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Venezuela: Vencer en la guerra cognitiva

Vencer en la guerra cognitiva

Iñaki Gil de San Vicente

Nota: Texto elaborado a partir de la conferencia dada en La Universidad Internacional de las Comunicaciones, ciudad de Caracas, el pasado 7 de marzo de 2023, dentro del evento Gran Encuentro Mundial por la Vigencia del Pensamiento Bolivariano del Comandante Hugo Chávez en el Siglo XXI.

«La guerra cognitiva es un sádico experimento con humanos desplegado y comandado por el imperialismo capitalista/ psicópata en todo el mundo. Ha sido geopolíticamente concebido para afectar, de forma grave o irreversible nuestras capacidades cognitivas normales, incluyendo las operaciones complejas que nos permiten percibir, atender, memorizar y procesar de forma inteligente, sensible, humana, política y geopolítica nuestra realidad. La guerra cognitiva asimismo busca degradar nuestras capacidades humanas normales para expresar nuestra afectividad, para desarrollar praxis éticas, sociales y político comunales hasta para afectar o anular incluso nuestra voluntad a fin de imponer la dictadura de una nueva subjetividad líquida, fundamentalmente egoísta, egocéntrica y ególatra que se expresa como naturalización y hasta como celebración de los comportamientos típicos de las personalidades parasitarias/ oportunistas, narcisistas, maquiavélicas y psicopáticas.»1.

1.- Los seres inhumanos, es decir la forma corporal del capital como relación social de explotación, necesitan hacernos creer que esa inmoralidad suma que es el pacifismo a ultranza2 es la única vía para la «democracia» abstracta, hueca, que empero sirve para ocultar la miseria y legitimar la opresión durante un tiempo. Para alargar esa paz del cementerio, el imperialismo está adaptando su doctrina de dominación, el sistema en el que se plasma, la estrategia que exige para aplicarse y las tácticas adecuadas a cada situación. Lo está haciendo también mediante el «nuevo» campo de batalla en la guerra social mundial entre el capital y el trabajo, que denominan «guerra cognitiva».

Al entrecomillar «nuevo» queremos decir dos cosas: una, que efectivamente es nuevo porque aplica por primera vez en la historia del dolor humano las realmente nuevas técnicas de toda índole que la tecnociencia burguesa, sobre todo la militar3, está desarrollando en los últimos tiempos para descargar los costos de la crisis sobre la humanidad explotada; y otra, porque como veremos se trata de multiplicar el poder alienador y represor en esencia tan «viejo» como la propiedad privada de las fuerzas productivas y reproductivas cuestión decisiva –la lucha contra la propiedad privada– que está presente en todo el texto para escarnio del reformismo en cualquiera de sus expresiones.

Como se ve, utilizamos la categoría dialéctica de esencia y fenómeno, permanente, viejo y nuevo, categoría siempre necesaria para que nuestra praxis no esté encadenada por la lógica formal y por el sentido común, incapaces de saltar de la cantidad a la cualidad, o en palabras de Corsino Vela tanto más apropiadas para nuestro tema:

«El conflicto social es un proceso histórico que evoluciona con la relación social que es el capital. Por eso, acumulación de capital y acumulación de la experiencia histórica de la conflictividad van unidas en un mismo proceso, aunque formalmente se expresen con formas y ritmos diferentes. Mientras que la acumulación de capital se cifra en términos contables (amortización de inversiones y beneficios), la acumulación de la conflictividad se expresa en términos sociales, igualmente tangibles –aunque no meramente estadísticos: desempleo y empobrecimiento– y en la tradición política de resistencia al capital»4.

Los análisis reformistas de la guerra cognitiva se limitan a lo cuantitativo, negándose a entrar hasta la raíz de este «nuevo» frente de batalla de la guerra social que el imperialismo está extendiendo mundialmente. La crítica revolucionaria profundiza hasta lo cualitativo, que en nuestro tema se extiende más allá del modo de producción capitalista hasta llegar a la destrucción violenta de los restos de los modos comunales de producción, que siempre nos remiten al comunismo primitivo. Sólo escarbando hasta ahí podemos comprender la inhumanidad de la guerra cognitiva.

2.-

Conforme avanzaba la década de 2010 el imperialismo iba comprendiendo que la humanidad estaba derrotando su entera doctrina de guerra, es decir, esa totalidad productiva y reproductiva, material y simbólica, inseparable del Estado como forma político-militar del capital, que es la industria de la matanza humana sin la cual el poder burgués es incapaz de salir de sus crisis. El reformismo en su totalidad y buena parte de las izquierdas se han tragado el anzuelo conceptual oculto en el término «complejo industrial-militar» creado por la oficina de propaganda electoral del general Eisenhower durante su campaña en las presidenciales para la Casa Blanca en 1953.

Había que ocultar o negar la inhumanidad del capitalismo, del Pentágono y la OTAN, y del descarado pro-imperialismo de la ONU, creando un término «neutral» compatible con la ideología desarrollista y consumista de las llamadas «clases medias» que defendían el «modo de vida norteamericano», para que votasen al general, y a la vez había que legitimar el reforzamiento intensivo del criminal keynesianismo militar yanqui muy mal parado tras su impotencia en la guerra contra Corea de 1950-1953, como se vio cuando Eisenhower amenazó con el holocausto nuclear5 para salir de la guerra sin reconocer públicamente la derrota imperialista. Era necesario, por tanto, manipular el lenguaje para manipular las conciencias y obtener votos, empleando los «delicados eufemismos culturales de las agencias de inteligencia»6 que se manejaban desde el final de la IIGM, cuyo objetivo no era otro que perfeccionar el control manipulador de una «sociedad enferma de alienación»7 para enfermarla aún más, hasta lo irracional.

Los «delicados eufemismos» de la CIA y otros servicios para aumentar la alienación social eran uno de los primeros indicios de que la OTAN empezaba a ver la necesidad de mejorar su terrorismo múltiple, y uno de sus objetivos inmediatos era ganar la «guerra por el sentido» para lo que tenía que, entre otras urgencias, desprestigiar el marxismo, derrotar al antiimperialismo creciente y pulverizar a los pueblos que avanzaban al socialismo. En el primer paso había que ocultar el imparable efecto concienciador que tenía la bomba heurística del concepto marxista de «industria de la matanza de hombre», infinitamente más potente incluso en la ontología del capitalismo que el anzuelo venenoso de «complejo industrial-militar». Marx escribió a Engels en 1866 que:

«No cabe duda de que nuestra teoría de la determinación de la organización del trabajo mediante la producción no puede encontrar mejor refrendo del que ofrece la industria de la matanza de hombres. Realmente merecería la pena que tú escribieras algo acerca de este tema –a mí me faltan los conocimientos necesarios–, algo que yo pudiese incorporar a mi libro como apéndice y que apareciera con tu nombre. Piensa en ello. Si te decides, ha de ser para el primer volumen, en el que toco expresamente este tema. ¡No puedes imaginarte lo que me alegraría que tu nombre figurara en mi obra fundamental (lo que he hecho hasta ahora no son más que pequeñeces) como colaborador y no sólo en las citas!»8.

Basta comparar el potencial científico-crítico de los dos términos para comprender que el concepto marxista es inaceptable por la burguesía pero que, a la vez, es el que mejor nos explica por qué la OTAN ha tenido que desarrollar la nueva táctica llamada «guerra cognitiva»: dado que es una industria de bienes de destrucción, de mercancías de la muerte, le interesa potenciar todo conflicto que exija un aumento de la violencia y con ello del gasto militar en cualquiera de sus formas. La guerra cognitiva, bien planteada, puede convencer a un Estado para que se lance a una guerra muy costosa para su población pero muy rentable para en un primer momento para la burguesía: este es el caso de guerra psicopolítica y propagandística que EEUU está aplicando en Australia9 para que su pueblo acepte ser carne de cañón en la guerra que el imperialismo organiza contra China Popular.

Antes de la industria de la matanza humana, el desarrollo de los reinos, Estados e imperios exigía el desarrollo paralelo de aparatos militares cada vez más complejos con creciente impacto en sus sociedades. En el plano de la abstracción del concepto de modo de producción, cada uno de ellos ha tenido su correspondiente método de manipulación de masas que utilizaba planificadamente todos los recursos disponibles en su época al estilo de la actual guerra cognitiva. Desde su origen en el –III milenio y con altibajos, Asiria construyó una doctrina, un sistema, una estrategia y unas tácticas sobre este tema: «Asiria se distinguió como la primera sociedad militar en el mundo. La organización jerárquica de la sociedad era el ejército. En efecto, las propias cargas administrativas fueron designadas en términos militares»10.

La religión asiria cumplía el papel de muchos de los componentes de la actual guerra cognitiva: «en todas las guerras en las que luchó Asiria desde el siglo XIII AC en adelante, es posible apreciar este imperativo teológico reforzando el impulso expansionista.»11, con un muy efectivo sistema de espionaje12 o Inteligencia, que es una clave de la guerra cognitiva actual. Siglos después, Roma practicaba una forma de lo que se hoy denomina guerra cultural, inserta en la guerra cognitiva: «toleraba las religiones ajenas mientras no supusieran una amenaza para su dominio, pero no vacilaba en aplastar las costumbres religiosas que fortalecían la identidad local de sus súbditos más revoltosos»13. La Biblia y en especial el cristianismo, jugaron el mismo papel:

«Hasta finales del siglo II ni siquiera se planteó la cuestión de si un cristiano podía ser soldado. En el siglo IV era ya algo incuestionable. Mientras que en el siglo tres los cristianos hacían sólo excepcionalmente el servicio militar, en el siglo IV eso se convirtió en norma para ellos. Si hasta el año 313, los obispos excluían del seno de la Iglesia a los soldados que no desertaban en caso de guerra, con posterioridad a esa fecha los excomulgados eran los desertores. Si anteriormente hubo objetores de conciencia que sufrieron el martirio, ahora sus nombres fueron rápidamente tachados de martirologio. Había pasado la era de los soldados mártires y llegaba la de los obispos castrenses. Viviendo aún Constantino salían ya en campaña con entusiasmo»14.

Aceptar, propagar e imponer el militarismo imperial demuestra el giro de ciento ochenta grados del cristianismo de la época no solo en el mantenimiento del esclavismo como veremos más adelante, sino su apoyo práctico a la opresión nacional-esclavista. Aunque sea hacer un salto espacio-temporal de la Roma del siglo IV al México precolombino del siglo XV, aquí descubrimos en el mismo método: la intervención directa del poder manipulando a las clases explotadas al borrar de un plumazo la anterior historia colectiva y escribir otra nueva en beneficio de la clase dominante.

Según A. Cruz García: «Ciertamente, resulta muy difícil establecer una historia rigurosa desde sus orígenes hasta el reinado de Itzcoatl en 1427, pues los mismos mexicas se encargaron de quemar sus propios archivos y de reelaborar su historia»15, tras la conquista de la independencia, cuando se asentaron las separaciones sociales internas entre ‘pipiltin’ o señores y los ‘macehualtin’ o gente del común. Fue en este contexto cuando fueron destruidas todas las referencias pasadas sobre episodios que podían resultar vergonzosos, o sobre el origen humilde de la nación azteca, etc., a la vez que también se buscaba «reinventar la tradición para justificar la división de la sociedad en señores y vasallos»16. Además, los jóvenes ricos iban a escuelas selectas donde aprendían a escribir y la lengua culta; los pobres iban a las escuelas comunes o ‘telpochcalli’17. La nueva historia sancionaba la explotación interna y la opresión externa, y su ferocidad en la guerra.

Al poco, la expansión del colonialismo y del mercantilismo europeo forzó una especie de «revolución militar» impulsada desde la alianza empresarial y el Estado, que hizo que se creara una mentalidad militar obediente, mecánica y hasta suicida, en defensa de la clase dominante. Los militares europeos estudiaron con rigor a los militares grecorromanos y aprendieron de ellos la utilidad de la disciplina mental y psicológica antes incluso que la física: «la aceptación de las reglas establecidas desde arriba se hizo normal, no sólo porque los hombres temían los duros castigos por las infracciones de la disciplina, sino también porque los soldados rasos encontraban una satisfacción psicológica real en una obediencia ciega e irreflexiva, así como con los rituales de la rutina militar […] La creación de semejante Nuevo Leviatán –quizás casi inadvertida– fue ciertamente uno de los mayores logros del siglo XVII, tan notable como el nacimiento de la ciencia moderna o cualquiera de los grandes avances de la época»18.

Desde finales del siglo XVIII se sentaban las bases para el desarrollo imparable de la industria de la matanza humana, desarrollo acelerado desde la segunda mitad del siglo XIX, en un contexto de «temor a la revolución»19, y definitivo con la IGM. Se trataba de una estrecha colaboración entre ciencia, técnica, plusvalía y guerra, todo ello unido a la disciplinarización cuasi-militar del trabajo explotado sometido al dictado del reloj y de la jerarquía de mando estratégicamente centralizado para ganar la «batalla de la producción». La «obediencia ciega e irreflexiva» surgida en el siglo XVII ayudó al avance de la disciplina cuasi-militar, que es inherente a la explotación capitalista que empezó siendo «disciplina de la miseria»20 para ser ahora disciplina de la degradación humana. En el orden del capital, el adoctrinamiento infantil, la mala educación pública y la educación privada, la disciplina militar y laboral, más la permanente fetichización, sostienen la castración mental sin la cual se hundiría la industria de la matanza humana.

En 1878 Engels profundizó aún más en el contenido de esta la industria inhumana al mostrar que «La moderna nave de combate no es sólo un producto de la gran industria moderna, sino hasta una muestra de la misma; es una fábrica flotante –aunque, ciertamente, una fábrica destinada sobre todo a dilapidar dinero»21. La fábrica flotante de muerte rinde al máximo cuando su disciplina militar es la adecuación de la disciplina laboral de industria civil al contexto de guerra. Sin ambas disciplinas, aquellos barcos no hubieran podido bombardear Alejandría en 1882, por ejemplo, engordando así las rentas de la industria de la matanza. Pero Engels hace muy bien al advertir que la fábrica flotante queda obsoleta muy rápidamente porque enseguida se crean otros barcos mejores que el anterior: dinero desperdiciado a la larga que frena o dificulta la acumulación ampliada.

Engels y Marx sabían que la obsolescencia de la industria de la matanza humana venía impulsada, además, por las victoriosas y tenaces resistencias de las clases y pueblos explotados, lo que dificultaba la obtención de plusvalía media y retrasaba la salida de la crisis si la burguesía no intensificaba la guerra social contra ellos. La historia ha confirmado esta unidad y lucha de contrarios entre la industria de la matanza humana y la humanidad explotada. De este modo, la fusión entre lo «civil» y lo «militar» se fue haciendo total abarcando todas las áreas en las que podía haber lucha de clases que frenara la ganancia: la «pacificación del cerebro»22 de los y las explotadas para reprimir sus resistencias ya se estaba aplicando en el otoño de 1967 «marcado por estallidos de violencia y desorden en los ghettos de muchas ciudades» yanquis. Para 1973 la «represión suave»23 investigada por la OTAN manipulaba los deseos, miedos, frustraciones y ansias en el comportamiento «agresivo en los niños, los adolescentes y los adultos».

Debemos insistir en que tamaño esfuerzo venía exigido por las enormes dificultades que el imperialismo, cuando no derrotas aplastantes, que el imperialismo encontraba en los pueblos a los que pretendía expoliar. D. Rushkoff escribió a inicios del siglo XXI que:

«En la década de los ochenta, todas estas técnicas de guerra psicológica fueron reunidas en un volumen de la CIA bajo el nombre de Counter Intelligence Study Manual, utilizado principalmente en los conflictos de América Central […] Para reunir información sobre una determinada población, los agentes se mezclan entre la gente y asisten a “actividades pastorales, fiestas, cumpleaños e incluso velatorios y entierros” con el fin de estudiar sus creencias y aspiraciones. También organizan grupos de discusión para medir el apoyo local a las acciones planeadas. El proceso de manipulación se pone en marcha y los agentes identifican y reclutan a “ciudadanos bien situados” para que sirvan como modelo de cooperación, ofreciéndoles trabajos inocuos aparentemente importantes. A continuación, transmiten conceptos difíciles o irracionales a través de eslóganes simples […] En los casos en que los intereses de la CIA se oponen de modo irreconciliable a los de la población, el manual sugiere la creación de una organización que actúe como tapadera, con una serie de objetivos muy diferentes a sus verdaderas intenciones. Finalmente, todos los esfuerzos por garantizar la conversión deben adaptarse a las tendencias preexistentes de la población seleccionada: “Debemos inculcar a la gente toda esta información de forma sutil, para que esos sentimientos parezcan haber nacido por sí mismos, espontáneamente”»24.

3.-

Desde aquí, y de más atrás como veremos, hasta la actual guerra cognitiva solo faltaba que el imperialismo sufriera derrotas y descalabros profundos para que no tuviera más remedio que ir innovando partes o la totalidad de sus doctrinas, sistemas, estrategias y tácticas de guerra social contra el proletariado, a la vez que impulsaba una nueva revolución tecnocientífica aplicable a la «pacificación del cerebro», a la «represión suave», a la planificada manipulación imperceptible en el interior de la vida colectiva e individual, afectiva e inconsciente de las clases y pueblos explotados. Según D. Rushkoff:

«El fundamento histórico de la comunicación de masas se encuentra en siglos de coerción cultural imperialista. Financiados principalmente por sus gobiernos, antropólogos bien intencionados –y unos cuantos no tan bienintencionados—desarrollaron métodos de análisis y dirección mientras estudiaban pueblos primitivos con culturas extrañas. Conscientes o no de las intenciones de sus patrocinadores, estos antropólogos prepararon el terreno a las posteriores invasiones militares […] Invariablemente, el proceso de dominación cultural seguía los tres mismos pasos que hoy utilizan los especialistas en relaciones públicas: primero, descubrir los mitos dominantes de la población y, durante el proceso, conseguir su confianza; segundo, encontrar supersticiones o lagunas en sus creencias; y tercero, reemplazar la supersticiones o incrementarlas con hechos que modifiquen las percepciones o lealtad del grupo»25.

Desde inicios del siglo XXI, acompañando estos métodos e impulsados por ellos, se creaban ejércitos «privados»26 tan importantes en la contrainsurgencia y en el momento crítico de las «revoluciones naranjas», cuando el terror fascista intenta quemar sindicatos, parlamentos, periódicos y hasta personas. Un salto decisivo fue la militarización27 de grandes corporaciones que intervendrán activamente en la guerra cognitiva, destacando la factoría Disney por su omnipresente industria de la manipulación de masas. A la vez se intensificó la guerra cultural con la interacción entre servicios de inteligencia y presión cultural es innegable, como ha demostrado J. Petras en su estudio sobre las estrechas conexiones entre la CIA y la Fundación Ford28, que como es sabido tiene una especial incidencia en la evolución de las modas culturales burguesas. Según E. Acosta Matos, debe ser entendida de forma amplia, a escala mundial, y no meramente restringida a escala estatal, entre diversos componentes de la »cultura” de un país, porque es el conjunto de presiones ideológicas, culturales, artísticas, científicas, etcétera, que el imperialismo realiza contra los pueblos que se niegan a plegarse a sus exigencias:

«Las guerras culturales forman y formarán parte destacada en las estrategias mundiales de dominación y expansión imperialistas en el Siglo XXI, de hecho su originalidad radica, precisamente, en que son las que mejor expresan, y de manera más concentrada, los cambios sufridos por los mecanismos de penetración, dominación y reconquista del imperialismo en nuestros días, que a su vez reflejan, a fin de cuentas, los cambios experimentados en la profundidad de su sistema productivo y reproductivo. No son las fronteras terrestres, aéreas o marítimas las que deberán ser vulneradas para implantar el dominio universal del capital; no son ejércitos enemigos a los que hay que derrotar en el campo de batalla para izar sobre territorio ocupado las banderas de las metrópolis ni obligar a las naciones vencidas a abrirse a su insaciable sed de mercados y ganancias. Hoy los arrolladores avances en las ciencias, las telecomunicaciones y las tecnologías hacen de la esfera cultural y de la mente de los hombres el campo de batalla definitivo, la última frontera a conquistar, el último reducto enemigo a asaltar»29.

Desde 2014, mientras la OTAN perfilaba en secreto lo que sería la guerra cognitiva, ya funcionaba al máximo «la ciencia de la contrainsurgencia»30 que golpeaba duramente a las izquierdas revolucionarias. Hemos insistido siempre que la «izquierda del capital», o «de su majestad» ni quiere, ni sabe ni puede plantar cara a estos ataques. Sí lo hace la praxis revolucionaria: en agosto de 2018 Aram Aharonian advertía que: «Una inmensa gama de organismos gubernamentales y partidos políticos, sobre todo en Occidente, explotan las plataformas y redes sociales para difundir desinformación»31. El autor presta especial atención a Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook como empresas muy especializadas en crear y divulgar mentiras, versiones ambiguas y rumores con finalidad sociopolítica y socioeconómica. Poco antes, en febrero de ese 2018, Cuba divulgó un muy riguroso informe sobre cómo el Pentágono había creado una «Fuerza de tarea en Internet»32 para desestabilizar y hundir la Isla Heroica y agredir a los pueblos del mundo.

En junio de 2020, J. Gómez Sánchez resumió así la esencia de la nueva táctica de guerra cognitiva recién diseñada por la OTAN: «Las acciones mediáticas que despiertan la emotividad e inhiben la racionalidad de cada segmento se modifican y amplifican desde espacios comunes o diferentes. La acción de páginas webs y youtubers orientados a la población más amplia, se combina con espacios digitales «alternativos» pensados para un sector con desenvolvimiento social y profesional en las artes, las universidades y el propio mundo periodístico o del sistema de la cultura. […] Secuestrar causas sociales y temas como el racismo, los derechos sexuales y los roles de género, cuyos logros educativos y legislativos han sido llevados adelante precisamente por su integración con las instituciones como parte de la agenda gubernamental y de la transformación que la Revolución ha producido, es otro de los objetivos. Trastocar la sensibilidad en fanatismos irracionales, para lograr que aquellos que antes fueron discriminados ahora se muestren tan o más intolerantes, en contra de las propias instituciones que defienden tales derechos»33

En octubre de 2021 Ben Norton avisó de la «batalla por tu cerebro» que estaba iniciando la OTAN como nueva táctica de control y teledirección psicopolítica de masas que se suma a la guerra híbrida, informativa, propagandística, cibernética, de cuarta y hasta de quinta generación, etc. Según el autor: «La OTAN está desarrollando un tipo de combate completamente nuevo que ha calificado como «guerra cognitiva». Descrita como «armarse con las ciencias del cerebro», el nuevo método implica «piratear al individuo» explotando «las vulnerabilidades del cerebro humano»

[principalmente sesgos, filias y fobias]

para implementar una «ingeniería social» [aún] más sofisticada»34.

En noviembre de 2021 Leonid Savin denunció cómo la OTAN utilizaba como cobayas humanas a los pueblos de Canadá explotando esa vulnerabilidad del cerebro humano. El autor resume el proyecto Innovation for Defence Excellence and Security (IDEaS), también conocido como Innovation Hub. Para el objetivo de este texto –cómo vencer a esta nueva táctica militar– lo más importante es saber que la OTAN manipula fríamente la estructura psicosomática de nuestra especie en base a las debilidades de nuestro cerebro: Incapacidad de determinar si una información concreta es correcta o incorrecta; imposibilidad para verificar rápidamente la validez de los mensajes en caso de que se produzca una sobrecarga de información; tendencia a creer que ciertas afirmaciones o mensajes anteriores son verdaderos, aunque sean falsos, y aceptar afirmaciones como verdaderas en caso de que estén respaldadas con pruebas, sin tener en cuenta tampoco la autenticidad de las mismas35.

En febrero de 2022 Ricardo Chang se preguntaba en una revista online con nombre muy apropiado para nuestro tema de reflexión –www.puebloenarmas.com– si una de las más recientes tácticas de guerra, llamada «guerra cognitiva», sería una «nueva amenaza para Venezuela»36. Pensamos que sí es una amenaza nueva que se suma a la larga guerra que el imperialismo y sus lacayos internos hacen al pueblo venezolano. Para vencer a esta nueva modalidad de guerra imperialista debemos estudiar críticamente las lecciones que aporta la historia de la lucha de clases y en especial en su forma de lucha por la independencia socialista de las naciones trabajadoras.

En agosto de 2022 Alejandro Kirk investigó cómo la OTAN adaptaba los puntos básicos de la guerra cognitiva contra el pueblo de la republicas populares del Donbass y contra Rusia, explicando así esos puntos básicos: «La «guerra cognitiva» consiste en desarticular el raciocinio cartesiano y reemplazarlo por uno que «parece» lógico, pero en realidad es una representación manipulada de la realidad. Se planta una idea matriz en el colectivo, asimilada en cada persona, que pasa a ser la premisa desde donde se juzga todo lo que ocurre. Esto hace que personas con educación formal y un elevado nivel intelectual comiencen a aceptar incondicionalmente información dirigida y arbitraria de múltiples fuentes -formales e informales-, para elaborar conclusiones que en su mente aparecen como reflexión propia»37.

En diciembre de 2022 Jonás Tögel desarrolló los principales puntos de la guerra «por la mente de la gente» que practicaba la OTAN, terminando su aportación refiriéndose a la guerra cognitiva que desarrolla la OTAN en Ucrania y mostrando la urgencia de estudiar esta nueva agresión, y combatirla:

«Para salir victorioso en la guerra, hay que ganar también la batalla por la opinión pública. Esto se viene haciendo desde hace más de 100 años con herramientas cada vez más modernas, las llamadas técnicas de poder blando. […] La desconfianza en los gobiernos y los militares va en aumento, mientras que la OTAN intensifica sus esfuerzos para utilizar una guerra psicológica cada vez más sofisticada en la batalla por las mentes y los corazones de la población. […] las técnicas convencionales de poder blando ya no son suficientes, lo que se necesita es una guerra cognitiva, es decir, relacionada con la mente, una «propaganda participativa» en la que «todos tomen parte». […] la neurociencia como arma […] Los estrategas rara vez admiten abiertamente que estas técnicas pueden utilizarse no sólo en poblaciones enemigas sino también dentro de los países de la OTAN. Las declaraciones al respecto suelen ser vagas. Sin embargo, hay indicios de que la OTAN también tiene como objetivo a su propia población. […] Teniendo en cuenta que la guerra cognitiva ya está en marcha y que las últimas técnicas de manipulación se están utilizando actualmente en la guerra de Ucrania para dirigir los pensamientos y sentimientos de las poblaciones de todas las naciones implicadas en la guerra, la aclaración sobre las técnicas de poder blando de la guerra cognitiva sería apreciada y debería ser más urgente que nunca»38.

«Son incapaces de razonar con evidencias (de hecho las excluyen o las tergiversan). Son incapaces (literalmente) de pensar de manera «compleja», considerando la integración dinámica de cinco o más variables, cada una de ellas portadora de vectores de clase en pugna, de historia, de matices y de identidades no subordinadas a la estrechez de la ideología mercantil, lineal y rígida como los intereses de la acumulación del capital. Sus razonamientos más humanos son refritos del vocabulario filantrópico más banal, difundido en seminarios de autoayuda o coaching empresarial.»39.

En enero de 2023 Fernando Buen Abad expuso así los efectos destructores que causa la manipulación cognitiva en sus víctima, en las personas que se resisten al imperialismo: «Son incapaces de razonar con evidencias (de hecho las excluyen o las tergiversan). Son incapaces (literalmente) de pensar de manera «compleja», considerando la integración dinámica de cinco o más variables, cada una de ellas portadora de vectores de clase en pugna, de historia, de matices y de identidades no subordinadas a la estrechez de la ideología mercantil, lineal y rígida como los intereses de la acumulación del capital. Sus razonamientos más humanos son refritos del vocabulario filantrópico más banal, difundido en seminarios de autoayuda o coaching empresarial.»40.

En marzo de 2023 Southfront destripa con estilete la que probablemente sea ahora mismo la experimentación más sofisticada de las revoluciones naranjas y de la guerra cognitiva en sus plasmación práctica: «la derecha dirigida por EEUU busca el derrocamiento del gobierno legítimo en Georgia. Se inspira en los beneficios personales que les ofrecen en caso de derrota de Rusia en su lucha contra la OTAN, supuestamente factible tras el estallido de una nueva ola de hostilidades en sus fronteras del sur»41. Los «beneficios personales» siempre han sido anzuelos de cooptación, colaboración con el invasor y traición al propio pueblo. Las agresiones a Venezuela, Nicaragua, Cuba y una infinidad de naciones también han intentado sostenerse en los traidores comprados con dólares, libras, francos, ducados…, en definitiva por aquél «oro persa» con el que tantos griegos fueron sobornados para destrozar desde dentro a su país hace 2500 años, por no retroceder más en el tiempo.

4.-

¿Cuál es el secreto de la efectividad que tiene el «oro persa» para corromper ideales y comprar voluntades? De la respuesta a esta pregunta depende en buena medida la praxis contra la guerra cognitiva, y para entender mejor lo que sigue nos adelantamos un poco leyendo esto: «La política actual se encadena a los vicios electorales puestos en práctica por griegos y romanos: el soborno del voto, no sólo en dinero, sino en especie. Alimentos, despensas familiares, vales de mercancías diversas, ropa, plumas, herramientas de trabajo, rifas. El merchandising es arma política que funciona en una gran variedad de artículos gratificantes, que se entregan en convenciones y concentraciones; en actos y juntas, incluso en visitas domiciliarias. El ciudadano tratado como consumidor, el consumidor atraído como votante; el votante, subsidiado y su voluntad objeto de canje»42.

Llegamos así el punto crítico de la guerra cognitiva como parte de la guerra imperialista: la mercantilización de la política, la ley del valor aplicada al precio del voto electoral, el trabajo abstracto y el valor como las relaciones sociales imperceptibles a simple vista que sin embargo dirigen las estrategias y tácticas de manipulación de la estructura psíquica para generar revoluciones naranjas mediante la excitación de la irracionalidad con las tecnologías más recientes que crean traidores prometiéndoles todas las formas materiales e ideales, posibles e imposibles del «oro persa», sobre todo de las inaccesibles en sí mismas para que creen frustración, rabia y odio, fuerzas reaccionarias que sostienen las violencias fascistas que cohesionan las «democráticas» revoluciones naranjas y las guarimbas.

Hemos visto y veremos a lo largo del texto la omnipresencia de la corrupción, del soborno y de la traición colaboracionista por dinero o por prebendas de cualquier tipo. No hay duda alguna que la guerra cognitiva también se basa en y a la vez propaga la venta del «alma», o mejor de la dignidad, al opresor por las inhumanas treinta monedas. Siempre debemos insistir en que la conciencia sociopolítica es central en la lucha contra el «oro persa», pero también lo es la coherencia ética, especialmente en la praxis comunicacional ya que es central para que el pueblo venza en la permanente guerra cognitiva. Carlos Sierra tiene toda la razón cuando insiste en la ética comunicacional como vacuna contra la manipulación reaccionaria inserta en las redes del capital:

«Las redes sociales digitales no sobreviven sin el chisme, las mentiras, la rapidez que no da lugar a la verificación de la información, la inmediatez que reclama la adhesión ipso facto, la repetición o viralización que integra a millones de personas en la falsedad. En estas redes lo más importante no es la calidad o verdad del contenido, sino la rapidez con que es transmitido […] se viola la privacidad e intimidad de las personas, se montan videos que comprometen reputación, se estafa, se amenaza, y se acosa. Es muy difícil controlar estas prácticas antiéticas. Algunos Estados han avanzado en disposiciones jurídicas al respecto, pero falta mucho por hacer»43.

Vemos la importancia crítica que tiene la cuestión del poder del Estado en manos del pueblo obrero para controlar las redes sociales reaccionarias que son parte de la guerra cognitiva. Uno de entre los millones de ejemplos lo tenemos ahora mismo en Georgia: en marzo de 2023 Fabricio Cesari informa que « Al fin y al cabo, la indisoluble cadena que une a USAID, NED y las ONG golpistas ubicadas en países “hostiles” a EEUU está sobradamente probada y documentada. Y no hace falta ningún talento especial para el periodismo de investigación, ya que los desembolsos de sus fondos a los golpistas en sus respectivos países son públicos, dada la exigencia de rendición de cuentas debida a la recepción de fondos públicos. En cualquier caso, como dijo su vicepresidente, “USAID hace el trabajo que la CIA ya no puede hacer” […] Los disturbios callejeros fueron organizados y dirigidos por miembros de ONG financiadas por Estados Unidos y la UE. El objetivo es la caída del gobierno»44.

Exacto: la caída de los gobiernos que no obedecen al imperialismo, su derrocamiento si es posible desde dentro o mediante una combinación de «presión democrática» interna reforzada con presiones externas de las «comunidad internacional». En caso de fallar estas vías, que pueden ser apoyas por golpes judiciales o «golpes blandos» en los que la manipulación psicopolítica en todos sus niveles juega un papel central45 desde hace al menos una década, puede lanzarse una invasión si el imperialismo tiene superioridad militar. Pero, como hemos visto, la guerra cognitiva también se aplica contra la propia clase trabajadora para mantenerla atada e inmóvil con las invisibles cadenas mentales:

«Teniendo en cuenta que la tecnología de los medios audiovisuales modernos crea un desfase en la capacidad de análisis consciente del ser humano, gran parte del mensaje se percibe directamente desde un plano subconsciente (el hábito cotidiano de su contemplación, modifica nuestros estados perceptivos y por tanto nuestra relación con la realidad). McLuhan, Eco, estudiosos del fenómeno comunicativo lo calificaron como narcótico o hipnótico, genera respuestas de las que ni siquiera nos damos cuenta. Nos encontramos pues, ante una relación de sumisión con los medios que nos absorben y dominan, imponiéndonos una dictadura que exige la obediencia ante los parámetros creados por la realidad mediática teledirigida desde los centros manipuladores del poder»46.

La aceptación acrítica de «verdad» creada por los medios del capital se sostiene en varios pilares irracionales, entre los que destacamos el miedo según veremos, pero sobre todo en el efecto de inseguridad ante lo desconocido que es una de las consecuencias del fetichismo de la mercancías. Tampoco debemos olvidar la plomiza dependencia que nos han hecho tener del miope sentido común y del vuelo corto de la lógica formal. El dogma se chulea prepotente y autoritario allí donde el la dialéctica no puede desplegar su potencia crítica devastadora:

«El pensamiento dialéctico se distingue por la noción de que el análisis y la exposición teóricos no son extrínsecos al objeto de conocimiento. Frente a la «cognición externa», que impone un método predeterminado a aquello que busca comprender, la dialéctica procede a través de una crítica inmanente y aspira a dibujar el movimiento y la estructura interna de su objeto de estudio. Más que atraer el fenómeno a sus propias exigencias, las investigaciones dialécticas adquieren su forma a partir de las características del objeto que está siendo explorado. Esto hace de los análisis dialécticos ejercicios que son literalmente fenomenológicos a la hora de explicar la lógica interna de los fenómenos»47.

Descubrir la lógica interna de la guerra cognitiva es la precondición inexcusable para vencer en ese frente concreto de la guerra social entre el capital y el trabajo, y sobre todo en esa guerra misma en su total extensión mundializada, como veremos al final.

5.-

La guerra cognitiva también golpea a las clases trabajadoras de los Estados miembros de la OTAN. J. Tögel nos remite al comienzo del siglo XX como el momento en el que se inventan los rudimentos de esta nueva forma de guerra, aunque veremos que en realidad son mucho más antiguos. El impacto de la IGM fue decisivo en este sentido porque inauguró la fase de la «destrucción absoluta» que caracteriza desde entonces a la guerra como recurso último para salir de las crisis del capital que entonces era la segunda Gran Depresión, mediante la «gran aceleración»48 de la identidad producción/destrucción capitalista, La velocidad acelerada de la unidad productivo/destructiva del Estado-capital es la que explica cómo y por qué se ha llegado a la guerra cognitiva pocos años después de estallar la tercera Gran Depresión.

Es incuestionable que el Estado como forma político-militar del capital juega un papel clave en crear las condiciones necesarias para el triunfo de la guerra cognitiva tanto contra sus explotados como contra los pueblos que pretende oprimir. Volviendo a la IGM como momento de salto de una fase a otra, en 1915 Freud impactado por su brutalidad, escribió: «El Estado exige a sus ciudadanos un máximo de obediencia y de abnegación, pero les incapacita con un exceso de ocultación de la verdad y una censura de la intercomunicación y de la libre expresión de sus opiniones, que dejan indefenso el ánimo de los individuos así sometidos intelectualmente, frente a toda situación desfavorable y todo rumor desastroso»49. Es cierto que, entre otras carencias, Freud no prestó la atención debida al papel del Estado, de la lucha de clases, de la represión burguesa, etc.,50 y es por estas limitaciones que tiene tanto valor el texto de él que estamos analizando.

Debemos profundizar un poco más en esta tesis cierta porque es una de las puertas de entrada a la fase de modernización capitalista de lo que ahora se llama guerra cognitiva. En efecto, Freud había reconocido en una página anterior su sorpresa y «terrible decepción»51 por la IGM, como le sucedió también a Lenin. Pero desde 1916 la moral de combate de los ejércitos enfrentados empezó a debilitarse surgiendo negativas, desobediencias, motines y hasta sublevaciones52. Aprendiendo de aquella y de otras idénticas posteriores, un objetivo de la actual guerra cognitiva en el propio Estado es preparar mentalmente a su población explotada para que no se decepcione por la guerra que inicia su burguesía, sino para que la apoye con fanatismo hasta el final.

Freud comprendió que la «indefensión de ánimo» creada por el Estado incapacita a los ciudadanos a reaccionar frente a las situaciones desfavorables. Precisamente es en esas cuando se constata el peso reaccionario de la obediencia individual y colectiva, y la extrema debilidad de las personas obedientes ante la manipulación estatal, que les impide desarrollar una crítica que analice cuantitativamente y sintetice cualitativamente los problemas a los que se enfrentan. Freud sostuvo que nunca ceja la presión coercitiva global sobre la persona, contra ella y dentro de ella, asegurando que: «durante la vida individual se produce una transformación constante de esta coerción exterior en coerción interior»53.

Freud constató que: «La aparición de estos productos de la reacción es favorecida por las circunstancias de que algunos impulsos instintivos surgen casi desde el principio, formando parejas de elementos antitéticos, circunstancia singularísima y poco conocida, a la que se ha dado el nombre de ambivalencia de los sentimientos […] la frecuente coexistencia de un intenso amor y un odio intenso en la misma persona […] el carácter de un hombre […] sólo muy insuficientemente puede ser clasificado con el criterio de bueno o malo. El hombre es raras veces completamente bueno o malo; por lo general, es bueno en unas circunstancias y malo en otras, o bueno en unas condiciones exteriores y decididamente malo en otras”54.

Manipular la ambivalencia de los sentimientos es una prioridad de las clases explotadoras para introyectar en las masas oprimidas la creencia de que lo bueno es la obediencia y la sumisión, y lo malo es la libertad y la subversión. Es una guerra por el sentido, que ha sido desde siempre una de las tareas centrales de la guerra ideológica, pedagógica, psicológica, propagandística… o cognitiva desde su origen. Es cierto que hay diferencias entre estas formas específicas de guerra; es cierto que la cognitiva tiene, como veremos, letalidades nuevas inherentes a los avances de la tecnociencia burguesa y a su industria de la matanza de seres humanos, para utilizar la terminología de Marx y Engels, pero primero debemos tener una perspectiva histórica que precisamente empieza en la fase imperialista del capitalismo.

Freud escribió lo que acabamos de leer en 1915. Para 1921 existía el Instituto Tavistock que investigaba cómo utilizar la estructura psíquica deteriorada de los ex soldados que habían sufrido las conmociones de la guerra de 1914-18 para producir «generaciones de idiotas» obedientes al imperialismo, Instituto que recibió fuertes apoyos económicos de grandes capitalistas y Estados burgueses55. Otro estudioso de esta problemática descubrió en sus buceos en la historia lo que sigue: “Más allá del parecido entre las líneas ideológicas de la «guerra psicológica» y las del Congreso por la Libertad de la Cultura que muestran la coherencia relativa del plan concebido por Wisner y los dirigentes de la CIA, se puede notar que los especialistas de la «manipulación de masas» son frecuentemente marxistas arrepentidos. Un ejemplo de ello es la carrera de Paul Lazarsfeld. A fines de los años 20, el que será uno de los principales ideólogos de la «comunicación de masas» es un socialista activo. En Francia, tiene relaciones con la SFIO y con Leo Lagrange. En 1932, la Fundación Rockefeller le ofrece una beca de dos años para estudiar en Estados Unidos. Considerando que existe «una correspondencia metodológica entre la compra de jabón y el voto socialista», se da a conocer escribiendo artículos de marketing”56.

Al fin y al cabo: «Fue un sobrino estadounidense del propio Freud, Edward Bernays, el primero en percatarse del incalculable potencial que las teorías de su tío ofrecían al capitalismo y su visión del mundo, de la economía y del papel que el individuo debe jugar en la nueva sociedad consumista-capitalista que estaba emergiendo. El razonamiento propuesto por este hombre, aunque con efectos devastadores para la libertad humana, fue sencillo: si es verdad eso de que el hombre está sometido por una serie de fuerzas, pulsiones, deseos y necesidades inconscientes que ni si quiera él mismo conoce, y que operando desde un oscuro lugar de la mente tienen capacidad para influir en la conducta del hombre, también lo será que, manipulando convenientemente estas pulsiones, deseos y necesidades ocultas, quien sea capaz de realizar tal manipulación será capaz también de influir directamente, sin que ellos lo sepan, en la conducta, el pensamiento y el comportamiento de estos sujetos, y todo ello, además, mientras que por la vía de los mecanismos conscientes habituales se les está diciendo que se hace justamente lo contrario»57.

Edward Bernays tuvo una larga vida, entre 1891 y 1995, años dorados de la expansión yanqui, pese a sus muchas derrotas y problemas. Además de sus pioneras investigaciones sobre la utilización de algunos principios del psicoanálisis para manipular los deseos inconscientes de los consumidores, creando la llamada ciencia del márquetin, también volcó sus conocimientos en mejorar las relaciones empresariales y políticas del capitalismo. Fue consejero de varios presidentes estadounidenses pudiéndose decir que la Casa Blanca era casi su segunda vivienda. De este modo, se fue fusionando el márquetin comercial y las relaciones empresariales y políticas del imperialismo en una sola metodología que al fusionarse cada vez más desde finales de la IGM con los intereses militares, fue mejorando los métodos de la manipulación de masas hasta llegar, como veremos, a la actual guerra cognitiva.

Si la IGM abrió la fase de la aceleración bélica imperialista y con ella la aceleración de la lucha de clases y de liberación nacional, con la IIGM se dio otro salto que, para nuestro objetivo en este texto, es muy importante saber cómo su ferocidad racista, su irracionalidad violenta y fanática en extremo, sus genocidios, etc., dieron pie a serias investigaciones sobre la «personalidad autoritaria»58, sobre la manipulación de la agresividad59 orientándola hacia el terror planificado, sin poder extendernos más. Aunque más adelante la guerra cognitiva explorará otros campos de batalla más individualizados, buscando que las frustraciones consumistas previamente creadas mediante el bombardeo «inmaterial» a personas y grupos seleccionados, se transformen además de en actos violentos contrarrevolucionarios, también en movilizaciones «democráticas» de las revoluciones naranjas organizadas por el imperialismo, siendo esto cierto, no lo es menos que por debajo de semejante «pacifismo» presiona en nuestro inconsciente lo que se llama la «función de Führer»60 o dicho en otros términos: la «figura del Amo»61.

Tiene razón M. Brinton cuando explica cómo en los momentos angustiosos, quienes no han desarrollado suficiente independencia psicológica, afectiva y emocional, crítica y autocrítica, teórica y política, ética y moral, tienden a adoptar «actitudes infantiles cuando se ponen frente a frente con los que simbolizan la autoridad, con los que representan en la escala de la sociedad la imagen de sus padres (es decir, los dirigentes del Estado, los jefes de las fábricas, los curas, los políticos consagrados, etc.)»62.

Como ha afirmado D. Rushkoff al estudiar los mecanismos de coerción y de obediencia en la sociedad y en las sectas, grupos y colectivos: «La CIA recomienda utilizar las recompensas y los castigos al azar, de forma ilógica, para que los sujetos regresen a un estado de dependencia infantil. De esta manera, el confundido adepto acaba experimentando un estado de regresión y transfiere la autoridad paterna al líder. Por esta razón, muchos líderes insisten en ser llamados padre madre»63. Pero esta producción de miedo social no se limita a espacios concretos y relativamente reducidos, sino que busca plasmarse en toda la sociedad siguiendo un modelo ya activado y minuciosamente investigado en el marketing de ventas y en el diseño de los grandes hipermercados: la aplicación de la “coerción pasiva” estudiada al detalle por especialistas que llegaron a la conclusión de que “el truco consiste en crear la sensación de que no existe –ni hace falta– ninguna alternativa. La atmósfera coercitiva definitiva es aquella que no se parece a una atmósfera porque recrea un mundo entero: el mundo real»64.

La guerra cognitiva incrementa su efectividad cuando previamente el Estado de la clase explotadora fabrica una estructura psíquica de masas sumisa e indefensa ante los posteriores desarrollos de la psicopolítica militarizada. Se trata, en suma, de lograr lo que R. Osborn expresó así estudiando el proceso educativo: «Hacer de la obediencia una virtud es socavar la autonomía individual»65. Sin embargo, la autonomía individual es una de las precondiciones para vencer a la guerra cognitiva, aunque nosotros preferimos decir independencia personal antagónica a la «máquina de la obediencia» estatal, definida así por Portinaro:

«Para un análisis de la trayectoria de los Estados, es ineludible considerar las técnicas, las prácticas y las ideologías en acción a los efectos de producir obediencia. Los Estados son aparatos para producir obediencia o para persuadir a la obediencia […] Miedo, interés, honor son los resortes que en cada coyuntura histórica resultan activados para conseguir un comportamiento adecuado: a través del monopolio de la coerción, el Estado atemoriza; recurriendo a los discursos a su disposición, dispensa ventajas materiales y honorabilidad social (ya para Bodin, como se ha visto, un imprescindible requisito de la soberanía). Pero el temor, el interés material, la consideración social no bastan para garantizar la estabilidad del poder. Existe un factor ulterior: la creencia en su legitimidad, entendida como cualidad peculiar, de carácter personal, del poseedor del poder, o bien como validez de un ordenamiento impersonal […] Una vez más, el modelo de esta evolución está constituido por la Iglesia, que durante siglos había dado pruebas de su capacidad disciplinadora y de su virtuosismo para conjugar el elemento activo del mando con el pasivo de la obediencia, educando para el autocontrol a los pastores y para la obediencia a la grey»66.

6.-

Efectivamente, la Iglesia y en general las burocracias religiosas han sido muy efectivos medios de guerra cognitiva aunque entonces no se la calificase así. Luego volveremos al importante papel de la mayoría inmensa de las iglesias en lo que ha sido la historia de la teledirección del pensamiento desde la primera infancia, pero ahora preguntémonos desde cuándo y por qué es tan efectivo ese «oro persa».

En el neolítico, antesala del modo tributario de producción, sucedió algo que va más allá del desarrollo agrícola, textil, cerámico, armamentístico, de domesticación de animales, etc., para avanzar en una nueva forma de orden social inherente a la propiedad privada: la obediencia disciplinada y mansa a las órdenes de la jefatura. Entre el -10.000 y el -2.500 se domesticó el perro, la oveja, la cabra, el cerdo, la vaca, el caballo, el asno, el búfalo acuático, la llama y la alpaca, el camello y el dromedario67. Los animales gregarios tienen una estructura social que ha permitido su domesticación y su explotación por la especie humana. No faltan estudios que sugieren que las minorías sociales que se iban enriqueciendo porque eran propietarias de ganado domesticado aprendieron a manipular, «domesticar» y mandar a otros congéneres adaptando las lecciones aprendidas en la domesticación de esos animales:

«Esta estructura social es ideal para la domesticación, porque en realidad los humanos asumen la jerarquía de dominación. Los caballos domésticos de una recua siguen al líder humano como seguirían normalmente a la yegua que ocupa el primer lugar. Las manadas o rebaños de ovejas, cabras, vacas y perros ancestrales (lobos) tienen una jerarquía semejante. A medida que los animales jóvenes crecen en un grupo de esas características, aprenden de los animales que habitualmente ven cerca de ellos. En condiciones naturales, se trata de miembros de su misma especie, pero los animales jóvenes de manadas que están en cautividad también ven a los humanos cerca y también los siguen.

Estos animales sociales se prestan a ir en manada. Dado que son tolerantes con los otros miembros del grupo, pueden ser agrupados, dado que instintivamente siguen a un líder dominante y toman a los humanos como líderes, pueden ser conducidos fácilmente por un pastor o un perro pastor. Los animales gregarios se comportan bien cuando están encerrados en condiciones de hacinamiento, porque están acostumbrados a vivir en grupos densamente atestados en la naturaleza»68.

La especie humana es social, pero hay seres humanos que por la educación que han sufrido han sido reducidos a gregarios necesitados de la protección del rebaño dirigido por una autoridad y por sus perros; personas sin conciencia crítica devenidas en objetos pasivos y no en sujetos activos. La aparición de cacicazgos, castas y clases dominantes fue simultánea a la domesticación animal siendo muy probable que esas minorías propietarias de los rebaños, también aprendieran a «domesticar» humanos contando con la ayuda de las primeras religiones burocráticas que ya para el -285069 eran capaces de alienar a personas para que se dejasen matar con el fin acompañar a reyes en su vida de ultratumba, creyendo que en ella serían felices.

La primera obra escrita conocida hasta ahora y destinada a la idiotización de los y las esclavas para reprimir el malestar social creciente, reforzando la dominación de la minoría sobre la mayoría, es el Poema de Gilgamesh de aproximadamente el -2100. Es la primera referencia escrita disponible sobre la lucha de clases y contra la explotación patriarcal en su forma más salvaje previa al asesinato, la violación sexual. Se trata de la escrituración de un mito religioso transmitido oralmente durante siglos antes, cuya figura principal, Gilgamesh, tenía dos tercios de dios y un tercio de humano. Era soberbio, vanidoso, autoritario, explotador y violaba a todas las mujeres… Todo ello provocó la reacción de los hombres que piden al dios Aruru que cree a Enkidu, parecido a Gilgamesh para que lo destruya70.

En la Tablilla XII del Poema se cita dos veces a Lilith la mujer mítica símbolo de la libertad, de la rebeldía…, peligrosa referencia que el patriarcado ha perseguido siempre: «En la edición católica de la Biblia la palabra Lilith está escamoteada […] Cuando las mujeres cayeron en la esclavitud del varón y se las obligó a parir en beneficio de aquél, es probable que algunas se resistieran bien a entregar los hijos, bien a tenerlos para perderlos después. Todo indica que Lilith estaría entre esta clase de mujeres»71.

El Poema cuenta que, antes de los humanos, existían los semidioses agigi explotados por los dioses anunakis: Los agigis se rebelan, son derrotados y uno de sus dirigentes, We, es apresado y descuartizado. Los anunakis comprenden que tienen que conceder alguna reforma para aplacar la lucha de clases, y crean a los humanos como lumpen proletarios para que hagan los peores trabajos, pero también se sublevan. La astuta diosa Ea72 dice a los humanos que hagan un barco gigantesco –el Arca– para salvarse de la muerte porque los dioses quieren destruirlos con un Diluvio Universal. La astuta Ea se pregunta: ¿Quién trabajará para nosotros si exterminamos a los humanos?: hay que salvar a unos pocos y a algunos animales en un gran barco para reproducir el lumpemproletariado.

Aunque Gilgamesh sea un mito, es innegable el trasfondo de explotación social generalizada, de resistencias, rebeliones y masacres, así como de tácticas divisionistas y hasta de promesas de solución –crear el Arca salvadora- por parte de facciones de las clases dominantes. Debajo de todo mito cargado socialmente, subyace una realidad que el poder quería negar, ocultar o tergiversar en su beneficio, más aún cuando ese mito, como el de Gilgamesh, fue tomando cuerpo en medio de la incipiente rotura de la unidad colectiva bajo las presiones sísmicas de la incipiente propiedad privada en la fase de tránsito del comunismo primitivo al modo tributario de producción.

De hecho el Poema fue escrito en la misma época en la que el rey del Estado de Lagash llamado Uruinimgina –«un hombre del pueblo»73— realizó importantes «reformas sociales»74 para aplacar el malestar de los «grupos sociales intermedios», proteger a viudas y huérfanos, suprimir impuestos, controlar la usura, reprimir el robo, atraerse a la casta sacerdotal, etc. Fue durante esta larga fase cuando, según ciertas investigaciones, se produjo la «derrota de la diosa», su expulsión del panteón politeísta, o su degradación a un segundo nivel, por no hablar de su desaparición. Esta «derrota» de produjo tras una «guerra» larga: entre el -3000 y el -1000 en Medio Oriente cuando vencieron definitivamente los dioses guerreros y crueles, que dominaban sobre diosas reducidas a la obediencia o esclavizadas75.

No hace falta decir que lo esencial y permanente, el núcleo, de las técnicas de manipulación y represión se creó en estos decisivos milenios en los que el poder de una minoría domesticó animales no humanos y humanos, explotó a la mujer, oprimió o exterminó pueblos, e impuso su propiedad privada destruyendo o reduciendo al máximo los modos comunales de producción. Así que avancemos un poco: En la China de -720 el mandarín Fuh-Tsien fundó la doctrina de la manipulación propagandística al sostener que «La repetición es la base del conocimiento, incluso si éste es falso»76. Goebbels no inventó nada nuevo, excepto la utilización sistemática de la radio, el cine, la imprenta, el teléfono, el telégrafo, el avión, etcétera, para controlar a mucho más millones de personas tecnologizando el método de Fuh-Tsien, del mismo modo que la guerra cognitiva actual recurre a nuevas tecnologías desconocidas por los nazis y mandarines para evitar el hundimiento del imperialismo.

En el siglo –IV Sun Tzu escribió en el Arte de la guerra: « Todo el arte de la guerra está basado en el engaño […] Ofrece un señuelo a tu enemigo para hacerle caer en una trampa […] Ponle en aprietos y acósale […] Si está unido, divídele […] Atácale donde no esté preparado»77, o también «Impalpable e inmaterial, el experto no deja huellas; misterioso como una divinidad, es inaudible. Así pone al enemigo a su merced»78. Pero leamos esto que sigue porque nos da una idea exacta de cómo permanece lo esencial de las técnicas de control de masas, aprendiendo de las lecciones extraídas por el ejército opresor en su trato a los soldados de las clases explotadas:

«Si las tropas son castigadas antes de tener la seguridad de que son leales, serán desobedientes. Si no obedecen, resulta difícil emplearlas. Si las tropas han quedado ligadas con usted, pero no se puede imponer la disciplina, no pueden ser empleadas. Por ende, deles órdenes con cortesía pero manténgalas bajo control con una disciplina de hierro, y se puede decir que la victoria es segura. Si se cumplen firmemente las órdenes de instruir las tropas, obedecerán. Si no se cumplen en forma consecuente, desobedecerán […] Un general considera a sus hombres como infantes que marcharán con él por los valles más hondos. Los trata como hijos queridos, y ellos estarán a su lado hasta la muerte. Si un general tiene indulgencia con sus hombres pero es incapaz de utilizarlos, si los ama pero no puede imponer sus órdenes, si son desordenados y es incapaz de controlarlos, se pueden comparar con los hijos consentidos, que resultan inútiles»79.

Trasladamos estas lecciones a la forma de control de las clases trabajadoras y vemos cómo la lógica militar no se diferencia en nada sustantivo de la lógica de control sociopolítico incluso de la burguesía «democrática». Pero lo que nos interesa es saber que la lucha de clases redujo tanto la efectividad del sistema de orden basado en la aplicación parcial del control militar al control sociopolítico que, desde final del siglo III, el budismo mahayana fue impulsado por la burocracia china como «instrumento de cohesión social»80, pasando de tener ciento ochenta centros y más de tres mil quinientos monjes a comienzos del siglo IV a tres mil monasterios y dos millones de monjes a comienzos del siglo VI. De este modo, la dureza militar más o menos subterránea o notoria según los momentos, tuvo que ser reforzada por el pacifismo colaboracionista con el poder del budismo mahayana. Recordemos que esta creencia religiosa surgió en el mismo país, India, en el que en -273 en los Nueve Desconocidos se lee: «De todas las ciencias la más peligrosa es la del control del pensamiento de las multitudes, pues es la que permite gobernar el mundo entero»81.

Vamos a saltarnos varios siglos y detengámonos en Gengis Khan, uno de los maestros de la manipulación en todas sus formas y muy probablemente el mejor militar de la historia. Redactó la famosa Yassa82 o código de leyes del que no tenemos una versión completa. La hizo gravar en piedras que colocó en todas las vías y cruces de caminos, y en las puertas de ciudades y pueblos. Este implacable conquistador conocía los efectos de la propaganda en cualquiera de sus formas sobre todo la que azuzaba el egoísmo disolvente, de la guerra psicológica aplicada contra los pueblos que iba a invadir y del terror controlado que los paralizaba. Sabía que la corrupción y el debilitamiento de las costumbres podían hundir a su pueblo, y por eso hizo que el penúltimo artículo de la Yassa, el No 21, condenase a muerte a los espías, a los falsos testigos, a los hechiceros y a todos los hombres con «vicios infames»83.

Si nos fijamos, hay tres cosas en común que recorren a estas categorías de seres: Una, obtener información importante sobre el pueblo al que van a atacar para conocer sus debilidades; dos, propagar falsa información y creencias infundadas para romper su unidad, infundir terror, reforzar a la oposición para que se subleve a favor de los atacantes; y tres, propiciar la corrupción de las costumbres para aumentar los colaboradores, corruptos y saboteadores internos a sueldo del invasor. Las tres mantienen hoy, en el capitalismo, la misma o más importancia que hace casi 800 años pero en otra sociedad precapitalista. Además, para mantener la firme unidad y conciencia colectiva interna, los soldados mongoles que retrocedían o abandonaban su unidad podían ser ejecutados por sus compañeros. Gengis Khan «favoreció el ascenso de jefes guerreros capacitados, de origen humilde y que, en consecuencia, estaban en deuda con él»84, con lo que reforzaba la unidad basada en lazos de agradecimiento personal.

Gengis Khan conocía el poder disolvente y desmoralizador de estas tácticas y métodos que hoy denominaríamos de guerra cognitiva y de represión atroz, y los usaba sin piedad contra los pueblos que iba a invadir, para debilitarlos y dividirlos, o que ya dominaba para mantenerlos impotentes, si es que les había le perdonado la vida, Por eso mismo, fue tajante en la represión de tales métodos cuando se descubrían contra los mongoles o entre ellos. Por ejemplo, «Los mongoles instituyeron, pues, en China una estricta compartimentación social prohibiendo los matrimonios entre los grupos étnicos definidos por ellos. Pero esta compartimentación es general: sirve tanto para la aristocracia mongola, cuyas funciones son hereditarias, como para las clases inferiores a las que se mantiene por fuerza en su condición»85. La efectividad normativa de la Yassa era tal que las clases «inferiores» tenían asumido el destino impuesto por la clase dominante que no se conocen por ahora revueltas ni sublevaciones contra él.

7.-

Habiendo visto rápidamente algunos métodos de manipulación que adelantaban componentes significativos de la presente guerra cognitiva, vamos ahora a ver un poco la importancia del cristianismo en expresión nuclear resumida así Pablo en su carta A los colonenses, 3.22-4: «Esclavos, obedeced en todo a vuestros amos según la carne, no con obediencia externa, como para complacer a los hombres, sino con sencillez de corazón y temor a Dios… sabiendo que recibiréis del Señor la herencia por galardón: a Cristo Señor servís»86. Aunque Pablo se dirigía aquí a los esclavos en la Roma del siglo I, es cierto que el mandato divino es aplicable por siempre a todos los cristianos y cristianas.

Pero lo que nos interesa es la mezcla de sumisión obediente y temerosa de dios, con la promesa de una buena vida eterna por el haber aceptado con sencillez de corazón la explotación esclavista. Como no era posible gozar de una vida libre según el concepto de libertad en la Roma de entonces –ni siquiera en el sentido marxista de libertad como emancipación87–, el amo esclavista por boca de Pablo y recurriendo a todos los métodos disponibles en la época, hacía creer al esclavo que, si aceptaba su dolor, sería recompensado tras la muerte. La guerra cognitiva se basa en la misma promesa de salir de un mundo pobre, oscuro y helado, creando con todas las tecnologías actuales una realidad que no existe excepto en la irrealidad introyectada en la mente atemorizada, necesitada de la figura del Amo, sea dios, el Führer o Guaidó.

Pablo y el Pentágono hacen creer que la esperanza es factible si se reinstauran los valores del capital aunque sea por la violencia más atroz, la esclavista de entonces y la fascista de ahora, como muy bien advierte Luís Delgado Arría: « La guerra cognitiva es un sádico experimento con humanos desplegado y comandado por el imperialismo capitalista/ psicópata en todo el mundo. […] En un nivel geopolítico, la guerra cognitiva necesita naturalizar e imponer a nivel global la ética y la política nazi/ fascista, funcional a la reconfiguración del imperialismo financiero y la contracultura de la modernidad. Para lograrlo necesita suprimir las soberanías nacionales, la historia y las culturas endógenas nacionales, éticas y locales.»88.

Tiene plena razón L. Delgado Arria, tanta que nos abre el camino a la crítica de las relaciones entre fascismo y cristianismo –«cristofascismo»89— que tanto explota ahora la contrainsurgencia imperialista y su guerra cognitiva, pero que viene de mucho antes: las relaciones de Roma con Hitler premonitoriamente denunciadas por Henry Laconte en 1933, en un texto demoledor en el que, además, bucea hasta algunas prácticas extremadamente crueles y asesinas de la política interna del Estado Vaticano:

Por ejemplo: Constantino I (siglo VIII) hizo clavar cuchillos candentes en los ojos del arzobispo de Rávena por desobediencia. Gregorio V (s. X) hizo cortar los pies, las manos, la nariz, la lengua y las orejas al cónsul Crescentius y su compañero Juan por no complacerle, y después los llevó en procesión por Roma antes de ahorcarlos. Inocencio III (s. XIII) mando quemar, saquear e incendiar la ciudad de Béziers asesinando a 60.000 personas, y un día ordenó arrojar por las ventanas del palacio papal a 11 personas que discrepaban de sus opiniones. Sixto VI (s. XV) ordenó acuchillar a Laurent y Julien de Medici en una misa, durante la consagración de la hostia. Alejandro Borgia o Alejandro VI (s. XV, inicio del XVI) incestuoso, fratricida, asesino, usurero, experto en venenos, obseso sexual y padre de bastardos. Gregorio XIII (s. XVI) exultaba de gozo al recibir en un lujoso cofre la cabeza decapitada del almirante francés Coligny, regalo de Catalina de Médicis, asesinado con otros miles de hugonotes durante la Matanza de San Bartolomé en verano-otoño de 1572 en el reino de Francia…90.

En 1980 Juan Pablo II canonizó al Padre Anchieta, jesuita que dirigió la cristianización de zonas de Brasil en la segunda mitad del siglo XVI asegurando que «La espada y la vara de hierro son los mejores predicadores»91. Si a esta violencia descarnada le sumamos las buenas promesas de la Biblia sobre un mundo mejor si se obedece a dios, tenemos una prefiguración de la actual guerra cognitiva perfeccionada con las «revoluciones naranjas» que unen las manifestaciones fascistas más sanguinarias y las promesas de una arcadia capitalista.

Partiendo del hecho de que «La conquista de México fue una cruzada religiosa»92, como así lo demuestra Rosaura Hernández, lo que explica la práctica inquisitorial de quemar vivos a quienes se resistieran a la cristianización, hasta 1540, salvajismo que no logró destrozar la tenaz resistencia religioso-identitaria de los invadidos. Para lograrlo, la Iglesia optó por intentar subsumir parte de la identidad étnico-religiosa mexicana en la nueva identidad de los invasores, recurriendo a tácticas que anunciaba de algún modo lo que sería más adelante guerra cognitiva: los clásicos métodos europeos de construir basílicas e iglesias sobre templos paganos, integrar dioses y diosas mexicas en el catolicismo, etc., y crear milagros y apariciones de santos y vírgenes, como la de Guadalupe93.

La «cruzada» para destruir México era parte del expolio español de Nuestramérica, extremadamente violenta, tuvo en el cristianismo una efectiva fuerza integradora porque –releamos a Pablo– prometía la vida eterna y a la vez la participación subsidiaria en una parte del tributo, pero sin poder ni economía del ocupante en esta vida terrenal. ¿Qué mayor ejemplo de las excelencias de aquella guerra cognitiva en Nuestramérica que lo que nos explica R. E. Wolf?:

«A la alta nobleza india se le asimiló formalmente dentro de la nobleza española y se le confirmaron sus pretensiones a tributos, propiedades y pensiones, pero se le privó de todo al mando y al poder. Su conversión al cristianismo aseguró su rompimiento con las fuentes de influencia ideológica anteriores a la Conquista, y las integró a las actividades en curso en la Iglesia […] Al igual que los jefes africanos que tres siglos después los ingleses pusieron a mandar sobre las poblaciones africanas en “gobierno indirecto”, esta nobleza acabó mediando entre conquistadores y conquistados». Además, en la medida en que las exigencias económicas españolas permitían un aumento relativo de las riquezas de los miembros del “gobierno indirecto” mediador entre conquistados y conquistadores: «muchos se inclinaron a bajar el nivel de su celo como defensor del pueblo». Simultáneamente, esta dinámica se veía reforzada por la expansión de la lengua y cultura extranjera ya que «cuando lo que hablaba era el dinero, hablaba en español, no en náhuatl o quechua»94.

L. Ugalde ha prestado especial importancia a la política educativa española como eficaz método de desnacionalización india y de imposición de una nueva identidad mediante un proceso educativo que, como mínimo, reunía tres características básicas: se ocultaban sus objetivos últimos, o sea, borrar la identidad propia e imponer la extranjera; se buscaba obtener el apoyo e implicación de los caciques como garantía del proceso, pues los indios desconfiaban inmediatamente de todos los españoles y de sus promesas; y, se recurría a regalos, premios, dinero y otras ganancias inmediatas para mostrar cuantas cosas se podían obtener aceptando la cultura española95.

Reaparece el «oro persa» que hemos visto arriba pero ahora en forma del dinero de los invasores europeos del primer capitalismo de los siglos XVI-XVIII, y en forma de regalos, prebendas, baratijas…. Entramos en la fase de definitiva expansión del fetichismo de la mercancía bajo la fuerza imparable del capitalismo, que es una de las bases de la guerra cognitiva actual. Pero llegados a este punto, tenemos que hacer referencia al Concilio de Trento que supuso en varias cuestiones un salto cualitativo en el tema que tratamos, sobre todo para derrotar el avance de la Reforma Protestante que era el cemento ideológico de la burguesía ascendente de aquellos siglos.

La reacción católica pasó a la ofensiva con la Contrarreforma y con el Concilio de Trento (1545-1563). Fueron los luteranos96 quienes primero hablaron de Contrarreforma como simple reacción, pero, con la visión que da el tiempo, este Concilio fue todo un intento de una solución global y nueva a la crisis de Roma de los siglos XV-XVI, aunque terminó fracasando porque la monarquía medieval que la dirigía iba contra el avance capitalista sin tener un modelo de explotación social generalizado alternativo y superior al burgués. Realmente, en vez de una Contrarreforma fue una contrarrevolución97 internacional cuyo objetivo era derrotar el contenido interno de las revoluciones burguesas que se estaban librando bajo la forma religiosa externa. Fue la reacción desesperada del dios feudal ante el avance del dios burgués.

Además del empleo sistemático de la guerra, la contrarrevolución aplicó una estrategia global que combinaba además de la nueva tarea de los papas, también la de las órdenes religiosas, muy en especial la Compañía de Jesús: «Los Ejercicios espirituales, de San Ignacio, fueron uno de los más eficaces instrumentos de educación de la fe y el compromiso católico. Su atención especial a las élites, a las personalidades más fuertes y a las jóvenes generaciones les garantizaron una eficacia en su cuenta de resultados incomparable a lo logrado por otras instituciones»98.

Además, desarrollaron cuatro medios de acción que la actual guerra cognitiva ha perfeccionado con la tecnociencia: nuevas formas de seducción propagandística; sistemática educación reaccionaria; potenciar el asociacionismo en forma de cofradías, hermandades, etc., para llegar a todos los rincones de la sociedad; y control social sobre todo en su forma individualizada mediante la confesión y masiva con la Inquisición99. La información así obtenida mediante sacerdotes, la Inquisición y «La terrible “Compañía de Jesús”»100 era puesta a disposición de las clases dominantes, de sus Estados y fuerzas militares. Guerra secreta realizada por especialistas a cargo de los aparatos de Estado, y que siempre se sostuvo –y sostiene- sobre la base de la lucha entre fracciones de las clases propietarias.

Recordemos que «En el siglo XVI la Compañía de Jesús proporciona un estilo de obediencia insólito hasta entonces en comunidad alguna, porque exige nada menos que el asentimiento del intelecto a cuanto a uno se le ordena hacer. Los miembros de la orden han de convertirse, mediante una violenta y costosa ascesis, en autómatas; las Constituciones de la Compañía equiparan literalmente a los jesuitas a muertos que caminan bajo la voz del superior, o a bastones en manos del anciano que hace con ellos lo que quiere. Nace así una obediencia que suprime la conciencia personal del bien y del mal ya que la salvación depende del ciego cumplimiento de las órdenes del Superior: el que obedece a éste jamás de equivoca, por cuanto sirve a la voluntad de Cristo encarnado en él»101. Dicho en otros términos, quien sirve a la voluntad del capital jamás se equivoca.

Nada más empezamos a leer la impresionante investigación de E. Paris sobre los jesuitas, nos encontramos con estas palabras: «Loyola escribió: «Estemos convencidos de que todo es bueno y correcto cuando lo ordena el superior». También declaró: «Incluso si Dios les diera un animal sin raciocinio como señor, no vacilarán en obedecerle como amo y guía, porque Dios ordenó que así fuera». Hay algo aún mejor: el jesuita debe ver en su superior, no a un hombre falible, sino a Cristo mismo. J, Huber, profesor de teología católica en Múnich y autor de una de las obras más importantes acerca de los jesuitas, escribió: «He aquí un hecho comprobado: las Constituciones repiten 500 veces que uno debe ver a Cristo en la persona del General».»102.

La unidad Estado-capital, tiene un contenido de guerra y disciplina militar innegable, y ese contenido fue adelantado por la Compañía de Jesús, como quedó confirmado por las Encomiendas en Nuestramérica: Los jesuitas llegaron al Río de la Plata en 1585 con la orden de reducir a pueblos indígenas aún rebeldes como, entre otros, guaraníes, guaycurúes, matacos y pampas. Fracasaron en la mayoría de los casos porque eran pueblos nómadas e irreductibles que escapaban de un lugar a otro cuando se veían en inferioridad de condiciones. Antes de la invasión española, grupos de guaraníes atacaron incluso al imperio Inca en el altiplano, y algunos lograron establecerse en su interior resistiendo todos los ataques incas para expulsarlos. En un principio se llevaron bien con los españoles porque eran enemigos de sus enemigos, pero «las nuevas formas de vida trajeron la dominación, la explotación y el régimen de encomienda» debido a lo cual se sublevaron algunas tribus guaraníes103.

En 1609 el cacique guaraní Arapisandú pidió ayuda a los jesuitas para cristianizar y reducir mediante la guerra a su propio pueblo104. Uno de los secretos de la efectividad jesuita fue la integración en el credo católico de partes de la religión guaraní. Bien pronto la efectividad jesuita hizo económicamente muy rentable la planificación del trabajo en las “encomiendas” guaraníes, lo que suscitó la envidia de portugueses y españoles, y de los traficantes de esclavos, quienes entre 1612 y 1638 esclavizaron unos 300.000 indígenas105.

Vamos a concluir haciendo una especie de resumen de la relación interna entre esclavitud, servidumbre y aparición de la explotación asalariada en el desarrollo del capitalismo europeo, gracias a Y. Moulier-Boutang especialmente en lo que define como «formas deformes» refiriéndose a la «segunda servidumbre» en Europa central y oriental106. Las identidades aparecen también en este caso de la «segunda servidumbre» en las prácticas de los métodos de terror y de terrorismo cotidiano para maximizar los beneficios de la explotación. Por su parte, Zs. P. Pach detalla las torturas más salvajes para destrozar las resistencias de las masas campesinas reducidas a la servidumbre, mostrando la interacción entre las diferentes violencias opresoras: «Al margen de la violencia física había otro medio de presión extra-económica de gran importancia: la violencia moral, la doctrina de la fe, la resignación, el abandono y la obediencia incondicional al señor». Este autor hace especial hincapié en el papel de la Iglesia como instrumento de la clase propietaria de las fuerzas productivas y reproductivas107.

8.-

La victoria obrera y popular en la guerra cognitiva nunca será definitiva mientras exista la dictadura del capital porque su férrea lógica de acumulación le exige sacrificar, vampirizar cada día más trabajo vivo para transformarlo en trabajo muerto, en mercancía y en ganancia burguesa. Es una lógica de muerte y fetichismo ante la que, tarde o temprano, se termina rebelando la humanidad explotada. Ahora mismo, por ejemplo, la lucha de clases que ha renacido en el interior de los Estados imperialistas empieza a superar el límite de la simple presión económico-salarial vehiculizada por el sindicalismo integrado en el orden del capital, para empezar a plantear reivindicaciones políticas. Lo que explica por qué la guerra cognitiva también empieza a golpear al proletariado de los países imperialistas: hay que alienar al proletariado antes de que se ponga en pie, o hay que aplastarlo con violencia extrema, lo cual exige una castración mental, cognitiva, previa que desmoralice y corrompa a sus sectores menos concienciados.

Decimos esto para mostrar que la guerra cognitiva no es invencible, de hecho encuentra muchas resistencias en los pueblos trabajadores y Estados a lo que ataca. No debemos subestimarla porque de vencer, su victoria sería arrasadora, pero sí debemos conocer sus debilidades para atacar por ellas hasta vencerla. Tras lo aquí expuesto, proponemos a debate estos puntos:

La principal causa de derrota de la guerra cognitiva, que es la misma que la de la civilización del capital pero a escala menor, es la propia naturaleza social, colectiva, solidaria y comunal de la especie humana como «especie genérica». La antropogenia es comunista por esencia y la propiedad privada es individualista, es decir, inhumana. Por tanto, la lucha contra esta «nueva» forma de guerra debe partir de y volver siempre a este choque antagónico en todas las facetas de la vida.

Crear e impulsar organizaciones que luchen por la recuperación de lo comunal y colectivo en la vida social, en el trabajo, en las necesidades económicas y políticas, en la lucha cultural y mediática…, es prioritario, y más aún lo es plantear la necesidad de la toma del poder, de la creación de un Estado obrero que, con el apoyo de la democracia socialista, implemente leyes que faciliten la intercomunicación concienciadora horizontal, y a la vez regulen, controlen o prohíban la impunidad depredadora de las redes sociales burguesas.

Naturalmente, esta dinámica de liberación sólo puede sostenerse si se ha acabado con la propiedad privada de la industria de la alienación, de las redes reaccionarias, y se han socializado los medios de pensamiento, creación intelectual y debate colectivo dentro del país propio y en alianza internacionalista con otros pueblos para una lucha mundial contra la mundial guerra cognitiva. Ello implica prohibir totalmente o restringir al máximo el llamado «libre mercado», que no es sino la libertad de mentira para el imperialismo.

A la vez la ética comunal y solidaria ha de estar presente en el interior de todos y cada uno de estos espacios críticos de liberación. La ética no es un «factor externo» que ayuda desde fuera, sino el cemento cohesionador en y desde las mismas entrañas de las mil facetas de la libertad como emancipación, como superación consciente de las necesidades impuestas tanto por el aún limitado desarrollo cualitativo de las fuerzas productivas y reproductivas, como por las relaciones sociales de explotación que son inherentes a la propiedad privada que, por serlo, es inconciliable con la ética humana.

Además, la emancipación será imposible y la guerra cognitiva se recuperará temprano o tarde de sus derrotas parciales si no se impulsa materialmente la derrota del machismo, de la esclavitud patriarcal, del racismo y de la xenofobia, de las dependencias de todas las lacras que conlleva la dictadura del mercado, del consumismo y de la envidia, del culto a Baal, al «oro persa». Aquí es vital otra pedagogía desde la primera infancia, que empiece en la familia y que se extienda y se mantenga durante toda la vida social. La pedagogía socialista es imprescindible.

Por último, la guerra cognitiva tiene un arma secreta que le ayuda a triunfar y que ya fue descubierta por Marx pero olvidada por las izquierdas: el mundo ideal, ilusorio, creado por el fetichismo de la mercancía. Malvivimos en un dimensión ficticia de relaciones sociales inexistentes pero que creemos que existen, lo que nos hace actuar como si existieran de hecho, aceptando sumisamente sus exigencias. Las tecnologías actuales, el márquetin global, conocen casi todas nuestras miserias, frustraciones y temores. A partir de esos datos masivos analizados con detalle elabora programas de manipulación para cada «segmento de consumo» en el templo de la adoración fetichista del mercado del deseo teledirigido.

Son deseos falsos, artificiales, creados por la industria de la fascinada subyugación consumista compulsiva y por ello insaciables, que nunca podrán ser plenamente satisfechos, que siempre exigen y exigirán más y más sacrificios y renuncias, más colaboracionismo y más traiciones, más egoísmo e indiferencia ante el dolor ajeno. El capital nos ha vampirizado y nos ha convertido en vampiros de los demás para convertirlos en esclavos de él, para engrandecerlo. Las redes sociales reaccionarias, las nuevas tecnologías de la manipulación inconsciente, los esfuerzos por controlar la vida cerebral, afectiva e intelectiva, la privatización de la vida en suma se sostienen en la adoración irracional al fetichismo de la mercancía. La derrota de la guerra cognitiva será irreversible cuando el trabajo abstracto y el valor, la propiedad de las fuerzas productivas y reproductivas hayan sido arrojadas al basurero de la historia.

Notas:

1 Luís Delgado Arria: Para una definición provisoria de la guerra cognitiva. 9 de marzo de 2023 https://redsocialcodi.com/para-una-definicion-provisoria-de-la-guerra-cognitiva/

2 Terry Eagleton: Por qué Marx tenía razón. Península. Barcelona 2011, p. 177.

3 Javier Echeverría: La revolución tecnocientífica. FCE. Madrid 2003, pp. 72-77.

4 Corsino Vela: Capitalismo terminal. Traficantes de Sueños. Mapas. Madrid 2018, p. 219.

5 Josep Fontana: Por el bien del imperio. Pasado & Presente, Barcelona, 2013, pp.156-167.

6 Elíades Costa Matos: Imperialismo del siglo XXI: las guerras culturales. Casa Editorial Abril. La Habana, 2009, pp. 69 y ss.

7 Fernando Buen Abad: Filosofía de la comunicación. Amanecí de bala. Caracas, 2007, pp. 195-197.

8 Marx: «Carta a Engels, 7 de julio de 1866». Cartas sobre El Capital. Ediciones Bolsillo. Barcelona, 1974, p. 119.

9 Pablo Heraklio: Infiltración estadounidense en Australia y la formación Acelerada del Frente Pacífico contra China. 15 de marzo de 2023 https://kaosenlared.net/infiltracion-estadounidense-en-australia-y-la-formacion-acelerada-del-frente-pacifico-contra-china/

10 Gerard Chaliand: Guerras y civilizaciones. Paidós, Barcelona 2006, pp. 69-70

11 Mark Healey: Los antiguos asirios. Ediciones del Prado, Madrid 1996, pp. 4-5.

12 F. Espejel y Cristina López Regueiro: «Dajjâlu: los servicios de inteligencia asirios». Desperta Ferro. El Imperio asirio. Madrid Nº 10, pp. 37-39.

13 Roger Osborne: Civilización. Una historia critica del mundo. Critica, Barcelona, 2007, p. 131.

14 Karlheinz Deschner: Opus Diaboli. Yalde. Zaragoza. 1990, p. 89.

15 Álvaro Cruz García: Los Aztecas. Edimat Madrid 6, pp. 23-24.

16 Álvaro Cruz García: Los Aztecas. Edimat Madrid 6, pp. 39-40.

17 Manuel Lucena: Así vivían los aztecas. Anaya. Madrid 1992, p. 42 y ss.

18 W. H. McNeill: La búsqueda del poder. Siglo XXI. Madrid 1988, pp. 146-147.

19 Lutz Raphael: Ley y orden. Siglo XXI, Madrid 2008, pp. 135-139.

20 Lewis Mumford: Técnica y civilización. Altaya. Barcelona, 1998, T. 1, pp. 191 y ss.

21 Engels: Anti-Dúhring, Grijalbo, México, 1968, p, 166.

22 Stephan L. Chorover: Del Génesis al genocidio. MUY. ORBIS. Barcelona 1986, pp. 179 y ss.

23 George Menahem: La ciencia y la institución militar. Icaria, Barcelona. 1977, p. 261.

24 Douglas Rushkoff: “Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen”. Ops. Cit. Págs.: 164-165.

25 Douglas Rushkoff: “Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen”. La Liebre de Marzo. Barcelona 2001. Pág.: 160

26 José María Pérez Gay: Los nuevos mercenarios. 21 de septiembre de 2007 https://www.jornada.com.mx/2007/09/21/index.php?section=opinion&article=024a1pol

27 Jeremy Scahill: Disney, Chevron y Monsanto han contratado los servicios de inteligencia, entrenamiento y seguridad de Blackwater, de septiembre de 2010, https://rebelion.org/disney-chevron-y-monsanto-han-contratado-los-servicios-de-inteligencia-entrenamiento-y-seguridad-de-blackwater/

28 James Petras: Imperio vs resistencia. Casa Editora Abril La Habana 2004, pp. 38-42.

29 Eliades Acosta Matos: “Las guerras culturales: intimando con la historia”. www.rebelion.org 27/12/2008

30 Redacción: La ciencia de la contrainsurgencia. 18 de octubre de 2014 https://borrokagaraia.wordpress.com/2014/10/18/la-ciencia-de-la-contra-insurgencia/

31 Aram Aharonian: ¿Enfrentar la guerra de quinta generación con arcos y flechas? 25 de agosto de 2018. https://www.lahaine.org/mundo.php/ienfrentar-la-guerra-de-quinta

32 Elsudamericano: La «Nueva Fuerza de Tarea en Internet» y la estrategia de guerra contra Cuba. 1 de febrero de 2018 https://elsudamericano.wordpress.com/2018/02/01/la-nueva-fuerza-de-tarea-en-internet-y-la-estrategia-de-guerra-contra-cuba-y-los-pueblos-del-mundo-en-video/

33 Javier Gómez Sánchez: Guerra mediática: de la racionalidad a la emotividad. 28 de junio de 2020. https://www.granma.cu/pensamiento/2020-07-28/guerra-mediatica-de-la-racionalidad-a-la-creatividad-28-07-2020-22-07-24

34 Ben Norton: Detrás de la «Guerra Cognitiva» de la OTAN: La «Batalla por tu cerebro» de los militares occidentales. 27 de octubre de 2021 https://www.tercerainformacion.es/opinion/27/10/2021/detras-de-la-guerra-cognitiva-de-la-otan-la-batalla-por-tu-cerebro-de-los-militares-occidentales/

35 Leonid Savin: La OTAN desarrolla nuevos métodos de guerra cognitiva. 2 de noviembre de 2021 https://rebelion.org/la-otan-desarrolla-nuevos-metodos-de-guerra-cognitiva/

36 Ricardo Chang: El advenimiento de la guerra cognitiva anunciada por la OTAN ¿Será una nueva amenaza para Venezuela? (I)) 25 de febrero de 2022 https://puebloenarmas.com/el-advenimiento-de-la-guerra-cognitiva-anunciada-por-la-otan-sera-una-nueva-amenaza-para-venezuela-i/

37 Alejandro Kirk: Ucrania y guerra cognitiva. 8 de agosto de 2022 https://www.telesurtv.net/opinion/Ucrania-y-la-guerra-cognitiva-20220808-0008.html

38 Jonas Tögel: ‘Guerra cognitiva’: La OTAN planea una guerra por la mente de la gente. 26 de diciembre de 2022. https://www.geopolitika.ru/es/article/guerra-cognitiva-la-otan-planea-una-guerra-por-la-mente-de-la-gente

39 Fernando Buen Abad: Guerrilla semiótica contra modos burgueses de manipular conciencias. 5 de enero de 2023. https://www.granma.cu/pensamiento/2021-01-05/guerrilla-semiotica-contra-modos-burgueses-para-manipular-conciencias

40 Fernando Buen Abad: Guerrilla semiótica contra modos burgueses de manipular conciencias. 5 de enero de 2023. https://www.granma.cu/pensamiento/2021-01-05/guerrilla-semiotica-contra-modos-burgueses-para-manipular-conciencias

41 Southefront; Las protestas en Georgia revelaron sus verdaderos objetivos. 13 de marzo de 2023 https://www.lahaine.org/mundo.php/las-protestas-en-georgia-revelaron

42 E. Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases, Taurus, México 1995, p. 387.

43 Carlos Sierra: ¿Con qué moral? Vadell Hermanos. Caracas 2022, p. 102.

44 Fabrizio Casari: Georgia, Occidente intenta otro golpe. 14 de marzo de 2023 https://rebelion.org/georgia-occidente-intenta-otro-golpe/

45 Maurice Lemoine: La era de los golpes de Estado suaves en América Latina. Agosto de 2014 https://mondiplo.com/la-era-de-los-golpes-de-estado-suaves-en-america

46 Juan López Páez: La guerra cognitiva. 16 de febrero de 2023 https://elcomun.es/2023/02/16/la-guerra-cognitiva/

47 David McNally: Monstruos del mercado. Levanta Fuego. Madrid 2022, pp. 188-189.

48 Maurizio Lazzarato: Guerra o revolución. Porque la paz no es una alternativa. Tinta Limón. Buenos Aires, 2022, pp. 42 y ss.

49 Sigmund Freud: Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte. Obras Completas. RBA. Barcelona 2006. Volumen III, pp. 2104 y ss.

50 Fritz Sternberg: «Marxismo y represión». Marxismo, psicoanálisis y represión. Gránica Editor. Buenos Aires 1972, Tomo I, pp. 95-111. También en https://elsudamericano.wordpress.com/2023/03/18/marxismo-y-represion-por-fritz-sternberg/

51 Sigmund Freud: Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte. Obras Completas. RBA. Barcelona 2006. Volumen III, p. 2103.

52 J. M. Winter: La Primera Guerra Mundial. Aguilar. Barcelona 1991, pp. 155 y ss.

53 Sigmund Freud: Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte. Opus. Cit. p. 2106.

54 Sigmund Freud: Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte. Opus. Cit. p. 2105.

55 Andrés Solíz Rada: Generaciones de idiotas. 04/09/2007 https://dial-infos.org/spip.php?article1595

56 Denis Boneau: Las ciencias de la dominación mundial. 7/03/2005 https://www.voltairenet.org/article124110.html

57 Pedro Antonio Honrubia Hurtado: La ilusión de la libertad en el Consumismo-Capitalismo: Libre de derecho, esclavo de hecho. 11-06-2008 https://rebelion.org/la-ilusion-de-la-libertad-en-el-consumismo-capitalismo-libres-de-derecho-esclavos-de-hecho/

58 José Antonio Rodríguez Ibáñez: La personalidad autoritaria. Revista de Metodología de Ciencias Sociales. N.º 12, julio-diciembre, 2006, pp. 155-200. ISSN: 1139-5737. https://www.redalyc.org/pdf/2971/297124008008.pdf

59 Juan L. Linares: Agresividad e ideología. Fontamara, Barcelona, pp. 73 y ss.

60 AA.VV.: Reich ante Marx y Freud. AKAL, Madrid, pp. 6 y ss.

61 Daniel Sibony: «De la indiferencia en materia de política». Locura y sociedad segregativa. Anagrama. Barcelona 1976, p. 108.

62 Maurice Brinton: Lo irracional en política. Aguilera. Madrid 1977, p. 81.

63 Douglas Rushkoff: Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen. La Liebre de Marzo. Barcelona 2001, p. 248.

64 Douglas Rushkoff: Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen. La Liebre de Marzo. Barcelona 2001, p. 117.

65 Reuben Osborn: Marxismo y psicoanálisis Ediciones de Bolsillo. Barcelona 1969, p. 177.

66 Pier Paolo Portinaro: Estado. Claves. Buenos Aires. Argentina 2003, p. 87.

67 Jared Diamond: Armas, gérmenes y acero. Debolsillo, Barcelona 2010, p. 193.

68 Jared Diamond: Armas, gérmenes y acero. Debolsillo, Barcelona 2010, p. 201.

69 Pepe Rodríguez: Dios nació mujer. Punto de Lectura. Madrid 2000, p. 177.

70 Juana Gamero de Coca: Los príncipes nubios y el mito perdido de la historia de la prostitución. Septiembre de 2011, https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-81102011000100009

71 Victoria Sau: Diccionario ideológico feminista. Icaria, Barcelona 1990, pp. 168-170.

72 Abel Rebollo: «Una historia de rebelión y diluvio». Días rebeldes. Octaedro, Barcelona 2009, pp. 10-12.

73 Josep Pedró: «La época arcaica de Sumer y de Akkad». GHU.CIL. Madrid 1986, Vol. IV, p. 74.

74 Gonzalo Bravo: Historia del mundo antiguo. Alianza Editorial. Madrid 2000, p. 100.

75 Pepe Rodríguez: Dios nació mujer. Ediciones B. Barcelona 1999, pp. 307 y ss.

76 E. Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases, Taurus, México 1995, p. 26.

77 Sun Tzu: El arte de la guerra, Fundamentos, Madrid 1974, pp. 49-53.

78 Sun Tzu: El arte de la guerra, Fundamentos, Madrid 1974, p. 90.

79 Tao Hanzhang: El Arte de la Guerra de Sun Tzu. Una interpretación china moderna. Distal. Buenos Aires. 1997, pp. 107-110.

80 Isabel Cervera: «China», Historia de la humanidad, Arlanza, Madrid 2000, Tomo 14, p. 42.

81 E. Ferrer Rodríguez: De la lucha de clases a la lucha de frases, Taurus, México 1995, p. 27.

82 Harold Lamb: Genghis Khan, emperador de todos los hombres, Altaya Madrid 1998, pp. 186-189.

83 Harold Lamb: Genghis Khan, emperador de todos los hombres, Altaya, Madrid 1998, p. 188

84 Gérard Chaliand: Guerras y civilizaciones. Paidós. Barcelona 2007, p. 197.

85 Jacques Gernet: El mundo chino. Crítica. Barcelona, 1991, p. 323.

86 K. Hopkins: Conquistadores y esclavos, Península, Barcelona 1981, p. 151.

87 Stevens Lukes: «Emancipación». Diccionario del pensamiento marxista. Tecnos, Madrid 1984, pp. 263-264.

88 Luís Delgado Arria: Para una definición provisoria de la guerra cognitiva. 9 de marzo de 2023 https://redsocialcodi.com/para-una-definicion-provisoria-de-la-guerra-cognitiva/

89 Lu Sudré: Brasil vive un escenario de «cristofascismo», dice evangélica exiliada por amenazas. 27 de junio de 2019. http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/06/27/brasil-vive-escenario-de-cristofascismo-dice-evangelica-exiliada-por-amenazas/

90 Henry Leconte: «El Papa ha bendecido a Hitler». La tragedia del proletariado alemán. Colección Socialismo y Libertad. El Latinoamericano, Nº 153. Marzo 2019, pp. 94-99 https://elsudamericano.files.wordpress.com/2019/03/153.del-proletariado-aleman.juan-rustico.pdf

91 Karlheinz Deschner: Opus Diaboli. Yalde. Zaragoza, 1990, p. 243.

92 Rosaura Hernández: «Rasgos de identidad nacional en la conciencia novohispana», Identidades y nacionalismos, Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, México, 1993, p.93

93 Rosaura Hernández: «Rasgos de identidad nacional en la conciencia novohispana», Identidades y nacionalismos, Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco, México, 1993, pp. 95-98.

94 E. R. Wolf: Europa y la gente sin historia. FCE, México 1994, pp. 181-185.

95 Luis Ugalde: El tesoro de los indios ¿Cómo hacerlos más útiles a la economía española? UCAB. Caracas 2000, p. 49 y ss.

96 Miguel Avilés: «La Contrarreforma». GHI. CIL. Madrid 1986, Tomo 15, pp. 63-64.

97 Neil Faulkner: De los neandertales a los neoliberales. Pasado & Presente, Barcelona 2013, p. 153.

98 Miguel Avilés: «La Contrarreforma». GHI. CIL. Madrid 1986, Tomo 15, p. 91.

99 Miguel Avilés: «La Contrarreforma». GHI. CIL. Madrid 1986, Tomo 15, pp. 92-97.

100 E. Cherniak: Cinco siglos de guerra secreta, Arte y Literatura, La Habana, 1979, Vol. I. pp. 73-82.

101 Antonio Castro Zafra: Los círculos del poder. Editorial Popular, Madrid 1987, p. 335.

102 Edmond Paris: La historia secreta de los jesuitas. Chick Publivations. Ontario. USA, 2007, p. 28.

103 L. Cabrero Fernández: «Las culturas de la América austral». Historia de la Humanidad. Arlanza Ediciones. Madrid 2000. Tomo 21., p. 49.

104 P. O’Donnell: El Rey Blanco. La historia argentina que no nos contaron. Debolsillo. Buenos Aires 2004. pp. 125-127.

105 P. O’Donnell: El Rey Blanco. La historia argentina que no nos contaron. Debolsillo. Buenos Aires 2004. pp. 156-158.

106 Yann Moulier-Boutang: De la esclavitud al trabajo asalariado. Akal. Madrid 2006, p. 127 y ss.

107 Zs. P. Pach: «El desarrollo agrario de Hungría durante los siglos XVI y XVII». La segunda servidumbre en Europa central y oriental. Akal. Madrid 1980, pp. 230-232.

EUSKAL HERRIA, 19 de marzo de 2023

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

 

Fuente de la Información: https://rebelion.org/vencer-en-la-guerra-cognitiva/

 

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Pensamiento crítico. El comunismo como deseo y el placer de la subversión

Por: Iñaki Gil de San Vicente

Mientras escribía el Prólogo del libro de Saïd Bouamama Manual de militancia dentro y fuera de la cárcel  –Boltxe Liburuak diciembre de 2022–, sobre las impresionantes lecciones que debemos extraer de la praxis vital de Georges Ibrahim Abdallah, rememoraba las charlas-debate que algunas personas manteníamos mientras existió la ya extinta izquierda abertzale sobre la dialéctica entre, por un lado, el duro compromiso militante en cuanto a sacrificios personales que hay que asumir y, por otro lado, lo que entendíamos como el placer de la subversión que podía compensar e incluso superar el dolor de las renuncias. Antes de seguir debemos recordar que el libanés G. Ibrahim Abdallah es el prisionero político que más años lleva en las cárceles del imperialismo francés, tres décadas de prisión por su praxis comunista, internacionalista, antiimperialista y antisionista.

Lo que aquí está en juego es decisivo: la praxis de una vida encarcelada durante treinta años por su antiimperialismo e internacionalismo radical nos lleva a una reflexión que antes era obvia, que luego casi desaparece y que desde hace un tiempo empieza a volver a escena: el comunismo no es sólo una posibilidad y una necesidad, también es un deseo y una esperanza, o si se quiere y parafraseando a Lukács sobre Lenin, la actualidad del comunismo. Pero una actualidad que prefigura un futuro deseado y esperado, aunque de parto difícil y doloroso. Aquí, en este debate y sin mayores precisiones sobre otras corrientes como las psicoanalíticas, la reichiana, las de la Escuela de Frankfurt y la marcusiana y frommiana, las de Guattari, Lacan y toda la palabrería post, entendemos por deseo aquel anhelo aristotélico que refuerza la lucha para conquistar el placer, la felicidad en la vida que va logrando hacerse cada vez más plena sabiendo que no puede llegar a la plenitud total.

Este deseo y esta felicidad revolucionaria, procesual y por tanto reversible si es derrotada, nunca puede materializarse en actos concretos mediante el reformismo pragmático del pseudo-placer hedonista asquerosamente burgués, esa falsa felicidad esclava alienada por el fetiche del dinero, solo se materializan en la práctica concreta mediante la dialéctica de los delicados equilibrios entre renuncias y gozos inherentes a lucha revolucionaria por la extinción de la injusticia que se va alcanzando durante la realización de las potencialidades creativas de la especie humana genérica, omnilateral[L1]  y pluridimensional. La lucha contra la propiedad privada es el secreto del deseo comunista y del placer de la subversión porque sólo la superación histórica del valor y del trabajo abstracto, es decir, de la dictadura del salario y de la mercantilización de la vida, asegura el libre desarrollo de cada cual dentro del desarrollo libre de la comunidad.

Alguien definió a la ética subyacente a esta segunda concepción, la comunista, como estoico-epicureana. No falta quien la llamó el substrato “trágico” de un marxismo a lo L. Goldmann, o una de las variantes blochianas, por no citar a las derivaciones muy forzadas del pensamiento de W. Benjamin o a las cartas de las y los revolucionarios poco antes de morir, de inmolarse o de ejercer el derecho supremo a la propia muerte. La historia de la lucha por la libertad nos ofrece una lista de referencias cuasi infinita que desborda este corto artículo. Se ve que actuamos y pensamos en un universo antagónico al de la fútil superficialidad de las mercancías ideológicas posmodernas, laclaunianas y neoreformistas, tan útiles al capital. Por esto recordamos siempre la carga ética de Txiki, militante de ETA, poco antes de ser fusilado por la dictadura franquista, haciendo suyas estas palabras del Che: «Mañana, cuando yo muera, no me vengáis a llorar. Nunca estaré bajo tierra, soy viento de libertad».

Pues bien, ahora estos debates son más necesarios que entonces por razones que no hace falta explicar. En realidad, siempre lo han sido porque la lucha contra la propiedad privada en sus múltiples expresiones históricas inevitablemente genera dosis de represión, exige compromiso y coherencia en el momento de optar por la mansedumbre del buey o por los riesgos inherentes a la libertad. La referencia al buey no es casual o meramente literaria. Marx respondió a la pregunta de un amigo diciendo que si hubiera decidido ser un buey jamás hubiera escrito El Capital, logro inacabable por su misma dialéctica que le hacía pese a ello eternamente feliz. Conocemos los sacrificios que tuvo que hacer la familia Marx y la ayuda que necesito de muchos camaradas no sólo para redactar El Capital sino para su vida entera sobre todo desde que la familia gastase la herencia materna en armas para la revolución de 1848, siendo vigilada desde entonces por todas las policías.

No es un caso único, como tampoco lo es el de Georges Ibrahim Abdallah porque cada parcela de libertad radical, concreta, debe ser conquistada con presión, con lucha. Según les asustemos más o menos, el micro-poder de turno o el poder en sí cederá a regañadientes algunas libertades formales, insustanciales, no peligrosas para él, mientras que de inmediato empieza los ataques para recuperar lo que ha tenido que ceder y para ir más allá, para derrotar estratégicamente al proletariado: la OIT ha publicado un informe demoledor sobre el retroceso del salario obrero y el avance de la ganancia capitalista en el mundo durante los últimos años. El imperialismo, la OTAN, la pujante industria de la matanza humana, la reorganización mundial del fascismo, la irracionalidad polícroma al alza, forman parte de la ofensiva desesperada del capital contra la humanidad explotada.

Resumiendo la lucha de clases hasta 1881, Marx aconsejó a un revolucionario holandés que todo partido socialista que llegase al gobierno mediante elecciones debía asustar –en cursiva por el propio Marx– a la burguesía para impedir una contrarrevolución. Los hechos le han dado la razón, como vuelve a verse con el «golpe blando» que ha derrocado a Pedro Castillo en Perú, o la preparación de un intento de golpe nazi en Alemania desmontado fácilmente por sus servicios secretos siguiendo los manuales del control de masas mediante la pedagogía del miedo, por citar solo dos casos actuales. Si de las alturas del acceso al gobierno, que no al Estado en cuanto forma político-militar del capital, descendemos a las luchas por otras reivindicaciones nos encontramos ante el mismo obstáculo: ¿acaso no asusta la libertad de la mujer, de los pueblos y de las clases explotadas al patriarcado, al imperialismo y al capital? ¿Acaso una huelga no asusta al capital que corre a protegerse tras su violencia represiva, tras su justicia? ¿Acaso no asusta una asamblea vecinal que exige servicios sociales elementales al ayuntamiento plegado a las imposiciones de las grandes empresas?

¿Acaso no asusta al capitalismo el dicho abertzale de Jaiak bai, borroka ere bai, fiesta sí, lucha también; o este otro de Gazte naiz, eta arro nago, soy joven y estoy orgulloso, o el de Gazte eta aske, joven y libre? ¿Acaso no le asusta más incluso que esa juventud se declare orgullosamente comunista, radicalmente crítica con el poder adulto que le ha dejado a los pies de los caballos del capitalismo más feroz, que le reprime con todas las policías y leyes represivas por ahora a su alcance? ¿Acaso no nos gratifica, anima e impulsa esa desbordante alegría y felicidad de la juventud revolucionaria que, sin embargo y por ello mismo, asume conscientemente los riesgos inherentes a su militancia? ¿Acaso el capital y el imperialismo franco-español que nos oprime no saben que su orgullo es el nuestro? ¿Acaso no se asusta por ello al leer en los carteles callejeros la necesidad de un Estado Socialista?

Cuando no se asusta al poder, sino que se le refuerza, se desune y desmoraliza al proletariado, y además se reprime a sus sectores revolucionarios, entonces se refuerza a la burguesía, se facilita la involución política y se traiciona al pueblo trabajador que con sus votos ha aupado al gobierno a ese partido, y hay que decir lo mismo sobre otras fuerzas políticas que anteriormente combatieron con heroicidad al poder y ahora son sus muletas. Es en estos momentos cuando más se demuestra la importancia crucial de haber organizado previamente un partido revolucionario con militancia formada teórica, política y éticamente, una militancia que practique mediante el deseo, la esperanza la prefiguración del comunismo en cada lucha diaria en lo necesario, ampliando lo posible hasta convertirlo en probable y, según los avatares de la lucha, en triunfo.

En abril de 1865 Marx respondió escuetamente a varias preguntas, entre las que destacamos estas: «¿Qué cualidad prefiere?: La sencillez. ¿Su rasgo característico?: La unidad de objetivos. ¿Qué defecto detesta más?: El servilismo. ¿Qué defecto tolera más?: La credulidad. ¿Su idea de la felicidad?: La lucha. ¿Su idea de la desgracia?: La sumisión. ¿Su héroe?: Spartacus, Kepler. ¿Su máxima favorita?: Nihil humani a me alienum puto (Nada de lo humano me es ajeno). ¿Su divisa preferida?: De omnibus dubitandum (Hay que dudar de todo)».

Las respuestas nos facilitan el debate sobre el placer de la subversión inseparable del deseo del comunismo, abriéndonos a una reflexión crítica: ¿Qué relación existe entre, por un lado,  el sacrificio y el dolor que asumimos conscientemente cuando renunciamos a deseos y placeres que nos harían felices, cuando decidimos luchar sabiendo que la represión nos ronda, etcétera; y, por otro lado, cuando a pesar de todo ello, sentimos una profunda gratificación ético-moral y, por ello, esa serenidad interna que nos equilibra y guía en el aparente caos de la vida? Las religiones, que se basan en la obediencia temerosa y egoísta al castigo divino, solo empeoran el problema porque buscan la solución fuera de las contradicciones materiales, en el inexistente «cielo». El individualismo burgués, esclavo del fetichismo de la mercancía, lo agrava aún más porque multiplica exponencialmente la iniquidad al hacer del ser humano no ya un lobo contra sí mismo, sino un mercader contra sí mismo: el salto del homo homini lupus, al terrible homo homini mercator. ¿Y qué decir de los reformismos pacifistas que refuerzan la mansedumbre ante la injusticia?: el pacifismo estricto es profundamente inmoral.

Por el contrario, la vida sencilla nos inmuniza ante el orgullo prepotente de las jerarquías, de los poderes, de las burocracias consustanciales a la mísera civilización burguesa, a su racismo y misoginia terroristas; también refuerza una calidad de vida incompatible con el consumismo derrochador enseñándonos un gozo no consumista, no competitivo sino equilibrado, solidario, comunal y comunista. La unidad de objetivos nos facilita no caer en el sectarismo, en el elitismo que se cree superior y que desprecia al pueblo, negando su increíble potencia creativa cuando se yergue. Sobre esta doble base –sencillez y unidad de objetivos– la lucha contra el servilismo y la sumisión como el defecto y la desgracia más detestables se convierte en una necesidad imperiosa en todos los sentidos.

A comienzos del siglo XIX se llamaba serviles a quienes se arrodillaban física y mentalmente ante el oprobio monárquico, ahora se mantiene ese desprecio, pero se ha ampliado a todas aquellas personas que, además de obedecer sumisamente a la «figura del Amo» en su irracionalidad estructurante, también actúan como un obediente y fanático soldado del euro, del dólar, de la dictadura del salario. No existe peor servilismo, sumisión y fanatismo que estos y derrotarlos día a día produce un gratificante placer ético maravilloso. Lenin llamó a la revolución la fiesta de los oprimidos y cualquiera que haya vivido la organización de una huelga, por poner este ejemplo de entre los muchos disponibles, conoce esa burbujeante sensación liberadora no exenta de riesgos y sacrificios que siente en esos momentos porque se está venciendo el miedo a la libertad.

Pero esa praxis cotidiana vital exige formación teórica, esfuerzo intelectual, conocimiento de la historia real, la de la lucha de clases y de las guerras antiimperialistas, no de la creada por la burguesía que sólo habla de derrotas populares, negociaciones tramposas y claudicaciones obreras. La historia de las rebeliones esclavas y de Spartacus, la historia de la lucha por la ciencia crítica contra todos los obscurantismos negacionistas, como la de Kepler. Hay que extender la capacidad crítica basada en la lucha a pie de obra, dentro de ese pueblo proletario, por ello hay que demostrar que la credulidad es tan dañina como el servilismo y la mansedumbre que propagan la ignorancia y el odio al saber crítico. Por eso es imprescindible la divisa de que hay que dudar de todo, combatir todo dogma y ser criticó con uno mismo sin arredrarse ante las consecuencias de la esa crítica metódica, lo que supone dominar la dialéctica materialista, la teoría marxista del conocimiento, la teoría de la crisis como piedra angular de la posibilidad, la necesidad, el deseo, la esperanza y el placer comunista.

Y todo ello dentro de la cosmovisión en la que la lucha y la felicidad se refuerzan como unidad en cada una de sus partes, de modo que la persona servil y sumisa es infeliz y la persona feliz es la que participa en la lucha revolucionaria en la medida de sus posibilidades. Sabemos que la moral y la felicidad de los y las prisioneras políticas aumentan en la medida en que en la calle aumenta la lucha de sus naciones trabajadoras, aunque ellas apenas puedan ayudar desde las cárceles. Sabemos que la esperanza por un mundo mejor y por su misma felicidad aumenta en las y los obreros que ven cómo otras empresas van a la huelga por las reivindicaciones comunes, lo que facilita que terminen integrándose en esas movilizaciones con su unidad de objetivos.

La felicidad y la lucha son contagiosas, son la mejor pedagogía liberadora mediante el ejemplo práctico de la liberación que están consiguiendo las personas que sufren nuestras mismas opresiones e injusticias, nuestra explotación. Ahora mismo, miles de personas mayores protestan a despecho del viento y la lluvia, para aumentar las jubilaciones, pensiones y servicios sociales reducidos casi al mínimo vital, sintiéndose felices porque saben que ese esfuerzo extra para su edad es para mejorar sus condiciones de vida pero también las de sus hijos, hijas, nietas y nietos, para no condenarles a un empobrecimiento más duro, para que no sean tratadas como mulas de carga, como lo es el pensionariado, en especial las mujeres trabajadoras agotadas por décadas de esclavitud patriarco-capitalista.

La felicidad y el deseo comunista, la esperanza roja por un mundo sin propiedad privada, por un mundo humano en el sentido absoluto del término, sin imperialismo, llega a su culmen precisamente con la máxima de que nada de lo humano me es ajeno. El internacionalismo, la lucha antiimperialista en el mundo y en el país propio, en la vida diaria a la hora de reducir el consumismo desquiciado, a la hora de ayudar siquiera con un esfuerzo económico diario a favor, por ejemplo, del pueblo saharaui, de la empobrecida infancia del norte imperialista, de armas para el pueblo palestino o de jeringuillas para la siempre perseguida Cuba, nuestra Cuba del alma. La lista es inagotable y siempre nos lleva al esencial derecho/necesidad de la resistencia armada de la humanidad oprimida contra la muy minoritaria minoría capitalista. El primer y elemental derecho humano es el derecho a la felicidad liberadora, al placer revolucionario, a la risa de la infancia y a la vida plena de las generaciones que nos lo han dado todo. Un derecho que nos exige sacrificios y renuncias en el plano individual y colectivo, pero sin el cual, si no lo practicamos, sencillamente dejaríamos de ser humanos para convertirnos en bueyes. Georges Ibrahim Abdallah no es un buey, es la libertad encadenada por ser humana, por ser comunista.

Fuente de la información:  https://www.resumenlatinoamericano.org

Imagen:  Patriota libanés Georges Abdallah, preso político en Francia por luchar.

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Derechos humanos burgueses de propiedad

Nota: Texto para el II Seminario Internacional sobre Derechos Humanos: Crisis Conceptual y Hegemonía Estadounidense, 7 y 8 de abril de 2022, Venezuela.

«Al imperialismo le ha dado ahora por la manía de hablar de los derechos humanos, para los imperialistas los derechos humanos equivalen al derecho a la discriminación racial, el derecho a la opresión de la mujer, el derecho a saquear los recursos naturales de los pueblos; para los imperialistas los derechos humanos son el vicio, la miseria, la pobreza, la ignorancia. Solo los países revolucionarios luchamos verdaderamente por derechos humanos, por la dignidad del hombre, por la libertad de los pueblos»1.

  1. DDHH, derechos concretos y derechos socialistas.
  2. Guerras injustas e imperialismo humanitario
  3. Derechos humanos burgueses de propiedad
  4. Integración, mercado, represión y nuevos DDHH

1.- DDHH, derechos concretos y derechos socialistas

En marzo de 1977, cuando Fidel Castro pronunció el discurso arriba citado, estaba en pleno desarrollo la «gran divergencia»2, es decir, la estrategia de partir en dos el mundo para intensificar la acumulación de capital en la minoría burguesa sobreexplotando a la mayoría trabajadora. La derrota de EEUU en Vietnam en abril de 1975, la dureza de la lucha de clases y de las guerras de liberación, etc., debilitaban el sistema de dominación burguesa al presentar como contraejemplos de la alienación consumista tan golpeada desde finales de los ’60 a figuras emblemáticas de la libertad como el Che, Ho Chi Min y un largo etcétera.

Pero sobre todo las mujeres trabajadoras y muy especialmente las guerrilleras de muchos pueblos en sus luchas de liberación aparecieron en Occidente como prácticas materiales de libertad. Desde antes de la Comuna y de forma permanente después3, las luchas de las mujeres tanto por los derechos concretos como por los socialistas fueron decisivas: «Resulta increíble pensar que hace poco más de cien años con la Revolución Rusa, las mujeres conquistarían derechos, que hoy, nos son negados en la gran mayoría de países del mundo. Derechos tan elementales como el poder decidir sobre nuestros cuerpos la esclavitud sexual en siglo veintiuno se perpetúa. En la actualidad existe más gente en la esclavitud que en cualquier otro momento de la historia; el 70%, de los pobres del mundo son mujeres y niñas.»4.

Una miríada de movilizaciones, luchas y guerras revolucionarias construyeron un «legado permanente»5 en todos los sentidos: reproductivo, socioeconómico, afectivo, político, cultural…, obreras, campesinas, mujeres clandestinas y guerrilleras que ya en 1961fueron las que más impulsaron la Conferencia Afroasiática de Mujeres en El Cairo6 para transformar con derechos antipatriarcales los límites impuestos por la propiedad capitalista y las peligrosas lagunas en derechos concretos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU de 1948.

Las mujeres explotadas hicieron la Conferencia para combatir el uso reaccionario de la Declaración de la ONU facilitado por sus trampas, omisiones y neutralismos, sobre todo su legitimación de la propiedad patriarcal-burguesa como se ha vuelto a confirmar durante la pandemia cuando la «batalla por la propiedad» se ha agudizado al extremo: «La batalla por la propiedad de la que hablamos se juega en la demanda concreta de usos comunes y públicos de los bienes y servicios que hacen posible (o no) la reproducción de la vida personal y colectiva. Visibilizada la reproducción como esfera estratégica sobre la que se monta el despojo neoliberal y el endeudamiento doméstico, la socialización de sus medios y recursos ha emergido como uno de los elementos comunes a nivel global»7.

La batalla a muerte entre formas antagónicas de propiedad nos remite a lo que luego detallaremos como dialéctica entre derechos concretos y derechos socialistas, proceso en el que la superación de la primera forma histórica de propiedad –la patriarcal– es imprescindible y debe ser por ello a escala mundial8, como explica Jule Goikoetxea al detallar las luchas de las mujeres gitanas, de Abya Yala, de Vallekas y Otxarkoaga, del Magreb, Europa, EEUU, Medio Oriente, Bolivia, Cuba, Venezuela, Paquistán, India, Irán, Irak, México, Kurdistán…

Losurdo sostiene que «La categoría de los derechos del hombre puede subsumir contenidos distintos y contradictorios entre sí: derecho del propietario a disfrutar y disponer a su antojo de la propiedad; o bien, por el contrario, derecho a la vida y a una existencia digna, garantizado mediante la intervención del poder público sobre las relaciones de propiedad, es decir, mediante una intervención que es una clara vulneración de los derechos humanos desde el punto de vista del propietario»9.

Para Harvey: «La Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1948 es un documento fundamental para un individualismo burgués basado en el mercado, y como tal no puede proporcionar la base para una crítica general del capitalismo liberal o neoliberal. Que pueda ser políticamente útil para reivindicar que el orden político capitalista se atenga a sus propios principios fundacionales es una cosa, e imaginar que esa política puede llevar a un desplazamiento radical del modo de producción capitalista es otra, y en opinión de Marx un error muy serio»10.

Muchas izquierdas, sobre todo la casta intelectual progre ha caído en ese grave error. Para evitarlo, nosotros vamos a emplear el acrónimo DDHH siempre que nos refiramos a los derechos burgueses, y hablaremos de derechos humanos concretos siempre que traten sobre reivindicaciones democrático-radicales, y de derechos socialistas siempre que nos refiramos a la lucha por la libertad humana en su esencia, es decir, la destrucción de cualquier forma de propiedad privada según la teoría comunista11. Por ejemplo, un derecho humano concreto es el derecho y la libertad de prensa. A finales del siglo XVIII, Blackstone declaró cínicamente que: «La libertad de prensa consiste únicamente en la libertad de censura»12, resumiendo una de las bases de los DDHH que ocultan la dictadura del capital.

La lucha por avances democrático-radicales, por derechos humanos concretos, tiene en la libertad de expresión organizada crítica y horizontal una de sus necesidades vitales; pero los derechos socialistas, que integran, subsumen y enriquecen cualitativamente a los democrático-radicales, van más allá, van directamente a que los medios de prensa sean de propiedad comunista. Un ejemplo del antagonismo entre DDHH y el derecho humano concreto a una vivienda: En el día oficial de los DDHH de diciembre de 2019 la burguesía realizaba los boatos oficiales, mientras que en una calle de la ciudad de Palma, Països Catalans, se concentraban cientos de personas solidarias para impedir un desahucio en un barrio popular codiciado por la industria hotelera y del turismo13.

Lenin ofrece un ejemplo impresionante de la dialéctica entre derechos concretos y derechos socialistas en Saludo a la República Soviética de Baviera cuyo estudio recomendamos encarecidamente: «…si han confiscado todas las existencias de papel y todas las imprentas a fin de poder imprimir volantes y periódicos populares para las masas; si han implantado la jornada de 6 horas, con dos o tres horas diarias de instrucción sobre cómo administrar el Estado; si han hecho entregar a la burguesía de Munich sus viviendas sobrantes para instalar inmediatamente a los obreros en cómodos apartamentos; si han tomado en sus manos todos los bancos…»14.

Fidel Castro también nos muestra la incompatibilidad entre los DDHH y los derechos humanos concretos que avanzan a los derechos socialistas mediante la revolución. Las palabras que siguen fueron dichas en los momentos decisivos de contraatacar y derrotar en las playas el desembarco imperialista en Bahía Cochinos, en abril de 1961:

«¡Adelante cubanos! A contestar con hierro y fuego a los bárbaros que nos desprecian y que pretenden hacernos regresar a la esclavitud. Ellos vienen a quitarnos la tierra que la revolución entregó a los campesinos y cooperativistas; nosotros combatimos para defender la tierra de los campesinos y cooperativistas. Ellos vienen a quitarnos de nuevo las fábricas del pueblo, los centrales del pueblo, las minas del pueblo; nosotros combatimos por defender nuestras fábricas, nuestros centrales, nuestras minas. Ellos vienen a quitarles a nuestros hijos, a nuestras muchachas campesinas las escuelas que la revolución les ha abierto en todas partes; nosotros defendemos las escuelas de la niñez y del campesinado. Ellos vienen a quitarles al hombre y a la mujer negros la dignidad que la revolución les ha devuelto; nosotros luchamos por mantener para todo el pueblo esa dignidad suprema de la persona humana. Ellos vienen a quitarles a los obreros sus nuevos empleos; nosotros combatimos por una Cuba liberada con empleo para cada hombre y mujer trabajadores. Ellos vienen a destruir la patria y nosotros defendemos la patria»15.

Por no extendernos, G. Novack desarrolla así la dialéctica entre el derecho concreto y el socialista: «El derecho a la revolución es el derecho supremo de cualquier pueblo y la salvaguarda última de su democracia. […] El derecho a la revolución llegó a ser un elemento permanente de la herencia de la humanidad progresista durante el ascenso de la revolución burguesa»16. La burguesía practicó el derecho concreto a cortar cabezas de reyes, nobles, obispos, generales y terratenientes, luego renegó de ese derecho elemental retrocediendo a sus DDHH pasando a reprimir salvajemente a las clases explotadas que hicieron el salto cualitativo al derecho socialista, el de la instauración del comunismo.

Estamos de acuerdo con Dax Toscano cuando opta por los «izquierdos humanos» en honor de las y los guerrilleros: «Ustedes, los que impusieron el neoliberalismo brutal con el apoyo de gorilas fascistas violadores de Derechos Humanos, los que se volvieron ciegos frente a la tortura y la represión ejercida por las fuerzas represivas entrenadas por la CIA, los que nada dijeron cuando violaron los Derechos Humanos de jubilados, pensionistas cuando privatizaron los recursos de sus países o establecieron la dolarización y los salvatajes bancarios.»17.

El imperialismo comprendió desde los debates sobre la Declaración de la ONU en 1948 que los «izquierdos humanos» eran un peligro para sus intereses y conforme este peligro se acrecentaba fue endureciendo sus ataques, en los que no podemos extendernos aquí, hasta llegar al pinochetismo de 1973, al Plan Cóndor y al monetarismo eran denunciados por los pueblos, así que la fábrica de ideología burguesa empezó a propagar los DDHH18 tal cual ella los presentaba: una abstracción descontextualizada y genérica que sirve para justificar cualquier crimen imperialista, en lucha frontal con el sistemático esfuerzo liberador que se estaba realizando en muchos pueblos por sustituir con derechos concretos las trampas de la Declaración de la ONU, cuya decisiva manipulación19 aparece en del artº 17 sobre la defensa del «derecho de propiedad»: ¿«propiedad» de qué y de quién?

2.- Guerras injustas e imperialismo humanitario

Pues bien, en 1977 Fidel Castro fue una de las primeras personas en percatarse de la maniobra reaccionaria consistente en no responde a esa pregunta: ¿«propiedad» de qué y de quién? Mientras tanto y al poco tiempo, desde 1979 Thatcher y desde 1981 Reagan, se iniciaba la segunda fase de la contraofensiva imperialista a escala planetaria, la denominada neoliberal, en la que los DDHH jugaban un papel clave junto al de las violencias múltiples del capital contra el trabajo.

En aquellos primeros años asistimos a una lección de la «autonomía relativa» de la propaganda política burguesa, en este caso sobre sus DDHH, con respecto al trabajo de la casi totalidad de la casta intelectual, sobre todo la supuestamente «crítica» que en modo alguno quiso seguir la senda abierta por Fidel Castro en 1977. Un ejemplo lo tenemos en una de las «biblias» fundamentales del reformismo, los tres volúmenes del que ha sido ministro español en 2020-21, Manuel Castells, sobre la Era de la Información, publicados en 1998, veintiún años después de las lúcidas palabras de Fidel Castro. Ni en el primero ni en el tercero se hace una sola referencia a cómo la propaganda de los DDHH era ya parte sustantiva de la «era de la información»; sólo en el volumen II dedicado al «poder de la identidad» aparecen dos referencias a los «derechos civiles»20 cuando analiza las relaciones entre etnia, clase e identidad, y el feminismo yanqui.

Dos años antes de que se publicara esa «biblia», o sea en 1996, Madeleine Albright, dirigente clave del imperialismo yanqui de finales del siglo XX, respondió así a la pregunta que le hicieron sobre si había merecido la pena la muerte de medio millón de niñas y niños iraquíes por el bloqueo y los ataques occidentales, y su respuesta: «Los resultados justificaron el precio»21: un ejemplo de los DDHH imperialistas. Otro ejemplo: a finales de mayo de 2001 el G. W. Bush legalizó el «derecho a matar» a personas disidentes que se arroga EEUU: cualquier persona puede ser asesinada por los servicios yanquis en cualquier parte del mundo porque así lo ha decidido EEUU cuyo presidente en ese momento, G. W. Bush declaró lo siguiente en su discurso de toma de posesión: «Nuestra nación ha sido elegida por Dios y tiene la misión histórica de ser un modelo para el mundo»22.

Asesinatos en masa en nombre de dios no es algo raro en la historia, al contrario, es casi una constante desde que se impuso el monoteísmo sobre todo en su forma cristiana e islamista. Una de «virtudes» heredadas de tanto crimen en nombre de dios, es que las clases dominantes inician sus guerras injustas dándoles también un «carácter sagrado»23 que en la actualidad es perfectamente compatible con sus DDHH. La masacre de 500.000 niños iraquíes, nos limitarnos sólo a este crimen, y la designación de EEUU como pueblo escogido por el dios cristiano, he aquí una de las identidades de los DDHH. En 2012 Obama amplió el alcance de ese derecho divino yanqui al crimen y lo agilizó al hacer un seguimiento semanal24 del proceso de selección, vigilancia y asesinato de la persona condenada.

En 1999 Venezuela sufrió una catástrofe natural que le causó alrededor de 25.000 muertes. La «ayuda humanitaria» de EEUU fue enviar marines a los que se les negó la entrada en Venezuela. Sergio Rodríguez Gelfenstein25 publicó en 2017 un texto impactante sobre cómo la supuesta «ayuda» yanqui era en realidad intervencionismo imperialista. S. Rodríguez. Gelfenstein desarrollaba la lógica de Fidel Castro de 1977 confirmada con la guerra de destrucción de Yugoslavia en 1999, que recrudeció el debate sobre el supuesto humanitarismo de la burguesía imperialista que, según J. Bricmont, no eran sino los «derechos del más fuerte» disfrazados de «derechos humanos».

¿Por qué creyó Clinton que sus marines serían recibidos con los brazos abiertos en Venezuela? ¿Creía que Venezuela asumía los DDHH como única y auténtica expresión de los derechos/necesidades de la humanidad explotada? En realidad, la negativa rotunda del Comandante Chávez a la injerencia humanitario-militar de EEUU mostraba que tenía otra concepción no sólo opuesta sino contraria, antagónica, de los verdaderos derechos y necesidades de la humanidad explotada. En 2000 Chávez ya explicó qué entendía por derechos y necesidades de la humanidad nada menos que en la II Cumbre de la OPEP celebrada en Caracas: «Hermanos, estamos dispuestos a conversar con el mundo […] pero eso sí, en condiciones de igualdad […] precios justos y equilibrados para nuestro petróleo, recurso vital para el mundo de hoy»26. Una de las razones del golpe de Estado en 2002 era acabar con la Venezuela bolivariana que lideraba ese derecho/necesidad a escala mundial. Tras su fracaso, EEUU organizó la «guerra petrolera» que volvió a perderla.

En esos mismos años de 2000-03 los pueblos de Bolivia se sublevaron en las «guerra del agua» y «guerra del gas» para impedir su privatización auspiciada por el Banco Mundial, la transnacional Bechtel y la burguesía boliviana, y la exportación del gas a EEUU. A la vez el imperialismo saqueaba con una brutalidad salvaje a Irak27: «El 20 de marzo de 2002 Hoon dijo al comité selecto de defensa de la Cámara de los Comunes que Estados como el iraquí “pueden estar absolutamente seguros de que si la situación lo exige estaríamos dispuestos a utilizar nuestra armas nucleares”. El 24 de marzo apareció en el programa de televisión de Jonathan Dimbleby e “insistió en que el gobierno ‘se reserva el derecho’ a utilizar armas nucleares si Gran Bretaña o las tropas británicas se veían amenazadas por armas químicas o biológicas”»28.

Gran Bretaña sabía que Irak no tenía armas bioquímicas, pero usaba esa mentira para justificar con antelación el bombardeo atómico en caso de que la invasión se enfrentase a una resistencia tan desesperada que murieran miles de tropas invasoras británicas y de otros países. Los DDHH justificaban con antelación el genocidio nuclear de un Estado que defendía su vida, sus recursos, su independencia y su cultura. El derecho/necesidad de los pueblos de impedir la privatización y expolio del agua, el gas, el petróleo… y a imponer precios justos, son inadmisibles para el imperialismo. Bolivia, Irak, Siria, Ucrania… pese a sus diferencias están unidos por varias constantes, siendo el supuesto humanitarismo una de ellas: «Antes enviábamos a los misioneros para civilizar a los «salvajes» llevándoles luz y civilización, en la actualidad hacemos «injerencia humanitaria» para ofrecerles democracia y libertad. El humanitarismo ha sustituido a las misiones»29.

Hasta la formación de los DDHH desde el siglo XVII en adelante, la caridad y no el «derecho» era una de las formas de controlar el desorden, el vagabundeo, las revueltas y motines30, y desde el siglo XIX los Estados occidentales recurrieron a los «modelos militares»31 para estructurar la burocracia de sus DDHH. Estas bases ayudaron a crear un humanitarismo que, en su versión cristiana es «caridad», es decir en un medio que cumple dos funciones: invertir en la recompensa divina porque la caridad es una virtud teologal, y a la vez reforzar el poder de la Iglesia y del sistema al desactivar la conflictividad social que puede estallar por el empobrecimiento: Los derechos básicos se están convirtiendo en «caridad»: « La dinámica es siempre la misma. La iglesia monta este tipo de “tinglados” buscando el apaciguamiento, relajar la tensión social que surge cuando a la gente le falta lo más básico para vivir. El modelo caritativo lo tienen diseñado para que la gente esté calmada y no proteste, para que no se establezca ninguna relación entre la carestía de la vida y la responsabilidad política.»32.

Así entre 2008, 2015 ya 2018, década que corre entre la primera cita anterior y la que ahora sigue, se ha multiplicado la «industria de la ayuda humanitaria» que aumenta los beneficios de las grandes corporaciones, que a la vez legitima a los Estados-cuna que defienden a esas grandes corporaciones porque aparecen como «protectores de los DDHH» al facilitar el funcionamiento de esa «industria»33, de las ONG que les sirven de pantalla, etc. Pero también la sociedad burguesa rica y eurocéntrica se beneficia con ello: lava su imagen y conciencia egoísta y alienada.

La crudeza de la lucha de clases por la propiedad popular o imperialista de estos recursos era tal que bien pronto se extendió el debate sobre, por ejemplo, si el agua es un derecho o una mercancía34, y sobre el antagonismo entre el Banco Mundial y sus DDHH y los derechos socialistas: «La cuestión de los «derechos humanos» nunca formó parte de las prioridades del Banco Mundial. Invariablemente, en las condicionalidades fijadas por el Banco, un derecho era prioritario: el derecho individual de la propiedad privada, que en la práctica favorece a los grandes propietarios, ya sean personas adineradas o bien sociedades nacionales y transnacionales»35: los DDHH eran la tapadera de ONG como Human Rigt36, y excusa para invasiones imperialistas37, como veremos.

Los derechos concretos y más aún los socialistas siempre son negados por el entramado de instituciones internacionales creado por EEUU; instituciones que, por el contrario, sí aplauden las violencia injustas legitimadas por sus DDHH. En 2016 J. Bricmont afirmó que:

«La ideología de la intervención humanitaria había destruido por completo en la izquierda cualquier noción de respeto al derecho internacional, así como cualquier actitud crítica hacia los medios de comunicación. […] la nueva izquierda está enteramente dominada por intelectuales pequeño-burgueses En última instancia uno debe llevar a cabo un análisis de clase de la “nueva izquierda”. Mientras que la “vieja izquierda” se basaba en la clase obrera y sus dirigentes procedían de esa clase social, la nueva izquierda está enteramente dominada por intelectuales pequeño-burgueses. Estos intelectuales no son “burguesía”, en el sentido de que no poseen los medios de producción, ni son tampoco explotados. Su función social es la de proporcionar una ideología que pueda servir de justificación cómoda a un sistema económico y a una serie de relaciones internacionales que están basadas, en última instancia, en la fuerza bruta. La ideología de los derechos humanos es perfecta desde ese punto de vista.»38.

3.- Derechos humanos burgueses de propiedad

Llegados a este punto debemos preguntarnos sobre los orígenes profundos en Occidente del clima social e ideológico que más tarde dio forma a los DDHH. Debemos partir de que para el incipiente pero ya poderoso colonialismo británico:

«El simple hecho de ocupar una tierra no era suficiente para reclamar su propiedad. Para ser considerados propietarios legítimos, los ocupantes de la tierra debían excavar el suelo, mejorarlo con abono, plantar cultivos y pastorear y alimentar a los animales con sus frutos. En ausencia de estas actividades, cualquier persona podía reivindicar la tierra como suya […] Para los británicos, el mero hecho de arar la tierra era una reivindicación de más peso que el descubrimiento español del lugar. Del mismo modo, a lo largo del litoral oriental de Norteamérica, fue el cultivo del suelo por parte de los invasores ingleses lo que les permitió respaldar una reivindicación más sólida sobre las tierras que habían ocupado durante milenios los habitantes indígenas»39.

John Winthrop, gobernador de la colonia de Massachusetts, aseguró a los colonos en 1629 que dios quería que la tierra fuera un jardín para ser trabajado. En 1578 los colonos habían justificado el derecho a expropiar las tierras indias porque habían rehabilitado las casas de los anteriores colonos, destruidas en Virginia40. Pese a las diferentes excusas ideológicas españolas e inglesas, desde 1607 cuando se inició la conquista de Virginia, las atrocidades inglesas fueron idénticas en esencia material que las de los españoles, con una «política de exterminio deliberado»41.

Pensamos que la gran diferencia entre la excusa española, basada en el bruto derecho de propiedad que da la conquista, y la inglesa, basada en el refinado derecho de propiedad que da la productividad del trabajo, puede venir en el plano ideológico del mayor desarrollo del capitalismo inglés y de la influencia en los colonos de las corrientes protestantes, calvinistas, etc. El movimiento protestante tenía una superior ideología de la productividad del trabajo porque era, «sobre todo, una religión del “tipo medio”, los pioneros, en las regiones más desarrolladas de Europa, en la agricultura capitalista y en el crecimiento del comercio y de la manufactura»42.

La Biblia presenta al pueblo escogido apoderándose de las tierras de otros pueblos mediante guerras y venganzas crueles, y tiene muchos versículos sobre el mandato divino de trabajar la tierra con esfuerzo para obtener muchos frutos de ella. Para el sionismo en el poder en “Israel”, los DDHH son menos importantes que el «territorio nacional del pueblo judío»43 que tiene derecho a imponerse sobre el pueblo palestino y cuyo proyecto del Gran Israel consiste en materializar el sueño imposible de las supuestas fronteras bíblicas establecidas por Yahvé.

El calvinismo es poderoso en EEUU y su desprecio a los pobres, a los vagos y fracasados en la vida, se extiende a los pueblos que no han desarrollado un potente capitalismo occidental44, según veremos. La doctrina yanqui del «destino manifiesto» creada en la década de 1840 tenía tres grandes componentes sin los cuales no entendemos nada de la esencia reaccionaria de los DDHH: el componente religioso que venía desde el siglo XVII y que identificaba a las 13 Colonias con Israel; el componente racista y el expansionista45. La versión norteamericana de los DDHH está en función de que esos tres componentes. Por ejemplo, la racista: en 1902 los mineros del carbón Reading Railroad y sus familias «se estaban muriendo de hambre» por la negativa de la empresa a conceder los derechos sociales. Enterado su propietario George Bayer, comentó: «Ellos no padecen. Total, ni siquiera saben hablar inglés»46. Los DDHH son negados a quienes no saben inglés.

El «modelo de vida americano», epítome del occidental, en el que el racismo es «estructural»47, debe imponerse a todo el mundo y el racismo es uno de sus grandes instrumentos como vuelve a confirmarse ahora mismo48 . Para el debate sobre los DDHH será bueno tener en cuenta que las diferencias de matiz ideológico entre, a grandes rasgos, protestantismo y catolicismo con todas sus corrientes internas, en nada cambian la brutalidad esencial de la explotación capitalista, ni tampoco anula el papel del racismo que vive dentro de esas sub-ideologías y que desde ellas refuerza las severas limitaciones de los DDHH.

Como sucede con toda revolución popular y social, también la haitiana ha sido falseada de tal modo, y hasta negada, que resulta difícil conocer su decisiva aportación a la práctica de los derechos humanos concretos, a uno de los fundamentos esenciales de la libertad: acabar con la esclavitud y extender la lucha contra ella ayudando con soldados, dinero y armas a la emancipación humana, como fue su decisiva ayuda sin la cual muy difícilmente hubieran vencido en esos años los ejércitos del Libertador Bolívar: «El nacimiento de Haití fue una ‘pesadilla’ para todos los países en los que subsistía la esclavitud»49. Occidente no se lo ha perdonado desde entonces.

De entre las múltiples lecciones que nos ofrece la heroica revolución haitiana nos quedamos con C. L. R James cuando nos explica por qué Toussaint ––«hemos sabido enfrentar el peligro para obtener nuestra libertad, sabremos desafiar a la muerte para mantenerla»–, era superior a Diderot, Rousseau, Rainal, Mirabeau, Robespierre y Danton a pesar de ser un esclavo negro sin apenas cultura: «[…] podía defender la libertad de los negros sin reservas, y esto le confirió a su declaración una fuerza y una firmeza raras en los principales documentos de la época. La burguesía francesa no podía comprender esto. Tendrían que correr ríos de sangre antes de que entendieran que, a pesar de lo elevado de su tono, Toussaint no había escrito ni pomposidad ni retórica, sino solo la pura y simple verdad»50.

Toussaint, secuestrado por los franceses y encerrado en Francia hasta su muerte en prisión por frío y enfermedad en 1803, defendía en la práctica la verdad de los derechos concretos. La burguesía estaba desconcertada ante la verdad de los derechos concretos de las y los esclavos radicalmente inconciliables con la pomposa Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789. Para encadenar de nuevo a los esclavos a esa Declaración de 1789, Napoleón envió un poderoso ejército en 1802 que fue derrotado. Para destruir la Declaración del pueblo trabajador y explotado51 de 1918 de la URSS, nada menos que catorce Estados burgueses invadieron la URSS en ayuda del terrorismo zarista, siendo derrotados.

Para contener la oleada revolucionaria iniciada desde 1943 por efecto de la IIGM, se elaboró la Declaración de la ONU, con sus trampas, que la URSS y los países socialistas rechazaron porque reforzaba la propiedad capitalista y negaba la propiedad socialista: «En 1949 la Operación Dropshot proyectaba la destrucción de cien ciudades soviéticas mediante el empleo de 300 bombas atómicas, que eran ahora mucho más potentes que las que se habían lanzado sobre Japón»52. No terminaron aquí las agresiones contra la URSS y luego contra Rusia, pero ahora sólo podemos resumir la sistemática estrategia de EEUU para «pervertir elecciones»53 en todo el mundo al menos desde 1950 hasta 1998. W. Blum ha sintetizado en 12 impresionantes páginas cómo el imperialismo impuso sus DDHH pervirtiendo las elecciones democráticas durante medio siglo en multitud de países en detrimento de los derechos humanos concretos y de los derechos socialistas.

La ley general de la acumulación de capital seguía presionando al imperialismo y en la década de 1990 uno de sus ideólogos, J. Keegan, hizo unas declaraciones loando la figura del genocida coronel G. A. Custer, ajusticiado por las naciones indias en la batalla de Little Bighorn en 1876 en una justa práctica del derecho humano concreto a la violencia defensiva contra el invasor. Keegan loaba a Custer por exterminar a los pueblos indios que impedían que los blancos les echaran de sus tierras para que ellos las convirtieran en grandes campos de labranza, de ganadería, de extracción de oro, etc. El indio era, según Keegan, un «rico egoísta»54 que se oponía al avance de la civilización blanca, y por eso había que exterminarlo.

Nos interesa destacar en esta lucha entre los DDHH y los derechos humanos concretos que avanzan a ser derechos socialistas, que «Los libros de geografía en los Estados Unidos muestran mapas de Brasil y Perú, en donde se ha retirado la Amazonia y el Pantanal. En sus escuelas están enseñando que estas áreas son “internacionales”, en otras palabras, están preparando la opinión pública Estadounidense, para que dentro de unos años, poder apoderarse de estos territorios en Brasil y Perú, con el pretexto de que estas áreas son «res communis hunanitatis», es decir, afirman que esta región es patrimonio de la humanidad, similar a lo ocurrido con el espacio ultraterrestre, por lo cual deberá ser controlada por tropa internacional al servicio de la bolsa y de la ONU […] Podemos ver la localización de las reservas internacionales. Forma parte de ocho países de América del Sur: Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Guyana, Surinam y la Guayana Francesa. Algunos de los países más pobres y miserables del mundo…»55.

El imperialismo ha adaptado a sus necesidades del siglo XXI las excusas del siglo XVI y XVII para invadir países, masacrar a sus poblaciones y quedarse con sus recursos porque, según se decía, eran pueblos que no trabajaban sus tierras y no rentabilizaban sus recursos. Para 2012 «los países más pobres y miserables del mundo» debían ceder voluntariamente sus riquezas en bien de los DDHH y del dólar. Pero en mayo de 2021 Vladimir Putin advirtió en rueda de prensa de proyectos imperialistas para arrancarle a Rusia trozos de Siberia: «Hubo algunos que incluso se atrevieron a decir públicamente que era supuestamente injusto que las riquezas de un territorio como Siberia le pertenecieran a un solo país, a Rusia»56.

4.- Integración, mercado, represión y nuevos DDHH

Los DDHH son los derechos de propiedad burguesa, de libre comercio o derecho de saqueo y explotación, derecho a la seguridad o monopolio del Estado, y derecho de censura o libertad burguesa de culto y de pensamiento. Países Bajos, Inglaterra, EEUU y Francia fueron dando forma a los DDHH según sus necesidades, pero la tarea fundamental ha sido y es la de EEUU que ha creado una densa red de donaciones, influencias, lobbies, clubes, entidades y organismos «sin afán de lucro», etc., que junto al complejo sistema jurídico-legal, instauran la dictadura electoral bipartidista. R. Sánchez Parodi indicaba ya en 2014 que cada vez más gente reconocía el declive yanqui pero una urgente reforma era obstaculizada plomizamente por el «espectáculo electoral más caro del mundo»57, la muy rentable industria político-electoral.

La industria del espectáculo electoral ayuda sobremanera a ocultar la historia real de personajes como Brzezinski, Carter y otros:

«Al mismo tiempo, la imagen de la política de derechos humanos como el ‘lado bueno’ de la presidencia de Carter, y los muyahidines, el rescate fracasado de los rehenes de Irán y lo demás como el ‘lado oscuro’, responsabilidad de Brzezinski, es totalmente errónea. Fue, de hecho, una sola política. La vieja política de 1948-1975 de proteger el ‘status quo ante’ y ‘contención’ del comunismo fue sustituida por la defensa de los ‘derechos humanos’ y sobre todo de los derechos de propiedad, el libre comercio, y la libertad de culto. Fue el primer paso en el camino hacia las ‘revoluciones naranjas’ y la justificación de las ‘intervención humanitaria’ ya en curso. La fantasía de una parte importante de la izquierda de que el discurso sobre los derechos humanos puede ser de alguna manera adaptado a nuestros propósitos mediante la defensa de los ‘derechos sociales’ o, en una tercera versión, de los derechos ecológicos y de los animales, es completamente engañoso. El objetivo del discurso de los ‘derechos humanos’ fue la creación de una soberanía de los jueces; y, en los asuntos mundiales, los EEUU son los que juzgan a los demás pueblos»58.

G. Pérez Almeida explica cómo y por qué EEUU fue el centro rector de los acuerdos que desde 1944 llevaron a la firma de la Declaración de la ONU. Los DDHH que son una «trampa» burguesa, sólo un poder popular organizado Estado puede practicar otros derechos humanos concretos:

«Todos defienden los derechos humanos, pero nuestra visión es crítica. Con buena parte de los textos que publicamos se crea la Escuela de Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo, adscrita a la Fundación Vives Suriá. Por una parte, Venezuela es pionera en tener una escuela de visiones críticas en derechos humanos financiada por el Estado y, por la otra, somos uno de los últimos países de América Latina que tiene un Plan Nacional de Derechos Humanos, pero es único, porque tiene una visión crítica, integral. […] Las dictaduras las ponen ellos, pero las sacan con los “derechos humanos”. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos que visitó Argentina durante la última dictadura jugó el papel del policía bueno y malo, porque estas las conforman liberales y conservadores. Cuando estas dictaduras no les sirven, las sacan como violadores de derechos humanos y las sustituyen unas democracias a semejanza de sus intereses. Ellos marcan la pauta y ahora estamos encerrados en la misma discusión por la que nos quieren condenar como a aquellas dictaduras criminales»59.

La historia capitalista enseña que en lo relacionado con los DDHH, la ONU «protege a grandes potencias»60. Además la fusión entre negocios y DDHH es tan estrecha que se requiere de una rigurosa investigación crítica61 para descubrir sus interrelaciones, las redes que conectan a las grandes empresas con las instituciones políticas que se legitiman en los DDHH que ocultan la ferocidad explotadora de esas empresas. El capital ha patentado «derecho» y «democracia» como productos en el mercado electoral: «la mayoría de los consumidores camina como un burro con anteojeras, siguiendo la senda establecida en los carriles marcados, a la espera de la ración de pienso diaria»62.

Aborregados con su dosis de alienación diaria, los «ciudadanos» apenas se percatan que desde 2013 se acentuó el recorté de derechos concretos, de las libertades esenciales como la libertad de protesta63, precisamente cuando la crisis agudiza el peligro de hambrunas y el incremento ya cierto de la lucha de clases64 global. Y si se percatan, cierran los ojos, los oídos y la boca porque es muy poderoso el temor y el miedo a la sorda coerción del capital, que se transforma en coerción tan ruidosa como las cargas policiales o peor, el terror de un golpe militar. A pesar de la críticas que debemos hacer a Amnistía Internacional, su Informe Anual de 2020/2021 es esclarecedor porque no puede sino reflejar una realidad objetiva, por lo que «Hay que apoyar cualquier acción de solidaridad con los movimientos populares con el propósito de exigir respeto al derecho a la protesta»65

En este contexto destacan las maniobras para fingir una ampliación de «derechos». Por un lado, los llamados «nuevos derechos humanos» que los centros de decisión de las grandes transnacionales66 están debatiendo para ser ellas las que los expliquen, implementan en la práctica humanitaria de los sus Estados, ONG e instituciones para, entre otros objetivos, cortar de raíz el avance de las luchas por los derechos socialistas y, a la vez, llenar las arcas del capital. Y por otro lado, se ofrece un contra-catálogo breve de los derechos humanos: «derecho a soñar, derecho a la existencia, derecho a la pereza, derecho al descanso y al tiempo libre, derecho a la paz, derecho a la democracia, y el artículo termina con una cita de Gandhi: “A diario se ven cosas con las que nunca se habría soñado, lo imposible se hace cada vez más posible”.»67. Gandhi volvió a errar, si no hay lucha radical, lo imposible sigue siendo imposible.

Si nos fijamos no aparecen los derechos concretos fundamentales como el derecho a la rebelión y otros muchos, y menos aún el vital derecho/necesidad a la propiedad comunista. Además, Gandhi fue un reaccionario: «Tomado en el más estricto sentido del término, el pacifismo es sumamente inmoral»68. Interesadamente, se ha presentado a Gandhi como el único exponente del antimilitarismo, desautorizando así a las demás corrientes antimilitaristas, pero tiene razón Silvia K. Döllerer cuando afirma que: «El antimilitarismo no es sinónimo de pacifismo. Protestar contra la guerra no es sinónimo de creer que la violencia es intrínsecamente ilegítima en todos sus contextos»69.

Hoy más que nunca antes, teniendo en cuenta el grado de irracionalidad del imperialismo, el derecho/necesidad de la violencia defensiva como última solución para no ser exterminado por la ciega ley general de la acumulación del capital se está viendo también en Palestina, como explica Gideón Levy70; o en el pueblo saharaui: «La lucha de los pueblos sometidos a la dominación colonial y foránea y a regímenes racistas por la aplicación de su derecho a la libre determinación y a la independencia es legítima y está plenamente de acuerdo con los principios del derecho internacional y con arreglo a los Convenios de Ginebra de 1949.»71; o en las repúblicas populares del Donbass contra los mercenarios neonazis72 organizados por la OTAN…

Estos derechos concretos y los derechos socialistas son tanto más necesarios ahora que los DDHH legitiman la «nueva era» imperialista73 proclamada por Joe Biden en septiembre de 2021 durante el discurso más beligerante y militarista dado por un presidente de EEUU en los últimos tiempos en la ONU, antesala de la «guerra interminable»74 contra la humanidad. En realidad, «ahí donde reina el analfabetismo, el hambre, el desempleo y la insalubridad, ¿qué significa la Carta de los Derechos Humanos? Poco o nada. La defensa de los derechos conquistados por la humanidad no puede reducirse a una recitación demagógica para decorar el palabrerío reformista o la filantropía de mercado que abundan»75.

Las palabras de la dirigente guatemalteca Rosalina Tuyuc son extensibles a todo el proletariado y campesinado mundial: «Nunca tuvimos tantos derechos como ahora, pero tampoco nunca tuvimos tanta hambre como ahora»76.

EUSKAL HERRIA, 5 de abril de 2022

Notas:

1 F. Castro: Discurso en el estadio Bernadio Somalia, 13 de marzo de 1977, Edic. OR, La Habana 1977,

pp. 24-25.

2 Josep Fontana: Por el bien del imperio. Pasado & Presente. Crítica. Barcelona, 2013, pp. 565-568.

3 Antonia Civelli: 9 de enero de 2021 https://www.lahaine.org/mm_ss_est_esp.php/ino-somos-esclavas-nuevo-libro

4 Maité Campillo: 4 de abril de 2022 https://kaosenlared.net/mujer-en-rebelion-historica/

5 Red Global: 16 de marzo de 2021 https://argmedios.com.ar/el-legado-permanente-del-destacamento-rojo-de-mujeres-de-china/

6 V. Prashad: Las naciones oscuras, Península, Barcelona 2012, pp. 101-115.

7 Luci Caballero-Verónica Gago: 26 de junio de 2020 https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/la-batalla-por-la-propiedad-en-clave-feminista

8 Jule Goikoetxea: Estallidos. Bellaterra, Barcelona, 2021, pp. 200-201.

9 D. Losurdo: La lucha de clases, El Viejo Topo, Barcelona 2014, p. 114.

10 D. Harvey: Guía de «El Capital» de Marx, Akal, Madrid 2014, p. 55.

11 Véase del autor y de Concepción Cruz Rojo: Derechos Humanos como arma de destrucción masiva. Boltxe Liburuak, Bilbo, 2015, pp. 49-283. También, Carlo Frabetti, 10 de noviembre de 2015 https://rebelion.org/a-proposito-del-libro-derechos-humanos-como-arma-de-destruccion-masiva-de-concepcion-cruz-rojo-e-inaki-gil-de-san-vicente/ También del autor: 14 de junio de 2021 https://insurgente.org/inaki-gil-de-san-vicente-los-derechos-humanos-en-la-sociedad-capitalista/

12 Rafael San Martín: Biografía del Tío Sam. Ciencias Sociales. La Habana, 2006, T. I. p. 128.

13 R. Borràs Ensenyat: 13 de diciembre de 2019 https://www.sinpermiso.info/textos/desahucios-a-palos-contra-derechos-humanos

14 Lenin: Abril de 2019 http://cuestionatelotodo.blogspot.com/2014/09/lenin-y-la-republica-sovietica-de.html

15 Fidel Castro: La Revolución Cubana 1953/1962, ERA, México 1975, p. 331.

16 G. Novack: Democracia y revolución, Fontamara, Barcelona 1977, p. 277.

17 Dax Toscano: 13 de febrero de 2016 https://www.lahaine.org/mundo.php/en-defensa-de-los-izquierdos

18 J. Bricmont: Imperialismo humanitario, El Viejo Topo, Barcelona, 2008, pp. 119-125.

19 F. Umpiérrez Sánchez: Los derechos humanos, Revista Laberinto, nº 17, enero 2005, pp. 37-38.

20 Manuel Castells: La era de la información. Vol. 2: El poder de la identidad. Alianza Editorial. Madrid 1998, pp. 76-79 y 380-391.

21 Patrick Martin: 31 de febrero de 2022 https://www.wsws.org/es/articles/2022/03/31/albr-m31.html

22 Domenico Losurdo: El lenguaje del imperio. Escolar y Mayo. Madrid 2008, p. 110.

23 Anne Morelli: Principios elementales de la propaganda de guerra. Argitaletxe HIRU. Hondarribia, 2001, pp. 132-138.

24 Manlio Dinucci: 16 de septiembre de 2021 https://www.voltairenet.org/article214090.html

25 Sergio Rodríguez Gelfenstein: 16 de octubre de 2017 https://www.resumenlatinoamericano.org/2017/10/16/ee-uu-la-ayuda-humanitaria-nueva-modalidad-del-intervencionismo-imperial-opinion/

26 Comandante Chávez: Pensamiento petrolero. PDVESA. Venezuela 2013, p. 41.

27 Tribunal Dignidad: Estados Unidos y los derechos humanos (I y II) 19 de mayo de 2005 https://www.voltairenet.org/article125288.html

28 Milan Rai: Plan de guerra contra Iraq. FOCA, Madrid 2003, p. 291.

29 Mohamedo Belaali: 26 de agosto de 2009: https://rebelion.org/el-humanitarismo-al-servicio-del-capital/

30 Abram de Swaan: A cargo del Estado. Pomares. Barcelona 1992, pp. 22-67.

31 Lutz Raphael: Ley y orden. Siglo XXI. Madrid 2008, pp. 81-83.

32 Enric Llopis, entrevista a Julio Reyero: 7 de septiembre de 2015 https://www.lahaine.org/est_espanol.php/llos-derechos-basicos-se-estan

33 Misión Verdad: 10 de septiembre de 2018 https://latinta.com.ar/2018/09/la-industria-de-la-ayuda-humanitaria-corrupcion-neoliberalismo-y-estafa/

34 F. Altemir Ruíz de Ocaña: 30 de marzo de 2006 https://rebelion.org/el-agua-es-un-derecho-no-una-mercancia/

35 Eric Toussaint: 9 de junio de 2006, reproducido el 25 de octubre de 2020 https://www.cadtm.org/El-Banco-Mundial-y-los-derechos

36 Pedro Mellado: 21 de septiembre de 2008 https://rebelion.org/quien-es-human-right/

37 Daniel Raventós: 10 de octubre de 2008 https://www.sinpermiso.info/textos/cuando-los-derechos-humanos-son-un-pretexto-para-las-intervenciones-militares-imperialistas

38 A. Ferrero, entrevista a Jean Bricmont: 15 de diciembre de 2016 https://www.resumenlatinoamericano.org/2016/12/15/la-izquierda-se-ha-autodestruido-aceptando-las-intervenciones-humanitarias/

39 David Day: Conquista. Crítica. Barcelona 2006, pp. 193-194.

40 David Day: Conquista. Crítica. Barcelona 2006, p. 196.

41 David Day: Conquista. Crítica. Barcelona 2006, pp. 220-221.

42 Neil Faulkner: De los neandertales a los neoliberales. Pasado & Presente. Barcelona 2014, pp. 150-151.

43 Palestina Libre: 15 de enero de 2018 https://palestinalibre.org/articulo.php?a=67556

44 Vladimir Acosta: El monstruo y sus entrañas. Editorial Galac. Venezuela 2017, pp. 113-129.

45 Vladimir Acosta: El monstruo y sus entrañas. Editorial Galac. Venezuela 2017, pp. 349-426,

46 Sh. Smith: Fuego subterráneo. Historia del radicalismo de la clase obrera en los Estados Unidos,

Hiru Argitaeltxe, Hondarribia 2015, p. 64.

47 Ander Balanzategi: 6 de enero de 2022 https://www.elsaltodiario.com/racismo/racismo-estructural-estados-unidos-va-unido-esencia-pais

48 Feanklin Frederick: 23 de marzo de 2022 https://www.lahaine.org/mundo.php/eeuu-racismo-y-anticomunismo

49 Pau Farmer: Haití para qué. Argitaletxe HIRU, Bilbo 1994, p. 82.

50 C. L. R. James: Los jacobinos negros, Casa de las Américas, La Habana 2010, pp. 145-146.

51 Lenin: 3 de enero de 1918: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1918/enero/03.htm

52 J. Fontana: Por el bien del imperio, Pasado & Presente, Barcelona 2013, p. 47.

53 William Blum: Estado villano. Casa Editora Abril. La Habana, 2005, pp. 209-221.

54 Domenico Losurdo: El lenguaje del imperio. Escolar y Mayo. Madrid 2008, pp. 257-258.

55 Elsudamericano: 14 de enero de 2012 https://elsudamericano.wordpress.com/2012/01/14/libros-de-geografia-escolar-de-estados-unidos-afirman-que-la-amazonia-y-el-pantanal-son-areas-internacionales/

56 V. Putin: 20 de mayo de 2021: https://www.europapress.es/internacional/noticia-putin-amenaza-romperle-dientes-quien-busque-morder-rusia-20210520162748.html

57 Ramón Sánchez Parodi: El espectáculo electoral más costoso del mundo. Ciencias Sociales. La Habana, 2014, pp. 221-222.

58 Mike MacNair: 3 de junio de 2017 https://www.sinpermiso.info/textos/brzezinski-y-el-mito-de-los-derechos-humanos

59 Raúl Cazal entrevista a Gregorio Pérez Almeida: https://pakitoarriaran.org/entrevistas/gregorio-perez-almeida-eeuu-invento-los-derechos-humanos-como-una-trampa

60 IPS: 25 de junio de 2021 https://ipsnoticias.net/2021/06/doble-rasero-de-la-onu-en-violacion-de-ddhh-protege-a-grandes-potencias/

61 Enric LLopis: 7 de enero de 2019 https://contrainformacion.es/ue-y-grandes-corporaciones-negocios-o-derechos-humanos/

62 Antonio Lorca Siero: 8 de septiembre de 2021 https://rebelion.org/derechos-y-democracia-dos-productos-comerciales/ De este mismo autor véase: 28 de febrero de 2020 https://rebelion.org/el-negocio-de-los-derechos/

63 Amnistía Internacional: enero de 2014, reeditado en agosto de 2019 https://www.fuhem.es/wp-content/uploads/2019/08/El_derecho_a_protestar_amenazado_Informe-AI.pdf

64 Eric London: 4 de abril de 2022 https://www.wsws.org/es/articles/2022/04/04/pers-a04.html

65 Victor Arrogante: 5 de abril de 2022 https://rebelion.org/los-derechos-humanos-pisoteados-en-el-mundo/

66 A. Nogueira y C. Laorden: 11 de diciembre de 2017 https://elpais.com/elpais/2017/12/11/planeta_futuro/1512984466_581915.html

67 Antoni Aguiló: 9 de diciembre de 2015 https://www.eldiario.es/contrapoder/contracatalogo-derechos_132_2297922.html

68 Terry Eagleton: Por qué Marx tenía razón. Península. Barcelo0na 2011, p. 177.

69 Silvia K. Döllerer: 5 de abril de 2022 https://www.elsaltodiario.com/el-rumor-de-las-multitudes/emma-goldman-antimilitarismo-y-revolucion

70 Gideón Levy: 2 de abril de 2022 https://www.resumenlatinoamericano.org/2022/04/02/palestina-escritor-israeli-gideon-levy-el-terror-es-la-unica-via-abierta-a-los-palestinos-no-tienen-otro-camino-israel-les-ha-ensenado-esto-si-no-utilizan-la-violencia-el-mundo-entero-se-olvidar/

71 Abdulah Arabi: 19 de julio de 2021 https://www.infolibre.es/opinion/plaza-publica/clasico-diferendo-movimiento-liberacion-nacional-actor-terrorista_1_1207494.html

72 EuskalNews: 30 de marzo de 2022 https://euskalnews.com/2022/03/el-ejercito-ruso-busca-a-los-nazis-ucranianos-casa-por-casa/

73 Andre Damon: 21 de septiembre de 2021 https://www.wsws.org/es/articles/2021/09/24/unit-s24.html

74 Andre Damon: 29 de marzo de 2022 https://www.wsws.org/es/articles/2022/03/29/pers-m29.html

75 F. Buen Abad: 6 de abril de 2021 https://contrainformacion.es/geo-semiotica-de-los-derechos-humanos/

76 Rosalina Tuyuc, dirigente indígena guatemalteca, citada por Marcelo Colussi: 21 de febrero de 2019: https://rebelion.org/derechos-humanos-un-buen-invento-para-distraer/

Fuente: https://rebelion.org/derechos-humanos-burgueses-de-propiedad/

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Cuatro preguntas sobre “Atreverse a pensar bien”

Nota: texto que desarrolla parte del contenido de otro más extenso (Aprender y atreverse a pensar bien) publicado en borrador en septiembre de 1997.

1.- ¿QUÉ ES ATREVERSE A PENSAR BIEN? ¿CUAL ES LA DIFERENCIA CONCEPTUAL Y PRÁCTICA ENTRE PENSAR Y CREER?

2.- ¿CUÁLES CONSIDERA SON LAS PRINCIPALES DEFICIENCIAS DEL MÉTODO DE PENSAMIENTO EN LAS ORGANIZACIONES, MOVIMIENTOS Y PARTIDOS REVOLUCIONARIOS, EN RELACIÓN CON LA INICIATIVA POPULAR?

3.- ¿CUAL SERÍA LA IMPORTANCIA DE LA DIALÉCTICA, EN EL PROPÓSITO DE ANTICIPAR Y SINCRONIZARSE CON DICHA INICIATIVA POPULAR?

4.- ¿QUE CONSEJOS O LLAMADO LE HARÍA AL PUEBLO COLOMBIANO ACTUALMENTE MOVILIZADO PARA EL AVANCE EN SU CUALIFICACIÓN TEÓRICA, PRACTICA Y ORGANIZATIVA?

«El arma de la crítica no puede sustituir la crítica por las armas; la violencia material no puede ser derrotada sino por la violencia material. Pero también la teoría se convierte en violencia material, una vez que prende en las masas. La teoría es capaz de prender en las masas, en cuando demuestra ad hominem; y lo demuestra ad hominem, en cuanto se radicaliza. Ser radical es tomar las cosas de raíz. Y para el hombre la raíz es el mismo hombre. La prueba evidente del radicalismo de la teoría alemana, o sea de su energía práctica, es que parte de la decidida superación positiva de la religión. La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es el ser supremo para el hombre y por tanto en el imperativo categórico de acabar con todas las situaciones que hacen del hombre un ser envilecido, esclavizado, abandonado, despreciable. Nada mejor para describirlas que la exclamación de aquel francés ante el proyecto de un impuesto sobre los perros: ¡Pobres perros! ¡Os quieren tratar como a hombres!.»

Marx: Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel. OME Crítica. Barcelona 1978. Tomo 5, p. 217.

«Si lo real es móvil, que nuestro pensamiento sea también móvil. Si lo real es contradictorio, que nuestro pensamiento sea pensamiento consciente de la contradicción.»

Henri Lefebvre: Lógica formal. Lógica dialéctica. Siglo XXI, Madrid, 1972, p. 198.

Las categorías por medio de las cuales vamos a obtener el conocimiento de la realidad objetiva, según Lenin, son la libertad, la subjetividad y el concepto […] ¿Qué es la dialéctica sino el movimiento tanto de las ideas como de las masas en movimiento para lograr la transformación de la realidad?

Raya Dunayevskaya: El poder de la negatividad. Biblos. Buenos Aires 2010, pp. 179 y 241

  1. ¿QUÉ ES ATREVERSE A PENSAR BIEN? ¿CUAL ES LA DIFERENCIA CONCEPTUAL Y PRACTICA ENTRE PENSAR Y CREER?

Atreverse a pensar bien es atreverse a arrostrar las consecuencias de la praxis revolucionaria, es decir, de la crítica práctica de todo lo existente, sin tener miedo a las consecuencias que ello acarree, porque a la postre la veracidad de ese pensamiento sólo se confirma en la práctica, en su crítica por y mediante la praxis. Por tanto, atreverse a pensar bien es, además de lo dicho, también prepararse para afrontar las presiones, sobornos, chantajes, amenazas, coacciones y represiones varias que siempre terminan atacando a la libertad. Decía Rosa Luxemburg que quien no se mueve no siente las cadenas.

Dado que el buen pensamiento se vivifica con un único movimiento práctico y teórico: por un lado, obtiene su «energía práctica» retroalimentándose del movimiento que le lleva a la raíz de los problemas, y, por otro lado, simultáneamente, lo obtiene de «la doctrina de que el hombre es el ser supremo para el hombre y por tanto en el imperativo categórico de acabar con todas las situaciones que hacen del hombre un ser envilecido, esclavizado, abandonado, despreciable». Dado que el buen pensamiento se caracteriza por ser el pensamiento consciente de la contradicción; y dado que la libertad, la subjetividad y el concepto son las categorías que descubren tanto la realidad objetiva como la dialéctica de las luchas de las masas explotadas, teniendo esto en cuenta vemos que el atreverse a pensar bien es parte sustantiva, necesaria, al movimiento del pensamiento. Ningún pensamiento se acerca a y supera sus contradicciones internas y externas, si no se atreve a asumir el «criterio de la práctica», al hecho de que la tarta se valora o se rechaza comiéndola. Veamos tres ejemplos aparentemente distintos:

Uno, atreverse a pensar bien sobre la covid-19 significa atreverse a luchar por la expropiación socialista de la big pharma, de la gigantesca industria oligopólica de la salud burguesa que es parte sustancial del imperialismo. Mientras que las y los trabajadores de esta industria –llamados ‘científicos’– no se sumen prácticamente al creciente movimiento reivindicativo de una salud socialista, mientras no lo hagan, sus conocimientos serán únicamente valor de cambio, tecnociencia mercantil en la industria de la salud burguesa. Para que ese saber llegue a ser pensamiento bueno, debe dar el salto de la tecnociencia y de la denuncia progresista de las «injusticias» a la práctica de la crítica radical de esa industria privada sostenida con el apoyo económico y sociopolítico imperialista. La profundización en la crítica práctica del big pharma abre vías liberadoras porque visualiza contradicciones decisivas que de lo contrario permanecerían ocultas, sin cuya resolución en beneficio de la humanidad explotada es imposible erradicar la covid-19.

Dos, atreverse a pensar bien sobre el punto de no retorno, de irreversibilidad, al que está llegando la crisis socioecológica significa, en principio, saber que la covid-19 y la salud básica, es parte sustantiva del metabolismo de nuestra especie con la naturaleza como totalidad rota por la propiedad burguesa, y que, sobre todo, es consecuencia directa de la esencia irracional del capitalismo y no del llamado «Antropoceno», vil excusa para lavar la cara al capital. Pensar bien sobre la crisis socioecológica significa radicalizar la lucha contra la mercantilización en sí misma, lo cual implica llevar el pensamiento crítico a la raíz del problema: la teoría del valor. Pero hay que atreverse a bucear tan hondo y combatir dentro de las calderas de la explotación capitalista: según la filosofía marxista, la praxis del buen pensamiento es peligrosa pero también placentera, como veremos.

Y tres, atreverse a pensar bien en Colombia, para aterrizar en nuestro espacio de debate, supone, por un lado, conocer la naturaleza criminal de su burguesía, la historia de la lucha de clases, del peso y de los efectos sociopolíticos del narcocapitalismo, del saqueo imperialista y del poder del ejército yanqui dentro del país, del papel contrarrevolucionario internacional de Colombia y de sus mercenarios, etcétera. Y por otro lado, simultáneamente, implica organizar la lucha contra tanta represión, tortura y crimen. Pero la importancia de este tercer ejemplo es que integra a los dos anteriores porque el pueblo colombiano sufre la crisis socioecológica y la covid-19 tanto en su universalidad como en su particularidad, pero ambas dentro de la singularidad de la lucha de clases en Colombia. Por tanto, hay que elaborar soluciones revolucionarias a las tres crisis en forma una, la de la dictadura del capital: quiere esto decir que atreverse a pensar bien en Colombia exige asumir el riesgo de la represión.

Sobre esta base, podemos plantearnos la diferencia conceptual y práctica entre creer y pensar. Según el Diccionario, el intransitivo de creer significa considerar una cosa como verdadera o segura o pensar que existe, sin tener pruebas de su certeza o un conocimiento directo de la misma; y el transitivo significa considerar una cosa como posible o probable, sin llegar a tener una certeza absoluta de ello. Intentado acortar el abismo entre la creencia y la verdad como saber, como resultado cierto del movimiento ascendente del pensamiento concreto, objetivo, relativo y absoluto, se han desarrollado conceptos como creencia plausible, razonable, etc., y sobre todo el proceso que va de la credulidad, a la creencia y termina en la credibilidad. También se establecen líneas entre las creencias, los sentidos comunes y las certidumbres.

En líneas generales, la creencia es la ruptura del proceso intelectivo basado en la unidad y lucha de contrarios, de modo que se expulsa de este proceso la acción vital de la negación y se absolutiza la eterna quietud de la afirmación: se rompe así el proceso intelectivo sin el cual no existe libertad alguna. Pero el saber sólo surge de y en esa lucha permanente entre la afirmación anterior, ya envejecida, y la negación posterior, viva, impuesta por nuevos hechos que contradicen lo anterior. Por esto, toda creencia tiene una semilla dogmática que puede endurecerse, y es conocida la esencia reaccionaria del dogma, mientras que la unidad y lucha de contrarios inherente al proceso del saber verdadero, es revolucionaria.

La creencia de que el método científico, materialista y ateo, nunca llega a conocer la «cosa en sí», es otra seña del miedo a pensar y de la claudicación agnóstica, creencia negada por la historia. Dado que la realidad es en última instancia inaccesible al pensamiento, lo es también a la acción humana consciente y estratégicamente orientada hacia un fin, un objetivo cualitativamente superior. No hace falta decir qué clase social refuerza su poder con semejante creencia reaccionaria. La creencia en las virtudes absolutas de la democracia burguesa es una seña de identidad del reformismo en todas sus formas, creencia negada por la historia.

Con sus matices, desde Platón y sobre todo desde la segunda mitad del siglo XVII, ideólogos de la burguesía en ascenso como Locke, Hume y otros, han ido tejiendo una red de escusas para poner a la creencia al menos al mismo nivel que el pensamiento que busca regirse por la objetividad práctica, que tarde o temprano emerge de la duda metódica tan alabada por Marx como forma de verificación que se sustenta en la materialidad contrastable del buen pensamiento. Todas las formas de socialismo y comunismo utópicos chocaban siempre con el límite de la creencia, que se niega a admitir la supremacía de la praxis; lo mismo le sucedía y sucede al reformismo lassalleano, socialdemócrata y menchevique, al socialismo de Beatrice y Sidney Webb, al posibilismo de Millerand, al eurocomunismo, al populismo laclausiano, a la mística podemita, a los soberanismos dialogantes, etc.

Si esta gangrena idealista pudría y pudre al reformismo de “izquierda”, la gangrena de la creencia era más lógica en el reformismo burgués de entonces y ahora. Obviando a las corrientes keynesianas, ya antes el pragmatismo yanqui se había esforzado por dotar a la creencia de una cierta base intelectual, aunque otros pragmatismos eran creyentes explícitamente cristianos en sus versiones más reaccionarias e imperialistas. Y es que uno de los orígenes de estas corrientes ideológicas se remonta ni más ni menos que al reformismo de Kant que sentó la base del pragmatismo, negó el derecho/necesidad de la violencia revolucionaria y fue incapaz de superar el agnosticismo. La burguesía rechazó los méritos intelectuales de Kant y desarrolló su conservadurismo. Un triste ejemplo de la impotencia creyente lo tenemos en el texto de Kant sobre la «paz perpetua».

¿Se puede creer que la burguesía va a aceptar pasivamente la expropiación de su muy rentable oligopolio farmacéutico sin presentar una resistencia tenaz, probablemente desesperada? Tal vez y bajo presiones extremas pueda aceptar un ligero control relativo y transitorio, compensado con otras ganancias, de sus exorbitantes beneficios por parte de su propio Estado de clase, de un gobierno burgués, a fin de dividir y derrotar la reivindicación de una sanidad socialista, pero ¿es creíble que entregue alegremente las empresas al pueblo obrero?

¿Puede creerse que las grandes energéticas, el capital en sí, va a parar en seco su expolio de la naturaleza, va a devolver las tierras y recursos a sus pueblos, va a aceptar y poner en práctica exigencias eco-comunistas inconciliables con la férrea lógica de la máxima ganancia en el menor tiempo posible despreciando los desastres que ello acarree? ¿Qué lecciones podemos extraer sobre los límites de las creencias de amplias masas brasileñas, ecuatorianas, chilenas, colombianas, etc., de que derribarían gobiernos corruptos y represivos sólo con movilizaciones carentes de una estrategia revolucionaria de toma del poder por el pueblo insurrecto? ¿Puede fiarse el futuro de Perú, Bolivia, Brasil, México, El Salvador, Paraguay, Guatemala… a la escueta creencia no sustentada en una masiva presión político-estratégica independiente del proletariado, de que, por fin, de que desde ahora sí, los gobiernos que se dicen “progresistas” van a ser coherentes y van a llevar hasta el final sus promesas enfrentándose a los ataques de la reacción imperialista?

  1. ¿CUÁLES CONSIDERA SON LAS PRINCIPALES DEFICIENCIAS DEL MÉTODO DE PENSAMIENTO EN LAS ORGANIZACIONES, MOVIMIENTOS Y PARTIDOS REVOLUCIONARIOS, EN RELACIÓN CON LA INICIATIVA POPULAR?

En el tema que nos ocupa, atreverse a pensar bien, podemos resumirlas en cuatro deficiencias.

Una, las izquierdas no comprenden que la parte fundamental del proceso de enriquecimiento teórico-político sólo surgen de y en la iniciativa popular, es decir, de la lucha de clases en cuanto tal, con toda su complejidad polícroma y multifacética. Otra parte importante pero derivada de la anterior pese a su autonomía relativa, es la concreción sintética parcial que puede hacer la izquierda siempre partiendo de la previa acción proletaria, de la lucha de clases y de su interacción con las contradicciones económicas del capitalismo, interacción que es la causa última de las crisis sociales.

La afirmación de la I Internacional, redactada por Marx, de que un paso práctico vale más que cien programas, expresa sucintamente la crucial importancia de este punto y el garrafal error de las izquierdas al subestimar la iniciativa popular. En la evolución del conocimiento, frecuentemente ocurre que cien programas quedan envejecidos ante la novedad de un paso práctico que exige o bien una revisión crítica, a fondo, del paradigma dominante o el salto cualitativo a otro, confirmando la base de la teoría marxista del conocimiento. En la lucha de clases, esto sucede con más frecuencia de lo que creen las izquierdas, lo que ocurre es que, por lo general, su miopía les impide verlo.

Ejemplos en la vida de Marx y Engels los tenemos a simple vista: el «robo» de madera de los bosques privatizados de comienzos de los ’40, la lucha de clases y la irrupción del feminismo obrero poco antes de la revolución de 1848, la rebelión india de 1857 y el llamado «pánico financiero» en ese mismo año, las luchas nacionales y anticoloniales como la irlandesa, polaca, argelina y otras más, la Guerra Civil norteamericana, el ascenso de la lucha de clases que propició la creación de la I Internacional en 1864, la Comuna de 1871, la crisis de 1873, el desarrollo del capital ficticio desde esa crisis, la guerra anglo-egipcia de 1882… estas y otras contradicciones y luchas forzaron saltos teóricos sin los cuales el marxismo no hubiera existido.

Dos, el intelectualismo y la ruptura de la dialéctica entre la mano y la mente, la práctica y la teoría, es una de las razones que explican el desprecio y por tanto la incapacidad de las izquierdas para relacionarse con las vivencias profundas de las clases explotadas y aprender de ellas. La escisión mente/mano viene desde la aparición de la propiedad privada en su inicial forma patriarcal, y se ha desarrollado desde entonces con efectos devastadores. Las izquierdas creen que las clases y naciones explotadas, la mujer obrera, la juventud precarizada, necesitan ser guiadas “desde arriba”, burocráticamente, y educan a su militancia en esta creencia sin base. Una lectura marxista del siempre necesario libro de Lenin ¿Qué hacer? demuestra lo erróneo de esta creencia.

El academicismo y la claudicación de la casta intelectual progre ante el individualismo metodológico burgués son dos de las razones que subyacen en las repetidas modas del intelectualismo desligado de la unidad y lucha de contrarios: las oleadas populares al alza siempre han tenido que independizarse de las cadenas dogmáticas y reformistas del llamado «marxismo académico» que ha ido tomando formas diferentes en cada una de las fases y contextos. Desde la ruptura entre los jóvenes hegelianos de izquierda con la degeneración academicista de Hegel, hasta ahora mismo cuando la nueva juventud obrera desquicia con sus innovaciones prácticas el somnoliento ronquido burocrático, las izquierdas, por lo general, han llegado tarde y mal a las nuevas prácticas de masas sin las cuales no puede enriquecerse la teoría. Peor aún, frecuentemente las izquierdas han rechazado los principios de «aprender del pueblo», «la revolución enseña» y otros.

Tres, la burocratización de las izquierdas también les impide valorar la importancia de la creatividad popular. Existe una directa conexión entre intelectualismo y burocracia que, por obvia, no vamos a detallar aquí. La burocratización es uno de los mayores enemigos de la iniciativa popular por muchas razones, de las que vamos a resaltar tres:

Primera, los militantes de-formados por izquierdas burocratizadas tienen una mente burocratizada, de lo contrario ya habrían abandonado su organización. Un burócrata necesita que nadie critique su dogmatismo obediente, y eso le incapacita del todo para intervenir en los movimientos populares que, en la medida en que lo sean, tienen por su misma naturaleza una capacidad de debate y reflexión colectiva que es el secreto de su creatividad. La mente burocrática siente pánico al buen pensamiento porque, como estamos viendo, es crítico en su esencia. Existe así, por tanto, un abismo insondable entre obediencia burocrática y libertad crítica que hace que más temprano que tarde una de las dos -la obediencia o la crítica– sea vencida por la otra: muchas iniciativas de las masas han sido paralizadas por la burocracia que prefiere que desaparezcan porque cuestiona «la dirección del partido».

Segunda, la creatividad de los movimientos populares es tanto más potente cuanto que en su interior se practica una ágil interacción entre militancia no burocratizada, autocrítica, preparada para escuchar y aprender del pueblo, preparada teóricamente para responder a las preguntas, dudas y críticas que siempre surgen de las luchas populares, y los diversos niveles de conciencia que existen dentro de ese movimiento. Lograr esa interacción diaria es vital para el avance revolucionario, pero es un peligro intolerable para las burocracias porque no van a poder dirigir y/o desmantelar ese movimiento. Por esto, las burocracias necesitan desprestigiar, aislar y expulsar a las y los revolucionarios de esos colectivos, movimientos, sindicatos, etc. Surge así otro abismo insondable dentro de los movimientos entre la izquierda revolucionaria y las burocracias, choque que va minando y debilitando la creatividad obrera y popular porque penetra dentro del antagonismo arriba visto entre burocracia y libertad.

Tercera, el intelectualismo dirigista, vertical y burocrático es tanto más inconciliable con la creatividad de las masas cuanto que esa izquierda verticalizada supedita toda iniciativa obrera y popular a la máxima obtención de votos posible para disponer de más representatividad parlamentaria. El tercer abismo insondable es el que existe entre la iniciativa popular y obrera sobre todo conforme se va extendiendo y radicalizando con reivindicaciones sociopolíticas que atacan el poder del capital, y el parlamentarismo desmovilizador, legalista y normalizador de la izquierda burocrática, que sólo asume el «juego parlamentario» como exclusiva y excluyente acción política.

Y cuatro: además del intelectualismo burócrata y parlamentarista, las izquierdas usan a los movimientos populares como caladeros de militancia corruptible con sueldos y cargos políticos, cooptando a personas dispuestas a convertirse en asalariados de la política parlamentarista. Marx y Engels denunciaron estos métodos desde el inicio de su praxis revolucionaria. En El Capital Marx explica cómo en el medioevo la Iglesia seleccionaba a la juventud más apta para engrosar su membrecía sobornándola con las enormes riquezas y poder que acumulaba cada día más. En el capitalismo, la izquierda busca en los colectivos, movimientos, sindicatos, etc., miembros obedientes. De este modo, la iniciativa popular es debilitada aún más, incluso la izquierda crea y dirige colectivos populares que son tapadera de captación de burócratas, además de medios de presión y combate contra los movimientos verdaderamente populares, que son un peligro para la burguesía, para el reformismo y para la burocracia profesionalizada.

  1. ¿CUÁL SERÍA LA IMPORTANCIA DE LA DIALÉCTICA, EN EL PROPÓSITO DE ANTICIPAR Y SINCRONIZARSE CON DICHA INICIATIVA POPULAR?

La respuesta a esta última pregunta viene dada en las citas que hemos ofrecido al inicio del texto porque, en síntesis, la dialéctica es el movimiento de las ideas y de las masas hacia la revolución, y será concretada al final con las ideas del Che sobre la necesidad de la formación teórica, que es dialéctica. Quiere esto decir que la dialéctica es parte sustantiva del proceso que va de la inicial toma de conciencia y de lucha, hasta concretarse en el avance al socialismo mediante la democracia socialista garantizada por el Estado obrero y el pueblo en armas, Estado obrero que tiene como finalidad auto extinguirse durante el avance al socialismo y al comunismo. O sea, en la dialéctica es el mismo desarrollo de la libertad humana como permanente superación y creación de nuevas necesidades. Dicho con palabras de Fredric Jameson «incluso la dialéctica es dialéctica». (Valencias de la dialéctica. Eterna Cadencia, Buenos Aires 2013, p. 49)

En efecto, en sus primeras formas escritas en la cultura griega presocrática, la palabra dialéctica denotaba el proceso de diálogo, debate y cálculo colectivo para resolver problemas, encontrar soluciones. En la Ilíada de hace aproximadamente 2700 años, la palabra dialéctica aparece sobre todo cuando hay que optar por decisiones críticas en momentos críticos, decisiones analizadas y debatidas con extrema precisión porque estaba en juego la libertad colectiva, debates que concluyen en la conciencia de que según Livio Sichirollo «es necesario aceptar la lucha» para defender Troya ante el su más que probable exterminio a manos de los griegos (Dialéctica. Labor. Barcelona. 1976, p. 21).

En cuando lucha, el futuro es incierto porque puede sobrevenir la derrota y con ella la esclavitud o la muerte. Por tanto, la dialéctica es esencialmente libertad para defender y ampliar la libertad, siendo por ello crítica y revolucionaria lo que enfurece a todos los poderes. Si estudiamos desde esta visión dialéctica el antagonismo entre la libertad y la Covid-19, la crisis socioecológica y la situación actual en Colombia, por seguir con los tres temas iniciales, vemos que no hay otra opción que esta: «Es necesario aceptar la lucha». Y si vamos a las deficiencias de la izquierda intelectualista, burocrática, parlamentarista y que ha profesionalizado la política en cuanto trabajo asalariado dentro de la norma burguesa, la llamada «normalidad social», vemos que la única forma de impulsar las iniciativas del movimiento popular como una de las fuerzas vitales de la emancipación revolucionaria, no es otra que interactuar dentro de ellos desde y para la crítica radical de todo lo existente.

Pero no es fácil dominar los entresijos de la dialéctica conforme se complejiza y acelera el movimiento de lo real y conforme nuestro pensamiento tiene que enriquecerse a su misma velocidad. Las y los marxistas siempre han sido conscientes de esa dificultad, nunca la han trivializado, al contrario: la formación filosófica, teórica, ética… siempre ha sido un punto de distinción cualitativa entre las organizaciones revolucionarias, por un lado, y por el contrario los reformismos todos y la izquierda intelectualista, burocrática, parlamentarista y asalariada. Un objetivo de la formación es el de que la militancia pueda anticipar en lo posible el desarrollo de la lucha de clases y de las contradicciones capitalistas para así sincronizar su práctica con la del movimiento popular, y desde esa sincronización mostrar con hechos, con la pedagogía del ejemplo, la coherencia y la necesidad de sus tácticas, estrategia y objetivos históricos.

Lenin nos ofrece ejemplos fundamentales de la constante pedagogía bolchevique, muy en especial en los períodos críticos, cuando la teoría muestra ser imprescindible para poder optar por una u otra solución con garantías de éxito: ya en sus primeros años, a finales del siglo XIX, sometió la sociología a una demoledora crítica, sabedor de que la sociología burguesa era un arma de la dominación capitalista. Luego vino el ya referido ¿Qué hacer? escrito en 1902. Poco después sus decisivos textos sobre la estrategia político-militar de la revolución a raíz de los acontecimientos de 1905-06. Inmediatamente después y a raíz de la derrota, su texto sobre Materialismo y Empirio-criticismo de 1908. Seis años después y a raíz del estallido de la IGM y la traición de la II Internacional, sus Cuadernos filosóficos y por no extendernos, en 1922 y a raíz de detectar la ya muy inquietante burocratización, su texto sobre Sobre el significado del materialismo militante.

La necesidad de la sistemática pedagogía revolucionaria es una constante en la praxis del Che, por ejemplo. Como hemos dicho, vamos a concluir esta respuesta a la tercera y última pregunta reproduciendo la brillante síntesis del pensamiento pedagógico del Che, realizada por Lidia Turner Martí:

  • La asequibilidad en correspondencia con la edad, el grupo social y las características territoriales.
  • Partir de un hecho concreto, analizarlo, argumentarlo y presentar sus contradicciones.
  • Incluirse como parte del grupo humano con el que se trabaja, ser uno más.
  • Partir de la enseñanza que el propio grupo da y utilizarlo como base para el nuevo aprendizaje.
  • Poner de manifiesto las constantes contradicciones que se generan.
  • Unir a lo racional del análisis, lo emocional que actúe en los sentimientos.
  • Unir a lo objetivo la dosis subjetiva del optimismo hacia el desarrollo social.
  • Vincular cada suceso con su repercusión social trascendente al individuo.

(El pensamiento pedagógico de Ernesto Che Guevara. Editorial Capitán San Luís. La Habana. Cuba 2007, pp. 89-90)

Como vemos son ocho puntos centrales en y de la teoría del conocimiento y de la pedagogía, por tanto, son elementos imprescindibles en el atreverse a pensar bien en la vida y en la práctica dentro de los colectivos, movimientos, sindicatos, escuelas, etc., en los que los y las comunistas han se sincronizarse con las diversas militancias populares. La dialéctica está presente de forma directa o subterránea en cada uno de los ocho puntos.

  1. ¿QUÉ CONSEJOS O LLAMADO LE HARÍA AL PUEBLO COLOMBIANO ACTUALMENTE MOVILIZADO PARA EL AVANCE EN SU CUALIFICACIÓN TEÓRICA, PRACTICA Y ORGANIZATIVA?

Antes que nada, yo no puedo ni debo extralimitarme en los consejos, al contrario, yo, y los y las revolucionarias vascas, somos quienes sí debemos pedir consejo al heroico pueblo trabajador colombiano que sigue luchando con impresionante heroísmo. Las y los revolucionarios eurocéntricos debemos abandonar la creencia de nuestra superioridad intelectual y aprender autocríticamente de allí en donde sí se sostienen luchas antiimperialistas decisivas.

Partiendo de aquí y en base al limitado conocimiento directo, in situ, que tengo de la lucha de clases en Colombia, sólo me atrevo a hacer tres sugerencias porque son universales: Una, las clases explotadas deben ampliar el conocimiento crítico de su historia para liberarse de todo resto de credulidad y creencia en las promesas de la burguesía. Dos, deben lograr su independencia política estratégica de liberación nacional antiimperialista con el objetivo de destruir el narco-Estado y crear el Estado obrero en autoextinción. Y tres, deben ampliar la solidaridad internacionalista tal cual es necesaria frente al capitalismo actual.

EUSKAL HERRIA, 27 de septiembre de 2021

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Fuente: https://rebelion.org/cuatro-preguntas-sobre-atreverse-a-pensar-bien/

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La necesidad de la teoría

“Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexisten en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarla como boni patres familias y a transmitirla mejorada a las futuras sociedades”1.

¿Por qué empezamos con estas palabras de Marx un breve texto sobre la necesidad de la teoría revolucionaria, a raíz de las reflexiones del colectivo Común y Corriente sobre las profundas limitaciones del practicismo en la lucha contra la opresión? ¿Qué tiene que ver la reivindicación comunista de que la tierra, la naturaleza, no son propiedad de nadie, de ninguna clase ni de ningún país, sino de las generaciones futuras, con la necesidad de la teoría revolucionaria tal cual la debaten en la admirable Colombia? Algunas respuestas ya las hemos propuesto en el video enviado, pero lo mejor es que sean debatidas colectivamente.

La heroicidad y la creatividad de este pueblo impresionan al mundo, pero son mucho menos conocidas y por ello menos admiradas la enorme capacidad de autocrítica y de aprendizaje de sus organizaciones revolucionarias, populares, sociales, culturales…. Sin ellas no hubieran sobrevivido a tanta atrocidad, ni hubiesen contraatacado con luchas masivas sorprendentes, ni tampoco dispondríamos del siempre necesario debate sobre la necesidad de rescatar la teoría, revalorizarla, para superar el practicismo que se ha dado en muchas de las heroicas movilizaciones, como argumenta Común y Corriente2.

Y es aquí en donde las palabras de Marx, arriba citadas, muestran la importancia crítica de la teoría marxista del conocimiento y transformación de la realidad, que es lo que está en juego: Marx no las escribió pensando en su inmediata publicación, sino en forma de borrador para su revisión definitiva posterior, cosa que hizo Engels en 1894, casi treinta años después. Ahora es incuestionable su valor teórico, político, científico y ético. ¿Qué lecciones generales podemos extraer de este ejemplo y cuáles de ellas concretas para la heroicidad colombiana? Antes de proponer algunas ideas al respecto, extendamos la base del análisis.

Casi la totalidad de los textos dedicados a la necesidad de la teoría marxista empiezan explicando cómo ya en los primeros escritos de 1839 sobre Epicuro y definitivamente en las críticas a Hegel y a Feuerbach, se establece una dialéctica entre la mano y la mente que se desarrollará con majestuosa brillantez hasta la muerte de Marx y Engels, como acabamos de ver. Esa dialéctica explica la imposibilidad de separar totalmente el pensamiento y la acción, porque forman un proceso que, en su unidad subyacente, oscila de un nivel a otro siempre dentro del proceso. El teoricismo yerra al primar la mente, y el practicismo al sobrevalorar la mano, porque ambas se necesitan ya que el uno sin el otro no existirían.

La integración procesual entre teoría y práctica es la que explica cómo y por qué se ha confirmado la valía de la ley general de la acumulación capitalista, la de la ley tendencial de la caída de la tasa media de ganancia, la ley del valor a pesar de los esfuerzos por desautorizarla ya iniciados por Böhm von Barwek desde 1880… También las célebres «profecías ecologistas» o la valía científica del núcleo del manuscrito sobre la dialéctica de la naturaleza, o la inevitabilidad de una «guerra mundial», o la de que la revolución ya no empezaría por Inglaterra, Alemania u otro país occidental a pesar de la ya reconocida entonces superioridad de EEUU sobre Europa, sino que empezaría por Asia, por Rusia… Y de la cita del inicio de este artículo.

Este método de praxis –la dialéctica materialista– explica la relativa facilidad con la que el movimiento revolucionario europeo aprendía las lecciones de las luchas de clases y naciones oprimidas, de las mujeres trabajadoras, y en especial la de la Comuna de París de 1870 decisiva en todos los sentidos. Los debates sobre el sindicalismo, el cooperativismo, el colonialismo, los derechos nacionales, la emancipación socialista de la mujer trabajadora, las formas organizativas de antes, durante y después de la I Internacional de 1864, la vivienda, la pedagogía, la desmilitarización, la cultura, etc., se entienden en su verdadera importancia sólo desde ese método que, empero, era manejado aún por una reducida minoría organizada en la que militaban Marx y Engels.

Fue esta minoría en progresivo crecimiento la que organizó la difusión y el debate en núcleos obreros, en fábricas y barriadas populares, de la famosa Encuesta Obrera de 1880 que marca un hito tanto en el debate sobre la importancia de la teoría como síntesis de la práctica, como sobre las diferencias cualitativas entre el marxismo y la sociología burguesa. La Encuesta Obrera contenía 101 preguntas redactadas por Marx que debían ser respondidas colectivamente por los y las trabajadoras. Se imprimieron 20.000 cuadernitos y debía ser rigurosamente estudiada por organizaciones, sindicatos, y partidos de izquierda, para conocer de primera mano las contradicciones sociales y la explotación burguesa en todas sus facetas.

Para hacernos una idea de qué teoría se buscaba enriquecer con la Encuesta Obrera, basta leer la pregunta 100: «¿Cuál es la condición general, física, intelectual y moral de los obreros (hombres y mujeres) que trabajan en tu ramo?»; y la 101: «Observaciones generales». La teoría tiene que abarcar la totalidad de la vida de los y las trabajadoras, su condición moral e intelectual, su condición física, porque es la totalidad de la vida la que es explotada por el capitalismo. Además, la teoría siempre debe estar abierta a las aportaciones críticas del proletariado mediante las ideas expuestas en sus observaciones generales, sobre la generalidad vivencial, intelectual, moral y física. Es, por tanto, una «teoría totalizante», que no deja ningún espacio a la ideología burguesa, que estudia todas las opresiones y que se enfrenta a todas ellas: no existe nada que esté fuera de la lucha de clases. Y vemos que es una «teoría abierta», «no-cerrada», sino en proceso creativo y autocrítico abierto a las nuevas contradicciones y luchas que siempre surgen.

La puesta en práctica en la Encuesta Obrera indicaba al menos tres cosas: el grado de organización alcanzado, la importancia que ya se daba a la teoría elaborada desde el interior de la lucha, y la decisión de aplicar a la práctica posterior las lecciones teóricas extraídas de la Encuesta Obrera, mejorándola. No hace falta decir cómo la burguesía intentó abortar ese salto adelante, aun así, para finales del siglo XIX la insistencia en la teoría estaba lo suficientemente asentada como para que el joven movimiento revolucionario pudiera responder al desafío reformista, que terminó de concretarse como ideología también a finales de ese siglo. El reformismo existía antes del socialismo marxista, estaba ya latente en utopías del incipiente capitalismo comercial del siglo XVI; fue tomando forma en el socialismo utópico de la primera mitad del siglo XIX hasta aparecer ya definitivamente como cuerpo ideológico –que no teórico- a finales de ese siglo, cuando justo acababan de publicarse las palabras de Marx arriba citadas.

Las críticas al reformismo ya se hicieron de forma limitada desde el comunismo utópico y desde sectores anarquistas un poco anteriores al comunismo marxista, pero hubo que esperar hasta la mitad del siglo XIX para que empezase el choque frontal entre la teoría marxista en formación y la ideología reformista que alcanzó su límite insalvable a fines de ese siglo. De entre los y las marxistas que para entonces explicaban la necesidad de la teoría, fue Lenin quien mejor supo expresarlo en un libro de 1902 imprescindible desde entonces: sin teoría revolucionaria tampoco hay práctica revolucionaria. El título del libro es coherente con la necesidad de la teoría: ¿Qué hacer? se preguntaba Lenin, y es durante el desarrollo de la respuesta en donde se demuestra por qué es necesaria la teoría para responder al ¿Qué hacer?

Las y los marxistas habían aprendido a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX que la práctica carente de una concepción teórica que sustente la estratégica y las tácticas, conduce al proletariado al menos a una decena de errores garrafales, como veremos. Lo aprendieron luchando en tres frentes: contra las burguesías, contra el colonialismo, y contra el reformismo, que suponía el mayor peligro porque adormecía al proletariado desde su interior, en sus propias organizaciones, como se libró en los debates en la I y II Internacionales. Por esto necesitamos sintetizar la cuádruple incompatibilidad entre reformismo y marxismo porque así comprenderemos la gravedad de la decena de errores que se derivan del desprecio de la teoría. Un ejemplo lo tenemos en el video arriba ofrecido sobre la incompatibilidad entre sociología y marxismo.

Una, el reformismo niega o minimiza la validez de la crítica marxista de la economía política burguesa, es decir, de la teoría del valor, de la plusvalía y de la explotación, del trabajo abstracto, del fetichismo, de la concentración y centralización, de la competencia cainita, etc., además de las leyes tendenciales arriba expuestas. Al negar o minimizar su valía, da argumentos al capitalismo y quita argumentos al socialismo. Si no existe la plusvalía tampoco existe la explotación, o esta es tan pequeña que puede ser resuelta con reformas keynesianas, de manera que la revolución es innecesaria y hasta enemiga de la «democracia» abstracta, de manera que, si llegase el caso, el reformismo ayudará a encarcelar y exterminar la revolución, como ha ocurrido y ocurre.

Dos, el reformismo niega la teoría del Estado como centralizador de las violencias visibles e invisibles del capital, la teoría de que la democracia burguesa es la forma externa de la dictadura del capital, la teoría de que el Estado burgués está construido para imposibilitar su lenta reforma gradual y pacífica desde sus entrañas… Así, al igual que con la explotación, al negar el carácter burgués del Estado el reformismo refuerza al capital, engaña y confunde al proletariado haciéndole creer que sólo el parlamentarismo pacífico y legalista traerá la «democracia».

Tres, el reformismo no utiliza o niega la valía del materialismo histórico que demuestra que, desde la existencia de la propiedad privada, la historia sólo es comprensible gracias, en definitiva, al conocimiento de la lucha de clases en cada período histórico. Al negar la teoría de la lucha de clases como la base de la historia, el reformismo tritura no sólo el marxismo sino la posibilidad siquiera remota de la revolución porque ésta es el culmen de esa lucha de clases que el reformismo dice que ya no existe, reforzando así las tesis más reaccionarias de la historia. Son catastróficos los efectos que esta ceguera tiene sobre la emancipación humana.

Y cuatro, el reformismo odia la dialéctica materialista, limitándose a neokantismos que rechazan lo positivo de Kant, magnificando sus incongruencias: el mundo no puede conocerse, pero la persona sí puede obrar con cierta coherencia gracias a la ética, de manera que la postura más sabia ante las agudas contradicciones es la agnóstica. Era este neokantismo el que dominaba en la II Internacional y al que se enfrentaron los y las marxistas. La dialéctica sostiene que el mundo es cognoscible, que se puede y debe actuar en sus contradicciones más duras para superarlas con saltos cualitativos, con la revolución social en el caso humano. El pasivo silencio agnóstico kantiano sólo refuerza la explotación capitalista.

Como se aprecia, el reformismo desprecia la teoría revolucionaria y hace lo imposible para que esta no sea desarrollada por la clase obrera. Así, de uno u otro modo, se mantiene esa indiferencia social por el pensamiento científico-crítico, y en casos extremos el rechazo de la teoría en aras del practicismo, indiferencia previamente introyectada por la educación capitalista que impone el miedo a la verdad, a la crítica y al pensamiento creativo. Visto esto, podemos comprender mejor la decena de errores que este desprecio de la teoría causa por activa o pasiva en la lucha de clases.

Una, impide a la clase obrera conocer al enemigo al que se enfrenta, la naturaleza esencial del capitalismo, las razones objetivas de la explotación, etc., porque al ignorarlo, al estar ciega, no puede superar la ideología burguesa en cualquiera de sus formas, la reformista en especial, que le han introducido en su mente desde nada más nacer.

Dos, ese desconocimiento le incapacita o limita esencialmente para plantear y organizar sus luchas con perspectiva histórica, buscando lo inmediato y urgente pero ignorando lo necesario, de modo que la heroicidad de las movilizaciones se cansa y se agota en sí misma cuando la burguesía promete reformas que el proletariado, al carecer de una concepción teórica, cree que bastan por sí mismas, e incluso aunque no se las crea, no tiene apenas una visión de largo alcance que le guíe por entre esas trampas y represiones.

Tres, es imprescindible explicar la diferencia en la unidad de lo urgente y lo necesario. Conforme se endurece la explotación se vuelve más urgente acabar con ella porque cada día es más insoportable y ello hace que sólo pensemos en paliarla, y es cierto, hay que hacerlo. Esto es lo urgente. Pero lo necesario, que no niega lo urgente, sino que lo valora en su sentido profundo, es acabar con su raíz, bucear al origen del sufrimiento y acabar con él porque de lo contrario resurgirá una y otra vez. Sólo la teoría puede explicar por qué lo urgente es efecto de lo necesario, por qué hay que conocer la razón por la que la burguesía necesita explotar y el proletariado necesita no ser explotador. Es decir, la teoría enseña que chocan dos necesidades unidas pero antagónicas: es necesario hacer la revolución… y además es urgente.

Cuatro, la debilidad o ausencia teórico-estratégica que hace que sólo se luche contra lo urgente, es tanto más grave cuanto que los y las oprimidas estallan por fin en revueltas porque sus sufrimientos son insoportables. Si bien nunca existe el espontaneísmo absoluto porque siempre subsisten dentro del pueblo grupos o militantes de izquierda, estos son muy débiles como para, con su valía y experiencia, ayudar a superar el practicismo y la espontaneidad que se agotan más temprano que tarde. Peor aún, esa debilidad es una de las causas por las que con mucha frecuencia la burguesía termina desactivando grandes y sostenidas luchas, dividiéndolas, desmovilizándolas y luego reprimiendo a los sectores más conscientes y organizados.

Cinco, ello es debido a que la ignorancia histórica y teórica refuerza en las clases explotadas la peste de la credulidad en las promesas de los explotadores que les engañan como a ciegos con el caramelo envenenado de que, si cejan en sus justas reivindicaciones, la burguesía negociará con ellos. La credulidad nos engaña al hacernos creer contra toda evidencia teórica que resolviendo lo urgente resolvemos el problema, aunque dejemos intacta la necesidad burguesa de explotarnos de por vida. La credulidad está muy arraigada en la conciencia alienada porque ha sido introducida desde la primera infancia, y es reforzada en todo momento por la propaganda burguesa y reformista.

Seis, incluso si negocia y concede parte de las reivindicaciones, la burguesía siempre espera el momento oportuno para contraatacar anulando las reformas que no ha tenido más remedio que conceder e incluso endureciendo aún más la explotación. No se trata de una espera pasiva, sino de que mientras tanto, mientras aguarda, prepara en silencio ese contraataque, busca dividir a la clase trabajadora, soborna a los sectores indecisos, aterroriza a los resistentes e incrementa sus fuerzas represivas hasta que decide atacar. La burguesía necesita hacerlo porque su supervivencia como clase propietaria de las fuerzas productivas dependen de ello, y por eso, porque conoce su necesidad esencial, es capaz de esperar, de posponer durante un tiempo la urgencia de su contraataque para no cometer el garrafal error de precipitación.

Siete, el practicismo espontaneísta tiende a desdeñar estas y otras lecciones terribles de la historia elevada a síntesis teórica, sobre todo desdeña la innegable necesidad de la organización sistemática, continuada e incluso paciente. Una lección básica es que sólo la organización puede ayudar a prevenir y a derrotar los contraataques del opresor; más aún, sólo ella puede crear anticipadamente la fuerza necesaria para resistir en las peores condiciones si es que ha triunfado el contraataque opresor, reiniciando la lucha después de la derrota. Toda, absolutamente toda la experiencia histórica, indica que sin una previa organización el reinicio de la resistencia es extremadamente costoso, y no se trata sólo de una derrota de luchas colectivas, de masas, etc., sino también de resistencias y luchas personales por derechos básicos machacados en la soledad individual: hay que prepararse anticipadamente para un combate largo, con altibajos y retrocesos puntuales, y eso exige organizarse y mentalizarse de la forma adecuada para cada pugna.

Ocho, otra lección inequívoca es la urgencia de organizarse política, teórica y estratégicamente para destruir la raíz de la explotación: la propiedad capitalista de las fuerzas productivas y el Estado burgués para instaurar la propiedad socialista. Dentro de esta lección destaca la urgencia de organizar la lucha en otros tres componentes básicos de la propiedad privada: la explotación de la mujer trabajadora, de los pueblos oprimidos y de la naturaleza. Si bien las tres urgencias tienen características propias, coinciden en dos puntos básicos: son necesarias para la propiedad capitalista y, por tanto, la lucha contra las tres también es reprimida por el Estado burgués, como lo enseña la práctica. Por tanto, lo esencial de la teoría de la organización es válido para las tres, es más, negando esa identidad de fondo nunca comprenderemos la importancia de acabar con ellas.

Nueve, otra lección corroborada de una u otra forma desde el origen histórico de la explotación de la mayoría por la minoría propietaria, es la urgente necesidad de organizar la lucha cultural, teórica, ética… contra la industria político-cultural burguesa, industria trasnacional en gran medida monopolizada por el imperialismo occidental dirigido por los EEUU. Esta organización siempre ha sido necesaria, pero su urgencia es vital ahora porque el imperialismo crea nuevos medios de manipulación de masas, generaliza el irracionalismo y el racismo, impulsa y coordina grupos fascistas, justifica el militarismo y las represiones de derechos concretos mientras busca confundirnos con la demagogia sobre derechos abstractos, tan vacíos de contenido social que sólo benefician al capitalismo y ocultan o justifican sus atrocidades.

Y diez, la teoría ha sido y sigue siendo validada en el crucial derecho a la rebelión organizada contra la injusticia. Dado que cuando chocan dos derechos contrarios e iguales es la fuerza la que decide el vencedor, los y las oprimidas tienen la imperiosa necesidad de organizarse de cara a ese inevitable choque de fuerzas inconciliables. Tardará tiempo en darse, pero se dará. La burguesía tiene a su favor la violencia organizada del Estado, la clase obrera no tiene Estado, ha sido maleducada en la sumisión y su escasa fuerza está dividida y desorganizada. Llegados a este punto crítico tenemos que volver a Lenin: ¿Qué hacer? Mientras elabora la respuesta, Lenin cita a un autor ruso: « ¡Hay que soñar!» Muy pocos y entre ellos Lenin, sentían que crecía el huracán revolucionario de 1905. Hay que soñar para prefigurar el futuro, para irlo haciendo presente desde ahora en la medida de lo posible.

Los y las marxistas lo tenían peor en la segunda mitad del siglo XIX tras la sangrienta derrota de la revolución de 1848: el capitalismo avanzaba devorando todo a su paso. Vislumbraban el futuro en los límites de las luchas aisladas. Por ello organizaron la I Internacional en 1864. Por ello Marx escribió en borrador la cita de arriba que hoy es una verdad evidente a la que sólo se le opone la ferocidad irracional burguesa. Al poco estalló la Comuna de París de 1871 y la segunda Gran Depresión de 1873, siendo ambas la causa de 1905, de la revolución mexicana de 1910, de la IGM, de la revolución bolchevique de 1917, por resumir un poco. La teoría se iba demostrando en la práctica.

Marx nos dice en la cita de arriba que la tierra pertenece a las generaciones futuras que deben entregarla mejorada a las siguientes: la tierra no es propiedad del capital, es propiedad común, comunista. El primer gobierno soviético devolvió la tierra a las y los campesinos organizados en comunas, y las fábricas, casas y armas a los soviets obreros, vecinales y de soldados. En 1901 la United Fruit Company yanqui empezó a adueñarse de tierras colombianas, en 1920 explotaba 30.000 trabajadores subcontratados. La explotación era tan insoportable que estalló la huelga de1924, pero la urgencia impidió la necesaria organización y fueron derrotados. Los yanquis estaban sobre un volcán y pidieron más ayuda al Estado que se preparó para la siguiente huelga, la de 1928 mejor organizada pero más débil que el ejército colombiano: el pueblo fue ametrallado.

Desde al menos 1950 el pueblo colombiano sostiene diversas movilizaciones, huelgas, motines, revueltas, rebeliones y guerrillas que, con altibajos, están confluyendo desde 2019 en una ensangrentada e impactante protesta social. Crisis, inquina burguesa, narco-fascismo, prepotencia yanqui, empobrecimiento, devastación de la naturaleza y su venta masiva a trasnacionales, pandemia… han desencadenado la justa y digna ira popular respondida con torturas, violaciones, desapariciones, asesinatos y promesas, muchas promesas de soluciones definitivas a todos los sufrimientos si se amansa el pueblo. La burguesía hace todo lo posible por aumentar la credulidad del pueblo.

Pero ni el capitalismo mundial ni la Colombia de hoy son los de 1901, cuando EEU hacía y deshacía a su antojo en Nuestramerica. Por esto, cada día aumentan los sectores de la humanidad explotada que, sin haber leído a Marx, luchan para recuperar la tierra en el pleno sentido de la palabra: todos sus recursos, todas sus potencialidades, incluida la decisiva, la libertad de los pueblos trabajadores porque son los únicos que pueden expropiar a los expropiadores, que pueden vivificarla y entregarla mejorada a la siguiente humanidad. Los pueblos de Colombia también lo están entendiendo así: hasta la mínima reivindicación sectorial por aislada que parezca estar pertenece ya al combate para que Colombia sea propietaria de sí misma y de sus generaciones futuras, para que no siga siendo propiedad de las actuales United Fruit Company y de la embajada yanqui. Pero esto necesita organizar las luchas lo que a su vez necesita la organización del enriquecimiento de la muy necesaria teoría revolucionaria. En ello nos va la vida.

Nota: para profundizar en el debate se ofrecen este video sobre la incompatibilidad entre sociología y marxismo, y estas dos ponencias de 2011, Por qué y cómo debemos organizarnos Para qué y cómo debemos organizarnos, de libre acceso en la red.

EUSKAL HERRIA, 24 de agosto de 2021

1 Marx: El Capital, FCE, México 1973, Libro III, p. 720.

2 https://comunyc.com/al-rescate-de-la-teoria-revolucionaria/opinion/?_ga=2.157304890.1869919639.1629458817-817468385.1629458817

Fuente: https://rebelion.org/la-necesidad-de-la-teoria/
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La dialéctica del Che como arma de la juventud

“La Unión de Jóvenes Comunistas alza sus símbolos, que son los símbolos de todo el pueblo de Cuba: el estudio, el trabajo y el fusil […] en esta hora de construcción febril, de preparativos constantes para la defensa del país […] tiene que definirse con una sola palabra: vanguardia. Ustedes, compañeros, deben ser la vanguardia de todos los movimientos. Los primeros en estar dispuestos para los sacrificios que la Revolución demande, cualquiera que sea la índole de esos sacrificios. Los primeros en el trabajo. Los primeros en el estudio. Los primeros en la defensa del país. […] La juventud tiene que crear. Una juventud que no crea es una anomalía, realmente. Y a la Unión de Jóvenes Comunistas le ha faltado un poco de espíritu creador. Ha sido a través de su dirigencia, demasiado dócil, demasiado respetuosa y poco decidida a plantearse problemas propios”.

Che Guevara: Qué debe ser un joven comunista, 1962

  1. PRESENTACIÓN
  2. DIALÉCTICA
  3. ESTUDIO
  4. TRABAJO
  5. DEFENSA
  6. CREATIVIDAD

1.- PRESENTACIÓN

Compañeras y compañeros del movimiento juvenil del Colectivo Alexis Vive, tenéis aquí la transcripción de lo expuesto en los videos que os he enviado. Antes que nada, os agradezco que me hayáis dado la oportunidad de, aunque a distancia, colaborar con vuestra lucha por la Revolución Bolivariana. La Comuna Panal 2021 de la parroquia 23 de Enero, como ya se la conoce internacionalmente, es un ejemplo de creatividad popular, de exploración y desarrollo del enorme potencial emancipador que el pueblo comunero genera en su auto de organización diaria. Como veremos, la Comuna Panal 2021 y en especial su juventud, es un ejemplo de dialéctica, es decir, de opción diaria por la libertad en medio de muy duros conflictos en los que nos jugamos la vida.

Me permitiréis que haya escogido al Che para nos sirva de compañero en este tema, y en todos. Lo he hecho por, al menos, tres razones obvias: una, el Che había estudiado medicina y obtenido la titulación de médico. Si hay algo en este mundo que confirme en todo momento los principios de la dialéctica, eso es la vida, el nacimiento, la salud y la muerte que siempre y por mil vericuetos da paso a otras formas de vida. Dos, Venezuela y Cuba se enfrentan a los mismos enemigos mortales demostrando una impresionante capacidad creativa, activa, no solo de resistencia pasiva. Y tres, la dialéctica aparece desarrollada en el texto del Che dedicado a la juventud cubana que, saltando las diferencias formales, sirve también para la juventud del Colectivo Alexis Vive y de Venezuela, de hecho, para la juventud mundial que se encuentre en las mismas circunstancias.

Vamos a dividir este espacio en cinco partes fundamentales. La primera será un adelanto imprescindible de qué es la dialéctica utilizando la educación y pensamiento del Che, formado en buena parte por la rica interacción entre método médico, conocimiento económico, conciencia política, valores éticos, etc. Las otras cuatro partes explicarán la dialéctica utilizando los puntos en los que centra el Che en el escrito dedicado a la juventud: el estudio, el trabajo, la defensa y la creatividad.

2.- DIALÉCTICA

Las primeras referencias escritas sobre el concepto de dialéctica aparecen en la cultura de la Grecia Antigua de alrededor de hace 2700 años. Entonces el término dialéctica designaba el proceso de hablar, pensar, debatir colectivamente para resolver problemas de interés común; a la vez y por ello mismo, era un término con una carga positiva, de solucionar problemas graves mediante el análisis colectivo, es decir, tenía un sentido positivo porque hacía referencia al método de buscar soluciones de problemas para encontrar alternativas nuevas. Es por tanto un término inseparable del avance hacia la libertad que se obtiene al resolver los problemas que empeoran la vida.

Es en la Ilíada en donde el término de dialéctica adquiere una concreción precisa: no sólo es el método de estudiar a fondo los problemas para encontrar las soluciones, sino que sobre todo es el método para determinar qué solución hay que tomar por dura y radical que sea para resolver ese problema. Pero lo fundamental de la dialéctica es la exigencia inapelable de llevar esa solución a la práctica, llevarla a la acción, no limitarse a la palabrería: es el método que lleva a elegir la opción práctica más efectiva una vez que se han estudiado y se han rechazado el resto de opciones.

Llegados a este punto tenemos que volver al Che, un lector empedernido que devoraba innumerables libros con verdadera hambre intelectual. Como médico, el Che aprendió que la salud está siempre en movimiento, aunque, en apariencia, una persona no necesite ir con urgencia al hospital. Aprendió que la salud es el resultado de multitud de factores no solo biológicos, sino también psicológicos, sociales, climáticos, alimentarios, etc., cada uno con su propio movimiento específico, pero todos actuando imperceptible y conjuntamente sobre la salud humana. El estudio riguroso de tantos factores invisibles a primera vista es fundamental: hay que estudiar para descubrirlos cuanto antes.

Es decir, todo está en movimiento y todo está relacionado con todo mediante vericuetos difíciles de ver, de modo que, si no hay un seguimiento preventivo, puede surgir la enfermedad cuando menos se la espere, y lo más probable es que se agrave si no se la trata. Por tanto, llega el momento en el que hay que intervenir: el o la médica ha de optar sobre qué tratamiento prescribir. Sabe los efectos secundarios de cada tratamiento, pero aun así debe intervenir porque está en juego la salud de la persona. El Che conocía todo esto, pero dio un paso más: sabía que la humanidad es una sola, que las injusticias golpean y destrozan la salud de la humanidad para enriquecer al imperialismo. Lo vivió en persona en su largo viaje por Nuestramérica y se lo confirmaban las profundas lecturas que nunca abandonó.

Su paso adelante consistió en aplicar el método aprendido no solo a la persona enferma, sino a los pueblos oprimidos, y no solo en lo que atañe a salud en sentido estricto sino a lo fundamental: la salud colectiva en su sentido absoluto, es decir, hay que acabar con la explotación para recuperar la salud general. Ahora, con la Covid-19 y otras muchas enfermedades que no se tratan –empezando por las causadas por el hambre y la sed que se propagan por el mundo– porque sus curas no son rentables para la industria imperialista de la salud burguesa, sabemos que el Che tenía razón. Aquí mismo, en la Comuna Panal 2021 tenéis la dura experiencia de cómo el imperialismo quiere destruir la salud popular impidiendo la llegada de vacunas a Venezuela. Además de la salud individual de cada persona, también se trata de la vida en Venezuela.

Lo mismo está haciendo contra Cuba y otros muchos pueblos que no se arrodillan. Cuba también demuestra que el Che, y que decenas de miles de personas, estaba en lo cierto porque aplicó la mejor medicina de todas: la revolución socialista y la independencia obrera y popular unida a ella. La salud burguesa, que trata a la clase obrera como una mula de carga que hay que explotar hasta que se agote, fue erradicada de Cuba. Los médicos burgueses, que más que médicos son veterinarios a las órdenes del patrón, no tienen cabida en la Isla, mientras que la medicina cubana ayuda a los pueblos, pero es rechazada por las burguesías imperialistas. La medicina cubana es internacionalista como lo era el Che, porque aplica la dialéctica de la unidad y lucha de contrarios, como veremos luego.

El Che sabía que la dialéctica nos descubre la verdad cruda: hay que intervenir sobre la enfermedad sobre todo cuanto más grave es, y que la vida, la salud humana, depende de una complejidad de factores en los que, en última instancia y en sentido general, domina el poder económico, político, cultural y militar de la minoría burguesa enriquecida con la explotación de los pueblos trabajadores. Es esa opresión generalizada la que pudre su salud. La felicidad, la cultura, las risas y juegos de la infancia de estos pueblos, dependen de que sean dueños de su libertad y no esclavos del imperialismo. Por esto el Che dio el paso a la lucha revolucionaria. Se negaba a ser un simple veterinario obediente pagado por la industria imperialista de la salud: quería que la salud socialista salvara al mundo.

Se ha dicho con razón que dialéctica significa el proceso de lucha por la libertad, aunque ello implique asumir los peligros extremos. Este es el sentido esencial de la dialéctica tal cual aparece en la Ilíada: los troyanos, cercados por los griegos, saben que van a ser exterminados y esclavizados si no ganan la guerra. Estudian, debaten, analizan todas las salidas y las descartan, menos una: «hay que luchar», es la única pero muy difícil forma de seguir vivos. Luchan y son exterminados, aun así, aportan una lección vital a la humanidad: la dialéctica también tiene otras dos acepciones, una, no hay que malvivir como esclavas y esclavos, y otra, siempre hay que prepararse con antelación para la lucha en la que se decide la libertad o la muerte. La esencia revolucionaria de la dialéctica fue y es –seguirá siendo– la razón que explica por qué desde entonces hasta ahora todas las clases dominantes hacen titánicos esfuerzos para desacreditarla, para impedir su conocimiento, para silenciarla…

3.- ESTUDIO

El primer consejo que da el Che a la juventud es el del estudio. Dominar la dialéctica es a la vez fácil y difícil. Es fácil, nuestra especie la practica desde sus orígenes: si no, se hubiera extinguido porque no hubiera podido responder al cambio permanente de la realidad, a los nuevos problemas, a la complejidad en aumento. La bipedestación es ya un ejemplo de dialéctica porque exige la evolución permanente de todo el organismo socio humano como una totalidad que debe crear lo nuevo a partir de lo viejo en el mismo proceso evolutivo, sin detener el movimiento.

Con razón se cita al lenguaje y a la domesticación del fuego como otros tantos ejemplos de dialéctica, y es cierto, sobre todo cuando integramos la bipedestación, el lenguaje, el fuego, el arte, etc., en la dialéctica entre la mano y la mente, entre el trabajo y el pensamiento. Podemos hablar, así, de una dialéctica espontánea, natural, que es la misma que usamos en nuestra primera infancia cuando no paramos de preguntar cosas, de comparar las respuestas con la realidad, de experimentar, de probar ante una novedosa realidad diaria que debemos ir racionalizando.

Pero a la vez es difícil por dos razones: una a la que ya nos hemos referido, las clases opresoras siempre han limitado e incluso prohibido la difusión, el conocimiento de la dialéctica marxista. Dentro de esta primera razón hay que introducir la oposición de las fuerzas reformistas a la dialéctica, no educando en ella a su militancia, manteniéndola en la ignorancia teórica y en las limitadas capacidades del pensamiento mecanicista, formal, que puede llegar sólo a la superficie de los problemas aislados unos de otros. Desde finales del siglo XIX, el reformismo ataca con odio a la dialéctica porque defiende la paz con el capital mientras que la dialéctica demuestra que es imposible esa paz social, excepto si el proletariado acepta pasivamente la explotación.

La segunda razón es que el aprendizaje del método dialéctico requiere al menos dos condiciones: estudiar lo más rigurosamente posible la creciente complejidad en la que vivimos, y además hacerlo desde dentro de esa realidad, nunca abstractamente desde fuera de ella. Saber a qué se enfrenta Venezuela nos exige estudiar el capitalismo en sí y su forma actual, el imperialismo yanqui y sus alianzas con burguesías latinoamericanas, sobre todo la colombiana, y con la burguesía venezolana, etc. Descubrimos así la contradicción fundamental entre capitalismo y socialismo a escala mundial, que afecta a todos los continentes al margen de su grado de desarrollo en cada zona, al margen de qué grado de conciencia de ella tienen sus pueblos.

Pero debemos saber que nos resultará muy difícil aprenderlo si no lo estudiamos colectivamente en nuestra Comuna Panal 2021 o en cualquier otra expresión del poder comunal. La intelectualidad individualista se atraganta con la dialéctica porque al vivir en su cómoda burbuja idealista tampoco descubre que esa contradicción fundamental que determina la vida mundial tiene en Venezuela la forma de contradicción antagónica la burguesía y la clase trabajadora. La primera quiere recuperar todo el poder perdido desde la Revolución Bolivariana y derrotar del todo al proletariado, para lo que pide la ayuda yanqui y hasta la invasión extranjera de su país.

La burguesía sabe que esa invasión causaría centenares de miles de muertes atroces a manos del terrorismo yanqui, colombiano e israelí, tal vez también brasileño y ecuatoriano, y que ella incluso perdería parte de su poder expropiado por los invasores, pero lo acepta gustosamente con tal de exterminar la Revolución Bolivariana. Esto enseña que en todo problema lo decisivo es su contradicción interna, es decir y siguiendo con este ejemplo: el odio de la burguesía venezolana al Estado comunal es la decisiva contradicción interna que le lleva a entregarse al imperialismo para aplastar así a su pueblo, siendo el imperialismo la forma externa de la contradicción antagónica entre burguesía y proletariado. La dialéctica entre lo interno y externo ha de ser estudiada atentamente porque su conocimiento permite a Venezuela construir vitales alianzas internacionales que aumentan sus fuerzas de resistencia y avance.

Una de las cosas buenas que tiene el estudio colectivo de la dialéctica en medio de la unidad y lucha de contrarios, por ejemplo, en la vida diaria de la Comuna Panal 2021, es que se aprende in situ qué es la contradicción no antagónica: aquella que sólo separa, que no enfrenta a muerte a una parte de los explotados de otras partes, impidiendo su unidad, etc. El dicho romano divide et impera, divide y vencerás, demuestra cómo el explotador manipula las contradicciones no antagónicas del pueblo para, mediante toda serie de presiones, ataques, trampas, promesas, corrupciones y sobornos, convertir esas diferencias puntuales resolubles fácilmente en irresolubles contradicciones antagónicas dentro del pueblo para que una parte luche contra la otra cumpliendo el dicho popular que, a río revuelto, ganancia de pescadores.

Cualquier poder comunal ha aprendido en su praxis diaria a tratar las contradicciones no antagónicas para desarrollar la unidad del pueblo obrero, impidiendo así su desunión y el crecimiento de las fuerzas reaccionarias. Una de las maneras más efectivas de tratar las contradicciones no antagónicas es saber qué son, cómo aparecen y actúan, y cuando desaparecen las formas principales y secundarias de las contradicciones. Las principales son las que hay que resolver cuando antes, por ejemplo: la introducción de drogas y prostitución por delincuentes organizados por la contrarrevolución, que si logran afianzarse pueden dar el salto a terroristas armados con cierta base de apoyo de mafias y malandros en la parte menos concienciada del pueblo, etc. El poder comunal ha de movilizarse en estas y otras formas principales de la contradicción porque si crecen llegarán a ser extremadamente dañinas como se ha demostrado tantas veces.

Las secundarias son aquellas que en esos momentos no suponen un peligro mayor como el anterior pero sobre las que también hay que intervenir a cierta distancia para preparar su erradicación posterior, por ejemplo, cuando se sabe que una extraña secta religiosa con mucho dinero ha abierto legalmente un local en el barrio y empieza a hacer proselitismo ambiguo repartiendo dinero o bienes; se sabe que el imperialismo las subvenciona y utiliza, pero hay que tener más datos, hay que ver cómo actúan, etc., no vaya a ser por un error de precipitación en la denuncia popular pase a ser la sede legalizada de los malandros y contrarrevolucionario dificultando la lucha contra la secta.

Tratar bien estas formas secundarias para que no salten a principales es tanto más urgente en lo relacionado con las creencias religiosas dada su carga irracional que puede llegar a ser fanática, pero también el hecho cierto de que hay grupos religiosos que actúan decididamente a favor de la Revolución Bolivariana. Debemos ser pedagógicos en lo relacionado con creencias que por su abstracción idealista se mueven en un universo mental ajeno cuando no contrario al pensamiento materialista y dialéctico, científico-crítico, y a los valores que defiende: derechos sexuales, derechos de aborto y divorcio, etc.

Tarde o temprano, la negación de estos y otros derechos básicos pasa a ser la contradicción principal para la mayoría de la población que los necesita para mejorar cualitativamente sus condiciones de vida, su felicidad y su salud. Cuanto antes nos preparemos y cuantas más masas movilicemos en pos de esos y otros derechos, más se reforzará la Revolución Bolivariana. La contrarrevolución dedica muchos medios para manipular las creencias reaccionarias, patriarcales, racistas, movilizándolas contra la libertad de los pueblos, de las mujeres trabajadoras fundamentalmente.

Estos y otros muchos casos nos demuestran que el aprendizaje del método dialéctico ha de hacerse «sobre el terreno», que exige disciplina, debate y estudio colectivo. Démonos cuenta, además, que sólo hemos tratado lo inmediato, la acción sociopolítica, económica, cultural, etc., de la Comuna Panal 2021, y que no hemos entrado a contradicciones más complejas, profundas y abarcadoras, en los que la dialéctica es tan intrincada como las contradicciones que la alimentan. El desarrollo de la ciencia-crítica crea nuevos conceptos para facilitar sus avances, y tanto la creciente variedad de conceptos científicos cómo los descubrimientos logrados confirman la dialéctica de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento.

El Che sabía de la complejidad extrema y creciente de la vida, de la salud y de la sociedad, y por eso era un estudioso sistemático para encontrar colectivamente las soluciones no sólo a las formas principales y secundarias de las contradicciones, sino también aprender para los problemas que surgirán cuando profundicemos de las formas a los contenidos, de las contradicciones no antagónicas a las antagónicas, y de a sus formas externas a la internas, teniendo siempre en cuenta la primacía última y decisiva de la contradicción principal entre capitalismo y socialismo, entre la muerte y la vida.

4.- TRABAJO

Los estudios de medicina, historia, economía, filosofía… habían enseñado al Che que dentro de la salud humana bulle la lucha de clases, presionan los terribles efectos de la explotación asalariada, del trabajo impuesto por las clases explotadoras, trabajo duro y agotador que mina nuestra salud física, mental y moral segundo a segundo. Esto lo saben hasta los veterinarios más reaccionarios e inhumanos, los que ayudan en las torturas, por ejemplo, los que se dicen «neutrales y apolíticos» que atienden sólo a quienes pueden pagar los tratamientos abandonando a su suerte a los demás, y los que mienten al decir que no existen relaciones entre la salud y el trabajo explotador, etc.

La lucha de clases está dentro de nosotros mismos, aunque lo ignoremos. Aunque no lo sepamos e incluso aunque no lo queramos, somos partícipes pasivos de la lucha de clases en general y en la que se libra en nuestra salud. Se trata de convertirnos en agentes conscientes, activos con visión a corto, medio y largo plazo. La lucha de los pueblos trabadores por reducir el tiempo de trabajo explotador y aumentar el tiempo de libertad, de ocio liberador, de trabajo propio no explotado, recorre la historia humana desde que se impuso la propiedad privada, cuya primera forma fue la opresión de la mujer por el hombre. Desde entonces siempre luchan a muerte dos conceptos de trabajo antagónicos: el que debemos hacer porque en el capitalismo no tenemos más remedio para no morirnos de hambre, lo que nos lleva a malvivir en la injustica y para enriquecer a la minoría, al imperialismo a costa de nuestra vida colectiva.

La otra forma y esencia irreconciliable con el trabajo anterior, con el explotador, es el trabajo libre que hacemos para ser más libres, más dueños del destino de nuestra Comuna Panal 2021 y de la Venezuela comunera. Este segundo trabajo es el único verdaderamente humano, el único capaz de crear cosas nuevas porque tiene la creatividad del valor de uso, como veremos al exponer la última de las tareas que el Che propuso a la juventud cubana en 1962: la juventud tiene que crear.

El Che se refiere al trabajo verdaderamente humano, al creativo y estético, en su texto sobre la juventud. Lo hace porque sabe que siempre es imprescindible pensar y actuar según la dialéctica de la unidad y lucha de contrarios, dialéctica inseparable de lo que es Venezuela ahora mismo. Desde el siglo XVI, por poner una fecha, los pueblos de la Venezuela de entonces iniciaron la lucha contra los invasores españoles; luego, desde comienzos del siglo XIX conquistaron con infinitos sacrificios la primera independencia al expulsar a los españoles; desde finales del siglo XX la Revolución Bolivariana avanza en la segunda independencia, la del Estado comunal e internacionalista, una de cuyas expresiones es la Comuna Panal 2021.

Es un avance heroico, lleno de sacrificada lucha y a la vez felicidad, alegría y fiesta popular. En la lengua de los antepasados del Libertador Bolívar, el euskara, practicamos los lemas de jaiak eta borroka (fiestas y lucha), y jaiak bai eta borroka ere bai (fiestas sí y luchas también) Es la misma filosofía de la dialéctica de la liberación venezolana: los sacrificios para acabar con el esclavismo eran inseparables de la alegría de conseguirlo; los sacrificios para derrotar el golpe de Estado de 2002 y vencer luego la contrarrevolución petrolera, eran inseparables de la alegría al saborear los frutos de la victoria, y otro tanto debemos decir de las sucesivas derrotas que Venezuela ha dado a todas las guarimbas, al terrorismo, a las quemas de personas vivas por los fascistas, a los sabotajes energéticos e informáticos, a los intentos de invasión, al cerco económico y sanitario para rendir a su pueblo por enfermedad, hambre y muerte, mientras preparan otra invasión que pretenden sea la definitiva…

Jaiak bai eta borroka ere bai, desde luego, y si no que se lo pregunten al pueblo cubano, pero estos principios son una parte del potencial de la dialéctica de la unidad y lucha de contrarios porque lo fundamental consiste en demostrar que la Venezuela de hoy es el logro de haber vencido a la alianza capitalista entre los imperialismos extranjeros y las minoritarias clases burguesas unidas y vendidas a los imperialismos, como se confirma día a día. La unidad y lucha de contrarios también está en el presente venezolano porque está en su historia y porque esa alianza imperialista necesita aplastar a la Venezuela chavista, comunera, explotar impunemente sus recursos destruyendo la vida del pueblo. El Che, al igual que cualquier marxista, sabía que el principal recurso de un pueblo es su fuerza de trabajo, su cultura, el excedente que ha atesorado y no sólo las riquezas naturales de su país, y en especial su juventud consciente.

Dado que la Comuna Panal 2021 se caracteriza entre otras muchas virtudes por impulsar el avance del trabajo creativo, el trabajo estético y libre, no alienado ni explotado, por eso es una fuerza consciente decisiva en el desarrollo de la dialéctica de la liberación. La juventud comunera ha de seguir avanzando por esa vía, por la senda que lleva a que el pueblo obrero sea propietario de su Venezuela, que no lo sea el imperialismo. Y es que la unidad y lucha de contrarios, que tiene su núcleo en el choque a muerte entre el mortecino trabajo explotado y la creatividad emancipadora del trabajo libre.

Cuba es la única propietaria del sí misma porque la juventud comunista –comunera– de 1962 sabía que sólo su militancia organizada podía expandir el trabajo sin explotadores, lo que haría libre a su Cuba y ayudaría a la libertad humana. La libertad de ser poseedores de su propio trabajo y de los recursos comunes que con él obtienen, ha permitido a la Isla impresionantes avances médicos, vacunas que sorprenden por su efectividad y maravillan a la inteligencia humana. Si Cuba hubiera seguido siendo esclava explotada por el amo yanqui, como lo era antes de la Revolución, ahora mismo su pueblo malviviría en condiciones inimaginables.

Los logros llenarían de orgullo al Che, y las y los jóvenes de la Comuna Panal 2021 debéis empezar a sentir el mismo orgullo que en estos mismos momentos vuelve a resistir otro brusco endurecimientos del ataque imperialista que sufre desde su independencia, brutalidad que no debiera sorprender a nadie que domine la dialéctica de la unidad y lucha de contrarios.

5.- DEFENSA

El tercer consejo que ofrece el Che a la juventud es el de prepararse para la defensa de la libertad, del socialismo. Es un consejo plenamente actual en Venezuela, en Cuba y en todos los pueblos dignos, que se niegan a ser esclavos. Hemos visto que en la Ilíada de hace +/- 2700 años el término dialéctica denotaba el razonamiento de por qué hay que luchar en defensa o en conquista de la libertad. El Che sostiene en su texto que hay muchas formas de defensa del socialismo, que no todas tienen que ser armadas sino que también y en ciertos períodos sobre todo ha de ser una defensa que se plasme en el desarrollo de socioeconómico, cultural, técnico y científico… del socialismo, dotándolo de una poder popular tan fuerte que nadie se atreva a atacar la Isla. Exactamente lo mismo vale para Venezuela y para la Comuna Panal 2021.

La conclusión lógica del método dialéctico no es otra que el prepararse para la lucha, sea defensiva u ofensiva. Sus tres leyes –unidad y lucha de contrarios, aumento cuantitativo y salto cualitativo, y negación de la negación– parten y terminan en la constatación de que no hay cambio, avance, desarrollo, vida, novedad, etc., sin la ruptura de la continuidad evolutiva, sin el estallido más o menos brusco del siempre precario y fugaz equilibrio inestable de los procesos que dan el salto a la emergencia de algo nuevo. En esta dinámica lo viejo siempre se resiste a ser superado por lo nuevo.

Los ritmos del cambio en la dialéctica de la naturaleza son bastante más lentos que en los de la sociedad y pensamiento, son imperceptibles para el corto tiempo humano, pero existen y van de lo simple a lo complejo. La devastación capitalista los está acelerando poniendo a la naturaleza y por tanto a la especie humana al borde de la sexta gran extinción de las formas de vida. De hecho, la catástrofe socioecológica es una demostración irrefutable de la concatenación de las dialécticas de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento bajo la irracionalidad del capitalismo.

En la dialéctica de la sociedad esa resistencia puede llegar a ser terrible, criminal, genocida incluso, y en la dialéctica del pensamiento, la resistencia de lo viejo se expresa mediante el mantenimiento de la incultura y del analfabetismo funcional impuesto con una educación autoritaria, con la propaganda, mentiras, dogmas, censuras, prohibiciones y hasta torturas. Peor aún, el capitalismo está frenando el desarrollo de la ciencia-crítica porque ésta descubre su irracionalidad estructural: la industria de la matanza de seres humanos según la conceptualización de Marx y Engels, confirma el fanatismo destructor del capital. El imperialismo intenta negarlo o suavizarlo hablando de «complejo industrial-militar», término divulgado por el imperialista Eisenhower, para ocultar el verdadero papel del militarismo.

La defensa de Venezuela, por ceñirnos a la juventud del Colectivo Alexis Vive, debe responder a las tres grandes formas de brutalidad capitalista que el método dialéctico saca a la luz. Empezando por los ataques burgueses a la ciencia-crítica, al pensamiento creativo y libre, la juventud comunera ha de multiplicar el estudio y el debate en las masas con la pedagogía del ejemplo, mostrando cuan peligrosa y dañina es la ofensiva irracionalista del capital a nivel mundial y en Venezuela. El método dialéctico, la ciencia-crítica, es un arma revolucionaria especialmente valiosa para la juventud obrera porque le capacita para conocerse a sí misma, a su conciencia, a su cuerpo, a sus necesidades.

La defensa de las conquistas sociales, de los derechos y del avance al Estado comunal debe ser simultánea a la defensa del método dialéctico interviniendo especialmente en el antagonismo entre el trabajo alienado, explotado, consustancial al capitalismo y el trabajo libre, creativo. Esta lucha servirá de poco si no se orienta a reducir en lo posible el tiempo de trabajo capitalista aumentando el tiempo de trabajo comunal y con él, el tiempo de trabajo libre, de ocio creativo, colectivo. La lucha por el tiempo propio, socialista, y contra el tiempo burgués, machista, racista, eurocéntrico, dogmático e ignorante, esta lucha decide junto con otras, primero, la supervivencia de la Revolución Bolivariana ante el recrudecimiento de las agresiones imperialistas, y segundo, amplía las fuerzas de avance mediante la prefiguración del futuro en el presente.

La defensa de la naturaleza, es decir, de la vida y de la salud del planeta y de nuestra especie es ya una urgente necesidad como lo vemos no sólo en la pandemia, sino en los efectos de la catástrofe socioecológica sobre los pueblos trabajadores. Aquí tenemos que recordar y reforzar, además del internacionalismo del Che, también el internacionalismo solidario de Chávez teorizado en sus textos sobre el empleo del crudo y de las grandes riquezas venezolanas en la solidaridad con otras naciones. El mundo en uno, y la acción de la Comuna Panal 2021 en esta problemática beneficia al conjunto de la humanidad y con ello refuerza a Venezuela. Como vemos, el principio dialéctico de la concatenación universal de los procesos nos explica por qué la defensa de cualquier avance comunero, por pequeño que aparente ser, es a la vez reforzamiento del avance del internacionalismo antiimperialista en el mundo.

6.- CREATIVIDAD

El cuarto consejo del Che a la juventud es el más duro y crítico, y el más cargado de dialéctica: si la juventud no crea cosas nuevas, no abre horizontes, entonces es una juventud anómala porque es dócil, respetuosa con la tradición y temerosa de enfrentarse a problemas nuevos. Es una juventud prematuramente envejecida, pero la revolución debe ser siempre joven. Recordemos que el Che escribió estas palabras en 1962, muy poco después de la victoria revolucionaria: ya detectó indicios de acomodación al nuevo estatus y de debilitamiento de iniciativa juvenil.

Es el más cargado de dialéctica porque, según esta filosofía, no puede existir creatividad sin crítica de lo establecido. Crear algo es introducir una novedad cualitativa que no existía antes, es decir, que llena un hueco, un vacío o que mejora cualitativamente algo que ya estaba envejecido, superado; más aún, en medio de la lucha de clases, crear algo nuevo es atacar las raíces del capitalismo, todo lo cual exige de una capacidad crítica que descubra lo viejo y construya lo nuevo.

La buena crítica es creativa porque además de descubrir lo viejo también ofrece la solución concreta materializada en la creación de lo nuevo. Por ejemplo, la juventud de la Comuna Panal 2021 se da cuenta que hace falta intensificar la lucha teórica y ética porque se está abriendo un vacío peligroso entre sectores juveniles poco o nada concienciados, manipulables por la contra, y la juventud comunera, y tras el estudio crítico de la esa contradicción organiza, crea un medio de comunicación integral que no existía antes. De hecho, la vida cotidiana está llena de ejemplos sobre la interacción entre la crítica y la creatividad, y esa interacción es esencial al avance del conocimiento, de la ciencia-crítica, de las artes, por no hablar de la vida sociopolítica, económica y militar. Posiblemente sea en la ciencia y en la guerra en donde más importancia adquiere esa unidad tanto para la bueno, como para lo malo, cuando no se aplica, cuando se repiten dogmas y errores que cuestan vidas humanas.

La ley del aumento cuantitativo y salto cualitativo explica perfectamente este proceso. Por aumento cuantitativo entendemos aquí la progresiva constatación de que algo anda mal, de que no obtenemos los resultados buscados, de que repetimos errores, etc., de modo que intensificamos nuestra investigación crítica, superando creencias e hipótesis hasta que, llegado un momento, saltamos de la crítica a la solución creando lo nuevo. Se dirá que es una explicación muy simple, y es cierto porque la hacemos muchas veces en nuestra vida pero sin una sistematización teórica que nos ahorraría mucho tiempo en la detección de los fallos y en la creación de las soluciones nuevas. Lo básico de ese sistema teórico es la dialéctica.

La importancia del sistema teórico que nos ahorra tiempo estriba en que nos advierte que sólo hemos dado el primer paso con la creación de lo nuevo, que no podemos parar ahí, quedarnos dormidos, porque si detenemos el movimiento permanente de la crítica creativa más temprano que tarde nos sucederá lo que le sucedió a la juventud cubana en 1962 como ya lo detectaba el Che: sin esa crítica perdemos creatividad y ganamos docilidad, vicio impropio de la juventud. La solución a ese peligro no es otras que asumir la ley de la negación de la negación, es decir, que algo de lo viejo se integra en lo nuevo creado que, a su vez, entrará casi al instante en una propia lucha interna pero a otra escala superior.

Por ejemplo, la juventud comunera ha creado un sistema integral de intercomunicación crítica y creativa con los sectores menos concienciados de juventud del pueblo. La Comuna Panal 2021se equivocaría si cometiese el error de creer que el problema está ya solucionado para siempre. El movimiento permanente es una de las características esenciales de la unidad y lucha de contrarios, y si la revolución se duerme o se relaja de inmediato la contrarrevolución ataca con más fuerza. La juventud del Colectivo Alexis Vive lo sabe perfectamente y por eso toma medidas para impedir el triunfalismo suicida, siendo una de ellas el mantener siempre activa la crítica y la autocrítica.

De este modo, lo nuevo, ese medio de comunicación, asume en su novedad la vieja experiencia del adormecimiento y la docilidad, e integra la permanente crítica y autocrítica con ellas como elementos esenciales de ese medio de comunicación. Así, la creatividad se expandirá más y más, pero este proceso no es tan automático ni tan fácil porque, por un lado, dentro mismo del grupo surgirán diferencias, oposiciones y contradicciones, y fuera del grupo, en la calle, se verá cómo la contra reacciona con otras innovaciones y con más medios de alienación. Y es la lucha de clases nunca se detiene, siempre está en movimiento, lo que exige a la crítica estar siempre despierta.

La ley de la negación de la negación, explica por qué la juventud comunera debe saber al menos dos cosas: una, que la lucha nunca se detiene y que siempre se complejiza, se ramifica, crea problemas nuevos a los que hay que responder; y otra, que la creatividad y la crítica siempre molesta a los sectores oportunistas que pudiera haber en la dirección revolucionaria. Ambas lecciones son fundamentales: la negación de la negación es el proceso por el cual lo peor de lo viejo es excluido de la creación de lo nuevo, echado al basurero de la historia, mientras que lo mejor de lo viejo sí es integrado en lo nuevo, continuando su proceso.

Por ejemplo, la crítica descubre que varios compañeros son indolentes, vagos, que no desarrollan todas sus potencialidades, siendo en parte o en todo responsables de los fracasos. La crítica sabe que lo nuevo no puede integrar a esos compañeros porque volverán a repetir los mismos comportamientos, así que los aparta, los excluye. Estamos aquí ante la primera parte de la negación de la negación: descubrir lo que no sólo no sirve para lo nuevo sino que además lo haría fracasar si siguiera dentro de lo creado. La dialéctica muestra que ha llegado el momento de optar, de decidir sobre si contar con ellos o no, o sea, estamos en la primera negación del pasado.

Lógicamente se les excluye de lo nuevo, pero a la vez se pide ayuda a las compañeras que sí han trabajado y muy bien en el pasado, que sí saben, pueden y quieren aportar en lo nuevo; es más, algunas o todas ellas han participado en la investigación critica de los errores cometidos, y lógicamente se pide a las compañeras que sigan y hasta que dirijan en la creación nueva. Es la segunda negación, la que se aplica a los compañeros vagos e indolentes. Pero, además, la negación de la negación advierte que siempre hay que estar en guardia porque, mientras exista el capitalismo, existirán los monstruos. Así comprendemos fácilmente que esta dialéctica es intolerable para los burócratas, oportunistas, pesebreros, advenedizos, corruptos… que pululan alrededor de los puestos y sillones de mando queriendo apropiárselos para siempre.

Aunque fue escrita en 1962, la dialéctica presente en la carta del Che a la juventud sigue manteniendo todo su poder revolucionario en la Venezuela de hoy.

Nota: texto para para el programa de formación de las y los militantes del colectivo “Alexis Vive” de la Comuna del 23 de Enero “Panal 2021”.

Fuente: https://rebelion.org/la-dialectica-del-che-como-arma-de-la-juventud/

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Conocer al Marx desconocido o sobre la importancia de «Comunidad, nacionalismos y capital»

“La burguesía tiene sin duda razón cuando concibe en general sus intereses como intereses idénticos, de la misma manera que el lobo, en tanto que lobo, tiene los mismos intereses que cualquiera de sus camaradas lobos, sin embargo, cada lobo individual tiene interés en ser el primero en abalanzarse sobre la presa, antes que ningún otro. […] Sin embargo, por mucho que el burgués individual pelee en contra de otros burgueses; en tanto que clase, los burgueses tienen intereses en común, y esta comunidad de intereses, que se dirige en contra del proletariado al interior de su país, se dirige en contra de los burgueses de otras naciones, fuera de su país. A esto se refiere el burgués cuando habla de su nacionalidad” 1

  1. INTRODUCCIÓN
  2. CRITICA A LIST
  3. MANUSCRITOS ECONOMICOS DE 1861-1863
  4. CUADERNO KOVALEVSKY (I)
  5. CUADERNO KOVALEVSKY (II)

1.- INTRODUCCIÓN

Estas palabras fueron escritas por el llamado «Marx desconocido» en 1844-45, cuando él y Engels aún no habían desarrollado algunos conceptos decisivos para revolucionar la historia. Sin embargo, son de una pasmosa actualidad, al igual que los otros dos textos recogidos en el libro publicado por Belaterra con anotaciones preliminares y presentaciones de Néstor Kohan, Farit L. Rojas Tudela, Álvaro García Linera y Enrique Dussel. ¿Qué importancia tienen ahora estos borradores inéditos? ¿Es cierto que son secundarios porque no fueron redactados para su publicación? No piensan así, desde luego, ni la prestigiosa casa editorial ni los cuatro presentadores citados, ni tampoco nosotros que intentaremos exponer su valía conforme los vayamos analizando hasta concluir en la provocadora aportación política que llevan en su interior. Veamos tres ejemplos de su actualidad:

Uno, la crítica a List aporta ideas muy necesarias en estos momentos en los que se libra un choque frontal entre el proteccionismo imperialista que quiere mantener las patentes de las vacunas anti-covid-19 y la necesidad vital humana de hacerlas patentes abiertas.

Dos, los apuntes de 1861-1863 refuerzan elementos básicos del marxismo –dialéctica del capital, subsunción, fetichismo, etc.– ahora que confirma otra vez ser la única matriz teórico-política que explica por qué hasta la más pequeña y en apariencia insignificante reivindicación, la que fuere, siempre termina mostrando su conexión interna con la lucha entre el capital y el trabajo; no existe otra con ese poder heurístico.

Y tres, la crítica del Cuaderno Kovalevsky al dogma mecanicista y lineal de la historia nos lleva al debate sobre los nacionalismos español y francés en su versión de «izquierda». Se trata de ver cómo se han formado estos nacionalismos burgueses destrozando relaciones socioeconómicas y culturales que, de algún modo, mantenían vivencias de formas norteafricanas, de la Argelia, en el caso de la brillante civilización andalusí, o de la comuna castellana que nos remite al modo de producción germánico, o de los pueblos del largo corredor astur-catalán vertebrado por el «derecho pirenaico» al que volveremos y sobre el que Marx no habló, sin olvidarnos del feudalismo nacional-católico que es el cemento ideológico del fanatismo españolista. El nacionalismo francés no tuvo que exterminar la civilización andalusí, sino sólo aterrorizar el norte de África y el Sáhara, por lo que sus dos componentes, el franco-germano y el latino-celta sólo tienen que aplastar el «derecho pirenaico» desde Iparralde hasta Perpiñán, y oprimir a occitanos, corsos, bretones…

Se dirá que esto es antropología y de la mala, pero es conveniente leer A. Palerm y su dialéctica entre modo de producción como concepto abstracto y formaciones sociales concretas: «El análisis del modo de producción como fundamento y determinante primario de la formación social es lo que permite pasar del plano de la generalización teórica más abstracta (fuerzas productivas-relaciones sociales de producción) al plano más concreto (modo de producción específico-sociedad particular)»2. Tal avance de lo más abstracto a lo más concreto no puede ser un salto en el vacío porque nos estrellaríamos contra el dogmatismo y el idealismo. En el Cuaderno Kovalevsky se aprecia cómo Marx desenvuelve esa dialéctica decisiva. La entendemos más fácilmente si aceptamos la ayuda de R. Gallissot cuando dice que tenemos que captar la interacción entre: 1) la «formación económica», que proporciona la composición social de base; 2) la «formación socio-económica», que proporciona la evolución histórica de la base económica; 3) la «formación social», que introduce lo comunitario y lo nacional en lo socioeconómico, y 4) la «formación socio-política», que introduce las fuerzas políticas y sociales en lucha en el entero panorama descrito siempre móvil3.

Cada una de estas “formaciones” tiene su propio “tiempo”. La formación social, en la que Gallisot incluye lo nacional y comunitario y que conecta con la socio-económica, está también relacionada con la formación socio-política por razones obvias. Los tiempos de ambas formaciones dependen de muchos factores, pero también pueden ser muy prolongados en la historia, sobre todo si tenemos en cuenta la importancia del complejo lingüístico-cultural en la larga pervivencia de los sentimientos colectivos.

Sobre esta última cuestión P. Vilar ha destacado las interacciones de prácticas sociales como «los modos del amor» y la gastronomía de los pueblos, pero insistiendo en la lengua, ya que esta: «aparte de su valor caracterizador, puede aportar, al menos, tres niveles de continuidad: el temporal histórico, generalmente plurisecular; el espacial, que trasciende a veces compartimentaciones geográficas o políticas, y el social, por el que el curso social puede gozar de una cohesión etnocultural por encima de las clases y frente a otras comunidades etnolingüísticas»4. Fijémonos que dice que “al menos”, o sea, que puede haber más de tres niveles de continuidad aportados por la lengua. Existe en la historia, por tanto, una «larga duración» que lentamente recorre los subterráneos de los pueblos y naciones, en la que el complejo lingüístico-cultural tiene un peso muy importante. Veremos en su momento cómo define Marx el lenguaje.

En otro texto. P. Vilar habla de las «realidades humanas de larga duración», que disponen de una:

«Estructura espacial de los grupos caracterizados por solidaridades muy antiguas de tipo etnográfico, lingüístico, tribal, etc. La estructura de distribución de los grupos étnicos es un tipo de realidad de larga duración […] Observamos que la permanencia de una lengua, de un folclore, de “prácticas” de diversos tipos, que desempeñan un papel tan importante en las “etnias”, forman parte de las estructuras mentales de larga duración […] El problema consiste en saber si, en las “desestructuraciones” y en las “reestructuraciones” de otro género, de un modo de producción a otro, tal o cual tipo de “estructura mental” refuerza o debilita la antigua estructura global, acelera o retrasa el paso a la nueva»5.

J. Chesneaux también defiende la existencia de una «interioridad nacional en la historia» que se plasma en la «continuidad nacional» de «pueblos que en el transcurso de los siglos han pertenecido a conjuntos político-históricos más amplios, que se hacían y se deshacían al azar de las conquistas militares y de las mutaciones dinásticas»6, y pone como ejemplo pertinente el de la continuidad de Egipto a lo largo de muchos siglos. Por no extendernos, son conocidas las tesis de L. Musset sobre «resurgimientos indígenas» tras el hundimiento de los imperios, y entre ellos la del pueblo vasco tras la caída de Roma, las R. Fédou cuando habla del «despertar de las nacionalidades» alrededor del año 1000 en respuesta a las opresiones practicadas por el imperialismo carolingio.

La extraordinaria complejidad aquí escuetamente esbozada fue simplificada al extremo durante décadas al imponerse la visión lineal y mecánica de la historia, dogmatizada en el debate de Leningrado7 en 1931 que tuvo una de sus razones de ser en el desastre de la revolución china de 1927 en la que se impuso la estrategia de supeditación absoluta del proletariado a la «burguesía democrática»8. El debate de Leningrado terminó por sancionar oficialmente una concepción eurocéntrica, mecánica y autoritaria del tránsito al socialismo, en la que desaparecía el papel vital de los referentes comunales y de la libertad del factor subjetivo para avanzar al socialismo partiendo de las condiciones de cada pueblo, sobre todo de los que vivían aún en sociedades en las que el modo de producción capitalista era cuestionado y rechazado muy seriamente porque su penetración destrozaba, entre otras cosas, las bases comunales de existencia, con todas sus contradicciones, limitaciones e incoherencias. Como dice B. S. Turner:

«Estos debates sobre la sociedad asiática giraban sobre la controversia entre una visión determinista y monolineal de la historia y las perspectivas multilineales. La validez del MPA resultaba crucial para los enfoques multilineales porque implicaba que el marxismo no estaba comprometido con un esquema evolutivo mecanicista en el cual las fases históricas se suceden de acuerdo con leyes necesarias. El esquema unilineal –comunismo primitivo, esclavo, feudal, capitalista y socialista– vino a prevalecer después que de la conferencia de Leningrado de 1931 rechazara la relevancia del MPA para el análisis de las sociedades asiáticas. La decisión fue confirmada por la adhesión de Stalin a una perspectiva mecanisticamente monolineal; el rechazo del MPA significó que las sociedades asiáticas fueran a continuación incluidas en las categorías de esclavitud o feudalismo»9.

Hasta 1931, comunistas asiáticos luchaban sabedoras de la complejidad de sus sociedades, adaptándose a ellas creativamente. La independencia estratégica de las izquierdas, las alianzas entre la reducida clase obrera y la enorme clase campesina, la naturaleza del artesanado y de la pequeña burguesía, la función de las culturas y lenguas, exigían conocer a fondo el modo de producción dominante y los golpes que recibía del colonialismo e imperialismo capitalista, y por tanto, saber qué hacía la clase burguesa. Al imponerse una visión externa y mecánica, se desertizó la riqueza teórica y política de las izquierdas.

El debate de Leningrado preparó las condiciones para que más adelante, en el VIII Congreso de la Internacional Comunista de 1935 se impusiera la estrategia de la alianza interclasista con la «burguesía nacional y democrática» bajo la consigna del Frente Popular, ahora más desvirtuada aún con la desaparición de lo popular al ser reducida a Frente Amplio, es decir, más abierto a las “razones” burguesas. Esta estrategia fue y es desastrosa para la lucha de clases y de liberación nacional antiimperialista, también en los Estados español y francés. Se impuso así una dogmática estatalista que reducía las opresiones nacionales a epifenómenos transitorios, secundarios, con escasa influencia económica y política. Tal ceguera no ha sino aumentar hasta ahora, en beneficio del capital.

Tanto el Cuaderno Kovalevsky como muchas partes de la obra de Marx y Engels, empezando desde 1842-1843 y terminando en verano de 1882 con las cartas de Marx sobre Argelia, y, sin extendernos, en 1884 con el Origen de la familia…, de Engels, forman la matriz teórico-política que sustenta la recuperación de la dialéctica del materialismo histórico tal cual se fue desarrollando con sus enormes problemas hasta mediados de la década de 1920. La radicalidad de esta dialéctica recuperada inquieta al dogmático mecanicista del nacionalismo franco-español de «izquierda» porque actualiza en la crisis actual del capitalismo algo que Lenin ya intuyó desde 1914 pero que no pudo desarrollar: la llamada «cuestión nacional» — opresión, explotación y dominación de naciones por Estados– no se reduce sólo a un «problema democrático» resoluble con un referéndum sino que, según los casos, lleva al extremo las contradicciones insolubles de la formaciones socio-económicas, de los Estados creados gracias a invasiones de otros pueblos, además de la explotación de sus clases trabajadoras.

Los nacionalistas de «izquierda» franco-españoles no quieren enfrentarse a esta realidad porque además de su propia alienación ideológica, algunos sospechan y temen que enfrentarse a esa problemática les llevaría a descubrir que sus Estados no son sino los marcos geopolíticos que sus burguesías han ido construyendo para asegurar y acelerar la acumulación ampliada de capital.

Por lo dicho hasta aquí, la editorial Belaterra nos ofrece textos inéditos que reflejan la larga praxis teórica de Marx, y de Engels. Decimos «praxis teórica» para remarcar su inseparable conexión con la práctica, aunque, en una primera lectura, parezca que son meros borradores para uso personal o en todo caso para uso restringido a pocas personas. Marx y Engels son muy desconocidos por varias razones fundamentales: la primera y decisiva es la efectividad de la cuasi infinita panoplia de represiones físicas y psíquicas, miedos e impedimentos múltiples que acompañan y refuerzan la dictadura del salario, de la subsunción real del trabajo en el capital, y del dopaje que a diario realiza el fetichismo de la mercancía. De este modo, se invierte la realidad hasta convertir sus causas en efectos y viceversa, o es difuminada, emborronándola o invisibilizándola hasta hacerla desaparecer como objetividad, impidiendo el conocimiento racional, crítico, de la totalidad movida por sus contradicciones internas.

Para negar la existencia de esta dinámica multidimensional de alienación, se echa la culpa al marxismo acusándole de ser de muy difícil comprensión, de que es teóricamente áspero, confuso e ilógico, etc., reduciendo la obra entera a un solo texto, El Capital, y sobre todo a sus cuatro iniciales capítulos. Se ignora u oculta que Marx y Engels comentaron sobre cómo hacerlo más pedagógico, proponiendo su debate colectivo por capítulos, método muy eficaz en grupos militantes. Este mismo método fue mejorado en 1880 para la famosa Encuesta Obrera. También se dice que Hegel es ilegible, que igualmente lo son los Cuadernos Filosóficos de Lenin, y un largo etcétera. De este modo se refuerza el rechazo al imprescindible esfuerzo intelectual que sustenta todo avance científico, teórico, filosófico y estético, o sea el avance hacia cotas mayores de libertad. Se rechaza la muy efectiva pedagogía liberadora centrada en la praxis colectiva que demuestra que el ejemplo es la mejor forma de enseñar y aprender. Con ello se refuerza la ignorancia obediente y su irracionalismo.

Esta es la razón básica que hace que tengamos que hablar del «Marx desconocido». Si la analizamos con más detalle vemos que cuando gracias a sus luchas, el proletariado logra mantener abierto por un tiempo algún pequeño resquicio de democracia y libertad burguesa, entonces se encuentra con obstáculos concretos insertos en esa razón fundamental que frenan sobremanera el conocimiento creativo y práctico del marxismo. Por ejemplo, el efecto perverso del reformismo; la industria cultural y político-mediática; las abstrusas divagaciones de la casta intelectual y académica que se aterran frente a la dialéctica y la revolución; el temor de las burocracias del Este al pensamiento crítico de la militancia de base, que les llevó a una censura enorme desde la mitad de la década de 1920 y a una tergiversación mecanicista que aún pervive en sectores; la subvaloración de la teoría en la izquierda eurocéntrica y su fascinación hacia las modas ideológicas de usar y tirar que la progresía intelectual lanza permanentemente al mercado de las ideologías… Así comprendemos mejor las múltiples razones por las que textos de Marx han tardado tanto tiempo en salir a la luz, siendo aún desconocidos bastantes borradores.

2.- CRITICA A LIST

La Nota Preliminar de Néstor Kohan nos introduce al sempiterno debate sobre la dialéctica entre lo lógico y lo histórico, coincidiendo con nosotros en que, en este caso, el orden óptimo es seguir la cronología de sus tres textos: la Crítica a List de 1844-45; los Manuscritos de 1861-1863; y los Cuadernos Kovalevsky de 1879. Por tanto y como se aprecia arriba, la cita con la que se inicia este artículo está extraída de la Crítica a List, que mantiene su vigencia después de 176 años porque lo que entonces era la pugna entre proteccionismo y librecambio, crecería hasta reflejar una de las contradicciones insolubles de las naciones burguesas: nacen, crecen y mueren entre otras cosas también por la presión de lo que L. Mármora definía como contradicción expansivo-constrictiva del concepto simple de capital10. La burguesía impone el librecambio que le beneficie a ella porque refuerza su expansión, pero recurre el proteccionismo, a la constricción, para protegerse en su Estado y desarrollar su propio capital. Su nacionalismo no es sino la justificación de esa especie de sístole-diástole.

La mundialización de la ley del valor agudiza esta contradicción expansivo-constrictiva hasta estallar en crisis y en guerras. Sus tensiones aparentemente caóticas son inseparables del incontenible giro contrarrevolucionario o conservador, según los casos, del nacionalismo burgués incluso aunque no tenga Estado propio y se limite a administrar la descentralización autonomista concedida por el Estado dominante. De igual modo, esta contradicción también ayuda mucho a comprender el porqué de la claudicación reaccionaria del nacionalismo de «izquierda» del Estado dominante que, de un modo u otro, asume el imperialismo11 de su burguesía; también explica la tendencia objetiva al reformismo e integración en el orden del capital de «izquierdas independentistas» que se echan para atrás cuando se encrespa la crisis estructural y con ella la lucha de clases.

Ahora mismo, los lobos, las grandes jaurías burguesas, se muerden furiosas entre sí para devorar cada una la mayor cantidad posible de los beneficios gigantescos de la farmaindustria que produce las vacunas contra la Covid-19. Los lobos les arrancan, además de la alegría, también hasta el tuétano y no les trituran el alma para hacer papel-moneda porque el alma no existe, que, si no, también. Durante 2020, la decena de lobos más gordos del mundo han obtenido con la pandemia sobreganancias suficientes para pagar ellos solos la vacunación de la humanidad entera, pero se niegan protegiéndose en el imperialismo.

Los bloques imperialistas, EEUU y la Unión Europea, además de luchar entre sí para proteger cada una su producción de vacunas y apoderarse de la de la otra mediante la corrupción, el soborno y la ilegalidad, también tienen que aliarse para frenar al avance de las vacunas rusas, chinas y cubanas de mejor calidad y más baratas; y dentro de poco tendrán que enfrentarse a las producciones de otros Estados. El «nacionalismo», cursivas de Marx, de las burguesías de 1844-45 adquiere ahora mismo la forma de «nacionalismo de las vacunas»12. En la UE las peleas entre Estados aumentan no sólo por el acceso a las vacunas sino también por cómo se van a repartir las ayudas económicas y cómo se van a fijas las formas de pago de las inmensas deudas contraídas, pero la UE rechaza la reivindicación de prohibir las patentes13 de la vacuna, elevándola a bien común. La lucha entre proteccionismo y librecambismo es hoy más aguda y generalizada que en 1844-45, y tiende a ampliarse en la medida en la que el capitalismo intensifica las expropiaciones, privatizaciones y saqueos, la llamada «economía criminal» –como si el capitalismo no lo fuera– cuyos botines inmensos deben ser lavados e inyectados en las finanzas estatales, etc., y a la larga del capital en sí mismo mediante la tasa media mundial de ganancia.

Es así porque hay una «unidad en cuanto clase» que suelda internamente al capital a pesar de esas disputas, porque todos los lobos, todas las facciones burguesas: «rinden por igual pleitesía a un ser superior, el capital social, en el que han depositado por la vía de la inversión privada su capacidad de reproducirse como capitales. Ya no importa a la esfera a la que pertenezcan, ni siquiera al volumen del capital desembolsado, las leyes del capital les tratan a todos por igual, les otorgan en acuerdo a lo invertido; reciben dividendos como si se tratase de una “empresa común”, cuyo rédito depende ahora de la explotación del conjunto de la clase obrera»14. La farmaindustria aporta uno de tantos ejemplos: cada una junto con su Estado-cuna busca enriquecerse más que las restantes, y si puede arruinarlas, mejor; pero todas saben que, en última instancia, dependen de cómo manipulen la salud de la clase obrera mundial, de la humanidad trabajadora, por lo que rechazan en redondo que la vacuna15 y la salud en sí misma sea declara bien común.

Grandes farmaindustrias quieren imponer condiciones leoninas a los Estados débiles para venderles las vacunas, exigiendo incluso el pago en forma de concesiones territoriales, económicas y políticas. Se debilita así más aún la soberanía de los Estados débiles ya bastante reducida. El imperialismo actual ha extraído buenas lecciones de la claudicación de Portugal ante Gran Bretaña en el Tratado de Methuen16 de 1703, por el cual Lisboa se convertía en peón de Londres a cambio de protección militar y económica contra el imperio español. Pareciera que la historia vuelve a repetirse en la reiteración de abusos colonialistas e imperialistas, pero hay que darle la razón a M. Beaud al definir estas recurrentes formas de dominación como «lo antiguo y lo nuevo»17. Pero cuando la burguesía española necesitó el apoyo de la británica y portuguesa para ahogar en sangre la revolución de 1936 que estuvo a punto de derrotar al franquismo, Lisboa y Londres se olvidaron del Tratado de Methuen y restauraron junto con Franco y el Vaticano su unidad en cuanto clase social.

Todo vale en esta guerra del capital contra el trabajo que también se libra en el campo de las morales y de las éticas. List, representante de la burguesía más proteccionista alemana, defendía la ética de esta clase. Marx le respondió así:

«¿Quién podrá negar que todo lo que en la actualidad merece el nombre de «virtud», ya sea individual o social, es una fuente de ganancia para el burgués? ¿Quién podrá negar que el poder político sea un medio para este enriquecimiento, y que incluso los placeres científicos e intelectuales estén a su servicio»18

La «virtud» empresarial española retrocede dos puestos en la lista que Transparencia Internacional actualiza anualmente, conocida en enero de 2021: durante la pandemia de 2020 los abusos e ilegalidades han sido tantas que ha descendido dos puestos según este prestigioso grupo de investigación, quedando en el 32 de 180 países. Entre marzo y abril de 2021 se ha sabido que es el país de la OCDE con más empresas sancionadas por prácticas ilegales, según el Banco Mundial, y que la industria militar española es una de las ramas económicas más podrida. No es consuelo decir que otras burguesías son más corruptas porque es sabido que el lavado de dinero y los paraísos fiscales son necesarios para el buen funcionamiento del capital, y más durante las crisis. En enero de 2021 se ha conocido el informe de la ONU según el cual el lavado de dinero supone el 2,7% del producto bruto mundial, y que en plena pandemia las burguesías han llevado 600.000 millones-$ a paraísos fiscales, debilitando así las golpeadas economías de sus países. Un estudio norteamericano concluido en otoño de 2020 cuantificó en dos billones de dólares el dinero lavado entre 1999 y 2017.

Laurent de Sutter explica cómo el lavado masivo de narco-dinero salvó a la gran banca en los primeros meses de la crisis de 2007 hasta que empezó a recibir billones de dinero público19 No fue una práctica nueva: la Ley seca de 1920 en EEUU hundió miles de bares y restaurantes, pero muchos se reconvirtieron gracias al dinero de la mafia, y lo mismo sucedió en la Gran Depresión de 1929 con empresas y bancos. Para ese 2007 la invasión de Afganistán por los EEUU ya había logrado unos de sus objetivos: hacer del país «liberado» del comunismo fuera el mayor productor de opio puro del mundo, superando a Birmania en 1994. El otro era debilitar a la URSS y apoderarse de Afganistán una vez que el pueblo iraní derrocó al tirano sha, puesto en el poder por un golpe de Estado organizado por la OTAN: volver a producir opio puro fue uno de los objetivos logrados. Pero la República Islámica acabó con casi todo el opio, y el narcoimperialismo buscó «liberar» Afganistán para recuperar el negocio de muerte, y así, para 2007, había suficiente dinero ensangrentado ya limpio y dispuesto a salvar la «virtud» burguesa.

Simultáneamente, se dispara el poder incontrolable del capital ficticio, especulativo de alto riesgo, una de cuyas fuentes de alimentación era precisamente el mercado de las drogas. La burguesía ha recurrido a estos métodos desde siempre: Marx cita a Gilbart quien en 1834 dijo: «“Todo lo que facilita los negocios, facilita también la especulación y que ambos van, en muchos casos, tan íntimamente unidos, que resulta difícil decir dónde acaban los negocios y dónde empieza la especulación”»20. La creciente fuerza del narcocapitalismo dentro de la tasa media mundial de ganancia, la debilidad estructural de la industria española, el peso desproporcionado del turismo y su corrupción inherente, la podredumbre de la casta político-empresarial, y el papel impuesto al Estado por la OTAN, además de otras razones, explican por qué en enero de 2021 el diario vocero del social-liberalismo español titulara así un artículo sobre este tema: «España. Territorio narco». Efectivamente, los súbditos del rey español están dopados con toda serie de drogas que hacen del servilismo una «virtud»: «¡¡Vivan las cadenas!!».

Mientras Marx criticaba a List también desarrollaba las ideas de los Manuscritos de París de 1844, en los que la teoría de la alienación abría la puerta a la posterior teoría del fetichismo, fundamental desde cualquier punto de vista. Una de las bases de la alienación aparece expuesta en la crítica a List:

«El burgués no ve en el proletario un ser humano, sino una fuerza capaz de crear riqueza, una fuerza que, además puede comparar con otras fuerzas productivas –un animal, una máquina– y si la comparación resulta desfavorable para el hombre, entonces la fuerza que el hombre porta en sí debe ceder el lugar a la fuerza que portan animales o máquinas […] Toda la sociedad humana se convierte en una simple máquina para la creación de riqueza»21

Ahora, y especialmente desde que el grupo de contrainsurgencia yanqui dirigido entre otros por H. Kissinger popularizara el término de «población excedente», estas y otras ideas idénticas de Marx y Engels fueron proféticas. Las funciones del llamado «ejército laboral de reserva», es decir, la parte de la fuerza de trabajo no explotada directamente en el proceso productivo, se fueron multiplicando en la medida de la mundialización capitalista, según se destruían más y más naciones para convertirlas en «simples máquinas para la creación de riqueza». Desde el origen del capitalismo siempre ha habido «población excedente», de la cual una parte más o menos amplia ha sido y es exterminada por ser onerosa e improductiva. El capitalismo lleva el genocidio en sus entrañas porque el exterminio de «lo excedente» es una de las medidas que tiene para salir de las crisis recurrentes.

Desde esta perspectiva, la alienación, además del terror, es vital para que la parte productiva de la «población excedente» asuma con docilidad su destino de fuerza de trabajo explotable supeditada a la rentabilidad del capital, de sus máquinas y de otros animales no humanos. La alienación justifica que mientras el hambre crece en el mundo, también crezcan los beneficios de la industria del cuidado de los animales mascotas de la burguesía. Ahora somos 7.700 millones de personas. En verano de 2020 la ONU publicó un estudio según el cual 3.000 millones de personas no podían costearse una dieta sana, que en ese último año el hambre había aumentado en 10 millones de personas, totalizando unos 690 millones de hambrientos, y que dos de cada tres niños sufrían malnutrición. Mientras tanto, en 2019 en los EEUU se gastaron 95.700 millones-$ en mascotas, y 36.500 millones-€ en la UE en 2017. Los animales no humanos entran así en el proceso productivo, mientras que centenares de millones de niñas y niños, son «excedentarias» según la verdadera ética burguesa.

La «nacionalidad», la cursiva es de Marx, de la burguesía excluye de ella a la clase trabajadora alienada como mera fuerza de trabajo explotable, arrinconada como «excedente improductivo» una vez agotada a no ser que la lucha obrera conquiste pensiones y jubilaciones, residencias, etc., como mal menor. La burguesía, por su parte, sí dispone de una industria privada de mantenimiento de sus mayores. La asistencia pública a la fuerza trabajo agotada es un gasto improductivo que el capital asume por temor a las protestas populares, pero cuya cuantía reduce o la anula y privatiza cuando el proletariado deja de luchar convencido por el reformismo y/o atemorizado por las violencias del Estado burgués. Sin embargo, el Estado potencia la industria del cuidado privado, extremadamente cara para la nación trabajadora pero asumible para la «nacionalidad» capitalista, que se refuerza con la inclusión productiva de sus mayores y de sus mascotas, con exclusión del proletariado alienado.

3.- MANUSCRITOS ECONÓMICOS DE 1861-1863

En 1844-45 Marx tenía bastantes cosas claras, pero no todas. Entre 1848 y 1852 concretaría con mayor precisión las diferencias cualitativas entre la nación trabajadora y la nación burguesa, y destriparía con finura quirúrgica las «virtudes» capitalistas en su crítica de Napoleón III. Moviéndonos ahora en los textos inéditos publicados por Belaterra, vemos que también avanzará y mucho a partir de lo alcanzado en el Manuscrito económico de 1861-1863. Sobre este manuscrito, E. Dussel dice: «Marx no era como Nietzsche, quien escribía aforismos al correr de la inspiración y la pluma. Muy por el contrario, Marx necesitaba rumiar los “planes” de su futura obre que conmovería los cimientos mismos de la historia universal del siglo XX. Al menos existen unos 19 planes hasta el 30 de abril de 1868 […] Eran necesarias nuevas categorías y un nuevo sistema como condición de posibilidad de un nuevo orden del concepto (que se manifiesta en los planes)»22.

Tanto N. Kohan como A. García Linera exponen la misma idea sobre el salto cualitativo que supuso Marx –y Engels– en el conocimiento, y este libro muestra tres momentos de ese proceso. En el caso de los manuscritos, N. Kohan explica que en ellos se aprecia la evolución que le llevará a su autor a una matización crucial en 1873 que pasa muy desapercibida pese a su importancia: la sutil diferencia entre la esencia cualitativa y la forma cuantitativa del valor, avance que nos «remite al trabajo abstracto y al proceso de cosificación y fetichismo»23. F. L. Rojas Tudela opina que: «El lector podrá asistir a un reiterativo análisis de la transformación del dinero en mercancía bajo la fórmula de la circulación D-M-D. A esta meditación, Marx añade el proceso de trabajo del cual derivan sus reflexiones sobre la plusvalía y la transformación del dinero en capital. Entre las muchas intuiciones que encontramos en estos manuscritos, cabe destacar el esbozo muy bien logrado del concepto de «subsunción» que posteriormente Marx utiliza en el capítulo XIV del libro I de El Capital»24.

Como se aprecia, estos manuscritos son un punto de llegada y de partida. Por ejemplo, la lectura de Sismondi permite a Marx afirmar que:

«El capital es un valor que se preserva a sí mismo […] El dinero es en sí mismo la forma de existencia del valor de cambio que se ha hecho independiente, pero la mercancía aparece también solamente como el repositorio de la encarnación material del valor de cambio […] El punto de partida de la circulación es el dinero, el valor de cambio que se ha hecho independiente»25.

Buceando hasta la raíz del problema con los instrumentos teóricos que entonces tenía, Marx destroza los mitos de la libertad ideal capitalista que en realidad anida en su billetera, núcleo de su conciencia:

«Es el dueño del dinero (o el dueño de la mercancía, pues el dinero no es, después de todo, otra cosa que la forma transformada de la mercancía) el que hace que su dinero, o el valor que posee en forma de dinero, atraviese por el proceso D-M-D. Este movimiento es el contenido de su actividad y el dueño aparece entonces solamente como la personificación del capital definido de esta manera, como el capitalista. Su persona (o más bien su billetera) es el punto de partida de M, y es el punto de retorno. Es el medio consciente de este proceso. Exactamente como el resultado del proceso es la preservación y el incremento del valor, lo que forma el contenido del movimiento se le manifiesta como in objetivo consciente. Incrementar la cantidad de valor que posee se le aparece entonces como única finalidad»26

En una fase del circuito productivo, el dinero se independiza en cuanto valor de cambio, y esa fugacidad refuerza la aparente independencia absoluta de la ideología y del idealismo con respecto a la materialidad cainita y explotadora del capitalismo. Es esa independización ficticia de la ideología la que determina que la conciencia burguesa no sea sino la autojustificación virtuosa de la fiereza de los lobos para devorar la carne proletaria de consuno, pero también para pelearse entre ellos a fin de quedarse con el mejor pedazo debido a la ley competencia. Este cainismo caníbal también se expresa en la corrupción, en las estafas, trampas y fraudes que, en contra de la apariencia, no enriquece «a la clase de los capitalistas considerada como un todo, no puede enriquecerse en tanto que clase, no puede incrementar su capital total, o producir plusvalía, pues lo que un capitalista gana, otro lo pierde»27 porque el incremento del valor solo se obtiene con la explotación del trabajo vivo.

Por otra parte, la independización formal del valor de cambio, del dinero, o dicho más directamente, el fetichismo de la mercancía en su forma de fetichismo de la nación capitalista, hace que el nacionalismo de las burguesías les lleva a guerrear entre ellas por el beneficio y a la vez intoxica más fácilmente la conciencia obrera, anulándola con la creencia de que el proletariado también forma parte de la nación capitalista con los mismos derechos que la burguesía, creencia que le alegra la vida cuando, como un rebajo, es conducido al matadero de la guerra para engrandecer la billetera de la burguesía que le explota.

Como el capital se preserva, se protege a sí mismo, los derechos «de ciudadanía» que supuestamente

posee el pueblo trabajador son en realidad derechos que preservan de manera imperceptible por lo general la dictadura del salario. La realidad se va descubriendo conforme la lucha proletaria empieza a desmontar la tramoya de la «ciudadanía»; peor suerte sufre la fuerza de trabajo migrante que ni siquiera es «ciudadanía de segunda» y menos aún las naciones y Estados que resisten al imperialismo. El capital debe protegerse en todo momento, no puede fiarse nunca de la clase obrera ni incluso cuando está amaestrada por el reformismo y aterrada por las violencias del Estado, porque, en palabras de Marx:

«El capitalista, que representa el valor en tanto que trabajo, es enfrentado por el trabajador, como capacidad de trabajo pura y simple, como trabajador en general, de tal modo que la antítesis entre el valor que se auto-valoriza, el trabajo objetivado que se auto-valoriza y la capacidad de trabajo viva creadora-de-valor forma el objeto y el contenido de esa relación. Se enfrentan uno a otro como capital y trabajo, como capitalista y trabajador» 28

Además de esto, otra razón por la que el humanismo burgués, y su «virtud», niega y reprime cualquier otro derecho de la fuerza de trabajo, la encontramos en estas palabras de Marx:

«El objetivo del capitalista al transformar su dinero en mercancía no se encuentra en el valor de uso de tales mercancías, sino en el incremento del dinero o del valor depositado en la mercancía –la autovaloración del valor. No compra para su propio consumo sino con el fin de obtener en la circulación un valor de cambio más elevado del que inicialmente colocó en ella […] Una plusvalía, es decir un valor que constituye un excedente sobre los valores que inicialmente entraron en el proceso de trabajo […] toda plusvalía que sobrepasa la cantidad de trabajo incorporada en su propia capacidad de trabajo, formaría un valor excedente, ya que sería trabajo excedente»29

La ciega lógica de la autovaloración del valor, de la máxima plusvalía y del incremento del dinero, en cursivas por Marx, es la que exige que el capital se resista por todos los medios a conceder sin más ni más derechos a las clases y naciones explotadas. La burguesía sabe que el dinero gastado en los servicios públicos, sociales, asistenciales, etc., que forman el esqueleto de los «derechos ciudadanos» para las clases explotadas, aparte de algunas parcas «libertades democráticas», es un dinero que no acelera el proceso completo de acumulación ampliada del capital, lo cual siempre es negativo. El secreto de esa obstinación sin la cual se juega la vida como clases social, no es otro que la plusvalía sólo es obtenida por la explotación de la fuerza de trabajo, o sea, que es mentira que el dinero cree dinero. Sin la explotación de la fuerza de trabajo viva, del pueblo obrero, no hay producción de valor:

«La plusvalía que esto produce consiste siempre en una cantidad excedente, de su propio trabajo, durante el cual el trabajador hila, muele cereales, ara los campos, construye máquinas por un tiempo mayor al que al que se necesita para producir su propio salario. Por tanto, consiste siempre en una cantidad excedente de trabajo, de tiempo de trabajo, que el capitalista obtiene a cambio de nada, independientemente del carácter que pueda tener el trabajo, ya sea simple o potenciado». 30

Aunque sea saltarnos por un momento el orden expositivo de Marx, es tan fundamental la cuestión de la plusvalía que vamos a reproducir una posterior cita que desarrolla la anterior:

«El resultado –de que el valor incorporado, o la suma del dinero que el comprador pone en circulación, no solamente ha sido producida sino que se ha valorizado, ha crecido en una proporción determinada, de que una plusvalía ha sido añadida al valor– ese resultado se realiza solamente en el proceso de producción directo, porque solamente aquí la capacidad de trabajo se convierte en trabajo real, solamente aquí el trabajo se objetiva en una mercancía. El resultado es que el comprador recibe de vuelta más trabajo objetivado en forma de mercancía que lo que adelantó en forma de dinero. Esta plusvalía –el excedente de tiempo de trabajo objetivado– surgió primero durante el propio proceso de trabajo; más adelante, el comprador lo vuelve a introducir en la circulación al vender la nueva mercancía» 31

La plusvalía, la sangre que el monstruo vampiriza, conlleva la objetivación, la alienación de la clase trabajadora que es deshumanizada como mercancía en forma de fuerza de trabajo. La totalidad del sistema sociopolítico del capital está en función de la extracción de la máxima plusvalía posible en cada contexto y siempre teniendo en cuenta la resistencia obrera latente o abierta. Marx está llegando con estos descubrimientos al umbral de una de sus grandes aportaciones a la libertad humana: la explicación del tránsito de la subsunción formal a la subsunción real, la esencia de la primera y de la segunda, y el método para destruir y superar históricamente este proceso que convierte a nuestra especie en simple apéndice de la acumulación ampliada de capital:

«Esta subsunción formal del proceso de trabajo, el control que el capital ejerce e impone sobre dicho proceso, consiste en la sujeción del trabajador a la supervisión y, por ende, el dominio del capital o del capitalista […] el proceso de trabajo, y por tanto el trabajo y el propio trabajador, se somete al control del capital, quedando bajo su dominio. A esto le llamo subsunción formal del proceso de trabajo al capital» 32

Saltándonos otra vez el orden cronológico, estas siguientes palabras de Marx nos aclaran cómo avanzaba hacia la teoría de la subsunción real:

«A medida que la producción de la plusvalía se convierte en el objetivo real de la producción, o a medida que la producción se convierte en producción capitalista, la subsunción del proceso de trabajo bajo el capital, que al principio era simplemente formal, del trabajo vivo bajo el objetivado, del trabajo presente bajo el trabajo pasado, modifica considerablemente la manera en la que el propio proceso de trabajo se lleva adelante: de ahí la relación-de-capital –de donde emerge en una forma desarrollada– implica un modo particular de producción y de desarrollo de las fuerzas productivas» 33

Marx llegará a entender la subsunción del trabajo en el capital como el proceso por el que la forma valor se impone totalmente en la sociedad capitalista: primero, en la fase preindustrial, mediante la disciplina necesaria para aumentar el tiempo de trabajo, la plusvalía absoluta, aplastando toda resistencia obrera; después y definitivamente con la masiva industrialización, mediante la tecnologización que convierte a la fuerza de trabajo en parte subsumida en la máquina, en tuerca, en chip, en electrón. En la fase formal, el proletariado puede ser aún sujeto activo; la finalidad de la subsunción real es deshumanizarlo, reducirlo a objeto pasivo integrado en la autovaloración del valor. Pero en estos años Marx, todavía no ha podido descerrajar el secreto de la subsunción real. Lo logrará en El Capital, y de manera más concreta en el borrador conocido como Sexto capítulo (inédito). En su introducción a esta obra, Ignacio Rojas indica que Marx despanzurra las ilusiones reformistas que creen que las duras condiciones de explotación pueden ser resueltas con concesiones laborales y sociales burguesas, rechazando siempre la necesidad de la revolución comunista. I. Rojas sintetiza a Marx:

«La ley del valor, que subyace a la acumulación ampliada del capital tiende a imponer implacablemente –de forma declarada, como nunca, en nuestros días– no sólo una disminución, sin solución de continuidad, de la fuerza de trabajo empleada, sino un aumento cualitativo, paso a paso, en la explotación en la que es comprada»34

García Linera desarrolló en otro texto el tránsito de la subsunción formal a la real dentro de un estudio más amplio sobre las relaciones de la forma valor con la evolución de las comunidades, pueblos y naciones, insistiendo en los efectos de la maquinización en la vida, en el tiempo asalariado y en el llamado «tiempo libre», de modo que la realidad de la explotación capitalista se difumina hasta desaparecer de la conciencia. El autor analiza el impacto de la ley tendencial de caída de la tasa media de ganancia y la mundialización del valor y del mercado35, de la competencia, que limitan y anulan la libertad nacional burguesa. Más adelante avanza en los efectos de la subsunción real sobre la forma nación sometida al dictado del valor, lo que hace que la universalicación36 impuesta por la ley del valor genere tendencias regionalizadoras dentro de la nación burguesa inherente al capitalismo.

Obviamente, Marx no podía llegar aún a ese nivel en el Manuscrito económico de 1861-63 porque no había desarrollado la teoría de la subsunción real, pero avanzaba en el decisivo desmontaje de lo aparente, enriqueciendo la teoría de la alienación:

«En la misma medida en que el trabajador está activo en tanto que trabajador, es decir, en la medida en que externaliza su capacidad de trabajo, la aliena, ya que ha sido ya alienada mediante la venta, en tanto que capacidad que se externaliza así misma, al dueño del dinero antes de que comience el proceso de trabajo. A medida que el trabajo se realiza –por un lado en la forma de materia prima (como valor de uso y producto) y, por otro lado, como valor de cambio como trabajo social objetivado en general– se transforma en capital» 37

La clase obrera se aliena en la producción capitalista y, al objetivarse a sí misma en la mercancía que produce, va generando las condiciones para que esa mercancía, o sea ella misma, termine siendo capital al final del circuito de acumulación ampliada: empezó siendo trabajo vivo, humano, y termina siendo trabajo muerto, inhumano, en forma de capital propiedad de la burguesía. La dinámica destructiva que va de ser sujeto activo en el proceso de trabajo a deshumanizarse como objeto pasivo es una de las características del tránsito de la subsunción formal a la subsunción real: el valor de cambio termina convirtiéndose fuerza abstracta que se refuerza con la aceleración del ciclo que va del dinero a la mercancía, y luego al capital ampliado:

«El dinero es la existencia independiente del valor de cambio. Considerado desde el punto de vista de su cualidad, es la representación material de la fuerza abstracta, la riqueza material de la fuerza abstracta. […] El capital es aquí dinero-en-proceso, por el cual sus formas de dinero y mercancía son simplemente formas que alternan entre sí […] Mientras más rápido sea este movimiento cíclico, es decir, mientras más rápida sea la circulación o metamorfosis del capital, más rápida será conversión del dinero, y como este movimiento del capital ocurre en múltiples niveles, mientras más sirve el dinero como medio de pago, en mayor medida se equilibran deudas y activos entre sí» 38

Para multiplicar «la riqueza material de la fuerza abstracta» hay que vigilar y reprimir las luchas sociales que pueden ralentizar la necesaria rapidez del ciclo de la ganancia: de aquí que la subsunción real sea uno de los más efectivos medios de anulación de las resistencias haciendo que sectores del proletariado se esfuercen alegremente en girar la noria de la explotación con creciente velocidad. Son esclavos alienados, felices e inconscientes subsumidos en la fuerza abstracta del explotador. Esta alienación existencial les impone la fe de carbonero en la eternidad estática de su miseria vital, que la ocultan o justifican como mal menor transitorio o como felicidad dependiente de un poder externo, incontrolable, que algunos llaman dios pero que en realidad es el capital. La lobotomía burguesa les impide ver que malviven la explotación como:

«Condiciones alienadas, como poderes ajenos, condiciones bajo el dominio de una voluntad ajena, como propiedad ajena. El trabajo objetivado, el valor como tal, lo confronta como una entidad por derecho propio, como capital, cuyo vehículo en cuanto tal, lo confronta como una entidad por su propio derecho, como capital, con el capitalista como medio –y por lo tanto también lo confronta en tanto que capitalista» 39

Entendemos así porqué la nación burguesa es ajena al proletariado consciente, pero es también uno de los pilares del capital una vez que ese nacionalismo pudre y deshace tal conciencia obrera bajo el peso asfixiante de la historia nacional burguesa. Marx lo dice con una radicalidad demoledora: «El trabajo objetivado, pasado, se convierte de este modo en el soberano del trabajo presente y vivo»40. Las maravillas de la civilización del capital, las obras de arte y cultura que aparecen como logros de la «esencia nacional» burguesa, son expresiones de la explotación de la fuerza de trabajo que se han perpetuado como trabajo pasado, objetivado, muerto, que tienen en su interior la marca sangrienta de la explotación popular y obrera, del saqueo y del comercio de carne humana, de la industria de la matanza de personas.

Los terribles efectos de la unidad y lucha de contrarios entre la nación del capital y la del proletariado no pueden subsanarse desarrollando sus componentes «buenos» y reduciendo los «malos» hasta acabar con ellos, pero manteniendo el orden burgués «mejorado». Las consecuencias nefastas sólo se extinguirán cuando se revolucione la misma unidad y lucha de contrarios porque, como demuestra Marx: «El capital y el trabajo asalariado expresan simplemente dos factores de la misma relación»41; también. «La relación entre capital y el trabajo asalariado se reproduce entonces mediante este modo de producción, de la misma manera que se producen las mercancías y la plusvalía»42. Y «El trabajo asalariado es por lo tanto una condición necesaria para la formación de capital y permanece como un prerrequisito constante y necesario para la producción capitalista»43.

4.- CUADERNO KOVALEVSKY (I)

¿Puede ayudarnos el Cuaderno Kovalevsky a descubrir cómo ha llegado el trabajo asalariado a ser una condición necesaria en el capitalismo, teniendo en cuenta que el salario es muy reciente en la historia? ¿Qué nos pueden enseñar procesos tan lejanos y diferentes en el espacio y en el tiempo? ¿Y si fueran procesos más «cercanos» de lo sospechado en el sentido de que aquí mismo, en Euskal Herria pero también en otras zonas de Europa, existieron y luego coexistieron con el feudalismo modos de producción parecidos a los que plantea Marx desde, al menos, 1853 por no retroceder hasta 1842-43? ¿Más aún, de ser cierta esta tesis, cómo han influido posibles restos de las relaciones sobrevivientes de identidad comunal, con sus límites y contradicciones, en la lucha de liberación nacional de clase dentro mismo de Europa y de las naciones oprimidas por el Estado español? No son preguntas apolíticas y neutrales en el sentido weberiano de separar los juicios de hecho de los juicios de valor. Son preguntas que tienen una directa carga política revolucionaria, como se verá.

Pero antes de entrar al estudio de Cuaderno hay que ubicarlos en los avances no sólo teóricos de Marx y Engels, sino también en los sociopolíticos. Sabemos que en el marxismo es imposible separar la teoría de la política práctica, pero ahora nos permitimos la grata heterodoxia de, muy brevemente, presentar los avances en la perspectiva política revolucionaria que ambos amigos realizaban mientras, a la vez, enriquecían su concepción teórica e histórica.

Con 24 años de edad teorizó la defensa radical del derecho consuetudinario, del derecho de los pueblos a poseer o a recuperar a cualquier precio las tierras comunales que le habían sido arrebatas por la violencia, dedicando su vida posterior a integrar ese derecho precapitalista en la lucha comunista44: para vivir, el pueblo tenía derecho a «robar» leña de los bosques que habían sido comunales, protegidos por leyes consuetudinarias, leyes que defendía el derecho de posesión popular y negaban el derecho de propiedad privada. En 1848 él y su compañera Jenny vendieron la herencia familiar de ella para comprar armas para la revolución, y se arruinaron, mientras que Engels, alias “el general”, dirigía la guerra en las barricadas.

En 1857-58 Marx da una definición del lenguaje que nos ayuda a entender bastantes causas de sus luchas contra la opresión: «El lenguaje mismo es tan producto de una comunidad como, en otro sentido, lo es la existencia de la comunidad misma. Es, por así decirlo, el ser comunal que habla por sí mismo»45. La expropiación de los bienes comunes es uno de los ejes de El Capital en 1867 y reediciones posteriores, otro es su admiración por las resistencias de los pueblos a ese avasallamiento, incluidos las de grandes imperios como China e India46, y otro es esta afirmación: «Ni la sociedad en su conjunto, ni la nación ni todas las sociedades que coexisten en un momento dado, son propietarias de la tierra. Son, simplemente, sus poseedoras, sus usufructuarias, llamadas a usarlas como boni patres familias y a transmitirla mejorada a las futuras sociedades»47. Vemos la diferencia entre «propiedad» burguesa y «posesión» humana a la que volveremos al poco.

No podemos extendernos ahora en su idea de que ni Polonia ni Irlanda serían verdaderamente libres mientras no hicieran una radical reforma agraria que acabase con el poder de la alianza entre la clase terrateniente y las potencias ocupantes, así como, sobre todo en Irlanda, instaurase una política económica propia que le garantizase la independencia económica frente a la poderosa Inglaterra. Otra vez nos encontramos ante la separación entre la nación trabajadora independiente y la nación burguesa dependiente de burguesías extranjeras más fuertes. Desarrollando esta lógica, en 1872 explicó que el «derecho natural» es el “derecho” impuesto por la violencia del capital que justifica que la tierra pública haya sido convertida en propiedad burguesa, y añadió:

«Si la conquista ha creado el derecho natural para una minoría, a la mayoría no le queda más que reunir suficientes fuerzas para tener el derecho natural de reconquistar lo que se le ha quitado […] dejando de lado los pretendidos “derechos” de propiedad […] harán cada día más que la nacionalización de la tierra sea una «necesidad social» contra la que resultarán sin efecto todos los razonamientos acerca de los derechos de propiedad»48.

En La guerra civil en Francia, escrita en1871 detalló con suma precisión el gran y variado potencial de la Comuna de París, de sus prácticas cooperativas, de sus medidas sociales, de lo que ahora se llama denomina horizontalidad en la toma de decisiones, de su pueblo en armas, etc. En 1875, Engels le dijo a A. Bebel que lo más correcto era hablar de Comuna y no de Estado49. Marx expuso nítidamente a Sorge en octubre de 1877, que «Esta vez la revolución empezará en Oriente, que ha sido hasta ahora fortaleza inexpugnable y ejército de reserva de la contrarrevolución»50. Para no excedernos en citas, recurrimos a la opinión de R. Levrero:

«Supieron descubrir correctamente el significado del progresivo desplazamiento del núcleo del movimiento socialista revolucionario del centro hacia la periferia del mundo capitalista: no sólo no se opusieron, en nombren de alguna ideología obrerista, a dicho desarrollo, sino que, al contrario, supieron indicar a la totalidad del movimiento los profundos motivos –el desarrollo desigual y la crisis del capitalismo– que presidían esa histórica evolución. […] Marx y Engels reconocieron abiertamente y teorizaron que el desarrollo del movimiento revolucionario señalaba la tendencia de que “el campo” asediaba las “ciudades” del capitalismo. Deducían de esta tendencia la certeza de la crisis del capitalismo y la ineluctabilidad de la revolución socialista. Los hechos posteriores a 1917 han confirmado plenamente su previsión científica»51.

Esta y no otra, no la eurocéntrica, era la perspectiva estratégica revolucionaria que encuadraba e iluminaba políticamente la elaboración que analizamos en el nivel teórico concreto tal cual se plasmó en el Cuaderno, pero también en la correspondencia con Vera Zasulich. Por tanto, y antes de seguir con los avances teórico-políticos de Marx y Engels desde el Cuaderno de 1879 hasta la mitad de la década de 1880, debemos detenernos un poco en el propio Cuaderno Kovalevsky. Para seguir con el orden del libro, empecemos leyendo a Néstor Kohan que insiste en que el Cuaderno reafirman el cambio de paradigma en Marx, pero advirtiéndonos que:

«Su cambio de paradigma no abarca sólo sus posicionamientos políticos –como el abandono de todo “cosmopolitismo” en función de la defensa de la independencia nacional de Polonia e Irlanda, el análisis crítico del estrecho vínculo entre dominación de clase y etnia en la guerra civil estadounidense, sus simpatías anticolonialistas explícitas a favor de los levantamientos chinos e indios y la resistencia de Benito Juárez en México frente a las invasiones europeas o su entusiasmo por la lucha insurgente de los narodniki contra la autocracia zarista y en defensa de la comuna rural rusa– sino que, al mismo tiempo, reconfigura la matriz central de su concepción materialista y multilineal de la historia y la mirada de conjunto de su teoría crítica de la modernidad capitalista occidental»52.

Este cambio procesual de paradigma, según N. Kohan, llega en 1879 a plasmarse en cinco puntos que nosotros resumimos de la forma siguiente:

1) Europa no es el centro del mundo. 2) Indaga qué existía antes de las comunidades originarias tal cual se presentaban entonces. 3) No prioriza tanto el valor de las grandes obras de aquellas comunidades, como sus relaciones de supervivencia comunitaria y las múltiples formas que adquiere la propiedad comunal estructurada a partir del parentesco y del linaje. 4) Investiga la coexistencia de diversos tipos de relaciones sociales comunitarias incluso en el capitalismo de 1879-81, estudiando por qué los pueblos con relaciones comunales resistían tanto a los ataques colonialistas, y viendo el efecto disolvente de las violencias, servidumbres y saqueos del colonialismo sobre «las asociaciones comunitarias de parentesco». Y 5) Demuestra que el feudalismo fue sólo una forma específica europea53. Como síntesis, N. Kohan sostiene que entre 1853 y 1879 «Se puede observar y comprender un completo cambio de paradigma»54.

García Linera por su parte, indica que entre 1857-58 y el Cuaderno Kovalevsky de 1879, Marx aprendió a diferenciar dos términos que se usan indistintamente –«propiedad» y «posesión» –: mientras que el de «propiedad» si podía usarse en Europa y en sociedades con propiedad privada, no sucedía lo mismo en las sociedades con propiedad colectiva. En las primeras, la «propiedad» puede ser vendida —alienada, según Marx–; pero en las segundas, con propiedad colectiva, es imposible la venta de lo que no existe, la propiedad privada. Por eso «Marx preferirá hablar de la comunidad como «dueña» de las tierras y de los individuos trabajadores como «poseedores» de ella». También rechazaba la existencia del feudalismo en la India y América Latina55.

Para los debates en las izquierdas actuales sobre cómo recuperar los bienes y servicios públicos, sobre cómo explicar pedagógicamente las impotencias del neo-reformismo keynesiano y socialdemócrata, etc., es decisiva esta tajante separación realizada por Marx entre «propiedad» y «posesión». Uno de los problemas más agudos que el desarrollo del capitalismo en los Andes y en Bolivia creaba a las comunas, a los ayllus, era precisamente el de mantener a salvo la diferencia entre la «posesión» o «tenencia» de las tierras comunales de los ayllus y el imparable avance de la «propiedad»56 dirigida por la burguesía y por las élites corruptas indígenas protegidas por el Estado y sus leyes.

García Linera prosigue diciendo que Marx tiene:

«…una concepción del desarrollo histórico que difiere antagónicamente de los esquemas linealistas, esquemáticos y en ocasiones con rasgos racistas, con que representantes de la II Internacional caracterizaron el desarrollo el desarrollo histórico y que luego fueron continuados por Stalin en su famoso texto Materialismo dialéctico, materialismo histórico y por todos los manuales de «divulgación» marxista. Según estos, la historia conoce 5 modos de producción progresivos que todos los pueblos habrían tenido que atravesar invariablemente: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo. Diametralmente opuesto a este esquematismo vulgar y falso, el pensamiento revolucionario de Marx avanzó un cambio en la comprensión de que la historia social había avanzado a partir de un punto común inicial, la comunidad arcaica, por múltiples vías de desarrollo distintas de un pueblo a otro, de un continente a otro»57.

Sobre esta base, Marx pudo defender teóricamente la existencia de nada menos que «4 caminos distintos de transformación y desarrollo de la antigua comunidad original: la comunidad eslava, la comunidad germánica, la comunidad asiática o peruana –que luego dio lugar al concepto de modo de producción asiático– y la comunidad antigua, de donde surgió la sociedad esclavista europea»58.

A la altura del conocimiento actual ya no es posible defender el mecanicismo determinista del dogmatismo de los únicos y obligados cinco modos de producción habidos en todo el mundo. R. A. Padgug fue uno de tantos investigadores que sostienen lo mismo: «Marx describió varios tipos generales de sociedad comunal que formaron los estadios finales del mundo tribal, basado en el parentesco y la transición a la civilización, basada en las clases y el Estado. El modo “asiático” el “eslavónico”, el antiguo y el “germánico” representan los tipos principales con su desarrollo específico cada uno de ellos, sus variaciones y sus articulaciones internas»59. Para la década de 1980 el dogmatismo stalinista tuvo que ceder ante los argumentos de investigadores soviéticos como V. Masson:

«Los estudiosos ya han señalado reiteradas veces que catalogan entre los focos de las civilizaciones más antiguas, surgidas independientemente (de lo cual es testimonio la especificidad cultural de cada una, incluido el sistema de escritura), a Sumer, Egipto, Harappa, la China de la dinastía Yin, la Grecia cretense-micénica, el grupo de civilizaciones mesoamericanas y las civilizaciones antiguas del Perú […] Los sistemas agrícolas de alta productividad que tenían las primeras civilizaciones, pese a todas las diferencias locales naturales, exigían, por regla general, en trabajo en común. En Mesopotamia y en Perú se encauzaba la irrigación y a crear un sistema de canales; en Egipto, a los trabajos de mejoramiento del suelo; en China, a los esfuerzos colectivos para iniciativas hidrotécnicas, para combatir las inundaciones, que amenazaban las mieses en los terrenos fértiles inmediatos al Hoang-Ho»60.

Centrándonos en Nuestramérica, a la que Marx prestó mucha atención en su Cuaderno, y dando por supuesto que son conocidas las ideas de C. Mariátegui al respecto, acudimos a S. Guerra Vilaboy que sostiene:

«Este sistema socioeconómico y político, que descansaba en la explotación de toda la comunidad por la casta dominante, se parece mucho al tipo de sociedad que Carlos Marx describió para la India y China antiguas con el nombre de “modo de producción asiático” o esclavitud generalizada –otros autores lo han denominado “despótico-tributario”–, un régimen de transición de la comunidad primitiva a la sociedad de clases en el cual coexisten formas arcaicas de organización comunitaria –ayllú entre los incas y calpulli para los aztecas–, con un estado jerarquizado dominado por una teocracia que exige tributos y prestaciones personales (mita entre los incas y cuatequil entre los aztecas)»61.

Acercándonos ya al presente, J. Ferreira profundiza en múltiples facetas del problema que estamos analizando, de las cuales sólo podemos referirnos a cuatro. La primera es la tremenda similitud entre la comuna rusa, Obschina, y el Ayllu andino: «Tanto la comuna rusa como las comunidades andinas se han caracterizado por sostener un régimen de propiedad colectiva de la tierra y un aprovechamiento individual de los frutos del trabajo. Ambos han gozado de contemporaneidad con el sistema capitalista en incluso la comuna andina se ha mantenido hasta bien entrado el siglo XX»62. El autor parte de esta similitud y del hecho de que el Ayllu haya resistido tanto para ofrecernos la segunda aportación: Marx acertó en 1881 –como comprobaremos– al advertir que el futuro de la Obschina dependía de la lucha de clases, del triunfo socialista, y del mismo modo sucederá con el Ayllu andino63, que ya está sufriendo un cáncer de «corrupción de las élites»64 que las administran. Y la tercera:

«Partiendo por ejemplo de las formas de organización del trabajo y de propiedad del suelo de las culturas andinas, podemos comprender el significado y la importancia social de determinadas prácticas culturales hoy conocidas como “reciprocidad andina”, así como podemos entender también los intentos de restablecer una reciprocidad con la naturaleza y el mundo circundante a través de determinadas prácticas rituales y mágicas […] una práctica o símbolo que perdió significación económica, puede sin embargo tener alguna función en la cohesión de un determinado grupo humano, y por tanto sobrevivir o ser refuncionalizado en función de la nueva estructura económica y social»65.

La cuarta cita la reservamos para más adelante; esta tercera nos facilita a avanzar en la vía dejada abierta por Marx y Engels en sus estudios sobre la Obschina, sobre la cultura argelina y sobre la «democracia» del modo de producción germánico. Entre lo escrito por Marx en 1881 queremos destacar dos cartas. Una es la que muestra su incontrovertible convicción de que la conquista de derechos y libertades proletarias, es decir, del conjunto medidas sociales, políticas, económicas, etc., básicas, buena parte de las cuales ahora se denominarían bienes comunes, sólo pueden conquistarse presionando muy duramente a la burguesía, como se aprecia en la respuesta a un conocido que le pregunta sobre qué política tiene que aplicar un gobierno socialista:

«Un gobierno socialista no puede ponerse a la cabeza de un país si no existen las condiciones necesarias para que pueda tomar inmediatamente las medidas acertadas y asustar a la burguesía lo bastante para conquistar las primeras condiciones de una victoria consecuente»66.

Fijémonos en que las cursivas son de Marx. Lo hace para remarcar la importancia de atemorizar a la burguesía porque sólo el temor a las leyes de un gobierno socialista, apoyado masivamente por la clase obrera a la que sirve, puede obligarle a cumplirlas y en especial a no organizar intentonas golpistas contrarrevolucionarias. En la actualidad, entre esas entre esas «medidas acertadas» destacan todas las referentes a expropiar a la burguesía las fuerzas productivas fundamentales, desmantelar sus fuerzas represivas y crear el ejército obrero y popular, etc. Esta certidumbre avalada por un estudio permanente y crítico de la historia, encuadra la carta a su hija Jenny en la que mostraba su admiración por los «héroes» narodniki –con los que Marx tenía relación casi directa– que ejecutaban a zaristas y querían desarrollar el contenido progresista de la comuna rural, y por fin y tras estudiar con su minuciosidad habitual la historia rusa, explicó a Vera Zasulich que el desarrollo capitalista estaba destruyendo desde dentro la comuna campesina al crear una minoría más rica que la mayoría, además de otras agresiones del Estado, lo que sólo podría detenerse con la revolución social:

«Si la revolución en su tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre desarrollo de la comunidad rural, ésta se erigirá pronto en elemento regenerador de la sociedad rusa y en elemento de superioridad sobre los países sojuzgados por el régimen capitalista»67

¿Cuál era el «elemento regenerador» y en qué consistía la «superioridad» de la comuna campesina sobre la civilización del capital? Podemos imaginar parte la respuesta, en la que nos explayaremos en el cuarto y último apartado de este texto, recurriendo a otras opiniones de Marx realizadas en verano de 1882 en su viaje a Argelia, nueve meses antes de su muerte, y que nos la recuerda N. Kohan: aparte de admirar las formas de vestir, el porte natural del «moro más pobre», etc., que superaban al más grande actor europeo, sobre todo «Los musulmanes en realidad no reconocen subordinación; no son sujetos ni objetos administrativos, no reconocen autoridad»68.

Otra parte de la respuesta está en el libro de Engelsde 1884, en donde, sin miedos, llega hasta el origen de la explotación de la mujer y al surgimiento de la familia patriarcal para encontrar la causa histórica de la mentalidad servil y sumisa ante la autoridad. Engels cita a Marx: «La familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud (servitus), sino también la servidumbre, y desde el comienzo mismo guarda relación con las cargas en la agricultura. Encierra, in miniature, todos los antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su Estado»69. Engels, avanzando en el proceso de escisión social, escribe:

«Según Tácito, en todas partes existía el consejo de los jefes (príncipes), que decidía en los asuntos menos graves y preparaba lo más importantes para presentarlos a la votación de la asamblea del pueblo […] Los jefes militares eran elegidos sin atender a su origen, únicamente según su capacidad. Tenían escaso poder y debían influir con el ejemplo. Tácito atribuye expresamente el poder disciplinario en el ejército a los sacerdotes. El verdadero poder pertenecía a la asamblea del pueblo. El rey o jefe de la tribu preside; el pueblo decide que “no” con murmullos, y que “sí” con aclamaciones y haciendo ruido con las armas. La asamblea popular es también tribunal de justicia; aquí son presentadas las demandas y resueltas las querellas, aquí se dicta la pena de muerte, pero con ésta sólo se castiga la cobardía, la traición contra el pueblo y los vicios antinaturales»70

Y en el muy actual capítulo sobre barbarie y civilización, escribe:

«El estadio de la producción de mercancías, con el que comienza la civilización, se distingue desde el punto de vista económico por la introducción: 1) de la moneda metálica, y con ella del capital en dinero, del interés y de la usura; 2) de los mercaderes, como clase intermediaria entre los productores; 3) de la propiedad privada de la tierra y de la hipoteca; y 4) del trabajo de los esclavos como forma dominante de la producción. La forma de familia que corresponde a la civilización y vence definitivamente con ella es la monogamia, la supremacía del hombre sobre la mujer, y la familia individual como unidad económica de la sociedad. La fuerza cohesiva de la sociedad civilizada la constituye el Estado, que, en todos los períodos típicos, es exclusivamente el Estado de la clase dominante y, en todos los casos, una máquina esencialmente destinada a reprimir a la clase oprimida y explotada»71

5.- CUADERNO KOVALEVSKY (II)

Lo comunal o comunismo primitivo, la ayuda mutua y la cooperación que gira alrededor de la mujer72 han sido las fuerzas decisorias para la antropogénesis. Recordemos que para Marx: «El lenguaje mismo es tan producto de una comunidad como, en otro sentido, lo es la existencia de la comunidad misma. Es, por así decirlo, el ser comunal que habla por sí mismo». La carga emancipadora de esta definición aparece al ver que la vida comunal se vertebraba en el valor de uso, es decir, que la lengua era la expresión viva del valor de uso social de la comuna, lo que concuerda con estas ideas de J. R. McNeill y William H. McNeill: «Un hito importante de este proceso evolutivo fue la invención del canto y la danza, porque cuando los grupos humanos flexionan sus grandes músculos y se mantienen juntos moviéndose y voceando rítmicamente despiertan una cálida sensación de solidaridad emocional que hace que la cooperación y el apoyo mutuos en situaciones de peligro sean mucho más firmes que antes»73.

Comprendemos así la unidad entre valor de uso, lengua e identidad, y como veremos, resistencia a la destrucción de los bienes comunales. Una teoría de la nación comunal, campesina, artesana, obrera… tiene que partir de esta originaria naturaleza comunal de la lengua y de la cultura para entender su antagonismo inconciliable con la industrialización burguesa de la lengua, que no es sino una mercancía más de su industria político-cultural y un arma en sus estrategias contrainsurgentes. La definición que hizo Samir Amín de que «la cultura es el modo como se organiza la utilización de los valores de uso»74, complementa la de Marx sobre el lenguaje como el ser comunal que habla por sí mismo: las dos nos remiten a la importancia del valor de uso en la antropogenia durante centenares de miles de años en los que «era totalmente desconocida la propiedad privada del suelo»75 para aquellas comunidades.

Para Marshall Salhins, en las primeras colectividades la vida era inseparable de la satisfacción de las necesidades, de los placeres y de la efectividad cohesionadora de los actos, juegos y fiestas colectivos de redistribución del excedente social acumulado76 para evitar la polarización de riqueza en una minoría y de pobreza en la mayoría, medida precautoria que «en ocasiones» se extendía a la destrucción de las armas arrebatadas al enemigo vencido para impedir la excesiva acumulación de riqueza77, además de otras razones. El autor explica cómo funcionaba «el valor de intercambio» en aquellas sociedades que desconocían la explotación asalariada y vigilaban que no creciese la propiedad privada más allá de un umbral preciso78.

En otro texto, M. Salhins detalla los métodos de los pueblos para mantener en la medida de lo posible una igualdad comunal básica aunque ya existiera cierto nivel de acaparamiento privado79. Karl Polanyi cita la reciprocidad y la redistribución, y la simetría centralidad, remarcados en cursivas por el autor, como los pilares de las sociedades que aún no han sido descuartizadas por el mercado capitalista80 Ch. Leval y P. Dardot rescatan del olvido las duras críticas de Tomás Moro (1478-1536) a la destrucción violenta de los bienes comunales, citando estas palabras del gran utopista: «encerrando toda la tierra en pastos vallados, sin dejar subsistir nada más que la iglesia, de la que harán un establo para sus ovejas»81.

Y por no repetirnos, César Roa detalla el poder de resistencia de las formas comunales en Sudáfrica, México, Argelia, China… al ataque colonial y, al final explica cómo se transforman ahora los bienes comunales precapitalistas en lo común anticapitalista82. La lucha por reducir la jornada de trabajo, especialmente, tiene una muy directa conexión con nuestro tema porque ha sido una batalla permanente en la historia de la explotación, en la que la solidaridad y ayuda mutua, la tierra comunal y los bienes públicos, etc., han sido medios de autodefensa de los pueblos y clases oprimidas.

Recordemos que, desde el Neolítico, el grueso de las sociedades comunales entraba en escisión social interna por el aumento de las dificultades de todo tipo y la progresiva generalización de las violencias hasta concluir en guerras brutales83, y que la solidez de los lazos comunales les mantenía unidos además de entre ellos, también a los territorios que les garantizaban el sustento. Hemos visto al inicio que, en la «larga duración» de la historia, la dialéctica entre comunidad, lengua, cultura, territorio y valor de uso, facilita comprender la pervivencia de sentimientos y prácticas de solidaridad comunitaria en pueblos con ciertas características comunes, por ejemplo, su entronque en el derecho pirenaico. Ideas que podemos rastrear entre otras autores, también en las de Jon Nicolás, recogidas por Jaume Renier, según las cuales, el euskara, la lengua vasca, sería la que expresaba la conciencia de comunidades establecidas desde la zona astur-cantábrica hasta algo más allá de las actuales Andorra y Arán, recorriendo los Pirineos «tal vez hasta las mismas estribaciones de los Alpes»84.

Surgía así un sentimiento de unidad, con sus tensiones internas crecientes, imprescindible empero para entender la historia. D. Day hace constar que «cuando los lazos entre la gente y la tierra son más débiles, el control del territorio está más expuesto a la llegada de un extranjero poderoso»85 y entre varios ejemplos cita a la Corea de 1909 ocupada por Japón. Entonces los coreanos escribían clandestinamente su historia nacional manteniendo los irrompibles lazos entre territorio e identidad86: verdadera autogestión nacional. Los coreanos repetían sin saberlo los métodos clandestinos de los mayas del siglo XVI para salvaguardar su cultura prehispánica. También la experiencia vasca muestra que la defensa del euskara se ha intensificado ante el aumento de los ataques el imperialismo franco-español.

Estamos ante una constante de «larga duración» que se remonta, al menos, desde los persas. Muchas potencias imperialistas –los incas87, por ejemplo– han desarraigado pueblos que se les resistían, llevándolos a la fuerza entre durísimas condiciones a otros territorios lejanos para destruir sus identidades. Pero esta barbaridad no siempre ha sido plenamente efectiva como lo comprobaron los incas en sus ataques contra los Aymara que sí fueron «oprimidos, pero no vencidos»88. ¿Cómo explicar la interacción entre las condiciones objetivas de estas comunidades y las fuerzas subjetivas que les llevaban a tan largas resistencias? ¿Qué papel podía jugar la identidad comunal en la resistencia de la comunidad?

Sin duda, las complejas y múltiples formas sociales comunitarias de estos pueblos, eran la causa de su resistencia tenaz y polivalente89 en defensa de sus identidades90. La historiografía burguesa realiza un sistemático esfuerzo para ocultar impresionantes lecciones que nos aportan estos pueblos que dicen «atrasados»: naciones indias rechazaron el uso del dinero91 de los blancos a finales del siglo XVIII, por sus destructivos efectos ya que facilitaban la especulación sobre sus tierras, destruían sus redes comunitarias y con ellas sus culturas y formas de vida. Intuitivamente los indios sabían que «el dinero es un depósito de poder social»92 que los invasores blancos empleaban también para desunirlos y enfrentarlos unos contra otros.

Probablemente Marx y Engels ignoraban que desde 1700 el Gran Chaco sufría ataques que superaban la dureza de los anteriores, con la excusa de que eran muy pocos quienes aceptaban el cristianismo y el nuevo poder, como indica Mariana Giordano93. C. Martínez Sarasola ha contabilizado nada menos que cuarenta grandes enfrentamientos militares entre 1821 y 1848 entre los pueblos de la pampa y del Chaco y los invasores con miles de indios muertos94. Aun así, la resistencia continuó en medio de masacres, hasta la gran ofensiva colonialista de 1911, apoyada en una insoportable superioridad de medios. J. L. Ubertalli nos ofrece esta explicación del porqué de la resistencia a la invasión, tesis que Marx citaría con halagos:

«La campaña significó el intento de destrucción de un régimen social y económico, basado en la propiedad comunal de la tierra y la solidaridad, para sustituirlo lisa y llanamente por otro cuyos signos principales eran el salario mal pagado y el despojo total y sistemático de aquélla. A mayor inversión de capital, mayor necesidad de crear “obreros libres” que no podían ejercer la libertad de vivir como quisieran. Todo debía abandonarse para abrazar el “progreso” y la “civilización”. Alguna que otra vez se podría mariscar para sobrevivir durante el tiempo en que no había cochambo, pero eso era complementario. Lo esencial era servir al patrón, al militar y al dios “blanco”, y olvidarse de un pasado “primitivo” y “atrasado”. Era la vara del colonialismo aplicada a ultranza contra un grupo de paisanos unidos en la carne y en el espíritu con una tierra que era madre y hembra a la vez»95.

Pero un estudio del porqué de las resistencias de los pueblos que prácticamente se iguala a cualquiera que pudieran haber realizado Marx y Engels, y otros y otras marxistas, es el que encontramos en esta investigación colectiva por el pueblo maya en la mitad del siglo XIX:

«Pero el descontento indígena surgió sobre todo de la imposición de la autoridad de los blancos y de la amenaza que ello implicaba para su modo de vida. Así, con la agresión a los campos de maíz se atacaba una necesidad tanto económica como religiosa de los mayas. Es necesario recordar que para este pueblo el maíz no era sólo un ingrediente básico de su dieta (con él elaboraban algunas de sus comidas más apreciadas como tortillas de maíz, tamales, atole,…) sino también un obsequio de los dioses, lo que convertía su cultivo en un deber sagrado para el pueblo. Por otra parte, el aislamiento en que tradicionalmente habían vivido estas comunidades fomentaba su espíritu de independencia y su resistencia al cambio. Otra medida que la población indígena percibió como una amenaza fue el reclutamiento forzoso de sus varones para el ejército y las milicias mexicanas»96.

Por debajo de las grandes diferencias que separaban a los pueblos del Chan Chaco con los mayas y con el resto de sociedades precapitalistas, a pesar de ello, sí existían identidades de fondo que serán muy importantes para sus resistencias. Una de ella, el conjunto de sistemas materiales y culturales que sostienen su autoconciencia diferenciada, es expuesta de esta manera por E. Jones:

«El testimonio de las ciudades prehistóricas y de la primera época histórica de una parte a otra del mundo, muestra que los cambios sociales posibilitados por el incremento de la productividad de las comunidades agrícolas asentadas produjeron resultados bastante similares, ya en el Lejano Oriente y el Oriente Medio, ya en América Central. La diferenciación dentro de la sociedad, unida a la especialización y división del trabajo, dio lugar a una estratificación social -cuyo componente elitista estaba estrechamente vinculado a las creencias mágico-religiosas- y a la capacidad para organizar los recursos económicos y humanos y crear estructuras de poder de gran eficacia. Todos estos son elementos comunes […] Lo que todas poseían era un centro ceremonial que constituía el punto culminante de toda la ciudad: la necesidad de la arquitectura monumental fue universal y universalmente expresaba divinidad, poder y riqueza»97.

Muchos estudios insisten en la importancia material y simbólica del «centro ceremonial» también llamado Templo, Palacio, iglesia campesina según T. Moro, o Casa Grande, como la nombraron los españoles al topar con una casa de almacenaje del excedente, reunión deliberativa de la comunidad y lugar de fiesta: quemaron la casa con el pueblo dentro. La larga duración del poder simbólico del Templo, Palacio, Iglesia, Casa Grande…, en las identidades colectivas la apreciamos en persistencia de ceremonias de la autoridad en muchos sitios: en China se mantuvo hasta 1911 el sacrificio anual propiciatorio de una buena cosecha que tenía que realizar el Emperador. Culturas europeas hicieron de ciertos árboles un espacio sagrado o con simbología de poder, alrededor de cual se reunían para resolver los problemas de cierta entidad, el caso del tremendo arraigo popular del símbolo del árbol de Gernika98 es el más conocido aunque en la historia vasca no es en único.

También es significativa la persistencia de la antropofagia sacrificial simbólica de las religiones del Libro –Biblia y Corán– inseparables del «centro ceremonial» como indica Patrick Tierney99. La fuerza material del canibalismo simbolismo es innegable: «Todos somos un cuerpo en Cristo» mediante la «comunión sagrada» que nos une y nos salva del pecado y del infierno. Todos debemos sacrificarnos por esta unidad «como Él lo hizo en nombre del Padre», etc. El concepto clave es el de «expiación» del pecado, para así ser merecedores del «libre acceso a Yahweh»100. O sea: «todos nos sacrificamos por la patria burguesa». Este ceremonial es igual a otros en los que la presencia del «dios de la guerra», aliado del poder: «Por el protocolo, no hay demasiada diferencia entre uno de los primeros monarcas de Egipto y Luis XIV de Francia o Fernando VII de España. La diferencia no está más que en la satisfacción o disgusto de sus súbditos, no en el criterio gubernamental del estado que tienen las dinastías de Egipto, 3.000 años a. de J.C., o las testas coronadas de la Europa absolutista»101.

Tampoco hay diferencia básica entre el poder faraónico y el contenido sociopolítico del protocolo por el cual Felipe VI designa al arzobispo castrense español102, visibilizando la unidad material, que no sólo simbólica, del poder político-religioso y militar en el Estado: cinco milenios de historia politeísta dan aura de eternidad a tamaño oprobio a la inteligencia humana. También confirman que, como estamos viendo, la ruptura de la unidad comunal debido al triunfo de la propiedad privada, sea faraónica o burguesa, tuvo y tiene efectos directos sobre la conciencias de las clases y naciones explotadas. El poder político-religioso y militar de Felipe VI azuza el debate sobre la unidad y lucha de contrarios que desde el origen de la propiedad privada tensiona al ideal comunitarista en su forma religiosa.

Por ejemplo, la poderosa herejía cátara desde mediados del siglo XI, tenía uno de sus soportes de masas en la pervivencia de tradiciones rurales paganas103, precristianas. Por ejemplo, más tarde y exterminado el catarismo a sangre y fuego –«¡¡Matadlos a todos, que dios sabrá distinguir los buenos de los malos!!» –, Tomás de Aquino (1225-1274) no tuvo más remedio que reconocer que in extrema necessitate omnia sunt communia, pero dos siglos después Müntzer (1489-1525) la radicalizo: omnia sunt communia. Ambos eran cristianos, como Felipe VI y el futuro arzobispo castrense español. Por esto, F. Houtart, estudioso de las contradictorias relaciones entre bienes comunales y burocracias político-religiosas y militares, define a las religiones como «Medios de integración y protesta»104.

Las clases dominantes presionan para transformar los restos de la memoria comunal en instrumentos de su poder privado. La lucha entre la poderosa y siempre reforzada ideología de la propiedad y los restos confusos y borrosos de la siempre perseguida memoria popular, es permanente, sobre todo en las naciones oprimidas. Desde antiguo, uno de los campos de batalla más importantes de esta guerra social por el poder de lo simbólico, no era otro que el de las fiestas oficiales o populares y sigue siéndolos. La «fiesta»105, con todos sus componentes sociales tan diferentes, opuestos y contrarios, es, desde esta perspectiva, un momento de la lucha de clases, tal como se vio en la revolución francesa. Lenin también opinaba que la revolución es la fiesta de las y los oprimidos. La persistencia también en Europa de estas dinámicas puede ser la coexistencia de formas societarias comunales minorizadas con la economía feudal en agotamiento y capitalista en expansión hasta finales del siglo XVIII en su forma material, y después en sus expresiones simbólicas hasta bien entrado el siglo XIX, como se aprecia en la evolución de las utopías socialistas, anarquistas y comunistas, hasta la formación del comunismo marxista. Según García Linera, Marx conocía la existencia de esas formas sociales en retroceso en muchos sitios de Europa, que Kautsky106 certificó en 1898.

La memoria social, política y militar-popular, no la de la clase dominante, de los pueblos varía entre otras cosas según se imponga o predomine en su cultura oprimida uno u otro componente. Si en la unidad y lucha de contrarios que siempre se libra en la compleja conciencia popular, se impone el componente integrador, fetichista, vuelve a suceder lo que ya denunció Marx en 1850:

«Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria, es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal»107

Si, por el contrario, es el componente de protesta el que subsiste y se reactiva en contextos de mayor explotación, entonces sucede lo que Lenin ya teorizó en 1902 al hablar de la «larga historia»108 de la experiencia clandestina contra el zarismo que había forjado pautas de comportamiento válidas. No hace falta decir que para que crezca y se imponga la conciencia revolucionaria viva sobre la tradición de todas las generaciones muertas, es imprescindible la militancia organizada. Lenin no hacía más que dar fe de la capacidad de las grandes masas campesinas y artesanas, y del pequeño proletariado aun existente en 1902, para recordar mal que bien, borrosamente, el lado bueno, revolucionario, de los mitos sobre las rebeliones de Pugachov en 1773-1775, y otras. La capacidad provocadora del cura Gapón, miembro de la policía secreta zarista, en 1905 es un ejemplo de ello, como también lo es, pero de signo antagónico, el que los soviets de 1917 readaptaran a la lucha en el medio industrializado formas más desarrolladas que las de 1905 de debate y decisión de la comuna rusa. De los soviets de 1905 a los de 1917 hay un avance en la capacidad obrera y popular de integrar utopías igualitarias, como la hay de la comuna de 1871 en París a la Comuna o Soviet de Baviera de 1918. Otro ejemplo lo tenemos en esta carta de un soldado a su familia campesina en agosto de 1917:

«Querido compadre, seguramente también allí han oído hablar de bolcheviques, de mencheviques, de social-revolucionarios. Bueno, compadre, le explicaré que son los bolcheviques. Los bolcheviques, compadre, somos nosotros, el proletariado más explotado, simplemente nosotros, los obreros y los campesinos más pobres. Éste es su programa: todo el poder hay que dárselo a los diputados obreros, campesinos y soldados; mandar a todos los burgueses al servicio militar; todas las fábricas y las tierras al pueblo. Así es que nosotros, nuestro pelotón, estamos por este programa»109.

Llegados a este punto, debemos recurrir a la cuarta aportación de J. Ferreiro a la que nos hemos referido arriba: «En determinadas condiciones de la lucha de clases y del proceso político, ciertas manifestaciones culturales de sectores obreros y populares, pueden adquirir connotaciones directamente políticas. Por ejemplo, los rituales en el Día de los Muertos en la ciudad de El Alto luego del levantamiento insurreccional del 2003, dando formas culturales determinadas, formadas históricamente con raíces de las culturas andinas, elementos de la religión católica, nuevos componentes urbanos, etc., pueden pasar a expresar simbólicamente un determinado posicionamiento político frente al Estado»110.

Llegados a este punto, debemos preguntarnos sobre si estudios posteriores pueden integrarse en esta visión dialéctica y a la vez pueden explicar luchas de liberación tan prolongadas e intensas como la catalana, la vasca, la asturiana –Consejo Soberano de Asturias y León de 1936-37–, la aragonesa –El Consejo de Aragón de 1936-37 por ejemplo–, u otras que entran en el área de lo que, con sus especificidades, estaba regulada por el «derecho pirenaico» cuyo origen es antiguo y se transmitía por la cultura oral, hasta que en 882 se escribió una de sus primeras compilaciones111, existiendo por otra parte referencias a la fundación del Reino de Pamplona en 824, el Derecho navarro tuvo que esperar al siglo XII para ser escriturado. Por tanto, un sistema con una base previa de «derecho consuetudinario […] comunalista y concejil»112. Recordamos ahora la defensa de Marx del derecho consuetudinario, su fascinación por las comunas, etc., y el giro radical de Lenin hacia los soviets y consejos –concejos– incluso en la India de 1920.

Jaume Renyer ha seguido el desarrollo del derecho pirenaico en Aragón, en los valles de Arán, Àneu y Andorra, y en la Catalunya que va expandiendo hacia el sur, su forma particular de derecho pirenaico en la medida en que va arrancando países del islam. Este autor, al que hemos citado arriba, insiste varias veces en la importancia de las creencias precristianas y en la extensión de la lengua «eusko-ibérica», así como de las tierras y bienes comunales para entender el derecho pirenaico, concluyendo con un muy interesante seguimiento de la evolución y las diferencias entre el Derecho privado catalán y el Derecho público español en Catalunya desde 1714 hasta 2015. En 1714 la alianza entre los reinos de España y Francia terminó con la destrucción de la independencia catalana tomando Barcelona tras una tenaz resistencia de su pueblo. En palabras de J. Renyer:

«Esta evolución del área euskaldun es similar en muchos aspectos a la experimentada en el Pirineo oriental […] Las formas de vida y cultura, la casa y la familia con el transcurso de los siglos generan una costumbres y una tradición oral que deviene fuente originaria de la ordenación de la vida comunitaria en los valles pirenaicos que subsisten y evolucionan autónomamente aun cuando la intensa romanización del Pirineo oriental envuelve al conjunto de los pueblos pirenaicos en las sucesivas etapas de hegemonía política visigoda, musulmana y franca […] Esta concepción de la casa y la familia y el derecho consuetudinario familiar es extensiva con variantes locales, al conjunto de los valles pirenaicos en ambas vertientes»113

J. L. Orella Unzué también expone las características básicas de Zuzenbide Piriniarra:

«En la configuración de la Corona de España, principalmente desde la entrada de los Borbones en la guerra de sucesión y tras la finalización de las guerras carlistas se dio una suplantación impositiva del sistema jurídico mesetario castellano a todo el territorio. Pero esta imposición abusiva no pudo ser total porque quedaron subsistiendo raíces profundas sociales y culturales, económicas y jurídicas de la forma de ser y del sistema jurídico pirenaico, que diferenciaba sustancialmente de los castellanos los comportamientos, las mentalidades y aun la vida cotidiana de los habitantes de los Pirineos, y en este caso de los vascos, de los navarros y de los catalanes»114

El autor se refiere al período que va de finales del siglo XVII a finales del siglo XIX, pero se prolonga hasta ahora mismo debido a las reivindicaciones nacionales y sociales múltiples en estos pueblos, que otros autores extienden hasta el extremo occidental astur-cántabro, según hemos visto anteriormente. Orella sintetiza en tres puntos lo básicos del derecho pirenaico en sus dos vertientes, continental y peninsular: 1) Uso y costumbres de derecho privado; 2) Derecho público en Juntas Generales y Particulares, Cortes, Estados Generales. Y 3) Pactismo, Pase o uso foral y derecho de sobrecarga115. Pero Orella no mitifica este derecho, sabe que existían contradicciones sociales que se expresaban en revueltas populares y represiones:

«Los Infanzones gozaban de especiales privilegios, exenciones económicas y honores. No podían ser juzgados sino en la Corte del rey, por su alcalde y con asistencia al menos de tres ricoshombres e infanzones; sus palacios gozaban del derecho de asilo. Acusados de hurto por un villano, eran absueltos por la primera vez bajo su juramento. Los infanzones no pagan portazgo por las mercaderías que compran y venden: pueden sacar hierro de su heredad y llevarlo donde quieran; tenían doble porción que los villanos en la leña de los montes; no estaban obligados a ayudar a la reparación de los muros de la villa»116.

Ya en este momento de la sociedad pirenaica, Zuzenbide Piriniarra defendía los intereses de la clase dominante, como es lógico, pero también amparaba siquiera formalmente la acción del pueblo en la vida social, como parte del Derecho Pirenaico general. Para esta época la lucha de clases interna a las sociedades pirenaicas era una realidad innegable. El impresionante poder de los Infanzones, sus privilegios y su prepotencia, era apoyado por la Iglesia obsesionada en intensificar la cristianización quemando la memoria popular que recordaba aún la soberanía pagana, precristiana, y su cultura con el fuego de las hogueras que abrasaban a las mujeres vascas acusadas de brujas, sorginak, porque, en el fondo, el poder tenía «miedo a la rebelión»117: ¿sería visto el akelarre como una peligrosa asamblea popular ilegal a exterminar?

J. Argote Urzelai nos aporta un ejemplo de la actual fuerza material inserta en la defensa popular de lo comunal:

«Entendemos como comunal aquello que es de uso y disfrute común a todos los miembros de una comunidad, es decir aquello que no es privativo. Está claro que el Concejo como gobierno local difícilmente podría haber llegado hasta nuestros días sin la figura del común. Los concejos y el común han ido de la mano durante siglos, de tal forma que la defensa de lo común ejercida por los consejos alaveses ha sido tan intensa que ni siquiera las diferentes amortizaciones ejercidas en todo el territorio español fueron capaces de privatizarlo. Así, lo que hoy conocemos como montes comunes es el resultado de un bien gobierno concejil y es algo admirado e incluso envidiado en nuestros días»118.

Podríamos seguir exponiendo prácticas populares y obreras de la resistencia tenaz y hasta desesperada de los bienes comunales menguantes y de las menguantes atribuciones del Derecho Pirenaico, sobre todo en sus formas de Derechos Forales perseguidas primero con presiones y amenazas, y luego con guerras atroces desde los ataques al Estado Navarro desde el siglo XIII para quitarle territorios, y su invasión en el siglo XVI, y definitivamente desde el siglo XVIII en el Estado francés y durante todo el siglo XIX en el español. La misma reflexión hay que hacerse con respeto al resto de los pueblos que se regían por el Derecho Pirenaico.

Pero, para concluir, lo que nos interesa es volver a lo dicho arriba sobre las tres razones por las que es necesario leer y debatir colectivamente, en grupos militantes sobre todo, los tres borradores inéditos hasta que la casa editora Belaterra nos los ha puesto al alcance: la «izquierda» nacionalista española, «izquierda» de Su Majestad Felipe VI, es destrozada hasta la raíz en cada uno de los tres manuscritos. Por razones de espacio, sólo hemos aportado algunas de las críticas radicales que esos manuscritos contienen en potencia y que ahora debemos actualizar colectivamente. Como síntesis, es el nacionalismo español de «izquierdas» el que recibe un golpe demoledor. No es casualidad, pensamos, que este libro tan necesario haya sido editado en Catalunya.

EUSKAL HERRIA, 8 de abril de 2021

Notas:

1 Marx: «Crítica de List, o borrador de un artículo sobre el libro de Friedrich List Nationale System Der Politischen Oekonomie». Comunidad, nacionalismos y capital. Belaterra. Barcelona 2021, pp. 153 y 173.

2 Ángel Palerm: Antropología y marxismo. Nueva Imagen. México 1980, p.52.

3 René Gallissot: «Contra el fetichismo». El concepto de formación económico-social. PyP nº 39. México 1976. p. 177.

4 Pierre Vilar: Historia, nación y nacionalismo. HIRU, Hondarribia 1998, 49-50.

5 Pierre Vilar: Iniciación al vocabulario del análisis histórico. Crítica, Barcelona, 1980, pp. 71-72.

6 Jean Chesneaux: ¿Hacemos tabla rasa del pasado? Siglo XXI, Madrid, 1984, p. 130.

7 Ernst. Mandel: La formación del pensamiento económico de Marx. Siglo XXI. 1972, p. 132.

8 Pierre. Broue: El partido bolchevique. Ayuso. Madrid 1974. p. 338.

9 B. S. Turner: «Sociedad asiática», Diccionario de pensamiento marxista, Tecnos, Madrid 1984, p. 703

10 Leopoldo Mármora: El concepto socialista de nación. PyP. Nº 96. México 1986, pp. 82-116.

11 Canarias Semanal: El ministro Alberto Garzón: bases militares yanquis, de “entrada sí”. 20 de noviembre de 2020 https://canarias-semanal.org/art/29040/el-ministro-alberto-garzon-bases-militares-yanquis-de-entrada-si-video

12 OMS: El nacionalismo de las vacunas sólo perpetuará la enfermedad. 22 de septiembre de 2020 https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/covid-19-el-nacionalismo-de-las-vacunas-solo-perpetuara-la-enfermedad–5977

13 Beatriz Asuar Gallego: Expertos y organizaciones se unen para llevar la supresión de patentes a la UE ante la falta de vacunas. 6 de abril de 2021 https://www.publico.es/sociedad/expertos-organizaciones-unen-llevar-supresion-patentes-ue-falta-vacunas.html

14 Jesús Rodríguez Rojo: La revolución en El Capital. Garaje. Madrid 2019, p. 65.

15 Vijay Prashad: Las vacunas deben ser un bien común de la humanidad. 7 de abril de 2021 https://rebelion.org/las-vacunas-deben-ser-un-bien-comun-para-la-humanidad/

16 Mª Palacios Alcalde: «Portugal en el siglo XVIII», Gran Historia Universal, CIL. Madrid 1986, Tomo 18, pp. 155-156.

17 M. Beaud, Historia del capitalismo. De 1500 a nuestros días, Ariel, Madrid 1986, pp. 29-55.

18 Marx: Crítica a List. Ídem. p. 177.

19 Laurent de Sutter: Narcocapitalismo. Reservoir Books. Barcelona 2020, p. 39

20 Marx, El Capital, FCE, México, 1973, Libro III, p. 387.

21 Marx: Crítica a List. Ídem, pp. 179-180

22 Enrique Dussel: «Introducción». Ídem. Pp. 193 y 196.

23 Néstor Kohan: «El taller de investigación de Karl Marx»Ídem. p. XXXVIIII

24 Farit L. Rojas Tudela: «Prólogo». Ídem. p. LXXXI

25 Marx: Manuscrito económico de 1861-1863. Ídem. Pp. 203, 204 y 206

26 Ídem. Pp. 210-211

27 Ídem. P. 217

28 Ídem. P. 236

29 Ídem. Pp. 283-284

30 Ídem. P. 290

31 Ídem. P. 313

32 Ídem. Pp. 292-293

33 Ídem. P. 342

34 I. Rojas: «Introducción». El Capital Libro I. Sexto Capítulo (Inédito). Hilo Rojo. Barcelona 1997, p. XLVII

35 A. García Linera: Forma valor. Forma comunidad. El bastión. La Paz. 2009, pp. 185-201.

36 A. García Linera: Ídem. Pp. 203-229.

37 Marx: Manuscrito económico de 1861-1863. Ídem. Pp. 294-295

38 Ídem. Pp. 300-304

39 Ídem. P. 314

40 Ídem. P. 315

41 Ídem. P. 316

42 Ídem. P. 318

43 Ídem. P. 319

44 Marx: «Los Debates sobre la Ley acerca del Robo de Leña», En Defensa de la libertad, Los artículos de la Gaceta Renana 1842-1843, Fernando Torres Editor, Valencia 1983, p. 215

45 Marx: Formaciones económicas precapitalistas Talleres Gráficos. Madrid 1967, p. 140

46 Marx, El Capital, FCE, México, 1973, Libro III, p. 322.

47 Marx: El Capital, FCE, México, 1973, Libro III, p. 720.

48 Marx: La nacionalización de la tierra. Obras Escogidas. Progreso. Moscú, 1978, Tomo II, pp. 305-306.

49 Engels: Carta a A. Bebel. 18-28 de marzo de 1875. Obras Escogidas. Progreso, Moscú. 1978, Tomo III. p.32.

50 Marx: «Carta a Sorge» Octubre de 1877. Correspondencia. Cartago. Argentina 1973, p. 286.

51 Renato Levrero: Nación, metrópoli y colonias en Marx y Engels. Anagrama. Barcelona 1975, pp. 86-87.

52 Néstor Kohan: «El taller de investigación de Karl Marx»Ídem. P. LX

53 Néstor Kohan: Ídem. Pp. LXI-LXVI

54 Néstor Kohan: Ídem. P. LXVII

55 Álvaro García Linera: «Introducción» Comunidad, nacionalismos y capital. Belaterra. Barcelona 2021.P. 5.

56 Javo Ferreira: Comunidad, indigenismo y marxismo. Palabra Obrera, Bolivia, 2010, p. 34.

57 Álvaro García Linera: Ídem. P. 8

58 Álvaro García Linera: Ídem. P. 8.

59 R. A. Padgug: «Clases y sociedad en la Grecia clásica». El marxismo y los estudios clásicos AA.VV. Akal. Madrid 1981, p. 75

60 V. Masson: La época de las primeras civilizaciones. AC de la URSS. Moscú 1987 N. º 3. pp. 145-147

61 Sergio Guerra Vilaboy: Brece historia de América Latina. Ciencias Sociales. La Habana 2006, p. 19.

62 Javo Ferreira: Comunidad, indigenismo y marxismo. Palabra Obrera, Bolivia, 2010, p. 72.

63 Javo Ferreira: Ídem. P. 74.

64 Javo Ferreira: Ídem. P. 92.

65 Javo Ferreira: Ídem. pp. 119-120.

66 Marx: «Carta a Domela Nieuwenhuy del 22 de febrero de 1881» La insurrección armada Boltxe liburuak,Bilbao 2013, p. 36

67 Marx: Proyecto de respuesta a la carta de Vera Zasulich. Obras Escogidas. Progreso, Moscú. 1978, Tomo III. P. 170

68 Néstor Kohan: «El taller de investigación de Karl Marx»Ídem. p. LX

69 Engels: El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Obras Escogidas. Progreso, Moscú. 1978, Tomo III. Pp. 246-247.

70 Engels: Ídem, pp. 321-322

71 Engels: Ídem, p. 350.

72 Carolina Martínez Pulido: El papel de la mujer en la evolución humana. Biblioteca Nueva. 2003, p. 464.

73 J. R. McNeill y William H. McNeill: Las redes humanas. Crítica. Barcelona 2004, p. 12

74 Samir Amín, Elogio del socialismo, Anagrama. Barcelona. 1978, p. 6

75 M. Beer, Historia general del socialismo. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1973, p. 9

76 Marshall Sahlins: Economía de la Edad de Piedra. Akal 1983. pp. 203-252.

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99 Patrick Tierney: Un altar en las cumbres. Muchnik Editores. Barcelona 1991, p. 419

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109 Giuseppe Boffa La revolución rusa. Era. México 1976. Volumen 2. p. 28.

110 Javo Ferreira: Comunidad, indigenismo y marxismo. Palabra Obrera, Bolivia, 2010, p. 125.

111 Aitzol Altuna Enzunza: «Los Fueros: el derecho común a todo el Estado de Nabarra». Derecho Pirenaico. Zuzenbide Piriniarra. Nabarralde. Iruñea, 2017. P. 219.

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113 Jaume Renyer: «Actualidad del Derecho Pirenaico: Catalunya, Andorra y Arán», Ídem. Pp. 136-137.

114 José Luis Orella Unzué: «Sistema jurídico pirenaico versus el mesetario español». Ídem. P. 15.

115 José Luis Orella Unzué: Ídem. Pp. 30 y ss.

116 José Luis Orella Unzué: Ídem. P. 55.

117 Brian P. Levack: La caza de brujas en la Europa moderna. Altaya, Barcelona 1977, pp. 94-98.

118 Javier Argote Urzalai: «El sistema de Concejos en Álava». Derecho Pirenaico. Zuzenbide Piriniarra. Nabarralde. Iruñea, 2017. P. 240.

Fuente: https://rebelion.org/conocer-al-marx-desconocido-o-sobre-la-importancia-de-comunidad-nacionalismos-y-capital/
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