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Instituto Colombo Alemán de Paz

Por: Ignacio Mantilla

Como fruto de esta alianza se han llevado a cabo, entre otras actividades, cinco foros académicos en donde se abordaron los temas de mayor complejidad y controversia de los acuerdos de negociación entre el Gobierno y las FARC.

Una reciente convocatoria, iniciativa del gobierno alemán, en cabeza de Tom Königs, delegado de Alemania para el proceso de paz colombiano, ha permitido reunir al grupo de universidades colombianas que conforman la Alianza y a un grupo de universidades alemanas en torno a un proyecto conjunto de cooperación académica internacional. En esta ocasión se busca crear el Instituto Colombo Alemán de Paz – ICAP, como una organización y “consorcio de universidades” con estructura académica definida para adelantar estudios de maestría y doctorado en temas relativos a la paz y con participación de académicos alemanes y colombianos.

Los investigadores que se formarán en estos programas recibirán la financiación requerida como estudiantes de maestría o de doctorado y podrán acceder a movilidad internacional, recursos para la consolidación de sus investigaciones, laboratorios, bases de datos y soporte económico permanente.

En Colombia la Universidad Nacional será la encargada de coordinar el trabajo de las universidades de la Alianza. Sin embargo, es importante mencionar que se invitará a más universidades, especialmente algunas con campus situados en regiones y zonas de conflicto, para que se vinculen en el trabajo académico y de investigación que desarrolle el ICAP.

Para el caso de las instituciones alemanas, la coordinación estará a cargo de la Justus-Liebig-Universität Giessen (desde el área de Derecho y Ciencias Políticas) y participarán además, la Freie-Universität Berlin (con su Instituto de Investigación en America Latina), la Georg August Universität Göttingen (también en el área de Derecho), el Instituto de Investigación por la Paz de Frankfurt (como parte de la asociación Leibniz), y la Albert-Ludwigs-Universität Freiburg que también se ha asociado a este importante proyecto para nuestro país.

La iniciativa colombo-alemana tuvo un importante impulso del anterior embajador en Alemania, Juan Mayr, y con satisfacción comprobamos que la nueva embajadora, María Lorena Gutiérrez, ha continuado el interés en el proyecto. El ICAP será financiado inicialmente por el Ministerio Alemán de Relaciones Exteriores a través del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD). El ICAP se proyecta para los próximos 10 años, con una fase de desarrollo (2016-2019), seguida de una fase de institucionalización (2019-2023) y una fase de consolidación (2023-2026).

El ICAP tiene como objetivo construir una amplia red de cooperación entre instituciones y académicos para llevar a cabo investigaciones de alto nivel que aporten al país en su etapa de posconflicto. En este sentido, el ICAP se constituirá en el mayor centro de investigación internacional para el posconflicto colombiano, que mediante el intercambio de estudiantes y científicos, y el desarrollo de proyectos de investigación conjuntos promueva activamente el diseño exitoso de una sociedad en paz para Colombia. En otras palabras, el ICAP es una institución que pretende apoyar la implementación de una paz sostenible en Colombia mediante actividades de investigación, enseñanza y consultoría.

En nuestros primeros encuentros para la creación del Instituto Colombo Alemán de Paz, hemos empezado a discutir en detalle las categorías, titulaciones y demás elementos formales, de tal manera que podamos responder a la amplia gama de iniciativas que se han propuesto desde las distintas instituciones de educación superior vinculadas. Sólo a manera de ejemplo, podemos mencionar que ya desde el comienzo de la Alianza de Universidades por la Paz, hemos visualizado que el Instituto debe fomentar diversas actividades de extensión e investigación, así como observatorios de seguimiento, que deben asumirse bajo las categorías propuestas de enseñanza, estudios y consultoría. En cualquier caso, el ICAP aspira a tener incidencia y aplicación de sus investigaciones y proyectos en las regiones más afectadas por el conflicto armado colombiano.

La responsabilidad de las universidades es la de formar personas integrales y con capacidad para aportar a una sociedad próspera y en paz. En este sentido, esfuerzos como la Alianza de Universidades por la Paz y el Instituto Colombo Alemán de Paz deben recibir todo el apoyo, no solamente de nuestras instituciones, sino también de nuestros gobiernos.

Como Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, nuestro compromiso con la paz del país es claro y decidido. Por esta razón, lideraremos los esfuerzos de cooperación académica necesarios, que generen condiciones adecuadas para el logro de la paz duradera en Colombia.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/instituto-colombo-aleman-de-paz

Foto de archivo

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La admisión a posgrados de la Universidad Nacional

Por: Ignacio Mantilla

La naturaleza misma, los requerimientos, la demanda y la oferta de cupos para cursar estudios de posgrado hacen que tanto la convocatoria como el proceso de admisión sean sustancialmente diferentes al proceso de admisión al pregrado. En efecto, es más extensa, prácticamente se realiza durante todo el periodo académico, y se consolida con la presentación de las pruebas que son exigidas en algunas áreas.

Antes de mostrar algunas cifras de los posgrados de la Universidad Nacional, quiero destacar especialmente el interés creciente de los nuevos profesionales por realizar estudios de posgrado, principalmente programas de maestría, inmediatamente después de concluir los estudios de pregrado. Es por lo tanto común o corriente que algunos jóvenes busquen opciones de becas para continuar sus estudios, aún con preferencia sobre la búsqueda de un primer empleo, incluyendo en su búsqueda la no despreciable opción de realizar los estudios en el exterior.

En la Universidad Nacional, actualmente cerca del 20% de los estudiantes  son de posgrado. La Universidad ofrece más de 300 programas de posgrado en todos los niveles, la mayoría son maestrías de investigación. Contamos también con cerca de 60 programas de doctorado y 35 especialidades médicas.

La demanda de cupos es muy disímil, como lo muestran las cifras del proceso que acaba de concluir: se presentaron 6452 aspirantes para una oferta de 4212 cupos; sin embargo la cifra de la demanda por especialidades médicas es asombrosa: hubo 2931 médicos aspirantes a cursar una especialidad y únicamente 151 cupos disponibles. Es decir que la gran competencia por el ingreso que ya se da en el pregrado de medicina es aún mayor en el posgrado. Esta es, claramente, una de las causas por las que a muchos sólo les queda la opción de ir a especializarse en el exterior. Lo cual no justifica la obtención de engañosos diplomas que algunos pretenden convalidar como de especialistas; títulos que han sido motivo de debate recientemente.

Pero, en los otros programas de posgrado la cobertura es amplia y se presenta incluso el caso extremo de programas cuya disponibilidad de cupos supera ampliamente a la cantidad de aspirantes inscritos, cosa impensable en cualquier carrera ofrecida por la Universidad Nacional.

Todos los programas de posgrado de la Universidad Nacional están subsidiados en un valor que alcanza más del 60% y un buen número de estudiantes son beneficiarios de alguna beca. El valor de la matrícula oscila entre dos y cinco millones de pesos (3.5 y 8 smmlv) aproximadamente y, a diferencia del pregrado, este valor no depende de la condición socioeconómica del estudiante o de su capacidad de pago, sino del programa mismo.

Naturalmente los profesionales, estudiantes de doctorado, son un enorme capital para reforzar el recurso docente de una institución. Es común y recomendable que haya asistentes que se formen como nuevos docentes mientras adelantan sus estudios doctorales y que adicionalmente, por una parte, ayuden a mitigar la escasez de profesores, atendiendo las asignaturas obligatorias en el pregrado y, por otra, que como compensación, reciban una ayuda económica y exención de pago de matrícula para estimular su entera dedicación al programa.

Estoy convencido de que no debe haber estudiantes de tiempo parcial en un programa de doctorado. El doctorando debe dedicarse exclusivamente a sus estudios y es por esta razón que todo estudiante de doctorado debe estar financiado, preferiblemente becado. Adicionalmente, es fundamental para los estudiantes de doctorado que durante el desarrollo de su tesis puedan acceder a pasantías internacionales que les permitan vivir y aprender de otros ambientes académicos. La experiencia internacional, de otra cultura, si es posible otro idioma, no solamente fortalece la formación académica del estudiante sino que además lo forma como ciudadano, como investigador y ser humano integral.

Una información adicional sobre el proceso de admisión recientemente concluido en la Universidad Nacional es la edad de los aspirantes a los programas de posgrado: 67 de ellos tienen más de 50 años y la mitad de los aspirantes tienen entre 26 y 30 años. Sorprende que cerca de 30 aspirantes no habían cumplido los 20 años.

Como en el caso de los exámenes de admisión a los programas de pregrado,  los exámenes para posgrado se presentan dentro y fuera del país. De esta forma encontramos que los aspirantes inscritos al proceso de admisión son de 24 nacionalidades distintas. La mayoría de extranjeros son ecuatorianos, seguidos del grupo de venezolanos, costarricenses y algunos alemanes, ingleses y norteamericanos.

La Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, es la institución de educación superior del país con mayor cobertura en posgrado. Más del 40% de los graduados de doctorado en Colombia son formados en nuestra alma mater. Los esfuerzos de nuestra Institución para ofrecer programas de posgrado de calidad internacional, nos obliga a invertir permanentemente en equipos, bases de datos, laboratorios, bibliotecas y movilidad internacional, entre otros muchos aspectos, que son esenciales para la investigación y formación al más alto nivel. Gracias a los colombianos por creer y apoyar a su Universidad Nacional.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/admision-posgrados-de-universidad-nacional

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Cómo fue la admisión a la Universidad Nacional

Por: Ignacio Mantilla

En el primer caso se presentaron 70 741 aspirantes, procedentes de 950 municipios de todos los departamentos del país. Y contamos también con aspirantes de 35 países diferentes. De ellos, la mayoría son de Venezuela, seguido del grupo de Estados Unidos, Ecuador y España; pero llama la atención encontrar aspirantes de países como Siria, Hungría, Suecia, Corea  del Sur o Croacia.

Destaco esta información ya que es común escuchar voces en contra de recibir estudiantes extranjeros para adelantar estudios universitarios en instituciones públicas. No obstante debemos saber los colombianos que hay un elemental principio de reciprocidad que debemos atender, pues el número de jóvenes estudiantes colombianos en el exterior cada vez es mayor. Nada más en Argentina, de acuerdo con la información de su embajador Marcelo Stubrin, hay hoy cerca de 25 000 estudiantes colombianos.

Como se ha establecido desde hace algunos años, los aspirantes a pregrado presentaron el mismo examen el día 18 de septiembre, habiendo elegido previamente una Sede de la Universidad Nacional en la que desean estudiar. De acuerdo con el puntaje de la prueba, el aspirante elige ahora la carrera que desea iniciar en la sede seleccionada.

En esta ocasión, simultáneamente con la inscripción, se les hizo a todos los aspirantes una pregunta para conocer cuáles son la carreras que desearían cursar, independientemente del puntaje que obtendrían en el examen. Los resultados muestran unos intereses que probablemente son los mismos de la mayoría de los jóvenes colombianos que iniciarán estudios universitarios el próximo año. Estas son, en orden de preferencia, las carreras favoritas de los aspirantes en Bogotá: Medicina, Psicología, Ingeniería Civil, Derecho, Ingeniería de Sistemas, Ingeniería Industrial, Arquitectura, Ingeniería Macatrónica. En Medellín y Manizales, Ingeniería Civil y Arquitectura y en la Sede Palmira la primera opción de los aspirantes es Ingeniería Ambiental.

Sorprende, sin embargo, el buen lugar que ocupan otras carreras que tradicionalmente no tenían gran demanda y que hoy, cada vez con más fuerza, son primera opción para muchos jóvenes; este es el caso de: Contaduría, Enfermería, Geología, Biología, Odontología, Diseño Industrial, Ciencia Política, Antropología, Física, Estudios Literarios y Farmacia.

En cumplimiento de su función social, la Universidad Nacional ofrece programas de admisión especial para los mejores bachilleres colombianos, para los mejores bachilleres de municipios pobres, para los mejores bachilleres de población negra, afrocolombiana, palanquera y raizal, para bachilleres víctimas del conflicto armado interno y para bachilleres integrantes de comunidades indígenas. Por ejemplo, la carrera de Enfermería está en el segundo lugar de preferencia de este último grupo.

Además ofrecemos un programa de admisión especial con cupos reservados para aspirantes de las zonas de influencia de las Sedes de Frontera: Arauca, Leticia, San Andrés y Tumaco. Allí los aspirantes compiten únicamente entre ellos y se admiten quienes obtengan los mejores puntajes a las carreras que elijan en las Sedes Andinas: Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira. Durante los primeros semestres estos estudiantes reciben en las propias sedes de frontera la formación a través de algunas asignaturas de ciencias básicas y de ciencias humanas que regularmente son comunes a la mayoría de carreras; adicionalmente se hace un reforzamiento en inglés. De esta manera la inserción en el sistema de educación superior ofrece una mayor garantía de éxito posteriormente, cuando el estudiante se traslada a la sede en la que continuará sus estudios.

El total de cupos que ofrecerá la Universidad Nacional para nuevos estudiantes de pregrado en el primer semestre de 2017, contabilizando la admisión regular y las especiales antes descritas, es de aproximadamente 5500. Un 6% de estos cupos es lo que se reserva para las admisiones especiales.

Este porcentaje de cobertura es muy bajo (menor que 8%), pero sería irresponsable aumentar el número de admitidos sin el correspondiente incremento de recursos, especialmente para la contratación de más profesores. Como consecuencia del limitado número de cupos, muchos aspirantes buscan opciones de estudio en programas no acreditados o simplemente amplían el grupo de jóvenes que por no «pasar» a la universidad cargan con una enorme frustración; los menos encuentran oportunidades de formación en el exterior.

En orden descendente de los resultados de la prueba, los aspirantes son llamados a seleccionar su carrera. Un porcentaje muy alto escoge la carrera que quería iniciar, pero llama especialmente mi atención observar que la elección final, entre quienes tuvieron los mejores puntajes y pueden, por lo tanto, elegir cualquier carrera, no coincide con la carrera señalada como de su preferencia en la pregunta previa al examen. En efecto, aproximadamente el 20% de los admitidos ha cambiado su decisión; así por ejemplo se encuentran casos de aspirantes que habiendo obtenido el puntaje para ser admitidos a Medicina y habiendo señalado ésta como su preferencia inicial, a la postre, deciden ir a Ingeniería Química o a carreras de ciencias humanas. Habrá que implementar un estudio que nos permita determinar las causas de estos cambios de decisión en tan corto tiempo,

Por su capacidad y su amplia convocatoria, la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombinos, es la Institución de Educación Superior con mayor impacto e influencia en el territorio nacional. Su responsabilidad es mayúscula frente a la formación de ciudadanos y profesionales que han de construir un país prospero y en paz. Y ese es nuestro compromiso como profesores.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/fue-admision-universidad-nacional

Imagen: http://www.humanas.unal.edu.co/colantropos/areas-y-grupos-de-interes/arqueologia/arqueologia/

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Cartilla no convencional para educar a un niño

Ignacio Mantilla

Hace unos días, en una reunión social, uno de los asistentes, orgulloso padre de un niño de 8 años, me comentaba sobre la alta inversión que él y su esposa realizan para dar la mejor educación posible a su hijo. Esa conversación me motivó a hacer una reflexión personal sobre el tema, sin pretender de ninguna manera posar de experto pedagogo.

El niño estudia en un colegio privado del norte de Bogotá, al que asiste diariamente haciendo uso de la ruta escolar que demora aproximadamente una hora y media desde su casa; otro tanto, a veces un poco más, toma el recorrido de regreso en la tarde. Así las cosas, el niño pasa tres horas diarias bajo el cuidado del conductor del bus escolar y de la monitora que acompaña la ruta, que vale decirlo, no es profesora del colegio.

A su retorno a casa, lo recibe la empleada doméstica que lo cuida durante unas tres horas adicionales mientras su madre vuelve del trabajo, que es  quien tiene un horario más cómodo. Los padres son felices si a su regreso  el pequeño ya ha cenado y, preferiblemente, ya duerme, pues también ellos están exhaustos. Una labor adicional de la empleada doméstica es dejar preparada la lonchera del niño para el día siguiente.

Con la situación descrita, durante seis horas diarias de cada jornada, el niño está a cargo de personas que seguramente no se han formado como educadores. Esta cantidad de tiempo no es despreciable: son 30 horas semanales.

Adicionalmente, algunos fines de semana, gracias a los abuelos que se encargan del chico, los padres pueden disfrutar de su vida en pareja.

Mi interlocutor me hizo las cuentas de todo lo que paga por la matrícula, la alimentación en el colegio, la ruta escolar, más el salario de la empleada (reconociéndole las horas extras y algunos sábados) y, por supuesto, supera la más alta matrícula que pueda pagarse en una universidad privada. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando le dije que, a mi juicio, su inversión en la educación del niño era casi nula. Y pasé a explicarle por qué pienso eso.

Mi argumento es sencillo: lo más valioso que un padre puede dar a un hijo se llama TIEMPO. Por muy extenuante, dispendioso, absorbente y difícil que sea el trabajo de los padres, siempre deben buscarse espacios y momentos, aunque sean breves, para dedicar a los hijos. Hay que aprovechar cualquier situación o lugar para estimular el aprendizaje y compartir problemas y soluciones. No se trata de estar frente a un cuaderno, un libro o un tablero permanentemente, pero la corta lectura de un cuento en algún momento de la semana es más valiosa que la música de la ruta escolar que elige el conductor o que escuchar la conversación que la empleada doméstica sostiene telefónicamente.

La cocina, por ejemplo, es un extraordinario laboratorio para las matemáticas y las ciencias naturales. Veamos este ejemplo: prácticamente en todos los hogares colombianos consumimos arepas de diversos tipos, pero casi todas son redondas. ¿Qué tal si mientras asamos una arepa en un tiesto intentamos que el niño sugiera su diámetro? ¿Y si ahora con ese dato calculamos el área de la arepa? Pero, si observamos que del borde de la arepa al borde del tiesto hay dos centímetros: ¿qué tanto mayor es el área del tiesto? ¿Y si al partir la arepa para comerla, pedimos al niño que lo haga de tal manera que cada pedazo tenga un ángulo recto? o si la partimos en tres pedazos iguales, cortados desde el centro ¿cuánto deben medir los ángulos centrales? Pero, si el niño no quiere morder sino ángulos agudos, ¿qué solución da el chico? La arepa nos puede conducir a una larga cadena de preguntas como ¿cuál es el área de cada sector circular consumido? (Nota: las arepas, aunque tridimensionales, pueden tratarse como objetos matemáticos ideales de la geometría plana).

Ahora, qué decir de las grandes posibilidades con la receta: para 10 arepas uso 21 gramos de sal, pero vamos a preparar sólo 7 ¿cuánta sal necesitamos? Un error puede echar a perder las arepas.

Cocinar también ofrece posibilidades de enseñar leyes y sentencias: ¡si coges el tiesto caliente, te quemas! “No depende de mi voluntad, ni de la tuya, los tiestos son caprichosos”. Y si el niño es mayorcito, podremos hasta preguntarle por la ecuación del calor: ¿por qué el tiesto se calentó uniformemente? ¿Y si el tiesto es de barro como los que se usan en Santander? Ahí ya tenemos un problema de química de materiales. ¿Por qué los ladrillos, como los tiestos de barro, se cocinan también?, ¿a qué temperatura?, ¿y por qué no se construyen casas con tiestos, entonces?

Al niño se le puede decir: “si sueltas la manzana, cae al piso, y si le ayudas con una velocidad inicial suficiente se va a estallar al caer. La ley de la gravedad es muy represiva”.

Y mientras vamos en el carro ¿qué tal si intentamos aprender sobre velocidad o aceleración o si usamos los dos últimos dígitos de la placa del carro que está delante para repasar las tablas de multiplicar?

En fin, hay cientos de posibilidades para hablar con los hijos y aportar a su educación. No basta con invertir grandes cantidades de dinero solamente, si todo está a cargo de terceros.

Finalmente comparto una anécdota: el profesor Yu Takeuchi, con quien yo hablaba frecuentemente sobre estos temas, se interesó mucho por el aprendizaje de los niños cuando nació su primera nieta. Un día en la sala de profesores de matemáticas de la Universidad Nacional, me dijo: “estoy sorprendido, mi pequeña nieta apenas está aprendiendo a hablar, pero ya maneja conceptos matemáticos”. No le creo profesor, dije. Y pasó a explicarme que la niña sólo sabía decir tres palabras: MÍO, NO y MÁS; es decir: pertenencia, negación y adición.

Fuente del articulo: http://www.elespectador.com/opinion/cartilla-no-convencional-educar-un-nino

Fuente de la imagen: http://www.eluniversal.com.co/sites/default/files/201201/imagen/sicologia_02f73328.jpg

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Génesis de la Universidad Nacional

Por: Ignacio Mantilla

Como ha sido costumbre desde hace algunos años, la celebración se realizó en el marco de la semana universitaria en la que se programan múltiples eventos culturales y académicos, y en la que tiene lugar el acto académico más importante del año, cuyo propósito es exaltar y distinguir a personalidades y profesores que con rectitud y dedicación han llevado a cabo una labor que la comunidad universitaria destaca como sobresaliente y ejemplar.

Este año, la celebración ha tenido un especial significado: la Universidad se prepara para conmemorar en 2017 el sesquicentenario de su fundación. Será un año lleno de eventos que resaltarán su papel y destacarán el legado universitario que como consciencia y guía fundamental para la educación superior del país, ha dejado en la formación de miles de profesionales y nuevos investigadores.

Los orígenes de la Universidad Nacional pueden rastrearse en la promulgación de la Ley del 18 de marzo de 1826 y el Decreto del 3 de octubre del mismo año que fijó el plan de estudios del gobierno del general Santander en la Gran Colombia, para apoyar la construcción de una nación moderna e ilustrada.

Aquel Código de 1826, redactado por el general Santander, constituyó un avance importante en la concepción educativa del país, pues eliminó el dominio religioso en la educación, pasando este poder al Estado; y extendió la instrucción pública a todos los rincones de la patria, creando los Colegios Santanderianos y escuelas y universidades en distintos departamentos. Gracias a este Plan de educación se logró la creación de las universidades Central de Bogotá, Central de Quito y Central de Caracas. La reforma educativa del 26 implantó el modelo napoleónico de educación, ampliamente adoptado por las nuevas repúblicas latinoamericanas, desplazando el modelo clerical del Imperio Español.

En 1830 y gracias a las conversaciones sostenidas con Wilhelm von Humboldt durante su exilio, Santander se introduce en las ideas renovadoras sobre educación que se desarrollaron con éxito en Alemania a partir de la famosa reforma educativa de 1808 adelantada precisamente por Humboldt. En los encuentros con el sabio alemán y en su visita a la Universidad de Berlín, Santander recibe la influencia metodológica, científica e investigativa de la reforma educativa alemana que se contrapuso a los modelos napoleónicos de la educación en Europa y que habían sido los paradigmas teóricos, utilizados por el mismo Santander en la fundación de la Universidad Central con sus tres seccionales en Quito, Bogotá y Caracas.

Su obsesión por la educación pública lo condujo a adquirir un gran conocimiento en esta materia, Santander pensaba que la educación superior debía ganar ante todo en autonomía. Estaba convencido de que los decretos de 1826 ponían a las universidades cadenas estatales indebidas que la limitaban para desarrollar libremente la investigación científica. El general trabajó por más de dos años redactando y discutiendo un nuevo código de instrucción pública que fue entregado al Congreso para su aprobación en 1834.

Lamentablemente, dichas ideas encontraron fuerte oposición en el Congreso de la Nueva Granada. El respeto de Santander por la institucionalidad le detuvo a forzar su aprobación. El proyecto de 1834 se discutió por cerca de ocho años y al final no fue aprobado por el Congreso. No obstante, Santander sí llevó a cabo, durante su período como presidente, algunos cambios en la educación de la República con los que logró incrementar sustancialmente el número de escuelas, la participación de la mujer en la educación y los cupos para la formación superior.

Estos ideales liberales del general Santander están de alguna manera reflejados en el proyecto de ley de 1864 que buscaba organizar la universidad, presentado por Manuel Plata Azuero y José María Samper al Congreso de los Estados Unidos de Colombia. Este proyecto, que se convertiría en la ley que finalmente da vida a la Universidad Nacional fue un proyecto de profundas motivaciones pacifistas para formar a jóvenes provenientes de cada rincón del país recién constituido. Un proyecto de universidad para toda la nación y de todos los colombianos en donde los jóvenes encontraran verdaderas posibilidades para desarrollarse personalmente y, a partir de allí, llevar progreso a sus regiones.

El gran esfuerzo del Estado en esta línea de acción se consolidócon la ley 66 por la cual se organiza la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, hoy conocida como la Universidad Nacional de Colombia, aprobada el 22 de septiembre de 1867. El objetivo principal de esta Ley era contar con una institución mediante la cual el Estado organizara y desarrollara las políticas de educación superior para el país.

Esta universidad, de carácter nacional, ostentaba una relativa autonomía frente al gobierno de turno y total financiamiento por parte del Estado, como lo había propuesto Santander. Su misión se definió como la de desarrollar y fortalecer el saber académico, la ciencia y la investigación a través de seis escuelas que pretendían cubrir todas las áreas del conocimiento: la Escuela de Medicina, de Derecho, de Ciencias Naturales, de Ingenieros, de Artes y Oficios y de Literatura y Filosofía.

La Universidad Nacional de Colombia, desde sus inicios, ha estado comprometida con grandes objetivos sociales y con el pensamiento libre. Ahora, 149 años después, la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, continúa fiel a los principios rectores de sus orígenes de servicio a Colombia, desarrollando con excelencia su quehacer académico.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/genesis-de-universidad-nacional

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Universidad, infraestructura y calidad

Por: Ignacio Mantilla

Algunos informes se acompañan de frases y sentencias apocalípticas que anuncian el cierre de programas, la suspensión en la admisión a algunas carreras y el comienzo del fin de la Universidad.

En mi larga vida universitaria, cuya mayor parte ha transcurrido en la Universidad Nacional, me he acostumbrado a oír este tipo de anuncios que transmiten un mensaje de inconveniencia para elegir la Institución como casa de estudios. Y es curioso que casi siempre, como ahora, sea también coincidente con la época de admisiones. Sorprende, sin embargo, que la admisión para el primer semestre de 2017 sea la más grande manifestación de interés por ingresar a la Universidad Nacional. En efecto, 70 740 aspirantes se han inscrito para presentar, en los próximos días, el examen de admisión a alguna de las 94 carreras que hoy ofrece la Universidad Nacional. A este enorme grupo de aspirantes hay que sumar aún los miles de aspirantes a los programas de posgrado, que serán convocados posteriormente.

No existe en el país universidad pública o privada alguna que atraiga tantos jóvenes. La Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, sigue siendo, de lejos, la mejor opción, la que congrega el mayor número de aspirantes que desean cursar una carrera profesional. La Universidad hoy está más vigorosa que nunca, brinda acceso con equidad en un proceso absolutamente transparente, y es reconocida por su calidad, esa que  identifica fácilmente a nuestros egresados.

No pretendo ocultar las dificultades en materia de infraestructura, pero sí quiero contar a los lectores cómo es la composición de nuestros campus que, como toda propiedad, requieren de mejoramiento y adaptación permanentes para mantenerse en condiciones que les permitan afrontar nuevas exigencias y mayores retos.

La Universidad cuenta con sedes en Bogotá, Medellín, Manizales, Palmira, San Andrés, Arauca, Tumaco y Leticia, más algunas dependencias en otras ciudades, principalmente consistentes en centros de investigación y práctica, museos, estaciones y granjas agropecuarias. Nuestras ocho sedes, son pequeñas ciudades dentro de su ciudad, son ejemplo claro de arquitectura al servicio de la educación y la investigación. Se han constituido en verdaderos pulmones verdes, con fauna y flora propias, algunas desde hace más de 80 años, como la Ciudad Universitaria en Bogotá que se ideó en el gobierno visionario de Alfonso López Pumarejo.

Hoy, la Ciudad Universitaria, diseñada por el arquitecto alemán Leopoldo Rother, está compuesta de 142 edificaciones, 17 de ellas declaradas por el Estado como Bienes de Interés Cultural de la Nación. Allí se encuentran edificios tan emblemáticos como el Auditorio León De Greiff, terminado en 1973; el edificio de la Facultad de Ingeniería, construido en 1945 y recientemente restaurado, y uno de los más antiguos de la Ciudad Blanca, el hermoso edificio de la Facultad de Ciencias terminado en 1938 junto con el Estadio Alfonso López. Por fuera de la Ciudad Universitaria se cuenta con 61 edificaciones más.

En Medellín tenemos el conjunto arquitectónico de la Facultad de Minas inaugurado en 1944 y diseñado por el maestro Pedro Nel Gómez, uno de los más importantes arquitectos, ingenieros, artistas y muralistas de nuestro país. Junto con el campus principal de El Volador y demás predios, 60 edificaciones componen la Sede Madellín.

En Manizales la sede de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura en la antigua Estación El Cable, el Campus de Palogrande y el moderno Campus La Nubia, alojan 30 edificaciones.

En Palmira tenemos uno de los primeros ejemplos en el país de arquitectura bioclimática, el edificio Ciro Molina Garcés, construido en la década de los cuarenta del siglo pasado y 17 edificaciones más.

Incluyendo las sedes en las fronteras, constituidas por una veintena de edificios, la Universidad Nacional dispone de más de 320 edificaciones. Pero nuestra misión como Universidad del Estado nos obliga a innovar: por ejemplo, en las sedes de frontera hemos desarrollado la arquitectura tropical y algunas edificaciones, para aulas y laboratorios, cuentan con sistemas de generación sostenible de energía

Hace apenas unos meses inauguramos en la Ciudad Universitaria el edificio de la Facultad de Enfermería y hace menos de dos años el edificio de Archivo que cuenta con las más avanzadas condiciones técnicas. En los últimos tres años hemos inaugurado dos nuevos y modernos edificios en la Sede Maizales y uno en la Sede Medellín para el bienestar de los estudiantes, y hace apenas unos meses el Hospital Universitario Nacional, primer hospital de propiedad de la Universidad en sus ya casi 150 años de historia.

Además del mantenimiento permanente de sus campus, la modernización y renovación de sus equipos, adecuación de áreas comunes, calles y andenes, la Universidad debe responder a exigencias legales relacionadas para cumplir con las actuales normas de sismo-resistencia y los requerimientos de accesibilidad para personas con discapacidad. Estas exigencias estatales, aunque importantes, no han sido respaldadas económicamente por los gobiernos. Al generar las normas no se piensa que deben acompañarse de recursos para hacerlas realidad. En nuestro caso, la Universidad ha tenido que destinar en los últimos años importantes recursos de su diezmado presupuesto para atender estos requerimientos. Pero también ha tenido que desalojar, intervenir y hasta demoler una edificación; esto no significa que la Universidad se acabe, pero sí nos alerta de un deterioro que hay que detener con diligencia y prontitud.

Con los casos cada vez más frecuentes, de edificaciones que deben ser atendidas, especialmente en Bogotá, la emergencia y la ausencia de nuevos recursos se convierten en los principales enemigos de la planeación. Consciente de esta situación, el Consejo Superior ha creado una comisión especial para buscar una solución que garantice a la Institución llevar a cabo la tarea de modernización de la vieja infraestructura.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/universidad-infraestructura-y-calidad

Fuente: http://www.cronicadelquindio.com/noticia-completa-titulo-empresas_comunitarias_desde_la_gran_colombia-seccion-la_general-nota-34552

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La firma en un diploma

América del Sur/Colombia/21 de Agosto de 2016/Autor: Ignacio Mantilla/Fuente: El Espectador

Tienen lugar por estos días, en casi todas las universidades, las ceremonias de graduación de los estudiantes que concluyeron sus estudios exitosamente en el primer periodo académico del año.

El acto central de estos importantes eventos académicos es la entrega de los diplomas que acreditan y certifican un título profesional, de especialista, de magíster o de doctor. El diploma encierra un significado fundamental para quien lo recibe, pero también una gran responsabilidad para la universidad que lo expide y, por supuesto, para la autoridad académica que lo firma en nombre de la institución, como garante, entre otras cosas, de su autenticidad.

Recordemos que la firma en los documentos es una costumbre que evolucionó de los monogramas que se estampaban en los documentos reales desde la época de Carlomagno y hasta antes del siglo XIV. Estos documentos eran marcados por los secretarios como decisiones del rey. Sin embargo, una gran cantidad de documentos reales aparecían con el monograma de determinado rey, aún mucho tiempo después de su muerte. Esto obligó a que los monogramas paulatinamente fueran reemplazados por signaturas o firmas de la propia mano del rey, para asegurar la originalidad del documento. Las firmas de los reyes fueron cada vez más elaboradas hasta el punto de que se convirtieron en verdaderas obras de arte caligráfico.

Es lamentable, sin embargo, que hoy en día estemos cayendo en la costumbre, según la cual, lo que se escribe de puño y letra pierde valor o no se acepta. A propósito, comparto una anécdota reciente: en una entidad bancaria en la que hacía un reclamo verbalmente, se me indicó que era mejor que presentara una queja escrita. Ante esta recomendación pedí a la funcionaria que me atendía, que me facilitara una hoja de papel para dejar por escrito mi solicitud. Aterrada, con ojos desorbitados, de “no lo puedo creer”, como si estuviera yo a punto de cometer un sacrilegio me dijo: “pero cómo se le ocurre, tiene que hacerlo en un computador”.

Actualmente hay un debate en torno a la manera como se deben firmar los  diplomas. Toma fuerza la opinión de quienes creen que éstos deben ser firmados mecánicamente, de manera electrónica o digital, pues el alto volumen de graduandos implica una considerable dedicación de tiempo para los encargados de las firmas, y en efecto, ya en algunas instituciones se ha implementado una firma distinta a la tradicionalmente manual y original.

Es fácil hacer cuentas del tiempo que demanda una firma y del que invertirán los directivos en firmar los diplomas para unas ceremonias de graduación. Así por ejemplo, en la Universidad Nacional, patrimonio de todos los colombianos, tendremos en los próximos días 4609 graduandos y cada diploma debe tener la firma de la secretaria general, el rector y el decano o decana de la facultad a la que pertenece el estudiante. Si se estima que en un minuto se firman en promedio cinco diplomas, un cálculo sencillo arroja que el rector debe dedicar aproximadamente una hora para firmar 300 diplomas, es decir, un poco más de 15 horas para firmar todos los diplomas, lo que representa un par de días, si se dedica principalmente a esta actividad. Y este tiempo es un tercio de la tarea completa de todos.

Pero aunque parezca una posición conservadora, quiero defender la firma manual del diploma, pues desde mi perspectiva se trata de un documento trascendental para quien lo recibe, que lo conservará durante toda su vida y lo exhibirá en algún lugar o lo mostrará orgulloso a sus familiares y amigos.

Como rector, debo confesar, que adicionalmente se constituye en la firma que con mayor satisfacción realizo. Y si se acepta que deben firmarse manualmente -a veces con huella digital- algunas cartas, resoluciones, acuerdos, poderes, derechos de petición, solicitudes, entre otros, ¿cómo puede considerarse una pérdida de tiempo la firma de un diploma?

El mensaje debe ser claro: los egresados no son productos, que como mercancías se etiqueten con un código de barras para ser identificados. No puede caerse en el pragmatismo, aparentemente eficiente, de imprimir todo con formatos predefinidos con el argumento de ahorrar tiempo o trabajo. No creo, por ejemplo, que aceptemos de buen agrado que en lugar de recibir un diploma de manos del decano en una ceremonia protocolaria, solemne y de corte académico, éste se nos haga llegar por debajo de la puerta a vuelta de correo o que un personaje al que se le pida un autógrafo nos estampe su firma digital. No imagino el día en que el graduando reciba el mensaje: “estás a un click del título”, oprime <enter> para imprimir tu diploma.

Naturalmente, a medida que la cobertura universitaria aumenta, es más difícil sacar el tiempo necesario para llevar a cabo la tarea de firmar miles de diplomas, y puede ocurrir que como sucede hoy en día con los títulos oficiales que expiden las universidades españolas, los diplomas correspondientes demoren cinco años porque todos son firmados por el rey.

Nuestras universidades deben esforzarse por mostrarle a la sociedad el gran valor de sus egresados y de los títulos que otorgan. Sería contradictorio con este principio olvidar la bonita, aunque ardua, costumbre de rubricar a mano cada uno de los títulos expedidos por nuestras instituciones.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/firma-un-diploma

Fuente de la imagen: https://presencia.unah.edu.hn/facultades/articulo/unah-realiza-graduaciones-publicas-correspondiente-a-junio-2014

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