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¿Es usted un buen papá?

Por Fausto Segovia Baus

No hay padres perfectos sino perfectibles. Como seres humanos podemos errar, y de hecho erramos. Pero nunca es tarde para realizar una autocrítica en la línea del mejoramiento y no dejar de ser lo que el mundo quiere: responsables. Para ello no hay recetas. A veces basta el sentido común y oír a la propia naturaleza.

La paternidad es un don y una responsabilidad. Pero muchos consideran una carga o un papel demasiado grande para sobrellevar. En esta ocasión caben algunas reflexiones sobre la paternidad, porque lo bueno puede convertirse en óptimo y lo malo revisarse, en aras de buscar puntos de encuentro y mejoramiento.

• Realidades Un primer pensamiento que puede ser útil es reconocer que la paternidad y la maternidad tienen asidero en la familia, que constituye no solo la célula social sino el espacio natural donde se forman personas. Somos, en efecto, hijos de una familia donde los padres –por presencia o ausencia- marcamos la vida de nuestros hijos; somos sus referentes. Ser padres, en este contexto, es una vocación que tiene repercusiones totales en las personas y no solamente jurídicas. La realidad, sin embargo, refleja una crisis profunda en las familias por causas complejas, en ocasiones producidas por un fenómeno lamentablemente generalizado: el abandono.

A veces es difícil entender que padres y madres que, supuestamente, trajeron hijos al mundo no bien se presentan dificultades, los dejan solos y desamparados, o cuando se producen inevitables divorcios, la gente regatea los alimentos y busca argumentos inverosímiles para no cumplir con sus obligaciones morales y legales. Por supuesto que hay padres y madres responsables, pero un porcentaje creciente de niños y jóvenes –así dicen las estadísticas- está creciendo con altos niveles de privación afectiva, por falta de consistencia familiar o, lo que es más grave, con graves índices de violencia intrafamiliar, que tiende a replicar un círculo vicioso difícil de controlar.

• Autocrítica ¿Dónde se aprende a ser buenos padres? La respuesta obvia: la universidad de la vida. No obstante, esta ‘universidad’ no necesariamente prepara padres eficaces, amorosos y responsables. Los atavismos se mantienen y se repiten amplificados ahora por ciertos medios de comunicación social, especialmente la televisión, que trasmiten arquetipos vacíos de contenidos y valores, y donde bajo el supuesto de ofertar diversión y espectáculo inculcan la infidelidad, la agresión y crímenes atroces, en nombre de la libertad de expresión.Es necesario, por tanto, revisar qué hacen y no hacen los buenos padres para intentar una autocrítica constructiva.

• Siete hábitos Augusto Cury, en su libro ‘Padres brillantes, maestros fascinantes’ (Planeta), ofrece algunas pistas interesantes. Plantea siete hábitos, sobre la base de un principio rector: ‘Los hijos –dice el autor- no necesitan padres extraordinarios, sino seres humanos que hablen su lenguaje y sean capaces de penetrar su corazón’.

1. ‘Los buenos padres dan regalos. Los padres eficaces ofrecen su propio ser’.

2. ‘Los buenos padres nutren el cuerpo. Los padres eficaces nutren la personalidad’.

3. ‘Los buenos padres corrigen los errores. Los padres eficaces enseñan a pensar’.

4. ‘Los buenos padres preparan a sus hijos para los aplausos. Los padres eficaces preparan a sus hijos para los fracasos’.

5. ‘Los buenos padres dialogan. Los padres eficaces dialogan como amigos’.

6. ‘Los buenos padres dan información. Los padres eficaces cuentan historias’.

7. ‘Los buenos padres dan oportunidades. Los padres eficientes nunca desisten’.

• Para los futuros papás ¿Cuál es la familia de sus sueños? La familia que quiere formar no es perfecta. No tiene ni tendrá padres infalibles ni hijos que causen frustraciones. Sus hijos serán lo que respiren y aprendan dentro del hogar. No serán copias de usted o clones. Para ello usted tiene que dar, en primer lugar, ejemplo. Y el paso inicial es tener la capacidad de decir ‘te amo’, ‘te quiero’, ‘lo siento’, ‘eres muy importante para mí’. Finalmente es necesario recordar –según Augusto Cury- que ‘en la verdadera familia no hay dioses ni héroes sino amigos. La familia de sus sueños es festiva. Un lugar sencillo donde hay debe haber- gente feliz’. Porque los padres somos felices cuando los hijos son felices.

Fuente:http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/buen-papa-familia-hijos-analisis.html.

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El juego es algo serio

Por Fausto Segovia Baus

¿Qué es el juego? Una cuestión de niños o alude también al mundo de los adultos? La alianza existente entre el juego y el trabajo es el resultado de una perversión del juego, o de una adulteración del trabajo? Para intentar responder a estas interrogantes trataremos de esclarecer la naturaleza del juego. Un tratado sobre el juego es el ‘Homo ludens’, de Johan Huizinga (1872-1945), quien plantea que el juego es más ‘viejo’ que la cultura.

Este historiador holandés demostró –siguiendo las ideas orteguianas- que los seres humanos somos mucho más que ‘homo sapiens’ u ‘homo faber’: somos esencialmente juego, tan esencial como la reflexión y el trabajo. Huizinga descubrió que la génesis y el desarrollo de la cultura tienen carácter lúdico. La política, la religión, el arte, la ciencia, la tecnología y todos los lenguajes, según Huizinga, están impregnados de juego.

• El juego como expresión de la libertad

En esa línea de pensamiento no es posible ignorarlo. ‘Casi todo lo abstracto –dice Huizinga- se puede negar: el derecho, la belleza, la verdad, el espíritu, los dioses. Lo serio se puede negar; el juego, no. El juego por mandato no es juego. El verdadero juego es una expresión de la libertad. Y es desinteresado. Por eso el juego está reconocido como un tesoro espiritual, que puede ser transmitido por tradición y repetido en cualquier momento’.

• El jugador adulto

La característica fundamental del juego del adulto reside en el ‘permiso’. Se dice que hay pocos adultos, por libres que sean para disponer de su tiempo o de su persona, que no hayan sido sorprendidos alguna vez con un gesto furtivo para disimular que jugaban. Existen, sin duda, aquellos en quienes el juego provoca remordimiento. Pero en la mayoría el sentimiento de permiso acabó por prevalecer sobre la prohibición y acrecentó la alegría de jugar. El origen de los deportes, según algunos estudios, está en la ‘tregua’. Michel Bouet concede al deporte una función agonística; es decir, como sustituto de la guerra.

Hay varios ejemplos que ilustran esta hipótesis. Se dice que la ‘pelota bretona’, antepasado del fútbol, que consistía en elevar una pelota al terreno adversario, oponía a rivales de pueblos vecinos y desencadenaba grandes esfuerzos, y a veces cobraba víctimas en tiempos de paz. Observamos que nuestros niños imitan a los adultos al jugar a la guerra, y que varios deportes que hoy se practican son claramente violentos. Desde el punto de visto sociológico, ¿es el deporte una violencia permitida? ¿La función del deporte es evitar una guerra verdadera? El jugador adulto goza del juego al ser protagonista de su propio mundo. En realidad no se puede calificar como ‘felicidad’ el resultado del juego. Pero sí es cierto que en cada jugada el adulto descubre una nueva dimensión de sí mismo: la mano del destino o la satisfacción más profunda de su auto realización. No se trata, pues, de ganar o perder; merced a la magia del juego el hombre se humaniza.

El juego del adolescente

El adolescente ante todo busca su identidad personal porque trata de afianzar su vida interior. Los ‘juegos de niños’ no le interesan. Propiamente los juegos de su edad son pocos. Podríamos decir, sin exageración, que toda la etapa adolescente es un gran juego, en el que las principales conductas lúdicas se orientan hacia la mofa y el desafío. Al burlarse el adolescente de sí mismo con juegos ridículos, confieren al mundo la responsabilidad de su condición. Y en cuanto al desafío, rivaliza con el adulto. El adolescente desafía la cordura del adulto y a sí mismo, a quien todavía no ha encontrado. Las apuestas estúpidas, los riesgos innecesarios, el gusto por el peligro sirven de descarga emotiva, en la que la ley del juego es una especie de externalización de la tempestad interior.

• El juego del niño

‘La infancia sirve para jugar’ dijo Jean Chateau. Esta concepción adulta de la infancia se parece a cierto tipo de antropología que convierte en ‘primitivos’ a los testigos sobrevivientes de una etapa superada por esos ‘civilizados’ que son los etnólogos. El juego lo encontramos en todas las instancias evolutivas de la vida humana. Pero una educación ‘adulto–centrista’ ha convertido al juego en una característica infantil, cuando la verdad es otra. El ludismo del adulto se ha definido como auto permiso; el del adolescente, como la mofa y el desafío. El ludismo infantil está representado por el juego simbólico. Las conductas lúdicas del niño se relacionan con el adulto en tres dimensiones básicas: tutela y libertad, discusión y disponibilidad, estímulo y seguridad.

• ¿Qué es el juego?

El juego es algo serio. Sutilmente, el juego no resiste a las desfiguraciones que se dan entre la regla y lo arbitrario; entre lo secreto y lo compartido; entre lo prohibido y lo permitido; entre lo incierto y lo codificado; entre lo real y lo ficticio. Desde el juego de palabras en el adulto hasta la significación afectiva en el niño, la actividad lúdica es un vector hacia el porvenir, profetiza las relaciones sociales y conduce al lenguaje. El juego es una parodia de la conducta mágica.

El niño y el adulto mediante el juego simulan creerse poderosos para aceptar en última instancia su pequeñez. De esta forma, el juego exorciza el espectro de la engañosa magia, salvaguardando las fuerzas necesarias para el trabajo. El juego es para el ser humano la mejor higiene que existe. Mediante el juego el hombre deja de tomar la vida en serio, precisamente porque el juego es una ‘cosa seria’. El juego es parte esencial de la cultura. Con el juego aprende, aprende a aprender.

• Esencia de la vida

Del juego brota la fuerza necesaria para lograr la comunicación, la fraternidad y el reino de la libertad. El ser humano no es libre sino cuando juega, cuando encuentra la comprensión gratuita de sobrevivir, abandonando por un momento la realidad para sumergirse en su propio mundo. Bien decía Johann Friedrich Shiller: ‘el hombre no es perfectamente humano sino cuando juega’.

El juego, por fin, es sin duda alguna una infracción a las disciplinas y tareas que a todo ser humano le imponen las necesidades prácticas de la vida, el cuidado de su situación, de su personaje; pero lejos de ser su negación, las supone.

El juego no se opone al trabajo; al contrario, lo dignifica. El juego no se opone al descanso porque la persona que juega, en cierto modo, también descansa. El juego está presente en todos los estadios de la vida humana, porque responde en cada etapa a necesidades psicológicas, y resume en cada sonrisa la enorme capacidad de ternura que todavía nos queda.

Fuente Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/juego-serio-tipos-vida-faustosegovia.html. 

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El voluntariado, fuerza social conectada por la solidaridad

Fausto Segovia Baus

En tiempos de paz y en tiempos de guerra o de catástrofes, el voluntariado se ha hecho presente. Cuestionados por el poder, los voluntarios constituyen una fuerza social de la sociedad civil, que debe ser apoyada y canalizada. Ser voluntario es algunos países es un honor, pero, ciertamente, no persigue ningún título o mención porque su característica básica es el servicio, sin remuneración alguna. Peor ser catalogado como ‘héroe’, cuando cumple una función para la cual se ha preparado.

Quienes en un momento de nuestras vidas fuimos voluntarios sabemos su esencia, nacida de una vocación de atender al prójimo que sufre, independientemente de su color, condición social, económica o religiosa.

• Todos somos voluntarios No es un eslogan. El terremoto de Manabí es un ejemplo real de la capacidad de la gente para organizarse y ofrecer lo más urgente –alimentos y vituallas- a sus hermanos. Decenas de camiones salieron de inmediato de las principales ciudades, llenos de pertrechos con fundas y cartones acumulados en los centros de acopio. Las llamadas de auxilio de los pobladores dieron resultados. Y las redes sociales entraron en acción, y todos nos conectamos para ayudar, sin esperar nada del oficialismo. Es que se trató de una reacción espontánea e inmediata ante una tragedia de grandes proporciones. Todos, sin excepción, nos convertimos en voluntarios en favor de una causa justa.

• ¿Qué es el voluntariado? La sociedad civil está vinculada al voluntariado, que es una fuerza social de carácter plural, no estatal, cuyo origen es la ciudadanía que asume responsabilidades sociales, sin otra recompensa que el servicio humanitario. El voluntariado no tiene partida de nacimiento precisa, pero existen hitos importantes donde los voluntarios comenzaron a actuar, en defensa de los seres humanos. Los inicios del Movimiento Internacional de la Cruz Roja, fundada por Henri Dunant, en 1863, es un claro ejemplo de la actitud humanitaria de personas y organizaciones en favor de la defensa de la vida. Otra organización mundial es el Movimiento Scout, con su lema ‘ser útil’ liderado por su fundador Robert Baden-Powell; también los Clubes de Leones, Kiwanis, Rotary, YMCA (Asociación Cristiana de la Jóvenes), y otras organizaciones altruistas, sin fines de lucro. El voluntariado se expresa en función de los problemas sociales y se orienta a ayudar a personas en situación de desventaja o de privación afectiva o económica. Sus campos son amplios: la educación, la salud, la microempresa, la agricultura, la artesanía, los derechos humanos, el ambiente, los migrantes, etc. Y ahora, con toda autoridad, en tiempos de emergencias y desastres.

• ¿Elitismo en el voluntariado? Este es un mito muy difundido. Hay que reconocer que existen numerosas organizaciones de la sociedad civil, que actúan como sociedades de beneficencia o fundaciones sin fines de lucro. Y que, inclusive, podrían formar parte de grupos pudientes. De hecho, algunas empresas privadas han creado corporaciones para atender a personas en situación de vulnerabilidad, en el ámbito de la responsabilidad social. Por ejemplo, los niños de la calle, los ancianos, el hombre doliente, las madres solteras, los enfermos de sida o cáncer, los indígenas, entre otros grupos. ¿Es que esta gente se organiza para aliviar los dolores de conciencia? Talvez sí, talvez no; pero lo cierto es que se rigen bajo estatutos y realizan o realizaban acciones sociales, que en los últimos tiempos han sido cuestionadas por el oficialismo, que ven intromisiones inaceptables de organismos internacionales (Decreto 16).

• Otra pregunta y la respuesta ciudadana ¿Quién dice que los voluntarios son exclusivamente los ricos que desean entregar las migajas que caen de la mesa? La respuesta a esta pregunta la ha dado el pueblo ecuatoriano –la sociedad civil- que actuó de inmediato en el terremoto de Manabí y Esmeraldas. El ciudadano del Ecuador ha dado muestras de su fortaleza moral y cívica, y ha actuado en forma libre; las diferencias socio-económicas fueron superadas por ese valor tan maravilloso como es la solidaridad. El voluntariado, por lo tanto, mira la humanidad y los principios, y no los intereses o ventajas. El voluntario da su tiempo, sus ideas, sus brazos y sus piernas, y sobre todo sus corazones al servicio de una noble causa. Y esto sucedió en esta catástrofe. Las lecciones del voluntariado del Ecuador –que se autoconvocó e integró a decenas de rescatistas, médicos, enfermeros, bomberos, estudiantes de diferentes carreras y activistas sociales- son aprendizajes valiosos que deben ser asumidos por la sociedad. ¿Un nuevo estatus para el voluntariado? ¿Cómo capitalizar estos aprendizajes de la sociedad civil?
Fuente: :http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/voluntariado-fuerza-social-conectada-solidaridad.html.

Fuente de la imagen: http://www.caritasecuador.org/wordpress/wp-content/uploads/2014/06/voluntariado.jpg

 

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La sociedad civil: ¿una causa para los ciudadanos o para el Estado?

Fausto Segovia

Nuevas lecturas sobre la sociedad civil frente al ocaso de los partidos políticos, y la influencia notoria de las redes sociales en una sociedad conectada.

El discurso oficial y las supuestas contradicciones entre una revolución ciudadana y el ejercicio de una ciudadanía plural que intenta participar sin la tutela estatal. Elementos para un debate abierto. La pregunta es pertinente, cuando los vientos de las reformas se cuecen no tanto en las ‘cúpulas’ como antaño –hoy casi desaparecidas-, sino en las calles donde se manifiesta la gente, gracias a un adminículo súper moderno –el celular- que es la ‘estrella’ de las redes sociales.

• El desarrollo humano: el contexto

La sociedad civil – ahora cuestionada en foros internacionales por el oficialismo – no nació de la nada. Fue en la década de los setenta, gracias a Manfred Max-Neff, un científico sueco que lideró un grupo de especialistas patrocinado por las Naciones Unidas, cuando el concepto y praxis de un nuevo modelo de desarrollo, tomó fuerza en nombre de la denominada tercera vía, ante el supuesto fracaso del socialismo y el capitalismo. Su trabajo se expresó en el libro ‘El desarrollo a escala humana’, que es un verdadero referente para el diseño de las políticas públicas de desarrollo hasta nuestros días, especialmente en el Tercer Mundo.

Asumida por las Naciones Unidas esta teoría se expresa en los Índices de Desarrollo Humano –IDH- que ubica a los países según tres variables fundamentales: la escolaridad (educación); la esperanza de vida (salud y nutrición); y el empleo (trabajo), que se complementa con algunos indicadores. La satisfacción de las necesidades básicas de las personas constituye la calidad de vida, que es el propósito central del desarrollo humano sustentable.

En este escenario, la sociedad civil organizada asume un papel importante, no tanto como contrapoder frente al Estado tradicional, sino como una instancia visible de la organización popular, antes liderada exclusivamente por los gremios de artesanos, comités de empresa y sindicatos. Y comenzó a hablarse de tres sectores plenamente definidos: el público, representado por el Estado; el privado, con sus cámaras y gremios instalados en la lógica del mercado; y la sociedad civil, abierta y plural que, en principio, halló un desfogue en las llamadas organizaciones no gubernamentales o ONG y en otras expresiones de militancia, cuyo eje articulador es algo difuso todavía, pero de gran significación social y política: la ciudadanía.

• Democracia y ciudadanía

Y con la ciudadanía –más allá de un eslogan electoral- surge una nueva expresión de concebir y hacer política, dentro de los parámetros democráticos. Veamos por qué: la ortodoxia consideraba que la democracia era el conjunto de procedimientos para elegir gobernantes. Esta teoría elitista de la política fue cuestionada por la teoría participativa que, sin salirse del enfoque institucional, intentó recuperar la acción política para los ciudadanos, pero dentro del ámbito del Estado y sus instituciones.

El resultado ha sido exitoso para el oficialismo, y un fiasco para el pensamiento alternativo. El supuesto éxito del modelo estriba en que los ciudadanos ahora ejercen el poder, con énfasis en una nueva institucionalidad derivada de la Constitución de 2008, mientras la otra concepción plantea lo contrario: desestatizar la política, en el sentido que los asuntos públicos, en esencia, conciernen no solo exclusiva y excluyentemente al Estado, como plantea la teoría tradicional, sino al pueblo (ciudadanos y ciudadanas conscientes y libres). De ahí la interrogante de este ensayo: La sociedad civil, ¿una causa para los ciudadanos o para el Estado?

• Una mirada académica

Ángel Sermeño en el ensayo ‘Democracia y participación política: los retos del presente’ sostiene que ‘como sabemos, la exitosa y oportuna invocación de la noción de sociedad civil a lo largo de los ochenta y noventa estuvo acompañada de evidentes desventajas analíticas y conceptuales en razón de la extraordinaria y laberíntica polisemia del término y por el abuso de su instrumentalización, así como de su usualmente pésima operativación (Honnet, 1999; Giner, 1996: 117–146; Olvera, 2003)’. ‘Sin embargo, más allá de esos usos erróneos, la categoría de sociedad civil, con su indiscutible riqueza normativa, posibilitó fundamentar el principio antiautoritario de autonomía de la esfera de lo social, sin el cual es impensable concebir un nuevo tipo de orden político genuinamente democrático.

En consecuencia, diferenciar la sociedad del Estado y del mercado permitió, por una parte, teorizar el rol de las redes de asociaciones independientes del Estado que, no obstante, persiguen influir en la definición de las políticas públicas; pero, por otra parte, también permitió caer en la cuenta de la importancia estratégica del espacio público y de la opinión pública para la ampliación del discurso democrático. Es decir, hizo posible tomar conciencia de la importancia para la democracia y la ciudadanía de una esfera pública asentada sobre la sociedad civil’, concluye Sermeño.

• La opción por la solidaridad E

En esa perspectiva, Agapito Maestre, investigador de renombre, siguiendo a Hannah Arendt, visualiza dos grandes corrientes: las democracias liberables que padecen una grave crisis de representatividad, y la sociedad civil, que busca denodadamente espacios que intentan resolver el dilema de los que creen -y hay muchas razones para ello- que la política equivale a corrupción, es decir, a una perversión de lo político.

Si la política es ‘materialmente de nadie y potencialmente de todos’, en la feliz expresión de Dubiel, está en los sujetos concretos y no en algunas instituciones -virtualmente desacreditadas- la construcción de una democracia posible. ¿Qué hacer entonces para lograr que ese ‘privatismo apolítico’, esto es, aquel en el que el individuo se refugia en lo privado, sin ningún contacto con lo social ni con lo político, tenga una salida hacia una participación real en las cuestiones que interesan a todos?

La respuesta no es fácil, porque este tipo de individuo -ensimismado y sin proyección histórico-social- está, en cierto modo, favorecido por el sistema que sacraliza el voto (El voto es igual a democracia, lo cual es un sofisma, porque el sufragio no pasa de ser para muchos un mero ejercicio formal de elección a cambio de un certificado).

Otra razón es que los llamados políticos profesionales nos tratan en época de elecciones como infantes o clientes, donde las demandas de los ciudadanos no aparecen. La alternativa es, según Maestre, a contrapelo de las tendencias privatistas, proponer la solidaridad como esencia de la democracia, sobre la base de animar la participación efectiva; no la manifestación ni el griterío, sino la generación de propuestas y acciones que ayuden a creer y crear oportunidades para construir una sociedad mejor.

• Cultura política

Pero la solidaridad no basta, según Jesús Martín Barbero: ‘Tenemos una cultura política trasplantada que se condensó en instituciones formales necesarísimas, pero profundamente ajenas, distanciadas de los modos de ver, de sentir, de decir, de estos países’. Así, los partidos tradicionales no sintonizaron con la cultura política del pueblo y se produjo una especie de simulación, que dio origen a los populismos puramente gestuales, sin contenidos y definitivamente antidemocráticos y antisociales. El resultado no pudo ser más cruel: la democracia se volvió insignificante, en términos de participación de los bienes sociales. Y el populismo -que sigue vivo- tuvo la ventaja de ‘conectarse’ con la cultura política del pueblo, mientras en la otra orilla, la hegemonía del discurso ortodoxo e intelectual, convirtió a los ciudadanos en audiencias y públicos. En ambos casos la participación ciudadana quedó en el limbo.

 El despertar de la sociedad civil

La expresión sociedad civil tiene diversas connotaciones. En lo conceptual es un grupo humano constituido por ciudadanos y ciudadanas, libres e iguales, que participan, asumiendo derechos y obligaciones, en la construcción del bien común, que actúa –debe actuar- en espacios propios, no estatales ni centrados en la empresa o el mercado. A diferencia de la sociedad armada, la sociedad civil es deliberante y actúa dentro de espacios plurales, diferentes o divergentes al discurso oficial, donde la no violencia activa y la resistencia son estrategias reales, incluso garantizadas por la Constitución. La participación ciudadana es entonces una respuesta creativa frente al desgaste de los mecanismos de representación formal, porque intenta una acción directa sobre la base del reconocimiento de las diversidades políticas, económicas, sociales y culturales.

En ese despertar de la sociedad civil, las redes sociales ocupan un lugar protagónico. Pero ese es otro tema. Hasta pronto.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-ElComercio.com

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Aprendizaje por competencias: el reto actual y futuro del Ecuador.

Por: FAUSTO SEGOVIA BAUS

La Constitución de 2008 (Art. 27) y la Ley Orgánica de Educación Intercultural (Art. 6, lit. x) califican a la educación ecuatoriana por competencias. El nuevo currículo aprobado en febrero pasado, en sus considerandos se refiere a las competencias. ¿Por qué el Ministerio de Educación se niega a aceptar este modelo establecido en la Constitución, la Ley y los propios acuerdos? ¿Por qué seguir con el tema de las destrezas con criterio de desempeño, si en el fondo, están hablando de competencias? A continuación una investigación conceptual y metodológica del término.

… ‘La escuela del futuro enseña a pensar, enseña a saber pensar, enseña a saber hacer y a saber convivir, que se resume en saber ser’, según Jacques Delors.

• Enfoques semánticos

Para empezar es necesario precisar qué es una competencia desde el punto de vista pedagógico. Existen dos enfoques semánticos: en primer lugar, la competencia asociada con la educación para la eficacia y las demandas del mercado, en donde el saber-hacer que se reclama debe entronizarse con la economía mundial, hacia la globalización y los modelos neoliberales; y en segundo lugar, la competencia asociada con la educación integral y la formación de sujetos críticos, en donde el saber-hacer se vincula a los contextos socio-culturales, el sentido ético-humanístico y la cualificación de las condiciones de vida. Me adhiero a la segunda.

• ‘Saber hacer en contexto’

El problema central de la educación es el modelo educativo, caracterizado por el academicismo –que gira sobre los contenidos-, y la fragmentación -dispersión en un sinnúmero de áreas y materias que no integran al conocimiento con la vida-. Las competencias se definen como saber-hacer en contexto; es decir, ser competente es saber-hacer las cosas y saber-actuar con las personas. Este saber-hacer y saber-actuar se realiza comprendiendo cómo se actúa, asumiendo de manera responsable las implicaciones y consecuencias, y transformando los contextos a favor del bienestar humano. Existen según Gagné, pedagogo francés, dos tipos de conocimientos: declarativo: implica conciencia e intencionalidad, y procedimental: es el saber-hacer que, en ocasiones, requiere de la conciencia, y en otros no. Esta separación del conocimiento es teórica, porque el conocimiento declarativo se elabora a partir de la integración del sujeto con el mundo. La competencia, en este sentido, se concibe como un conocimiento integrado.

• Competencias básicas

¿Y cuáles son las competencias básicas? Son aquellos patrones de comportamiento que los seres humanos necesitamos para poder subsistir y actuar con éxito en cualquier escenario de la vida. Las competencias básicas pueden considerarse como las constituyentes centrales del perfil del estudiante. El desarrollo de las competencias cognitivas básicas es una estrategia para mejorar la calidad de los aprendizajes. El potencial del aprendizaje es la capacidad que tienen las personas para pensar y desarrollar conductas inteligentes.

• Acepciones

Para poder apropiarse de este concepto, en primer lugar se debe revisar las diferentes acepciones del término. Se le usa en múltiples sentidos: a) Como la cualidad de competente de un profesional por su aptitud e idoneidad, en las competencias deportivas (rivalizar con); b) Como la atribución legítima de un juez u otra autoridad para el conocimiento o resolución de un asunto, entre otras; y, c) Debe precisarse que existen el sustantivo competencia y el adjetivo competente (experto, apto).

• Evolución del concepto

1. Desde la lingüística. En este análisis el concepto de competencia originalmente surge de los planteamientos de Noam Chomsky, quien en 1957 propuso la competencia como el acervo cognoscitivo que de una lengua posee el hablante -oyente ideal.

2. Desde la psicología cognitiva. En esta serie de adaptaciones el concepto competencia es adoptado con algunas modificaciones a la psicología de corte cognitivo. Se incorporó la teoría de Jean Piaget del desarrollo cognitivo y la psicología cognitiva de corte computacional o del procesamiento de la información, apropiándose del concepto de competencia desde el enfoque lingüístico y sociolingüístico.

Al crearse el concepto de competencias cognitivas, este concepto de competencia va la mano de los planteamientos de Lev Vigotsky, de la psicología histórico-cultural, que plantea el desarrollo cognitivo a partir del contacto con el mundo social para luego pasar a internalizarse (Vigotsky, 1979). El estudiante aprende de los otros a medida que establece relaciones, puesto que vive en grupos y estructuras sociales, se apropia de la experiencia social e histórica, incorporando e internalizando pautas sociales.

La teoría de Vigotsky rescata la importancia del carácter social e histórico del aprendizaje, a partir de la apropiación de los elementos culturales que realiza el sujeto. De otra parte, la teoría de Benjamín Bloom planteó una taxonomía que sirve de base de la formación integral por competencias cuando propuso tres objetivos en la educación: el desarrollo cognoscitivo, afectivo y psicomotor de un ser que piensa, siente y actúa lo cual hace reflexionar acerca de la importancia de la formación y evaluación integral de estos tres criterios, de la persona alumno o profesor.

Además, la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner que pluraliza el concepto tradicional de inteligencia, plasma la importancia de la capacidad o disposición de una persona para dar solución a problemas reales y para producir nuevo conocimiento. Así el concepto de competencia está inmerso en el desarrollo y manifestación de las diferentes inteligencias, por medio de habilidades, tareas y valores.

• Lo que dicen los expertos

-‘La competencia es un saber hacer o conocimiento implícito en el campo del actuar humano, una acción situada que se define en relación con determinados instrumentos mediadores’. (ICFES, 1998)

-‘Conocimiento, destrezas y actitudes necesarias para ejercer su propia actividad laboral, resuelve los problemas de forma autónoma y creativa, y está capacitado para actuar en su entorno laboral y en la organización del trabajo’. (Bunk, 1994)

-‘Representación de combinación de atributos –con respecto al conocimiento y sus aplicaciones, aptitudes, destrezas y responsabilidades-que describen el nivel o grado de suficiencia con que una persona es capaz de desempeñarlos’ (González y Wagenaar, 2003)

-El proyecto Tuning Educational Structures in Europe define la competencia como ‘una combinación dinámica de atributos, en relación a procedimientos, habilidades, actitudes y responsabilidades, que describen los encargados del aprendizaje de un programa educativo o lo que los alumnos son capaces de demostrar al final de un proceso educativo’.

-‘Competencia es una actuación integral, centrada en el estudiante, resultado de la identificación de problemas y la aplicación con eficiencia y compromiso ético, de los saberes (saber, ser, saber hacer y saber convivir), en un contexto dado’. (Tobón, 2010)

• Clasificación de las competencias

Las competencias básicas que se deben adquirir en la educación inicial, básica y media son la lectura comprensiva y rápida, la escritura, la expresión oral y matemática básica. Son los conocimientos fundamentales para la vida. En matemáticas se espera que los niños adquieran competencias para formular y resolver problemas de operaciones, de geometría espacial, de tratamiento de datos y situaciones aleatorias, de uso del sistema métrico.

En lenguaje la competencia lingüística se extrapola a la competencia comunicativa al abarcar diversas competencias: gramatical, semántica, textual, pragmática o sociocultural, enciclopédica literaria. Al mismo tiempo el alumno debe desarrollar habilidades mentales diversas como: observar, describir, argumentar, interpretar, proponer (Maldonado, 2001).

Las competencias genéricas se refieren a los conocimientos generales para realizar comportamientos laborales y habilidades que empleen tecnología. Para alcanzarlas es ineludible la coherencia entre los programas curriculares, el desempeño natural y el trabajo real de ese profesional en el ámbito local, nacional e incluso internacional. Tal es el caso de manejo de algunos equipos y herramientas.

Las competencias específicas son conocimientos especializados para realizar labores concretas propias de una profesión o disciplina que se aplican en determinado contexto laboral, tal sería el caso de la relación con pacientes o la elaboración de estados financieros. Las competencias laborales articulan conocimientos, aptitudes y actitudes en el mundo del trabajo.

Así, el sujeto puede desempeñarse satisfactoriamente de acuerdo con una norma reconocida concertada con el sector productivo. Estas competencias se refieren a la capacidad de una persona para aplicar sus conocimientos a la resolución de problemas relacionados con situaciones del mundo laboral, a su destreza para manejar ciertas tecnologías y para trabajar con información, así como a su capacidad para relacionarse con otros, trabajar en equipo, y a cualidades personales como la responsabilidad, adaptabilidad, honestidad, creatividad.

• Corriente mundial

En síntesis, el estudio y aplicación de las competencias pedagógicas han llegado al Ecuador. Es tiempo de conducir la educación hacia las competencias pedagógicas, que no tienen nada que ver con el neoliberalismo y tampoco con la privatización de la educación. Los aprendizajes por competencias corresponden a una corriente mundial, que la legislación del Ecuador ha acogido.

La primera estrategia es preparar nuevos profesores centrados en las competencias pedagógicas desde la educación inicial hasta la superior. Y comencemos a llamarlo por su nombre: aprendizaje por competencias, currículo por competencias, metodología por competencias, evaluación por competencias.

¿Desean revisar la Constitución de 2008 (Art. 27) y la Ley Orgánica de Educación Intercultural (Art. 6, literal x), que están vigentes?

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:http://www.elcomercio.com/blogs/la-silla-vacia/aprendizaje-competencias-reto-futuro-analisis.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

 

 

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La tecnología: ¿dios o engendro?

Para muchos la tecnología es una maravilla: la herramienta más eficaz de la revolución del conocimiento; para otros es un monstruo inmanejable, que nos convierte en un número y más que eso: una especie de Armagedón que ha comenzado a minar nuestra conciencia. ¿Se trata de cambio planetario; es decir, un nuevo poder que llegado a nuestras vidas? …

El tema es muy serio, aunque para algunos se trata de un cuento de ciencia ficción. O mejor dicho: la ciencia ficción ha dejado de serlo porque ella está aquí y no en la literatura. Los casos son impresionantes, sin embargo, dada la influencia de los medios masivos, los cambios tecnológicos ya resultan cotidianos. ¿Es que hemos perdido la capacidad de asombro?

• El hombre audiovisual

La llegada del hombre a la luna pronosticada por Julio Verne es apenas un referente de la capacidad tecnológica del ser humano para conquistar el espacio, que tantos beneficios ha traído a la humanidad. Otro ejemplo es el dominio de la naturaleza –aunque no del todo, pues no se ha logrado todavía predecir los terremotos, los huracanes y otras catástrofes de origen natural-. Y el cambio planetario producido por la Internet, cuyos primeros impactos recién lo afrontamos, parece ser el inicio de una nueva sociedad –la tecnológica- donde las ciudades dejarán, progresivamente, de serlo, tal como las conocemos, porque serán verdaderas ‘telépolis’, según Manuel Castells, dentro del marco de nuevas relaciones sociales, políticas, económicas y culturales, y donde el espacio real será sutilmente reemplazado por el espacio virtual.

En esencia, el paso de la sociedad agrícola, a la sociedad industrializada, y de esta a la sociedad audiovisual –centrada en el conocimiento- es evidente, como la profetizó primero Marshall MacLuhan, en ‘La Aldea Global’; luego Alvin Toffler, en ‘La tercera ola’, y ahora Giovanni Sartori, autor del libro ‘El homo videns’.

• Pero, ¿qué está pasando?

La tecnología proviene del griego ‘tecne’, que equivale a máquina. En términos antiguos, la ‘tecné era una dimensión de la capacidad humana para crear o producir algo, gracias al ingenio. De ahí provienen, precisamente, las ingenierías. En términos modernos, la tecnología significa ciencia aplicada -‘know-how’- valor agregado o conocimiento añadido.

Pero la humanidad ha ido más lejos: antes era la filosofía y las teorías las que presidían las transformaciones, hoy son los sistemas creados por el hombre los que pretenden dominar todo. Nos referimos al apogeo de las denominadas ‘tecno-ciencias’, a través de las cuales giran todas las actividades humanas, sociales, económicas, políticas y de todo orden.

El ordenador, primero, y luego sus aplicaciones –ahora amplificadas por los ‘navegadores’- han revolucionado la información en todos los ámbitos. Las fronteras físicas se han eliminado y está surgiendo una ciudadanía universal ‘conectada’, a través de redes telemáticas, entre las que sobresalen las redes sociales.

El cambio es, entonces, cualitativo y planetario. Según Jean Baudrillard, la sociedad audiovisual está en marcha: la imagen impacta más que la palabra; el espectáculo más que los aprendizajes tradicionales; el entretenimiento sobre la formación; y el mercado sobre la vida. Se dice que la tecnología es inofensiva. Otros expresan lo contrario: que no es neutra. Sí, ciertamente, cada quien puede utilizar la tecnología como desee –en eso, la tecnología representa el triunfo de la libertad-, pero también podría ser una amenaza, por el mal uso, por la adicción que puede provocar y la manipulación en ciernes.

• Creación de necesidades

Según estudios de la Fundación Telefónica existen cuatro pantallas que, en síntesis, expresan los adelantos actuales: la televisión, la computadora, el celular y los video-juegos.

Estas pantallas han saturado –e incluso domesticado nuestro tiempo- a tal punto que han logrado, en ocasiones, dominar lo que antes era de exclusivo dominio personal: nuestras necesidades. Asociadas como están al mercado, las nuevas tecnologías –que se renuevan cada día- crean necesidades superfluas, y sin darnos cuenta nos han convertido en clientes de este nuevo dios que ha surgido del lenguaje binario –cero y uno-, y de la ciencia ‘nana’ que se expande.

• ¿Ética para las tecnologías?

Pero hay que reconocer la existencia de avances extraordinarios, especialmente en dos tecno-ciencias: la ‘compunicación’ y la biotecnología. La ‘compunicación’ se refiere a las aplicaciones de la informática y los nuevos lenguajes a la comunicación; y la biotecnología, es decir, las aplicaciones de nuevos sistemas creados por los científicos para resolver los problemas de la vida, las enfermedades y el peligro de extinción de plantas, animales y seres humanos.

Varios investigadores se preguntan si a este paso la humanidad va a controlar a los robots o si los robots van a controlar a los seres humanos. Las películas que se exhiben en los cines retratan, en cierto modo, lo que sucede y sucederá próximamente, pero lo más fascinante es la posibilidad tecnológica que ha logrado la humanidad para conocer el fenoma humano, controlar las enfermedades y diseñar condiciones para que se puedan crear nuevos órganos, a partir de las células madre. Llegamos, entonces, a buscar fronteras entre la ciencia y la ética. ¿Es que la tecnología es un nuevo dios o un engendro que debe ser controlado? ¿Por quién o quiénes?

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Diez mitos sobre la educación.

En ocasiones resulta incomprensible o no queremos ver que la educación tiene diferentes miradas: la amable, la positiva, la que sentimos y amamos, y aquella que deforma, niega la realidad y provoca desatinos o reacciones no esperadas. Y en el medio están los mitos, que han nacido y se comunican a través de expresiones verbales y no verbales.

Toda sociedad construye mitos a través del tiempo. En el caso de la educación, los mitos son supuestas creencias concebidas como verdades en el ámbito escolar o estudiantil, y que se transmiten de generación en generación.

A veces pueden tener lógica e incluso vigencia, pero en la práctica son superados por la realidad. En las siguientes líneas, los primeros diez mitos de la educación, que servirán para discernir y revisar su pertinencia.

1. La educación privada es mejor que la pública

Es un mito casi generalizado. Las investigaciones realizadas demuestran que tanto la educación privada como la pública tienen problemas comunes, especialmente en el rubro de la calidad. Inclusive se ha comprobado que ciertos establecimientos privados tienen menor calidad que los públicos.

2. A más sueldos de los profesores más la calidad

Esta premisa es falsa. La calidad en la educación depende de varios factores: formación de los docentes, rendimiento de los estudiantes, eficacia, eficiencia y pertinencia en la aplicación del modelo educativo, y de factores asociados como la nutrición, la estabilidad de los hogares. El sueldo ayuda, pero no resuelve el problema.

3. La coeducación aumenta el riesgo de embarazos 

​ Falso. Los estudios comprueban lo contrario: el trato entre los dos sexos facilitan el conocimiento y la interrelación natural entre hombres y mujeres. La coeducación bien conducida ayuda construir sociedades tolerantes, respetuosas de los derechos y promueven la equidad de género.

4. A Sociales van los vagos, a Física los inteligentes

Es un mito muy extendido. La inteligencia es la capacidad para resolver problemas de la vida. Las Ciencias Sociales, Biológicas y Naturales requieren por igual de personas que estudien con rigor y sin improvisación. El facilismo –si existe- depende de ciertos profesores que no preparan sus clases.

5. La secundaria es más difícil que la educación inicial

Falso. Muchos países han priorizado la educación inicial (0-5 años), con los profesores más preparados y mejor pagados. La razón es que en los primeros años se forman y consolidan las estructuras cerebrales. Para ello se necesitan pedagogos de la más alta calificación y bien remunerados.

6. Es importante aprobar Inglés, aunque sin hablar

Según datos actuales, la mayoría de profesores de Inglés en el Ecuador no habla ni escribe ese idioma. En consecuencia, la enseñanza del Inglés deja mucho que desear. Es curioso: la mayoría de estudiantes ha aprobado Inglés, pero no dominan las destrezas básicas: escuchar, hablar, leer y escribir… Inglés.

7. El mejor profesor tiene más alumnos perdedores

Este mito está extendido en los planteles donde los profesores ‘cuco’ son, supuestamente, más exitosos que los justos y maduros. Los estudiantes que pierden el año reflejan una realidad: la existencia de malos profesores, pues la exigencia y la fuerza son sinónimos de debilidad, que debe ser enmendada.

8. La calidad se resuelve con computadores

Muchos maestros piensan que con más computadores se mejora la calidad. No es así. Los computadores son apenas instrumentos o herramientas, mientras la gestión del conocimiento tiene relación con la aplicación de la meta cognición: construcción de saberes, pensamiento crítico y solución de problemas.

9. Los títulos son patentes de conocimiento

Los títulos son certificados que acreditan una profesión o oficio, pero no necesariamente representan conocimientos. Se ha evidenciado que los conocimientos cambian rápidamente, de acuerdo con la evolución de las ciencias. Dos claros ejemplos son la Biología y la Biotecnología. Los buenos profesores se actualizan.

10. Los alumnos más inteligentes son abanderados

Falso. Se ha demostrado la existencia de inteligencias múltiples –Gardner-. Los abanderados no siempre son los mejores estudiantes y mejores personas. En este sentido, las notas manifiestan ciertos parámetros de rendimiento estudiantil, pero no otras experticias sociales y procedimentales reconocidas por la sociedad.

Si ha descubierto otros ‘mitos de la educación’ escriba a fsegovia@elcomercio.com

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