Por: Carmen Orte Socías
Decía un buen amigo mío, especializado en teoría de la educación, cuando le preguntaban la razón de publicar también sobre historia de la educación, que la primera era su esposa y la segunda su amante. Bueno, lo decía para epatar y también para ilustrar que se sentía cómodo estudiando y publicando en ambas materias. A mí me pasa un poco lo mismo con la sicología y las Ciencias de la Educación. Ambas forman parte de mi formación y por ello nunca he prescindido del poder explicativo de la primera, y mucho menos del poder ejecutivo de la segunda que me ha acompañado en la investigación aplicada llevada a cabo en las últimas dos décadas.
El panorama de la investigación educativa en España sigue una tónica parecida al de otras ciencias sociales. Se han ido construyendo «sobre la marcha. En nuestro caso además, a partir de tradiciones digamos más evangelizadoras y menos apoyadas en la literatura empírica y en el método científico. El valor del propio interés por lo educativo y de lo vocacional, ha estado por encima de otros criterios de validez menos prosaicos. No obstante, las Ciencias de la Educación están teniendo un desarrollo cada vez más importante como disciplinas capaces de modificar, de forma irreversible y en positivo, la vida en general y el comportamiento en particular de las personas a cualquier edad, en cualquier momento, en cualquier situación.
Esta realidad se refleja incluso en los Institutos de Ciencias de la Educación, «el brazo armado» de la investigación educativa en España generada desde las Universidades. Ahora mismo, la mayoría están en proceso de transformación, tratando de convertirse, muchos de ellos, en Institutos de Investigación Universitarios. En la UIB ya hace un año que iniciamos dicho proceso. De hecho, recientemente se ha aprobado el reglamento del Instituto de Investigación e Innovación Educativa con muchos retos por delante para la investigación educativa en Balears. El primero, sin duda, conseguir diseñar un proceso sistemático y riguroso de acciones orientadas al sistema educativo cuyo resultado sea la excelencia investigadora. El primer objetivo de cualquier instituto universitario.
Claro que, no todos los institutos tienen la misma situación de partida, en nuestro caso, lograr la excelencia pasa por potenciar, hacia dentro, la carrera del investigador de excelencia. Hacia fuera, ser capaz de transferir. Dar respuesta, con el mayor nivel de validez de resultados, a problemas concretos del sistema educativo. De todas formas, y aún teniendo en cuenta todos estos aspectos, hay cuestiones que no se pueden dejar de lado. La investigación no discurre al margen de la ideología, eso ya lo sabemos y debemos ser conscientes de ello haciéndolo presente en la investigación. Por esa razón la investigación, además de garantizar su validez, debe garantizar que se ocupa de lo que importa y que lo hace con la mayor garantía posible.
Desde mi punto de vista, pues, ello implica tener en cuenta, como punto de partida, que no vamos a dejar de lado a nadie. Que no vamos a hacer investigación de moqueta o de salón. Que vamos a apostar por la investigación sobre y con las mujeres. Incluyendo acciones de discriminación positiva para que puedan llevar a cabo sus carreras investigadoras. Que vamos a apostar por colectivos de los que nunca nos hemos ocupado como el colectivo LGTBI, que tanto necesita de acciones educativas específicas para ser tratados como siempre debieron ser tratados, con respeto y con dignidad.
La investigación educativa debe ocuparse de los colectivos desfavorecidos, aquellos que nunca han podido acceder a los mismos recursos que el resto, porque tampoco han podido disponer de las habilidades necesarias para ello. La investigación educativa debe potenciar las relaciones intergeneracionales como campo de estudio y como contexto de trabajo entre los investigadores y las investigadoras que integran ahora el Instituto y en el futuro. La investigación educativa debe ocuparse de asuntos cotidianos e importantes incluyendo la ética de la investigación educativa. La forma en la que es importante relacionarse con las personas a las cuales nos dirigimos atendiendo a cuestiones de trato y de secreto profesional.
Son muchas las cuestiones que nos ocupan y a las que, como investigadoras de larga trayectoria, tenemos el derecho y la responsabilidad de ocuparnos. La investigación no puede ir al margen de estos aspectos. La investigación no debe decidirla el investigador o el grupo de investigación, aunque lo haya estado haciendo durante mucho tiempo. La investigación educativa, de la que queremos ocuparnos, debe orientarse a aquellas cuestiones que son importantes para mejorar la vida de las personas. Por ello, uno de los primeros aspectos a las que hay que atender es a las propias necesidades de los centros educativos, sean o no de educación reglada. Los Institutos de investigación educativa deben estar vinculados con los centros y organizaciones educativas. Al servicio de la sociedad a la que sirven y liderar el cambio educativo de la sociedad en la que se inscriben, la nuestra, la de Balears.
Fuente del Artículo:
http://www.diariodemallorca.es/opinion/2016/07/18/retos-investigacion-educativa/1134943.html