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CADE: ¿Cómo lograr una educación inclusiva?

Por: Hugo Ñopo

En este intercambio de e-mails, Mariana Rodríguez Risco  y Hugo Ñopo discuten diferencias y hallan puntos coincidentes para abordar el imprescindible desafío de mejorar la educación en el Perú.

¿POR DÓNDE EMPEZAR?

Estimado Hugo:
Contagiada del entusiasmo por la clasificación al Mundial, me pregunto: ¿por qué no pensar en un Perú que juegue el partido de la
educación en las ligas mayores? Veo un sector educativo que ha logrado grandes avances, desarrollado capacidades y tiene un gran potencial.

Me podrán acusar de exceso de optimismo; sin embargo, no soy ciega a las dificultades. Las cifras muestran grandes avances en cobertura en todos los niveles. ¡Gol a favor de la inclusión educativa!

Lamentablemente la cobertura no ha sido acompañada por la calidad, que quedó concentrada en unas pocas instituciones educativas en Lima y grandes ciudades. Pero, ¿por qué no se expandieron llevando calidad a todo el Perú? En mi opinión, quedaron atrapados en su “zona de confort” por complacencia, falta de competencia, burocracia y políticas educativas desacertadas que, por cierto, aún persisten. ¡Autogol a la inclusión educativa en calidad!

Tenemos un sistema educativo con gran potencial, pero está maniatado. Hay tres nudos: 1) eliminar la sobrerregulación que genera burocracia y corrupción, empoderando a los líderes y gestores educativos, 2) poner en valor al maestro, y, 3) construir la institucionalidad, eliminando la existencia de instituciones educativas al margen de la ley.

Saludos,
Mariana

Querida Mariana:
Comparto tu entusiasmo y optimismo. Tenemos una oportunidad de oro. Este período debe fortalecernos como nación. Se viene construyendo un relato valioso acerca de la fe en los talentos de las personas, el trabajo en equipo, la perseverancia y la pasión en la búsqueda de los objetivos. Estas son precisamente las habilidades que
se requieren para el éxito en el futuro. Ojalá sepamos aprovechar esta oportunidad.

Dicho esto, también es conveniente una dosis de realismo. Será muy difícil enfrentar exitosamente los retos del desarrollo con el estado actual de nuestro sistema educativo.

Algo debe cambiar. ¿Qué priorizar? De los tres puntos que planteas, claramentetomo uno: los docentes. La institucionalidad también es importante, pero creo que esta la construyen las personas. Por eso priorizo al maestro.

Me gustaría ver mejor tu punto acerca de “la sobrerregulación que lleva a burocracia y corrupción”, especialmente si tomamos en cuenta que esto afecta a un cuarto de la matrícula en educación básica regular.

Así que te planteo un reto interesante. Dame una lista con diez ejemplos de lo que planteas.

Un abrazo,
H.

Mariana Rodriguez y Hugo Ñopo

Mariana Rodriguez y Hugo Ñopo. (Foto: Archivo El Comercio)

LA REGULACIÓN EN LA MIRA

Hugo:
Coincido, ¡el maestro sin duda! Urge desarrollar capacidades pedagógicas, atraer talento joven con vocación docente, e innovar el currículo de los programas de educación. Sin embargo, son miles de
maestros y están repartidos por todo el Perú, un gran porcentaje tiene más de 50 años. ¿Dosis de realismo? ¿Por dónde empezar?
Empoderando a los gestores y directores de los colegios, como en el caso de Fe y Alegría, que está logrando buenos resultados, dándoles más autonomía con rendición de cuentas. En ellos recaería la tarea de convocar y formar a excelentes maestros y de liderar el cambio, rompiendo la inercia en la que nos encontramos.

La sobrerregulación aplasta las iniciativas de mejora e innovación de los buenos colegios, ya que genera burocracia, estandariza y coloca ‘camisas de fuerza’, impone reglas y requerimientos excesivos, en muchos casos imposibles de cumplir. Gestores y directores de colegios te pueden dar muchos ejemplos del calvario que atraviesan.

Sí, estamos frente a una oportunidad de oro que debemos saber aprovechar. Trabajemos una regulación “en su justa medida” y en la institucionalidad. Son condiciones indispensables para la construcción de un sistema educativo de clase mundial.

Un abrazo,
Mariana

Mariana:
En un país con alta informalidad, la sobrerregulación suele ser un espejismo. Recordemos que gran parte de la regulación vigente
no se respeta (instituciones que funcionan en condiciones de hacinamiento, encima de chifas, casinos, etc.). Eso hace que, lamentablemente, justos paguen por pecadores. Por eso creo que para el mercado de servicios educativos, la urgencia está en la difusión de
información que nos permita distinguir el trigo de la paja.

Coincido con tu posición acerca del empoderamiento de gestores y directores de colegios. Pero si nos preguntamos por las capacidades de esos directores, volvemos al punto de partida del diagnóstico. La clave está en la selección. Es necesario poner vallas muy altas para el ingreso a la carrera docente (y, por ende, a la directiva). Para eso hay que atraer talento joven. La ventana de oportunidad está dada. De aquí al bicentenario uno de cada seis docentes habrá superado la
edad de jubilación. Pero, ¿cómo atraerlos a una profesión cuyo salario promedio está en el tercio inferior de la población? Aquí también
hay una responsabilidad de algunos empresarios. A nivel nacional, los profesores de escuelas privadas perciben salarios que son 27% inferiores a los de escuelas públicas. Con esta presión hacia abajo de los salarios difícilmente podremos salir del hoyo.

H.

EL ROL DE LOS MAESTROS

Estimado Hugo:
El sector educación tiene altos índices de ilegalidad e informalidad, reflejo de una problemática del país. La regulación ‘casuística’ intenta ponerle coto y no solo no lo consigue, sino que perjudica al sistema.
Con la mala hierba también mueren nuestros mejores frutos. Pero, vamos encontrando coincidencias: la transparencia de información es una respuesta efectiva para separar el trigo de la paja.

Como dice el Banco Mundial, la calidad de la educación es tan buena como la calidad de sus docentes. Urgen mejoras salariales, sin las cuales, iniciativas para atraer talento joven no serán efectivas. Esto es
necesario mas no suficiente. En los CADE Educación 2016 y 2017 se planteó promover un nuevo enfoque en la carrera de educación, una gran campaña nacional para revalorizar la carrera docente (60% de los peruanos no recomendaría a sus hijos ser maestro), y formar redes de colegios públicos a cargo de directores experimentados.

Para ello, se requiere consenso nacional, voluntad política y trabajo colaborativo (público y privado). Lo que me genera optimismo
es que estoy observando, como nunca antes, a la educación como un tema prioritario en la agenda nacional, un sentido de urgencia compartido, y un mayor acercamiento y confianza entre los sectores público y privado.

Mariana

Querida Mariana:
Creo que un momento en el que, efectivamente, se priorizó a la educación fue ese par de años en los que la inversión educativa
como porcentaje del PBI subió de 3% a 3,7% (2013-2015). Ojalá tengamos un nuevo período de crecimiento de la inversión. Lo necesitamos para poner en niveles competitivos los salarios de nuestros maestros.

Mientras tanto, conviene también aprovechar el momento tan interesante por el que pasa nuestra sociedad global.

Vivimos en un mundo en el que, cada vez más, la tecnología juega un rol central como herramienta para las comunicaciones y almacenamiento de información. Los sistemas educativos tienen mucho por ganar aquí.

Para aprovechar bien esta oportunidad vale la pena tener claridad sobre el rol de la tecnología y el rol del docente. La tecnología puede ser utilizada de manera costo-eficiencia para la transmisión de
información.

Con el maestro, por su lado, vale la pena avanzar hacia un modelo educativo en donde su rol es fundamentalmente formador:de mentalidades críticas, de eternos aprendices, de trabajadores en equipo, de buenos ciudadanos.

Saludos,

Fuente: https://elcomercio.pe/cade/cade-lograr-educacion-inclusiva-noticia-477539

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Haciendo política educativa en Perú desde el Ministerio de Economía y Finanzas

Por Hugo Ñopo

Existe amplio consenso frente a algunas generalidades de nuestro sistema educativo: es de baja calidad, es inequitativo y necesita mejoras sustanciales. De hecho, todos los planes de gobierno de los candidatos presidenciales coinciden en ello. Lamentablemente, otra característica común de esos mismos planes es quedarse en la generalidad declarativa.

Al parecer, ninguna propuesta electoral ha hecho un análisis completo de las necesidades y sus implicaciones financieras. Varios planes se adhieren al famoso objetivo de invertir 6% del PBI en educación, pero no explican cómo se utilizarían los recursos. La verdad es que ese monto parece ser insuficiente para llevar a nuestra educación al nivel que necesitamos o que nuestros niños y jóvenes merecen.

Basta con sumar dos grandes rubros de gasto para caer en la cuenta de la magnitud del problema financiero: docentes e infraestructura.

Los salarios de nuestros docentes son tan bajos que un profesional talentoso prefiere desempeñarse en otras ocupaciones. Durante estos años de crecimiento económico los salarios de casi todos los trabajadores han aumentado, pero los de los docentes se elevaron menos. Datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) revelan que hacia el 2004 los salarios de los docentes ya eran relativamente bajos: 70% de los profesionales y técnicos en el país ganaba salarios mayores que el promedio de los docentes.

Una década más tarde la situación empeoró: 80% de los profesionales y técnicos percibió salarios superiores al promedio del salario docente. Los salarios se han recuperado del 2014 al presente, pero el camino por delante todavía es muy largo. Necesitamos mejores salarios para atraer a los mejores profesionales. Recuperar los salarios de los docentes requiere invertir entre 3% y 6% del PBI, cada año, en el mediano plazo.

Hoy menos de la mitad de las escuelas del país cuentan con servicios básicos completos (electricidad, agua, desagüe y baños suficientes para el alumnado). Más dramático aun, solo uno de cada tres colegios se encuentra preparado para enfrentar algún fenómeno natural (sismo, inundación o huaico). Recuperar y poner operativa la infraestructura educativa necesita un shock de inversión equivalente al 11% del PBI.

¿Sabe usted cuánto invertimos en educación? La cantidad de recursos que destinamos ha aumentado notablemente durante este gobierno, pero aún invertimos muy poco: entre 3% y 4% del PBI cada año. Las necesidades superan largamente la capacidad de gasto público.

¿Qué hacer? No habrá Ministerio de Educación (Minedu) capaz de mejorar la calidad del sistema educativo si no cuenta con los recursos que se requieren para la tarea. Las varitas mágicas no existen. La mejora real de nuestra educación tiene como punto de partida un Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) a la altura del reto. Este debe respaldar presupuestalmente al Minedu en las decisiones sobre el modelo educativo de calidad para todos. Es necesario exigir un mejor manejo fiscal que asigne los recursos para las inversiones educativas necesarias no solo para el crecimiento sino también para el desarrollo.

Algunos plantearán que la solución pasa por una mayor participación privada en la provisión del servicio educativo. Como ya analizamos en este Diario en un artículo anterior, los mercados que se forman alrededor del servicio educativo son delicadamente particulares, propensos a muchas fallas que son difíciles de regular. Siguiendo este camino, el remedio puede ser peor que la enfermedad. Algunos otros plantearán que hay que hacer más eficiente el sistema educativo para que consiga mejores resultados con los recursos que ya tiene. Creo que es probable que existan espacios para ganancias de eficiencia, pero la magnitud del problema es abrumadoramente mayor que eso.

El reto es enorme, pero con la priorización apropiada y la planificación adecuada es posible superarlo. Para probar que esto puede estar a nuestro alcance probablemente sea útil mostrar las cifras en una escala distinta. ¿Cuánto gasta nuestro país por cada uno de sus estudiantes en el sistema educativo? Hoy invertimos US$1.110 por estudiante cada año. Ese monto es muy cercano al que varios de ustedes, queridos lectores, pagaron por dos horas de un fabuloso concierto de los Rolling Stones hace unos días. O es el monto que varios pagamos cada temporada por ver los partidos de la selección de fútbol. Aunque esto último, de fabuloso no tiene nada… ¿Y me van a decir que no podemos invertir más en nuestros estudiantes?

Fuente: http://www.edugestores.pe/haciendo-politica-educativa-desde-el-mef-por-hugo-nopo/

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Próxima estación: Menos desigualdad

Hugo Ñopo

Tan cerca y tan desiguales. Las diferencias que “se ven” en Lima recorriendo el metro.

Las ciudades son desiguales. Acogen hogares de diversas condiciones socioeconómicas y diversas oportunidades de desarrollo. Esto ha sido medido de múltiples  formas desde hace más de un siglo. De hecho, el artículo de Corrado Gini en el que se presentó por primera vez el hoy famoso Coeficiente de Gini para la medida de la desigualdad fue publicado en 1912.

Pero, más allá de las medidas estadísticas, es común escuchar a los ciudadanos comentar que “la desigualdad se ve en las calles”.  En este post quiero adaptar una idea que ya ha sido utilizada por The New Yorker para la ciudad de Nueva York y porJuan Echenique y Sergio Urzúa para Santiago de Chile, quienes usaron la estructura del metro para mostrar desigualdades.  En nuestro caso, transportémonos imaginariamente a Lima, capital del Perú, para hacer un paseo en su metro. Vayamos a la estación Grau (actualmente, la más cercana al centro) y tomemos la Línea 1 con rumbo sur.  Conforme uno pasa las estaciones (Gamarra, Arriola, La Cultura, San Borja Sur… y así, hasta Villa El Salvador) es posible notar muchas diferencias en condiciones socioeconómicas. Aquí podríamos insertar un video y mostrar tales diferencias, pero en su lugar combinemos esto con estadísticas importantes para medir las oportunidades de desarrollo de los futuros ciudadanos: las habilidades lectoras y matemáticas de los estudiantes.

Para cada estación, nos preguntamos: ¿qué porcentaje de estudiantes en las escuelas ubicadas a 1 Km a la redonda tienen niveles satisfactorios de comprensión lectora y matemáticas? Para esto utilizamos la Evaluación Censal de Estudiantes (ECE) del 2012. Estos fueron los resultados:

Como puede notarse, las diferencias son amplias. Mientras hay zonas de Lima en las que casi 70% de los estudiantes de segundo grado de primaria son capaces de comprender lo que leen (San Borja Sur) hay otras en las que menos del 30% lo consigue (Parque Industrial). Y, en el metro, toma solo 20 minutos ir de San Borja Sur a Parque Industrial. ¡Tan cerca y tan desiguales!

Comparar estas cifras de Lima con las nacionales levanta algunas señales adicionales de alerta respecto a lo desigual de la sociedad peruana. Moquegua, Tacna y Arequipa son las tres regiones con mejores desempeños en lectura. En estas tres regiones sureñas entre 50% y 60% de los estudiantes alcanzan el nivel satisfactorio de comprensión lectora. Esto los pone aproximadamente al nivel de los estudiantes de colegios alrededor de la estación La Cultura (dato: si usted quiere ir al Ministerio de Educación en Lima, esta es la estación en la que debe bajar). Pero aquí lo alarmante: en 15 de las 26 regiones del país el porcentaje de estudiantes con niveles satisfactorios de comprensión lectora es inferior al de las escuelas alrededor de Parque Industrial.

En matemáticas, el nivel de comprensión en general es más bajo que en lectura, pero los patrones de desigualdad entre estaciones es similar al que se ve en lectura. Mirando a las regiones, tenemos dos (Moquegua y Tacna) con mejores desempeños que los que se observan en la estación de mejor desempeño de Lima. Por otro lado, son 5 las regiones con desempeños por debajo de los de todas las estaciones de la Línea 1 del metro de Lima.

¿Ha cambiado esta desigualdad en años recientes?

Sí, las diferencias se han profundizado. Aquí dos gráficos mostrando comparaciones de estos resultados entre el 2007 y 2012, uno para comprensión lectora y otro para matemáticas.

Table 3 Spanish

La primera buena noticia que se desprende de ambos gráficos es que los desempeños han mejorado alrededor de todas las estaciones. La parte menos buena de la noticia es que, como puede notarse, las estaciones que ya tenían mejores desempeños en el 2007 son las que muestran más mejoría en el 2012. La desigualdad en desempeños educativos viene aumentando.

El metro, ese espacio de convivencia ciudadana, nos acerca, pero también pone en evidencia lo que nos diferencia. Aún hay un largo trayecto por recorrer para conseguir que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de aprender y de desarrollarse a lo largo de la vida. Todos deberíamos contribuir a construir el sueño de reducir la desigualdad en nuestras sociedades. ¿Se ha preguntado usted qué puede hacer?

 

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Y tú ¿Quieres que tus hijos sean docentes?

Hugo Ñopo

Supongamos que tienes un hijo (sobrino, ahijado o amigo joven) profesional y mañana le ofrecen un empleo diciéndole que “ganará entre 30% y 70% menos que otros profesionales con la misma edad y años de educación”. Además le dicen que “tres de los seis puestos de trabajo disponibles no tienen teléfono y, es más, dos de ellos no tienen acceso a un baño decente”. ¿Le recomendarías tomar el empleo? Bueno, hay más de tres millones de personas que día a día trabajan en esas condiciones en América Latina: los maestros de las escuelas primarias y secundarias.

Además, como muy probablemente sabes, la percepción ciudadana sobre los docentes no es la mejor.  Hoy los jóvenes talentosos de las nuevas generaciones no ven a la docencia, en el nivel primario o secundario, como opción para un desarrollo profesional. Como comenta el padre Ugalde, tenemos “…una sociedad esquizofrénica, porque todos quieren para sus hijos que las mejores personas del país sean sus maestros y maestras, pero nadie quiere que sus mejores hijos sean maestros o maestras”.

Nuestras sociedades están fallando en atraer a los mejores para la profesión docente. En muchos de nuestros países, los requisitos para ingresar a estudiar pedagogía están muy por debajo de los que se necesitan para estudiar ingeniería o medicina, por poner dos ejemplos. Colombia y Chile son dos países que cuentan con pruebas nacionales estandarizadas para la graduación de secundaria o admisión universitaria. Con esto es posible comparar los desempeños de los estudiantes, de todas las profesiones, antes de comenzar sus estudios universitarios. Aquí el dato: los puntajes más bajos en matemáticas y comprensión lectora en la PSU en Chile o en la Saber 11 en Colombia son los de los estudiantes que entran a las carreras pedagógicas.

Estos laxos requisitos de admisión, sumados a la expansión en graduación de la secundaria de las décadas recientes, han hecho que hoy la matrícula en pedagogía sea una de las más altas del nivel terciario. El Censo Nacional Universitario de 2010 en Perú muestra que, después de derecho, contabilidad y administración; pedagogía es la cuarta carrera con más estudiantes del país. Estamos formando más maestros que ingenieros y médicos, por poner nuevamente dos ejemplos. También, seguramente, habrás visto casos de jóvenes que entran a estudiar pedagogía para luego trasladarse a otras profesiones. Estamos formando a muchos, pero no necesariamente a los mejores para la profesión docente.

Añadiendo complejidad al problema, pareciera que muchos de los jóvenes que se forman en pedagogía no trabajan como docentes al finalizar su etapa estudiantil. En un trabajo con mi colega Alejandra Mizala documentamos que entre 1997 y 2007 la profesión docente tuvo muy poco recambio generacional. Hacia 1997 el 43% de los profesores de secundaria en América Latina eran menores de 35 años, una década después ese porcentaje cayó casi diez puntos, a 34%. En contraste, durante ese mismo período el porcentaje de otros profesionales dentro del mismo rango de edad se mantuvo en 48%. Los jóvenes están eligiendo cada vez menos trabajar como docentes.

¿Cómo cambiar esta situación? Sin duda se trata de un problema complejo. Una solución integral debería definir buenas formas de atraer, seleccionar, formar, desarrollar y retener buenos profesores.  Mientras tanto, creo que seguiremos fallando en, para comenzar, atraer a los mejores. Esto no se resolverá solo con salarios o con condiciones básicas de infraestructura, como podría inferirse del párrafo inicial de esta nota, es cierto.  Recurrentemente, los estudios de grupos focales muestran que los salarios son solo parte de lo que motiva a los docentes. Más importante parecen ser otras características atadas a la profesión docente: la vocación de servicio, el sentido de responsabilidad social, el potencial de trascendencia y la posibilidad de alcanzar un mejor balance familia-trabajo. Sin embargo, es claro que sin aliviar la situación económica será muy difícil pensar en una solución sostenible en el largo plazo. Necesitamos que más jóvenes como los de estos dos videos se animen por la carrera docente.


La buena noticia es que se viene generando consenso acerca de la importancia de los docentes para mejorar la educación en nuestra región. Cada vez más, los responsables de las políticas públicas, los empresarios, los padres de familia y, en general, la sociedad civil, vienen organizándose y manifestándose en favor de ello. En Chile y Ecuador se están viendo pasos concretos. Y tan solo en el último mes han surgido voces muy claras en República Dominicana, Colombia y Perú. Pero necesitamos más. Necesitamos un compromiso cada vez mayor de todos, incluyendo el tuyo. ¿Qué podemos hacer?

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Maestros al volante

Frecuentemente escuchamos decir en nuestras ciudades que tenemos “la flota de taxistas y de vendedores mejor educados”. Justamente, hace un tiempo en Lima, un amigo taxista decía, no con poca picardía: “¡pero Doctor, si aquí los taxistas estamos más cultivados que un yogurt!”.

Y las estadísticas confirman que a ese amigo no le falta razón.  En Perú, la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) revela que el 25% de los trabajadores cuya ocupación es “conductores de vehículos motorizados”  cuenta con estudios terciarios, concluidos o no. ¿Es necesario tanto estudio para ser conductor? Bueno, entre los conductores que tienen estudios terciarios, uno de cada cuatro estudió mecánica. Es posible argumentar que en este caso los estudios y la ocupación están alineados. Pero, ¿cuál es la segunda profesión más común entre los conductores con estudios terciarios? De la respuesta a esta pregunta se trata precisamente esta entrada de blog conmemorativa del Día Internacional del maestro. Uno de cada siete conductores de vehículos motorizados con estudios terciarios pasó por una facultad de pedagogía.

No lo dijimos explícitamente, pero el párrafo anterior se refiere solo a trabajadores hombres. ¿Qué pasa con las trabajadoras? La ocupación “comerciante” acoge a muchas mujeres trabajadoras calificadas en diversas ramas, dentro de ellas la más común es enfermería. Y esto de alguna manera puede explicarse porque muchas enfermeras trabajan en farmacias. Pero, ¿cuál es la segunda profesión más común entre las comerciantes con estudios terciarios? Nuevamente: la docencia. Una de cada cinco comerciantes con estudios terciarios pasó por una facultad de pedagogía.

Miremos esto desde otro ángulo. ¿Cuántos trabajadores, de ambos géneros, que estudiaron pedagogía  se desempeñan hoy en ocupaciones distintas a las del sector educativo (profesores, directores, auxiliares, etc.)? Este dato es quizás el más sorprendente: uno de cada dos.

Pero, ¿por qué una persona que estudia pedagogía decide después dedicarse a una actividad distinta a la educativa? Para esto le hicimos preguntas adicionales a la ENAHO.  ¿Será porque en esas otras ocupaciones tienen mayores ingresos? No, los ingresos no son mayores, ni medidos en términos mensuales ni por hora trabajada. ¿Será porque en otras ocupaciones consiguen mejores condiciones laborales? No, tanto la afiliación a un sistema de pensiones como la probabilidad de recibir gratificaciones en julio o diciembre es menor entre los que se dedican a otras actividades.

Los datos de ENAHO también nos dicen que un grupo importante de los trabajadores de 60 años o más cae dentro de este grupo de personas que estudiaron pedagogía, pero trabajan en otras ocupaciones. Es probable que dentro de este grupo de trabajadores algunos ya hayan ejercido como profesores y se hayan jubilado para luego dedicarse a otras actividades. Pero otro mensaje que se desprende de los datos es que esta discrepancia estudios-ocupación es cada vez más marcada entre los más jóvenes. La expansión reciente de los estudios terciarios ha llevado cada vez a más gente a estudiar pedagogía, pero no todos terminan desempeñándose como profesores.

Son muchos los que pasaron por la educación terciaria en pedagogía y se desempeñan en ocupaciones no afines a su educación. Esto nos afecta a todos pues, como sociedad, estamos invirtiendo en la formación superior de un grupo importante de futuros profesores. De hecho,  el Censo Universitario del 2010 revela que más de 50 mil jóvenes estudian pedagogía. Si la tendencia se mantiene, la mitad de ellos no utilizará la formación recibida y se desempeñará en ocupaciones diversas. ¿Es este el mejor uso de los recursos? ¡No estamos para esos lujos!

¿Qué se puede hacer?

  • Elevar los estándares de admisión. Pedagogía es una de las carreras más populares entre los jóvenes. Una razón para ello es la relativa facilidad con que se puede ingresar a ella en la universidad o en los institutos pedagógicos. Por ende, elevar los estándares de admisión puede ser un camino.
  • Informar mejor a los jóvenes. En años recientes se ha mostrado que los jóvenes toman decisiones sobre sus carreras y futuras ocupaciones con muy poca información. Contar con información apropiada en el momento adecuado puede ser útil para todos. Aquí (solo en inglés) un buen ejemplo de ello a partir de un estudio hecho por nuestros colegas del BID.
  • Mejorar la oferta académica de las facultades de pedagogía. Algo debe estar pasando en las facultades de pedagogía, si solo la mitad de quienes ingresan sale desempeñándose como profesor. Sobre esto estamos trabajando actualmente. Tendremos más novedades pronto.
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Perú: El país de ingresos medios, en búsqueda de mejores aprendizajes

¡Buenas noticias para Perú!  Hoy en día, los estudiantes de segundo grado de primaria están aprendiendo más que sus compañeros de hace 8 años atrás. Así lo indican los resultados de la Evaluación Censal de Estudiantes, la cual mide los aprendizajes estudiantiles en matemáticas y lectura. La noticia es positiva en varios aspectos aunque, por supuesto, aún existen desafíos pendientes.

Primero, el país ha consolidado la medición de aprendizajes mediante pruebas estandarizadas. Desde el 2007, Perú ha aplicado pruebas estandarizadas en matemáticas y comprensión lectora a sus estudiantes de segundo grado de primaria. Por lo tanto, existe continuidad en la aplicación de la prueba. Además, es bueno resaltar que Perú ha participado de las mediciones internacionales, tanto de la UNESCO (LLECE, SERCE, TERCE) como de la OCDE (PISA, 2000, 2009 y 2012). Pese a no salir tan bien parado estas las evaluaciones –especialmente en PISA donde se compara con las economías más avanzadas del mundo– Perú es uno de los pocos países de la región que ha participado en casi todas las mediciones importantes del planeta.

El reto, sin embargo, es consolidar un sistema nacional de evaluación de aprendizajes para que mida más allá de segundo grado, que eventualmente  permita  calcular el valor agregado de las escuelas y los profesores,  combinando apropiadamente la prueba nacional con las internacionales.

Las siguientes dos figuras muestran los resultados nacionales para todas las pruebas estandarizadas de aprendizajes en las que ha participado Perú, ordenadas según el año de nacimiento de los estudiantes. Puede notarse el progreso en todas ellas.

Segundo, el país progresó notablemente en las dos materias evaluadas. En la primera evaluación censal, en el 2007, el 16% de los estudiantes alcanzaba el nivel “satisfactorio” (es decir, lograron los aprendizajes esperados para el grado) en comprensión lectora. Hoy el 44% de alumnos alcanza tal nivel. Algo similar sucede con matemáticas donde los estudiantes con nivel satisfactorio pasaron del 7% en 2007 al 26% en 2014. Pero más importante aún es que esta mejora en aprendizajes no solo se dio en la evaluación nacional, sino también en todas las evaluaciones internacionales en las que Perú participó.

Frente a estos grandes progresos, sin embargo, no debe perderse la perspectiva. Perú aún tiene aprendizajes muy bajos en sus estudiantes. Hoy en día menos de la mitad de estudiantes de segundo grado alcanza un nivel satisfactorio en comprensión lectora y solo uno de cada cuatro estudiantes alcanza un nivel satisfactorio en matemáticas. Aún hay un largo camino por recorrer.

Tercero, en este último año, las mejoras en los aprendizajes se han dado para todos y, en varios casos, han sido a favor de los pobres. Ninguna de las 26 regiones del país muestra retroceso en los aprendizajes de los estudiantes en ninguna de las dos materias. Todas han mejorado en ambas. Además, las brechas público-privado en aprendizajes se redujeron, especialmente en matemáticas donde ahora es nula. Tanto las escuelas de zonas urbanas como las de zonas rurales mejoraron sus aprendizajes.

Sin embargo, la tarea pendiente aquí es la mejora de los aprendizajes en zona rurales. En las escuelas de estas áreas, sólo uno de cada seis estudiantes alcanza el nivel satisfactorio en comprensión lectora y uno de cada ocho, en matemáticas. En PISA, la brecha urbano-rural es la segunda más amplia de los países participantes, solo después de la de Hungría. Es necesario mejorar las condiciones para los aprendizajes en el Perú rural.

¿Qué podría explicar estos resultados? Sin aventurarnos a demostrar relaciones causales, aquí ofrecemos algunas hipótesis:

  1. Crecimiento y reducción de pobreza. Los niños y jóvenes que participaron en las últimas ediciones de las pruebas han nacido y crecido en un contexto especial de crecimiento económico. Este crecimiento, con un promedio de 5% anual desde el 2001, estuvo acompañado de una importante reducción de la pobreza y de una mejora de los indicadores sociales, como la desnutrición infantil, que también afectan el desempeño escolar.
  2. Aumento de la cobertura en educación inicial. Los niños que asisten al preescolar tienen mejores desempeños académicos en la educación primaria y secundaria. En Perú, la matrícula neta en educación inicial pasó de 58,6% en 2005 a 74,6% en 2012.
  3. Continuidad de políticas y programas educativos. Por ejemplo, la base de la reforma de la carrera magisterial con la incorporación de la meritocracia fue introducida de manera incipiente durante la administración del presidente García, para ser consolidada y profundizada durante la actual administración Humala. El Programa Educativo de Logros de Aprendizaje (PELA),  que la principal iniciativa focalizada en la mejora de los aprendizajes, también tuvo sus inicios en gestiones ministeriales anteriores. Esta continuidad de políticas y programas, poco usual dentro de nuestra región, ha demostrado ser uno de los factores de éxito en los países que han mejorado la educación.

Hoy Perú es considerado un país de ingresos medios. Para el 2014 estos bordean los USD 12,000 por habitante y han puesto al país como la cuadragésima economía más grande del planeta. Los aprendizajes de su población, sin embargo, aún no han alcanzado tal clase mundial. Perú ha podido aprovechar educativamente un contexto económico positivo, pero hace falta más. Para ello es necesario perseverar en las reformas, profundizando en lo que viene dando frutos. Esperamos que el futuro depare mejores y más aprendizajes estudiantiles y que este momento constituya un hito histórico para alcanzar una educación de calidad para todos los niños y jóvenes peruanos.

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La profesión docente: ¿por qué no atrae a los mejores?

Todos guardamos el recuerdo de algún maestro especial. Ese que nos ayudó a darles una mirada distinta a las matemáticas, el que nos hablaba de héroes y batallas, el que nos narraba cuentos fabulosos, el que nos dio una lección que aún guardamos con aprecio. Últimamente me pasa que cada vez que toco este tema con algún colega o amigo es inevitable que surja un comentario del tipo: “qué lastima que ya no haya profesores así”. Frente a lo cual trato siempre de argumentar que aún hay profesores maravillosos, maestros en su oficio y comprometidos con su misión. Mi trabajo me permite verlos de vez en cuando. Aunque, lamentablemente, no son tantos como quisiéramos. Y no es difícil comprender por qué. Hay que ser una especie de héroe moderno para abrazar la profesión docente y ejercerla de manera comprometida. Y así, llegamos a preguntarnos por las condiciones laborales de los docentes.

Este no es un tema nuevo pero, según parece, requiere mayor debate. Démosle una nueva mirada. El informe de la Fundación Compartir ya estableció claramente, con datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) 2011, que los salarios mensuales de los docentes están por debajo de los que se obtienen en ocupaciones profesionales comparables. Pues bien, ¿cuáles son esas ocupaciones profesionales comparables y cuánto se gana en cada una de ellas? ¿Qué tanto ha cambiado esto en los últimos años?

Vayamos a la misma fuente de datos, la GEIH, y su antecedente, la Encuesta Continua de Hogares (ECH). Esto nos permite ampliar el periodo de análisis, desde el 2001. Aprovechamos la ocasión también para actualizar los resultados hasta el 2014. El siguiente gráfico habla más que mil palabras.

Primero una digresión técnica. Vale la pena anotar que aquí medimos sólo los ingresos laborales monetarios mensuales de la ocupación principal. No tomamos en cuenta ingresos no monetarios ni primas extraordinarias, como hace el estudio de la Fundación Compartir. Los resultados cambian muy poco al tomar en cuenta esto. Véase este otro estudio para distintas mediciones de ingresos laborales por hora, mensuales y anuales de los profesores y otros profesionales con características comparables.

Vamos, ahora sí, al mensaje central. La docencia está entre las ocupaciones profesionales de menor remuneración en Colombia. Esto ha sido así desde hace varios años y todo parece indicar que no va a cambiar en el mediano plazo. Entonces podemos preguntarnos, en estas condiciones, ¿quiénes son los que eligen estudiar para ser docente? Barón y Bonilla ya nos dijeron en el 2011 que los mejores estudiantes de las pruebas SABER 11 no se gradúan de los programas de pedagogía (las licenciaturas). Este artículo provee algunas luces más recientes sobre lo mismo.

Pese a ello, con una dosis de optimismo, uno podría preguntarse ¿mejoran las habilidades de los estudiantes de docencia durante sus estudios universitarios? La respuesta, que se discute en detalle en este artículo que escribí con mi colega Felipe Balcazar, es no. Por el contrario, sus habilidades matemáticas y lectoras se deterioran en términos relativos. No estamos llevando a los mejores a las aulas de nuestros niños. El siguiente gráfico ilustra la situación.

La mejora del sistema educativo requiere de una mejora del cuerpo docente. Es necesario mejorar las condiciones de los docentes actuales y de esta manera incentivar a jóvenes talentosos para que consideren ser maestros en el futuro. Para atraer a estos jóvenes es necesario ofrecerles una carrera docente digna, atractiva y motivada por meritocracia. Como decíamos en esta entrada, una solución integral es compleja y requiere acciones en diversos frentes y en diversos horizontes temporales. Sin embargo, algo queda claro: manteniendo el status quo, de bajos salarios sin meritocracia, es poco probable que algo cambie en la profesión docente.

Este artículo es para que todos pensemos como sociedad en cómo podemos hacer para que haya más buenos maestros. Estos escasean y los que quedan, como digo, son una especie de héroes modernos. Existen contra todo pronóstico y por verdadera vocación porque los incentivos son prácticamente inexistentes.

¿Y tú? ¿Cómo crees que podemos cambiar la profesión?

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