos de trabajo específicamente dedicados a la salud sexual.
Asumen el mandato de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que definió la salud sexual hace más de cuatro décadas, reconoció su importancia para la salud y la calidad de vida, e instó a los/as profesionales de la salud a velar por ella.
Además, han surgido agrupaciones de SSCC o plataformas de trabajo, que intentan exponer las necesidades poblacionales y profesionales a las instituciones y grupos políticos, para que tomen en consideración las acciones necesarias para la promoción de la salud sexual.
Un ejemplo es la Plataforma +PLANifica2+Salud, que intenta conseguir el acceso igualitario a todos los métodos anticonceptivos mediante la actualización de un consejo anticonceptivo en el cual se incluyan los nuevos métodos y la sexualidad, amén de la implementación de los programas formativos necesarios.
Otro ejemplo es el Observatorio de Salud Sexual (ONSEX), que “nace como resultado de la fusión de inquietudes de un conjunto de sociedades científicas, profesionales, asociaciones y entidades vinculadas desde distintas perspectivas a la salud sexual y en respuesta a la necesidad de darle mayor visibilidad, incrementando las medidas de formación, investigación, promoción y educación, apoyando a las distintas administraciones sociosanitarias”.
La Universidad Europea del Atlántico, consciente de la escasa formación curricular de los/as profesionales de la Medicina, añade a la formación de postgrado un Máster de Sexología Médica específicamente diseñado para médicos/as, que les permita hacer una labor asistencial completa.
Algo está cambiando
Quiero entender que todas estas acciones hacen que algo se mueva en la sexología, y que no sea casualidad que en abril de 2017 el Senado aprobara por unanimidad una moción para la mejora de la salud sexual, acordando entre sus puntos “la necesidad de impulsar políticas activas de educación y prevención”.
Y por último, que durante este año 2019 se haya diseñado un Plan Operativo 2019-2020 para la Estrategia de Salud Sexual, que ha sido aprobado por la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del SNS, entre cuyas acciones específicas ya se ha puesto en marcha una convocatoria de evaluación de buenas prácticas, como un signo claro de apuesta por el desarrollo de la Estrategia de Salud Sexual.
Esta es la primera convocatoria de buenas prácticas en salud sexual, desde que en 2010 quedó aprobada la ley, pero quizás una de los aspectos más significativos del Plan Operativo es que por primera vez se va a hablar de educación en sexualidad, y no de educación afectivo-sexual, lo cual vislumbra una esperanza en que realmente sea, esta vez, en sexualidad en lo que se va a educar a la población.
Fuente: https://www.efesalud.com/salud-sexual-educacion-jovenes/