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Al borde de la III Guerra Mundial

Al borde de la III Guerra Mundial

Por Hedelberto López Blanch

La anunciada decisión de Estados Unidos, Francia y Reino Unido de permitir a Ucrania utilizar misiles de largo alcance contra territorio ruso, abrirá una puerta hacia el incremento de una guerra que no tendría para cuando acabar y que su posible conclusión sería el estallido de la III Guerra Mundial.

Joe Biden, un presidente aletargado que se tambalea al caminar, quiere acabar con el mundo antes de dejar la Casa Blanca y en un afán casi demencial ha autorizado el uso de esos misiles contra Rusia.

Los primeros en divulgar la información fueron The New York Times y Reuters que al citar sus fuentes autorizadas, señalaron que Biden accedió a la petición del régimen ucraniano de dar luz verde al uso de los cohetes ATACMS de fabricación estadounidenses que poseen un alcance de 300 kilómetros.

El rotativo francés Le Figaro informó que París y Londres también dieron la autorización al régimen de Volodímir Zelenski para que dispusiera de los misiles Storm Shadow (nombrados en Francia SCALP) con el mismo objetivo.

Los Storm Shadow, desarrollados conjuntamente por Francia y Reino Unido son de tipo crucero sigiloso de clase aire-tierra con alcance de más de 250 kilómetros.

La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, recordó que Putin el pasado septiembre había enfatizado que «Si se toma esta decisión, significará, nada menos, que la implicación directa de los países de la OTAN […] en la guerra de Ucrania. Y si es así, con vistas a cambiar la naturaleza del conflicto, tomaremos la decisión adecuada en función de las amenazas que se nos planteen«.

Al mes siguiente, durante una entrevista con el periodista Pável Zarubin, explicó que «no se trata de si se permitirá o no que alguien utilice estas armas contra Rusia». Puesto que «las tropas ucranianas no pueden usar estas armas por sí mismas y solo lo harían especialistas de los países de la OTAN, porque necesitan medios de reconocimiento espacial, que Ucrania naturalmente no tiene».

Recordemos que en marzo de este año, la editora jefe de la agencia Sputnik, Margarita Simonián, publicó la trascripción de una conversación entre altos oficiales alemanes de la Bundeswehr que estaban discutiendo la posibilidad de un ataque con misiles Taurus al puente de Crimea.

En la grabación, los oficiales alemanes comentaron que los británicos tienen «algunas personas sobre el terreno» en relación con el despliegue de sus misiles de crucero Storm Shadow entregados a Ucrania. Aseguraron que los británicos han participado en la planificación de ataques con misiles Storm Shadow contra instalaciones en Rusia.

El 27 de febrero, el presidente Enmanuel Macrón tras la Cumbre Especial sobre Ucrania efectuada en París, sugirió en conferencia de prensa la posibilidad de enviar tropas europeas a Kiev.

Tras la autorización a Kiev, desde Ucrania lanzaron los días 19 y 20 de noviembre varios misiles Himars estadounidenses y Store Shadow ingleses que fueron interceptados por las defensas rusas. Seguidamente, Rusia atacó por primera ocasión instalaciones militares ucranianas con misiles hipersónicos Oréshnik de alcance medio que viajan a tres kilómetros por segundo.

Este 20 de noviembre en un mensaje a la nación, Putin explicó todas las consecuencias que provocan las constantes implicación de Estados Unidos y la OTAN en la guerra híbrida que han lanzado contra su país para tratar de destruirlo y señaló:

“Se probó en condiciones de combate uno de los sistemas rusos de misiles de alcance medio más novedosos el Oréshnik…Los modernos sistemas de defensa aérea disponibles en el mundo y el sistema de defensa antimisiles creado por los estadounidenses en Europa no interceptan estos misiles.

Lanzamos el ataque dijo, “en respuesta a las acciones agresivas de los países de la OTAN… Consideramos estar en el derecho de utilizar nuestras armas contra objetivos militares de aquellos países que permiten que sus armas se utilicen contra nuestros objetivos y en caso de una escalada de acciones agresivas, también responderemos con decisión y simétricamente”. Más claro ni el agua.

De todas formas Putin aseveró: “Rusia está dispuesta a resolver las cuestiones en disputa por medios pacíficos pero está preparada para cualquier desarrollo de los acontecimientos. Si alguien duda de esto, es en vano”.

Al parecer, la Organización del Atlántico Norte (OTAN) vuelve otra vez a encaminar sus pasos para incentivar el inicio de una Tercera Guerra Mundial pese al costo que conllevará para sus respectivos países y para la casi segura desaparición de la especie humana.

Se calcula que hay más de 12.500 ojivas o cabezas nucleares en manos de nueve países. Encabezan la lista Rusia y Estados Unidos, con un arsenal combinado de más de 11.000 ojivas, muchas veces más potentes y devastadoras que las lanzadas por Washington contra Hiroshima y Nagasaki en 1945.

También poseen armas nucleares China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Corea del Norte e Israel.

La pregunta es: ¿Quedará algún ser vivo sobre la Tierra?

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/al-borde-de-la-iii-guerra-mundial/

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Latinoamérica: El PIB no es sinónimo de igualdad social

El PIB no es sinónimo de igualdad social

Hedelberto López Blanch

Con el impulso arrollador que ha tenido en los últimos años el sistema neoliberal, los datos han confirmado que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un país no es sinónimo de igualdad social para sus habitantes.

Para comprender mejor este concepto económico, es necesario conocer que el PIB no es más que el valor total de la producción corriente de bienes y servicios finales dentro del territorio nacional durante un período de tiempo determinado, que generalmente abarca un año y se calcula según el precio de los factores o el precio de mercado.

Aunque el PIB representa la forma más importante para estimar la capacidad productiva de una economía, tiene varias deficiencias como la de ofrecer datos imprecisos sobre el nivel de bienestar y de equidad entre la población pues calcula la producción de bienes y servicio sin determinar su finalidad.

O sea, se ha convertido en un hecho casi irrefutable para muchos economistas, instituciones y organizaciones, que cuando en el año un país aumenta su PIB, por carácter transitivo, sus ciudadanos gozarán de mejor bienestar social para satisfacer las principales necesidades básicas como alimentación, acceso a la educación, salud y disminución de la pobreza.

Numerosos analistas contradicen esa ecuación al asegurar que el cálculo del crecimiento de una nación por el PIB obtenido se convierte muchas veces en una cortina para ocultar la realidad que vive la mayoría de sus habitantes pues no mide la desigual distribución de las riquezas, la extracción de las ganancias por las transnacionales y las políticas socio-económicas de los diferentes gobiernos.

Según un informe de la organización Reporte Mundial de Desigualdad, publicado en diciembre de 2022, el 10 % más rico del planeta se beneficia del 52 % de la riqueza global, mientras que la mitad más pobre alcanza únicamente el 8 % de los bienes económicos generales.

El estudio señala que «en promedio, un individuo del 10 % más alto de la distribución de riqueza global gana 122 100 dólares al año, mientras que uno de la mitad más pobre de la escala, genera 3 920 dólares al año».

En cuanto a Latinoamérica, subraya que el 10 % de los sectores más ricos concentran el 55 % de la riqueza total.

Destaquemos algunos casos. En Honduras el PIB creció 4,8 % en 2017 y 3,7 % en 2018. Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística de la nación centroamericana, publicados por el diario La Prensa, informa que casi seis millones (71 %) de los 8,5 millones de habitantes son pobres.

De esa cifra, 4,2 millones están en situación de extrema pobreza que tratan de sobrevivir con solo un dólar al día.

Se estima que después del golpe de 2009 contra el legítimo presidente Manuel Zelaya, más de 500 000 personas pasaron a integrar esa categoría, sobre todo en las zonas urbanas con un 77,8 % de pobreza e indigencia.

La desigualdad también ha ido creciendo en espiral debido a las políticas neoliberales impulsadas por los últimos regímenes lo que han ayudado a que 15 familias controlen el 80 % de las riquezas, mientras que el 80 % de la población recibe menos del 10 %.

Paraguay obtuvo crecimiento del PIB de 5 % en 2017 y 3,7 % en 2018 lo cual no se corresponde con los niveles de pobreza pues el 29 % de sus 6 700 000 habitantes se encuentran en esa desafortunada categoría que se convierte más preocupante en las zonas rurales al situarse en 39,72 %.

Tras un respiro social que tuvo ese país durante la presidencia de Fernando Lugo (2008-2012) con aumento de programas de salud, educación y empleos, sobrevino un golpe parlamentario de derecha y seguidamente la imposición de los presidentes neoliberales, Federico Franco y Horacio Cartes, ligados a intereses oligárquicos, a las transnacionales y al narcotráfico. Ambos impulsaron una bondadosa política neoliberal de entrega de recursos naturales, económicos y financieros a las empresas privadas nacionales y extranjeras.

Otro mal ejemplo es el de Perú que aunque creció como promedio un 4,5 % entre 2010 y 2019, el 10 % de la población adinerada es 50 veces más rica que el 20 % de los más necesitados; cerca del 60 % de sus habitantes están catalogados como pobres; uno de cada tres niños sufre desnutrición; el 40 % de la población carece de acceso al agua potable y el 70 % a los servicios sanitarios.

En cuanto a Argentina, que había logrado una estabilidad económica durante los años de gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, la situación se revertió debido a las políticas neoliberales impuestas por Mauricio Macri (2015-2019). Al término de su mandato, el 48,1 % de los menores del país eran pobres, mientras que los niveles de indigencia y de hambruna alcanzaban el 10,2 %. En los tres últimos años de su gobierno el PIB aumentó alrededor del 2 % y a la par la pobreza alcanzó al 32 % de los habitantes.

Con un simple análisis se puede comprender que sin voluntad política por parte de los gobiernos para aplicar beneficios  sociales, el PIB servirá para calcular transacciones y evaluaciones comerciales de una nación determinada pero no para dignificar a una gran mayoría de los pueblos.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/el-pib-no-es-sinonimo-de-igualdad-social/

 

 

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¿Puerto Rico o Puerto Pobre?

¿Puerto Rico o Puerto Pobre?

Hedelberto López Blanch

Fuentes: Rebelión – Imagen: Mildred Baldwin

¿Cómo se puede concebir que Estados Unidos cite en forma unilateral y arbitraria, a una cumbre por la democracia, cuando mantiene en el Caribe la colonia más antigua del mundo: Puerto Rico?

La desatención que Washington mantiene sobre esta colonia llamada eufemísticamente desde 1952 Estado Libre Asociado (ELA) ha llevado a que el 52,3 % de sus 3,2 millones de habitantes se encuentren en la pobreza, según un informe divulgado por la Comisión para la Erradicación de ese flagelo.

Basado en audiencias públicas, la jefa de la comisión, Elizabeth Rosa-Vélez explicó que esa peyorativa cifra es consecuencia de varios factores como la pandemia de coronavirus, los tres huracanes y el terremoto que azoló la Isla.

A Rosa-Velez, del gobernante Partido Nuevo Progresista (PNP), que apoya convertir a Puerto Rico en el estado número 51 de Estados Unidos, se le olvidó decir que la desidia de la metrópolis con ese pueblo resulta el principal factor de esa situación.

El escenario se estresa más entre infantes y mujeres. Otro documento el Instituto del Desarrollo de la Juventud (IDJ) denunció que el 58 %, o sea, seis de cada 10 niños puertorriqueños viven en el nivel de pobreza. Añadió que el 38 % de ellos sobreviven en la extrema pobreza.

El informe indica que las mujeres enfrentan una brecha en la paridad de género que refleja bajos niveles de féminas en puestos de dirección o liderazgo, el estancamiento de los salarios y la poca participación en la fuerza laboral.
Para la presidenta de la Oficina para el Desarrollo socioeconómico y Comunitario de Puerto Rico (ODSEC), Thais Reyes Serrano en su país “muchas mujeres se enfrentan a situaciones adicionales que las colocan en desventaja para potenciar su desarrollo profesional, económico y autosuficiencia como la dependencia económica, y la estructura y mentalidad corporativa».

Un ejemplo del desprecio con que trata Estados Unidos a los pobladores de esa nación caribeña lo dio el expresidente Donald Trump después que los huracanes Irma y María (los dos en septiembre de 2017) arrasaron la colonia.

A 13 días del paso del último fenómeno atmosférico, el exmandatario llegó a San Juan y en vez de otorgar apoyo económico y financiero, lanzó paquetes de papel higiénico a varias personas reunidas en un mitin preparado por las autoridades.

Asimismo, Trump quiso vender Puerto Rico o cambiarlo por Groenlandia porque este territorio estadounidense en el Caribe era «sucio y pobre», afirmó a la cadena MSNBC, Miles Taylor, en ese entonces jefe de gabinete en el Departamento de Seguridad Interior (DHS).

Los habitantes de esa isla del Caribe padecieron y aun afrontan inmensas necesidades por los estragos de los ciclones que provocaron más de 3 000 muertos y heridos, destruyeron viviendas, incrementaron la falta de agua potable y alimentos y colapsaron el sistema eléctrico.

Medio año antes del paso de los huracanes, la colonia ya padecía una enorme crisis económico-financiera que Washington no ayudó a resolver y el país se declaró en una especie de quiebra, pues la deuda exterior se fijaba en más de 73 000 millones de dólares.

Ante la profunda crisis, Washington le impuso al país una Junta de Control Fiscal (JSF por sus siglas en inglés), que aprieta el cinturón a los puertorriqueños y cobra más de 300 millones de dólares por sus “servicios”.

En concordancia, el régimen colonial y la JSF establecieron recortes por cerca de 2 000 millones de dólares al gasto público anual hasta finales del 2020 (cerca del 20 % del presupuesto actual) y de 2 500 millones hasta 2025.

Se disminuyeron las prestaciones sociales, beneficios laborales y derechos adquiridos; fueron cerradas decenas de escuelas y aumentó el coste de la universidad pública. Sólo el 40 % de la población adulta trabaja o busca empleo (el resto no aporta o lo hace en la economía sumergida). La inversión cayó un 20 % y los activos bancarios en 40 %.

Mientras la pobreza se ensaña con los puertorriqueños, las organizaciones sociales afirman que en la última década las subsidiarias norteamericanas han extraído del país, 380 000 millones de dólares, prácticamente sin pagar impuestos. A los empresarios nacionales se les hace muy difícil competir con los consorcios transnacionales.

Las amarras que tiende Washington sobre la isla caribeña se tornan asfixiantes pues solo se le permite tener a un comisionado en el Congreso de Estados Unidos que tiene voz pero no posee derecho a voto aunque se trate de alguna cuestión relacionada con su país. Aunque son reconocidos como ciudadanos estadounidenses no pueden ejercer el voto en las elecciones de esa nación.

Sin poder decidir sobre la economía (depende en gran medida del presupuesto que otorga la metrópolis), las finanzas, relaciones exteriores, es decir, sin tener independencia política ni soberanía Puerto Rico se cuenta entre las 18 colonias que aun existen en el mundo.

Claro, lo que si tienen autorizados sus ciudadanos es que pueden servir en el ejército de Estados Unidos como lo han hecho en Irak, Siria, Afganistán y otras decenas de lugares en donde muchos han perdido la vida.

No cabe duda que el Estado Libre Asociado es sinónimo de una forma de colonización en estos tiempos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/puerto-rico-o-puerto-pobre

 

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Mundo: Penuria infantil en un mundo desigual

Penuria infantil en un mundo desigual

Los problemas que ha conllevado para los países en vías de desarrollo la extensión y proliferación de la pandemia de coronavirus se pueden catalogar de graves, sobre todo para los menores de edad que pertenecen a los sectores más pobres de la sociedad.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informó que los esfuerzos fiscales anunciados en 2020 representaron un promedio del 4,6 % del PIB en la región, al tiempo que la existencia de la pandemia, la disponibilidad de vacunas y la incertidumbre sobre su efectividad junto con los ritmos desiguales y divergentes de la reactivación económica, ponen en duda la rapidez y la sostenibilidad de la recuperación económica.

El organismo estimó que el rescate de los niveles del PIB anteriores al inicio de la pandemia no se alcanzarán antes del 2023 en la mayoría de las naciones del área, donde se reportó una pérdida promedio de 7,1 % en 2020 debido a que la crisis de salud cerró negocios, congeló el turismo y la pobreza alcanzó su nivel más alto en 12 años lo que afecta ahora a más de un tercio de la población.

La secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, alertó que resulta fundamental actualizar el gasto público como instrumento de desarrollo lo cual requiere vincular la emergencia con una reactivación transformadora a corto plazo con transparencia e ingresos de emergencia y el apoyo a sectores productivos, mientras a mediano plazo, se debe poner la mira hacia la universalización de la protección social.

Estos puntos resultan fundamentales en sociedades que han adoptado por aplicar las nefastas reglas neoliberales que han posibilitado a unos pocos convertirse en ricos y a la mayoría de sus poblaciones encaminarse a la pobreza.

Para el director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley los problemas de hambruna se han ido agravando por sequías, huracanes, terremotos, cambios climáticos y ahora por la pandemia de covid-19.

Los programas sociales de ayuda a los más desposeídos se hacen completamente indispensables para salvar a muchos a morir de hambre e inanición.

Solo en tres países de Centroamérica, Honduras, Guatemala y el Salvador, en el último año y medio, las personas en situación de hambre se cuadriplicaron al pasar de dos millones a ocho millones, lo cual ha impulsado la perdida de empleos y por consiguiente la emigración hacia México y Estados Unidos para intentar mejorar sus situaciones de pobreza, lo cual casi nunca consiguen.

En esta deleznable pirámide invertida aparecen los menores de edad pues la pandemia ha revertido los objetivos trazados por las organizaciones internacionales para disminuir el trabajo infantil.

Un estudio realizado en conjunto por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), y el Fondo de las Naciones Unidas para la Educación y la Infancia (Unicef), denuncia que más de 152 millones de niños están en situación de explotación y de ellos 73 millones en labores peligrosas.

El estudio agrega que 74 millones tienen entre 5 y 11 años; 42 millones entre 12 y 14 años y 36 millones entre 15 y 17 años.

Los expertos indican que para revertir la situación se necesitan recetas universales: la vuelta inmediata a los colegios, ayuda pública a las familias más vulnerables, un mayor desarrollo de las políticas sociales, pero nada de esto pueden ofrecerlo los sistemas neoliberales.

El informe, con fecha de cierre en 2020, señala que los gobiernos y donantes debían aumentar las asignaciones en efectivo a las familias para mantener a los niños fuera del trabajo infantil (peligroso y explotador), protegerles la educación y un nivel de vida adecuado.

Dos solos ejemplos en diferentes continentes para ilustrar este flagelo. En Colombia se estima que cerca de un millón de menores, por las diferentes calles y avenidas de las ciudades, venden frutas, dulces, agua; limpian carros, interpretan canciones, hacen malabares. En casas de familias pudientes, lavan ropa, hacen mandados, limpian los inmuebles.

Pero mucho más peligroso y degradante es cuando individuos inescrupulosos los explotan sexualmente o les obligan a realizar actividades al margen de la ley.

En otro país, Gabón, en el continente africano, cientos de niños laboran o buscan materiales para el sustento de sus familias en vertederos insalubres pese a los riesgos que significa para la salud.

Muchos enferman y no tienen formas de obtener tratamiento especializado ni medicamentos, por grave que sea el padecimiento, y sus familiares deben recurrir a medicinas naturales.

Daniel Bondende, un niño de solo ocho años, deambula por uno de los vertederos de basura de Gabón, que abarca cientos de metros, en busca de algún pedazo de cobre o aluminio para revenderlo. Daniel declaró a una televisora nacional que temía por su salud pero debía hacerlo porque no puede dejar que el poco dinero que obtiene la familia provenga de su mamá y ya tiene edad suficiente para cuidarse.

Hace poco, dijo, me herí con una barra de hierro, me dolió pero la herida se curó y regresé a trabajar porque mi familia esta muy necesitada.

Roselin Bendome, activista de los Derechos del Niño en Gabón, puntualizó que cada vez más niños no van a la escuela y pasan casi todo el día en ese vertedero donde se queman materiales tóxicos para recuperar pedazos de cobre cuyo humo resulta muy dañino para la salud.

Neoliberalismo y pandemia se han unido para llevar más desgracias a diferentes pueblos del mundo y como significó la OIT, “el trabajo infantil priva a los menores de su niñez, su potencial y su dignidad”.

Son pocos los países del mundo donde los menores disfrutan plenamente de la niñez y de la juventud con plenos derechos a la educación, la salud y al bienestar social. Esperemos que algún día, ese derecho ocurra en la mayoría del orbe.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/penuria-infantil-en-un-mundo-desigual/

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La inviabilidad del neoliberalismo en América Latina

Por: Hedelberto López Blanch

La enorme y hasta ahora incontrolable pandemia de Covid-19 ha puesto de manifiesto la inviabilidad del sistema neoliberal implantado en varios países de América Latina a principios de la década de 1980.

Con servicios de salud públicos precarios muchas naciones de la región se han visto imposibilitadas de atender a la mayoría de sus pobladores que no pueden pagar una adecuada atención médica lo cual ha provocado la muerte de más de un millón de personas en el área y que además, no han podido vacunarse porque los gobiernos no tienen capacidad monetaria para comprar las vacunas anticovid.

Como consecuencia directa se han perdido millones de empleos por el cierre de comercio, servicios, empresas e industrias con el consecuente incremento de la ya enorme pobreza en que vivía la región antes de comenzar la pandemia.

El sistema neoliberal que impulsó las privatizaciones de fábricas, edificaciones, tenencia de tierras, servicios esenciales como agua, salud, electricidad, educación, enriqueció a unos cuantos mientras no ha sido capaz de dar la mínima respuesta alentadora a los habitantes afectados por la epidemia.

Bajo estas condiciones, el director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Guy Ryder informó que el impacto de la pandemia sobre el mercado laboral fue cuatro veces superior al de la crisis económica de 2008, y la comparó con un cataclismo.

Dijo que para muchos la situación laboral durante la covid-19 ha sido de molestia, tedio, frustración y para otros, miedo, pobreza, supervivencia.

El mundo laboral, enfatizó, esta mal preparado contra la pandemia al igual que los sistemas de salud y remarcó que la recuperación sería desigual si la tendencia actual continúa.

En 2020 y principio de 2021, los cuentos de hadas sobre las bondades del neoliberalismo tuvieron un fuerte revés al producirse dramáticos escenarios populares en países como Colombia, Chile, Perú, Brasil, Honduras, Haití, Ecuador, Paraguay, Guatemala.

En numerosas calles y ciudades de América Latina, multitudes de hombres, mujeres y jóvenes, han salido a exigir sus derechos ciudadanos; a clamar por un mayor control del Estado y de los gobiernos sobre los servicios y entidades públicas; pedir la repartición equitativa de las riquezas del país para poder alcanzar verdaderos derechos humanos.

Esta realidad se corrobora con una reciente encuesta realizada por el Centro Latinoamericano de Geopolítica (Celag) donde se enfatiza que “el 90 % de los argentinos están a favor de un Estado mucho más presente y activo; en Bolivia este valor se ubica en 75 %; Ecuador y Perú 73 %; Chile 70 % y México 60 %”.

Índices parecidos se manifiestan entre los ciudadanos latinoamericanos con respecto a la proposición de subir impuestos a las grandes fortunas; garantizar el derecho a la salud y la educación; frenar las privatizaciones; suspender y renegociar el pago de la deuda pública.

Como la crisis esta lejos de finalizar, varios organismos internacionales no esperan que la situación regrese a los niveles anteriores a la pandemia, hasta el año 2023.

El análisis de la OIT asegura que los trabajadores jóvenes son los que más han sufrido la pérdida de empleo, la salida del sector activo o la incorporación tardía al mismo. La tasa de ocupación de los jóvenes de 16 a 24 años disminuyó un 8, 7 % frente al 3,7 % de los adultos y los sectores con mayor afectación son la hotelería y la restauración.

A esto se une que ellos son los primeros en sufrir los recortes de horas laborales y poseen menos experiencia de empleo, además de que 3 de 4 jóvenes trabajan en la economía informal, en especial la agricultura, pequeñas cafeterías o restaurantes, y sus ahorros son sumamente escasos los que prácticamente no alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.

Son precisamente estos sectores juveniles, golpeados con fuerza por las pocas posibilidades que le ofrecen los regímenes neoliberales entronizados en Latinoamérica, los que salen a las calles para exigir mejoras económicas, sociales, laborales y financieras que les permitan disminuir las pésimas condiciones en que subsisten junto a sus familiares.

El panorama resulta más alarmante al conocerse recientes informes de organismos especializados los cuales indican que la pandemia ha dejado a 28 millones de latinoamericanos y caribeños en situación de pobreza laboral con una tasa de desocupación del 11,1 % este año.

En la región, explica la OIT, laboran en la informalidad 140 millones de personas que representa el 50 % de los trabajadores, o sea, cinco de cada diez se hallan en ese sector, sobre todo en las actividades de comercio al por menor, conocido como venta callejera.

En Perú se estima que alcanza al 68,4 %; Argentina 49,4 %; Chile y Uruguay, 25,4 % y 25,1 %, respectivamente.

Como consecuencia de la pandemia se han exacerbado la informalidad, el empleo precario, la desigualdad y la ausencia de programas de protección para la mayoría de los trabajadores.

América Latina, aseguran la OIT y el Banco Mundial, sigue siendo la región más afectada en el mundo y sugieren que el empleo debe estar en el centro de la recuperación económica. Pero la conclusión real es que el sistema neoliberal ha fracasado al ampliar las desigualdades entre ricos y pobres así como llevar hambre, miseria, desatención médica y educacional a millones de personas.

La inviabilidad del neoliberalismo en América Latina

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La triste historia de los pobres del mundo

Por: Hedelberto López Blanch

El número de pobres en el mundo aumenta cada año debido a varios factores como los violentos cambios climáticos que producen sequías, huracanes, terremotos, inundaciones; la aparición desde febrero de 2019 de la pandemia de covid-19 y sobre todo la indolencia de regímenes capitalistas neoliberales cuyos gobernantes piensan en incrementar sus riquezas en detrimento de las mayorías.

Esa conjunción de factores ha provocado que en el mundo ya existan 840 millones de hambrientos al sumárseles otros 130 millones que pasaron a esa deleznable lista en 2020.
Un informe del Estado Mundial de la Seguridad Alimentaria y Nutrición de Naciones Unidas explica que alrededor de 132 millones de personas sufrieron una situación de “hambre crónica” durante 2020 y se sumaron a los 708 millones que vivían en esas circunstancias en 2019.
Los expertos de organismos internacionales indican que Asia es el continente con mayor número de hambrientos con 382 millones, seguida de África, 250 millones y América Latina y el Caribe con 50 millones. La cifra total se completa con los que se encuentran en esa categoría en Europa y América del Norte.
Como un complemento directo en esta lamentable situación, ha quedado demostrado que los regímenes capitalistas neoliberales no han sido capaces de resguardar a sus pobladores de los efectos peyorativos producidos por la pandemia de coronavirus.

Los altos costos de la atención médica privada usados en los tratamientos contra la covid, no pueden ser pagados por muchos habitantes que se ven obligados a recluirse en sus casas y buscar remedios caseros o medicamentos más baratos los cuales, en la mayoría de los casos, no son efectivos y la trágica muerte los alcanza.
Para agravar la situación de millones de personas que sobreviven en este mundo cada vez más desigual, otra mala noticia se les viene encima.
Según la Organización de Naciones Unidas para Agricultura y la Alimentación (FAO) los precios mundiales de los alimentos volvieron a subir en abril por 11 meses consecutivo.
La organización divulgó que el índice de precio mundial de alimentos promedió 120.9 dólares en abril, 2,2 % más que en marzo, y un 30,8 % interanual por lo que alcanzó el nivel más alto desde 2014
Este índice es una medida de la variación mensual de los costos de la canasta y consiste en el promedio de cinco índices de precios de la cesta básica en relación con las exportaciones de cada uno de esos productos.

La FAO informó que en abril, el azúcar tuvo un alza de 3,9 % y alcanzó más del 60 % en relación con 2020 debido al lento avance de la cosecha en Brasil y los daños causados por las heladas en Francia.
En el caso de los aceites vegetales, creció 1,8 % en abril debido a aumento de las cotizaciones mundiales del aceite de palma por temor a que las producciones fueran más lentas de lo previsto. Los valores de los aceites de soya y colza se incrementaron aun más mientras que los de las carnes bovino, ovino y porcino se elevaron 1,7 % y los de la de aves de corral no tuvieron cambios.
Los cereales, se alzaron 1,2 % y 26 % desde 2019. El maíz subió 5,7 % y 66,7 % con respecto al pasado año resultado de siembras menores de lo previsto en Estados Unidos, Argentina y Brasil.
En medio de este escenario, en 2020 y 2021 ha crecido la inseguridad alimentaria aguda, debido a conflictos, crisis económica exacerbada por la pandemia y el embate de fenómenos naturales.
La red mundial contra la crisis alimentaria avizora un 2021 muy difícil pues en el pasado año, 155 millones de personas en solo 55 países estaban en situación de crisis, lo que representó alrededor de 20 millones más en relación con el último informe. Asimismo, 28 millones en 38 países se hallaban en situación de emergencia alimentaria y entre los más afectados se encontraban República Democrática del Congo, Yemen y Afganistán.
Dominique Burgeon, director de emergencia y resilencia de la FAO aseguró que para evitar que estalle una crisis generalizada en 2021 se necesita con urgencia acciones humanitarias para salvar vidas y medios de subsistencia a gran escala.
Antonio Guterrez secretario general de la ONU significó que este informe es una lectura desalentadora por el alza de personas en condiciones de inseguridad alimentaria aguda las cuales necesitan asistencia nutricional rápida. Se debe hacer todo lo posible, dijo, por frenar ese círculo vicioso y abordar la eliminación del hambre como base para la estabilidad y la paz, a la par de transformar los sistemas alimentarios para hacerlos más inclusivos, resilientes y sostenibles.
Otro fenómeno que golpea a las naciones son los altos niveles de endeudamiento que han adquirido desde hace décadas y que se reforzaron con la pandemia.
En América Latina y el Caribe, informó la CEPAL, esta situación también ha puesto en crisis la posible recuperación económico-social.
Todos los países latinoamericanos han sufrido un deterioro de la situación fiscal al aumentar la deuda del 69,8 % al 79,3 % del PIB entre 2019 y 2020, lo cual la convierte en la región más endeudada del mundo en desarrollo y la que tiene el mayor servicio de deuda externa en relación con las exportaciones de bienes y servicios.
Esa es la triste historia de los pobres en este mundo neoliberal tan desigual y que cada día, con más fuerza, los pueblos claman por la adopción de un nuevo orden internacional más justo.

Fuente: La triste historia de los pobres del mundo – Tercera Información -Tercera Información (tercerainformacion.es)

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Cuba: ¿Una pandemia para ricos y otra para pobres?

¿Una pandemia para ricos y otra para pobres?

Hedelberto López Blanch

El inhumano sistema de globalización neoliberal que se le ha impuesto a la mayoría de los países del mundo ha llevado en tiempos de pandemia a dividir aún más al planeta en dos: los ricos y los pobres.

Aunque las noticias parecen alucinantes, son completamente reales. Kerry Dolan, editora de la revista Forbes publicó que «pese a la pandemia, 2020 y 2021 fueron años de récord para los más ricos del mundo, con un aumento de cinco billones de dólares y un número sin precedentes de nuevos milmillonarios»,

El artículo señala que el número de personas con una fortuna de 1 000 millones o superior, registró una “explosión” hasta llegar a un número sin precedentes: 2 755 en 2021, 600 más que en el año anterior.

En total sus fortunas se estiman en 13,1 billones de dólares, por encima de los 8 billones recogidos en la lista de Forbes 2020.

Con una pésima situación sanitaria en el orbe, que en vez de aminorar se acrecienta, el 2020 fue un año récord para las personas más ricas del mundo.

Son tan fantasmagóricas las cifras que resultan difíciles de asimilar: Jeff Bezos, fundador de Amazon posee 177 000 millones de dólares; Elon Musk, creador de Tesla y SpaceX, 151 000 millones; Bernard Arnault, propietario de varias marcas de ropa de lujo y cosméticos, 150 000 millones; Bill Gates, cofundador de Microsoft, 124 000 millones; Mark Zuckerberg, fundador y director ejecutivo de Facebook, 97 000 millones.

En América Latina donde el hambre, la miseria y las muertes por la propagación de la Covid-19 se regodean en sus pobladores, aparecen 51 latinoamericanos millonarios en la lista de Forbes.

Y fíjense cómo los diez primeros millonarios de América Latina han incrementado sus riquezas en un año de pesadilla pandémica: el mexicano Carlos Slim, magnate de las telecomunicaciones pasó de 52 100 millones en 2020 a 62 800 millones en 2021; Germán Larrea Mota Velasco, director ejecutivo de la empresa minera Grupo México, de 11 000 millones a 25 900 millones.

La chilena Iris Fontbona, dueña de la compañía de cobre Antofagasta Plc, subió de 10 800 millones a 23 300 millones; Ricardo Salinas Pliego, director de TV Azteca y la cadena de tiendas Electra, de 11 700 millones a 12 900 millones

El brasileño Marcel Herrmann Telles, con la firma Anheuser-Busch InBev, fabricante de cerveza, de 6 500 millones a 11 500 millones; otro brasileño, Jorge Moll Filho, fundador de la red de hospitales privados Rede D’Or pasó de 7 300 millones a 11 300 millones de dólares, y el colombiano Luís Carlos Sarmiento, dueño del periódico El Tiempo y presidente del Grupo Aval Acciones y Valores encaramó su fortuna de 2 000 millones a 11 000 millones.

Le siguen el mexicano Alberto Bailleres, presidente del Grupo Bal que de 6 400 millones llegó a 9 200 millones; Los Safra, familia del banquero fallecido, cifran la fortuna en 7 100 millones y otro mexicano, Juan Francisco Beckmann Vidal, que produce tequila, de 4 300 millones tiene ahora 7 000 millones.

En contradicción, o mejor dicho, en línea directa con el sistema de globalización neoliberal establecido, en Latinoamérica se estima que la tasa de pobreza extrema se situó en 12,5 % y la de pobreza general en 33,7 % según el último informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

Ese organismo informó que el número de personas pobres ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones más que el año anterior. De ese total, 78 millones se encontraron en situación de pobreza extrema, 8 millones más que en 2019.

Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló que la pandemia ha causado la pérdida de 26 millones de empleos en la región y el panorama es aún más complejo en 2021 debido a las nuevas olas de contagio y el lento proceso de vacunación.

La OIT explica que antes de la Covid-19 existían malas condiciones laborales como alta informalidad, reducidos espacios fiscales, persistente desigualdad, escasa cobertura de protección social, las cuales se han acrecentado.

Esta situación ha motivado que el mercado de trabajo en América Latina y el Caribe haya retrocedido una década en solo un año de la enfermedad.

Otro grave problema creado es la posibilidad de alcanzar una distribución equitativa de las vacunas que como declaró el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se encuentra gravemente amenazadas por la deficiente distribución entre países ricos y pobres.

Mientras el secretario general de la ONU, Antonio Guterres criticó la distribución desigual de las vacunas y reiteró que 10 países han administrado el 75 % de todas las vacunas registradas en el mundo.

Ya en la región se han contagiados más de 25,5 millones y los decesos sobrepasan las 800 200 personas, en su mayoría pobres y con dificultades para obtener una atención adecuada.

La pandemia ha puesto de manifiesto que los programas de atención social han disminuido y millones de habitantes latinoamericanos no pueden tener acceso a la salud porque gobiernos neoliberales han impulsado las privatizaciones en detrimento de las grandes mayorías.

Por tanto, urge implementar un sistema de globalización humanitaria y solidaria que minimice las enormes inequidades que impone el sistema neoliberal capitalista.

Y ante estas realidades podríamos preguntarnos: ¿Habrá una pandemia para ricos y otra para pobres?

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/una-pandemia-para-ricos-y-otra-para-pobres/

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