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Paulo Freire: Hay Una Inmoralidad Radical En La Dominación, En La Negación Del Ser Humano

Texto del educador  filósofo brasileño Paulo Freire, publicado en São Paulo, noviembre de 1992

Por: Paulo Freire
Recientemente, en uno de los muchos encuentros en que participo en el Brasil y fuera de él, me preguntaron cómo veo yo las relaciones entre educación y responsabilidad.
En primer lugar, cualquiera que sea la práctica en que participemos, la de médico, la de ingeniero, la de tornero, no importa cual, la de sastre, la de electricista, exige de nosotros que la ejerzamos con responsabilidad. Ser responsable en el desarrollo de una práctica implica, por un lado, cumplir deberes y, por el otro, ejercer derechos.
El derecho a ser tratados con dignidad por la organización para la cual trabajamos, a ser respetados como personas. El derecho a una remuneración decente. El derecho, por último, a que se reconozcan y respeten todos los derechos que nos asegura la ley y la convivencia humana y social.
El respeto a esos derechos es un deber de los que ejercen el mando en diferentes niveles de poder, sobre la actividad de la que formamos parte. Su responsabilidad exige de ellos o de ellas que cumplamos nuestros deberes. Entre nosotros la falta de respeto a los derechos y el incumplimiento de deberes están tan generalizados y son tan afrentosos que el clima que nos caracteriza es el de la irresponsabilidad. Irresponsabilidad de presidentes, de ministros, de eclesiásticos, de directores, de magistrados, de legisladores, de comandantes, de fiscales, de obreros. La impunidad es la regia. Se aplaude al «listo» que roba un millón y se castiga al mísero que roba un pan.
Obviamente, la superación de tales descalabros no está en los discursos y en las propuestas moralistas, sino en un clima de rigor ético que hay que crear por medio de necesarias y urgentes transformaciones sociales y políticas. Transformaciones que a su vez van posibilitando cada vez más la puesta en práctica de una educación orientada hacia la responsabilidad. Orientada, por eso mismo, hacia la liberación de las injusticias y discriminaciones de clase, de sexo y de raza.
Afirmo que es ingenua o astuta la dicotomía entre educación para la liberación y educación para la responsabilidad. De esa forma, la educación para la responsabilidad sería la negación de la educación para la liberación, vista entonces como práctica irresponsable.
Es ésta una apreciación incorrecta. No hay educación para la liberación, cuyos sujetos actúen coherentemente, que no esté imbuida de un fuerte sentido de responsabilidad. El antagonismo no se da entre la práctica educativa para la liberación y la práctica educativa para la responsabilidad: se verifica entre la práctica educativa libertadora, rigurosamente responsable, y la autoritaria, antidemocrática, domesticadora.
Esto no significa sin embargo que la educación autoritaria, domesticadora, sea irresponsable. También es responsable, pero la suya es una responsabilidad en relación con los intereses de los grupos y las ciases dominantes, mientras que en la práctica educativa libertadora está en relación con la naturaleza humana haciéndose y rehaciéndose en la historia. Está en relación con la vocación ontológica de los seres humanos para la humanización que los inserta en la lucha permanente en el sentido de superar la posibilidad, histórica también, de la deshumanización, como distorsión de esa vocación. Hay una calidad diferente en las dos formas de ser responsables, de entender y asumir la responsabilidad. En otras palabras, la responsabilidad en la práctica educativa domesticadora exige de sus agentes preparación científica y astucia política tanto como los educadores y las educadoras progresistas necesitan saber qué y cómo hacer además de perspicacia política. Los primeros, sin embargo, al servicio de los que dominan. Los segundos, en nombre del sueño o de la utopía de ser más de mujeres y hombres. Es posible, con todo, que educadores y educadoras, autoritarios y progresistas, actúen irresponsablemente. Es posible que no se preparen para ser eficientes, cada uno a su manera; es posible que no sean coherentes. En tal caso, la irresponsabilidad está en los sujetos de la práctica, no en la naturaleza misma de la práctica.
Lo que me parece imperioso reconocer es que la responsabilidad que la práctica educativa progresista, libertadora, exige de sus sujetos tiene una eticidad que le falta a la responsabilidad de la práctica educativa autoritaria, dominadora. Incluso de la práctica autoritaria llamada de izquierda que, en nombre de la justicia social, reduce a las clases trabajadoras a puros objetos de su acción «salvadora».
Lo que pasa es que la ética o la calidad ética de la práctica educativa libertadora viene de las entrañas mismas del fenómeno humano, de la naturaleza humana constituyéndose en la historia, como vocación para el ser más. Trabajar contra esta vocación es traicionar la razón de ser de nuestra presencia en el mundo, que terminamos por convertir en presencia con el mundo. La explotación y la dominación de los seres humanos, como individuos y como clases, negados en su derecho de estar siendo, es una inmoralidad de las más irritantes.
¿Cómo querer explicar la miseria, el dolor, el hambre, la ignorancia, la enfermedad crónica, diciendo cínicamente que así es el mundo; que unos trabajan más, con eficiencia, y por eso tienen más, y que es preciso tener paciencia pues algún día las cosas cambiarán?
Hay una inmoralidad radical en la dominación, en la negación del ser humano, en la violencia dirigida a él, que contagia cualquier práctica restrictiva de su plenitud y la hace inmoral también.
Inmoral es la dominación económica, inmoral es la dominación sexual, inmoral es el racismo, inmoral es la violencia de los más fuertes hacía los más débiles.  Inmoral es el mando de las clases dominantes de una sociedad sobre la totalidad de otra, que se vuelve para ellos puro objeto, con mayor o menor dosis de connivencia de los otros.
La educación para la liberación, responsable frente a la radicalidad del ser humano, tiene como imperativo ético la desocultación de la verdad. Ético y político.
El educador progresista no puede aceptar ninguna explicación determinista de la historia. Para el educador progresista el mañana no es algo inexorable: es algo que debe ser hecho por la acción consciente de las mujeres y de los hombres en cuanto individuos y en cuanto clases sociales. La liberación no vendrá porque la ciencia preestableció que vendrá. La liberación se da en la historia y se realiza como proceso en que la conciencia de las mujeres y de los hombres es un sine qua non. En ese sentido la naturaleza ética de esa lucha tiene tanta importancia que no puede ser menospreciada en lo más mínimo, Pretender la superación de las situaciones concretas de dominación con puros discursos moralistas es tan ingenuo como estrecha y mecanicista es la distorsión científica de negar el carácter ético de esta lucha. Carácter que no sólo no puede ni debe ser negado sino que, por el contrario, fundamenta la lucha misma. No es por otra razón que Marx afirmó: «Hay que hacer la opresión real todavía más opresiva añadiendo a aquélla la conciencia de la opresión, haciendo la infamia todavía más infamante al pregonarla».
La frase de Marx no tendría sentido si presión y liberación fueran meros acontecimientos mecánicos, determinados por la historia. Si los seres humanos no hubieran llegado a ser capaces de conocer como conocen, de hablar como hablan, de actuar como actúan. Si no hubieran llegado a ser capaces de prever, de programar, de evaluar, de comprar, de decidir, de juzgar. La frase no tendría sentido si con ella pretendiéramos instigar o desafiar a los caimanes en extinción en el pantanal, objetos de horrendas ganancias de gente perversa. Pero la frase tiene sentido porque los seres humanos, programados, no están sin embargo determinados y han llegado a ser capaces de decidir, además de la posibilidad de simplemente seguir.
Si las dirigencias revolucionarias estuvieran formadas por individuos demasiado especiales, superiores a los condicionamientos, absolutamente concientizados, inmunes a la fuerza de las ideologías, cuya tarea fuese conducir a las clases populares al destino correcto, ya conocido por las dirigencias independientemente del saber de las masas, de sus sueños y deseos, de su debilidad, la frase de Marx tampoco tendría sentido. No habría por qué hacer «la infamia todavía más infamante al pregonaría». La frase tiene sentido porque, reconociendo el estado de objetos en que se hallan las masas populares en la situación concreta de opresión, reconoce también la posibilidad que tienen de, movilizándose y organizándose en la lucha contra la expoliación, tornarse sujetos de la transformación política de la sociedad. La frase tiene sentido porque reconoce la tensión en que existen los seres humanos entre ser y no ser, entre estar siendo disminuidos como objetos y estar autenticándose como sujetos.
La conciencia del mundo, que me permite aprehender la realidad objetiva, se prolonga en conciencia moral del mundo, con la que valoro o desvaloro las prácticas realizadas en el mundo contra la vocación ontológica de los seres humanos o en su favor.
Encarnada o vivida por educadores o educadoras progresistas, coherentes, la educación como práctica de la libertad es un quehacer necesariamente responsable.
El educador progresista es leal a la radical vocación del ser humano para la autonomía y se entrega abierto y crítico a la comprensión de la importancia de la posición de clase, de sexo y de raza para la lucha de liberación.
No reduce una posición a otra. No niega el peso de la clase ni el del color de la piel ni tampoco el del sexo en la lucha. El educador progresista entiende que cualquier reduccionismo de clase, de sexo o de raza distorsiona el sentido de la lucha y, peor aún, al reforzar el poder dominador debilita el combate. Por eso mismo la suya es la defensa en favor de la invención de la unidad en la diversidad.
Es obvio por lo tanto que el educador autoritario, al servicio no de la radicalidad ontológica de los seres humanos sino de los intereses de la clase dominante, incluso cuando se piensa y se dice estar en favor de las clases populares, trabaja en el sentido de la división y no de la unidad en la diversidad. Para el educador autoritario es fundamental que la mayoría de los dominados no se reconozca como mayoría sino que se diluya en minorías debilitadas.
Por más que en tal o cual sociedad, por motivos históricos, sociales, culturales, económicos, se insista visiblemente en la importancia de la raza, de la clase, del sexo, en la lucha de liberación, es preciso que evitemos caer en la tentación de reducir la lucha entera a uno de esos aspectos fundamentales. El sexo solo no explica todo. La raza sola tampoco. Ni la clase sola. El líder obrero, audaz y emprendedor, aguerrido en la lucha de liberación, pero que trata a su compañera como objeto, es tan incoherente como la líder feminista blanca que menosprecia a la campesina negra y tan incoherente como el intelectual progresista que, al hablar a los obreros, no se esfuerza por hablar con ellos. Estas incoherencias, en mi caso personal, me llevan a luchar más. A denunciarlas, a combatirlas en el sentido de superarlas, jamás a la desesperanza en que quedaría mudo y sin mañana. Estas incoherencias me llevan a entender mejor la naturaleza del ser humano, constituyéndose en la historia y no como un a priori en la historia. Su finitud, su inconclusión, su posibilidad de ser y de no ser, de amar y de odiar, de oprimir y de liberarse.
Fuente e imagen: https://www.bloghemia.com
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Internacionalismo o extinción: NOAM CHOMSKY

Transcripción del discurso del filosofo, lingüista y activista político Noam Chomsky,  durante la apertura en la cumbre inaugural de la Internacional Progresista (Septiembre 2020).*

Por: Noam Chomsky
Nos reunimos en un momento extraordinario, un momento que es, de hecho, único en la historia de la humanidad, un momento tanto de mal augurio y presagio y al mismo tiempo brillante de esperanzas por un futuro mejor. La Internacional Progresista tiene un papel crucial que desempeñar en determinar qué dirección tomará la historia.
Nos reunimos en un momento de confluencia de crisis de extraordinaria gravedad, con el destino del experimento humano literalmente en riesgo. En las próximas semanas, los problemas llegarán a un punto crítico en los dos poderes imperiales más grandes de la era moderna.
La decadente Gran Bretaña, habiendo declarado públicamente que rechaza la ley internacional, está a orillas de una fuerte ruptura con Europa, en camino de convertirse en un satélite estadounidense aún más de lo que ya es. Pero, por supuesto, lo más trascendente para el futuro es lo que pasa en la hegemonía global, disminuido por la bola de demolición de Trump, pero aún con abrumadora potencia e incomparables ventajas. Su destino, y con él el destino del mundo, puede determinarse en noviembre.
No sorprende que el resto del mundo esté preocupado, si no horrorizado. Sería difícil encontrar un comentarista más sobrio y respetado que Martin Wolf del Financial Times de Londres. Escribe que Occidente está enfrentando una grave crisis, y si Trump es reelegido, “esto será el terminal (el final)”. Palabras fuertes, y ni siquiera se refiere a las grandes crisis que enfrenta la humanidad.
Wolf se refiere al orden global, un asunto crítico, aunque no a la escala de las crisis que amenazan con consecuencias mucho más serias, las crisis que dirigen las manecillas del famoso Reloj del Apocalipsis hacia la medianoche—hacia la extinción.
El concepto “terminal” de Wolf no es algo nuevo en el discurso público. Hemos vivido bajo su sombra durante 75 años, desde que aprendimos, en un día inolvidable de agosto, que la inteligencia humana había creado los medios que pronto producirían la capacidad para una destrucción terminal. Eso fue abrumador, pero había más. No se entendió por aquel entonces que la humanidad estaba entrando en una nueva época geológica, el Antropoceno, en el cual las actividades humanas están despojando el medio ambiente de tal manera que ahora también se acerca a la destrucción terminal.
Las manecillas del Reloj del Apocalipsis fueron establecidas poco después de que las bombas atómicas fueran usadas en un paroxismo de matanza innecesaria. Las manecillas han oscilado desde entonces, a medida que las circunstancias globales han evolucionado. Cada año que Trump ha estado en el cargo, las manecillas se han acercado a la medianoche. Hace dos años se acercaron como nunca antes. El pasado enero, los analistas abandonaron minutos, y cambiaron a segundos: 100 segundos para la medianoche. Citaron las mismas crisis que antes: las crecientes amenazas de la guerra nuclear y de catástrofe medioambiental, y el deterioro de la democracia.
Esta última podría parecer fuera de contexto a primera vista, pero no lo es. El deterioro de la democracia encaja en este trío sombrío. La única esperanza de escapar de las dos amenazas de extinción es una democracia vibrante en la que ciudadanos preocupados e informados participen plenamente en la deliberación, la formación de políticas y la acción directa.
Eso fue el pasado enero. Desde entonces, el presidente Trump ha amplificado las tres amenazas, un logro no insignificante. Ha continuado su demolición del régimen de control de armas, que ha ofrecido alguna protección contra la amenaza de una guerra nuclear, a la vez que apremia el desarrollo de nuevas armas aún más mortíferas, para el gran deleite de la industria militar. En su dedicado compromiso por destruir el medio ambiente que sostiene la vida, Trump ha abierto nuevas y vastas áreas para perforar, incluyendo la última gran reserva natural. Mientras tanto, sus secuaces están desmantelando sistemáticamente el sistema regulatorio que mitiga de algún modo el impacto destructivo del uso de combustibles fósiles, y que protege a la población de químicos tóxicos y de la contaminación, una maldición que ahora es doblemente mortal durante una grave epidemia respiratoria.
Trump ha llevado también hacia adelante su campaña para socavar la democracia. Por ley, los nombramientos presidenciales están sujetos a la confirmación del Senado. Trump evita este inconveniente dejando las posiciones abiertas y, en cambio, llenando las oficinas con “nombramientos temporales” que responden a su voluntad – y si no lo hacen con suficiente lealtad al señor, son despedidos. Ha purgado al ejecutivo de cualquier voz independiente. Solo quedan los aduladores. El Congreso estableció hace mucho tiempo Inspectores Generales para monitorear el rendimiento de la rama ejecutiva. Empezaron a mirar en el pantano de corrupción que Trump ha creado en Washington. Este rápidamente se cuidó en salud despidiéndolos. Apenas hubo nadie del Senado Republicano que se asomó para ver lo que pasaba, ya que Trump se los había metido a todos en el bolsillo, con lo que apenas quedaban destellos de integridad, aterrorizados por la base popular que Trump ha movilizado.
Esta arremetida contra la democracia es sólo el comienzo. La última jugada de Trump es advertir que podría no abandonar el cargo si no está satisfecho con los resultados de las elecciones en noviembre. La amenaza se ha tomado muy en serio en las altas esferas. Para mencionar unos ejemplos, dos respetados comandantes jubilados de alto rango publicaron una carta abierta al presidente del Estado Mayor Conjunto, general Milley, revisando su responsabilidad constitucional de enviar al ejército  para destituir por la fuerza a un “presidente ingobernable” que se niegue a abandonar el cargo después de una derrota electoral, añadiendo en su defensa los tipos de unidades paramilitares que este despachó a Portland, Oregón, para aterrorizar a la población por encima de la fuerte objeción de lxs funcionarios electos.
Muchas figuras del establishment consideran que la advertencia es factible, entre ellas el Proyecto de Integridad de la Transición, que acaba de comunicar los datos de los “juegos de guerra” que ha estado realizando sobre los posibles resultados de las elecciones en noviembre. Los miembros del proyecto son “algunos de los republicanos, demócratas, funcionarios públicos, expertos de los medios, encuestadores y estrategas mejor formados que hay”, explica el codirector del Proyecto, incluyendo figuras prominentes de ambos partidos. Bajo cualquier posible escenario aparte de una clara victoria de Trump, los juegos conducen a algo parecido a una guerra civil, con Trump escogiendo terminar “el experimento estadounidense”.
Otra vez palabras fuertes, jamás escuchadas de las voces sobrias de la corriente principal. El simple hecho de que tales pensamientos surjan es de mal augurio. No están solos. Y dado el incomparable poder de los EE.UU., es mucho más que “el experimento estadounidense” lo que está en riesgo.
Nada como esto ha ocurrido en la historia de la democracia parlamentaria a menudo problemática. Y si nos ceñimos a años recientes, Richard Nixon —una persona no muy agradable en la historia presidencial— tenía razón en creer que había perdido las elecciones de 1960 sólo por la manipulación criminal de operativos demócratas. No impugnó los resultados, poniendo el bienestar del país por delante de la ambición personal. Albert Gore hizo lo mismo en el año 2000. Pero hoy no.
Creando nuevos caminos en desprecio por el bienestar del país no es suficiente para el megalómano que domina el mundo. Trump también ha anunciado una vez más que él podría ignorar la Constitución y “negociar” por un tercer mandato si él decide que tiene derecho a ello.
Algunos eligen reírse de todo esto como si fuera el juego de un bufón. A su propio peligro, como muestra la historia.
La supervivencia de la libertad no está garantizada por “barreras de pergamino”, advirtió James Madison. Las palabras en papel no son suficientes. Está fundada en la expectativa de la buena voluntad y la decencia común. Eso fue hecho trizas por Trump junto con su coconspirador el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, quien ha convertido el “mayor cuerpo deliberativo del mundo”, como se denomina a sí mismo, en una broma patética. El senado de McConnell se niega incluso a considerar propuestas legislativas. Se preocupa por ser generoso con los ricos y apilar el poder judicial, de arriba a abajo con abogados jóvenes de extrema derecha capaces de salvaguardar la agenda reaccionaria Trump-McConnell por una generación, sin importar lo que quiera el público, sin importar lo que el mundo necesite para sobrevivir.
El despreciable servicio hacia los ricos por parte del partido republicano Trump-McConnell es sorprendente, incluso para los estándares neoliberales que exaltan la codicia. Una ilustración es dada por los principales especialistas en política fiscal, los economistas Emmanuel Sáez y Gabriel Zucman. Muestran que en 2018, después de la estafa fiscal que fue el único logro legislativo de Trump-McConnell, “por primera vez en los últimos cien años, los multimillonarios han pagado menos [en impuestos] que los trabajadores del acero, los profesores de escuelas y los jubilados”, eliminando “un siglo de historia fiscal”. “En 2018, por primera vez en la historia moderna de los Estados Unidos, el capital ha tenido menos impuestos que el trabajo”: una victoria verdaderamente impresionante de la guerra de clases, llamada “libertad” en la doctrina hegemónica.
El Reloj del Apocalipsis fue puesto en hora en enero pasado antes de que se entendiera la escala de la pandemia. Tarde o temprano la humanidad se recuperará de la pandemia, a un costo terrible. Es un costo innecesario. Lo vemos claramente en la experiencia de países que tomaron medidas decisivas cuando China el 10 de enero, proporcionó al mundo información pertinente sobre el virus. Entre ellos estaban principalmente el este y sudeste asiático y Oceanía, y otros que se quedaron rezagados, y en la retaguardia unos cuantos absolutos desastres, en particular los Estados Unidos, seguidos por el Brasil de Bolsonaro y la India de Modi.
Pese a la mala conducta o indiferencia de algunos líderes políticos, al final habrá una especie de recuperación de la pandemia. Sin embargo, no nos recuperaremos del derretimiento de los casquetes polares, ni de la explosiva velocidad de incendios árticos que liberan enormes cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera, ni de otros pasos en nuestra marcha hacia la catástrofe.
Cuando los científicos más prominentes nos advierten “Entren en Pánico”, no están siendo alarmistas. No hay tiempo que perder. Pocos están haciendo lo suficiente, y lo que es peor, el mundo está maldecido con líderes que no sólo rechazan tomar medidas suficientes sino que deliberadamente aceleran nuestro trayecto hacia el desastre. La maldad en la Casa Blanca está a la cabeza de esta monstruosa criminalidad.
No son sólo los gobiernos. Lo mismo se aplica a las industrias de combustibles fósiles, los grandes bancos que las financian y otras industrias que se benefician de acciones que ponen en grave riesgo la “supervivencia de la humanidad”, según las palabras de un memorando interno filtrado del mayor banco de Estados Unidos.
La humanidad no sobrevivirá a esta malignidad institucional. Los medios para manejar la crisis están disponibles, pero no por mucho tiempo. Una tarea primordial de la Internacional Progresista es asegurar que todos entremos en pánico ahora, y actuemos en consecuencia.
Las crisis a las que nos enfrentamos en este momento único de la historia son, por supuesto, internacionales. El desastre medioambiental, la guerra nuclear y la pandemia no tienen fronteras. Y de una manera menos transparente, lo mismo es verdad sobre el tercero de los demonios que amenazan la tierra y dirigen las manecillas del Reloj del Apocalipsis hacia la medianoche: el deterioro de la democracia. El carácter internacional de esta plaga se hace evidente cuando examinamos sus orígenes.
Las circunstancias varían, pero tienen algunas raíces comunes. Mucha de la maldad se remonta al asalto neoliberal lanzado con fuerza a la población mundial hace 40 años.
El carácter básico del asalto fue plasmado en los pronunciamientos iniciales de sus figuras más prominentes. Ronald Reagan declaró en su discurso inaugural que el gobierno es el problema, no la solución, lo que significa que habría que remover las decisiones de los gobiernos, que al menos parcialmente están bajo control público, y pasarlas al poder privado, que es completamente irresponsable al público, y cuya responsabilidad es el autoenriquecimiento, como proclamó el economista Milton Friedman. La otra fue Margaret Thatcher, quien nos instruyó que no existe la sociedad, sólo un mercado en el cual las personas son arrojadas para sobrevivir lo mejor que puedan, sin organizaciones que les permitan defenderse contra sus estragos.
Sin darse cuenta, Thatcher estaba parafraseando a Marx, quien condenó a los gobernantes autocráticos de su época por convertir a la población en un “saco de papas”, indefenso ante el poder concentrado.
Con una consistencia admirable, las administraciones Thatcher y Reagan se movieron rápidamente  para destruir el movimiento obrero, el principal impedimento al duro dominio por parte de los amos de la economía. Al hacerlo, adoptaban los principios rectores del neoliberalismo de sus comienzos en la Viena de entreguerras, donde el fundador y santo patrono del movimiento, Ludwig von Mises, apenas pudo contener su alegría cuando el gobierno protofascista destruyó violentamente la vibrante socialdemocracia austriaca y los despreciables sindicatos de comercio que interferían con la economía sana al defender los derechos de los trabajadores. Como von Mises explicó en su clásico neoliberal de 1927 Liberalismo, cinco años después de que Mussolini iniciara su brutal mandato, “No puede negarse que el fascismo y movimientos similares que apuntan al establecimiento de dictaduras están llenos de las mejores intenciones y que su intervención ha salvado por el momento a la civilización europea. El mérito que el fascismo se ha ganado por sí mismo vivirá eternamente en la historia” – aunque sólo será temporal, nos aseguró. Los Camisas Negras se irán a casa después de haber terminado su buen trabajo.
Los mismos principios inspiraron el entusiasta apoyo neoliberal para la espantosa dictadura de Pinochet. Unos años después, de forma diferente se pusieron en operación en el escenario global bajo el liderazgo de Estados Unidos y del Reino Unido.
Las consecuencias eran predecibles. Una fue la fuerte concentración de riqueza yuxtapuesta al estancamiento de gran parte de la población, reflejado en el campo político al socavar la democracia. El impacto en los Estados Unidos muestra con claridad lo que se podría esperar cuando el régimen de los negocios es prácticamente indiscutible. Tras 40 años, el 0.1 por ciento de la población tiene el 20 por ciento de la riqueza, el doble de lo que tenían cuando Reagan fue elegido. La remuneración de los directores ejecutivos se ha disparado, aumentando con ella la riqueza de la gerencia en general. Los salarios reales para los trabajadores masculinos que no están en puestos de supervisión han disminuido. Una mayoría de la población sobrevive de cheque en cheque, casi sin ahorros. Las instituciones financieras, en su mayoría depredadoras, han explotado en extensión. Ha habido repetidas crisis financieras, aumentando en gravedad, tras las cuales los perpetradores son rescatados por el amable contribuyente, pese a que eso es el menor de los subsidios estatales implícitos que reciben. El “mercado libre” condujo a la monopolización, con una reducción de la competencia y la innovación, ya que los fuertes tragaron a los débiles. La globalización neoliberal ha desindustrializado el país a través del marco de acuerdos de inversión y comercio mal etiquetados como “acuerdos de libre comercio”. Adoptando la doctrina neoliberal de “impuestos son robos”, Reagan abrió la puerta a paraísos fiscales y empresas fantasmas, previamente prohibidas de ejercer por leyes de cumplimiento efectivo. Eso creó una gran industria de evasión de impuestos que facilitó el robo masivo de los más ricos y del sector corporativo a la población en general. No fue un cambio pequeño. El alcance se estima en decenas de billones de dólares.
Y así continúa, mientras la doctrina neoliberal se arraigó.
Mientras el asalto apenas estaba tomando forma, en 1978, el presidente de la United Auto Workers, Dougherty Fraser, renunció a un comité de gestión laboral establecido por la administración Carter. Se escandalizó al ver que los líderes empresariales habían “elegido librar una guerra de clases unilateral en este país – una guerra contra los trabajadores, los desempleados, los pobres, las minorías, los más jóvenes y los más viejos, e incluso muchos de la clase media de nuestra sociedad”, y habían “roto y desechado el pacto frágil y no escrito que existía previamente durante un período de crecimiento y progreso” —durante el período de colaboración de clases bajo un capitalismo reglamentado.
Su reconocimiento de cómo funciona el mundo se demoró, de hecho era demasiado tarde para evitar la amarga guerra de clases lanzada por los líderes empresariales a quienes pronto se les dio rienda suelta por parte de gobiernos complacientes. Las consecuencias en gran parte del mundo no sorprenden –  rabia general, resentimiento, desprecio por las instituciones políticas mientras las principales instituciones económicas, una propaganda efectiva las oculta de la vista. Todo esto crea un territorio fértil para demagogos que pretenden ser tus salvadores mientras te apuñalan por la espalda, mientras que desvían la culpa de tus condiciones a chivos expiatorios: inmigrantes, negros, China, quien sea que encaje en los viejos prejuicios.
Volviendo a las grandes crisis que enfrentamos en este momento histórico, todas son internacionales, y dos de las internacionales se están formando para hacerlas frente. Una da inicio hoy: la Internacional Progresista. La otra se ha formado bajo el liderazgo de la Casa Blanca de Trump, una Internacional Reaccionaria compuesta por los estados más reaccionarios del mundo.
En el hemisferio occidental, la Internacional Reaccionaria incluye el Brasil de Bolsonaro y algunos otros. En Medio Oriente, los principales miembros son familias dictaduras del Golfo; la dictadura egipcia de al-Sisi, tal vez la más dura en la historia de Egipto; e Israel, que hace tiempo que descartó sus orígenes socialdemócratas y se desplazó lejos a la derecha, el efecto previsto de la prolongada y brutal ocupación. Los acuerdos actuales entre Israel y las dictaduras árabes, que formalizan antiguas relaciones tácitas, son un paso significativo hacia la consolidación de la base de la Internacional Reaccionaria en el Medio Oriente. Los palestinos son pateados en la cara, el destino apropiado para quienes carecen de poder y no se postran a los pies de los amos naturales.
Al este, un candidato natural es la India, donde el Primer Ministro Modi está destruyendo la democracia secular del país y convirtiéndolo en un Estado racista nacionalista hindú, mientras aplasta a Cachemira. El contingente europeo incluye la “democracia iliberal” de Orban en Hungría y elementos similares en otras partes. La Internacional Reaccionaria también tiene un poderoso respaldo en las instituciones económicas mundiales dominantes.
Las dos internacionales abarcan una gran parte del mundo, una a nivel de Estados, la otra al nivel de movimientos populares. Cada una es un representativo prominente de fuerzas sociales mucho más amplias, que tienen imágenes del mundo muy contrapuestas que deberían emerger de la pandemia actual. Una de esas fuerzas está trabajando implacablemente para construir una versión más dura del sistema neoliberal global del cual se han beneficiado enormemente, con medidas de vigilancia y control más intensas. La otra mira hacia adelante a un mundo de justicia y paz, con energías y recursos dirigidos a servir las necesidades humanas en lugar de las demandas de una pequeña minoría. Es una especie de lucha de clases a escala global, con muchas facetas e interacciones complejas.
No es exagerado decir que el destino del experimento humano depende del resultado de esta lucha.
Fuente: Rebelion.org
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Fuente e imagen: https://www.bloghemia.com/2021/06/internacionalismo-o-extincion-por-noam.html
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Reedición de entrevista a Paulo Freire: El educador es un político y un artista

Por: Bloghemia

«La educación sistemática refleja los intereses de quienes detentan el poder y no puede cambiarse radicalmente un sistema educativo si no se transforma el sistema global de la sociedad.» – Paulo Freire 

Entrevista a Paulo Freire, publicada por primera vez, en la edición impresa en la edición impresa del diario El País,  el 19 de mayo de 1978.
«Nací en el nordeste de Brasil hace mucho tiempo, en 1921, lo que significa que en. septiembre cumpliré 57 años. Pero te diré que me siento como si tuviera tu edad. Yo soy un hombre joven y sólo descubro que no tengo veinticinco años cuando tengo que subir cinco pisos sin as censor.
Me siento muy contento de vivir y soy un hombre siempre alegre, aunque tengo también mis depre siones y mis tristezas. Recife, capital del estado de Pernambuco, es una sensación casi constante en mi vida. Allí me enraícé, tuve mis pri meras experiencias de ser, mis difi cultades y una. infancia dificil, du ra. Llevo en mi cuerpo y en mi alma a todas partes donde voy las marcas de mi cultura y de mi historia.
En Recife crecí, estudié, me hice hombre, me encontré con mi mujer -probablemente uno de los mejores encuentros que yo hice en mi vida-, la encontré y fui encontrado por ella y nos gustó el encuentro, del que vinieron los hijos. Hace 34 años que estamos experimentándonos día a día e intentando crear algo hecho con cariño, con amor, con esperanza, con dudas, con gusto, con sufrimiento, con todo lo que hay en la vida. Actualmente trabajo en el Consejo Mundial de Iglesias porque tengo aquí mi espacio y mi trabajo. Desarrollo, sobre todo, un trabajo de asesoría para varios Gobiernos africanos como funcionario de esta Oficina de Educación. Me ofrecen este espacio que me es necesario, fundamental. Esta es la razón por la que preferí estar aquí a ser profesor en algunas universidades que me han invitado y significado. No se me ofrece este espacio a cambio de ningún tipo de vinculación religiosa con este organismo. Precisamente en toda mi experiencia nunca me sentí tan disponible, tan liberado de trabajo como aquí. Por eso estoy.
Tenemos cinco hijos -tres mujeres casadasy dos hijos jóvenes- y tenemos nietos. Los dos hijos son músicos: uno de veintiún años, que termina su carrera superior de guitarra clásica y da clases en un conservatorio aquí en Suiza y otro, más joven, que estudia percusión. A mí me gustaría hacer lo que ellos, pero no puedo. Y me gusta que ellos lo hagan porque les gusta y porque hacen lo que aman.»
Pregunta. ¿Usted no ha hecho lo que le ha gustado hacer?
Respuesta. Sí, por supuesto, hice lo que me gustaba: trabajar en el campo de una educación comprometida. Me gustaba de joven y me gusta todavía ser un educador, pero un educador que fuera también un educando constante de su educando, no un pedagogo técnicamente frío, imposiblemente neutro. Un educador que experimenta constantemente y se recrea y se rehace con los educandos.
P. Paulo Freire lleva muchos años viviendo fuera de su país.
R. No fue una opción. Yo no dejé, yo fui dejado. Tuve que salir de Brasil tras el golpe de Estado del 64, cansado de prisión, de interro gatorios. No obstante, no puedo comparar mi experiencia de cárcel con la de miles de brasileños. Después del golpe del 64 pasé 75 días en dos períodos en la cárcel y vi que no había condiciones para quedarse en el país. En el exilio, yo radicalicé mi brasilidad, al tiempo que me volvía una especie de ser multicultural y multinacional, sin ninguna alusión a las multinacionales, de las que estoy en contra. Estos catorce años de exilio me han enseñado mucho, pero sigo siendo un brasileño radical en todo, en mi manera de hablar, de pensar y en mi gusto por las comidas. Esto no significa que no sea capaz de amar otros pueblos y de comprender otras culturas.
P. Los países que ha recorrido y el trabajo que ha hecho, ¿hacia dónde le han decantado?
R. En definitiva, la razón por la que tuve que salir de mi país fue mi opción de educador. Jamás pude admitir la mixtificación de que la educación es un quehacer neutral. Yo pienso lo contrario, que la educación es siempre un quehacer político. No hay, pues, una dimensión política de la educación, sino que ésta es un acto político en sí misma. El educador es un político y un artista; lo que no puede ser es un técnico frío. Ello significa que tiene que tener una cierta opción: la educación para qué, la educación en favor de quiénes, la educación contra qué. A las clases socialesi dominantes no les gusta la práctica. de una opción orientada hacia la liberación de las clases dominadas. Esta es mi opción: un trabajo educativo, cuyos límites reconozco, que se dirija hacia la transformación de la sociedad en favor de las clases dominadas.
P. ¿Cuáles son los límites que usted reconoce?
R. La educación sistemática refleja los intereses de quienes detentan el poder y no puede cambiarse radicalmente un sistema educativo si no se transforma el sistema global de la sociedad. Se pueden introducir reformas, pero no cambios radicales. Sería una ingenuidad de grupos revolucionarios, por ejemplo, pensar que podría pedirse a las clases dominantes que hicieran un tipo de educación que trabajara contra sí mismas.
P. ¿Cómo puede comérseles terreno a las clases dominantes en este tema?
R. Es una pregunta histórica que tiene que tener una respuesta histórica; por tanto, no puede asegurarse que haya unarespuesta en forma de prescripción o receta. Es una de las cuestiones que los movimientos progresistas democráticos revolucionarios han de abordar en función de su realidad, sin que pueda haber una solución importada, porque las acciones tienen que ser distintas según los contextos.
P. ¿Este concepto de educación puede avanzar en sociedades como las que existen actualmente en América Latina, por dar un ejemplo de características distintas, o en Europa Occidental, donde los sistemas dé cultura y los mecanismos de cambios están más anquilosados?
R. En Latinoarnérica, con excepción de Cuba, que hizo su revolucíón, hay diferentes espacios y oportunidades. A mi juicio, cada vez es más difícil hacer una educación así allí, con establishment de tipo militarista. Lo que se plantea no es poder o no en general, sino observar los regímenes que están intentando una transformación, que tienen que reflexionar bastante sobre qué y cómo hacer, lo cual no es fácil. Basta echar una ojeada a los periódicos para saber cuál es el nivel de represión de Chile, Argentina, Bolivia o Uruguay, para no hablar de Brasil que fue pionero en esto. Con respecto al caso europeo, tengo la impresión de que algunas sociedades tienen ciertas islas, su espacio político permite algunas experiencias progresistas en cuanto a educación. A veces, dentro, incluso, de los sistemas educativos puede hacerse algo en un sentido más progresista. A los educadores se les plantean dos cuestiones: si tienen clara su opción política y si tienen igualmente clara la relación entre táctica y estrategia: qué quieren, qué pueden hacer y cómo aprovechar los espacios de que dispongan para hacer algo. Es fundamental no ser ingenuo, ser crítico.
P. La mayor parte de su obra se basa en dos libros pilares: la Educación como práctica de la libertad y la Pedagogía del oprimido. ¿A qué etapa de su trabajo corresponden?
R. La Educación como práctica de la libertad es la primera etapa y fue escrita mucho después de llevar a cabo la experiencia. Quizá interese saber, sobre todo a la gente joven, que se frustra porque no ha escrito todavía, que yo pasé más de diez años de práctica sin escribir nada. Mi mujer me llamaba constantemente la atención y me desafiaba para que escribiera, pero, no obstante, este fue mi primer libro -anteriormente sólo hay una tesis doctoral- y lo escribí con más de cuarenta años, probablemente con 41. Fue un informe de muchas de las cosas que yo intenté hacer en Brasil. Estudia la metodología en el campo de la alfabetización de adultos con análisis históricos, sociológicos y filosóficos. En este libro es donde yo soy más ingenuo. Algunas veces soy muy criticado por mis ingenuidades en tesis que recibo de estudiantes. Pero no siempre lo hacen bien, porque analizan sólo uno o dos de mis libros y yo no me he muerto, sigo haciendo y escribiendo algo. Reconozco que en la Educación como práctica de la libertad a veces no fui claro. Por ejemplo, no hice ni una referencia a este carácter político de la educación, lo cual fue un fallo.
P. ¿Quizá no se atrevió?
R. No, no era un problema de atrevimiento. Era más bien que yo, ingenuamente, tenía otro nivel de preocupación. Me preocupaba, por ejemplo, intensamente, por las marcas cristianas que me dejó mi formación, por la cuestión del humanismo. Y muchas veces me he olvidado de que si no concretas realmente la dimensión humanista corres el riesgo de caer en ciertas posturas idealistas.
P. ¿La educación política que luego ha salido de la obra de Paulo Freire está reñida con ese concepto cristiano de sus primeras épocas?
R. Yo no renuncio a mi formación cristiana. Ahora, no soy un mágico religioso. Hasta podría decir que no soy un hombre religioso, soy un hombre en búsqueda constante.
P. No es religioso, pero es deísta.
R. Sí, claro. Y no he encontrado ninguna razón para no serlo. A veces me dicen que ésta es una de mis contradicciones, puesto que huelga análisis marxistas. Y respondo que yo también tengo derecho a ser contradictorio. Lo que importa es con quién estoy en mi lucha, qué quiero.
P. La Pedagogía del oprimido recoge sus experiencias en la alfabetización de adultos. ¿Cómo empezó la puesta en práctica de su método?
R. Pasé mucho tiempo investigando en silencio hasta que encontré algunas cosas que me abrieron camino, puertas que me permitieron seguir adelante y en las cuales me encuentro todavía. Yo sigo buscando. Mi trabajo actual, en Africa, principalmente, me ha dado una oportunidad excelente de superarme constantemente con un espíritu siempre crítico, a pesar de las ingenuidades, con el espíritu de quien no pretende dormirse en base a los resultados obtenidos. Siempre he estado y sigo insatisfecho; te diría mejor que intento experimentar una sensación de satisfacción insatisfecha o de insatisfacción satisfecha. Esto es lo que me empuja constantemente a buscar. Por esta razón, mi trabajo actual en Africa me hace conocer de nuevo lo que yo pensaba que conocía de antes, reconocerlo mejor, descubrir lo que desconocía y procurar conocerlo. Estoy trabajando con los gobiernos de cuatro de las antiguas colonias portuguesas, Angola, Guinea-Bissau, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe, en el campo de la educación, en general, y de la educación de adultos, en particular. Esta experiencia está recogida en un libro que acaba de sacar la editorial Siglo XXI, de México: Cartas a Guinea Bissau.
P. ¿Qué era lo que más le preocupaba cuando escribió su segundo libro, la Pedagogía del oprimido?
R. El papel de las clases oprimidas en el proceso de su liberación y las relaciones entre ellas y los liderazgos revolucionarios. Este papel debe ser el de sujeto de la propia transformación, de la liberación. Y esta liberación no puede ser resultado de un regalo, sino de un esfuerzo constructivo, creativo, y, por tanto, de superación del orden no libre o no liberador. Esto es lo que yo intenté analizar, bien o mal, en este libro, escrito en 1968 en Chile, tras cuatro años de estancia allí -donde, por cierto, aprendí español, por lo que lo hablo un poco achilenadamente- Es, en definitiva, una tentativa teórica de comprensión más radical de mi esperiencia en Brasil, Chile y otros países de América Latina, un libro que está mucho más allá del primero, aunque también tenga alguna de sus ingenuidades. Pero hace pocos días releí algunas de sus páginas y, si me permites, te diría que me gustaban. Y es interesante ver cómo este libro, cuya primera edición se hizo en septiembre del 70, en Estados Unidos, tiene reediciones todos los .años en todas las lenguas.
P. ¿Hasta qué punto cree usted que ha influido en parte de las concepciones de los movimientos guerrilleros de América Latina?
R. Tengo la impresión de que algunos movimientos guerrilleros, para los que tengo mi respeto y también mis críticas, encontrarían que lo que yo dije en la Pedagogía del oprimido era absolutamente nada, ingenuo. Como si yo hubiera dicho que primero había que educar a la masas oprimidas, a las clases dominadas, para después hacer la transformación. Yo no dije nunca eso. Lo que yo dije es que la revolución es en sí un acto pedagógico, una pedagogía. Por tanto, es necesario que aquéllos que se comprometen con un proceso de transformación revolucionaria sean coherentes. La revolución no es algo para ser hecho por las masas, pero sí con ellas. Y si es con ellas, esta simple preposición ya sugiere una forma pedagógica dialógica a ser vivida y experimentada entre el liderazgo y las masas populares.
P. ¿Es fácil llevar a cabo esa interrelación?
R. Esta es una cuestión que los liderazgos se tienen que contestar en su praxis revolucionaria. Yo diría, sin embargo, que este intento de comunión con las masas se encuentra, a mi juicio -y lo dije en la Pedagogía del oprimido- muy encarnado en Guevara y en Fidel. En Guinea-Bissau el intento de comunión con las masas está también muy enraizado en Amilcar Cabral, a quien mataron. Amilcar fue exactamente un líder de la liberación de su pueblo, que estuvo siempre con su pueblo y no para o sobre su pueblo. Amilcar fue, al mismo tiempo, un gran educador y un gran educando de su pueblo.
P. ¿Los actuales movimientos que han heredado el sistema guerrillero en América Latina han olvidado este carácter pedagógico?
R. No estoy muy al tanto, pero creo que no, que lo sienten cada vez más, por su propia praxis. Así como fue mi praxis la que me enseñó y me ensaña cada vez más, la práctica de estos grupos les ha enseñado muchas otras cosas; pero yo no puedo hablar por ellos.
P. ¿Cómo puede introducirse en algunas sociedades modernas el binomio educación-libertad, que usted propone, dado que la clase dominante no está dispuesta a prescindir de parte de su poder?
R. Yo te diría de nuevo que la educación en cuanto superestructura está directamente relacionada con las transformaciones radicales que se den en la infraestructura y ligada íntimamente al problema del poder. No puede pedirse a quienes tienen el poder que dejen de tenerlo. Hasta hoy, en la historia, la clase dominante no cometió ningún suicidio.
P. Actualmente, en España hay planteado en el campo educativo un conflicto entre la escuela privada y la escuela pública. Y quizá se pretende identificar la escuela privada con la libertad de escuela. Otros piensan que esto se mueve en el campo de intereses de los que hasta ahora han detentado la educación como un negocio.R. Sí, me parece que es eso. Siempre que fue posible, mis hijos estudiaron en escuelas públicas, pues éstas tienen muchas más posibilidades de superar un cierto elitismo que crean las escuelas privadas.
P. Y, en muchas ocasiones, están subvencionadas por el Estado.
R. Esas son peores que ninguna, porque los defensores de la escuela privada dicen que los padres tienen derecho a elegir el tipo de escuela para sus hijos. Pues que elijan; pero que no pretendan que el Estado subvencione la escuela de sus hijos, que trabaje para un grupo sólo y no para todos.
Fuente e Imagen: https://www.bloghemia.com/2020/12/paulo-freire-el-educador-es-un-politico.html?m=1
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Cómo Se Adoctrina A Los Jóvenes Para Que Obedezcan: Noam Chomsky

 Artículo del filósofo, lingüista y activista político Noam Chomsky , publicado el 1 de diciembre de 2014 

Por: Noam Chomsky

La educación pública está siendo atacada en todo el mundo y, en respuesta, recientemente se han llevado a cabo protestas estudiantiles en Gran Bretaña, Canadá, Chile, Taiwán y otros lugares.
California también es un campo de batalla. Los Angeles Times informa sobre otro capítulo de la campaña para destruir lo que había sido el mejor sistema de educación superior pública del mundo: «Los funcionarios de la Universidad Estatal de California anunciaron planes para congelar las inscripciones en la mayoría de los campus».
Se está llevando a cabo una eliminación de fondos similar en todo el país. «En la mayoría de los estados», informa The New York Times, «ahora son los pagos de matrícula, no las asignaciones estatales, los que cubren la mayor parte del presupuesto», de modo que «la era de las universidades públicas asequibles de cuatro años, fuertemente subvencionadas por el estado, puede haber terminado «.
“Ha habido un cambio de la creencia de que nosotros, como nación, nos beneficiamos de la educación superior, a la creencia de que son las personas que reciben la educación las que se benefician principalmente y, por lo tanto, deben pagar la factura”, concluye Ronald G. Ehrenberg, fideicomisario de el sistema de la Universidad Estatal de Nueva York y director del Instituto de Investigación de Educación Superior de Cornell.
La educación pública masiva es uno de los grandes logros de la sociedad estadounidense. Ha tenido muchas dimensiones. Uno de los objetivos era preparar a los agricultores independientes para la vida como trabajadores asalariados que tolerarían lo que consideraban una virtual esclavitud.
El elemento coercitivo no pasó sin previo aviso. Ralph Waldo Emerson observó que los líderes políticos piden educación popular porque temen que «este país se esté llenando de miles y millones de votantes y hay que educarlos para mantenerlos alejados de nuestras gargantas». Pero educados de la manera correcta: limite sus perspectivas y comprensión, desaliente el pensamiento libre e independiente y capacítelos para la obediencia.
La “vil máxima” y su implementación han provocado regularmente resistencia, que a su vez evoca los mismos temores entre la élite. Hace cuarenta años existía una profunda preocupación porque la población se estaba liberando de la apatía y la obediencia.
Desde entonces, se han tomado muchas medidas para restaurar la disciplina. Una es la cruzada por la privatización: poner el control en manos fiables.
Otro son los fuertes aumentos en la matrícula, casi un 600 por ciento desde 1980. Estos producen un sistema de educación superior con «mucha más estratificación económica que en cualquier otro país», según Jane Wellman, exdirectora del Proyecto Delta Cost, que monitorea estos asuntos. Los aumentos de la matrícula hacen que los estudiantes se endeuden a largo plazo y, por lo tanto, se subordinen al poder privado.
Las justificaciones se ofrecen por motivos económicos, pero son singularmente poco convincentes. En países de ricos a pobres, incluido México vecino, la matrícula sigue siendo gratuita o nominal. Eso también fue cierto en los propios Estados Unidos cuando era un país mucho más pobre después de la Segunda Guerra Mundial y un gran número de estudiantes pudieron ingresar a la universidad bajo el proyecto de ley GI, un factor de crecimiento económico excepcionalmente alto, incluso dejando de lado la importancia de mejorar la vida.
Otro dispositivo es la corporativización de las universidades. Eso ha llevado a un aumento dramático en los niveles de administración, a menudo profesionales en lugar de extraídos de la facultad como antes; ya la imposición de una cultura empresarial de «eficiencia», una noción ideológica, no solo económica.
Un ejemplo es la decisión de las universidades estatales de eliminar los programas de enfermería, ingeniería e informática, porque son costosos y resultan ser las profesiones donde hay escasez de mano de obra, como informa The New York Times. La decisión daña a la sociedad pero se ajusta a la ideología empresarial de la ganancia a corto plazo sin tener en cuenta las consecuencias humanas, de acuerdo con la vil máxima.
Algunos de los efectos más insidiosos se encuentran en la enseñanza y el seguimiento. El ideal de educación de la Ilustración fue capturado en la imagen de la educación como un hilo que los estudiantes siguen a su manera, desarrollando su creatividad e independencia mental.
La alternativa, que debe ser rechazada, es la imagen de verter agua en un recipiente, y uno muy goteante, como todos sabemos por experiencia. Este último enfoque incluye la enseñanza para probar y otros mecanismos que destruyen el interés de los estudiantes y buscan encajarlos en un molde, fácilmente controlables.
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El Dilema De Foucault: Byung Chul Han

Texto del filósofo surcoreano Byung Chul Han, publicado por primera vez en su libro Psychopolitik, en el año 2014.

Por: Byung Chul Han

«En realidad, no es el exceso de responsabilidad e iniciativa lo que enferma a uno, sino el imperativo de lograrlo: el nuevo mandamiento de la sociedad laboral tardía moderna.» – Byung Chul Han

Después de Vigilar y castigar, Foucault se dio cuenta de que la sociedad disciplinaria no refleja exactamente su tiempo. De ahí que a finales de los setenta se ocupe del análisis de las formas de gobierno neoliberales. No obstante, el problema reside en que se aferra tanto al concepto de población como al de biopolítica: «Una vez que se sepa qué es ese régimen gubernamental denominado liberalismo, se podrá, me parece, captar qué es la biopolítica».  En el resto de la lección Foucault no menciona más la biopolítica. Tampoco habla de población. No cabe duda de que en ese momento Foucault no tiene del todo claro que biopolítica y población, en cuanto categorías genuinas de la sociedad disciplinaria, sean ambas apropiadas para describir el régimen neoliberal. Así, Foucault no realiza el giro a la psicopolítica, lo que hubiera sido necesario.
En su lección de 1978-1979, Foucault no llega a ocuparse del análisis de la biopolítica neoliberal. Al respecto, se muestra autocrítico sin llegar a reconocer el verdadero problema:

“Les aseguro que, pese a todo, en un comienzo tuve en verdad la intención de hablarles de biopolítica, pero después, como las cosas son lo que son, resulta que terminé por hablarles extensamente —demasiado extensamente, tal vez— del neoliberalismo.”

En su introducción a Homo sacer, Agamben expresa su suposición: «La muerte impidió a Foucault desarrollar todas las implicaciones del concepto de bio-política y también mostrar en qué sentido habría podido profundizar posteriormente la investigación sobre ella».  Frente a la pretensión de Agamben, la muerte temprana privó a Foucault, si acaso, de la posibilidad de repensar su idea de biopolítica y de abandonarla en favor de la psicopolítica neoliberal. Tampoco el análisis de la dominación de Agamben proporciona acceso alguno a las técnicas de poder del régimen neoliberal. Los actuales homines sacri ya no son los excluidos, sino los incluidos en el sistema.
Foucault vincula expresamente la biopolítica con la forma disciplinaria del capitalismo, que en su forma de producción socializa al cuerpo: «Para la sociedad capitalista, la biopolítica es lo que realmente cuenta, lo biológico, lo somático, lo corporal». Así, la biopolítica se asocia fundamentalmente a lo biológico y a lo corporal. Se trata, en última instancia, de una política corporal en sentido amplio.
El neoliberalismo como una nueva forma de evolución, incluso como una forma de mutación del capitalismo, no se ocupa primeramente de lo «biológico, somático, corporal». Por el contrario, descubre la psique como fuerza productiva. Este giro a la psique, y con ello a la psicopolítica, está relacionado con la forma de producción del capitalismo actual, puesto que este último está determinado por formas de producción inmateriales e incorpóreas. No se producen objetos físicos, sino objetos no-físicos como informaciones y programas. El cuerpo como fuerza productiva ya no es tan central como en la sociedad disciplinaria biopolítica. Para incrementar la productividad, no se superan resistencias corporales, sino que se optimizan procesos psíquicos y mentales. El disciplinamiento corporal cede ante la optimización mental. Así, el neuro-enhancement  se distingue fundamentalmente de las técnicas disciplinarias psiquiátricas.
Hoy el cuerpo es liberado del proceso productivo inmediato y se convierte en objeto de optimización estética y técnico-sanitaria. Así, la intervención ortopédica cede a la estética. El «cuerpo dócil» ya no tiene ningún lugar en el proceso productivo. La ortopedia disciplinaria es reemplazada por la cirugía plástica y los centros de fitness. La optimización corporal es mucho más que una mera praxis estética. El sexness y el fitness se convierten en recursos económicos que se pueden aumentar, comercializar y explotar.
Bernard Stiegler reconoce con razón que el concepto foucaultiano de poder ya no es adecuado a nuestro tiempo:

“Tengo la impresión de que el biopoder que Foucault ha descrito convincentemente en un sentido histórico y geográfico, es decir, principalmente teniendo en cuenta Europa, no es el mismo poder que marca nuestra época presente.”

En palabras de Stiegler, las «psicotecnologías del psicopoder» entrarían en escena en lugar del biopoder. Con ello se refiere propiamente a las «industrias de programas telecráticas» como la televisión, que nos rebaja a un ente consumidor movido por impulsos y conlleva la regresión de la masa. Esta psicotécnica se opone a la técnica de la escritura y la lectura. El medio de la escritura equivale para Stiegler a ilustración: «En definitiva, Kant parte de un dispositivo de la lectura y la escritura como fundamento de la mayoría de edad».
Es problemática la importancia excesiva que Stiegler le concede a la televisión. La eleva al aparato psicotécnico por antonomasia:

“Entretanto, compiten por nuestra atención la radio, internet, el teléfono móvil, el iPod, el ordenador, los videojuegos y la agenda electrónica de bolsillo, pero la televisión sigue dominando la afluencia de información.”

Sin embargo, lectura y escritura frente a televisión es un esquema anticuado de la crítica cultural que pasa por alto la revolución digital. De forma sorprendente, Stiegler apenas se ocupa de los medios digitales genuinos, que se distinguen radicalmente de los viejos mass media. Apenas presta atención a la estructura panóptica de la red digital. Con ello no trata adecuadamente la psicopolítica neoliberal que de forma masiva se sirve de la técnica digital.
A principio de los años ochenta, Foucault se ocupa de las «tecnologías del yo». Por ellas entiende las prácticas sensatas y voluntarias por las que los hombres no solo se fijan reglas de conducta, sino que buscan transformarse a sí mismos, modificarse en su ser singular y hacer de su vida una obra que presenta ciertos valores estéticos y responde a ciertos criterios de estilo.
Foucault desarrolla una ética histórica del yo, separada en gran medida de las técnicas del poder y de la dominación. De ahí que se crea que aborda una ética del yo opuesta a las técnicas de poder y dominación. El mismo Foucault hace referencia expresa al tránsito de las tecnologías del poder a las tecnologías del yo:

“Quizás he insistido demasiado en el tema de la tecnología de la dominación y el poder. Cada vez estoy más interesado en la interacción entre uno mismo y los demás, así como en las tecnologías de la dominación individual, la historia del modo en que un individuo actúa sobre sí mismo, es decir, en la tecnología del yo.”

La técnica de poder del régimen neoliberal constituye la realidad no vista por el análisis foucaultiano del poder. Foucault no ve ni que el régimen neoliberal de dominación acapara totalmente la tecnología del yo ni que la permanente optimización propia, en cuanto técnica del yo neoliberal, no es otra cosa que una eficiente forma de dominación y explotación.  El sujeto del rendimiento neoliberal, ese «empresario de sí mismo», se explota de forma voluntaria y apasionada. El yo como obra de arte es una apariencia hermosa, engañosa, que el régimen neoliberal mantiene para poderlo explotar totalmente.
La técnica de poder del régimen neoliberal adopta una forma sutil. No se apodera directamente del individuo. Por el contrario, se ocupa de que el individuo actúe de tal modo que reproduzca por sí mismo el entramado de dominación que es interpretado por él como libertad. La propia optimización y el sometimiento, la libertad y la explotación coinciden aquí plenamente. A Foucault se le oculta totalmente la técnica de poder que genera la convergencia entre libertad y explotación en la forma de autoexplotación.
Fuente e imagen: bloghemia
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Discurso De Noam Chomsky En Las Naciones Unidas Sobre El Conflicto Palestina-Israel (Transcripción)

Discurso del filosofo Noam Chomsky en las Naciones Unidas, el  22 de Octubre del 2014. Transcripción del ingles realizada por:  Democracy now 

«Si no se sabe lo que se está buscando, si no se tiene idea de lo que es relevante, dispuestos a cuestionarse esta idea, si no se tiene eso, explorar en internet es sólo tomar al azar hechos no verificables que no significan nada.» – Noam Chomsky

 El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dijo el martes que está preparando una investigación sobre los ataques a las instalaciones de la ONU durante el reciente ataque de Israel a Gaza. Unos 2.100 palestinos, la mayoría de ellos civiles, murieron en el conflicto, junto con 67 soldados israelíes y seis civiles en Israel.
Bueno, hoy pasamos la hora con el profesor Noam Chomsky, disidente político, lingüista y autor de renombre mundial. Es profesor emérito del Instituto de Tecnología de Massachusetts, donde ha enseñado durante más de medio siglo. En un evento poco común que tuvo lugar el martes pasado, 800 personas llenaron el salón de la Asamblea General de la ONU para ver a Noam Chomsky, embajadores y público de todo el mundo. El evento fue organizado por el Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino. Noam Chomsky pronunció un discurso importante:
NOAM CHOMSKY :
Muchos de los problemas del mundo son tan insolubles que es difícil pensar en formas incluso de tomar medidas para mitigarlos. El conflicto entre Israel y Palestina no es uno de ellos. Por el contrario, las líneas generales de una solución diplomática han sido claras durante al menos 40 años. No es el final del camino, nunca nada lo es, sino un importante paso adelante. Y los obstáculos para una resolución también son bastante claros.
Los lineamientos básicos se presentaron aquí en una resolución presentada al Consejo de Seguridad de la ONU en enero de 1976. Se pidió un acuerdo de dos estados en la frontera reconocida internacionalmente —y ahora estoy citando— ”con garantías de los derechos de ambos estados a existen en paz y seguridad dentro de fronteras seguras y reconocidas «. La resolución fue presentada por los tres principales estados árabes: Egipto, Jordania, Siria, a veces llamados los «estados de confrontación». Israel se negó a asistir a la sesión. La resolución fue vetada por Estados Unidos. Un veto de EE. UU.  suele ser un veto doble: el veto, la resolución no se implementa y el evento se veta de la historia, por lo que hay que buscar mucho para encontrar el registro, pero está ahí. Eso ha establecido el patrón que ha continuado desde entonces. El más reciente de EE. UU. El veto fue en febrero de 2011 — ese es el presidente Obama — cuando su administración vetó una resolución que pedía la implementación de la política oficial estadounidense de oposición a la expansión de los asentamientos. Y vale la pena tener en cuenta que la expansión de los asentamientos no es realmente el problema; son los asentamientos, indiscutiblemente ilegales, junto con los proyectos de infraestructura que los sustentan.
Durante mucho tiempo, ha existido un consenso internacional abrumador en apoyo de un arreglo en este sentido. El patrón que se estableció en enero de 1976 continúa hasta el presente. Israel rechaza un arreglo de estos términos y durante muchos años ha estado dedicando amplios recursos para asegurar que no se implemente, con el apoyo incansable y decisivo de los Estados Unidos —militar, económico, diplomático y de hecho ideológico— al establecer cómo se desarrolló el conflicto. es visto e interpretado en los Estados Unidos y dentro de su amplia esfera de influencia.
No hay tiempo aquí para revisar el registro, pero su carácter general se revela al mirar lo que sucedió en Gaza en la última década, llevando adelante una larga historia de crímenes anteriores. El pasado 26 de agosto se alcanzó un alto el fuego entre Israel y la Autoridad Palestina. Y la pregunta en todas nuestras mentes es: ¿Cuáles son las perspectivas para el futuro? Bueno, una forma razonable de intentar responder a esa pregunta es mirar el expediente. Y aquí también hay un patrón definido: se alcanza un alto el fuego; Israel lo ignora y continúa su asalto constante contra Gaza, incluido un asedio continuo, actos intermitentes de violencia, más asentamientos y proyectos de desarrollo, a menudo violencia en Cisjordania; Hamas observa el alto el fuego, como Israel reconoce oficialmente, hasta que alguna escalada israelí provoque una respuesta de Hamas,
El primero de la serie fue el Acuerdo sobre Movimiento y Acceso en noviembre de 2005. Voy a dar una paráfrasis detallada del mismo. Pidió un cruce entre Gaza y Egipto en Rafah para la exportación de bienes y el tránsito de personas, la operación continua de los cruces entre Israel y Gaza para la importación y exportación de bienes y el tránsito de personas, la reducción de los obstáculos al movimiento dentro del territorio. Cisjordania, convoyes de autobuses y camiones entre Cisjordania y Gaza, la construcción de un puerto marítimo en Gaza, la reapertura del aeropuerto de Gaza que Israel había destruido recientemente. Estos son esencialmente los términos de sucesivos altos el fuego, incluido el que se alcanzó hace unas semanas.
El momento del acuerdo de noviembre de 2005 es significativo. Este fue el momento de la retirada de Israel, como se llama, de Gaza: la expulsión de varios miles de colonos israelíes de Gaza. Ahora, esto se describe como un noble esfuerzo por buscar la paz y el desarrollo, pero la realidad es bastante diferente. La realidad fue descrita, muy rápidamente, por el funcionario israelí encargado de negociar e implementar el alto el fuego, Dov Weissglas, íntimo confidente del entonces primer ministro Ariel Sharon. Como explicó a la prensa israelí, el objetivo de la desconexión —lo cito a él— era «congelar el proceso de paz», para «evitar el establecimiento de un estado palestino» y garantizar que la diplomacia «se haya cumplido». eliminado indefinidamente de nuestra agenda «.
La realidad sobre el terreno es descrita por los principales especialistas de Israel en la ocupación: un historiador, el respetado historiador Idith Zertal, el principal corresponsal diplomático de Israel, Akiva Eldar, escribió el libro principal, el trabajo estándar sobre el proyecto de asentamiento, llamado Señores de la tierra., refiriéndose a los colonos. Lo que dicen sobre la desconexión es esto: dicen, “el territorio arruinado” —y para entonces estaba arruinado, en gran parte del motivo de la remoción de los colonos— ”el territorio arruinado no fue liberado ni por un solo día del control militar de Israel, o del precio de la ocupación que los habitantes pagan todos los días. Después de la desconexión, Israel dejó tierra arrasada, servicios devastados y personas sin presente ni futuro. Los asentamientos fueron destruidos en un movimiento poco generoso por parte de un ocupante no ilustrado, que de hecho continúa controlando el territorio y matando y hostigando a sus habitantes por medio de su formidable poder militar ”. Ahora, esa es una descripción precisa de la fuente israelí más respetada.
Los Acuerdos de Oslo, hace 20 años, establecieron que Gaza y Cisjordania son una unidad territorial indivisible, cuya integridad no puede romperse. Durante 20 años, Estados Unidos e Israel se han dedicado a separar Gaza y Cisjordania en violación de los acuerdos que habían aceptado. Y una mirada al mapa explica por qué. Gaza ofrece el único acceso al mundo exterior de Palestina. Si Gaza se separa de Cisjordania, cualquier autonomía que finalmente se pueda otorgar en Cisjordania sería encarcelada: Israel por un lado, un Jordan hostil, aliado de Israel, por el otro, y además, uno de los lentos y La política firme respaldada por Estados Unidos es apoderarse del Valle del Jordán, alrededor de un tercio de Cisjordania, gran parte de la tierra cultivable, que esencialmente aprisionaría al resto aún más fuertemente, si Gaza se separa de Cisjordania.
Bueno, el acuerdo de noviembre de 2005 duró algunas semanas. En enero de 2006 tuvo lugar un acontecimiento muy importante: la primera elección plena y libre en el mundo árabe, cuidadosamente supervisada, reconocida como libre y justa. Tenía un defecto. Salió de la manera incorrecta: Hamas ganó el Parlamento, control del Parlamento. Estados Unidos e Israel no querían eso. Como recordarán, en ese período, el eslogan en boca de todos era «promoción de la democracia». El mayor compromiso de Estados Unidos en el mundo fue la promoción de la democracia. Aquí fue una buena prueba. Democracia: la elección salió mal; Estados Unidos decidió instantáneamente, junto con Israel, castigar a los palestinos por el crimen de votar de manera incorrecta; se instituyó un duro asedio, otros castigos; aumento de la violencia; Estados Unidos inmediatamente comenzó a organizar un golpe militar para derrocar al gobierno inaceptable. Esa es una práctica bastante familiar, no revisaré el registro. La Unión Europea, para su vergüenza y descrédito, estuvo de acuerdo con esto. Hubo una escalada israelí inmediata. Ese fue el final del acuerdo de noviembre, seguido de importantes ataques israelíes.
En 2007, un año después, Hamas cometió un crimen aún mayor que ganar unas elecciones justas: se adelantó al golpe militar planeado y se apoderó de Gaza. Eso se describe en Occidente, en los Estados Unidos, la mayor parte de Occidente, como la toma de Gaza por la fuerza de Hamas, lo cual no es falso, pero se omite algo. La fuerza se estaba adelantando a un golpe militar planeado para derrocar al gobierno electo. Ahora, eso fue un crimen grave. Ya es bastante malo votar de manera incorrecta en unas elecciones libres, pero adelantarse a un golpe militar planeado por Estados Unidos es mucho más serio. El ataque a Gaza aumentó sustancialmente en ese momento, los principales ataques israelíes. Finalmente, en enero de 2008 se alcanzó otro alto el fuego. Los términos eran prácticamente los mismos que los que he citado. Israel rechazó públicamente el alto el fuego, dijo que no lo cumpliría. Hamás observó el alto el fuego,
Ahora, eso continuó hasta el 4 de noviembre de 2008. El 4 de noviembre, que fue el día de las elecciones estadounidenses, las fuerzas israelíes invadieron Gaza y mataron a media docena de militantes de Hamas. Eso llevó a que los cohetes Qassam atacaran a Israel, una gran respuesta israelí, muchos asesinatos, todos palestinos, como de costumbre. A fines de diciembre, un par de semanas después, Hamas se ofreció a renovar el alto el fuego. El gabinete israelí lo consideró y lo rechazó. Este fue un gabinete moderado, dirigido por Ehud Olmert, lo rechazó y decidió lanzar la próxima gran operación militar.
Eso fue Plomo Fundido, que fue una operación horrible, tanto que provocó una reacción internacional muy sustancial, investigaciones de una comisión de Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Human Rights Watch. En medio del asalto, el asalto, dicho sea de paso, fue cuidadosamente programado para terminar inmediatamente antes de la toma de posesión del presidente Obama. Ya había sido elegido, pero aún no había asumido el cargo, por lo que cuando se le pidió que comentara sobre las atrocidades en curso, respondió diciendo que no podía hacerlo, que Estados Unidos solo tiene un presidente y que no estaba este presidente todavía. Hablaba de muchas otras cosas, pero no de esto. El ataque estaba programado para terminar inmediatamente antes de la inauguración, por lo que podría responder a las preguntas diciendo: “Bueno, ahora no es el momento de mirar al pasado, miremos hacia el futuro. Los diplomáticos saben muy bien que ese es un eslogan estándar para quienes están involucrados en delitos graves: «Olvidémonos del pasado, miremos hacia un futuro glorioso». Bueno, eso fue justo en medio del asalto.
El Consejo de Seguridad aprobó una resolución —por unanimidad, con la abstención de Estados Unidos— pidiendo un alto el fuego inmediato con los términos habituales. Eso fue el 8 de enero de 2009. Nunca se observó, y se rompió por completo con el siguiente episodio importante de «cortar el césped» en noviembre de 2012. Ahora, puede tener una buena idea de lo que estaba sucediendo mirando a la víctima. cifras para el año 2012. Murieron 79 personas, 78 de ellas palestinas, la historia habitual.
Después del asalto de noviembre, se alcanzó un alto el fuego con los términos habituales. Describiré lo que sucedió a continuación citando a un destacado especialista, Nathan Thrall. Es un analista líder en Medio Oriente para International Crisis Group. Mientras escribe, Israel reconoció que Hamas estaba observando los términos del alto el fuego, y «por lo tanto, vio pocos incentivos» para hacer lo mismo. Los ataques militares contra Gaza aumentaron, junto con restricciones más estrictas a las importaciones. Se bloquearon las exportaciones. Los permisos de salida fueron bloqueados.
Eso continuó hasta abril de 2014, cuando los palestinos cometieron otro crimen: Hamas con sede en Gaza y la Autoridad Palestina con sede en Cisjordania firmaron un acuerdo de unidad. Israel se enfureció, enfureció aún más cuando el mundo lo apoyó principalmente. Incluso Estados Unidos dio un apoyo débil, pero real. Varias razones de la reacción israelí. Una es que la unidad entre Gaza y Cisjordania, entre los dos movimientos, amenazaría las políticas de larga data de separar los dos, por las razones que mencioné. Otra razón fue que un gobierno de unidad socava uno de los pretextos de la negativa de Israel a participar seriamente en las negociaciones, a saber, ¿cómo podemos negociar con una entidad que está internamente dividida? Bueno, si están unificados, ese pretexto desaparece. Israel se enfureció. Lanzó importantes ataques contra los palestinos en Cisjordania, apuntando principalmente a Hamas. Cientos de personas arrestadas, en su mayoría miembros de Hamas. También Gaza, también asesinatos.
Había un pretexto, por supuesto. Siempre la hay. El pretexto fue que tres adolescentes, adolescentes israelíes, en los asentamientos habían sido brutalmente asesinados, capturados y asesinados. Israel afirmó oficialmente que pensaba que estaban vivos, por lo que lanzó un asalto de varias semanas en Cisjordania, alegando que estaban tratando de encontrarlos con vida. Mientras tanto, las detenciones, los ataques y así sucesivamente. Resulta que supieron de inmediato que los habían matado. Ahora, también supieron de inmediato que era muy poco probable que Hamas estuviera involucrado. El gobierno dijo que tenía conocimiento seguro de que Hamas lo había hecho, pero sus propios especialistas destacados, como [Shlomi Eldar], habían señalado de inmediato que el asalto, que fue un crimen brutal, muy probablemente fue cometido por miembros de un clan separatista. , el clan Qawasmeh en Hebrón, que no recibió luz verde por parte de Hamas y que había sido una espina en sus costados. Y eso, aparentemente, es cierto, si nos fijamos en los arrestos y castigos posteriores. De todos modos, ese fue un pretexto para este asalto, asesinatos en Gaza también. Eso finalmente provocó una respuesta de Hamas. Luego vino la Operación Margen Protector, la que se acababa de completar, y más brutal y destructiva incluso las que la precedieron.
El patrón es muy claro. Y hasta ahora, al menos, parece continuar. El último alto el fuego se alcanzó el 26 de agosto. Fue seguido de inmediato por la mayor apropiación de tierras de Israel en 30 años, casi mil acres en el área de Gush Etzion cerca de lo que se llama Jerusalén, Gran Jerusalén, aproximadamente cinco veces el tamaño de cualquier cosa que haya sido Jerusalén, tomada por Israel, anexada violación de las órdenes del Consejo de Seguridad. El Departamento de Estado de EE. UU. Informó a la Embajada de Israel que Israel, lo estoy citando ahora, «la actividad israelí en Gush Etzion socava los esfuerzos estadounidenses para proteger a Israel en las Naciones Unidas», e instó a que Israel no debería proporcionar municiones para «aquellos en el [Naciones Unidas] que interpretaría la posición [de Israel] como endurecimiento «. En realidad, esa advertencia se dio hace 47 años, en septiembre de 1967, en el momento de la primera colonización de Israel, la colonización ilegal, de Gush Etzion. El historiador israelí Gershom Gorenberg nos lo recordó recientemente. Poco ha cambiado desde entonces, en los últimos 47 años, aparte de la escala de los crímenes, que continúan, sin interrupción, con el apoyo constante de Estados Unidos.
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