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Este país está tan inmerso en los conflictos políticos y la corrupción gubernamental, que por estar pensando en arreglar los clavos del momento nunca se planifica para el futuro. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI aún no exista una sociedad totalmente incluyente?, más bien pareciera que cada día es más grande la desigualdad e injusticia social en este país.
Conforme pasa el tiempo las personas se vuelven cada vez más superficiales debido a todos los distractores que existen en la actualidad; ese rollo de las redes sociales, la obsesión por tener dinero, la tecnología, statu quo, entre otros, hacen cada vez más olvidar el hecho que todos los seres humanos somos iguales y tenemos los mismos derechos.
En Guatemala existen varias situaciones que están profundamente arraigadas por generaciones, y que nos colocan muy lejos de poder ser una sociedad incluyente. La problemática en cuanto al tema de la exclusión social es extensa, pero si pudiésemos escoger tan solo un aspecto para empezar a cambiar este escenario y que este pudiera incidir en todo lo demás, sin duda alguna deberíamos enforcarnos en la educación.
Todos los expertos coinciden en que debe “cambiarse la educación para cambiar al mundo”. Sin embargo, en Guatemala la educación pública no ha recibido reformas ni cambios significativos en sus programas desde la década de 1950, esto provoca una brecha enorme entre los estudiantes de escuelas públicas y los de centros educativos privados de alto nivel.
Invertir en educación es un gran desafío para el país, ya que cuando los niños crecen y se desenvuelven en la sociedad existe una notoria disparidad de conocimientos y oportunidades. Es increíble ver las diferencias abismales entre un niño educado en una escuela rural, a uno que la recibió en un “colegio VIP”. Parecieran personas que viven en dos planetas diferentes. En cuanto al dominio de idiomas, tecnología, aprendizaje de matemáticas, cultura general, ciencias, arte, etcétera.
La educación no debería ser sinónimo de poder adquisitivo, sino un derecho inalienable del ser humano de recibir conocimientos de alto nivel que le permitan desarrollarse como una persona completa. Y esto, obviamente, ayudará también al desarrollo de nuestro país.
Sumado a programas obsoletos, escuelas que se caen a pedazos, maestros incompetentes y comodones, nos encontramos con niños que llegan a la escuela con grandes deficiencias nutricionales, por lo que su aprendizaje se limita en gran manera debido a que no cuentan con un desarrollo cerebral adecuado para poder asimilar los conocimientos.
Una propuesta para solucionar esta problemática puede ser homogeneizar todos los programas de educación —tanto publica cómo privada—, de modo que todos los estudiantes tengan los mismos conocimientos y que esto no dependa del poder adquisitivo de los padres.
Otra alternativa es que indistintamente de la ubicación de la escuela, el idioma oficial en que se impartan las clases sea el español y el inglés, como un segundo idioma obligatorio. También puede impartirse el idioma nativo de la región, pero como una lengua adicional. No debemos olvidar que el idioma oficial de Guatemala es el español. De esta manera los niños van a tener más oportunidades de instruirse y tener una macrovisión del país.
La educación debe ser una política de Estado prioritaria en la cual debe invertirse un mayor porcentaje del Presupuesto General de la Nación. Así que, el próximo presidente debe enfocarse en este aspecto y hacer un cambio significativo en su gestión.